Partida Rol por web

4º día de la Vieja. Mes del Doncel. Año 242 D.D.

Primera hora de la noche.

Lugar: Pasillos de la torre de invitados.

Se encontraron por casualidad en los pasillos de las alcobas, y Mawney se acercó a ella con una sonrisa de disculpa.

-Lady Thaena, me alegro de encontraros. Quería de todas-todas hablar con vos, y deshacer, si es posible, la mala impresión que os he causado en los pocos intercambios de palabras que hemos tenido ocasión de hacer. ¿Os dirigís a algún lugar en concreto? ¿os apetece un paseo junto a este hombre arrepentido?

Le ofreció el brazo y esperó que tuviera ganas y tiempo de acompañarle.

Hacía unos momentos que lady Thaena había abandonado los aposentos de la señora de la casa y dejado a lady Bessa a continuar con sus asuntos. Sin un rumbo fijo, la doncella caminaba con expresión pensativa, perdida en rememorar conversaciones y en repasar de forma distraída los eventos de aquella mañana.

Fue entonces cuando notó que del lado contrario al que ella se dirigía venía el consejero de los Vance, al parecer iba solo de momento. Al momento que sus miradas se encontraron, la dama hizo una pequeña reverencia. -Milord.- Saludó con suave elegancia. Habían tenido poca oportunidad de hablar por distintas razones, y de momento parecía que no lograban empezar de buen pie. Quizás ahora podrían hacerlo.

Para su sorpresa, parecía que lord Mawney tenía la misma idea que ella, haciendo que media sonrisa se le dibujara en los labios. -No planeaba ir a ningún lugar en particular, pero no veo problema en que me hagáis compañía.- Aceptó, tomando el brazo ofrecido. De momento, se mantuvo en silencio pero a la expectativa, hasta el momento aquel hombre había resultado un misterio para ella, pues nunca tenía claro con qué iría a salir en su conversación.

Que ella aceptara su brazo hizo que se ampliara su sonrisa. Encaminó sus pasos hacia los jardines, la noche era aún incipiente, y un paseo bajo la luz de la luna y las estrellas ofrecería sin duda un marco de belleza y serenidad a la conversación entre los dos.

-Muchas gracias, procuraré deshacer la mala sensación causada, como os digo. No soy impertinente, os lo aseguro, aunque os lo haya parecido. En realidad la brusquedad de mis anteriores intervenciones ha sido causada por mi situación de consejero. Me debo a mi Casa, como vos a la vuestra. Y profeso a Lady Gianna una lealtad similar a la que, como he comprobado, vos profesáis a Lady Bessa. Es de admirar que una persona sea fiel a sus principios, y creo que este es nuestro caso. El de ambos.

La doncella miraba de reojo al hombre, y terminó asintiendo a las palabras. -Lo comprendo, y como os dije en su momento también, siento haberos ofendido si reaccioné con palabras duras y directas cuando sentí amenazada la tranquilidad de mi señora. Como habréis visto después, razones tenía para querer evitar tal asunto.- Era claro que se refería a la canción interpretada por el bardo, que había causado conmoción y molestia en la arena.

-Os tomo por una persona sumamente curiosa, y que asume fácilmente sin cuestionar primero.- Dijo, con voz suave que era también curiosidad. -¿Por qué asumisteis que era de conocimiento general a quién pudieran estar dirigidas las palabras de lord Valder, por ejemplo? Sospecho que la conmoción general fue más por el tono de sus palabras que realmente porque alguien, que no fuera el mismo implicado, supiera la razón de sus palabras.- No había acusación en sus palabras, parecía más bien interesada en conocer el proceso mental que había llevado a lord Mawney a acercarse con esa pregunta al más joven de los Haffer.

-Pues asumí que era algo sabido general porque nadie más que yo hizo comentario alguno al respecto, y deduje que no era por falta de interés sino por conocimiento. Bien, acepto que soy de asumir sin demasiada reflexión, eso os lo admito. Soy impulsivo, como ya vísteis cuando os pedí vuestro segundo baile, sin siquiera habernos presentado. Pero la impresión que me causásteis me hizo saltar como un resorte.

Sonrió, aunque no era linsojero como Valder, sino que aún con esa sonrisa estaba serio, y preocupado.

-Hay demasiada tensión entre las Casas, y los Vance somos sin duda el blanco más débil. No en vano perdimos la guerra ante los Haffer y los Hawick, estamos invitados por deferencia, y nuestro heredero, Guileon, es un rehén. Todo esto son hechos, y nos lo recuerdan a cada paso que damos. Vos os preocupáis por lady Bessa, imaginaos que estuviera en el lugar de Guileon. No sería fácil, y tampoco lo sería para vos en ese caso. 

Lady Bessa y Guileon son como hermanos, porque han crecido juntos. Sin embargo, ahora ya no son niños. Y vos, como su Ama de Compañía, sabéis muy bien que la relación ha cambiado. Pero ha aparecido Urthen en este binomio, y no lo ha hecho de cualquier modo, sino como futuro esposo. Dijísteis que Bessa siempre ha seguido queriendo a Guileon como hermano. ¿Y a Urther? ¿Y el propio Urther? Porque las atenciones públicas han sido abiertamente para lady Tully, e imagino que esto no ha complacido demasiado a vuestra señora. 

Y sigo dándole vueltas al destinatario de los versos de lord Valder. Y al verdadero trasfondo de los del bardo que quizá pierda su lengua. ¿Qué pensáis vos al respecto de ambos? Vos vivís en Fuerte Floresta, sabéis cada rumor, cada realidad. Todo esto que es un embrollo para mí debe ser de una transparencia peregrina para vos. Os aseguro que soy discreto, aunque sea impulsivo. ¿Podéis ayudarme a entender?

La doncella escuchó con atención cada palabra, meditativa, y sin intención de interrumpir. Luego, se quedó en silencio unos momentos más, antes de volver a tomar la palabra. -Bien, primero que todo os agradezco permitirme descubrir por vuestras palabras que el interés que pudierais mostrar vos por mi es meramente por interés a lo que yo conozca sobre los Hawick y los Haffer, y no por que me consideréis una dama por quien tendriais deseo en conquistar.- Le hizo una reverencia rápida con la cabeza. -Es bueno tener las cosas claras desde el principio, aún si eso sea un golpe para mi vanidad.-

No apartó sus ojos de él, su cabeza en alto. -Segundo, al parecer, además, me tomáis por una simple señorita de servicio que iría esparciendo rumores de aquellos que han sido como una familia para ella. Puede que me equivoque en esto, por supuesto...- Mantuvo el silencio un segundo, y retomó. -Aclarado estos dos puntos, os responderé como mejor pueda. Mi señora siente por lord Urthen lo que una prometida debe sentir por quién ha de convertirse en su esposo. Aún cuando sólo se conocieron hasta ayer, han compartido cartas desde que fue anunciado su compromiso. No podéis preguntarme sobre los sentimientos de lord Urthen, pues apenas he compartido una palabra o dos con él.-

Su mano ya no estaba posada en el brazo de lord Mawney, sino que las había cruzado sobre su regazo. -Si lord Urthen ha mostrado interés alguno por Ser Clarinthe, dudo que luego de los eventos ocurridos en el torneo guarde sentimientos favorables por ella. Os pregunto, ¿en un matrimonio concertado, donde ninguno ha conocido verdaderamente al otro, cuantas veces los novios se aman ciegamente? Y sin embargo, estos matrimonios son duraderos y el amor termina surgiendo por la convivencia.-

Se humedeció un momento los labios, tomándose un momento para continuar. -Respecto a lo dicho por lord Valder, de nuevo os digo que no sé a quién podrían ir dirigidas y ciertamente no tengo tampoco interés en averiguarlo. Dejad que los caballeros resuelvan sus asuntos como les plazca, y con la discreción que ello merece. Del bardo sólo puedo decir que alguien, y me temo que no sé quien pueda ser, ha querido provocar una reacción. Os confieso que tengo en gran estima a Ser Guileon, y que alguien quisiera airear lo que él puede estar sintiendo no me ha gustado, más no se me ocurre quién ha podido realizar tal treta, humillando con ellas no sólo a vuestro señor sino a la mía.- Sus ojos continuaban fijos en el consejero de los Vance. -¿Es todo lo que queriais de mi, no? Lamento si no os he sido tan útil como habéis supuesto que sería.- Sólo entonces bajó la mirada unos instantes, pero no tardó en volver a enfrentarla al hombre.

Se detuvo, perplejo.

¿Qué estaba diciendo? ¿Que el interés que Mawney pudiera tener era sólo por las Casas, y no por... conquistarla? En primer lugar había dejado claro que la había invitado a bailar aún sin conocerla, porque le había impresionado su aspecto. Lo había dicho con un ejemplo trasparente: había saltado como un resorte. Y era sincero, como había sido sincero cuando alabó su voz después del Torneo. Pero, al parecer, para lady Thaena con lisonjas sinceras no había bastante. ¿Vanidad? ¿él había golpeado su vanidad? ¿Qué es lo que ella esperaba? ¿Que la tomara y la besara apasionadamente...?

Siguió hablando, o mejor destilando veneno, sin que él pudiera comprender el por qué. Estaba diciendo que él la tomaba por una simple señorita de servicio... ¿ahí también él se había equivocado al llamarla Ama de Compañía? No había querido, a propósito, llamarla simplemente doncella, que es lo que él tenía entendido que era de lady Bessa. Y no porque pensara que ser una doncella de servicio fuera nada indigno, sino porque por cómo había visto interactuar a ambas damas, realmente pensaba que era mucho más. 

Y ella, entonces, se soltó de su brazo.

Lo cierto es que para el Consejero, lo que siguió ya fue una cortina de palabras que ni siquiera se entretuvo en comprender. 

Estaba ofendido, dolido. Pero la actitud le ayudó a entender muchas cosas. Esa era la actitud que estaba viendo repetirse en los Hawick, en todos ellos. Había mucha inquina acumulada. Posiblemente odio. No podía luchar contra eso, él era un simple vasallo de los Vance, fiel a su Lady, leal a su Casa. Y no pensaba hacer o decir nada que los comprometiera aún más.

-Os agradezco la sinceridad. Pero os equivocáis conmigo. No buscaba lo que decís, no soy como pensáis. En fin, lamento el malentendido. Señora, si me disculpáis...

Tras dedicarle una leve reverencia se dio la vuelta y se marchó.

La doncella notó el cambio que se operaba en el hombre, y por un momento se mordió la lengua. -Esperad.- Dijo, sin alzar demasiado la voz. -Os pido disculpas, no quiero que partáis con una mala impresión mía.- Bajó la mirada y retorció levemente sus dedos.

-Como podéis ver, no sos solo vos quien asume cosas impulsivamente. Me encuentro un poco a la defensiva, y os pido disculpas pues con ello os he ofendido.- Dicho esto, hizo una pequeña reverencia en su dirección, dejándolo marchar si ese seguía siendo su deseo.

Mawney se detuvo, y aún pasó un segundo antes de que reaccionara. Erguido, la espalda tensa. Pero tras ese mínimo lapso, apenas un latido, se giró de nuevo hacia ella. 

Y asintió. Le tendió el brazo de nuevo.

-Sé muy bien, demasiado bien me temo, lo que cuesta a veces reprimir impulsos, sobre todo si se es apasionado. Eso tenemos en común, lady Thaena, aunque intentemos doblegar nuestro fuego interior mediante protecciones externas, ya sea de un modo u otro. Por tanto, no os disculpéis. Sigamos nuestro paseo, si os place.

Sonrió.

-Preguntadme vos, prefiero que empecemos de nuevo la conversación, y esta vez deseo que llevéis vos la iniciativa. 

Con un leve suspiro, quizás aliviada de que aquella conversación no hubiera terminado tan abruptamente, lady Thaena volvió a ponerse a la altura del consejero, y tomó nuevamente su brazo.

-Os prometo que no tengo nada en vuestra contra; mi mente en este momento es un mar de dudas e incertidumbres.- Se explicó. -Tengo aprecio por vuestro señor, Ser Guileon, aún cuando mi lealtad sea para mi señora. Lo ocurrido con el bardo no fue de mi agrado, y presiento que haya sido una treta aún más rebuscada que la de simplemente poner en evidencia a vuestro señor.-

Se mantuvo un segundo en silencio, inquieta. -¿Hay alguna razón por la cual Lady Morna debería temeros? ¿Acaso vuestra señora o bien Ser Guileon desea tomar represalias contra los Hawick si vuestro señor fuese liberado? Dudo que tal sea el deseo de Ser Guileon, habiendo pasado tanto tiempo en este lugar, siendo al igual que yo tratado como parte de la familia. Más quizás es que hay algo que no estoy viendo.- Sonrió avergonzada. -Habéis dicho que creíais que yo tendría todo trasparente, más como podéis ver, para mi también todo está en penumbras.-

Esta vez escuchó, ahora tranquilo, sin perder la sonrisa.

-Me alegra oíros decir eso. El aprecio que yo le tengo a Guileon viene de nuestra niñez, así que imaginaos el agravio que han  supuesto esos versos para mí. Una treta más rebuscada...¿como qué? ¿Tenéis algo en mente?

Y enseguida negó contundente ante la siguiente pregunta de su interlocutora.

-No, de ningún modo. Os lo aseguro. No hay ninguna intención por parte ni de mi Señora ni mía de hacer ningún daño a la Casa Hawick. Sería absurdo, ¿no os parece? Ni siquiera por razones estratégicas, a los Vance les interesa estar en excelentes relaciones con las otras dos Casas, por razones evidentes. Incluso, y esa es una opinión mía personal, desde mi punto de vista habría sido una gran idea esposar a Guileon con lady Bessa...

¿Lady Hawick nos teme? No, yo creo que nos odia. Pero no entiendo la razon. ¿Qué pensáis vos?

Lady Thaena se mordió la lengua un instante. -Creo que se estaba buscando una reacción, de alguien en particular. Más os repito que no veo quien pudiera hacer tal cosa. He pensado...- Se interrumpió, avergonzada por lo que iba a decir. -He pensado que la intención era que al escucharla, Lady Morna se pensara lo poco conveniente de tener retenido a Ser Guileon si eso iba a despertar rumores, y que estaría más dispuesta a liberarlo para evitar más habladurías.- Miró de reojo a lord Mawney.

A la segunda pregunta, lady Theana se lo pensó unos segundos de más. -¿Qué tanto conocéis de la vida de Lord Vance? ¿Habría podido haber una historia entre él y Lady Morna en el pasado?- Preguntó, pues algo de ese estilo podría representar la razón por la cual la dama de Fuerte Floresta estuviera tan decidida a humillar y someter a la familia Vance, más allá del rencor que pudiera guardarle por la guerra. -Vos decís odio, más a menos que haya algo que no conozcamos, no debería haber odio en los vencedores sino en los vencidos. Por eso he pensado que es miedo, más vuestras palabras ponen nueva perspectiva al respecto en mi mente.-

Negó con la cabeza.

-No, no sé que hubiera nada entre ellos. No creo que me lo hubieran dicho si es que lo hubo, pero ciertamente no lo creo. No sé por qué Lady Morna podría temer a los Vance, a menos que sea por el hecho de que ve próxima la partida de Ser Guileon. Aunque algo hay que ha hecho que despliegue toda esa guardia, no es normal en un Torneo de Celebración, en un Evento de Esponsales. ¿Vísteis todos esos hombres armados? ¿Sabéis por qué los ha movilizado? No creo que sea habitual en Fuerte Floresta un despliegue así en época de paz.

Calló unos segundos. 

-Señora... sé que un matrimonio acordado no tiene por qué ser un fracaso, pero aún así, ¿cómo está viviendo lady Bessa la perspectiva del suyo...? ¿Podría... podría en algún caso haber considerado casarse con Ser Guileon...?

La joven doncella asintió lentamente las palabras. -Así que vos lo notasteis también.- Murmuró lady Thaena, en un gesto pensativo. ¿Quién más habría visto el despliegue? -Os confieso que no sé por qué razón ocurrió la movilización que comentáis, también causó en mi curiosidad al notarla. Temo que por mucho que haya vivido y convivido bajo la tutela de Lady Morna, hay mucho en su vida que es un secreto para mi.- Por un momento bajó la mirada, al parecer entristecida por alguna razón, más no dijo nada más.

La pregunta de lord Mawney hizo que la dama de compañía lo mirara un minuto. -Si os diera una repuesta positiva, ¿continuaría Ser Guileon con su idea absurda de asesinar a lord Urthen?- Preguntó, alzando una ceja, curiosa por ver la reacción en el rostro del consejero de los Vance. Luego negó suavemente. -Me temo que esa decisión no estuvo nunca en manos de mi señora, y ella ha aceptado seguir hasta el final con la boda. Si consideró o no a Ser Guileon como su esposo importa poco ya. No puede ser cambiado.-

Mawney abrió mucho los ojos, sorprendido.

-¿Guileon quiere asesinar a lord Urthen...? ¡Por los Siete, ¿de dónde sacáis esta idea terrible?! ¿Os lo ha dicho él?

Lady Theana lo miró unos segundos, antes de negar. -Ha sido la impresión que me ha dado, nada más. Conociendo el temperamento de vuestro amigo, y viendo el poco aprecio que siente por lord Urthen, no lo vi como algo imposible. A veces el desear algo con demasiada fuerza puede llevar a ideas peligrosas...- Bajó la voz. -Pero quizás sólo haya malinterpretado sus gestos y esté creando historias en mi cabeza. La imaginación puede enreversar las ideas más simples.-

-Cuando hablé con él lo que advertí, o eso me pareció, es que tenía un sentimiento por lady Bessa, o que lo había tenido. Él dijo que como hermana, y que lo mismo era él para ella. Pero, la verdad, hablaba con mucho cariño, y aunque lo que noté hacia lord Urthen fue desdén, y eso es algo que os digo en confianza, no leía nada de lo que decís entre sus palabras. ¿Odio? No lo creo. ¿Animadversión? Incluso... ¿celos? Es posible, sí. Poco aprecio. Bueno.

De pronto su tono, toda su actitud cambió, y de modo casi imperceptible se acercó más a ella, aunque se frenó.

-¿Y vos, lady Thaena? ¿Hay alguien en vuestra vida...? ¿En vuestro corazón?

Lady Thaena escuchó con atención la impresión que lord Mawney tenía sobre Ser Guileon, asintiendo, sobretodo con las últimas palabras. -Los celos son malos consejeros, más aún si estos se presentan bajo el efecto del alcohol, pues el vino desinhibe y da falso valor, aumentando los agravios.- Terminó por repetir aquel movimiento de negar con la cabeza. -Sólo espero que mi presentimiento no sea más que una tontería producto de la tensión por la boda.-

Notó el cambio repentino en su acompañante, y su cercanía. La doncella bajó los ojos. -De momento no hay nadie en mi vida, mi señor. Aunque puede que esto cambie pronto, si es el deseo de Lady Morna.- Murmuró.