Partida Rol por web

El amor en los tiempos del Sida

9. La reunión

Cargando editor
27/11/2012, 18:27
Narración

5 de noviembre de 1984 - 17:35

Cuando los diez relojes que debía de haber en la Mansión Whittier dieron las cinco y media, un grupo de kithain hizo aparición. Nadim y Silveth ya estaban allí, en el salón del té, y Suri bajó de la biblioteca al salón principal. Shyam y Van Doren entraron a la vez. Calandra entró poco después, colorido como siempre, seguido de cerca de Bernardette.

La ama de llaves soltó un gemido lastimero al ver que habían crecido nuevas telarañas en su ausencia. No pudo reprimir el impulso de pasar un trapo por las repisas y las balaustradas, y tuvieron que detenerla antes de que cogiera una escoba y empezase a barrerlo todo.

Los habituales del feudo ya se habían posicionado en el salón de audiencias. La gran chimenea crepitaba con fuerza e iluminaba la estancia. El calor era muy agradable y el Glamour que desprendía hacía que sus semblantes feéricos se sintieran en casa. Aquel era el centro del feudo y su deber el de protegerlo con sus vidas. Incluso en la ausencia de Lord Stevron, todos lo sabían.

El asiento del sidhe estaba vacío. A su alrededor había dispuestos sillones y canapés para que las sesiones de corte fuesen más agradables para los plebeyos. Cada uno tenía su sitio predilecto y no hubo problemas a la hora de ocuparlos. Damara se escurrió entre las sombras para sentarse en su sitio y allí aguardaron todos a la llegada del Barón o su Canciller.

Cargando editor
27/11/2012, 19:40
Calandra

Calandra había contado a quien quisiera escucharle que Meredith se había puesto en contacto con él para decirle que iba a pasarse por el feudo esa tarde. Entró en la sala de reuniones, le guiñó un ojo a Nadim y revoloteó hasta su diván preferido. No le gustaban aquellos butacones de respaldos enormes, y así podía coger canapés y comérselos reclinado en el diván. Como Liv Taylor en Cleopatra.

Se quejó como los demás cuando Bernadette empezó a limpiar, pero secretamente lo agradecía. La mansión era un sitio muy sombrío; al menos la boggan trabajaba para hacerlo un poco acogedor. Tal como estaban las cosas, era ella quién más se ocupaba del feudo en esos momentos.

Cargando editor
27/11/2012, 20:02
Madame Van Doren

El chasquido de un látigo lleno la sala. Para cuando los presentes se volvieron, Madamme Van Doren ya tenía la escoba de Bernardette en la mano izquierda y el látigo en la derecha. Por la mirada de horror e ira de la pooka se podía adivinar que no le había parecido de buen gusto encontrarse a la boggan atentando gratuitamente contra la vida de sus semejantes, así que le había arrancado la escoba de las manos.

-Suficiente -sentenció mirando a la ama de llaves con ojos chispeantes. La punta de cuero que rodeaba el mango empezó a brillar y estalló en llamas. Para cuando aquella magia cesó la escoba no era más que un trozo chamuscado de madera.

Van Doren caminó bamboleante hasta la boggan, le devolvió los restos carbonizados, y le dio la espalda para sentarse en su diván preferido. Desde allí miró a los demás de manera desafiante antes de respirar más relajada -o todo lo que le permitía respirar su apretado corsé-, y el látigo volvió a enrollársele en el antebrazo hasta convertirse en un elegante y nada peligroso brazalete.

 

Cargando editor
27/11/2012, 20:18
Damara

Damara miró de reojo en dirección el intercambio y volvió a inclinarse sobre los papeles que estaba preparando ceremoniosamente delante de ella, enarcando las cejas y negando con la cabeza casi imperceptiblemente. No le gustaban esa clase de incidentes en la mansión, aunque siempre había alguno, claro.

Cargando editor
27/11/2012, 20:26
Bernardette

Bernardette abrió la boca y los ojos en una mueca desencajada. Que le quitase la escoba de la mano con el látigo ya era grave, pero que la quemase fue un ultraje. Y cuando le devolvió los restos, la ama de llaves los tiró enfurecida... sólo para agacharse a recogerlos cuando se apartó de su vista.

La boggan se sentó en uno de los sillones y se cruzó de brazos, roja como un tomate. Murmuraba insultos por lo bajini y fulminaba a Van Doren con la mirada desde donde estaba, bien lejos de ella.

Cargando editor
27/11/2012, 20:30
Calandra

Calandra dio un respingo cuando Van Doren empezó a quemar escobas y a agitar el látigo. Se sentó de un salto y se inclinó hacia Bernardette para susurrarle algo antes de volver a posición anterior.

Cargando editor
27/11/2012, 20:30
Calandra

-No le hagas ni caso. ¿Sabes por qué se dedica a lo que se dedica? Es que está tan avinagrada que la última polla que le metieron se convirtió en pepinillo.

Cargando editor
27/11/2012, 20:32
Bernardette

Bernardette soltó una risita y dejó de murmurar insultos.

Cargando editor
27/11/2012, 20:36
Shyam

Shyam negó con la cabeza, disgustado. Entendía la imperiosa necesidad por mantener aquel lugar limpio, algo que era de agradecer, pero también la postura de la pooka al no dejar que acosaran a sus semejantes. No se podía castigar a alguien por su naturaleza, y ambas habían actuado en consecuencia. En lugar de dirigirse a su sitio, entre la boggan y Nadim, fue hacia el diván donde Van Doren se había acomodado. Apoyó una mano en el respaldo y se inclinó sobre ella para decirle algo.

Cargando editor
27/11/2012, 20:36
Shyam

-Oye, entiendo lo de las arañas, pero tampoco hacía falta reducir la escoba a cenizas... ¿no crees? -comentó intentando quitarle importancia al asunto con una sonrisa-. Bernardette puede llegar a ser incluso razonable con sus manías, de verdad -aseguró, muy serio-. Coméntaselo la próxima vez, por favor. Seguro que lo entiende. No hay nadie más comprensivo que un boggan.

Cargando editor
27/11/2012, 21:02
Silveth

Deje los libros en el salón de té. Las reuniones podían ser un tanto...peliagudas. Subo con las copas y la jarra, para dejarlas en la cocina de camino al salón de audiencias. Al llegar y encontrarme la pelea entre las mujeres solo puedo suspirar. Pero me armo de energías en el marco de la puerta y saludo con una deslumbrante sonrisa.

-¡Buenas tardes! ¿Como ha ido el día?

Entro en la sala y le poso la mano en el hombro a Bernardette, con un pequeño apretón y una sonrisa mientras me alejo de ella para acercarme a la ventana, trato de darle una pequeña dosis de ánimo. Desenfadado e informal me apoyo contra el marco de la ventana, las motas de polvo a la luz de sol parecen adornar la estampa dando un deje de misterio.

Cargando editor
27/11/2012, 21:40
Nadim

Nadim permanecía en su sitio habitual, jugueteando con su compañero quimérico sin hacer mucho caso de los conflictos a los que, a esas alturas, ya se había habituado. De vez en cuando miraba a alguno de los presentes de reojo, pero no llegó a decir nada. Se detuvo algo más de tiempo para saludar con un cabeceo a Calandra y Shyam, pero el resto del tiempo pareció estar sumido en sus propios pensamientos. Los que le conocían, sin embargo, sabían que aquello no era cierto: Su naturaleza eshu solía manifestarse en una curiosidad innata que probablemente le inducía a enterarse de todo lo que ocurría, y aunque no lo mostrara probablemente estaría tomando nota mental de todo. Al fin y al cabo, de cualquier situación cotidiana podía sacarse una buena historia

Y las reuniones de los changeling eran de todo menos cotidianas

Cargando editor
27/11/2012, 21:57
Dama Meredith

Una vez todos estuvieron en sus sitios, los cascos de Meredith anunciaron su llegada antes de que ella se hiciese ver. La Canciller llevaba días sin acercarse a la mansión y cualquiera que fuese el motivo debía de tenerla agotada. La expresión de su rostro plano, de facciones orientales y más bien corriente, indicaba cansancio y pocas horas de sueño en la última noche.

-Siento el retraso -dijo atravesando la sala de audiencias y quedándose junto a la silla del Barón.

La sátiro tenía el pelo oscuro, de un tono algo azulado en su semblante feérico. Los cuernos cortos se curvaban sobre su cráneo y la mitad inferior de su cuerpo estaba cubierta de pelo marrón oscuro. Su Velo estaba compuesto de una túnica a medio camino entre griega y china y en el pecho llevaba una insignia con el blasón de Lord Stevron que portaba con orgullo.

-Me alegra ver que estáis todos bien. -Tragó saliva y se tocó uno de los cuernos con inseguridad-. Su Gracia no va a poder venir, de modo que voy a ocuparme del feudo en su ausencia. ¿Cómo va todo? ¿Algo que deba saber?

Cargando editor
27/11/2012, 22:18
Madame Van Doren

-Mirala, Shyam, Bernardette está llorando por una escoba. Esta es la centésima vez que se lo digo, pero es igual. Puedo imaginarme todas las arañas que ha aplastado cuando yo no estoy presente -Van Doren negó con la cabeza-. Su caso es irremediable.

Cargando editor
27/11/2012, 22:21
Shyam

Shyam suspiró.

-Hablaré con ella -dijo a modo de despedida al escuchar los cascos de Meredith contra el suelo.

Cargando editor
27/11/2012, 22:18
Nadim

Nadim negó con la cabeza, e hizo un gesto a la pequeña ardilla para que esta dejara de corretear de un lado a otro y se quedara quieta en su hombro o su bolsillo, como acostumbraba a hacer, mirando con frenética curiosidad todo lo que la rodeaba

Cargando editor
27/11/2012, 22:23
Silveth

Guardo silencio. "¿Algo que deba saber?" las palabras suenan con cierto tinte irónico en mi cabeza y no puedo evitar sonreír al imaginarme a la sátiro gastando una broma. Más bien debería estar preguntando,"¿Alguien se atreve a abrirme los ojos ante los problemas que he estado ignorando?".

Con el Barón convaleciente, y probablemente moribundo, el resto de los sithes dirigentes de los demás de feudos no tendrían una buena imagen del nuestro, y por ende de nosotros. Por no comentar que dábamos un aspecto igual de enfermizo que nuestro señor a los grupos de plebeyos que aun creían en ideales cuyo camino cruzaba tomar los feudos por la fuerza. Necesitaba un sucesor, pero sus gustos por lo hombres habían hecho imposible que tuviera siquiera descendencia con alguna posibilidad de ser una Fae. Así pues era necesario un nombramiento, antes de que el barón muriera, si queríamos tener la fiesta en paz.

-A los súbditos de Su Gracia nos gustaría saber cual es su estado de salud. Asimismo es una información que necesito, ya que como Heraldo de nuestro Señor, debo informar a los otros nobles, que preocupados, preguntan por él.

Cargando editor
28/11/2012, 00:26
Dama Meredith

A la pregunta de Silveth, la sátiro le miró con alarma.

-El estado de salud de Su Gracia... -Su voz flaqueó un instante-. Lord Stevron se encuentra en el hospital. Pero no hay motivo para temer por él. Los médicos están haciendo todo lo posible y por el momento se encuentra estable.

Cargando editor
28/11/2012, 00:34
Silveth

No quería acaparar la conversación pero el asunto me hervía las venas. Me negaba a dejar el feudo en manos de un sithe desconocido o plebeyo que viniera autoproclamándose algún derecho sobre el que había sido el hogar de nuestra vida faérica. Aunque siniestra, la Mansión había tenido tiempos de mucha más luz y color cuando el Barón se encontraba sano. Un noble y sus tierras son la misma cosa, y esa ley era tan real o más que la de la gravedad en el Ensueño. Sin alguien ocupando el trono del feudo, este se terminaría por venir abajo y perdería toda personalidad. A día de hoy no quedaba ningún rastro del espíritu que el Barón había insuflado al lugar.

-Aunque se recupere no podrá venir a cumplir sus funciones ¿Verdad? Como ya ha ocurrido otras veces que se ha recuperado. El feudo está débil sin su señor. Sin un señor.- Recalco firmemente y corrijo con rapidez.- O señora.-Mientras les dedico una mirada a las damas presentes, especialmente Van Doren.- El feudo no estará vivo mientras no tenga alguien a quién afianzarse, o si dicha persona no está, y un Canciller no es un Noble, sin ánimo de ofenderla, milady. ¿Ha pensado el Barón en abdicar? O en caso de que ocurra lo peor, el Dán no lo quiera ¿Nombrar a un sucesor?.

Nunca había sido un gran conspirador así que prefiero exponer mis preocupaciones y poner todas las cartas sobre la mesa.  

Cargando editor
28/11/2012, 00:46
Shyam

Shyam había vuelto a su asiento tras hablar con Van Doren y había permanecido a tento y en silencio. En aquel momento carraspeó para tomar la palabra, mirando primero a Meredith para obtener su permiso.

-Creo, Silveth, que ahora nos atañen temas más importantes. Temas que afectan a toda la comunidad, no solo a... -la tos lo pilló por sorpresa y se llevó la mano a la boca, entorno a la cual tenía un feo sarpullido causado por la quimera junto con los labios resquebrajados-. Perdón. Un tema que atañe a toda la comunidad. Estamos teniendo una Plaga de quimeras enfermas que se están esparciendo como las ratas por toda la ciudad. Se multiplican si no se matan y, aunque no parecen muy fuertes, causan los síntomas que yo tengo. Creo que -continuó, mirando al Fiona primero y después a la sátiro-, deberíamos preocuparnos primero de eso y luego de los problemas internos que sufrimos.