Partida Rol por web

Dagmar entrecerró su único ojo. El elfo estaba demostrando ser una de esas personas cuyas mentes discurrían por caminos que no tocaban los que cruzaban los pensamientos de la mujer. Un hombre difícil de entender.

Ya veremos, dijo, sin añadir nada más. Todo lo que había de decirse estaba dicho.

Cuando quieran, podemos marchar. La cercanía de la comida azuzaba su hambre, haciéndola consciente del vacío en sus tripas.

Vayamos pues la conducta de su compañero elfo era extraña pero prefirió no decir nada al respecto, simplemente le dedicó una sonrisa. 

Por el camino se dirigió a Dagmar ¿Puedo preguntar tu profesión? Pareces guerrera ¿Cuál es tu estilo de lucha?. Yo soy guerrero también y mi especialidad es el combate con dos armas.

La sonrisa de su hermano de otros padres repicó en su corazón, haciéndole feliz también; aquel estaba siendo un paseo de lo más provechoso y con buena compañía. Cada pasito una razón para celebrar.

Thorgus entró en un debate entre ver la lucha, que al ser en una mazmorra perdía sentido, y entre alimentar un poco su estómago.
Al final decidió comer algo y tras eso ir al lugar del espectáculo.

Miró a Néstor cuando este le ofreció un sitio en la arena.
-De momento no estoy interesado en esos menesteres, debería ir a comer algo con mis compañeros y tras eso acercarme a la mazmorra para ver quien es el ganador. Por cierto, ¿Donde está situada?

Tras eso se acercó un poco más a Néstor para hablarle sin que hubiera orejas indiscretas.
-¿Y vuestro Dios permite apostar por un ganador en estos eventos?

Dagmar había sido una guerrera desde que dejo atrás su infancia hasta un par de años atrás. Una guerrera mercenaria, la mayor parte del tiempo. Ahora, tras todo lo que había sucedido, no sabía cómo definirse.

Si combatiera con dos armas, hubiera perdido el ojo mucho antes, y tal vez un brazo. Pero con una sola, respondió, acariciando el pomo de su espada montante con la yema del índice, me puedo defender.

Como compañía a armas más veloces que la que portaba, prefería la solidez y seguridad de un buen escudo. En particular en el campo de batalla, donde el caos acechaba a cada paso y los golpes procedían, a menudo, de lugares desesperado.

Puedes marcharte si quieres. Le dijo Nestor a Socar. Si hay gente suficiente para participar en la prueba te lo haremos saber. Mandaremos a un recadero para que te informe de la noticia y te diga el lugar al que debes dirigirte. Mientras tanto, no  hace falta esperar aquí a menos que quieras.

De momento solo puedo deciros que la arena se realizará fuera de la ciudad, pero no os puedo decir nada más de momento. Le dijo a Thorgus antes de que se marchase.

    Socar apenas se molestó en contener su decepción, parecía evidente que la Arena finalmente no tendría lugar y aquello avivo la rabia que le producía la frustración de no haberse podido probar con éxito en ninguna de las últimas pruebas, quizás aquel irritante ser emadurnado en maquillajes esperpénticos para hacer de pregón de las pruebas y tratar de atraer la atención de algún otro campeón deseoso de mostrar su valía, pero no tenía intención de buscarlo, le había dado la espalda y no iba a perdonarlo tan fácilmente.

    De tal modo, en su lugar, se decidió a seguir los pasos de sus cobardes compañeros, tal vez aquella tarea podría merecerle la pena después de todo.

Un muro de piedra de casi dos metros y media de altura rodea este edificio de piedra. Los tejados están cubiertos de tejas de color sangre, y los laterales de la elevada estructura consisten en enormes pilares tallados para representar a diversos hombres y mujeres luchando, cada uno armado con un arma diferente o realizando alguna proeza de fuerza. Como si estas esculturas no bastasen para definir la función del edificio, un gigantesco disco de piedra con el símbolo de Kord pende sobre las puertas gemelas de roble de su fachada

Cástor avanzó junto a Huesos y la bestezuela que habían adoptado, observando aquel lugar por primera vez. Un monumento a la fuerza, pero a una fuerza sin mayor propósito que ella misma, lo que a su juicio era algo triste. Pero quizás pudieran encontrar un buen uso a tanto músculo, así que el clérigo se acercó a las puertas, intentando atravesarlas. 

Ramase no se dejaba impresionar fácilmente por otros dioses, mucho menos por aquellos que sólo hacían gala de su fuerza bruta.

- Parece que hemos llegado tarde.- Dijo mirando alrededor. Todo estaba vacío.

Cólera aprovechó para dormir en la bolsa, las palabras de huesos descorazonándola de su expectativa de aterrorizar a un recién llegado a su jauría. Le apenaba no tener a quien tratar como basura hasta que se ganase su favor, le apenaba muchísimo.

Un muro de piedra de casi dos metros y media de altura rodea este edificio de piedra. Los tejados están cubiertos de tejas de color sangre, y los laterales de la elevada estructura consisten en enormes pilares tallados para representar a diversos hombres y mujeres luchando, cada uno armado con un arma diferente o realizando alguna proeza de fuerza. Como si estas esculturas no bastasen para definir la función del edificio, un gigantesco disco de piedra con el símbolo de Kord pende sobre las puertas gemelas de roble de su fachada

Un gran hombre embutido en una armadura completa se acerca a los presente y hace una reverencia.

Mi nombre es Nestor, soy el sumo sacerdote de la catedral del dios Kord. ¿En qué puedo ayudaros?

Cástor correspondió al gesto del sacerdote con otro igual, aparentemente agradado por la cortesía que no creía que fuera a encontrar entre esos muros. 

-Mi nombre es Cástor, sacerdote de Pélor, y veníamos a este lugar en busca de ayuda, o de héroes dispuestos a una gesta, mejor dicho. En nuestra aventura hemos encontrado que el origen de cierto mal es mayor de lo que esperábamos... Un dragón, siendo más concretos, aunque probablemente no muy grande. 

Así que sacerdote de Pelor, dijo una voz grave de mujer. ¡Qué apropiado!

Quien hablaba era una joven que apenas debía llegar a las dos décas de edad, de rasgos delicados y cabello rubio que le caía sobre los hombros, recortado y peinado con estilo, pero castigado por los elementos y necesitado de un lavado urgente. Vestía ropas de viaje cubiertas de polvo del camino, botas embarradas y una armadura de cuero desgastada.

Saludos, Néstor, Cástor. Y compañía. Yo venía por un asunto similar. En busca de "héroes para una gesta", repitió la expresión de Cástor, luciendo media sonrisa que le iluminó el rostro. Una gesta que implica erradicar no muertos infestando un templo de Pelor, en concreto. El tipo de no muertos que pueden crear otros como ellos.

Aventureros había encontrado, a la primera. Ya estaban metidos en otros asuntos, como era de esperar, pero eso no tenía por qué ser una dificultad insalvable.

- ¿Grrruuummmpf? - gorgoréo Cólera desde el interior de la bolsa de Huesos, creyendo que podrían estar hablando de su draconidad - Jrr jrr jrr.

Estirádose y retorciéndose dio lugar a que la maloliente bolsa se moviese de manera extraña. Tan sólo la voz de personas desconocidas le llevó a guardar silencio para escuchar qué era lo que decían, muchas de las cosas no las comprendía bien pero había interés por desentrañarlas.

Cástor se volvió al escuchar a la mujer, con seriedad en el rostro, aunque sus cejas se fueron frunciendo conforme aquella desconocida relataba aquella historia. Una profanación en toda regla, y algo que no debía permitir bajo ningún concepto. Pero aquello le situaba en una difícil encrucijada.

-¿Un templo de Pélor? ¿Han profanado algo en la ciudad?-preguntó, con tono amargo, rumiando aquella noticia.

Lucrecia soltó el aire y volvió a llenarse los pulmones con una bocanada profunda. 

Si habéis estado trabajando por los alrededores de la ciudad, comenzó la explicación, el tipo de trabajo que suele implicar aldeanos con cuitas que se solucionan mediante la aplicación de violencia desmesurada, supongo que habréis sabido que en el cercano pueblo de Puente Brandon solicitaban ayuda para librarse de una banda de salteadores que les estaba amargando su bucólica ruralidad. 

Mis compañeros y yo estuvimos peinando el bosque cercano un par de días, hasta que dimos con el escondite de los salteadores, que resultó ser un templo, aparentemente abandonado por un tiempo. De Pelor, como he dicho; la estatua del atrio y la simbología eran reconocibles, a pesar del deterioro. Nos enfrentamos a los salteadores, que prefirieron plantar una batalla que no podían ganar a rendirse, y los hicimos retroceder hasta el sótano. Allí abajo tuvimos una buena gresca, ganando metro tras metro, hasta que uno de ellos decidió abrir una puerta y liberar a una pareja de monstruos no muertos. 

Estos monstruos eran resistentes a nuestra magia y armas, así que tuvimos que retirarnos a la nave del templo. Cuando recuperamos las fuerzas y volvimos a bajar, nos encontramos con que la mayoría de los cadáveres de la batalla habían desaparecido, y dos de esos monstruos estaban desayunando el único cadáver que quedaba por allí. Lucrecia junto los dedos índice y corazón de una mano, sacó la lengua e hizo un gesto de asco. 

Pero no eran los únicos. Escuchamos a otros como ellos más allá, en zonas más profundas del complejo, y los olimos. Apestan como una fosa común. 

Es decir, concluyó, que la amenaza ha escalado. Ya no es una banda de salteadores, sino un grupo de no muertos repugnantes bastante duros que pueden reproducirse usando cadáveres. A estas alturas, puede que ya hayan acabado con "los víveres" del templo y hayan salido al bosque, y estén buscando asentamientos cercanos en los que alimentarse y multiplicarse. 

Necesitamos sacerdotes y luchadores para exterminarlos antes de que la amenaza se nos escape de las manos. 

Cólera se revolvía incómodo al escuchar a la extraña y el viejo y renqueante Huesos también. Palmeó el lomo de la criatura draconiana para tranquilizarla y que no saltara a arañar el bello rostro de su interlocutora, por mucha diversión que aquello hubiera podio brindarles a todos. Habían ido allí a buscar refuerzos no a que les "robaran" al sacerdote de Pelor. No le tenía estima alguna, pero lo necesitaban.

- ¿Sacerdotes , dices? Pues estás de enhorabuena, amiga. Podemos ayudarte una vez resolvamos nuestro entuerto primero, claro. Si nos ayudas antes acabaremos.- Y después ya decidiría si la acompañaban. Tenía curiosidar por ver aquellos ejemplares de muertos vivientes de los que hablaba.

Lucrecia reprimió un escalofrío cuando miró a la cara a ese tipo. No tenía la menor duda de que de habérselo cruzado en una calle oscura y solitaria, hubiese apretado el paso. ¿Y qué demonios lleva dentro de la bolsa? se preguntó, al ver cómo el macuto se retorcía como un ser vivo. Curioso compañero para un sacerdote de Pelor.

Un dragón no muy grande habéis dicho, ¿no? Es decir, que mañana será un dragón no muy grande, y dentro de una semana será un dragón no muy grande. Incluso dentro de un año lo será... Parece menos urgente que unos muertos vivientes capaces de convertir un cadáver en cuestión de horas.

De todos modos, ¿cuánto tiempo calculáis que llevaría presentarse en su cubil y despacharlo? preguntó. Si ya tenían localizada la guardia, no estaba muy alejada y solo tenían que llegar y matarlo, no iban a perder demasiado tiempo.