Partida Rol por web

El trío se adelantó, aunque Katrin más bien se abalanzó hacia delante, seguida por dos doblesueldos que pusieron cara de circunstancias bajo sus máscaras ante aquel arrebato de movilidad. Fiks dio con un derrumbe, así como con algunas lecturas interesantes... Con lo que no dieron ninguno, fue con enemigos, algo que empezaba a inquietar a los tempestus.

-Ya debería habernos caído algún mamón encima, ¿dónde coño están todos?

- Esto es un callejón sin salida - informó a los demás antes de volver atrás, abrir su medikit y apretar algunos fármacos para hacer hueco en un par de botes donde metió a unos cuantos especímenes -. Venid conmigo, gusaluces; vais a ver qué alegría se llevan en el campamento con vosotros - gesticuló con la mano por si acaso alguien más quisiera llevarse aquellas extrañas criaturas -. No hay rastro de disformidad en ellas, deben ser autóctonas.

Perforó agujeritos de ventilación en las tapas antes de enroscarlas en el momento en que un pitido de resultados a interpretar por parte del áuspex llamó su atención, revisó las lecturas, las revisó de nuevo y (el espíritu máquina le perdonase) hasta tamborileó con el índice en el lateral del aparato por si algo estuviera fallando en su interior; pero no.

- ¿Sargento? Esto es extrañísimo - le hizo saber, mostrando la pantalla en verde y negro -: Había lecturas cerca de aquí, estoy seguro de ello pero... Pero ahora no hay nada, cero, lectura en vacío - meneó la cabeza a los lados, intentanto que el flujo de sangre le sangre le ayudase a pensar -. Salvo por una única, creo que podríamos volver a encontrarnos frente a lo desconocido, esta lectura me recuerda a... A cuando fuimos a parar aquí.

-Mueve el culo Fiks, te estas quedando rezagado. Eso nunca es bueno.-le hizo una seña a la sargento para que no adelantase mucho la posición y le diera tiempo al medicae a recoger sus muestras y reunirse con la patrullas. Señaló la boca del que estaba frente a ellos para que la cubrieran desde la esquina, dejando así a él la línea de tiro despejada en caso de apuro.- Lo único que nos hemos dejado atrás fue el primer túnel, el de la trampa con la granada. Acabemos aquí, sino encontramos nada tendremos que dar media vuelta.-comentó en alto con la sargento, poca opción más les quedaba una vez consolidada la zona.

¡Uld qahba!* - exclamó Malek cuando el puñal le cortó mientras se zafaba con toda la rapidez de la que fue capaz. Aquel horror asomaba cada vez más hasta salir al exterior y materializarse en toda su forma, imponente y terrorífica; a pesar de ello, Malek, cazador de las dunas, acechante de la arena y guardia imperial, se mantuvo firme con los ojos entornados preparándose para seguir el combate y darlo todo - ¡ALLAHU AKBAR!** - bramó 

Vitaly pudo ver al torcedor justo antes de que el cultista cargase contra el, y se le helaron los huesos. Tuvo la tentación de echar a correr, pero entonces sintió su medalla en el pecho, y recordó que precisamente para enfrentarse a ese demonio había bajado ahí. Y entonces le pegaron una puñalada que no vió venir, y cuando sacó la pistola laser para dispararle en la cara al cultista fallo el tiro por mucho. 

Esperando a que el resto del grupo avance para quedarme en la verdadera retaguardia, mantengo la posición viendo como el grupo, menos Weber, avanzan. Me impaciento un poco al ver que él no hace amago de moverse pero la verdad es que tampoco puedo esperar eternamente.

De pronto, escucho que en la parte delantera de la comitiva empiezan a sonar voces y, aunque no puedo entender lo que ocurre, sí sé que se me debe requerir ahí.

"Maldita sea, está bien que lleven a un Astartes pero no habría dejado al bólter pesado en retaguardia."

Avanzo todo lo rápido que puedo para llegar a mi posición junto al Sargento Kolya, a quien debo proteger a menos que me de otra orden.

Parecía que había cultistas del caos en las alcantarillas, eso explicaba muchas cosas, pero los objetivos estaban ensarzadós en cuerpo a cuerpo con aliados y me iba a costar mucho aceptar en el blanco, sin contar el poder darle a un aliado, por lo que sigo avanzando, ya que desde mi posición no veía que había dentro de la sala, pero al llegar casi a la altura del glorioso ángel del emperador* y ver a al criatura, me quedo acojonado, no sabía que era esa cosa y notaba como mi cuerpo no reaccionaba.

El caos se desató frente a ellos, pero Alain no atisbó la causa. Fuera lo que fuera lo que les aguardaba, debía haber caído fulminado, porque el marine espacial, que caminaba por delante de él y se había apostado en la esquina, acababa de descargar una violenta ráfaga de su bolter pesado. Sin saber muy bien qué hacer, decidió mantener la posición y apuntar a lo que debían ser dos enemigos que cargaban contra los miembros de la escuadra que más adelantados estaban. 

Katrin avanazó sin detenerse, ansiosa por encontrar al resto de la expedición o, a una mala, una manera de salir de allí, aunque significara regresar a la superficie y luego tener que volver a bajar. Se dio cuenta de que adelantó a los tempestus y se forzó a detenerse, si se iba internando ella sola sin más no lograría nada bueno. De fondo escuchaba la palabrería del medicae, emocionado por el más mínimo descubrimiento — Fiks, deje de hacer amigos y muévase de una vez — le espetó al lantanita, viendo que estaba retrasando al resto.

Pero lo que dijo este sobre las señales que estaba recibiendo con su auspex la pusieron en alerta, y se giró de inmediato hacia el pasillo que les esperaba más adelante, tratando de iluminar con su linterna la siguiente parte del camino — ¿Qué ha dicho? Enseñeme lo que dice su aparato — ordenó. Aquella sensación... No quería volver a sentir nunca más nada parecido a ella, pero, si los había llevado hasta allí... ¿Podría devolverlos ahora? ¿O sería una nueva treta del enemigo? ¿Donde podían acabar esta vez? Tan solo iba a tener tiempo de pensarlo mientras los rezagados se pusieran a su altura, por lo que iba a tener que decidirse pronto.

Moham no paraba de recordar la carga mortal que había recibido momentos antes y... allí estaba de nuevo, aquella diminuta mole de gran envergadura estrecha, moviéndose y cambiando y... mirando en su dirección. Deseó hacerse pequeño, tan pequeño como su adversario, el cual era tres o cuatro veces él. Notó su cuerpo cubierto en sudor, un sudor frío que en nada se parecía al que provocaba el cálido abrazo de su tierra natal, los desiertos de Caldeum.

Aquella cosa cambiaba de tamaño, de forma, de número de cabezas y extremedidades a una velocidad que asustaría a cualquiera, excepto a los más creyentes, valientes o estúpidos. Albius no tenía claro en cual de las tres categorías estaba, pero lo que tenía claro era que aquella cosa se iba a llevar una de sus famosas lluvias de cordita envuelta en explosivos. 

El marine le estaba dando de lo lindo, y él unió su lluvia de fuego a la de aquel ángel del Emperador. - ¡EL EMPERADOR PROTEGE! ¡MUERE MALDITO ENGENDRO! - gritaron por una vez los dos hombres de la dotación pesada a la vez, como si fueran uno solo. 

Arthur no había crecido en un hogar feliz. Seis hermanos mayores, unos padres borrachos y violentos y un sistema que lo había juzgado mucho antes de que tuviera ocasión a hablar se encargaron de que su infancia fuera corta, etílica y extremadamente agresiva. Había llegado a la edad adulta en una suerte de huida hacia adelante sustentada con grandes dosis de represión y estupefacientes, pero la visión de la encarnación de miles de horrores infantiles le trasladó a su Irlandia natal, a ese tipo donde era pequeño, débil y rezaba para que no le encontrara ninguno de sus hermanos mayores, o su padre, o su madre, o el cura.

Tragó saliva y plantó los pies en el suelo. Ya no era pequeño, ya no era débil. Y tenía un puto rifle de fusión. Dejó caer el rifle láser al chapoteante lodo e hizo una seña a Pipeboy para que lo recogiera mientras sacaba el antigua arma. Dijera lo que dijera el loquero del reclutamiento, no había nada como disparar proyectiles de fusión a temperaturas solares a tus miedos para superarlos.

Aquello no era natural, aquello era... Era el caos, el archienemigo. Por un momento, Vorgen estuvo seguro de que había mordido más de lo que podía tragar. Miró a sus lados en busca de algo que le reconfortase, que le diese esperanzas de que podía salir vencedor de la liza pero a su lado no tenía a sus hermanos. Estaba solo, rodeado de humanos a los que esa criatura destrozaría tan pronto como él cayese. 

Por un momento, algo en su mente se rindió. Pero no podía rendirse, puede que muriese allí pero no moriría como un cobarde. Elevó una silenciosa plegaria antes de romper su silencio. - No cedáis terreno, por el sagrado trono de Terra, no cederemos. - gritó más para si mismo que para los que tenía alrededor. Tenía que ser él la primera linea de defensa contra la criatura así que se obligó a avanzar al tiempo que bajaba su bolter pesado y la energía de su puño comenzaba a crepitar. 

Había visto como se movía aquella criatura, había sido capaz de esquivar varios de los impactos de su ráfaga anterior, podía pensar en decenas de sus hermanos mejor preparados para combatir contra aquella criatura en el combate cuerpo a cuerpo pero ninguno estaban allí así que había llegado su momento de dar el do de pecho. Olvidando por un momento su propia seguridad, Vorgen atacó a la criatura con todo lo que tenía esperando mandarla de vuelta al agujero del que había salido de una vez por todas. 

Van Horst no podía ver qué había en el interior de la sala, pero a juzgar por las reacciones de aquellos que sí lo hacían no era nada bueno. Bueno, él lo único que podía hacer desde donde estaba era reducir a cualquier enemigo a un charco de restos biológicos fundidos. Apuntó a Drakken y un chorro de material de fisión buscó a su objetivo entre las tinieblas.

-¡Fuego contra cualquier cosa que salga de esa sala y no sea de los nuestros!

No se podía decir que la cosa fuera bien, a pesar de que los dos cultistas habían mordido el polvo. El ser había cargado contra el marine, dispuesto a enzarzarse en un combate de boxeo con el astartes, aunque habría que ver quién salía ganando en aquello.

El lantanita no mentía. Un único punto era lo único visible en el auspex, sin contar sus propias señales y la masa informe que suponían los denominados gusaluces por el medicae. Por lo demás, el silencio solo era roto por las acciones del grupo, que no se movió gran cosa, descontando la carrera del medicae y el avance doblesueldo para cubrir.

-Mala cosa. Estas aberraciones no suelen tener la costumbre de desvanecerse en el aire...

Malek no estaba nada cómodo con aquella situación, aquel demonio los iba a eliminar a todos de la faz de Sélica, pero el acechadunas no iba a vender su piel barata, había aguantado, se había mantenido firme y por el respeto y amor que tenía a su jida, el tirador se iba mantener donde estaba, cumpliendo su deber, acabar con los enemigos del Imperio. Se tiró cuerpo a tierra y preparó un nuevo tiro girando el alimentador, buscando sobrecalentar el arma al máximo, ese objetivo no iba a ser fácil.