Partida Rol por web

Nueva York, 13 de noviembre de 2037, 01.30 am.

El cuarto en el que se había instalado Cassandra había sido en sus tiempos una consulta del centro de salud. Estaba en la primera planta, estratégicamente situado enfrente de los archivos donde a la chica le gustaba pasar parte de su tiempo libre. Tenía dos puertas, una que daba al pasillo y otra que daba a otra consulta idéntica a esa, que era la que se había apropiado Trish. Aunque las dos chicas solían acomodarse para pasar las noches juntas, tenían sus espacios de intimidad. 

No había mucho mobiliario, la mayoría del que había pertenecido al lugar tiempo atrás había sido saqueado hacía mucho, o se había estropeado en la inundación que había dejado el sótano anegado, pero en los años pasados allí, habían conseguido algunos colchones y mantas, e incluso Cass tenía en su habitación un armario de metal algo estrecho, que había sobrevivido al agua y los saqueos, además de una mesa con un par de cajones. 

Era ya de madrugada cuando las dos hermanas se juntaron allí, solas por primera vez desde hacía horas y, quizá, con algunas cosas pendientes que comentar.

Era la una y media de la madrugada cuando Trish entró en el cuarto de su hermana. Había sido un día movido, sin duda, y en un rato le tocaba su guardia. Si se daba prisa aún podía dormir un poco antes del momento de levantarse.

La muchacha entró intentando no hacer ruido por si acaso Cass estuviera ya dormida. Al verla le dedicó una sonrisa y se acercó, sentándose directamente en el suelo.

—Hola —dijo en un tono tranquilo, sin levantar mucho la voz por respetar el descanso de los demás—. Vaya noche, ¿eh?

Cassandra estaba tumbada en su colchón, podía parecer que dormía o estar efectivamente en ese estado, pero lo cierto es que cuando su hermana entró en la habitación doble que compartían algo hizo que la oyese. Quizás un sexto sentido, a lo mejor la cadencia inconfundible de sus pasos, el motivo no importaba. Lo que era importante era el resultado, Trish llegaba a su lado. 

La buscadora abrió un ojo para verla, había tardado un buen rato desde que se despidieron y quería ver cómo estaba, pero no contó con que la peliazul tendría la misma inquietud. Fue pillada por la mirada de la joven y no pudo hacer otra cosa que abrir el otro orbe mientras sonreía de vuelta.

-Sí... es lo que tienen las sorpresas.

A qué se refería exactamente con "sorpresa" quedaba a la interpretación de la interlocutora, pero conociéndola como la conocía su hermana lo más seguro era que fuese su forma irónica de referirse a todo, desde la llegada del bebé, pasando por su revelación, hasta llegar al desenlace de la noche.

Al ver la sonrisa de su hermana mientras ella tomaba asiento, Trish ladeó un poco la cabeza. Por un lado sintió el impulso de estirar la mano y revolverle el pelo, como si así pudiera dar vida a Cassandra para que no se portase con esa naturalidad sólo cuando estaba con ella. Si por Trish fuera lo mejor sería que todos vieran a la hermana que ella veía, pero sabía que eso no era posible por el momento.

Con su breve comentario ella asintió. Estaba claro que había sido un día cargado de cosas inesperadas para todos, pero para la chica de pelo azul el balance era más que positivo.

—Ya te digo —comentó de pasada, como si diera por hecho que en eso iban a estar de acuerdo. De inmediato, sin embargo, se echó hacia adelante. De entre todas las sorpresas del día había una que se llevaba la palma—. Que fuerte lo de Nick y Morgana. La verdad es que me lo inventé, pero viendo cómo se ha portado él yo creo que ahí hay tema. —Hizo un gesto con la cabeza, como dándose la razón a sí misma, y siguió hablando en voz baja. En esa ocasión no era sólo para no despertar a nadie, sino también para que los demás no escuchasen lo que estaba diciendo—. Puf, ella que se prepare. Nick donde pone el ojo...

La sonrisa tonta seguía colgada de los finos labios de Cass, tener la suerte de haber reencontrado a Trish era algo por lo que daba gracias todos los días, aunque en contra de lo que hacían muchas personas no se las daba a ningún ente en particular, si no a su don. Ese que la ponía en evidencia pero con el que se había habituado a convivir. 

Ante la mención de "la pareja de la noche" sus cejas se alzaron conteniendo el gesto, no se le había ocurrido que el azoramiento del escritor pudiese ser debido a un sentimiento real, pero si quien mejor lo conocía lo decía era algo a tener en cuenta. Cerró la boca de golpe no queriendo decir lo primero que se le ocurrió, pero con el broche final se incorporó sobre un codo y miró a la salida antes de hablar. 

-Pues que él se prepare para la guerra... y nosotros para alistarnos si lo consigue.

Su cara ya no era risueña, incluso parecía un poco preocupada por la posibilidad.

Al ver que su hermana miraba hacia la puerta Trish dio por hecho que estaba controlando si podían ser oídas. Sólo eso ya hio que su sonrisa creciera, esperando el comentario. Y cuando llegó sólo pudo contener la risa. La imagen mental que provocó Cassandra con sus palabras fue de Nick vestido de militar, cómo, incluso con algunas rayas con tonos de verde pintadas en la cara, y recibiendo órdenes de Morgana sobre cómo acercarse a la cama. Un panorama, vaya.

—Yo paso de alistarme a eso —dijo Trish entre risas, evidentemente refiriéndose a otra cosa. Pero no importaba. Era su hermana, e incluso sin entenderse se entenderían.

Era consciente de que, mientras tanto, su hermana parecía un poco preocupada, pero la imagen era suficiente para darle unos segundos antes de recuperar la seriedad. Y cuando ese momento llegó Trish miró a Cass a los ojos.

—No creo que si ese momento llega vaya a más —comentó—. Si se pone muy tonto, como hoy en la cena, pues se lo decimos y ya está. El fallo fue no hablarlo en privado, pero Nick suele entender las cosas.

—¿Tú cómo estás? —preguntó entonces—. El reconocimiento bien, ¿no? No te ha notado nada raro.

Ante las risas de su hermana, Cassandra no pudo si no unirse débilmente a ella, le hacían bien esos momentos a solas para alejar los pensamientos oscuros de su mente. Poco a poco volvieron al silencio y los aún chispeantes ojos azules se clavaron en los suyos cuando continuó hablando.

La morena asintió mientras esquivaba la mirada para otear de nuevo la puerta, lo de mirar por encima del hombro era algo habitual en ella, pero quizás esa noche lo estaba haciendo más que de costumbre. A lo mejor esperaba a alguien, o quizás sólo era debido a todo lo que había pasado, fuera como fuese respondió entre susurros.

-Sí, bien... todo bien. Nada malo.

Parecía titubear un poco, como si no estuviese segura de que lo que decía fuese la verdad. Trish, que la conocía bien, podía intuir que había algo más.

Que Cass mirase hacia la puerta no le resultó raro a Trish, por más que no fuera la primera vez que lo hacía. Aún así siguió con los ojos su mirada y luego ella también comprobó la salida. Al escuchar su susurro posterior la muchacha aprovechó para echarse hacia adelante, pasando de estar sentada en el suelo a tumbada con comodidad.

Trish ni siquiera se planteó que Cass hubiera podido ser sincera con Morgana en cuanto a las causas de su desmayo. No le habría molestado a pesar de los años que había tardado en contárselo a ella, ni mucho menos, pero entendía las reservas de su hermana. Tampoco le preguntó qué le había contado, pues daba por hecho que se habría excusado sin más. Sin embargo al notar su titubeo alzó una ceja, reflejando un cierto escepticismo.

—¿No te habrá dicho nada por lo de la cena? —preguntó en voz baja antes de ser más directa—. ¿Qué ha pasado?

Cassandra le dejó sitio a su hermana cuando ésta se dispuso a tumbarse -Tenemos suerte al fin y al cabo ¿no?- su mente siempre inquieta jugueteaba con tres o cuatro temas a la vez en cuanto había unos segundos de silencio, a veces incluso a ella le costaba seguir el ritmo de sus propios pensamientos. 

Ante las preguntas de la joven Cass negó con la cabeza.

-No, nada. Sólo que le doy muchas vueltas a las cosas. -sonrió con tristeza -Pero eso forma parte de mi encanto...

Su expresión cambió a una que Trish conocía bien, esa de cuando la mayor se burlaba de sí misma en un intento por deshacerse de sus paranoias, cosa que no siempre lo conseguía.

-Y tú ¿qué pasa con don "sobrao"?

Como siempre, la buscadora preguntaba a sabiendas que su hermana le contaría lo que sucedía, pero no admitiría sermones. No era lo ideal para la aprensión de Cassandra, pero bastaba para al menos estar sobre aviso.

El ceño de Trish se frunció con la respuesta de Cass, sin comprender la relación entre una cosa y la otra. A lo mejor es que se había planteado contarle la verdad a la militar. Eso no habría estado mal, desde luego, aunque habría sido raro. En respuesta a sus palabras, por el momento, Trish sólo buscó la mano de su hermana para tomarla entre las suyas. Sabía cómo era Cassandra para lo del contacto físico, por eso las muestras de cariño solían limitarse a algún abrazo rápido en público. E iba a decir algo cuando su hermana se le adelantó.

Con la pregunta Trish se quedó unos segundos callada. Sus ojos dejaron de mirar a Cassandra un momento para llevar la vista al frente y movió las manos de ambas, como jugando.

—¿Pasar? —preguntó divertida, hablando de manera exagerada como si no supiera a qué se refería—. No pasa nada. —Se encogió entonces de hombros, volviendo a mirar a Cass.

—No sé, lo he conocido hoy. Ransom dice que ellos se fían, más o menos, y, bueno... —Torció un instante la boca, dubitativa—. Parece majo, ¿no?

Lo cierto es que el asunto de los chicos era algo que Trish normalmente mantenía aparcado. Era algo sólo medio consciente, pero después de lo sucedido con Wren no se había acercado a nadie en aquel aspecto. Con Daniel quizá se lo había planteado... Pero ella no estaba, desde luego, entre las preferencias del chico.

Cassandra asistió a las respuestas de su hermana con calma en la mirada hasta su alegato final, cuando hizo rodar los ojos y se le escapó un sonido indefinido, a medias bufido a medias risa.

-Yo no diría majo. Chulo, prepotente -enumeró varios adjetivos que lo describían mejor según ella pero no los dijo con mala cara, al menos no la peor -y hasta puede que un poco fantasma. Mientras sepas de qué pie cojea... Me refería al trato que hiciste con él.

Quería protegerla, que no le pasase nada malo, pero hacía tiempo que había dejado de ser su pequeña. No se lo reconocería de viva voz, pero sabía que era una mujer con recursos y que se sabía cuidar. Eso no quitaba que ella se seguiría preocupando como siempre y procurando ser su Pepito Grillo particular. Además quien era ella para dar consejos en ese tema, su experiencia era... escasa tirando a nula.

En cuanto su hermana empezó a hablar Trish rió por lo bajo. Vale, estaba claro que no le gustaba Jimmy. Si bien era cierto que Cassandra no había visto su mejor lado, eso la muchacha lo tenía claro, pero no se iba a poner a defenderlo a capa y espada. Ella misma lo había conocido ese día. Aún así se encogió de hombros.

—Bueno, a mí me cae bien —dijo, aunque sólo fuera porque Cass no se llevase una impresión equivocada con ella dejándolo correr. Luego respondió a su verdadera pregunta.

—A ver, hoy en el Jackie no sé qué cable se le torció a Nick —empezó—. Creo que estaba de mala uva por lo del crío y pasaba de negociar. Pero total, que fuésemos adonde fuésemos siempre me decía que regatease yo. Así que cuando dimos con Jimmy él expuso lo que quería, y no me pareció mal. A cambio también nos va a conseguir la bomba para el sótano.

Trish liberó en ese momento la mano de su hermana, dejando que la apartase si quería, y se cambió un poco de postura.

—Jimmy quería una entrevista con Big Dima avalada por Nick. Teniendo en cuenta que Nick puede estar presente y retirar su apoyo en cualquier momento si se pasa de la raya, pues ni tan mal.

—Y lo de ahora, de después de cenar —Trish se paró a pensar por un instante. Iba a explicar a su hermana por qué había querido hablar con él a solas, ¿pero era verdaderamente sólo por eso?—... Es que el trato al que llegamos no decía nada de averiguar cómo era la madre, u otras cosas, así que tenía claro que iba a pedir algo más después de dar esa información. Por eso se la escribí, para que al menos viera que ya la teníamos. Lo suyo sería haberlo negociado antes, pero... Es el problema de que estuviera todo el mundo delante. Habría sido mejor sólo con Nick y contigo, la verdad.

Escuchó la primera parte del relato en silencio y sin moverse. Cuando sintió como se aflojaba el agarre al que la había sometido Trish, y como no estaba dispuesta a perder el contacto, comenzó a cosquillear la palma de la joven con las yemas de los dedos mientras seguía atendiendo a la explicación. Asintió al trato al que habían llegado, no era un mal acuerdo, pero le mosqueó que Nick escurriese el bulto y le dejase el peso de la negociación a su hermana. Pensó que tendría que preguntarle qué le pasaba, aunque lo haría en privado pues ya se había visto durante la cena que con demasiado público las conversaciones se podían salir de madre sin querer.

Al oír el final no pudo sino fruncir las cejas, por su culpa el "precio" a pagar había ascendido.

-Lo siento. -no añadió nada más, nada de lo que se le pasaba por la cabeza para disculparse era digno de ser dicho en voz alta.

Miró los claros ojos y no quiso seguir presionando el tema, ya volvería a ello más adelante, tenía claro que no dejaría que ella se hiciese cargo en solitario de la deuda pero pensó que mejor daba un rodeo para que no se cerrase en banda.

-He encontrado a varias mujeres que se ofrecen como nodrizas -a pesar de la aparente buena noticia su tono de voz era precavido, dudoso -, tres de ellas quedan cerca, pero todo contacto se lleva a través de un nick llamado «Mommamilk». Lo encuentro raro, todo a través de una sola persona, como un monopolio... no sé porqué no me da buena espina.

La verdad es que con lo paranoica que era lo raro hubiese sido que pensase lo contrario y que se tirase de cabeza alegremente.

Al sentir el tacto de los dedos de su hermana Trish dibujó una sonrisa. Le gustaban ese tipo de momentos íntimos. No le pasaba con nadie más que durante un rato el mundo pareciera en paz, no una masa informa con ganas de tragárselos a todos.

Con la disculpa de Cass la muchacha negó con la cabeza. No parecía en absoluto molesta.

Acto seguido, cuando su hermana pasó al tema de las nodrizas, Trish escuchó con atención. Parecía probable que al final tirasen de algo así, y también que había quien pensaba negociar y cerrar un trato en nombre de todos, les gustase o no. Estaba bien tener más opciones. Conforme Cass se fue explicando, sin embargo, el ceño de Trish se frunció.

—Parece una mafia totalmente —comentó—. Qué turbio. A ver, por poder podría ser alguien que sólo hace de intermediario, que les consigue clientes a ellas, y a ellos la nodriza... Pero sí suena raro, la verdad.

Le habría gustado añadir algún comentario acerca de cómo era la gente, buscando aprovechar hasta la más extraña situación, pero aquello casi lo daba por hecho. Era el mundo en el que había crecido.

—Sólo espero que no las obliguen a embarazarse una y otra vez, eso sería una verdadera putada —dijo luego torciendo un poco el gesto con desagrado—. ¿O tú sabes si no se corta la leche, si no dejan de dar?

Los comentarios de la joven no hicieron si no reafirmar la impresión que se había llevado Cass y fue asintiendo a sus palabras. Como decía, existía la posibilidad de que fuese pura ayuda mutua, pero no eran ni dos ni tres las mujeres implicadas y estaban repartidas abarcando un buen territorio. Olía a chanchullo, a leguas.

La última apreciación hizo que Cassandra elevase ambas cejas, pensándolo fríamente era un muy buen negocio. Si antes ya morían madres en el parto, con las condiciones actuales era todavía más probable y sin fábricas para hacer la leche en polvo, la leche materna era el único alimento para la supervivencia de los bebés. Para la pregunta no tenía respuesta, no era un tema que le hubiese preocupado anteriormente, a pesar de la importancia que tenía para ella la familia, nunca se había planteado tener descendencia.

-Ni idea. Yo también espero que las mujeres sean libres y no sea una granja humana. -sus cejas volvieron a bajar sobre sus ojos -Investigaré un poco a ver si saco algo en claro, por si es necesario. Ya sabemos cómo ponernos en contacto, sólo falta saber si es de fiar.

Se quedó callada pensando cómo abordar el asunto, a ver si con ese dilema apartaba el run-run que le zumbaba detrás de la oreja derecha, pero el silencio no duró mucho. 

-¿Te arrepientes de haber hecho algo? -conforme preguntaba se dio cuenta de lo amplia que era la pregunta, sin ningún contexto ni nada, y decidió dar alguna explicación adicional -Quiero decir, ¿crees que debería pensar menos y actuar más, ser un poco menos... analítica?   

A pesar de no estar diciendo nada, por su tono de voz y la mirada esquiva, parecía que la buscadora estuviese desnudado su alma.

Trish se quedó pensativa durante un instante cuando su hermana usó la expresión «granja humana». Era una buena forma de llamarlo, sí. Una que provocaba escalofríos, pero que también explicaba a qué se referían exactamente. Si la cosa era como parecía, desde luego, debían ser buenos proveedores de leche y quizá más baratos que una nodriza independiente. Eso no significaba que los Morris quisieran tener tratos con gente como esa: por suerte eran de los pocos que tenían recursos como para escoger.

La siguiente pregunta de Cassandra, cambiando de esa forma de tema, la pilló un poco por sorpresa. Trish cambio ligeramente su postura, y cuando su hermana especificó más la miró durante un par de segundos antes de responder.

—Creo que todos somos distintos —dijo—, y que deberías hacer lo que no te mate y te haga más feliz. —El primer punto era importante, desde luego. Quizá ella misma debería pensar más en el primero y menos en el segundo para algunas cosas—. A mí me gusta cómo eres —aclaró, aún suponiendo que no era necesario—, pero me va a seguir gustando igual hagas lo que hagas.

El siguiente silencio de Trish duró sólo un instante, lo justo hasta que se preguntó qué había originado aquella idea.

—¿Ha pasado algo?

La respuesta de su hermana hizo que Cassandra volviese a coger su mano y la apretase ligeramente, en un mudo gracias, con la pregunta posterior comenzó a juguetear con la extremidad como había hecho ella antes. Ante una pregunta directa no quería mentirle pero no podía decírselo, no ahora tan reciente y sin tener claras las cosas, volvían al tema de su propia pregunta, pensaba mucho. 

-Sí, pero no es nada de vida o muerte, ni urgente. -aclaró mirando su cara y continuó -Ya sabes, pienso demasiado.

Negó con la cabeza y medio sonrió, cogió la mano de Trish con las suyas y la acunó.

-En cuanto resuelva el enigma te lo digo, no debí tardar tanto en contarte lo mío. -era una clara alusión a su don.

Cuando la inventora le dijo lo que le había pasado Cass necesitó un tiempo para asimilar lo que implicaba, que las dos tuviesen dones no se le antojaba algo aleatorio, luego vinieron nuevas preguntas que trató de responder y al final, sin haber hallado respuesta para ellas y dado el tiempo transcurrido, no supo como abordar el tema de nuevo. Como siempre volvía a saltar de un tema a otro, aparentemente no tenían relación entre ellos, pero dentro de su cabeza todo estaba conectado.

-Siento lo de la cena pero no pensé que lo contarías, me pilló por sorpresa y... supongo que me asusté. -se encogió de hombros sin poder dar otra causa a su reacción -Después de tanto follón deberíamos hablar con Lis para saber sus motivos.

Ahí estaba de nuevo, otro salto. O su mente iba muy rápido y no lograba verbalizar el nexo de unión, o prefería no detenerse en nada demasiado tiempo no fuesen a ahondar en su persona, o quizás le ocurría una mezcla de ambas.

Como tantas veces, su hermana volvía a extender a su alrededor una nube de misterio, rodeándose de una bruma tras la que —creía Trish— se sentía más segura.

La muchacha no insistió. Como con todo, y ese día se había demostrado más que nunca, ya llegaría el momento. De modo que simplemente se encogió de hombros, demostrando que no tenía prisa por saber lo que fuera, e hizo un gesto para apartar aquella disculpa.

—No te preocupes —dijo, creyendo que el tema terminaría ahí.

Acto seguido, cuando su hermana prosiguió con otra disculpa, Trish reflexionó por un instante.

—Estaba bien que los demás lo supieran, por si acaso —comentó—. Lo que no esperaba era que Jimmy llegase con información tan precisa también sobre eso, si lo sé me quedo callada.

—Pero sí, creo que deberíamos ir y hablar con ella. Tenemos que saber no sólo sus motivos, sino también si esperar que nos quedemos con él para siempre , o qué. Diga lo que diga Morgana, es su madre. Si llega el momento, lo suyo es devolvérselo, ¿no crees?

Como siempre su hermana era indulgente con ella y con su ostracismo, Cassandra volvió a dar gracias mentales por tenerla de nuevo a su lado y siguió cogiendo aquella mano que la anclaba al mundo. Estaba de acuerdo con parte de lo que dijo pero ella no era tan extrovertida ni confiada como Trish.

-Primero lo primero, después ya veremos. -dijo sin decir nada realmente.

Las acciones futuras dependían de lo que descubriesen y no pensaba adelantarse. Era reacia a hacer castillos en el aire en base a suposiciones, a pesar de tener fugaces visiones del futuro tenía muy claro que lo que veía y lo que pensaba que significaba esa visión, podían ser dos cosas totalmente distintas.

-No deberíamos ir muchos por no atraer miradas pero las dos solas... 

No tenía claro a quien era mejor proponerle que las acompañase, para esos temas nadie como la peliazul.