Partida Rol por web

Raellia se incorporó lentamente, bastante dañada y ser consciente plenamente de qué o como había ocurrido. Ante el ofrecimiento de aquel hombre tan siniestro, y tras echar un vistazo al resto, dijo:

-Yo podría intentar tratar todas vuestras heridas, así que creo que seré la mejor opción... A no ser que algún otro pueda, en ese caso, le dejaré hacer a él y esperaré...

No soy ningún sanador  , qfff,qfff-Toso y escupo  flemas  mezcladas  con sangre .¿Deberíamos de  atar  a ese  enano  , no ?.Me  siento en  el suelo   para no caerme a causa de las  heridas .Aunque  , ahora mismo no me encuentro demasiado bien.

Confundido, dolorido y chamuscado procuro moverme poco para empeorar las heridas. Me arrastro hasta apoyarme en  una pared y observo el lastimoso estado en que hemos quedado, aunque al menos estamos con vida.

Parece que la única con conocimientos de curación era la paladina y no puedo evitar preocuparme por su estado y porque haga algo que ponga en peligro su vida.

- Mi Señora, cuidado, no arriesgéis así. Lo que necesitamos es un descanso prolongado y una atención continua. En vuestro estado podéis empeorar vuestras heridas si hacéis algún esfuerzo.

-Sanadme con magia.-Digo antes de caer desvanecido.

En ese instante, caigo completamente inmovil al suelo.

-¿Lo conseguimos?-Pregunto sin atreverme a moverme.-¿Hemos derrotado a esos demonios?

Ialdabode se incorporó tras la explosión sintiéndose mal, muy mal. Miró su cuerpo y, a pesar de no ver ninguna herida superficial, sabía que cualquier mínimo esfuerzo le costaría la vida. Se sentó con calma, esperando que la cabeza dejara de darle vueltas y consiguió serenarse. Una vez se sintió con algo más de fuerzas, se levantó, observando todo lo que ocurría a su alrededor.

Yo venía buscando quién envenenó a mi compañero y termino enfrentándome al corazón de una diosa... Esto tengo que escribirlo murmuró para sí, con una extraña sensación de heroísmo en su interior. Observó al enano y ladeó la cabeza.

¿Atarlo? ¿Cómo sabes que es un enemigo?

Tu lo conoces?.Mas vale pecar de desconsiderado que de confiado..Ademas nadie se ha muerto por que le aten las manos y los pies .Intento volver a ponerme  de pie pero las piernas  siguen flaqueandome  y prefiero no arriesgarme 

-Un ser muy cabal el enano.-Digo desde mi lugar en el suelo tras ver como se va.-¿Algún sanador en la sala?-Pregunto con sorna.

Sin posibilidad de moverme, permanezco en el suelo inerte.

-Como ya he dicho-respondió la mujer, apoyada en la pared para mantener la estabilidad-dispongo de conocimientos de curación... Pero me temo que, si intento tratar a alguien, puedo caer inconsciente. Y creo que no hay ningún otro aquí que pueda despertarme si éso sucediera... Y lo que es peor, tampoco podría ayudaros a vosotros. 

Antes que el enano se alejara demasiado, Ethan llamó su atención:

-Espera enano...creo que la misma bruja que te ha engañado, también nos ha engañado a nosotros. Puede que no te caigan bien los humanos, pero creo que podemos ayudarnos mutuamente y decirle cuatro cosas a esa bruja que nombras. Mi nombre es Ethan y si nos prestas ayuda, podríamos buscar juntas a la mujer maldita... Por cierto, de qué encargo estás hablando, enano?

El bárbaro conocía la dureza de la raza enana. Y todos sus compañeros estaban en una situación precaria...necesitaban a alguien que le tendiera una mano para poder salir con vida de allí. Y Ethan esperaba que "esa mano" fuera ruda y firme. Una mano enana.

Iba a decir algo pero Ethan se me adelantó, pero casi lo agradecí. Mi prosa no estaba inspirada en el estado en que estaba y el bárbaro había dado en el clavo. Retener al enano para si podía explicarles algo más de en qué rocambolesca historia se habían metido.

Poco a poco me voy levantando, tratando de no abrir más las heridas y me alegra la prudencia de Raellia, pues empatizo con bondad   inocencia de la mujer.

Me temo que el descanso es lo único que nos puede venir bien, pero este no es un buen lugar dijo Ialdabode mirando alrededor. Si esta... mujer tiene sus lacayos todavía por aquí, vendrán a por nosotros. Recomiendo que, aunque sea arrastrándonos, salgamos de sus dominios.

¿Ayudaros? grita el enano deteniéndose en seco y mirando con rabia a los presentes, levantó el puño.

¿No me ves en qué condiciones estoy? No, no, sólo me voy a ayudar a mi mismo. Malditos humanos, siempre pensando en sí mismo... ¡Por Reox, qué egoistas!

Señaló al cuerpo del Demonio Gato que había en el suelo, en el lugar donde él mismo había estado tirado.

¡Ahí tienes a tu bruja! Se convirtió en eso y hizo algo raro, pero la estalló en la cara. ¡Ja! El martillo de Reox la destruyó.

Y el enano continuó su camino.

Cargo  la ballesta  con un sonoro clic.No te gustan los humanos?.Perfecto, eso lo puedo entender pero ahora necesitamos saber que tu no eres un secuaz de la bruja y tus prisas  por irte  no despejan mis dudas.¿Que me asegura que no eres la misma bruja  con algún disfraz mágico?

Observo con rostro serio la amenaza del hombre de la capucha y miro a Ethan esperando que trate de mediar en el asunto. El bárbaro parece que tiene cierta influencia en los miembros del grupo y no creo tener la suficiente confianza con ellos como para hacerle desistir de esa actitud agresiva.

Si nadie se disponía a tratar mis heridas, no haría el favor a nadie entonces, así que guarde mi poción.
El enano era uno más traído a esta batalla, de ahí en más solo tengo desinteres.
Me arrastre, con las manos, luego con las rodillas y al final los pies, hasta volver a pararme e ir lentamente en busca de mi hacha.

Mire alrededor. ¿Donde esta la gnomo Snit? ¿Donde esta la maldita gente de esta maldita ciudad? No busco que me den las gracias, sino que deseo una gratificación por lo hecho y un lugar donde sanar las heridas...

Con el hacha, arrastrándola por su peso y hacer fuerza para que no se abran las heridas, me moví lentamente acompañado del sonido de las cadenas y el filo del hacha echando chispas en el suelo, hacia la alcantarilla...

La mujer vio como aquel extraño hombre parecía hacer oídos sordos a sus palabras, se guardaba la poción y empezaba a arrastrarse, no tenía muy claro hacia dónde. Se sintió mal, no por ser rechazada de un modo tan desconsiderado y brusco, sino por no tener la oportunidad de ayudar. Pero, sin duda, tendría sus motivos para comportarse así, y no podía culparle. 

Pero había, quizás, algo más urgente. Las semillas de una pelea. La mujer se acercó tambaleándose, y cuando encontró un apoyo para no esforzarse demasiado, dijo:

-Alto... No es necesario sacar las armas. Este enano no nos ha hecho nada, y seguro que realmente es una magnífica persona, aunque esté contrariado por lo ocurrido. Todos nos hemos sentido mal por el engaño...

Sí, soy un secuaz y os voy a matar con la mirada. ¡Por las barbas de Reox, ahora me amenazan! ¡Humanos! gritó como si fuera un insulto, pero sin detenerse en ningún momento. Y finalmente se marchó de allí.