Partida Rol por web

Aquel, el combate entre Marina y Mousa estaba llamado a ser, desde su punto de vista, uno de los más interesantes, por los recursos que podían poner en juego.

-Tiene una voz preciosa, es una maldición que no pueda usarla en circunstancias normales ─dijo Aitor sin apartar la mirada del combate, toda su atención centrada en el cuadrilátero.

Como cabía esperar, teniendo encuenta el efecto de área de los poderes de Sirena, su "ataque" no podía ser esquivado por Atajo, así que no tardó en caer... dormido como un bebé, en este caso.

La nueva canción impactó también contra el escudo mental del telépata sin más consecuencias que *incrementar* el deseo de besar a Marina. Malditas hormonas. Era una situación incómoda, literalmente. Aitor se alegró de llevar el traje de músculos artificiales, que disimulaba...

Finalizado el combate, el subdirector Bosch pidió la opinión de los alumnos respecto de la práctica de combate. Sara claramente sentía remordimientos por lo que había pasado. Aunque eso era positivo respecto de su calidad humana, podía repercutir negativamente en su actuación contra enemigos. Ellos no tendrían esas consideraciones morales.

-Rudy tiene razón, los poderes no lo son todo y los enemigos no tendrán miramientos a la hora de engañarnos o manipularnos ─analizó el genio vasco─ Haríamos bien en tenerlo en cuenta, como dice Moussa. Y Daniel creo que no erra demasiado en su razonamiento, aunque creo que también hay que tener en cuenta que parece que todos hemos aprovechado para dar un uso "creativo" de nuestros poderes, para usarlos como no solemos. Yo mismo podría haber atacado mentalmente a mi oponente, no hubiera fallado una sola vez, pero pensé que sería más provechoso para ambos explorar otras alternativas.

[color=#8300A8]~ Lo has hecho muy bien, Marina. Eso sí, cuando has ido a asegurarte de que Moussa estaba bien, estabas preocupada y has vuelto a usar tu voz. Me he sentido... con ganas de que me susurres algo al oído. ¿Lo hablamos luego?[/color]

Desde luego, así como estaba, mejor esperaban un rato para seguir sus instintos. El combate le había sentado fatal al joven vasco.

Al finalizar su combate, Marina recibió con una gran sonrisa los elogios de sus compañeros. Era innegable que la medio atlante había andado un largo camino desde que había entrado en la escuela. Hoy obtenía los primeros frutos de su duro trabajo.

Tras la respuesta de Aitor, la muchacha se pronunció a través del enlace telepático que le proporcionaba el genio vasco.

[color=#9A2EFE]- Yo creo que ha estado bien -[/color] dijo tímidamente [color=#9A2EFE]-. Osea, poder poner a prueba nuestros poderes entre nosotros - aclaró mientras entrelazaba los dedos con cierto nerviosismo.[/color]

A pesar de sus poderes, a Marina no le gustaba mucho ser el centro de atención.

[color=#9A2EFE]- Yo no me habría atrevido a usar mi voz en un ejercicio en equipo. Porque afecta a todo el mundo, aliados y enemigos - argumentó mientras se encogía de hombros.[/color]

Sin duda, había poderes que eran peligrosos para el grupo. El canto de Sirena y las llamas de Salamandra entre ellos. El Grupo 4 debía encontrar maneras de emplear aquello en su favor. 

César, por su parte, no aportó nada a la conversación. Se quedó de brazos cruzados, junto a Moussa, observando a los que hablaban. Cuando Daniel hizo el comentario sobre su propio combate, el muchacho se encogió de hombros y sonrió.

- Es posible - reconoció, divertido por la posibilidad de derrotar al chico nuevo en un ejercicio futuro. 

El Señor Bosch escuchó los razonamientos de sus alumnos sin variar su expresión ni un ápice. Se limitaba a asentir a medida que ellos hablaban, posando en cada uno su severa mirada a medida que iban tomando turnos para pronunciarse.

Ni siquiera tuvo que hablar, porque los estudiantes comenzaron a responderse entre ellos.

- Habéis dicho cosas muy ciertas - admitió Bosch una vez todos hubieron acabado -. Hay que controlar los poderes propios para no dañar irremediablemente a las personas. Usarlos contra vuestros propios compañeros os hace pensar en eso.

Bosch hablaba con voz profunda y cadencia sosegada, que bien podría servir para narrar documentales.

- Al enfrentaros individualmente a alguien también tenéis más consciencia de vuestras propias ventajas y limitaciones. Así que debéis usar todos los recursos a vuestra disposición para ganar, así como explotar las desventajas del oponente.

Aquello conectaba también con la idea que había aportado Daniel.

- Debéis aprender a juzgar la situación y a elaborar estrategias por vosotros mismos. También debéis aprender a pensar con claridad durante el combate. Esa será una de vuestras mejores armas.

Aunque los combates habían sido pocos, habían sido muy intensos. El tiempo había pasado sorprendentemente rápido, y cuando acabaron de hablar sobre aquello ya era hora de terminar la clase.

- Seguiremos trabajando en ello - aseguró Bosch mientras manipulaba su tablet de la escuela -. Podéis ir a las duchas, buen trabajo. 

Antes de dejar que se marchase con sus compañeros, Bosch se acercó a Moussa para decirle unas palabras en privado.

- Esperaba bastante más de tu ejercicio, Moussa - reconoció el profesor con un deje de decepción en la voz -. Pero…

Bosch posó una mano sobre el hombro de Moussa. El contacto con su mentor resultó reconfortante. La mirada de Bosch era intensa, pero no resultaba inquietante.

- No te culpes por perder contra Marina. Habría sido una dura rival para cualquiera de tus compañeros.

Dicho aquello, el profesor dejó que su pupilo se retirase. 

La conversación telepática tomó algo desprevenida a Marina. Miró a Aitor a los ojos, extrañada, sin entender bien a qué se refería.

[color=#9A2EFE]- Gracias, Aitor -[/color] consiguió responder tras unos instantes de silencio [color=#9A2EFE]- ¿A qué te refieres? -[/color] preguntó, entre curiosa y divertida ante la confesión.

Sirena se dirigió junto a las chicas a las duchas. Luego podrían seguir con aquella conversación.

Tras ducharse y cambiarse de ropa, los estudiantes del Grupo 4 se reunieron a la salida del gimnasio. Eran las 14:00, hora de dirigirse a la cafetería a comer.

Como era costumbre, fueron todos juntos - incluido César.

La cafetería del Liceo era una gran estancia de alto techo. Estaba llena de mesas rectangulares, abarrotadas de estudiantes de los diversos cursos de la escuela. A aquella hora, un animado ambiente reinaba en el lugar.

Los estudiantes comían y conversaban. Algunos incluso aprovechaban para jugar a cartas. Otros preferían comer en el exterior, y se dirigían al césped o a alguna de las mesas de picnic que había junto a los grandes ventanales de la cafetería.

Aquel día, sorprendentemente, no se encontraron con los miembros del Grupo 5 para comer. Debían de estar ocupados con algo.

Tras hacer cola en el menú, juntaron dos mesas para caber todos y se sentaron a comer.

- ¿Y dónde aprendiste a luchar así? - preguntó César a Daniel mientras pinchaba distraídamente sus macarrones -. Me ha parecido que sabías muy bien lo que hacías, tío.

La actitud del piroquinético para con el chico nuevo había dado un giro de ciento ochenta grados tras el combate. Ahora parecía interesado en él.

- ¿Ibas antes a otra escuela como esta? - aventuró, curioso.

Cuando se disponía a retirarse hacia las duchas, Bosch posó la mano sobre su hombro llamando su atención. Las palabras que pronunció a continuación no pillaron desprevenido al senegalés. Después de todo, su lucha contra Marina había sido desastrosa, pero antes de responder, permitió que sus compañeros se alejasen y así poder conversar en privado.

-En realidad yo creo que ha ido bastante bien. Marina necesitaba un empujón para empezar a confiar en sí misma y ganar este combate era justo lo que necesitaba. Es cierto que esperaba aguantar un poco más con ella, pero me alegra que no tuviese piedad. Por mi parte, mi intención nunca fue echarla del ring, solo teleportarla hasta casi la altura del techo y después dejarla caer. Se habría llevado un buen golpe, pero seguiría en el juego. Ya sé que no era lo más adecuado para ganar, lo más sensato habría sido abrir un portal que absorbiese todo el oxigeno alrededor de Marina. De esa forma no podría cantar y la fatiga la impediría actuar con todo su potencial físicamente. Aunque habría sido algo bastante agotador para mí, la verdad.

Moussa se encogió de hombros, no estaba diciendo que había dejado ganar a Marina ¡Ni muchísimo menos! Seguramente incluso usando todo sus trucos, la muchacha habría ganado igualmente le combate. Solo quería dejar claro que él tenía otras prioridades que nada tenían que ver con ganar aquel encuentro. Al igual que en su momento había apoyado a César, ahora quería hacer lo mismo con Marina. De hecho, el imaginarse de lo que esos dos podrían llegar a lograr una vez dominasen bien sus poderes, le aterraba.

-Marina estaba nerviosa antes de empezar el combate, de no haber hablado con ella, tal vez no habría usado su voz o puede que no la hubiese dominado tan bien. Ella misma era su peor enemigo ahí dentro y solo quería ayudarla a que demostrase todo su potencial. ¿Sabes? Todos creen que soy un paranoico, pero sé que antes o después nos enfrentaremos a Omnis y para vencerlo, necesito que todos estén mentalizados en la victoria. Además...no me fio del novato, ahora conoce las capacidades del resto del equipo, pero no las mías. Si sobreviví tanto en la calle fue precisamente por no fiarme de nadie y sobretodo, por estudiar siempre el terreno. Si iba a agenciarme de algo, revisaba siempre la zona para saber por donde y cómo escapar. Supongo que aquí sigo manteniendo esa costumbre, no sé, yo no pienso ni actúo como el resto de mi equipo, pero supongo que por eso me metisteis en este grupo ¿No?

Los poderes y habilidades de los miembros de su equipo los convertían en una fuerza temible. Él desde luego se estaba quedando atrás, pero había hecho una promesa y pensaba cumplirla. Una vez su proyecto llegase a buen puerto, podrían contar con una capacidad única de recomponer a cualquier herido. Eso sin duda les otorgaría una gran ventaja en las batallas que estaban por venir. Pero una vez completase su proyecto...

-Por otro lado, tienes razón, mis capacidades de lucha no han mejorado mucho. Paso demasiado tiempo entre libros y la doctora Pujol no hace más que mandarme más y más tareas. Eso me deja poco tiempo para entrenar, pero te prometo que una vez termine mi aparato de curación y devuelva a Iván la capacidad de volver a caminar, me entregaré por completo a los entrenamientos. De hecho, tengo varias ideas que se me han ocurrido tras estos combates. Me haré con un pequeño arsenal y unos cuantos trucos con los que poder enfrentarme a quién sea.

Moussa tenía muy claro sus objetivos, algo que jamás había tenido en su vida. Donde antes había un muchacho revoltoso propenso a meterse en problemas, ahora había alguien centrado. Sabía que su camino sería complicado pero al menos habían logrado encaminar al rebelde senegalés.

En las duchas, Daniel pareció sentirse ligeramente cohibido de compartir espacio con otros adolescentes medio desnudos - o completamente - pero finalmente se comportó como uno más, mostrando su blanca piel a todo el mundo. Percibieron que no había marcas, tatuajes, cicatrices ni heridas, al margen de las posibles secuelas del combate contra César, por supuesto. 

A la hora de la comida, que resultó demasiado tarde para sus costumbres inglesas, se unió a sus compañeros con una bandeja con verduras, frutas y agua mineral. Todo acompañado de una taza de humeante té con la que rematar el almuerzo.

Ante la pregunta de César, que el inglés recibió con sorpresa, dejó los cubiertos sobre la mesa y se limpió los labios con la servilleta.

 - Éste es el primer sitio... especializado y donde puedo mostrar abiertamente mis peculiaridades. He estudiado toda mi vida en Harrow School, una escuela privada de Londres - miró a Rudy - Quizás te suene... los niños llevan unos sombreritos ridículos.

Vio que algunos compañeros se fijaban en él, por lo que alzó ligeramente el tono de voz y empezó a mirar a unos y a otros, de forma que nadie se quedara al margen.

- He tenido un tutor personal en los aspectos menos académicos de mi vida - se posó la mano en el pecho - Antes de enfrentarme a ti, había sido el único oponente con quien había luchado. Y el único con dones sobrenaturales.

Tuvo que darse una buena ducha después de aquello. Bosch no había visto mal los enfrentamientos pero ella no estaba muy conforme. Quizás ya por la tarde las cosas irían mejor. Era necesario recuperar la calma así que ya a la hora de comer prefirió estar serena.

- El vuestro fue muy buen combate, chicos. César se ve mucho más poderoso ahora. Al principio no podía generar fuego por sí sólo pero ahora ya es otro cantar. Pronto serás como la Antorcha Humana.

No solía hablar mucho con Salamandra más que nada porque apenas coincidían. Sara se dedicó a comer su pescado.

- Oye Rudy, y ahora tienes una técnica nueva para destrozar a muchos enemigos. Está muy bien.

Todos tenían habilidades nuevas, incluso ella misma. Se convertían en un grupo terríblemente versátil que podría resolver los problemas de muchas formas diferentes. No le daría mucho valor a aquello si no fuera porque los problemas les perseguían por todas partes. Como a los auténticos héroes, vaya. Quizá significaba que estaban marcados para serlo.

Una vez duchado y vestido con ropa limpia, llegó mi momento favorito del día. ¡La hora de comer!

Cogí tres hamburguesas, tres perritos, patatas fritas con ketchup y mayonesa. Llevaba la bandeja a rebosar. ¡Pero faltaba la bebida!

-Y una Coca-Cola Light, que hay que mantener la linea. -bromeé. La verdad es que casi cada día hacía la misma broma.

Comencé a comer nada más sentarme. Asentí y le guiñé un ojo a Sara cuando hizo referencia a mi nueva técnica. Luego Daniel respondió a la pregunta de César, hablando de la famosa escuela de Londres.

-Oooogh, gsí. ¡En mi inggstitutog nos reiggamos ggsiempre de egllos. -dije con la boca llena. A duras penas se me entendía. Tragué lo que tenía dentro y seguí.- Quiero decir, de vosotros. Oh, digo. Eran graciosos lo sombreritos, jeje.

Di un gran sorbo al refresco y una pregunta me vino a la mente. Todavía no nos había contado nada sobre ello. ¡Gran dato de interés!

-¿Oye, y de dónde vienen tus poderes? -le pregunté a Daniel.- ¿Inhumano, mutante? ¿Te tragaste arena radioactiva? ¿Te los transfirió un superhéroe al morir de una sobrecarga de energía cósmica, como un servidor?

En lo que a Diana respectaba, algunos de sus compañeros llevaban más razón que otros, y agradeció la defensa de Moussa con una enorme sonrisa. Por un momento pensó que sus compañeros no se habían tomado a bien su actuación, pero quizá no fuera para tanto. Respiró tranquila cuando el subdirector Bosch ni siquiera hizo alusión a su salida de tono en aquel discurso desmedido y atendió a todas y cada una de las palabras de Bunshin con interés.

Cuando el hombre de negro les dijo que fueran a las duchas Diana no tardó ni medio segundo en comenzar la marcha, y aunque se hubiera duchado tras el fallido partido de baloncesto, la chica realmente disfrutaba de la relajación que le proporcionaba el agua cayendo sobre su cuerpo. Incluso se permitió volver a su forma original durante aquel momento de intimidad grupal, y mientras, sonreía pensando en gastarles alguna broma a los chicos algún día.

En cuanto llegaron al comedor y se encontró con sus compañeros, comenzó a llenar su bandeja. A decir verdad toda aquella comida era raro verla en la bandeja de una chiquilla, pero su cuerpo y su metabolismo requería mayor consumisión de alimentos. 

Cuando la chica oyó a Rudy hacer el mismo chiste de todos los días puso los ojos en blanco, pero lejos de parecer molesta comenzó a reír y le golpeó en el hombro mientras estiraba su otro brazo para robarle algunas patatas sin mucho disimulo, esperaba que la viera.

Atendió interesada a la respuesta de Daniel a la pregunta de César, y sonrió cuando Sara hizo alusión a que Salamandra se parecería a la Antorcha humana, puesto que ya llevaba tiempo observando al piroquinético y - aunque no lo quisiera - aquello del fuego estaba en sus genes.

En el momento en que Rudy terminó de formular su pregunta para el chico nuevo Diana apoyó su cabeza sobre sus manos, y lo miró interesada.

-Eso, eso... cuéntanos algo más de tí y luego si quieres nos preguntas lo que quieras, aunque conociendo a tu compañero de habitación, te enteraras de toda nuestra obra y milagro en una noche.- Volvió a sonreir mientras miraba a Cráter, la mayor parte de las veces no podía contener su lengua -. Bueno... lo que no te haya contado ya, ¿eh Rodolfo?.

Aquellas últimas palabras las dijo mientras le propinaba un codazo al chico en el brazo.

Con las manos entrelazadas y sobre la mesa, Daniel parecía el anfitrión de una cena entre amigos que dedicara un tiempo prudencial a cada uno. Parecía sentirse cómodo encabezando conversaciones y siendo el centro de atención, pese a que apenas conocía a sus nuevos compañeros.

- ¿De dónde... vienen? - respondió, extrañado. Escuchó las opciones de Rudy y por fin comprendió el motivo de su pregunta. Se quedó unos segundos, meditando la respuesta, y finalmente asintió lentamente para sí - Perdonad, siempre he pensado que la gente... nacía así. El por qué alguien tenía un don único nunca me había importado, sino el cómo lo utilizaba. Os diré que, según mis padres, nací así. Así que no hay nada mágico ni especial en mis orígenes.

Entonces miró a Diana, dedicándole una sonrisa amable aunque sus ojos estaban serios.

- Permíteme que te pregunte entonces una cosa: antes, en la clase, me dijiste que eras una... no recuerdo el nombre. ¿Krull? Entiendo por tus palabras que es una raza sobrehumana, pero no sé qué es un súperkrull.

Diana se quedó mirando a Daniel esperando su contestación, y cuando terminó de comentarles los orígenes de sus poderes la chica estaba extrañada. ¿Había nacido así? ¿Sin más? ¿Alguno de sus padres tenía también poderes? quizá fuera algo genético, pero... era raro. No hizo ninguna pregunta por el momento, aunque con una sonrisa atendió la que Daniel tenía para ella.

- Skrull .- Corrigió divertida -. Super-Skrull más bien, aunque bueno... no es que esté precisamente orgullosa de ello .- La chica se aclaró la garganta y recitó de memoria todo lo que había estudiado de su antigua raza -. Los Skrulls son una raza de extraterrestres humanoides metamorfos que en un principio eran pacíficos, una civilización de mercantil, dispuesta a compartir su avanzada tecnología con toda raza que consideraba digna de ella. Simplemente viajaban al planeta que habitaran dichos seres, se transformaban en uno de ellos, aprendían sus costumbres y se adaptaban, manteniendo el contacto con su planeta de origen.- En aquellos momentos, hablando de "los suyos", no se le notaba para nada el rencor que la chica sentía hacia los Skrulls, en realidad aquella parte de la historia no era la que le molestaba -. Pero hubo un punto de inflexión en la historia Skrull... se encontraron con los Kree, una raza de bárbaros a los que pusieron a prueba para ver si eran dignos de su tecnología, y que acabaron asesinándolos a todos y quedándose con su nave. Cuando los Skrulls se dieron cuenta de lo que había sucedido - habían pasado varias décadas debido a la distancia entre planetas - comenzaron a militarizarse obligados por la amenaza Kree, y así el imperio comenzó a cambiar, y a infiltrarse cautelosamente en mundos que no le pertenecían hasta conseguir conquistarlos y en más de una ocasión han sido los culpables de la aniquilación de las razas colonas de dichos mundos.- Tras el punto de inflexión, Diana comenzó a hablar más pausadamente, y su habitual sonrisa se transformó en nada, la chica ya no hablaba para sus compañeros, recitaba para si misma misma mirando hacia la mesa y mordiéndose el labio a veces.

En el momento en que terminó aquella historia, y en que se dio cuenta de que su actitud había cambiado y no quería incomodar a sus compañeros, levantó la cabeza y volvió a sonreír de nuevo.

- Y bueno... los Super-Skrulls son Skrulls que han sido modificados genéticamente para convertirlos en armas. Aquí en la tierra han habido más de una docena según me contó mi madre, sin incluirme a mí, pero el más conocido Kl'rt .- Cuando pronunció aquel nombre su voz se volvió casi gutural -. de hecho se le conoce como el Super-Skrull. Lo enviaron a la tierra para acabar con los "Fantastic Four", y poseía las habilidades combinadas de todos ellos. Sus poderes incluso superaban a los originales, pero hiciera lo que hiciera siempre acababa encarcelado, lo cual es mucho mejor para nosotros .- En aquel momento volvió a sonreír y comenzó a cambiar, pasó primero por su forma de roca, luego se hizo invisible, y finalmente se estiró hasta coger una manzana de un bowl de fruta alejado -. Y al parecer yo soy como él. Todavía me falta mucho, aún soy una niña, pero espero algún día ser capaz de controlar mis poderes tan bien como los Cuatro Fantásticos y ayudar tanto o más de lo que han ayudado ellos al planeta.

Al terminar continuó comiendo. La chica consumía casi tanta comida como Rudy, aunque Diana sí que tenía modales y comía con cierto decoro.

[color=#8300A8]~ Cuando le has hablado a Moussa se me han *incrementado* las ganas de besarte. No las has creado con tus poderes, las has acrecentado, porque ya las tenía. Estabas ahí, tan concentrada y digna, una semi-atlante con los pies en la tierra, decidida a ganar o al menos a hacer un buen papel, todo lo mejor que pudieras. Eres guapa, hacendosa, colaboradora... Quería controlarme, superar mis impulsos adolescentes, pero si soy adolescente y no me enamoro, ¿qué clase de persona sería? Pese a todo mi intelecto, siempre he mirado hacia otro lado cuando se trataba de sentimientos, pero hoy me he dado cuenta que eso es un error. Marina, me atraes como ninguna chica lo ha hecho antes y necesitaba confesártelo. ¿Quieres salir conmigo?[/color] ─dijo mentalmente el muchacho vasco, sonrojándose, incapaz de controlar el color de la piel como era capaz de controlar la mayor parte de sus pensamientos.

Aitor tenía entonces la vista clavada en la semi-atlante, respiraba agitadamente (por el esfuerzo de confesar sus emociones, algo tan atípico y violento para él) y el mundo había desaparecido por un momento, un momento que en su mente se multiplicaba y se multiplicaba. Necesitaba la respuesta de la chica o le daría un ataque de corazón, se había olvidado de respirar...

El joven inglés dedicó toda su atención a Diana a medida que relataba toda aquella historia sobre extraterrestres, razas, conflictos centenarios y la aparición de los Cuatro Fantásticos, sin interrumpirla en ningún momento. Sólo cuando terminó, observó a sus compañeros para ver si alguno de ellos se estaba riendo, y asintió firmemente.

- Es un legado increíble - dijo, sincero - Comprendo que tengas tus reservas sobre mostrar tu... verdadero aspecto, pero si me pides mi opinión, puedes estar muy orgullosa. Como he dicho antes, no importa de dónde vengan tus dones, sino lo que haces con ellos: no los usas para la guerra, o para el asesinato. Los usas para defender a tus amigos, a los débiles y a los inocentes. ¿Qué problema hay con que tu piel sea verde? 

Extendió la mano para posarla suavemente sobre la de Diana, para luego retirarla. No quería ser descortés.

- Tienes en tus manos la oportunidad de ser la primera... Skrull - se obligó a recordar el término correcto - en ser diferente. En marcar un punto de inflexión. Es una gran responsabilidad.

Bosch aceptó las palabras de Moussa con ligeros asentimientos de cabeza y lo que podría haber sido un amago de sonrisa final - porque no llegó a sonreír.

- Sois un grupo particular, ciertamente - admitió Bosch -. Tenéis mucho potencial.

Finalmente, Moussa le recordó al profesor su intención de sanar a Iván. Por eso estaba haciendo aquel gran esfuerzo por estudiar. Bosch asintió de nuevo, con gesto solemne.

- Cuando estés listo, entonces. Entrenaremos - dijo mientras se alejaba. Por su tono, aquello era una promesa.

Bosch se detuvo un instante para mirar hacia atrás, hacia su pupilo.

- Creo que aún puedes ser mucho más - añadió. Por su tono... aquello era un deseo y una esperanza.

Luego, Moussa se dirigió a las duchas junto a sus compañeros. Y luego a la cafetería.

La confesión mental de Aitor tuvo repercusiones en Marina, tanto a nivel mental como físico.

A nivel físico, Marina se puso roja como un tomate. El contraste con el tono normalmente pálido de su tez fue bastante evidente.

Juntó las manos y agachó la cabeza. Parecía que se encogiese. Y aun así sostuvo la mirada a Aitor.

A nivel mental, la amalgama de pensamientos y emociones fue tan intenso que Aitor no pudo evitar percibir ciertas trazas. En aquel momento captaba principalmente vergüenza, Marina se sentía incómoda en aquel momento y lugar. Pero en el fondo, debajo de esa reacción, había también cierta emoción.

Y comprensión. El entendimiento de algo que llevaba tiempo sospechando pero que no había alcanzado a definir. Atracción.

Para la brillante mente de Aitor resultó muy evidente, pero no lo fue tanto para Marina.

[color=#9A2EFE]- Y-yo… -[/color] tartamudeó Marina incluso en pensamiento [color=#9A2EFE]- Creo que deberíamos hablar luego los dos. A solas.[/color]

La privacidad de una conversación telepática era demasiado sutil cuando uno se encontraba rodeado de personas. A pesar de saber que no podían escucharte, no era lo mismo.

Aitor había esperado un tiempo antes de volverse a comunicar telepáticamente, tiempo suficiente para que ella reflexionase si quería sobre sus palabras previas, pero no tanto como para que se pudiera olvidar. Las duchas siempre son relajantes, ese momento no se lo iba a robar. Así que no fue hasta la hora de la comida cuando lanzó su confesión.

Pero el chico tampoco tenía una paciencia de gran calibre, al fin y al cabo no dejaba de ser un adolescente y el tema era, al menos para él, sumamente trascendental.

Así pues, lanzó su confesión mientras comían, no pudiendo aguantar más. Se enrojeció pese a sus esfuerzos de permanecer inmutable (el traidor sistema simpático, incontrolable aún para mentes geniales como la del joven vasco).

[color=#8300A8]~ Cuando quieras... [/color]─ofreció Aitor, apenas capaz de probar un bocado, dadas las circunstancias.