Partida Rol por web

4º día del Doncel. Mes del Doncel. Año 242 D.D. 

Lugar: Rincón secreto en el jardín.

El más joven de los Haffer y lady Thaena caminaban juntos y de la mano. Tras una vuelta por el castillo habían vuelto a los jardines buscando a alguien, sin éxito. Al final, en su búsqueda, acabaron por encontrar a otros dos jóvenes: Ser Guileon y lady Bessa.

Valder los saludó con la mano y con una sonrisa un poco forzada. Daba la impresión de haber estado llorando, aunque algo de su ánimo sí había vuelto. Durante un instante miró a lady Thaena, con una pregunta en los ojos, y luego subió la mano de ella hasta sus labios para dejar un beso en el dorso de sus dedos.

—¿Quieres...? —le susurró, dejando la frase a medias—. Te dejo con ellos, ¿vale?

Parecía que luego de lo ocurrido durante la sentencia, el resto de los presentes se habían esparcido por el Fuerte, seguramente extendiendo los rumores que había lanzado lord Mawney al aire. Sin embargo, lady Thaena no había sido consciente de lo que ocurría alrededor hasta que lord Valder y ella decidieron intentar encontrar al hermano de este. Su búsqueda, sin embargo, dio con otro par.

-Oh... Eh...- Había tenido la intención de hablar con lady Bessa en algún momento, pero sintió que estaba interrumpiendo en ese instante al verla junto a Ser Guileon. El joven de los Haffer pareció instarla a hablar con ellos, y la doncella asintió con algo de nerviosismo. -De acuerdo. Ve con Urthen.- Pronunció bajo, dejando que se alejara pero manteniendo la vista en él, preocupada.

Luego se giró hacia la pareja. -Os pido disculpas, no era mi intención interrumpiros.- Dijo, bajando la cabeza. -Puedo retirarme si lo deseáis.-

Guileon dió un respingo cuando notó la llegada de lady Thaena y lord Valder. Su rostro había mudado de una expresión sombría a una de sorpresa, para asentarse finalmente en un gesto apacible al contemplar a la pareja. Como no tuvo tiempo de saludar apropiadamente al menor de los Haffer, el joven caballero pareció intentar, mediante una leve inclinación de la cabeza, expresarle sus condolencias.

—No interrumpís nada, Ser —saludó lord Guileon, tras lo cual observó a Bessa de reojo con las mejillas aún encendidas— Te lo explicaré luego —añadió a esta última.

Al parecer el buen humor había retornado en el joven pues, apuntando con un dedo acusador hacia lady Thaena, le amonestó con una media sonrisa:

—Después de todo, tenía razón, ¿eh? —dijo guiñando a la doncella con malicia— Lord Valder. Algo pagado de sí mismo, pero un buen tipo, buen compañero de juergas. Me gustaría veros juntos. ¿Ya sabe que sois caballera?

Aguardó a que lady Thaena se sonrojara antes de proseguir.

La doncella bajó la mirada con algo de vergüenza, mientras una sonrisa se iba dibujando en sus labios. -Ha ocurrido demasiado rápido.. Pero si, teníais razón, Ser Guileon.- Dijo, sus ojos con un leve brillo. Luego rió por lo bajo. -Si, lo sabe. Del mismo modo que sé que también lo habéis nombrado caballero a él.- Le respondió alzando una ceja. -Hemos hablado de formar una casa de caballería juntos...-

Su expresión demudó luego a una más solemne al mirar a lady Bessa, y sin dudar se acercó a ella, llegando incluso a tutearla a pesar de encontrarse Ser Guileon con ellas. -Siento mucho todo lo que ha ocurrido, todo lo que has pasado...- Empezó, dudando un instante, antes de seguir. -Quería saber: ¿has tomado una decisión, Bessa? ¿Sigue en pie el matrimonio?-

Guileon alzó las cejas al mismo tiempo.

—¡Cómo! Es un bribón. A fe mía que yo no le he nombrado caballero. No dispenso ese honor tan fácilmente —sentenció con dignidad ofendida.

Luego se calló al contemplar las condolencias de la doncella con lady Bessa, a quien contempló con una mirada tierna aunque tal vez algo culpable.

Bessa le devolvió el saludo a lord Valder con una mirada fría y seria, realizando una pequeña inclinación con la cabeza. Seguidamente sus ojos se movieron hacia Thaena, a la que le dedicó una sonrisa amable. Guardó silencio hasta que el pequeño de los Haffer se marchó, siguiendo sus pasos con la mirada hasta que lo vio desaparecer.

―No te interrumpes nada, Thaena.

Siguió la conversación que mantenían ellos sin animarse a hablar hasta que Thaena se dirigió a ella.

―Gracias, Thaena ―respondió con un triste hilo de voz―. Nunca me casaría con el hijo del hombre que asesinó a mi padre, los Haffer ya me han hecho suficiente daño para tener que seguir viéndolos durante el resto de mi vida.

Buscó la mirada de su doncella antes de dar unos pasos hacia ella.

―No le dijimos nada a Lady Harriet porque mi madre y yo no estuvimos de acuerdo durante unos minutos. Cuando crea oportuno mi madre volveremos a hablar con ella ―le explicó rápidamente, antes de mirar por donde había marchado lord Valder―. ¿Qué tal está?

Al escuchar el tono triste de su amiga, no pudo evitar extender sus manos para tomar una de las de ella. -Lo comprendo...- Se mordió un momento la lengua, antes de seguir. -Lord Lyonell merece el castigo que recibió, más espero un día puedas perdonar a sus hijos por ello. Lord Valder me confesó ayer que desde que había llegado al Fuerte Floresta su padre había estado comportándose de manera extraña, que no era él mismo.- Dirigió su mirada por donde se había ido el hombre, antes de volver a mirarla. -Está dolido y triste; después de todo era su padre.- Dijo, bajando la mirada unos instantes.

Miró de Bessa hacia Ser Guileon, y luego de vuelta a ella. -Esta decisión... ¿Cómo os afecta a ambos?- Preguntó, tentando el ambiente con precaución. Aunque la pregunta iba dirigida a la heredera Hawick, Ser Guileon podía intervenir también.

Guileon se volteó hacia lady Bessa. No abriría la boca sin su beneplácito, pero la mirada entusiasta que le dirigía era probablemente suficiente para inferir unas cuantas cosas. En cambio, decidió intervenir por el menor de los Haffer, aunque sólo fuera para defender otra amistad.

—Lord Valder es un buen tipo, secundo las palabras de lady Thaena. No dejéis que esto imponga un muro invisible entre vosotras —pidió mirando más a lady Bessa que a su doncella.

―No estoy segura de que vaya a poder hacerlo, parece que no tuvieron nada que ver, pero de momento no puedo. Lo siento, Thaena ―respondió, volviendo a mirar por donde había ido lord Valder―. Aun así, deseo que ambos seáis muy felices, pues me alegra verte así. No quiero que pienses lo contrario.

»Lo entiendo, al menos su padre tuvo elección ―dijo con cierta inquina en su tono.

El rostro de la joven se volvió para mirar a Ser Guileon y a pesar de lo dicho por él, no sintió que de momento sus palabras fueran a hacer que cambiara de opinión.

―No sabría decírtelo, nuestras madres están hablando sobre lo que ya sabes ―le contó a su amiga, apretando su mano―. Y yo se lo he contado a él. Lo que pasará no puedo saberlo, solo sé que estoy nerviosa por el momento en que deba hablar con Lady Harriet. 

Guileon apenas podía contenerse, pero le costaba determinar, en aquella felicidad sin fin que le embriagaba, cuánto sabía realmente lady Thaena. La noticia había estado a punto de escapar de sus labios en varias ocasiones, y el muchacho no paraba de dirigir miradas nerviosas a las dos mujeres.

Finalmente tiró de la manga del vestido negro de Bessa para despejar las dudas.

—¿Lo sabe? ¿Sabe de...? —preguntó alzando las cejas significativamente mientras se rascaba la barriga.

La doncella respiró profundamente, soltando un suspiro suave. Esperaba que el tiempo sanara las heridas, más de momento no pensaba forzar la situación. Escuchar la siguiente parte de la noticia hizo que la dama de compañía sonriera un poco más ampliamente. Miró de reojo a Ser Guileon, casi con una sonrisa divertida. -Entonces todo estará bien. Estoy segura que los Siete bendecirán vuestra unión, y mientras más pronto mejor. Supongo que tendré que guardar el regalo que tenía para ti hasta ese momento.- Dijo a lady Bessa con dulzura.

Bajó la mirada un momento, antes de mirar a ambos. -Siendo éste el caso, y puesto que Ser Guileon es alguien en quien puedo confiar también, debo hablar contigo, querida.- Dijo, pues lo siguiente iba a ser complicado de explicar. -Si la decisión está tomada, es posible que parta con lord Valder a Puño del Río esta misma tarde, o tan pronto Lord Haffer decida partir.-

Sonrió suavemente, aunque estaba nerviosa. -Y previendo lo que ocurrirá en el futuro, necesito que sepas algo. Sin embargo os pido, a ambos, que lo mantengáis en secreto. ¿Haríais eso por mi?- Pidió, mirando a uno y a otro, temblando levemente.

Guileon asintió con solemnidad.

—Lo prometo, lady Thaena. Promesa de Ser a Ser. La única persona a la que le confiaría vuestros secretos se encuentra ya entre nosotros —añadió, tomando la mano de Bessa entre las suyas.

Bessa se quedó mirando a aquella que había sido su doncella durante estos últimos años y había terminado convirtiéndose en su amiga. Tardó un rato en responder, y antes de hacerlo, asintió con el rostro.

―Lo entiendo, Thaena ―contestó, mostrando una sonrisa triste―. Te deseo lo mejor, de todo corazón, y espero poder escribirte, y que tú también me escribas contándome como es Puño del Río. Si necesitas cualquier cosa, no dudes en pedírmela, incluso si es una flecha perdida ―dijo, mucho más seria de lo que pretendía.

―Claro, Thaena. Te lo prometo. Sé guardar un secreto. ¿Qué sucede? 

La doncella tomó aire, mirando a lady Bessa, y luego a Ser Guileon. Se llevó la mano de su amiga a los labios un momento, temblando, antes de levantar la mirada. Sin saber como empezar, decidió tomar de las palabras que el joven Vance había pronunciado.

-Temo que hay un error en vuestra promesa, Ser Guileon. Espero podáis disculparme.- Dijo, controlado el nerviosismo de su voz, pero sin apartar la mirada. -Puesto que a quien nombrásteis caballera fue a lady Thaena Blanetree, no a mi.- Tragó fuerte, y se apresuró a continuar.

-Bessa, estos años que hemos estado juntas has sido mi mejor amiga, mi confidente, mi hermana. Más nunca me sentí con el valor suficiente para revelarte la verdad. El día que me trajeron a Fuerte Floresta fue el día más terrible de mi vida, pues fue el día en que perdí a mi padre.- Lisette miró a la joven Hawick, culpable. -Mi padre era el mayordomo de lady Thaena, y había decidido que viajara con ellos para que aprendiera el oficio, pues estaba destinada a ser mayordoma de los Blanetree llegado el momento. Fue entonces cuando el carruaje de lady Thaena fue atacado, y no hubo sobrevivientes... excepto por mi.-

Hablaba rápido, temiendo que interrumpiera sus palabras y la despreciara. -Cuando me trajeron aquí, asumieron que yo era lady Thaena. Tardé un tiempo en comprender lo que había pasado, y cuando me di cuenta, no me atreví a decir la verdad. Al morir mi padre nada me unía a los Blanetree, hubiera ido a parar a la calle, y no se si hubiera sobrevivido. Te juro que he pasado cada día sintiendo la culpa recorrerme, pero estaba aterrada. Seguía aterrada hasta el día del torneo, cuando Valder reveló que sabía que no era quién decía ser.-

Dichas esas palabras, esperó, con miedo en sus ojos, la reacción que ambos podrían tener a su revelación.

Bessa alzó una ceja, sin siquiera hacerse una idea de lo que iba a contarle, y a medida que iba hablando, fue abriendo la boca poco a poco, totalmente sorprendida. Tardó en reaccionar, necesitaba procesar todo lo que le había dicho, hasta que finalmente la miró y le dedicó una tierna sonrisa momentos antes de abrazarla con fuerza.

―No te preocupes, no estoy molesta contigo ―dijo antes de separase y sujetarla por los hombros, mirándola a los ojos―. Sé lo que es tener miedo. ―Peinó su pelo con cariño ayudada por su mano, igual que había hecho ella muchas veces―. Siempre serás mi amiga, te llames Thaena, o como sea. Lo importante es lo que has hecho por mí, no lo que me has ocultado; pero si puedes, me gustaría al menos conocer tu nombre, aquel que te pusieron tus padres.

Hizo una pausa.

―Me alegra saber que lord Valder te aprecia sabiendo quien eres realmente, y siempre que necesites algo, me vas a tener, también debes saber que Fuerte Floresta siempre será tu hogar, así que nunca debes temer por quedarte en la calle.

»Gracias por contármelo, ahora mismo aprecio mucho la sinceridad. ―Miró a Ser Guileon―. Es algo que acababa de decirle a él.

Conforme lady Thaena hablaba, la boca de Guileon fue abriéndose de manera progresiva hasta acabar formando una «O» perfecta. Aún no había terminado de comprender el alcance de la revelación cuando lady Bessa intervino.

—Yo sé mejor que nadie que Bessa valora a la gente por lo que es, no por donde viene —afirmó de manera enigmática el muchacho— Y sé también que has sido una valiente y leal amiga para ella. Y eso te convierte también en mi amiga —añadió con una sonrisa.

—Además, para mí siempre serás una sola cosa —la media sonrisa del muchacho se ensanchó hasta formar una completa.

—Ser.

De los labios de la joven escapó un sollozo de alivio cuando sintió los brazos de Bessa alrededor de ella, y los ojos se le habían humedecido a sus palabras. -Gracias. Gracias a ambos.- Murmuró con la voz entrecortada. Se llevó las manos al rostro un momento, limpiando sus ojos, respirando con algo más de tranquilidad sabiendo que podría confiar en los dos.

-Mi nombre es Lisette.- Les dijo, antes de que las mejillas se le enrojecieran. -De... de hecho, desde ayer es... lady Lisette Haffer.- Volvió a bajar la mirada con culpa, pero mostrando poco a poco una sonrisa. -Y aquí es donde viene la razón por la que os pido mantengais mi secreto.- Se mordió la lengua un instante, antes de continuar. -El rumor de nuestro matrimonio no tardará en saberse, pero todos van a asumir que es lady Thaena quien se ha casado en secreto con Valder. Esto puede hacer que los Blanetree quieran venir a verme, y descubran que no soy su hija. Por tanto, una vez estemos en Puño del Río, fingiremos "mi" muerte. Los Blanetree podrán hacer cierre, irán allí a presentar sus respetos a Valder, y podrán cerrar ese capítulo. Pasado un tiempo, Valder volvería a casarse... conmigo.- Podía sonar un poco enredado, pero esperaba que estuvieran siguiendo sus palabras. -Y quiero que esteis presentes en esa boda. Pero nadie más que pueda asociarme con Thaena puede saberlo.-

Al conocer el nombre de su amiga la heredera de los Hawick le dedicó una amplia sonrisa.

―Lisette ―repitió con un murmullo―. Me gusta tu verdadero nombre, el apellido ha empeorado un poco, pero supongo que siempre puede haber un Haffer al que le tenga aprecio ―dijo, intentando sonar amable.

Escuchó lo planes de su amiga en silencio, asintiendo de vez en cuando, y dedicándole una sonrisa cuando anunció que volvería a casarse.

―Thae… Lisette, no tienes que preocuparte de nada, no hablaré nunca de ello, ¿qué razón tendría para mencionar a una Haffer? ―bromeó―. Espero que seas muy feliz, Lisette. Gracias por hacer eso por mí.

El rostro de Bessa se ensombreció cuando la invitó a la segunda boda, por mucho que la quisiera, volver a estar entre los Haffer no le resultaba nada agradable y menos en algo que estaba segura le traería los mismos malos recuerdos que ahora tenía muy presentes. Era demasiado, pero quería ser sincera con su doncella.

―No estoy segura de poder acudir, pero que sepas que os deseo lo mejor, a ti y a lord Valder, y lo digo de corazón. Por mucho que no quiera volverlos a ver, sé que se ha portado muy bien contigo. Espero que lo entiendas, Lisette.

A pesar de ser una conversación agridulce, la confianza y amistad que lady Bessa le estaba brindando significaba un mundo entero para la doncella. Asintió con sonrisa triste. -Lo entiendo, y no te forzaré a sentir lo contrario. Temo que se me hará complicado volver aquí cuando se anuncie la muerte de lady Thaena, pues Lady Morna no tardará en reconocerme. Pero te escribiré siempre, y si al final Ser Guileon hereda Nueva Esperanza y os vais a vivir allá, no dudaré en visitaros cada vez que pueda.- Tomó de nuevo las manos de su amiga para besarlas, y la abrazó una vez más con cariño.

Se giró luego hacia el joven heredero Vance. -Cuidadla, a ella y a quien está por venir. Su felicidad es mi felicidad, y ahora queda en vuestras manos asegurar que ella lo sea.- Dijo, con una gran sonrisa para ambos. Guileon tenía un camino difícil por delante, pues al igual que Lisette estaba haciendo con Valder, le tocaría a él ayudar a Bessa a superar la pérdida de su padre. Pero las dudas de que el joven Vance amaba a lady Hawick habían quedado borradas, y no quedaba nada más que decir.