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CAPÍTULO II - AL BOSQUE NO VAYA QUIEN DE LAS HOJAS MIEDO HAYA

Don Bernat y el joven Pau habían pasado una noche apacible y sin sobresaltos. Las mullidas camas de los aposentos que habían dispuesto para ellos ofrecían una comodidad incomensurable en comparación con los lechos que habían utilizado para llegar allí, en las posadas para viajeros. Al contrario que los desdichados campesinos del pueblo, no habían pasado frío gracias a sus gruesas sábanas, pues aquella noche había sido especialmente fría. Era como si el invierno hubiese regresado de pronto.

No obstante, la mañana se presentaba soleada y agradable. La luz solar se filtró por sus ventanas les despertó, y al poco tiempo ya había un sirviente llamando a sus puertas para que fueran a desayunar. Sin embargo, por encantadora que se presentase aquella mañana de marzo, era difícil olvidar lo que habían visto -u oído- la noche anterior. Las cosas no eran lo que parecían en ese castillo.

En el gran salón les esperaba algo de vino con una ración de pan y queso, pero había algo extraño; sólo dos platos habían sido servidos a los invitados. Desde la noche anterior, los dos viajeros nada habían sabido del buen caballero Don Rodrigo.

CAPÍTULO II - AL BOSQUE NO VAYA QUIEN DE LAS HOJAS MIEDO HAYA

Aquella había sido una noche inusualmente fría. El viento que llegaba del bosque silbaba como si fuesen almas en pena, desgarrándose en cada hoja y rama que encontraban en su angustioso camino. Era como el invierno hubiese regresado de pronto, pero por suerte Llanos iba bien provista de mantas para abastecerse a Leonnie y a ella misma.

No obstante, aunque pudiesen aguantar el gélido ambiente, lo que habían visto la noche anterior helaba también sus corazones. Aquel brazo, cuyo anterior y extraño dueño todavía quedaba por desvelar, estaba tendida en la mesa de trabajo de Llanos. No se había movido un palmo desde el día anterior, pero eso no la volvía menos inquietante y extraña. Definitivamente no era humano.

Cuando los primeros rayos de Sol se filtraron en la cabaña las dos mujeres se despertaron. Curiosamente, la mañana se presentaba agradable y soleada, como cualquier otra propia del mes de marzo. ¿Qué harían ahora? El pueblo era demasiado peligrosa por culpa de la persecución del conde, pero el bosque era su terreno, siempre y cuando la misma arboleda lo permitiese.

CAPÍTULO II - AL BOSQUE NO VAYA QUIEN DE LAS HOJAS MIEDO HAYA

Aquella había sido una noche inusualmente fría. El viento que llegaba del bosque silbaba como si fuesen almas en pena, desgarrándose en cada hoja y rama que encontraban en su angustioso camino hacia el pueblo. Era como el invierno hubiese regresado de pronto, pero por suerte, la madre de Teolfo no había guardado todavía las mantas gruesas para pasar la noche.

Sus padres se encontraban bien, aunque su madre seguía inquieta por las mismas dudas que le había comentado a su hijo el día anterior. Al menos desde la detención de Llanos y Leonnie no se había vuelto a oír de ninguna detención más. 

Al contrario que la noche anterior, la mañana se presentaba agradable y soleada. Los primeros rayos de Sol se habían filtrado a través de la ventana y despertaron a Teolfo. No obstante, aunque aquella mañana pareciera tan tranquila como cualquier otra propia del mes de marzo, lo que había visto en el bosque aún perturbaba sus pensamientos. Aquel brazo, fuese lo que fuese, lo había visto por última vez en la casa de Llanos, antes de marchar a su hogar cuando finalizaron con su pequeña expedición al bosque. Todo aquello podría haber sido un sueño, o más bien una pesadilla, pero los recuerdos eran demasiado vívidos y claros: había ocurrido.

Por suerte, aquel era su día libre de guardias y atenciones como soldado a menos que se requiriese su presencia por algún conflicto, así que tenía la libertad de ir donde quisiera. 

Pau aprovechó la soledad de la alcoba para sus oraciones y pensar en silencio. Había allí mucho que investigar... ¿Qué voces escuchó Dalmau, de dónde provendrían? Lo cierto era que poco podían hacer hasta que no descubriesen más, al menos algo había sacado en claro, estaban buscando algo, el qué ya era otra cuestión. Echó el cerrojo del portón y se desnudó para descansar en aquel cómodo jergón, había mucho que indagar al día siguiente.

************

Antes de que el criado llamara a la puerta Pau ya llevaba un rato levantado, había apuntado en sus cuadernos aquello que había visto la noche anterior y escribiendo un registro, había estado haciéndolo durante todo el viaje, de sus andaduras, los paisajes, botifarra y algunas cosas personales. Bajó al salón, esperando encontrarse allí a Bernat y Don Rodrigo, pero se encontró una estampa más desoladora de lo que cabía esperar y se sentó delante de uno de los platos a espera de que apareciese el caballero Dalmau. Aquella situación no le daba buena espina, pero intentó tranquilizarse y se sirvió una buena ración de pan y queso, ya que corría a expensas del Conde, no escatimaría en energías aquella mañana. 

Los ojos de Llanos se abieron al alba, y apenas había despertado y ya estaba avivando el fuego, poniendo agua a cocer, y cortando trozos de pan moreno que habían quedado algo endurecidos durante la noche.

-Tenemos que hablar de lo que vas a hacer ahora -comentó la bruja en cuanto vio que Leonnie ya se había despertado-. Tendrás que marcharte del pueblo, puedo ayudarte con algunas provisiones y ropa, pero no tengo mucho dinero. 

En cuanto el agua comenzó a hervir, echó en ella unos cuantos puñados de hierva, y a los pocos minutos, los retiró del fuego para tenderle una taza a la curandera. Reservó otra para sí misma, mientras cocinaba algún tipo de potaje con los trozos del pan duro.

Teolfo podía respirar aliviado de saber que, tras la detención de Llanos y Leonnie, no había vuelto a ser detenida ninguna persona más en Quart de Sacre. No obstante, no podía dejar de pensar en el brazo de aquella criatura, que según había indicado Llanos, no había duda de que se trataba del brazo de un hombre lobo. Él también lo creía, aunque se negaba a aceptar que una criatura como esa pudiera existir. Aunque Llanos se había mostrado clara al respecto.

Era un día libre de guardias para el soldado, por lo que Teolfo decidió dirigirse a la posada de Damià. Quizá hubiera alguien que pudiera proporcionarle información acerca de la posible presencia de hombres lobo en los bosques.

Al oír las palabras de Llanos no pude evitar pensar en lo que me había traído a aquel pueblo, la historia iba a repetirse de nuevo, ya me veía huyendo de allí al amparo de la oscuridad, otra vez...

Suspiré mientras cogía la taza que me ofrecía.

- Sí, supongo que será lo mejor, desaparecer... Si pudiese acercarme a mi casa, no tendrías que ayudarme con las provisiones, pero no sé si será muy seguro, quizás al anochecer - di un sorbo a la taza - ¿y qué harás tú? 

Teolfo salió de casa en dirección a la taberna de Damià. El pueblo ya no parecía estar tan ajetreado como el día anterior. A fin de cuentas, en Sacre nunca ocurría nada interesante, y la detención de Leonnie había provocado bastante ruido. No obstante, la falta de vecinos curioseando la compensaba el aumento de soldados vigilando las calles. Teolfo había tenido suerte de que no hubiesen enviado a alguien a por él para que hiciera jornada.

La posada al menos parecía más alegre, y ya había unos cuantos clientes pasando el día. Por el olor, parecía que Damià estaba preparando algo de estofado para cuando fuese la hora de comer, aunque por el momento sólo serviría bebidas. 

El posadero parecía algo decepcionado. Su posada estaba dedicada al descanso del viajero, y cuando por fin habían llegado unos cuantos, todos habían acabado yendo al castillo del conde. Puede que tuviese unos cuantos clientes locales, pero la mayoría preferían ir a la taberna de Malferit, cerca los cultivos, donde servían mejor vino y los la jornaleros frecuentaban todos los días cuando acababan la jornada. 

-Bon día Teolfo -le dijo cuando le vio entrar por la puerta-. Saps què ha sigut d'aquells viatgers que van arribar ahir? esperava que s'allotjaren aquí.

Damià era un hombre bastante cotilla. La modesta clientela le mantenía poco ocupado en su negocio, así que su pasatiempo favorito era fisgar en los asuntos de los demás y convertirse en una enciclopedia de chismes vecinales. 

Llanos dejó un plato de gachas frente a Leonnie, antes de servirse uno para sí misma.

Si pudiese acercarme a mi casa, no tendrías que ayudarme con las provisiones, pero no sé si será muy seguro, quizás al anochecer

-Eso es lo más estúpido que he escuchado en mi vida -repuso seriamente-. Si te están buscando, tu casa será el primer sitio al que vayan. 

Pensativa, se dio unos golpecitos en los labios con la cuchara de madera.

-Potser pueda ir yo misma y asegurarme de que no haya peligro...

Resoplo al escuchar las palabras de Llanos, sin embargo al continuar escuchándola no puedo evitar sonreír.

- ¿Lo harías? La verdad que te lo agradecería muchísimo, quizás pueda mandar a mi gato a acompañarte, si hay problemas puede servir de distracción, o avisarte si se acerca alguien...

Empecé a dar cuenta del plato de gachas mientras no dejaba de pensar en que había tenido mucha suerte de toparme con aquella mujer.

-Bon día Damià -saludó Teolfo al posadero, con una sonrisa cordial, al entrar por la puerta.

Precisamente el soldado tenía en mente preguntarle a Damià acerca de los viajeros que habían acudido a Quart de Sacre el día anterior y a los cuales había conducido hasta el castillo del conde. Si no sabía nada sobre ellos, lo más probable es que no hubieran regresado a descansar a la posada.

-No ho sé, Damià -reconoció Teolfo, pensando en donde podrían haber pasado la noche-. Vaig portar a aquests viatgers a el castell de comte, poc abans de la posta de sol. És estrany que no hagin tornat -Recordando la aparición de aquel brazo de supuesto hombre lobo en el bosque, decidió acercarse al posadero para hablar en tono más bajo-. Damià, creus en les històries sobre malediccions? Sempre vaig pensar que eren contes de velles, però ara no estic segur.

-¿Malediccions? -repitió el posadero extrañado.

El hombre se apartó un poco y puso un gesto pensativo, rascándose la barbilla.

-No sóc molt supersticiós, però cada vegada que mire cap a eixe maleït bosc que ens envolta sento calfreds. No crec que hi hagi monstres i fades en ell, però no sé, la naturalesa salvatge que hi ha entre eixos arbres em dóna una mica de por.

Sintiendo que había algo de preocupación en el joven soldado, Damià rellenó un vaso con vino y se lo sirvió.

-¿I què és el que t'ha fet dubtar tant? ¿Has vist algun follet comptant llegums en el teu rebost?

-Tant de bo hagués vist un follet, Damià! -bromeó Teolfo, intentando quitarle hierro al asunto-. A el menys podria intentar capturar-lo i vendre-ho per una mica de diners!

El soldado echó un ligero trago del vaso de vino que acababa de servirle Damià. No estaba muy seguro de si debía airear que había encontrado el brazo de una extraña criatura, por lo que únicamente dijo:

-Fa temps vaig veure dos ulls vermells enmig de la penombra de bosc. No sé què podria haver aquí, però a mi també em dóna calfreds des de llavors.

- ¿Lo harías? La verdad que te lo agradecería muchísimo, quizás pueda mandar a mi gato a acompañarte, si hay problemas puede servir de distracción, o avisarte si se acerca alguien...

-Lo del gato es buena idea -comentó Llanos, tras meditar unos segundos mientras masticaba-, pero me sorprende que no tengas algún tipo de... subterfugio para estos menesteres. Alguna ayuda "extra", ja m'entens.

Evidentemente, la bruja se refería a algún tipo de ayuda sobrenatural, como un hechizo, o incluso una entrada escondida.

-En cualquier caso, partiremos de inmediato, en cuanto terminemos el desayuno -Llanos apuró su plato, y cuando aún le restaban algunas cucharadas, se detuvo momentáneamente-. ¿Viste algo inusual, cuando estuviste por tu cuenta en el castillo del Conde? Quizás... ¿algún niño? 

 Alguna ayuda "extra", ja m'entens.

Por supuesto que la entendía, pero ahora mismo no tenía el suficiente tiempo como para poder preparar nada*, así que me encogí de hombros.

- Lo siento, pero ahora mismo, no veo que pueda hacer nada para ayudarnos - me quedo pensando acerca de lo que me pregunta, pero no recuerdo haber visto a nadie, aunque siempre me decían lo despistada que era... - si lo ví, no lo recuerdo, pero si es importante, podríamos preguntarle a ¿Teolfo se llamaba? quizás él sepa algo más.

Acabo de desayunar y ayudo a recogerlo todo esperando para dar el siguiente paso.

-Ja m'agradaria ja! perquè des que va acabar la guerra poca gent ve per ací -contestó al comentario de Teolfo con una ligera risa.

El posadero parecía entretenido con la conversación de Teolfo, pero cuando mencionó aquellos ojos rojos, arqueó una ceja extrañado. 

-Pot ser que fos un gat, com el que té la remeiera eixa que van detinde ahir. Eixe animal és una bèstia, li he vist caçar coloms i rates de la mida del meu braç com si foren ratolinets. No obstant això... -dijo haciendo una pequeña pausa-, crec que si fora un gat ho hauríes sabut.  Et conec des de fa temps i mai m'has semblat un neci que va per ahí dient tonteries. De fet, són molts els viatgers que vénen comptant ximpleries de lobishomes, mores encantades i culebres, però d'aquest poble ... no sé, és com si la gent tingués por parlar del que pugua haver al bosc.

El hombre se frotó la sien y arrugó la nariz, tratando de recordar ciertas cosas. 

-He escoltat que un dels capellans, el que té nas de falcó. Com s'anomenaba... ah si, Don Ramir. Diuen que fa molts viatjes al bosc. Pot ser ell sàpiga més que jo del que hi haja darrere d'exisos arbres.

Conversar con Damià había sido mucho más productivo de lo que hubiera esperado en un primer momento. Sabía que el gato de Leonnie parecía ser más inteligente que un gato montés común, e incluso Llanos le había llamado "familiar", cosa que para Teolfo no tenía mucho sentido. Pero estaba seguro de que los ojos rojos que había visto no pertenecían a un gato, sino a algo más peligroso.

Damià había dado con la clave sobre alguien que podía proporcionarle información acerca de los misterios que ocultaba el bosque, y ese era Don Ramiro, el capellán que había acudido la cabaña de Llanos. El soldado aún no estaba del todo seguro acerca de qué relación había entre el religioso y la bruja de los bosques, aunque en principio el hombre de Dios se había mostrado de su lado.

-Gràcies, Damià. Parlaré amb Don Ramir. Potser ell sàpiga més sobre el que amaga el bosc -dijo Teolfo, agradeciendo al posadero que le hubiera iluminado acerca de con quién poder tratar el tema. Se disponía ya a partir cuando recordó algo-:
Per cert, ¿se sap alguna cosa més de la remeiera? La jutjaran?

El soldado no estaba muy seguro de si había transcendido alguna noticia acerca de que Llanos y Leonnie habían escapado del castillo del conde, por lo que preguntarle a Damià serviría para conocer qué se decía al respecto en el pueblo.