Partida Rol por web

Aquel día hacía exactamente una semana de la llegada de las fuerzas de la Guardia Imperial al planeta, junto con la delegación inquisitorial. Una semana de tranquilidad, que las huestes extraplanetarias habían aprovechado para acomodarse a sus nuevos puestos y conocer algo más sobre aquel lugar, mientras que los nativos de Sélica IV habían empezado a tener algún trato, más agradable o menos, con estos extranjeros.

A través de los canales de radio podía escucharse un comunicado de los mandos, retransmitido por el Lord General Marius Hephaestus en persona.

-Me complace comunicar a todos los soldados que se da por finalizada la incorporación de tropas a las trincheras, todas las secciones tienen sus regimientos asignados, y el equipo básico con ellos, por lo que podemos dar por concluida la fase de despliegue y aclimatación a este nuevo escenario bélico. Así mismo, el Departamento Munitorum está reacondicionando trenes desde nuestros lugares de aterrizaje para poder entregar equipo desde las naves en órbita más rápidamente…

Sin embargo, mientras este mensaje tenía lugar, algunos soldados perspicaces empezaron a escuchar algo. Una especie de silbido agudo, muy bajo al principio, que solo podía significar una cosa.

-¡Bombardeo!

Avisaron algunos, apenas dos segundos antes de que, alrededor de un kilómetro tras su posición, el búnker de mando desde el que se transmitía el mensaje recibiera un impacto directo de un obús de gran calibre, cortándose bruscamente la comunicación con un gran estruendo. Sin embargo, ese fue sólo el primer proyectil en caer…

El obús se desvía algo, quedando corto... Pero aún así logra alcanzar la parte inferior izquierda de la trinchera. La explosión es demoledora, y cuatro de los seis soldados de Krieg alcanzados son reducidos a pedazos, mientras que los dos restantes se las apañan para cubrirse a tiempo y salvar sus pellejos. Sin embargo, no parecen muy afectados por la muerte de sus compañeros, o puede que al no verles la cara parezcan poco expresivos. 

Observo el obús, por su trayectoria parece que se va a quedar corto, pero cae directamente delante de mí, intento todo lo rápido que puedo cubrirme detrás de la protección que proporciona la trinchera.

-¡Mierda! Que poco me gusta el combate en espacios abiertos… 

Pasado el impacto del proyectil, miro a mi lado, al soldado muerto por la explosión. No fue lo suficientemente rápido. Mirando a los lados veo que han caído más hombres, aunque aun tengo un compañero a mi lado.

-¿Cuáles son las órdenes?- Con tono imperativo.

Mientras espero la respuesta, miro que estén las armas en buen estado y me limpio con cierto desdén un poco el polvo y la tierra que pueda haber quedado por mi uniforme.

Entonces miro hacía el frente esperando ver algo a lo lejos... 

Uno de los comisarios de Krieg hizo aparición en ese momento, escoltado por otros cuatro soldados.

-¡Mantened todos vuestras posiciones! ¡Nadie da un paso sin que se le ordene!-exclamó en voz alta, sabiendo del ardor guerrero y búsqueda del sacrificio de los habitantes de Krieg. 

Por supuesto, aquello no había terminado aún. Otra tanda de disparos se dirigió a la línea de trincheras, tras casi un minuto de paz relativa, sin duda destinados a recargar las armas e intentar corregir los tiros desviados. 

En este caso el proyectil se adentra mucho más en la línea de trincheras, y aunque se oye la explosión más o menos cerca, acompañada de gritos agónicos, no os afecta en esta primera línea. 

En ese momento, las radios vuelven a chasquear y activarse. Se escuchan algunas toses, acompañadas de algunas palabras que no se oyen muy bien debido a la distancia de su emisor respecto al micrófono, pero que suenan a algo así como "... Hijos de puta..." y "... sacad a este inútil despojo de aquí...". Tras eso, las toses se acercan más al aparato, y tras un breve ruido de manipulación, se oyen un par más, precediendo la voz del Lord General Marius Hephaestus.

-¡Soldados, preparaos para recibir a esos bastardos! ¡Acabad con todo lo que se acerque a nuestras posiciones!

Mirando al horizonte, hacía las trincheras enemigas. Saco el rifle láser y me preparo para recibir a los enemigos. Limpiamos la oleada y espero que quieran cargar todos estos infelices. 

-Vamos a darle su merecido ha esa gentuza. ¡Debemos vengar a nuestros hermanos en combate!

Intentando envalentonar a los soldados para poder realizar una carga más adelante.

-¿Se acercan? ¡Estoy lista!

Mientras apunto hacía la posición enemiga con el arma reglamentaria.

De nuevo los proyectiles silbaron, tras casi otro minuto. ¿Es que los traidores tenían pensado acabar con ellos a base de un gasto endemoniado de munición? Sin embargo, para los oídos más afinados aquel ataque no sonaba igual. Los proyectiles eran distintos...

El proyectil falla, desviándose hacia un flanco y quedándose algo corto. Sin embargo, resulta ser un proyectil de humo, aunque su localización apenas afecta a la trinchera en este momento. Rápidamente, una espesa nube sale del mismo, obstaculizando la visión en el radio en el que se extiende. 

Desde aquellos puntos que no cubre, que en este caso venían a ser prácticamente toda la trinchera, se puede apreciar como aparecen los primeros enemigos en la distancia, una avanzadilla de diez milicianos traidores, portando rifles láser marcados con símbolos abominables. 

-¡Acabad con ellos!-grita uno de ellos, mientras el resto gritan otra serie de obscenidades y gritos de batalla. 

Tus "compañeros" soldados se han mantenido mortalmente callados hasta el momento, más allá de alguna orden. Incluso jurarías que te han mirado con cierta extrañeza bajo sus máscaras, aunque tampoco han dicho nada. Sin embargo, la visión del enemigo cambia ese mutismo. El comisario alza bien alta su espada, y empieza a recitar, junto al resto, a voz en grito y con verdadero fervor (aunque lejos del fanatismo puro que exhalan las cientos de gargantas de Krieg que puedes escuchar, a tu alrededor y en las posiciones más atrasadas) la línea final de la Letanía del Sacrificio.

-¡EN VIDA, GUERRA. EN MUERTE, PAZ. EN VIDA, VERGÜENZA. EN MUERTE, EXPIACIÓN! 

Miro hacía los lados buscando algún cargador adicional para las armas que llevo, para estar bien pertrechada para el combate que se acerca.

Luego me posiciono en la trinchera, apoyo el rifle para apuntar mejor, y fijo el objetivo en el miliciano más cercano, para cuando este a tiro lanzar una andanada láser que le curta bien. Esperaré a que se estén retirando para intentar que carguen los Krieg y puedan avanzar conmigo a las trincheras enemigas... Reflexionando.

Enseguida que estén a tiro para disparar mi mortal ráfaga a mi objetivo.

-¡EN VIDA, GUERRA. EN MUERTE, PAZ. EN VIDA, VERGÜENZA. EN MUERTE, EXPIACIÓN! 

Siguiendo los cánticos de mis silenciosos compañeros.

Los soldados de Krieg reaccionaron disciplinadamente, cualquiera diría incluso que apuntaron sus rifles al unísono y dispararon un único haz de luz a la vez. Varios de ellos alcanzaron a traidores, pero no con la suficiente fuerza para derribarlos de un único disparo. 

Estos, enloquecidos, se lanzaron a la carrera, buscando ganar vuestra posición lo antes posible. Detrás de ellos, avanzaban varios grupos mucho más numerosos de traidores. 

Después de ver los disparos de los Krieg, me decido a disparar yo también, algo después de ellos, pero el disparo parece no acertar a nada... Cabreada por la mala calidad de las armas láseres, espero a que se acerquen un poco más esos traidores al Emperador.

Por lo bajo se pueden escuchar algunas maldiciones, aunque estas son casi inaudibles. 

Los soldados dispararon otra disciplinada andanada, aunque esta vez las carreras de los traidores les salieron caras, haciendo fallar muchos disparos. Sin embargo, dos de esos herejes de vanguardia murieron, cayendo atravesados por certeros disparos láser. 

Decido seguir probando suerte con mi rifle láser, así que apunto al mismo de antes, justo al que está enfrente de mí. Cuando mi ojo ve el blanco con precisión, decido soltar una mortal ráfaga sobre el traidor, rogando al Emperador un disparo certero.

La andanada láser impacta de refilón, pero al menos he hecho blanco. Detrás de mi máscara se dibuja una sonrisa.