Partida Rol por web

Los ojos de Rose se posaron en Craig de manera poco menos que libidinosa.

-Ah, Craig, sí. Nos cruzamos el otro día. ¿Mejor de lo tuyo? -Luego su mirada se posó en Calandra y abrió la boca con sorpresa-. ¡Me encantan las alas! ¡Son preciosas! -Y luego en Damara-. Eh... hola...

-Trabajo en un supermercado. No es un gran empleo, pero me vale para pagar las facturas. Tengo atrasados unos pagos, eso es todo. Si no tienes seguro no puedes romperte una pierna en este país -respondió Greg con una amplia sonrisa-. Oh, sobre lo de iniciarme no te preocupes. Ya hice mis pinitos en su día. Me gusta pensar que no se me ha olvidado lo que aprendí sobre ser un buen top.

Ahora estaba flirteando, decididamente.

Calandra se había colgado del brazo de Craig nada más entrar, cuando ya estaban fuera de la vista de su madre. Sonreía un poco tenso, y a duras penas podía contener las ganas de pellizcarle el trasero a Craig o a Damara. Cualquiera de los dos le valía.

Al ver a Shyam se relajó. Tardó apenas un instante en decidir que su acompañante encantada le caía fatal, y otro más en pensar que bueno, la chica no era tan mala. Aún así tenía poco tiempo para impedir que Rose arruinara todo su trabajo. Extendió las alas antes de que Damara pudiera darse mucha cuenta del saludo.

-¿Tú eres Rose? Madre mía, si eres preciosa. Ven aquí. -Se desprendió del brazo de Craig para darle dos besos a Rose-. Van Doren me ha dicho que somos hermanas.

-Oh, entonces es una pena que no puedas pasarte por aquí más a menudo... Te animo a pensar en mi oferta. No me importaría tenerte por aquí y las socias me han dicho que a ellas tampoco. 

Van Doren se percató entonces de la llegada de Calandra y Damara.

-Vaya, visita. Date una vuelta, mira a ver si hay algo que te guste ya me contarás al final de la noche -le guiñó un ojo.

-¿Alguna otra cosa? -preguntó él con un guiño antes de alejarse.

Van Doren sacó un momento de sus quehaceres como anfitriona y se acercó a sus compañeros contoneándose como siempre. Parecía alegre por verles eso o le había puesto de buen humor el hombre al que había estado arrimada hacía escasos segundos. La Madame vestía de una manera lo suficiente extravagante como para sonrojar unas cuantas mejillas. Para dar más ambiente a la escena, la pooka se había puesto un vestido de encaje transparente de cola larga, y debajo nada más que lencería negra. La zona que dejaba más a la imaginación era aquella que tapaba el corsé underbust.

-¡Bienvenidos! Ya hay gente haciendo cola para jugar con vosotros, sobre todo contigo, Calandra. Al parecer no soy la única en esta habitación que tiene intención de azotarte.

La pooka sonrió y se acercó a Rose. A pesar de que no parecía sentirse muy incómoda aún con su "nueva hija" consiguió atreverse a darle un abrazo y un par de besos.

-Me alegra que hayas venido... -dijo en un susurro y sonrió genuinamente.

La pooka entonces procedió a empujarlos a todos uno por uno hacia el fondo del salón, donde estaban las bebidas y los canapés. Quizás lo hacía porque quería que comieran, bebiera y disfrutaran de la fiesta, o por el contrario quizás quería dificultarles el acceso a la salida... Quien sabe.

Al darse la vuelta para mirar la fiesta la pooka cayó en la cuenta de que Craig se había estado escondiendo tras el aura de Calandra.

-¿Craig? -preguntó sorprendida-. ¿Qué haces aquí? ¿Quieres que tu madre me mate?

Craig procuró no mirar demasiado a Van Doren para no ponerse como la grana. Parecía muy distraído por todo lo que ocurría a su alrededor y aprovechó que Calandra se acercaba a Rose para mirar cómo un hombre enseñaba a un grupo el modo adecuado de atar muñecas sin cortar la circulación.

La voz de Van Doren le sacó de su observación.

-¿Eh? Ah, no, no, mi madre no sabe que estoy aquí. No se lo voy a contar... si usted no lo hace tampoco.

-Eso lo dudo... -murmuró a Calandra.

En cambio, con Van Doren fue sincera y desprendida, y en su abrazo hubo verdadero afecto.

-Claro.

Cuando las presentaciones fueron hechas, Rose se colgó del cuello de Shyam y le dijo algo al oído.

-Todavía tengo la llave de los cuartos. ¿Por qué no me llevas a una mazmorra y nos encerramos?

Shyam disimuló una sonrisa traviesa escondiendo el rostro en su cuello, dándole un pequeño mordisquito.

-Tus deseos son órdenes -respondió.

Shyam mantenía la sonrisa mientras el resto intercambiaban saludos y demás. Se dejó arrastrar por la Madame hasta el fondo del lugar, picoteando algún canapé, y cuando Rose se colgó de su cuello la sujetó con el brazo un instante diciéndole algo.

-Ahora venimos. -anunció, cogiéndola de la mano-. Por cierto, Cal. Luego necesito pedirte un favor.

Calandra ladeó la cabeza y les miró de arriba a abajo, primero a Shyam y después a Rose. Después señaló a Craig con la cabeza y volvió a enebrar su brazo.

-Hhhmmmm vale. Puede hacerse. Pero sólo si Craig también está invitado.

-Se recuerda a los asistentes, fantasmas y otros seres sobrenaturales que no está permitido ni el desnudo íntegro ni la penetración -apuntó en alto mirando a Calandra, aunque también esperaba que Shyam la hubiera escuchado antes de irse con Rose-. Pero disponéis de mazmorras que usar bajo la supervisión de un voyeur especializado. En esta casa no dejamos a los niños sin vigilancia de un adulto.

La pooka frunció el ceño y se alejó para llamar a sus empleados. Era hora de que volvieran a comenzar los juegos. 

La música cambió por una más tétrica y las luces se atenuaron aún más mientras que un foco de luz apuntó a Miss Stress, que apareció tras unas pesadas cortinas vestida de cuero negro, mostrando unos colmillos que parecían auténticos. La vampiresa caminó entre el público hasta encontrar a una mujer enmascarada que no era capaz de mantenerle la mirada. Lo siguiente que ocurrió es que la dominatrix le ató las manos al techo, le abrió el vestido y comenzó a azotarla y acariciarla. Aunque más lo primero que lo segundo. 

Mientras aún se oían los gemidos de la maniatada, Olympia de Shade, una belleza de color, apareció con una máscara roja con cuernos al otro lado de la habitación. A ella también le iluminaba un foco y no parecía estar muy contenta por lo que veía, de hecho decidió que era hora de que los pecadores fueran al infierno. Olympia invitó a todos aquellos que quisieron a acercarse a ella. A algunos los encerró en unas pequeñas jaulas en las que solo podáis entrar de cuclillas, y al más afortunado lo ató a un potro. Tras dar varios golpes a la jaula con una fusta, decidió saldar cuentas con el peor de todos. Su risa era potente a la vez que siniestra, sin embargo desprendía un aura de confianza.

The Fist, un hombre de metro noventa y con un pecho peludo que era la envidia de todo el Castro, se dedicó a divertir al sector gay. Durante un momento miró a Craig, pero al ver la cara de Van Doren pareció cambiar de idea. El dom también miró a Calandra durante un momento, pero al final se decidió por un chico que llevaba un collar de perro al cuello. Tiró de él y le ató para suspenderle junto con la ayuda de Lord Dimitri, quien después se dedicó a pasearse para tentar a las damas.

Serendipity se dedicó a sentarse en un sofá, levantar las piernas y esperar que llegaran hombres a lamerle los zapatos. Desde la distancia se podía ver como observaba a Calandra con los ojos entrecerrados.

-Creo que le gustas -le dijo Van Doren a Calandra.

Lady Magnum, aún no recuperada por el susto, parecía estar tomándose las cosas con calma y se había retirado a una dungeon con una de sus clientas. La puerta estaba abierta, así que si alguien quería mirar solo tenía que acercarse.

Lady Atomic, por otro lado, paseaba a un hombre vestido únicamente con unos calzoncillos de cuero y una máscara completa de latex como si fuera un perro.

En menos de diez minutos la casa entera se había llenado de gemidos y gritos ahogados. Tampoco se podía mirar a ningún sitio en el que no hubiera algo que ver...

La propia Van Doren decidió formar parte del espectáculo y se acercó a "Greg".

Shyam le guiñó un ojo y soltó una carcajada.

-De acuerdo.

Rose arrastró a Shyam hasta la zona de las mazmorras. Tras abrir una y ver que estaba ocupada (alguien estaba pasando un mal rato con, a juzgar por el olor, cera caliente), probaron la siguiente ante la divertida mirada de un tipo con barba que deambulaba por el pasillo y comprobaron que se encontraban a solas. Rose cerró la puerta por dentro con llave de modo que nadie pudiese molestarlos.

La Kinain pasó por alto la decoración y los utensilios a su disposición. Lo único que le interesaba era una camilla de madera donde empujó a Shyam para subírsele a horcajadas. Le acarició el rostro y el pelo antes de besarlo apasionada.

-Pues sí que venías tú con intención, ¿eh? -comentó por el pasillo con una sonrisa traviesa. Nadie se llevaba las llaves al trabajo cuando no iba a trabajar.

Algo sorprendido aunque lejos de oponerse, se dejó arrastrar hasta la camilla dándole libertad para hacer. Le devolvió el beso con ganas enredando los dedos en su pelo cobrizo, buscando después el hueco entre el cuello el hombro, voraz. Las ganas se le avivaron rápido, y le costaba mantener la lucidez suficiente como para recordar dónde estaban los límites de todo aquello. Notaba como la frustración de todos aquellos días, el cargo de conciencia por Silveth y los problemas de sucesión, se desaparecían bajo el cuerpo de Rose.

-Hola de nuevo. ¿Cómo te sientes esta noche, dom o sub? -preguntó tensando el látigo al llegar donde él. 

Greg se echó a reír.

-Depende. ¿Va a ser aquí, delante de todo el mundo, o con un poco de privacidad?