Partida Rol por web

Marina se puso muy tensa de pronto. Tras adoptar una posición bastante rígida, anduvo sin rechistar hacia el centro de la sala.

Miraba de reojo a Moussa, con una mezcla de preocupación y respeto.

En aquella pista habían tenido lugar impresionantes combates. Los poderes de sus compañeros eran alucinantes, pero si alguien merecía respeto… ese era Moussa.

El joven senegalés se empeñaba en que no había mejorado mucho desde que entró al Liceo. Sin embargo, él ya disponía de un temible poder desde el principio.

Aquel combate podía terminar nada más comenzar.

Pero Marina estaba dispuesta a dar guerra. Nerviosa, con los brazos temblando ligeramente, adoptó una posición de combate.

El combate entre Diana y Rudy fue, al igual que el resto, impresionante. Rudy era imparable físicamente, una fuerza demoledora a la que sin duda era mejor no enfrentarse de cara. Aquello era algo que Diana sabía bien, después de todo ella era quién mejor conocía a Rudy y por no dudó en explotar la mayor debilidad del muchacho. Algunos quizás juzgasen eso como juego sucio, pero en el campo de batalla tenían que contar con qué el enemigo jamás jugaría limpio. Sin duda Rudy aprendería una importante lección y a su vez, Diana había mostrado una gran capacidad para meterse en la cabeza de su enemigo, un don que les sería muy útil en las batallas que estaban por venir.

Los combates estaban llegando a la ronda final y por desgracia, eso significaba que le tocaba luchar y nada menos que contra Sirena. Aquello sin duda era un verdadero fastidio, la medio atlante era casi tan poderosa como Rudy pero además, estaba dotada de un poder con el que podía dejarlo fuera de juego en apenas un instante. Si la muchacha usaba su voz, todo acabaría antes de empezar. La única ventaja que Moussa veía en todo aquello, era la poca confianza que Sirena tenía en sí misma. Tal vez fuese por el hecho de no poder usar su voz o que simplemente, era tremendamente tímida, pero si no cambiaba su forma de actuar siempre estaría en desventaja ante sus enemigos.

Poniéndose en pie y colocando las manos en los bolsillos de su sudadera, Moussa aguardó a que Sirena subiese al ring. Tras permanecer contemplándola durante largos segundos en absoluto silencio y con las facciones marcadas por la seriedad, se desvaneció a través de uno de sus brillantes portales para aparecer frente a Sirena. Lo hizo tan sumamente cerca de ella, que sus rostros estaban separados apenas por un palmo de distancia. Dotando por fin a sus labios de una pequeña sonrisa, la dedicó unas pocas palabras que seguramente tan solo fueron escuchadas por Bosch o aquellos que tuviesen un buen oído.

-Nadie sabe realmente de lo que eres capaz, pero yo sí. Si vas a enfrentarte a mí, entonces quiero ver a la verdadera guerra atlante que hay en tú interior. Si te adentras en el campo de batalla con la duda en tú corazón, entonces te estás lanzando de cabeza a la derrota y por lo que sé, no eres de las que disfrutan siendo derrotadas ¿No? Yo no pienso contenerme, te respeto demasiado para ello, así que espero que hagas lo mismo.

Con un guiño amistoso, Moussa ocupó su lugar en el ring y adoptó una posición defensiva. Ganase o perdiese, esperaba que Marina fuese dejando poca a poco atrás esa faceta tan tímida y llena de dudas que tanto la caracterizaban. Además, supuso que tras dedicarla unas cuantas palabras amables, la muchacha estaría menos preocupada por el combate.

[color=#8300A8]~ Me reconforta ver que has reflexionado sobre la sinceridad, los secretos y la amistad. Que hayas decidido confiar en el grupo mejor mi opinión sobre ti, sobre el grupo y sobre la raza humana en general. Y créeme que lo necesitaba. Gracias[/color] ─comentó mentalmente el telépata.

Su voz, incluso la telepática, sonaba cansada, casi derrotada, algo extremadamente inusual en él. También sonaba distraído, como si simultáneamente estuviera reflexionando sobre algo más. O, conociéndole, sobre algunas otras cosas.

[color=#8300A8]~ Este es un entorno controlado, tenemos la enfermería bien cerca y si alguien sabrá encajar un "golpe", ese es Moussa. Hazlo, no encontrarás oportunidad mejor. Y si hay algún problema yo te ayudaré [/color]─sugirió el genio vasco.

Marina había estado practicando y mejorando considerablemente. Había mucho que mejorar, desde su miedo a no abrir la boca de forma tan fuerte que más se podía llamar fobia que aversión, hasta el plantearse el usarla ese mismo combate, allí mismo. Sí, se enfrentaba a sus miedos y ese mismo hecho, que tuviera miedo le convertía en valiente, no en imprudente o temeraria. En cierta medida Aitor le envidiaba. Desde su punto de vista tenía mucho más mérito enfrentarse a sus miedos a no tenerlos, por mucho que lo segundo fuera mucho más inusual.

Mentalmente le trató de transmitir calma y confianza en ella misma antes de cortar el lazo telepático por su lado para no distraerla. Acto seguido, prudente, alzó las defensas mentales a través de su diadema...

Al oír las palabras de Moussa, Marina pareció relajarse. Adoptó una postura menos tensa, al mismo tiempo que sus brazos dejaban de temblar.

Asintió con la cabeza mientras sonreía con dulzura al joven senegalés.

No despegó los labios, pero Moussa pudo ver la gratitud en su mirada.

“Gracias.”

Mientras Moussa se dirigía a su posición de salida, Marina cerró los ojos y respiró hondo. Aspiró por la nariz, y despegó los labios momentáneamente para espirar por la boca. Lentamente. Pasados unos segundos, abrió los ojos de nuevo. Buscó con la mirada a Aitor, y sonrió.

El gesto duró unos pocos instantes, porque Marina se centró en su oponente. Moussa era ágil, y podía moverse con libertad por el campo de batalla. Iba a ser un enfrentamiento complicado, pues el mero roce del senegalés podía sacarla del cuadrilátero.

Así que no iba a contenerse. Iba a darlo todo.

- ¡Comenzad! - indicó Bosch.

Sirena reaccionó rápidamente. Despegó los labios y… simplemente comenzó a cantar.

Hacía unos pocos meses, durante la Ceremonia del Nombramiento, los compañeros de Marina ya habían podido presenciar aquel poder. Una voz melodiosa que embotaba la mente y obligaba a la gente a comportarse de forma extraña. Aquella primera vez, la canción de Sirena despertó incluso una atracción tan intensa que varios estudiantes habían comenzado a pelearse.

Todos eran conscientes de las catastróficas consecuencias que podía tener oír aquella voz. Sin embargo, Marina había practicado a consciencia. Y lo iba a demostrar.

Su canción llegó sin problemas a todos los rincones del gimnasio. Era una melodía dulce, embriagadora. Alcanzaba altos agudos dignos de la Reina de la Noche de Mozart, pero no lastimaba los oídos.

El ritmo del canto, sereno y pausado, recordaba a una canción de cuna.

Y es que aquella era la intención de Marina.

Moussa, que se esperaba aquello, trató de llevarse las manos a los oídos. Sin embargo, las embriagadoras notas de Marina lo alcanzaron demasiado rápido. Poco a poco, sintió como la canción comenzaba a privarle de su consciencia, para sumirlo en un profundo sueño…

Tenía que actuar rápido.

Junto a los estudiantes, Bosch se había tapado rápidamente los oídos. Observaba con atención el combate.

Daniel había sido informado previamente del maravilloso don de Marina, pero no esperaba que atacara al senegalés con una canción de cuna tan dulce y elegante. Lo que él esperaba era una especie de ataque sónico, o algún tipo de sortilegio auditivo que emulase a las bestias mitológicas de las que había tomado su nombre. Tampoco se esperaba que alcanzase y resonase por todo el gimnasio, así que cuando quiso darse cuenta, el sonido había llegado al intrincado mecanismo de su oído interno y se repartía a lo largo y ancho de su corteza cerebral.

El inglés empezó a notar cómo su visión se nublaba y su equilibrio se veía afectado. Nunca había probado alcohol, pero encajaba con la descripción que había leído de cómo los sentidos se embotaban después de ingerir grandes dosis. Se tocó las sienes y notó perfectamente cómo éstas palpitaban con intensidad, intentando gestionar la cantidad de información nueva y dañina que llegaba.

Y sólo acababa de empezar. Menudo poder.

Prevenido y con los escudos mentales alzados, Aitor escuchó con atención la voz de Marina, su canción, su melodiosa cadencia pugnando por invadir cada conexión neuronal de su cerebro. Era a la vez maravilloso y aterrador, como una droga que afectara por saturación. A pesar de su estado el joven vasco no tuvo problema alguno en resistir los embates de aquel sonido, quedando embelesado por su belleza en vez de absorbido por su poder. Pero él tenía una psique entrenada y ayudada por su diadema telepática, en cambio Moussa tenía... ¿cabezonería? ¿le bastaría o el combate acabaría antes de comenzar?

Aquel combate no significaba nada para Moussa, de hecho estaba seguro de que iba a perder desde antes de saber quién iba a ser su objetivo. Pero no podía negar que todo aquello era una gran oportunidad para conocer mejor las capacidades de sus compañeros y en el caso de Marina, de ayudarla a confiar más en sí misma. Si lograba al menos eso, entonces aquel ejercicio habría sido todo un éxito. Marina comenzó con fuerza el enfrentamiento, desatando desde el primer instante su don más poderoso y devastador. Moussa estaba preparado para ello, pero no fue capaz de taparse las orejas a tiempo. La voz de Marina era dulce y hermosa, una de esas voces que puedes pasar horas escuchando con los ojos cerrados, mientras sientes cómo flotas y te trasladas a otro mundo. La sensación era de lo más agradable y las piernas no tardaron en fallarle, provocando que cayese de rodillas medio adormilado. La idea de rendirse y entregarse a un reparador sueño se le pasó por la cabeza, después de todo, llevaba días sin apenas dormir ni descansar. Pero de hacerlo, entonces estaría faltando a su palabra de entregarse al 100% al combate. "Me tiene pillado, no sé si tendré fuerzas para ello, pero es el único estímulo que se me ocurre para contrarrestar su poder" Con los ojos prácticamente cerrados y con un último desesperado intento por provocar a su propio cuerpo a reaccionar, Moussa hizo lo que mejor se le daba, una completa locura. Deslizando la lengua fuera de la boca, usó las pocas fuerzas que le quedaban para morderla hasta hacerse sangrar. Tan solo esperaba tener las fuerzas suficientes como para provocarse semejante dolor y a su vez, que el estímulo fuese lo suficientemente poderoso como para contrarrestar el efecto de Marina. En caso contrario, bueno, no le vendría nada mal una buena siesta.

En cuanto soltó el abrazo de Rudy, la chica se enjugó unas lágrimas que estaban peleando por salir.

- Yo también lo siento .- Dijo a su compañero con una pequeña ronquera en la voz, para luego aclararse la garganta y volver a hablar -. Fui demasiado lejos, pero ya pasó.

Aquellas últimas palabras las hizo sujetándole la cara y mirándole a los ojos, con una preciosa sonrisa en los labios.

Momentos después se iniciaría un combate que prometía. En realidad Diana no quería enfrentarse a Cráter, quería tratar de hacer frente a Sirena, aunque viendo lo animada que estaba la chica por un momento se lo planteó. Moussa debió decirle algo que consiguió que la chica expulsara todo aquel nerviosismo afuera, y comenzó el combate con una rapidez casi sobrehumana - algo que la metamorfa no se esperaba por parte de Marina - y comenzó a entonar una preciosa canción de Cuna. Una canción que en cualquier otro momento la habría llevado a caer en un profundo sueño, un letargo que duraría cuanto la dueña de aquella preciosa voz quisiera... pero no. En aquel momento Diana se cruzó de brazos, cerró los ojos, y con una mueca de satisfacción en el rostro se dedicó a disfrutar de la música.

Cuando Marina comenzó a cantar, me entró morriña. Los párpados pesaban y el cansancio del reciente combate y de la anterior clase de vuelo se notaban más y más. Cabeceé.

Pero logré resistir. Me di un par de tortas en la cara, que quizá le habría hecho saltar algún diente a una persona normal, y conseguí quedarme despierto. Para seguir así, comencé a rasgar rápidamente el papel con el boli.

-Si Moussa consigue reaccionar rápido, puede evitar el combate teleportándola. -dije bostezando.- Diría que Moussa es un Glass Cannon, un cañón de cristal. En la jerga de los videojuegos, es cuando alguien es muy muy fuerte pero a la vez muy frágil. Si Marina sigue consigue llegar al cuerpo a cuerpo, ha ganado.

Apunté un par de cosas más en la libreta. Ideas de como podríamos utilizar el poder de Marina junto al de Moussa. 

Me incliné un poco para poder mirar a Aitor. Parecía que no lo estaba pasando para nada mal.

-¿Lo estás disfrutando, eeeeh? -dije enarcando una ceja.

Ya sólo quedaba el combate de Marina contra Moussa. Eran dos oponentes que podían estar cargados de sorpresas. Sara estaba expectante por las habilidades que pudiera demostrar, no en vano César había realizado un combate completamente diferente a lo habitual.

Todavía andaba un poco hundida, renegando de sus propios poderes, cuando su amiga comenzó a cantar con su melodiosa voz. El sonido la envolvió por completo. Ella estaba deseando un poco de relajación y de hecho al principio se sintió como cuando estaba en compañía de su chico, Alberto. Siempre era agradable estar cerca suyo pero esa música la llevaba todavía más lejos, hasta la niebla de la inconsciencia.

- Ánimo chicooos.

Trataba de decir mientras buscaba tomar asiento y luego pensaba que sería mejor acostarse, hasta que finalmente se sumió en el sueño.

La tentación de dejarse llevar, de sumergirse en un profundo sueño reparador era casi irresistible. No tenía nada que perder y mucho menos, nada que demostrar. Su poder era tremendamente versátil, pero sus capacidades no estaban igualadas a las de sus compañeros. Pero a pesar de todo, había hecho una promesa y no pensaba romperla. Si empezaba a faltar a su palabra ahora, eso significaría que antes o después, podría romper también la promesa que le hizo a Iván y si por algo destacaba el muchacho, era por ser tremendamente terco.

Reuniendo cada pizca de fuerza que aún no le había arrebatado Sirena con su magistral canto, se mordió la lengua hasta que sintió un agudo pinchazo de dolor y el sabor metálico de su propia sangre.

"Fuck, fuck, ¡fuuuuuck! ¡Cómo dueleeeeeee! Joder, ya podrías haber pensado otra cosa, jodido descerebrado"

Abriendo los ojos de par en par, sonrió a Marina aguantando lo mejor que pudo el dolor que sentía. Aún seguía bastante aturdido, pero había recuperado gran parte de sus fuerzas. Así tras escupir al suelo un espumarajo de sangre alzó una mano en dirección a Marina. Estaba seguro de que todos sabían lo que iba hacer, pero la verdad es que tan solo tendrían razón a medias.

-¿Zubes?

En el estado en el que se había dejado la lengua, no podía pronunciar demasiado bien, además le dolía horrores al articular palabra alguna. Por lo que se dedicaría a pronunciar tan solo las justas y necesarias.

-...¿O bajaz?

Un gran portal apareció bajo los pies de Marina y se extendió cubriendo varios metros a su alrededor. Moussa pretendía usar el Martillo de Thor para teleportala, salvo que no lo haría fuera del ring. Eso no sería justo para Marina, la muchacha se había entrenado muy duramente y merecía, en caso de ser atrapada por el portal, la oportunidad de seguir demostrando de lo que era capaz. Así que Moussa la teleportaría a un par de metros del techo y después, dejaría que la gravedad reclamase a la muchacha. Dada su gran resistencia física, no esperaba que sufriese daños severos, pero al menos, que resultase herida. Por supuesto, al caer dentro del ring, podría continuar luchando y la diversión seguiría o al menos lo haría hasta que Marina lo alcanzase con uno de sus pequeños puños y le rompiese las costillas.

Cuando Moussa alzó una mano en dirección a Marina, su canción se pausó un instante. La muchacha dio un respingo, esperando ser teletransportada en cualquier momento.

Entonces se dio cuenta del portal que se abría bajo sus pies. Trastabilló un momento mientras intentaba alejarse, pero logró dar un gran salto para salir del área del portal en el último momento.

Marina rodó por el suelo, de forma más práctica que elegante, mientras se reposicionaba. Durante los movimientos bruscos le costaba seguir cantando, pero cuando estuvo en pie de nuevo retomó la melodía con facilidad.

Su dulce canción de cuna seguía invitando al gimnasio entero a dormir. Aunque parecía que Moussa, a base de causarse dolor a sí mismo, había logrado escapar de sus efectos.

La canción de Marina se detuvo por unos instantes. Como si un poderoso hechizo se hubiese roto, todos se encontraron deseando que no parase. Querían más. Sin embargo, Marina no iba a parar.

Con el ceño fruncido por la concentración, Marina tomó una gran bocanada de aire y comenzó a cantar de nuevo, esta vez con más intensidad.

Su canción sin letra mezclaba tonos agudos y graves - todo lo grave que podía alcanzar una chica como Marina - causando una hipnótica alternancia que sumía cada vez en un sueño más profundo a los oyentes.

El Señor Bosch se estremeció ante aquella demostración de poder. Sus piernas temblaron por unos segundos, los que tardó en sobreponerse a la canción de cuna.

Moussa, aún con la boca sabiendo a metal, se sentía despierto y despejado. Sin embargo, cuando Marina comenzó a cantar de nuevo, su cuerpo comenzó a sentirse muy pesado.

Muy, muy pesado…

Tanto, que el suelo del gimnasio le pareció muy cómodo en ese momento.

Era hora de echarse una siestecita.

Cuando Moussa cayó al suelo, dormido, la canción de Marina cesó lentamente, sumiendo el gimnasio en el silencio más absoluto.

Excepto por algún bostezo.

Marina corrió hacia Moussa y se agachó junto a él.

- ¿Estás bien? - preguntó con una voz melodiosa que reverberó por todo el gimnasio, despertando en la mayoría de presentes un fugaz deseo de acercarse a Marina para apreciarla más de cerca. Y quizá darle un beso.

Por suerte, el chico senegalés tan solo estaba dormido. Aquel día, Marina había logrado controlar el efecto de su poder. Al menos mientras cantaba.

- Con esto acaba la práctica del Grupo 4 - anunció Bosch con su inalterable tono severo, tras lo cual se tapó la boca con la mano para bostezar audiblemente.

Durante aquel ejercicio que enfrentaba a compañeros con compañeros, era inevitable que unos ganasen y otros perdiesen. Bosch observó sus caras, de triunfo o decepción, y cuando Moussa hubo despertado, planteó algo al grupo.

- Como he dicho antes, este tipo de prácticas os ayuda a conocer vuestras propias limitaciones en los escenarios de uno contra uno. ¿Qué habéis aprendido hoy? - preguntó en general, sin buscar a nadie en concreto con la mirada. 

Marina tuvo que ir a despertar a Sara la cual se podía decir que había cedido voluntariamente al sueño simplemente para dejar de darle vueltas al tema de sus poderes. No quería charlar acerca de eso pero Bosch enseguida pidió la opinión a cada uno, lo que hizo que ella cerrara los ojos durante un instante, cansada.

- Señor Bosch. Nuestros poderes son peligrosos, no están dominados del todo. Mi poder al menos no lo está.

Había atacado a Aitor sin conocer las repercusiones reales de su gélido toque y ahora pagaba por ello, al menos desde el punto de vista psicológico.

- Además se ha permitido engañar a los rivales, quiero decir, engañar con palabras además de con poderes, y eso crea tensiones en el mismo grupo. No me ha gustado el ejercicio.

Había que ser sincera. Al principio creyó que sería divertido y después la incomodidad le había vencido. Prefirió decirle todo aquello al encargado y ya que él fuera pensándolo. Estaba segura de que en otros cursos habrían sucedido hechos similares. Quizá le tendría que preguntar a Alberto en cuanto lo viera. O quizá mejor todavía sería restarle importancia y seguir adelante.

- A partir de hora practicaré más con mi toque. Buscaré la forma de controlarlo mejor.

Era lo único positivo que podía sacar de todo aquello, que tenía que hacer algo.

-Sara tiene razón. -coincidí con Estigia cuando acabó.- Todavía falta para dominar nuestros poderes al cien por cien. Pero aun así... Aun así, nuestros poderes no lo son todo. 

Mi menté viajó por los recuerdos de las situaciones que había vivido. Donde si había ganado era por suerte o porque mis amigos estaban allí conmigo. La superfuerza, sin habilidad, no servía de mucho y más en un mundo como este.

-En mi opinión ha estado bien la clase. -bajé la mirada a mi libreta, donde había rellenado de notas bastantes hojas durante los combates. Miré a Sara.- Los engaños son feos y poco honrados, pero en un combate real supongo que vale todo. ¿No?

Cuando el combate acabó y Marina se acercó a ellos, Diana la abrazó con fuerza. La verdad que el combate había terminado rápidamente, pero era posible que Marina fuera una de las pocas en aquella sala que podría poner en jaque al Senegalés. Diana estaba orgullosa, Marina no dejaba de sorprenderla, y quizá aquella fuera una melodía un tanto más trabajada que la "canción de la discordia" que le habían visto entonar.

- ¡Bien hecho Marina! .- Exclamó la metamorfa -. Menos mal que no me tocó combatir contra tí, porque la verdad... necesito una siesta y no me habría resistido .- Sonrió -. Y a Moussa le vendrá bien el descanso, quizá deberías hacerle conciertos privados de vez en cuando para que se despeje, porque si no duerme, su experimento se resentirá.

Cuando Bosch llamó la atención de los alumnos, la chica se acercó con rapidez y escuchó lo que tenía que decirles el subdirector. La chica comenzó a repasar los puntos que creyó más importantes de lo sucedido en aquella clase, y para entonces Sara había comenzado con su réplica. No estaba para nada de acuerdo con Estigia, quizá sí que fueran peligrosos sus poderes, pero para eso estaba allí, para controlarlos y usarlos con mesura y atino.

- Pues yo...- Dijo adelantándose y tomando la palabra -. No estoy del todo de acuerdo con Sara. Precisamente porque algunos poderes son peligrosos es que estamos aquí, para aprender a controlarlos y usarlos para el bien .- Añadió a lo dicho por Estigia anteriormente -. Y con respecto al engaño... en mi caso es parte de mis poderes, aunque quizá los exploté demasiado. Pero no quiere decir, que por lo sucedido en este combate, la relación entre Rudy y yo se vaya a resentir. Es decir... sí, puede que rebasara los límites, pero somos compañeros, de un tiempo hasta acá casi como hermanos, y todos y cada uno de vosotros me conoce - a excepción de Daniel, pero tiempo al tiempo - y sabe que era todo una performance. Ya las disculpas están pedidas y los perdones dados y esto no va a ir más allá. Si queremos ser un grupo cohesionado, vamos a tener que hablarlo todo, aunque nos cueste. Basta de huir, basta de esconderse y acomplejarse, no podemos tener miedo de nuestros propios poderes, porque son parte de nosotros, simplemente - y con la ayuda de los profesores - tenemos que pulir nuestras habilidades y ayudar a hacer del mundo un lugar mejor, un lugar en que nuestras familias estén a salvo, y donde junto a nuestros hermanos .- Dijo mirando a todos sus compañeros del grupo 4 -. podamos vivir en paz y tranquilidad, y podamos ir a tomarnos unas hamburguesas al centro de Barcelona sin que algún archienemigo nos ataque y ponga en peligro a la ciudad entera .- Sonrió al recordar el incidente que vivió con Rudy y Kamala.

La joven Skrull, cuando terminó su discurso, se dio cuenta de que se había salido completamente del tema, y miró al subdirector mientras se mordía el labio inferior, avergonzada.

- Disculpe Subdirector Bosch, creo que me salí del tema .- Comenzó de nuevo, parando para aclararse la garganta -. A mí personalmente me ha servido de mucho este ejercicio. Si soy sincera llevaba mucho tiempo infravalorándome, haciéndome de menos con respecto al equipo, y hoy me he dado cuenta de que sí que he mejorado, quizá no al mismo ritmo que otros y quizá no se note tanto como a algunos, pero sí que he mejorado. He encontrado varias fortalezas en mí, y también algunas debilidades que deberé pulir con el tiempo. Y en cierto modo también me he dado cuenta de lo que son capaces mis compañeros, incluso los que se han visto superados. No solo ha servido para conocerme a mí misma y a mi rival, sino a todos mis compañeros un poco mejor.

Dirigió una sonrisa en general y se dispuso a retirarse dejando espacio a que otro de sus compañeros comentara su experiencia, o hiciera réplica alguna a su disertación completamente fuera de lugar.

La derrota no pilló desprevenido al senegalés, después de todo, tenía más que asumido que era el miembro más débil del equipo. Le habría agradado aguantar un poco más y no ser derrotado en menos de cinco segundos, pero al menos Marina parecía haberse vuelto más segura de sí misma.

Contemplar el hermoso rostro de la medio atlante y escuchar la pregunta de su armoniosa voz, provocó que durante unos instantes Moussa dudase de si seguía o no soñando. Un agudo dolor, proveniente de su locura le hizo darse cuenta de su derrota y de lo que había sucedido.

Alzando un dedo a modo de disculpa, se deslizó por uno de sus portales hasta los baños. Allí escupió la sangre acumulada en la boca y no tardó en poner en marcha el aparato de curación. El dolor fue remitiendo rápidamente y las heridas desaparecieron al de poco tiempo. No estaba mal, tenía su utilidad, pero aún estaba lejos de lo que tenía en mente, pero todo llegaría.

-Diría que ha sido un gran combate, pero... -Moussa se dirigió directamente a Marina nada más regresar de nuevo al gimnasio. -...no creo que podamos llamar a esto combate. Quizás...¿Masacre? Sí, creo que eso le pegaría más. Excelente masacre y gran control de tú poder. Aunque podrías haberme dado un poco de tregua, así el novato no pensaría que soy un cutre, pero bueno.

Con un guiño divertido, Moussa regresó a su lugar y tomó asiento. En otro momento de su vida, estaría completamente enfadado y más aún, por perder ante una chica. Pero su mentalidad había cambiado completamente, ahora se alegraba de que todos los miembros de su familia fuesen tan fuertes. Pero claro, eso le obligaba ahora a esforzarse más para no ser una carga para ellos. Tendría que ponerse las pilas, pero primero tenía otras prioridades.

Cuando Bosch preguntó sobre el ejercicio, Moussa guardó silencio con aire pensativo. Varios de sus compañeros no tardaron en dar sus puntos de vista, por lo que se decidió a hacerlo también.

-La mentira forma parte de la naturaleza del ser humano, todos mentimos y esa es la única verdad. En ocasiones mentimos para no hacer daño a otros, pero en esencia, es una mentira. Así que no debe extrañarnos que los villanos usen la mentira como arma. El que nosotros la usemos en estos ejercicios para explotar nuestras propias debilidades, creo que es acertado. Diana ha usado la astucia y la inteligencia contra un enemigo que físicamente era muy poderoso, lo ha derrotado de una forma para que Rudy no estaba preparado. A mi forma de ver, ella ahora ha vuelto mucho más fuerte a Rudy, pues no volverá a caer en otra trampa así. Creo que es mejor sufrir aquí estas derrotas, que no ahí fuera, en medio de un combate real.

Moussa lanzó una mirada a sus compañeros, recordando cada una de sus acciones durante sus respectivos combates.

-También hemos aprendido a estudiar a nuestros enemigos. Es decir, ¿Era el único que durante los combates, se imaginaba formas y maneras de vencer a quienes estaban combatiendo? Buscábamos debilidades en nuestros compañeros para poder usarlas a nuestro favor en caso de estar en el ring contra ellos. Ummmm también he aprendido que la próxima vez que haya una prueba así, me iré a la enfermería quejándome de algo y así evitarme la humillación de ser derrotado en meros segundos.

Uno tras otro fueron dando su opinión desde su propio punto de vista, quedándose Daniel en un segundo plano mientras escuchaba todo con los brazos cruzados. Entrecerró los ojos cuando Sara habló, asintiendo levemente ante las palabras de Rudy y Diana, aunque se perdió ante el largo y enrevesado discurso de la pelirroja. Pero, sobre todo, quien más le había sorprendido era Moussa: por su aspecto se había esperado un muchacho deslenguado y antipático, quizás incluso violento y con poca facilidad de palabra. Pero se había descubierto como un muchacho inteligente, con un rico léxico y con un poder bastante peligroso en las manos apropiadas. El inglés estaba seguro que si se lo hubiera propuesto, podría haber enviado a Marina al otro lado de la escuela o incluso... ir más allá. 

- Estamos en una edad complicada - dijo, cuando le tocó su turno - Cualquier texto sobre la adolescencia habla de cómo afecta la pubertad a nuestros cuerpos y a nuestras emociones. Si algo ha habido en común en todos los combates, es que habrían sido muy distintos si nuestros sentimientos no hubieran interferido: Diana venció a Rudy sólo con sus palabras; Sara aprovechó la confianza de Aitor en su... ¿piel? ¿armadura? para usarlo en su contra; Moussa parecía convencido de que iba a perder desde el comienzo. 

Hablaba de forma serena, moviendo sólo su mano para señalar con el dorso a unos y a otros, enfatizando cuando mencionaba sus nombres. Parecía haber dejado su propio combate para el final.

- Creo que si César hubiera combatido de otra forma, más estratégica, todo habría sido muy distinto - Daniel miró al piroquinético, con un leve asentimiento de reconocimiento.