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Finales y principios

[Capítulo 2] Aunque camine por valles de sombras, nada temeré.

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15/04/2018, 23:25
Clementine

La verdad es que soy un tanto profana en este asunto del Barrio. -admitió, con una sonrisa, acunando la cabeza del bebé con cuidado una vez Kane pudo cerciorarse de que todo iba bien con el pequeño- Si crees que hablar primero con ese hombre puede darnos alguna clase de ventaja para negociar o una mejor idea de cómo están las cosas, quizá sí que deberíamos ir primero a hablar con él.-apuntó- Además, si atiende la salud de esta comunidad, de seguro debe saber si ha habido algún parto o embarazo reciente, que es lo que hemos venido a preguntar, ¿no te parece?- preguntó, a modo de sugerencia. 

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16/04/2018, 23:06
Narradora

Y así fue como el grupo de viajeros del Morris comenzó a moverse por aquella calle ancha en la dirección del río. Sin embargo, apenas habían avanzado algunas decenas de metros cuando Morgana les guió hacia la derecha, haciendo que el perro emitiese un ladrido de protesta y cambiase bruscamente su dirección para trotar hasta ponerse rápidamente de nuevo a la cabeza. 

No tuvieron que caminar mucho más para llegar al lugar donde Nicolás tenía su consulta. El sitio había sido en otros tiempos un supermercado de descuento, a juzgar por las enormes letras que todavía se mantenían sobre la fachada: «9_ c RU_H». Se notaba que faltaban un par por los huecos, pero las que aún quedaban tenían la bandera americana dibujada sobre ellas, deslucida y casi sin color, pero aún reconocible como un eco de otros tiempos en los que aún esos símbolos significaban algo. 

Las cristaleras del antiguo supermercado habían sido tapadas en su mayor parte con una pintura gris que sólo dejaba libre la parte de arriba. Seguramente en un inicio ese hueco existía para que entrase algo de luz al interior, pero con el paso del tiempo el polvo lo había cubierto y opacado, como había hecho con el resto de aquella ciudad cuyo brillo era tan sólo un destello lejano en algunas memorias. 

Bentley emitió un gañido dubitativo al ver que el grupo se detenía allí y buscó a Clementine con la mirada, como si esperase que fuese ella quien decidiese si él podría entrar o debía esperarla fuera. 

La puerta estaba abierta y daba a lo que parecía ser la sala de espera. Distintas sillas se habían colocado en hilera cubriendo el interior de la cristalera pintada de gris y la pared de enfrente, que parecía de conglomerado y tenía toda la pinta de haber sido un añadido al edificio original. En esas sillas había tres personas sentadas, dos mujeres dando la espalda al cristal y un hombre frente a ellas. 

La primera era una joven que debía tener la edad de Clementine, con cabellos castaños y despeinados. Se apretaba la tripa con ambos brazos y, en el momento en que los tres viajeros entraron, tenía la cabeza apoyada en el hombro de la otra mujer. La levantó para mirarlos y pudieron ver las profundas ojeras bajo sus ojos marrones. Tenía la frente sudorosa y no parecía estar precisamente en su mejor día. 

La mujer junto a ella era una anciana, de cabellos blancos y tez tostada. Sus rasgos eran delicados a pesar de las arrugas pero se notaba un porte orgulloso en la forma en que mantenía la barbilla alzada. Su brazo rodeaba los hombros de la chica, a la que parecía estar murmurando palabras de ánimo cuando la puerta se abrió y atrajo su mirada. 

El tercero era un hombre de piel oscura y pelo abundante, tanto en la cabeza como en el rostro. Sus cabellos eran blancos, aunque en la barba amarilleaban un tanto, y no parecían haber conocido un peine o unas tijeras en años. Él no llevó su mirada hacia los recién llegados. La tenía perdida en un punto indefinido del aire y allí la mantuvo, sin que pareciese siquiera haber notado que habían entrado o la corriente fría que les había acompañado. 

    

No había nadie más a la vista. En el lugar flotaba el olor característico del yodo, mezclado de una forma algo empalagosa con una vela aromática que alguien había dejado encendida en un rincón cercano a la puerta. A la izquierda había una abertura en esa pared improvisada tapada por una cortina de tela gruesa de colores que había conocido sin duda mejores tiempos pero que todavía hacía su función. Se oían voces al otro lado pero estaban lejos y hablaban en un tono demasiado comedido como para entender lo que decían desde allí. 

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17/04/2018, 00:08
Narradora

A Morgana las dos mujeres no le resultaron familiares. La chiquilla en realidad se parecía a tantas otras que vivían por allí, pero sin duda se acordaría si hubiera conocido a la mujer más mayor. Tampoco era extraño, por un lado en aquel asentamiento vivían demasiadas familias como para poder conocer a todo el mundo. Por otro lado, los sábados, cuando Morgana trabajaba en la consulta, eran los días que Nicolás dedicaba a atender principalmente a gente de fuera de la Comunidad. 

Sin embargo, al hombre negro sí que lo conocía. Todo el mundo conocía a Quijano, aquel tarado que deambulaba por las calles siempre perdido en su propio mundo. Solía acudir de tanto en cuando a la consulta, en ocasiones con la muñeca o el tobillo dislocados, otras veces para saludar a Nicolás o refugiarse del frío o el calor en un lugar del que nunca le echaban y en otras sin motivo aparente. 

Ella pudo reconocer la voz del médico en una de las dos que hablaban al otro lado de la cortina. Debía estar atendiendo a algún paciente. 

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17/04/2018, 20:09
Kane

El trasiego por el barrio les acabó llevando hasta la clínica del tal doctor Nicolás, pero Kane volvió a abstraerse. Entrecerró la mirada hacia el final de la calle, antes de entrar, y suspiró largamente. Aquel lugar parecía seguro, debía serlo, por lo que se mostró más relajado.

Mientras habláis con el doctor, yo daré una vuelta por aquí —dijo resuelto, aunque hablaba más directamente a Clementine que Morgana —. Nos veremos por esa plaza en un rato.

La mirada de Kane a un lado y a otro, aunque tranquilas, parecían dirigidas a buscar a alguien o, puede, que la sensación de buscarlo. Movió los hombros para desperezar un poco el paso, miró a Lincoln y Shamira unos instantes.

Podéis venir conmigo, si os apetece —ofreció el pistolero mientras se acercaba a Clementine, le dedicó una sonrisa leve y una mirada al bebé, una mirada de atención que hizo que la sonrisa brillara un pelín más, pero que no dejó que se afianzara —. Nos vemos ahora.

Dicho esto empezó a caminar por la calle, sin prisa, pendiente de su alrededor más con curiosidad que por alerta.

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18/04/2018, 16:06
Morgana Whiterocks

Morgana se encogió de hombros ante la suposición de Clem.

- Debe de tener un registro. Recientes o no tanto. También hay mucha curandera que va por su cuenta y atienden partos.

No prestó atención a la bandera de la que un día fue su patria. Un país al que consideró el mejor, un baluarte del mundo libre,  no falto de defectos superados por sus virtudes; un símbolo por el que derramó sangre propia y ajena, por el que dieron su vida muchos de sus camaradas. Por el que cruzó una tras otra cuantas líneas rojas se le pusieron delante (aunque no se mentía a sí misma conocedora de que  le sirvió de excusa para hacerlo). Ni siquiera sentía ya decepción o desilusión. Ni el desprecio que ocupó el espacio dejado por esas emociones.

Cuando Kane invitó a los chicos a darse una vuelta, Morga dio un respingo. No le desagraba la propuesta, se quitaría de encima un rato al huraño de Lincoln. Sin embargo su mala hostia interior se adelantó:

- Una mierda con eso. Se quedan aquí -a la marine le costaba quitar el pie del acelerador-. Es buena idea que te largues un rato. Ten cuidado con las tías, aquí muerden a los turistas -se burló y se mordisqueó el labio. A continuación endulzó su hosquedad-. En la plaza, al fondo del mercado hay un puesto con un toldo de varios colores chillones, ahí sirven un "café" decente. Bueno, es una puta mierda de café, si me entiendes, pero no te cagas encima como pasa con el aceite de motor del nuestro.

Al entrar dio un repaso rápido pero atendiendo a los detalles como solía hacer, a las dos mujeres y al tipo barbudo. Sin ser consciente de su mirada inquisitiva, saludó con un "qué hay" jovial en español y prestó atención a las voces del otro lado de la cortina. La apartó y miró, siguiendo en español:

- Doctorcito, visita sorpresa de su enfermera molona. ¿Algún fiambre hoy?  -se giró y guiñó un ojo a Clementine. Luego dejó la cortina y observó al melenas, lo conocía. No le caía mal el tipo, al contrario. Risueña, le dirigió la palabra:

-¿Calentándote el culo, Quijano? Pues espera al invierno, se te van a helar las pelotas.

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19/04/2018, 12:11
Clementine

Para Clementine, aquellos colores difuminados por el paso del tiempo que habían sido la bandera que proclamaba la nacionalidad de la tierra que pisaban sus pies, no significaba nada. Sabía lo que era una bandera, y el orgullo patrio que ésta había desencadenado en los Estados Unidos de América, pero cuando fue lo suficientemente adulta como para empezar a tomarle aprecio a aquellos colores su educación ya la había desprovisto de esa clase de divisiones, y el orgullo patrio había quedado en gran parte socabado por los problemas que socababan la fe de una humanidad gemebunda. 

Por lo que, sin haber observado aquel rótulo sin especial ceremonia, dedicaba un asentimiento cordial de saludo a los tres individuos allí sentados, y otro a Kane, tras escuchar su declaración de intenciones- Ve tranquilo, y ten cuidado.-dedicó un vistazo a los críos, y a Morgana, frunciendo un tanto el ceño al comentar esta última aquello de las mujeres que mordían a los turistas, como si no acabase de entenderlo, o lo entendiese pero no le terminase de gustar. 

Emitió un leve suspiro, y observó de nuevo a los tres allí presentes, tratando de contrarrestar la mirada inquisitiva de Morgana con una sonrisa, antes de seguirla, un tanto insegura, preguntándose si de hecho podían pasar así sin más, e identificando el olor a yodo como aquel propio de un lugar donde había gente herida y enferma. 

Reparó en Bentley, y se quedó cerca de la puerta, donde él pudiera escucharla y sentirla- Quédate aquí fuera, Bentley.-indicó, acompañando sus palabras con un gesto. Un hospital improvisado no era el lugar indicado para el can, aunque siempre le daba lástima dejarlo atrás. 

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19/04/2018, 23:39
Shamira

Lincoln levantó la mirada con interés cuando llegó la oferta de Kane de acompañarlo. El chiquillo ya estaba abriendo la boca para decir que él sí que iba cuando Morgana cortó de cuajo aquella idea. Frunció el ceño y apretó los labios, pero no protestó. En lugar de eso se fue hacia la pared más alejada que pudo y se apoyó en ella con una expresión hosca en la cara. 

Conociendo un poco a Shamira como lo hacían, los tres adultos podían adivinar que ella seguramente prefería quedarse allí. La muchachita miró al crío con algo de preocupación, pero luego llevó sus ojos al pistolero.

Gracias igual por la oferta —le dijo como despedida, antes de que Kane comenzase a alejarse. 

Bentley emitió un leve quejido con la instrucción de Clementine, pero después se sentó ante la puerta y puso su atención en la gente que se movía por la calle, como si estuviese decidido a proteger aquel lugar. Al menos, mientras su humana favorita estuviese dentro. 

Notas de juego

Kane sale de escena.

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20/04/2018, 03:20
Narradora

Notas de juego

Vamos a: [Capítulo 2.1] La Comunidad.

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20/04/2018, 03:30
[Comunidad] Nicolás Arbelo

Al correr la cortina y asomarse, Morgana pudo ver a Nicolás de pie, junto a la camilla que usaba para los reconocimientos. Sentado en ella, hacia el lateral, había un hombre. Parecía que el médico estaba terminando de vendarle la muñeca. 

Llevó la mirada con cierta sorpresa hacia la entrada al escuchar la voz de la exmilitar, pero con aquel comentario, negó con la cabeza, como si considerase que ella no tenía remedio. 

«Morgana, qué sorpresa» —respondió, en español, con su voz suave y melosa—«. Ahora termino con Antonio y me cuentas qué haces aquí.» 

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20/04/2018, 03:41
Narradora

Desde el otro lado de la cortina, Clementine pudo escuchar una voz respondiendo a Morgana. Hablaba en español y la predicadora no llegaba a entenderlo todo, pero sí algunas palabras que eran suficientes para comprender el contenido. 

​—«Morgana, qué sorpresa» —Era una voz de hombre, suave y melosa—. «Ahora termino con Antonio y me cuentas qué haces aquí.» 

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20/04/2018, 03:46
[Comunidad] Quijano

El hombre de piel oscura al que Morgana se dirigió, llevó su mirada hacia ella despacio, como si sus ojos no tuvieran prisa ninguna por encontrar a aquella que acababa de decir su nombre. Pero cuando la vio, sus labios se curvaron en una sonrisa que dejaba ver sus dientes, los que aún le quedaban. 

El «invierno» ya llegó, «chica guapa»le dijo mezclando inglés y español y riendo como si encontrase una gran diversión en lo que la exmilitar había dicho—. Fue hace «más de» veinte «años», pero a lo mejor tú no «te acuerdas»

El tipo se encogió de hombros y su mirada pasó a Clementine, dirigiendo hacia ella sus siguientes palabras. 

Y desde entonces así «se me quedó» la barba. Toda «blanquita» como la «nieve», «¿viste?» —Hizo una pausa y alargó uno de sus nudosos dedos para señalar el bulto bajo el poncho y preguntar con naturalidad—. ¿Y qué llevas «ahí»?

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20/04/2018, 03:55
Shamira

Mientras tanto, Shamira se acercó a la chica que estaba sentada y se sentó a su lado. Sus ojos contemplaron al anciano cuando habló, pero la chiquilla no sabía nada de español y no era difícil notar en su expresión que no entendía mucho lo que estaba pasando o qué decían unos y otros. 

Así que no tardó en volver a mirar a la chica con curiosidad y empatía a partes iguales. Cuando le habló, lo hizo en voz bajita. 

¿Es la tripa? ¿Te duele mucho?

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20/04/2018, 15:41
Morgana Whiterocks

- El matasanos saldrá en un momento. Es un buen tipo, en tu onda.  -informó a Clem. Tras las presentaciones,  Morga pensaba ir directa al asunto, incluso tenía preparado un plan de acción a ver cómo lo enfocaba Nicolás. Miró a Clem, sopesando qué ideas pasaban por su cabeza-. Mamita, ¿lo tienes claro, alguna sugerencia?

Daba la impresión que Morgana no prestaba atención a sus pupilos, en particular a Lincoln, la realidad era muy diferente. No se le escapaban sus miradas, expresiones o acciones. Cuando el crío se apoyó en la pared,  le lanzó una mirada que podía partirlo por la mitad, hizo un ligero movimiento de cabeza señalando que se apartara del muro. Para ella, Lincoln había cometido antes una enorme falta de disciplina, para nada una nimiedad,  ni pensaba quitarle hierro como el blando de Kane. No es que Morga hubiese sido una representante ideal de la obediencia castrense en sus tiempos del ejército, sin embargo se consideraba siempre en la verdad acertada, práctica, con sentido. Vamos, que tenía razón y el mundo se equivocaba.

Devolvió la sonrisa a Quijano. Sí, si que recordaba. Aquel día, aquellas imágenes, resultaban imposibles de olvidar. Convulsionaron al planeta entero. Además, pocos días antes fue su primera expulsión de un instituto, por soltarle un par de tortas a una profesora idiota que se pasó insultando a su hermana pequeña; o algo así, el detalle no tenía importancia. Se acordaba de los Alados y también de la cara de atontada de la mujer, con las gafas caídas y los ojos como platos por la inesperada y desagradable sorpresa, observando con ira contenida a la criaja malhablada y descarada que tenía delante. "¿Cómo me llamó? Ah, sí, monstruo, maldita bestia y no se qué bonitas lindeces y gilipolleces más". Por eso la sonrisa de Morga se ensanchó un poquito más.

-No seas tan dramático, Viejo. El puto  invierno no es tan malo: se patina, se hacen jodidos muñecos de nieve y nos podemos divertir la hostia tirándonos bolas de nieve -dijo en español con una punta de sarcasmo mientras le pellizcaba en la mejilla.

Resultaba evidente que Quijano se refería a otra clase de "invierno". La exmilitar continuó en el mismo sentido- Y esa barba y melenas me gustan, son la puta leche, la envidia de los capullos calvos amariconados.

Ambigua, en su expresión y tono, no dejaba claro si bromeaba o iba en serio. A Morga tanto le daba.

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20/04/2018, 22:59
Clementine

Clementine dedicó una mirada conciliadora a Lincoln, y entrecerró ligeramente los ojos, al escuchar al doctor, aún sin haberlo podido observar adecuadamente. Se preguntó si aquella voz correspondía a un hombre joven, o si por el contrario podía ser alguien con un aspecto más venerable, tal y como lo era una de las figuras que se encontraban sentadas frente al improvisado hospital. Aquel que parecía responder al nombre de Quijano, y que respondía a Morgana despertando de paso la curiosidad de la predicadora, que volvía a situarse frente a la cortina, cerca de aquellas tres figuras, aprovechando para intentar dedicarle un vistazo breve a Bentley. 

Asintió, ante las palabras de Morgana- Supongo que lo tengo claro.-respondió a su compañera, un tanto confusa, sin querer profundizar demasiado en los asuntos que las habían llevado a aquel lugar, no al menos sin saber si era conveniente hablar de ello abiertamente, o era mejor parlamentar de manera más... Discreta, sobre el asunto. Morgana parecía moverse como pez en el agua en aquel barrio, y a pesar de que la propia Clementine sabía de sus carencias en cuanto a confianza y fe, prefería, por ahora, fiarse de su criterio.

Quijano, del que sospechaba, debía ser alguna clase de figura de autoridad entre aquella gente que respetaba la senectud, se dirigía entonces hacia ella, en una pregunta abierta que a Clementine le resultó del todo cabal, y con la intención de mostrar su buena disposición, la joven volvía a sonreír- Es un chamaquito.-dijo, antes de acercarse, ahuecándose el poncho, para que tanto el hombre, como las dos mujeres, pudieran observar al bebé que reposaba sobre su pecho- Un chamaquito nacido en el invierno. -apuntó, acariciando la cabeza del bebé, con cuidado- Supongo que es otra de las cosas buenas del invierno. El invierno trae vida consigo, tal como lo hizo en su día la primavera.- añadió, con cierta solemnidad, sin perder el buen tono- Me llamo Clementine. Vivo con esta chica guapa que sólo sabe soltar culebras por la boca y proferir maldiciones. -apostilló, dedicando entonces un guiño a Morgana. 

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21/04/2018, 17:02
Morgana Whiterocks

Ella también echó un vistazo al chamaquito, motivo de su excursión matutina a la Comunidad. Si no se había meado, no tardaría en hacerlo. Seguía buscando marcas, una señal, a pesar de que el día anterior ya lo había examinado de pies a cabeza. Esa vaga sensación indefinida la perseguía.

Torció la sonrisa, divertida, al escuchar el comentario de su compañera. Abrió la boca para contestar que otras solo parloteaban de fe, religión, mi dios y chorradas semejantes. No lo hizo, se rascó el labio superior con los dientes, y no fue borde. Dejó fluir la broma.

- Soy tu "maldito" lado oscuro. ¿Cómo es eso que se dice? El yin y el yang. Invierno y primavera, ¿no, mamita?

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23/04/2018, 15:11
[Comunidad] Quijano

Lincoln reaccionó a la mirada de Morgana apartándose de la pared como un resorte. Seguía ceñudo y con los labios apretados, pero se quedó de pie y tieso, con la espalda recta, mirando hacia la calle. 

El viejo empezó a reír entre dientes, como si le divirtiese sobremanera que la exmilitar le cogiese el moflete, o tal vez algo en sus palabras le había resultado hilarante. Y aún seguía coleteando esa risilla en sus labios cuando Clementine abrió el poncho para mostrar al bebé. 

Ohhh, «niña», pero qué «lindo» tu «chamaquito» —dijo entonces el anciano, con una sonrisa que mostraba sus dientes y los huecos entre ellos—. Se parece al «papá»

Tras esa sentencia llevó su mirada y su sonrisa hacia la predicadora y volvió a reír por lo bajo. 

A la «chica guapa» hay que lavarle la lengua con «lejía», pero deja que «este viejo Quijano» se caliente el «culo» en «invierno». Perro que ladra... 

El resto de la frase se perdió entre sus dientes y su risa, pues no llegó a terminarla. 

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23/04/2018, 22:26
[Comunidad] Isenia García

La chica se había vuelto para mirar a Shamira cuando se había sentado a su lado y con su pregunta, asintió con la cabeza mientras movía el culo para juntarse un poco más a la mujer, separándose de la chiquilla. 

No te acerques, por si es contagioso —le dijo en voz baja, con la cara pálida y los brazos aún rodeando su estómago. 

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23/04/2018, 22:34
[Comunidad] Acacia

La mujer más mayor había estirado el cuello con curiosidad por ver también al niño que Clementine les mostraba y había asentido con cierta aprobación. Pero fue al escuchar a la joven a su lado que bufó mientras llevaba su mirada hacia ella. 

Deja de decir tonterías, Ise —dijo, con tono autoritario, tratándola con familiaridad—. Qué va a ser contagioso, eso es por el pescado que te comiste ayer y punto en boca. El doctor te dirá lo mismo que yo. Un purgante y a casa.

Después miró hacia Clementine y volvió a asentir con la cabeza. 

Sí que es bonito tu «chamaquito». Gordito y despierto, lo tienes muy bien cuidado, chica. Sigue así y crecerá grande y fuerte como un roble. 

Llevó una mano a su pecho entonces, con un gesto lleno de dignidad, como si considerase que presentarse era lo que que se debía hacer si se iba a pegar la hebra con los compañeros de sala de espera. 

—Podéis llamarme Acacia y esta es Isenia. ¿Vivís aquí? Nosotras estamos de paso. 

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25/04/2018, 19:04
Clementine

No, yo no lo llamaría lado oscuro. Eso es lo que te gustaría a ti. Pero como bien dice este amable señor... Perro que ladra...-contestó, divertida, a las palabras de Morgana, sonrojándose un tanto- ¿Se parece al papá? Bueno... Supongo... Supongo que debe parecerse al padre.-añadió, insegura, sin saber si debía hablar de aquello libremente ante la presencia de las dos mujeres. No porque desconfiase de ellas, sino porque quizá las metía con ello en un problema del que no formaban parte. No obstante, el hecho de que aquel anciano pensase que... ¿Kane? Y ella habían tenido un hijo le traía a la memoria reciente recuerdos no tan remotos que arrebolaban sus mejillas. 

Encantada, Acacia, Isenia... -dijo, con una sonrisa, buscando un asiento desde donde pudiera mirarlas de frente- Yo, como ya le comentaba al señor Quijano, me llamo Clementine, y ella es Morgana. -dijo, señalando con la barbilla a su compañera- Los jovencitos aquí presentes son Shamira y Lincoln, y el peludo que nos espera fuera es Bentley.- comentó, presentándolos a todos con el mismo gesto- Y no, no somos de esta zona. Venimos de Sugar Hill. Un sitio muy tranquilo.  - aquello lo habría sabido cualquiera a base de preguntar suficiente, por lo que era una tontería no conversar sobre el tema con tranquilidad, o al menos eso pensó, mientras dedicaba un vistazo breve a Morgana- Somos como una gran familia, por lo que me alegra ver que hay otros lugares en los que se puede vivir también con relativa paz, al menos dentro de sus fronteras.- comentó, convencida y cordial.

- ¿De dónde sois vosotras? ¿No sois Del Barrio? 

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25/04/2018, 23:25
Morgana Whiterocks

Frunció los labios, con expresión seria de pronto y mirada torva hacia Clem y Quijano. Morgana no solía ladrar. Más bien era de las de morder sin avisar.

- Puedo ser una bruja, pero no una perra. -Voluble en sus cambios de temperamento,  se encogió de hombros, recompuso su máscara de gorgona y volvió a la anterior sonrisa burlona- «Es que soy una chica guapa y buena. Un puto ángel de dulzura que mea agua de rosas.»

Aquello que nadaba en su sangre no era feliz si no soltaba su bilis mordaz. Siguió, volviendo a fijarse en el bebé- «Coño, es lo que yo digo, toda la cara de su papito".

Morgana era desconsiderada para muchas cosas mientras que para otras se mostraba respetuosa, e inflexible con quien no lo era. Su sentido ético resultaba una especie de dédalo mental donde solo ella reconocía los pasillos, giros y trampas a evitar hasta su centro. Además, se sentía ansiosa, inquieta, y no solo eso, doblemente irritada, empezaba a cansarse de marcar a diario a Shami y Lincoln. Aunque trataba de evitar en su voz o modales tal estado, se daba cuenta que no lo lograba del todo; sus ojos, sus gestos, sus cambios repentinos de humor, la delataban.

Paseó la vista a la joven paciente. Las enfermedades estaban a la orden del día: suciedad por doquier, mínima higiene; agua pútrida, alimentos en mal estado. Falta de medicamentos. Te podías morir de un resfriado. No era tan descabellado un contagio. Tan plausible como el pescado podrido. Y como todo era posible, por muy gilipollas que pareciese la cosa, buscó los ojos de Shamira y con la mirada y gestos le indicó que se levantase y cambiara de asiento.

-No te hará puta gracia si te vomita encima.

Escuchó a Clem, no añadió ni rectificó nada, se mantuvo en silencio sin escupir ninguna culebra. A pesar de que no consideraba necesario dar tanta explicación ni enrollarse como lo hacía la predicadora. "Don de gentes. Ahora nos soltará un puto sermón".