Partida Rol por web

Por nada del mundo dejo que Albin se encargue de todo sobre todo porque lleva nuestro guia y visto esta que esta mision ya no sera tan simple como parecia.

Mientras avanzabamos pensaba en Daniel mientras seguramente estaba apostado en alguna puerta del subsuelo esperando a ser atacados mientras violaban una puerta. No podriamos haber pensado en todo. La rafaga de Albin me trajo a tiempo presente y me di un golpe en la cabeza para mantenerme enfocada. 

Tonta Leah....

Seguimos avanzando hasta que un hombre salio por mi flanco. Mi arma no era pesada y aunque el brazo dolia solo necesitaba un minimo soporte para disparar...

Controlando los disparos para tener mas punteria y guardar munición, hice dos pares de disparos, como enseñaban en la Academia. A lo lejos me parecio escuchar los lamentos de un hombre y solo esperaba que no fuera Mats tras las muerte de su prima. 

Me acerque rapidamente para asegurarme de que estaba abatido o volver a disparar. Aun quedaba uno asi que tenia que estar alerta. 

Mis ojos atraviesan a Elliot como si no estuviese ahí, mirando al vacío mientras las lágrimas continúan cruzando mi rostro. Ahora lloro en silencio; tan solo la arruga de mi frente, mi boca entreabierta y mi respiración espasmódica delatan el dolor que me hiere. Sin embargo, cuando Elliot deja la piedra en mi mano, mis dedos se cierran lentamente en torno a ella. Temblando, llevo la piedra a mis labios y le doy un beso torpe y húmedo. A continuación la toco con mi frente, y mi cara se congestiona.

—Por favor… —balbuceo débilmente—. Por favor…

Mi mano aprieta la piedra durante varios segundos. Trato de concentrarme en el cariño que siento por Sophie, que atraviese como una punta de lanza los nubarrones negros y crueles de mi quebranto. Después de unos instantes, mi mano se abre, laxa, devolviendo la piedra a Sophie.

«Por favor… Que se acabe ya».

Pues, ¿Qué era esta especie de maldición en la que lograba revivir a la gente malvada y no podía salvar a la buena? Mientras la vida iba abandonando a Ellisif podía darme cuenta de los signos que delataban que no había vuelta atrás en su estado y eso me motivó a dar más de mí a pesar de que el resultado que yo deseaba, que todos deseábamos, era médicamente imposible.

Cuando muere me aparto del cuerpo con una expresión que demuestra mi amargura ante el desenlace pero no lloro, ya he visto demasiadas muertes como para que me sorprenda. Sin embargo, el hecho de que fuera tan joven me oprime el corazón, no llegué a conocerla pero parecía buena persona.

La reacción de Mats me sorprende, aunque no tanto. Tengo que reprimir varias veces el impulso de decirle que no delate nuestra posición al enemigo con sus gritos, y hasta tuve ganas de abofetearlo para ver si salía del shock. Pero en vez de ello me limité a mirarlo fijamente, sin acertar a hacer ninguna de las dos cosas porque comprendía su dolor (o eso pensaba), lo había visto miles de veces y sabía que en momentos así es difícil hacer que las personas vuelvan en sí.

Las palabras de Elliot me sacan de mi mutismo y me alarman, aprecio infinitamente el consuelo que trata de darle a nuestro compañero y que parece estar ayudándolo: no me importa si lo de la piedra es verdad o es un cuento para calmar niños, si surte efecto sirve y en este momento no podemos dejar que la desolación nos impida avanzar, porque otros dependen de que nosotros sigamos.

-Estoy de acuerdo -manifiesto seguido a las palabras de Elliot -Ahora más que nunca hay que seguir y salvar a los que podamos.

Elliot tocó el hombro de Mats cuando éste le delvolvió la piedra, tratando de reforzar con el gesto las palabras de Clementine. La vida de los otros podía depender de que estuvieran con ellos, apoyándolos. Y la vida de Sophie tal vez no pudiera esperar mucho más. Apretó con fuerza la piedra en su mano, como si quisiera hacerla más pequeña, tocó con ella su frente y con el movimiento más rápido de que fue capaz, se incorporó y se movió para lanzarla al agua, lo más cerca de la posición de Sophie que pudiera alcanzar.
 

"Ante todo mucha calma", es el moto machacon de mi instructor del CID que se me viene a la cabeza.

Quisiera verlo cumplirlo rodeado por una treintena o mas de seres sin rostro.

Aunque pensándolo bien, el tipo había sido veterano de Nam. Quizás sus encuentros con los vietcongs no debieron diferenciarse mucho de esto.

Tomo un primer trago de aire lento y profundo. Oxigenando la mente.

Las criaturas, a lo pronto tres decenas, nos miran desde la altura de sus manos, y la pregunta fugaz es si los cráneos serán los suyos propios.

Una duda a investigar es cuantos catafilos han desaparecido con el tiempo. Están por todas partes, por lo que la definición de la situación táctica es "Mierda".

Otra palabra que oigo en mi cabeza con el tono del viejo policía.

Tendríamos que cargar para abrirnos paso y ni siquiera se si una escuadra bien entrenada en actuar junta fuera a tener algo de posibilidades.

La situación es pura "Mierda". Malo es cuando lo oigo en mi cabeza por segunda vez.

Extrañamente siento una leve sensación de alivio de que Clementine, Leah, Elliot, Mats y los demás no estén aquí. Al menos un francotirador es un tipo de amenaza que el entrenamiento y los protocolos tienen controlado.

Esto de aquí es, digamoslo claro, por lo que si salgo de esta Gavalda o quien sea me va a escuchar. Pueden que sepan mucho de magia y estas cosas pero de lo que es la cuestión policial... Un agente tiene que estar preparado para todo...Todo...Eso significa saber y planear de antemano. Y aun asi puede salir mal.

En mi cabeza sigo maldiciéndome por seguir las directrices de civiles.

Los tipos del bosque a su forma cruda y tosca lo tienen mas claro.

Aunque hay muchos blancos mi atención se queda en el muchachote grande. Con la luz mientras se acerca le enfoco para verlo bien primero y si cae esa breva deslumbrarlo.

Los demás, de nuestro bando y del suyo están expectantes. Los individuos inefables girando para vernos sus cráneos huesudos. Mis colegas de expedición iluminándolos con sus luces.

- Al menos no nos pueden morder - digo sereno por lo bajo con un deje irónico. Y si nos quieren golpear necesitaran soltar las calaveras o utilizarlas de arma - espero que sean lo suficientemente valiosas para que se paren a pensarlo. O Quizás su forma agresora es una bastante peor que lo que que puedo pensar. Mas espiritual que física.

Apretó los dientes observando al mastodonte, absorbiendo cada detalle que puedo de él en los breves intervalos de tiempo en que todo el sonido se congela, mientras la figura imponente se nos acerca.

Acompaso su aproximación con una mas sutilmente pausada y flemática por mi parte.

Por mi mente pasa la locura de que la banda de seres a nuestro alrededor no sea mas que una triste subespecie del subsuelo y no tenga que ver con los joputas del exterior. Que solo tengan curiosidad y luego se larguen pero luego pienso que aunque fueran tigres - siendo los tigres criaturas del orden natural - no se podría razonar con ellos.

Y en el fondo de mi cerebro la definición que se asienta con mayor profusión araña versos de rima con pesadilla. Intento que algo o alguien me diga si el miedo esta mas que fundado.

Tuerzo el gesto. La muerte es una opción bastante palpable. No me ilusionare con que ninguno de los presentes no pierda la calma. No me convenzo en gastar energías en intentar una coordinación ficticia. Ante la lucha con una pesadilla la única arma factible es la lucidez y el uso de la ventaja de que lo sobrenatural se acoja al imperio de las leyes de la materia y la física.

Con un delicadeza presiono la tecla de comunicación con el extremo de la culata de mi escopeta y susurro al micrófono sin tener idea de que si alguien lo va escuchar.

- Grupo Subterráneo comprometido. Treintena de hostiles. Uno en esteroides. Contención y evacuación y huida. A mi señal. Gabriel, tus compadres nos vendrían muy bien

No puedo compartir otros gestos pues no quiero perder de vista los puntos clave del gigante que se acerca.

La regla numero uno de una confrontación con armas de fuego, cuchillos o un palo es mantener la distancia y hablar. Ya sea un hooligang, un maltratador o Trump, lo que que quieren es que les acaricien el lomo haciéndose oír. Que les escuches. Tírate encima y acabaras con un buen agujero.

Pero cosa aparte están los psicópatas, los monstruos de quince pies, y bueno tristemente, hoy, yo mismo. Hoy voy a ser una vergüenza para los protocolos de la policía.

La magia de las armas de fuego es que son condenadamente rápidas. Ni siquiera hay que mover todo el dedo. Y una escopeta es terrible. Cargada con munición letal es capaz de multiplicar por diez la fuerza de impacto de una bala, si estas a la jodida distancia. Ahora mismo un metro mas y estaré a quemarropa.

Desarticular la forma humana es sencillo. Mas sencillo que intentar matar. Fijo la posición del hueso entre el hombro y el codo de la cosa y lo acompaso flexionando las articulaciones para absorber su movimiento en el caso de que si mientras disparo su velocidad iguala a la de mi dedo.

La idea es desmembrarlo reduciendo a pulpa su humero y recortar las posibilidades de daño si actuamos al unisono (un puño pierde fuerza si la musculatura que lo impulsa se ha ido al carajo). El movimiento de disparo debe ser fluido. Disparar, encogerse para reducir a la mitad tu blanco y rodar para encarar el segundo punto de impacto con todas las de ganar (con la mayor cantidad de integridad personal indemne a ser posible): la unión del tobillo o las rodillas.

¿He dicho ya que una escopeta a corta distancia es una arma terrorífica? ¿Sabéis por que otra razón? Por que a bocajarro casi no hace falta apuntar.

Si todo sale bien - no he comprado un billete de lotería mas poco halagüeño - planeo encontrarme en el punto ciego detrás del gigante. Tomo el ultimo aliento. Asiento el arma y grito:

- ¡Disparad al cráneo y Corred.!!! Y sacando la lengua como un loco Bes y gritando disparo al tipo mas grande.

Elliot corrió agachado bajando de nuevo hacia el puente y tras pasar el parapeto de piedra de su entrada se levantó y arrojó la piedra.

El lago, que estaba lo equivalente a dos pisos de altura por debajo del puente brillaba con un color anormalmente plateado y cuando la piedra golpeó el agua la superficie se rompió como si fuera un espejo, provocando un estruendo que sólo Elliot oyó.

Sonó un trueno y se puso a diluviar de repente.

Mientras, Leah y Albin abatieron al último de los hombres armados que acechaban en el parque. Gabriel confirmó -quizá lo sabía gracias a su magia porque no habían batido todo el lugar- que allí no quedaba nadie más que ellos y Sophie.

Bajo la lluvia todos se reunieron de nuevo. Los que se asomaron al punto desde el que Elliot había lanzado la piedra pudieron ver cómo la silueta sumergida, en principio quieta, de Sophie, hundida en un punto a unos diez metros más allá del puente y a unos tres metros de profundidad, empezaba a mover los brazos, como queriendo nadar hacia la superficie, sin lograr avanzar.

Era una lluvia muy extraña. Copiosa y seguramente algo de magico habria en ella porque aparecio de la nada pero no me detuve en comentarios. Elliot habia lanzado una piedra o al menos eso me parecio y algo me decia que sabia lo que estaba haciendo. Lo que me dejo atonita fue lo que vi en el agua y como lo vi.

Sophie parecia luchar para salir a la superficie. Mi reaccion fue solo eso. Una reaccion. 

En medio segundo me saque las botas luego de soltar el rifle y dejar la pistola y un cargador en el suelo. Lo siguiente fue lanzarme al agua para ayudar a la mujer a salir de alli antes de que se ahogara. Porque no se habia ahogado antes no importaba, tenia que sacarle de alli.

Mientras caia hacia el agua sabia que tenia que llegar en angulo recto por lo que pegue mis brazos a mi cuerpo y tome aire antes de entrar al agua. La altura era considerable pero Sophie se veia bien profunda lo que debía darme suficiente profundidad o espacio para entrar en el agua y girarme para no estrellarme con el fondo si estaba cerca, luego nadaria hacia ella.

Si no.... me iba a doler.

Las linternas daban una imagen caleidoscópica que contribuía a aumentar la sensación de caos sobre lo que estaba ocurriendo. Los seres sin cara se abalanzaron sobre ellos como queriendo ofrecerles desesperadamente sus cráneos. No reaccionaban a los disparos más que con un leve retroceso salvo cuando la calavera que portaba uno de ellos estalló en pedazos atravesada por una bala de Anjum, ante lo que el ser que la portaba se echó las manos a la cabeza tratando de arañarse la no-cara.

Khalil gritaba histérico, como si estuviera enloqueciendo y Bélanger dejó de disparar y se puso a empujarlos con fuerza.

La figura grande se detuvo ante los disparos de Daniel, que, rodeado por los seres sin cara, no pudo rodar hasta colocarse a su espalda.  Luego, sin moverse, se comenzó a iluminar como si tuviera un fuego ardiendo en su interior. Tenía la cara de carnero.

Se empezaron a ver siluetas igual de grandes, tras ella. Caminando lentamente.

Lo bueno de tener un objetivo determinado es que aunque los planes trazados sobre el no salgan como los trazaste - ninguno sobrevive a la exposicion a la batalla - siempre te queda la idea principal.

En este caso nuestra proverbial Paris de nuestra Casablanca no es acabar con la mayor cantidad de monigotes sin rostro, ni apuntarse la muesca en la pistolera de un monstruo de varios metros fuera de lo normal, es basica y llanamente huir.

Y con las ideas sencillas y casi monosilabicas hasta perder la cabeza no es problematico por que lo minimo y mas primario al final siempre es lo mejor.

Constara en mi epitafio o en mi biografia no autorizada que desde hace dos años sobrevivir ya no entra en ese grupo ni tampoco suicidarme.

Si que encontrareis Vivir. Existir con un proposito. Uno correcto. No inmutable. A veces cambiante.

En este caos y maramagnum es sacar a nuestra panda con la mayor cantidad de piezas importantes en cada uno incolumes a traves de las pocas decenas de metros que nos separan del elevador.

Sacudo patadas, culatazos y escopetazos a diestro y siniestro buscando primordialmente esas calaveras tan similares a un balon. Las botas de pocero no son el mejor calzado pero tampoco soy Maradona y en este caso es mas necesario Eric Cantona.

Dejo atras a lo que sea el gigante, demonio, vestigio del subsuelo o aborto de pesadilla, intentando flanquear a los mirmidones y que esten mas preocupados de sus cabezas que de machacarnos con su fuerza numerica y el peso de sus cuerpos huesudos.

Recupero el angulo confluyente con mis compañeros pendiente de usar el disparo solo con un blanco que no los comprometa, asi que la maniobra es mas una tormenta de golpes de arma , codos, cargas con el hombro y puntapies feroces.

Con los disparos grito empecinado dirigiendo la ofrenda del caido a veces a Bes, a veces a la Santa Muerte, a veces a Santiago Apostol, y una vez al glorioso Roy Keane.

Entrecortado pero poderoso hasta hacerme sangrar la garganta rujo.

- ¡Hacia la puerta! ¡Hacia la puerta! ¡Clavar vuestros pies y escalar sobre ellos si es necesario!

La marcha es un infierno y la estrategia burda y desmesuradamente maniatica pero si logramos abrir brecha entre los pequeños podremos correr hasta el hueco.

Aunque tener la mente despejada es un tormento trato de ayudar a replegar filas a Agustin o Khalil o Anjum dandoles apoyo cuando lo veo y es necesario.

Tratamos de ganar la carrera batiendonos el cobre en sangre con cada palmo, pie o yarda hasta nuestro destino.

El caos creció todavía más cuando se sumaron otros tipos de seres a la multitud que agobiaba al grupo.

La mayoría eran de formas humanoides: hombres pájaro, hombres oveja, incluso pasó volando lo que parecía una harpía, cuyas garras recordaban mucho a las del muerto en la Casa Gresta. Algunos tenían zarpas, otros extrañas armas -había una mujer con cuernos de carnero que tenía un alcabuz-, que si usaban lo hacían torpemente porque en la maraña unos se molestaban a los otros y los primeros, los hombres sin rostro, lo único que hacían era empujar y enloquecer al pobre Khalil, cuyos gritos desgarradores de “auxilio” y de “basta” se sumaron a los bramidos de la multitud. Salvo los hombres sin rostro, todos los demás seres a los que vieron la cara estaban marcados a fuego con un signo -a menudo una forma geométrica como un círculo o una estrella de cinco u ocho puntas- en su frente.

De pronto, a pesar el jaleo, Daniel pudo escuchar la voz de Gad por la radio, en su tono se podía adivinar que no era el primer intento de comunicarse con el policía.

—¿Señor Mallutz? ¿Daniel?... ¿Daniel?... Tenemos aquí a... un hombre, un… un enano… que lleva un instrumento musical... una especie de harpa... insiste... insiste... dice que tiene que bajar…

Al fondo se oía la voz del técnico del CSB discutiendo con otra, más juvenil y menos serena que la suya.  

La irrupción de la lluvia, anunciada sólo por un trueno, tomó a Elliot por sorpresa. Eso y el aspecto del lago, similar a un espejo roto por el impacto de la piedra, le hizo sospechar algo que podría cambiar todo a partir de este momento: ¿habían pasado al otro lado? Recordó que sus compañeros ya habían caminado despiertos por el sueño, pues fue allí, en la casa de Madame Gresta, donde los encontró por primera vez. Si habían cruzado podrían esperar que ocurriera cualquier cosa. Literalmente.

Leah saltó al agua antes de que pudiera comentarle su sospecha. Estaba herida y era posible que tuviera problemas para sacar a Sophie. Elliot se desembarazó con rapidez de su chaqueta y con ella de los cargadores y su pistola y pidió una de sus armas de filo a Gabriel para poder cortar aquello que sostuviera a Sophie; pensó en las palabras de su abuela acerca de que era el único que podía cortar e hilo que la retenía. Después de recordárselo a Mats y mirar a Clementine con una especie de ruego en su rostro, saltó al agua en pos de Leah.

Elliot lo pudo ver y así se lo contó a sus compañeros antes de saltar. La barrera entre el sueño y la vigilia se había roto justo en el lugar en que se encontraba Sophie. No es que se hubiera abierto una puerta por la que pudieran pasar al sueño -como Mats, Leah y Clementine ya habían experimentado en el Raspoutin- sino más bien sueño y vigilia se estaban mezclando como el agua y la tinta. El efecto nacía de Sophie y sus consecuencias serían objetivas e igualmente materiales y espirituales para ambos mundos.

Gabriel le ofreció un machete de cazador con su vaina y se lo colocó al soñador en el cinturón, tras lo que Elliot siguió a Leah lanzándose también al agua.

Elliot entró recto, como un martín pescador. No lo había conseguido así Leah, que había caído al lago un poco de plancha abriéndose de nuevo los puntos por lo que un hilillo de sangre salía de su herida dejando una fina estela a cada brazada, precioso hilo rojo que pudo seguir  Elliot, pues a pesar del impacto la policía pudo bucear ignorando el daño.

Ambos se encontraron pronto frente a Sophie, que movía las manos torpe pero calmadamente.

La chica estaba atada con una gruesa cuerda de un tobillo y por eso no era capaz de subir hacia la superficie. Estaba desnuda y su piel desde unos pocos metros parecía morada. Cuando se acercaron descubrieron que no tenía pelo ni vello y tenía la piel llena de líneas y figuras negras, incluída cara y cabeza. Estaba tan abarrotada de tatuajes que unas rayas se mezclaban con otras y éstas con dibujos, unos grandes y otros diminutos, unas con el trazo muy gordo, otras invisibles por sus líneas tan finas. Muchos más de los que tenía Édith.

Elliot veía un fluir amarillento dentro de la oscuridad de las líneas de los tatuajes, dándole la impresión de una esas fotos que desde un satélite se hace de una megaciudad muy iluminada. Y la cuerda, como los tatuajes, también tenía hilos amarillos que fluían en hélice un líquido por sus hebras. Como un nervio, una vena o el axón de una neurona.

Las siluetas de Elliot y Leah dejaron de verse en cuanto se sumergieron un poco. La lluvia golpeaba con fuerza la superficie de la laguna calando hasta los huesos a los que quedaron en el puente.

Gabriel cargó su rifle y apuntó a la maleza. —Por si aparece alguien o algo-. Explicó.