Partida Rol por web

Estaban encerrados, ¿no? dijo Lucrecia. Imagino que consiguieron contenerlos la primera vez, y pensaron en usarlos como defensa en una situación desesperada.

Antes de retirarse, habían matado a cinco ladrones, el hurón gigante y las ratas. No contaban con guerreros a la altura de los suyos, ni defensa contra su magia. Para Lucrecia, era una situación suficientemente desesperada.

Claro que cabía otra posibilidad. Que hubiera otra salida, que los ladrones habrían aprovechado para desvanecerse en la noche. No sabía mucho Lucrecia sobre la arquitectura de los templos, pero no le parecía probable que tuviesen "puertas traseras" que comunicasen con el sótano.

El kraken escuchaba atentamente a las demás.

-EL KRAKEN ESTÁ DE ACUERDO. MEJOR DEJAR QUE ESOS MONSTRUOS VENGAN. AQUÍ TENEMOS LAS DE GANAR!

Sanya se tapó los oidos ante la atronadora voz del Kraken pero asintió.

-Cuando se acaben lo de abajo subirán. Es sólo una cuestión de tiempo. Ahora bien, si es una enfermedad. Espero que no contagien a esos mismos que se están comiendo y que vuelvan como ellos de la muerte.

Namarra reaccionó, asustada.

-Existe esa posibilidad? Pues entonces quizás deberíamos ir a por ellos ahora, ¿No?

Los aventureros estaban muy seguros de sí mismos pensando que aquellos seres subirían a atacarles, pero el tiempo pasaba y las criaturas no hacían acto de presencia.

Lucrecia se encogió de hombros.

La última palabra la tenéis las que vais a estar en primera línea, cuerpo a cuerpo con esos monstruos, dijo, refiriéndose a Sanya y Raellia. Eran ellas quienes arriesgaban sus vidas; las demás tendrían muchas más posibilidades de huir de allí con vida, si se encontraban abajo con una situación que no pudiesen manejara. Lucrecía quería recuperar el botín de los ladrones, pero no a costa de perder a sus compañeras.

Tanta quietud hacía que Elianne empezara divagar un poco con sus pensamientos. Recordó una charla que tuvo descansando al cruce de un camino con un clérigo que le había comentado que volvía de ayudar una villa cercana con un problema de no muertos.

 ¿Habría el también esperado por horas fuera de una cripta oscura? ¿Cuantos no muertos habría combatido? ¿A quién habría rezado por ayuda? Elianne hizo un esfuerzo por recordar su charla, tratando de relajar la horrible tensión que implicaba esperar a que algo saliera de las escaleras dispuesto a devorarla.

Yo no estoy en condiciones de luchar contra nada. Ya me parece arriesgado el asalto por sorpresa con la grasa!

Y si bajamos invisibles y simplemente cogemos el botin? Podemos usar lo Que saquemos para recuperarnos totalmente y volver a acabar de limpiar.

Puedo repetir el conjuro otras tres veces, dijo Lucrecia. Poco más de diez minutos, en total. O podría usarlo hasta en tres de nosotras, al mismo tiempo, pero eso es arriesgado; quedaríais expuestas en cuanto se deshiciera la ilusión.

Sin riesgo no hay gloria. La idea de Namarra me gusta. Yo me ofrezco voluntaria. No se me da mal moverse en silencio y tengo los brazos fuerte.

-Yo... No lo sé-dijo la muchacha, dudando-estamos bastante heridos, no sé que pasaría si nos enfrentamos a muchas de esas cosas. De hecho, es que ni siquiera sabemos cuantas son. Estoy más o menos bien, sí, pero sin saber qué hay abajo...

El intento de llamar la atención de aquellas imundas criaturas había sido infructuosa. Zarus subió junto a Lucrecia y no pudo agregar mucho a lo que se iba diciendo.

No hay mucho que podamos hacer, salvo arriesgarnos. No creo que los bandidos se hayan ido. Deben sentirse seguros detrás de sus puertas. Si las puertas están aseguradas, tal vez yo pueda abrirlas con mis herramientas.

Raelia no tenía muy claro qué tipo de criaturas eran las de ahí abajo. Nunca había oído hablar de ellas.

Elianne había oído hablar de aquellas criaturas, se llamaban necrófagos y eran de los muertos vivientes más inteligentes. De ahí que no hubiesen caído en su trampa. La realidad es que había diferentes tipos de necrófagos, los comunes, los lacedones que habitaban en zonas acuáticas y los necrarios, que a juzgar por el hedor que desprendían tenían que tratarse de ellos. El problema es que debían de ser una variedad diferente, pues por lo que recordaba no eran criaturas tan resistentes.

Los necrarios son mucho más mortíferos y astutos que los necrófagos, y cuando atacan a un enemigo luego devoran sus cuerpos. Pasadas unas horas, esos muertos se levantan y se convierten en necrófagos también con un hambre y una muerza aún mayor que sus progenitores.

Así que, es bastante probable, que el día anterior los necrarios acabasen con los ladrones que había en el templo, y esa fuese la razón por la que el número había aumentado. Aquellas criaturas eran los cadáveres alzados de los enemigos del día anterior, unas criaturas mucho más poderosas y terribles que antes. Normalmente tardaban casi media semana en alzarse, pero esa variedad parecía hacerles despertar mucho más rápido.

A menos que hubiesen logrado esconderse, los ladrones había desaparecido pero un problema mucho mayor yacía bajo las ruinas de aquel templo a Pelor.

—Momento... No creo que bajar sea buena idea— dijo Elianne con algo de inseguridad en la voz— lo he tenido en la punta de la lengua toda la mañana, pero recién ahora me sale el nombre. Esas cosas son necrófagos. O necrarios, o alguna cosa parecida, creo que en élfico la palabra es ghoul. Y aunque son no muertos, probablemente sean igual o incluso más astutos que nosotros— ahora recordaba. Aquel sacerdote y sus acompañantes habían tenido serios problemas en aquel cementerio, porque algunos de los muertos se resistían a caer en las emboscadas, e incluso planeaban contraemboscadas ellos mismos, aprovechando los recovecos ocultos— Y si han matado a los ladrones, casi seguro que deben estar convirtiendose en lo mismo que ellos. Los hemos visto ayer, no creo que podamos con la veintena de monstruos que debe haber ahí abajo.

Lucrecia suspiró, derrotada por las circunstancias.

¿Estás segura? preguntó a Elianne. Si esos monstruos son inteligentes, y son más de la parejita que he visto, prefiero ser pobre y estar viva otro día, que bajar y convertirme en una de ellos.

Era imposible, a esas alturas, saber si alguno de los ladrones seguía vivo, escondido o encerrado en alguna de las habitaciones del sótano. Si ese maldito ilmaterino y su hermana no se hubiesen largado con los rabos entre las piernas...

Y si no estáis en condiciones de luchar, habrá que aceptar que no podemos hacer nada por el momento. Puede que hubiesen librado a Puente Brandon de un problema, pero si los necrarios conseguían encontrar la aldea, quizás la habían arrojado a uno mucho mayor. Típico de aventurero. Y marcharnos de aquí.

El Kraken abrió los ojos como platos.

-PERO... ESO ES... IMPOSIBLE! ¿CÓMO VAMOS A PARARLOS ENTONCES? EL KRAKEN NO TEME A NADIE PERO NO PODEMOS ENFRENTARNOS CON ELLOS EN ESTAS CONDICIONES. ESTAMOS DEMASIADO MALHERIDOS. DEBEMOS VOLVER AL PUEBLO Y DESCANSAR UNOS DÍAS.

—Si, creo que lo mejor será volver, avisar de la amenaza y volver a pensar qué haremos.