Partida Rol por web

Te comprendo, encanto, dijo, asintiendo. No niego el atractivo de la espesura, pero soy una hija de la civilización. Pero he invertido demasiado tiempo en este trabajo como para abandonarlo ahora. Espero que nos volvamos a encontrar a nuestro regreso, caminando encorvadas por el peso de las bolsas. Ten cuidado en el camino de vuelta, ¿vale?

Namarra había sido honesta y había vuelto con el oro, cuando podía haberse asegurado una temporada de comodidad de haberse quedado en la ciudad. Lucrecia no podía pedirle más.

Y evita la mansión abandonada, añadió. Y los puentes por la noche. Las autoridades creen que es una broma, pero hay alguien —o algo— poderoso cazando entre esos dos lugares.

Diez habían sido, seis permanecían. Un buen número, suficientes para garantizar cierta seguridad, pero no tantos como para que la recompensa y el botín quedaran reducidos a un puñado de monedas. Lástima haber perdido al sacerdote; solo Raellia podía dispensar curación a los que fueran heridos. Con un poco de suerte, los ladrones tendrían un alijo de pociones curativas en su guarida.

Los demás parecían haber acabado de hacer cuentas, así que Lucrecia guardó lo que le ofrecían y saldó su deuda con Sanya. No era mucho oro, lo justo como para compensar los gastos de los últimos días. Quizás incluso un poco más. Mucho menos de lo que confiaba en llevar encima cuando volviera a travesar las puertas de Tormentos Cristalinos.

¿Estás ofreciéndote a cargarnos todo el camino, Kraken? preguntó al grandullón, enarcando una ceja y luciendo una sonrisa traviesa. La muchacha se impulsó hacia atrás, sosteniéndose sobre las patas traseras de la silla, sacó un pie de la bota y tiró de él con ambas manos hasta ponerlo a la altura de su cara. Los pobres todavía duelen de caminar y caminar y caminar, y tropezarme con cada raíz, patear cada roca con el dedo pequeño y clavarme cada maldito pedrusco puntiagudo del bosque.

—¡La mansión!— dijo Elianne, asaltada por un recuerdo—Todavía tengo la llave que me dio el alcalde.—la había encontrado hoy, cuando organizaba sus cosas— Yo no creo que pase por ahí, al menos no en lo inmediato. Si la quieres, puedo dártela— le dijo a Namarra, mientras comenzaba a revolver sus bolsillos para encontrar la llave de nuevo— No tuvimos oportunidad de probarla, pero a lo mejor te saca de un apuro. O a lo mejor te sirve para juntar otro grupo de aventureros—añadió encogiendose de hombros.
 

Namarra vió la llave y sus ojos brillaron.

-¿En serio? Un lugar donde dormir gratis? ¿Y me lo ofreces así de fácil?- La mediana parecía emocionada. Imagino que tiene truco, ¿No?

La mediana miró la llave en la palma de l amano de Elliane.

Bueno, mira, me has tocado el corazoncito. Me quedo un poco más con vosotros. A fin de cuentas, casi no sobrevivo al viaje siendo tres. Si me voy yo solita, a saber qué me pasa.

El truco, cielo, dijo Lucrecia entre bocados, es que bajo la mansión hay unas mazmorras, y en ellas un agujero lleno de cadáveres al que alguien arroja personas para matarlas, imagino. Así que es preferible arriesgarse a dormir en la calle o darle un puñetazo a un guardia para que te manden de una patada en el trasero a una celda.

La muchacha desayunó rápidamente y se marchó en busca del baño que les habían ofrecido. No fue metódica en las abluciones. No merecía la pena cuando las ropas que vestía olían peor que ella. Cuando volviera a Tormentos Cristalinos con la bolsa llena, se dijo, habría de visitar a algún sastre para comprar un nuevo atuendo.

De vuelta en el salón, no se sentó. Tenían mucha jornada por delante, pero más bosque por explorar.

¿Todos listos? preguntó.

—¡No,no! Me has entendido mal. No es para dormir, era por si buscaba una "aventura" urbana. Pero si prefieres quedarte creo que nadie va a rechazar tu ayuda—dijo Elianne mientras alargaba una mano hacia un trozo de pan.

Desayunó rápido, esperando a que todos dieramos el visto bueno para salir.

—Yo si—Respondió a Lucrecia

Sanya asintió a lo dicho por Lucrecia y se levantó, dispuesta a ponerse en marcha.

-Creo que hablo por todos cuando digo que estamos de acuerdo con Lucrecia. Pongámonos manos a la obra.

EL KRAKEN CONCUERDA!

Me parece bien

-Pues parece que tenemos un plan-comentó la muchacha con alegría. Ya había terminado el desayuno y se sentía preparada para todo. Ahora solo les quedaba tener algo de suerte, para terminar con aquel problema lo antes posible. 

¡Pues vamos allá!

Lucrecia hubiera preferido quedarse allí, desayunando tranquilamente, o regresar a la ciudad y quemar el exiguo botín que habían conseguido. Pero bombeó los puños y sonrió con tensión. Sacrificios a plazo breve para obtener beneficios a largo plazo.

No te quedes atrás, Zarus.

Zarus tomó un breve momento para asearse. Mas que todo lo tomó para darse un respiro, dejar de pensar en bandidos, arpías y ranas moustrosas. Aún habían varias cuentas por ajustar al regresar a Tormentos.

Al bajar, se encontró con una Namara que, al parecer, había decidido quedarse. Lucrencia contando una historia sobre una mansión. Ya había escuchado algo sobre ello, pero sin mucho detalle. -Podría ayudarle a investigar eso a nuestro regreso. Aunque ya tengo una pequeña misión a investigar en el subterráneo de una posada en Tormentos- Zarus se preguntó si quizas había alguna relación, aunque preferiría que no. Lo que contaba Lucrencia era aterrador.

Sin mas, Zarus terminó de desayunar y se dispuso a emprender la marcha.

El centro de la vida social de esta pequeña aldea es El Salmón Sabroso, una taberna que hace las veces de posada y mesón. Audo y Vivian, los propietarios, están casados y tienen una hija de 12 años, llamadas Esther. Los precios son razonables y la comida y la bebida, aunque no son excepcionales, sí son aceptables.

El menú suele ser limitado y depende de la estación. Una comida típica puede consistir en pan negro de centeno, pescado (cogido fresco en el Río Azul Celeste) hervido o acompañado de una sopa con berza, cebolla y ajo, huevos cocidos y nueces, setas y frutas de la estación recogidas en el linde del bosque. El brebaje local es una cerveza negra, fuerte, oscura y espumosa, con un fuerte sabor a melaza.

En el Salmón Sabroso hay dos pequeñas habitaciones que se alquilan a los viajeros por pieda de oro por cabeza y noche. Por 3 piezas de plata, el propietario permitirá un viajero dormir en el suelo de la taberna después de cerrar.

Edward metió sus escasas monedas en su bolsa, sonriendo agradecido.

-Vamos para allá Otwin. ¿De donde eres? ¿Cómo has acabado aquí en Tormentos?

Por el camino, fué mirando por si veia algún palo que le pudiese servir para apalear a los ladrones. Por lo que había dicho el bárbaro musculoso, no había que matarles, así que mejor un palo que la espada.

-¿Como piensas pegarles? ¿Con las manos? Yo voy a buscar un buen palo.

Entonces llegaron a la posada. El ambiente le trae malos recuerdos a Edward, mezclados con buenos. Sensaciones agridulces pero siempre con un final malo. Dado que la misión se la habían encomendado al nuevo amigo de Ed, éste decidió dejar que fuese él quién hablase con el que regentaba el local, si bien manteniéndose a su lado. Otwin parecía un buen hombre aunque no muy avispado.

-De todos lados y de ninguno a la vez, soy nómada, no tengo familia ni clan, tampoco es qué me importe-

Llegaron a la pequeña aldea del norte, el puente a la vista, no había mucho qué hacer salvo entrar en esa pequeña taberna,  al bárbaro le gustaba poco y nada este lugar, ni tampoco le interesaba conocer a los residentes.

-No hace falta usar un palo, usa tus armas, solo ten cuidado-

Otwin observó el interior y buscó a su propietario, tenian que darse prisa si querian acabar con esto rápido, se acercó a alguien  para preguntar su ubicación.

-Oye ¿Puedes decirme dónde encuentro a "El Kraken"?

Audo recibió a los dos recién llegados esperando que fueran a tomar algo cuando se dio cuenta que solo habían pasado por ahí para preguntar por uno de aquellos aventureros. ¿El Kraken? Preguntó pensativo. Esta mañana partió hacia el bosque junto con el resto de sus compañeros. ¿Por qué lo preguntas, quieres que le deje algún mensaje?

Edward miró a su acompañante extrañado. ¿Quién es el Kraken? ¿Será a quien tenemos que apalear? Por si acaso es él, me mantendré callado y luego le preguntaré a Otwin.

-¿Vamos a buscarlo, Otwin?-Le preguntó a su compañero, mirándole inquisitivamente.

El bárbaro no era estúpido, el tabernero habló cómo si lo conociera, y viviera ahí con toda la gente de ese pequeño poblado.

-Dime, ¿El a insultado tu comida o alguien  qué conozcas?-

La pregunta podía ser interpretada cómo algo retórica, pero a el le daba curiosidad, el gordo había dicho qué su grupo partió al bosque, el enorme hombre miró a su compañero.

-Espera, tengo mis dudas conrespecto a esta situación ¿El os a tratado bien?-

Preguntó con algo de desinteres de nuevo al viejo.

Ed miró interesado al Bárbaro. Mira, parece que no es sólo músculo. Me empieza a gustar este hombretón. Un buen compañero. Asiento con la cabeza.

-¿Podrías contarnos algo de él?-Dijo Ed para apoyar a su compañero.