—Bastante tienen los tiburones con las ballenas, que se pueden comer a veinte sólo abriendo la boca y aspirando hacia dentro —respondió el chaval, asintiendo convencido con la cabeza.
Pero lo que le terminó de impresionar del todo fue la explicación de Axel de cómo se subía uno a un elefante.
—¿Pero cómo se lo pides? ¿Te entienden? —preguntó, alucinado y un poco confuso.
Shamira esbozó una sonrisita de medio lado y respondió con una pizca de malicia brillando en sus pupilas.
—Pues le dices: «Señor elefante, por favor, ¿podría concederme el gran honor de dejarme subir a su espalda para ver el mundo desde lo alto? Es que tengo miedo de las hormigas que van por el suelo y hacen cosquillas en los pies.». Y entonces el elefante se quita el sombrero con la trompa y se agacha haciendo una escalera para que te subas.
Miró a Axel y alzó las cejas, intentando hacerle cómplice.
—¿A que sí? ¿A que es así?
La imaginación de Lincoln sin duda era divertidísima, así que Axel solo se cayó y asintió sonriendo a su estimación de tamaños. Por un momento, estuvo tentado a contarle de los megalodones, pero se lo guardó para otro momento. Ya le había dicho de suficientes dinosaurios por un día, y quería que se sorprendiera con algo cuando le consiguiera los libros, o lo que fuera que pudiera conseguir.
Entonces fue cuando Shamira soltó la joyita sobre como se le pedía a los elefantes el subir y Axel tuvo que morderse el interior de las mejillas para no reírse a carcajadas, asintiendo también lo más seriamente que pudo considerando las circunstancias - Si, exactamente así es como se pide. - dijo aguantándose la risa. En realidad, encontrarse con los niños cuando intentaba olvidar sus pesadillas había sido el mejor accidente posible.
Pero aquello sin duda fue ya demasiado para el crío, que rodó los ojos y les sacó la lengua a los dos.
—Sois tontos del culo —sentenció, mirando hacia el techo—. Los dos.
En cuanto dijo aquello Shamira se echó a reír a carcajadas y se dejó caer sobre el colchón, agarrándose la tripa con el brazo. Pero entonces Lincoln miró a Axel y se puso más serio de repente.
—¿Ahora eres novio de Morgana? —le soltó la pregunta así, de golpe, sin paños calientes ni preparación alguna y se lo quedó mirando con unos ojos que exigían una respuesta.
La muchachita dejó de reírse y se sentó en el colchón. Le dedicó primero una mirada algo torcida al niño, que parecía indicar que Lincoln se acababa de pasar por el forro algo que habían hablado entre los dos, pero tras esa reprimenda muda acabó mirando también a Axel. Estaba claro que ella no quería preguntarle aquello, pero una vez que el mal estaba hecho... bueno, era obvio que también sentía curiosidad.
La reacción del crío le hizo reír de buena gana a él también, acompañando en carcajadas a Shamira hasta que el niño soltó una pregunta que lo dejó viendo estrellas. Así, de golpe, sin advertencia ni nada. Aún con la sonrisa a medio formar, Axel miró a Lincoln desconcertado por un momento, el mismo que Shamira aprovechó para sentarse y reprochar al chico con la mirada. A juzgar por la expresión de curiosidad de la niña, ella tampoco intentaría lanzarle un salvavidas... y es que en realidad, con una pregunta así de directa, pocas posibilidades de ello habían.
Ahora, ¿que coño le decía a los niños? Porque no eran tontos, y sabrían que algo pasaba, pero probablemente no estaban en edad de decirles que se tiraba a Morgana pero no tenía ninguna intención de algo más, o de explicarles que a la mínima señal de Alexia el ya estaría como un imbécil a sus pies. Además, aunque pudiera decirles eso, prefería que alguien creyera que tenía un poquito de autoestima y amor propio.
Somos amigos - contestó finalmente, pues al menos hasta ahí era cierto y tampoco quería mentirles - No somos novios, pero nos gusta pasar tiempo juntos. No sé ella, pero yo disfruto muchísimo su compañía, y me gustaría pensar que Morgana disfruta la mía también. Me hace reír, es sincera, cariñosa cuando quiere, y tiene buen fondo... eso es más de lo que puedo decir de mucha de la gente que conozco. - quería ser honesto, pero no demasiado directo con lo que consideraba un tema que debía ser ajeno a niños tan pequeños. Era verdad que a los 11 o 12 los niños de su barrio ya habían perdido la virginidad, pero es que estos dos se veían tan ingenuos, inocentes y adorables que no quería corromperlos hablando de cosas que requerían un poquito más de madurez, o como había sido en el caso de los niños de su barrio, de descuido y de calle. Ahora que lo pensaba... No habrían oído nada la noche anterior, ¿no?
El niño lo miró con escepticismo cuando empezó a dar sus explicaciones. Y cuando Axel terminó de hablar, sacudió la cabeza y sentenció.
—Eso es que sois novios. —Blanco o negro, así parecía ser la mente de Lincoln. Si pasaba tanto tiempo con Morgana y disfrutaban de su compañía y todo eso que Axel había dicho... Pues eran novios, al menos para él.
El chiquillo se quedó pensando un segundo y medio, no necesitó más para volver a la carga y si el violinista creía que había pasado lo peor, se equivocaba.
—¿Y le tocas las tetas a Morgana? —preguntó, frunciendo un poquito el ceño—. ¿Y ella te toca el pito?
—¡Lincoln! —Shamira lo miraba horrorizada, con los ojos como platos y las mejillas ruborizándose a toda velocidad—. ¡A ti eso no te importa!
La muchacha miró a Axel de reojo, muerta de vergüenza por la situación que el niño había provocado de repente. Al fin y al cabo, ella era más mayor que Lincoln y mientras el crío debía oír campanas sin saber bien de dónde venían, ella ya estaba en plena pubertad. Sin duda la chiquilla pensaba que no conocían tanto a Axel como para que esa conversación fuese cómoda.
Una risa sincera brotó de sus labios al escuchar la conclusión del niño, tan terco como Morgana misma. Estaba claro que podía negarle mil y una veces el que fueran novios, pero a él no le importaría. Si él había decidido que lo eran, entonces lo eran. Nada tenían que opinar.
Ya aliviado por haber cumplido, se preparó a hablar cuando Lincoln le soltó dos preguntas que bien podrían haber sido disparos, uno tras otro. Iluso de él que pensaba haberse librado de la curiosidad del niño. En pánico, miró primero a Shamira, que ya regañaba al menor mandándolo a callar. Eso le dio un segundo más para respirar profundo e intentar ordenar sus ideas, porque sinceramente Lincoln lo había dejado sin palabras por un largo segundo.
A ver, primero que nada... - dijo con un suspiro, porque evadir esas preguntas no era trabajo fácil - Ser novios es mucho más que tocarse partes del cuerpo. Es amarse, querer hacer una vida juntos, elegir a la otra persona como tu compañera, como tu mejor amiga. Son las cosquillas en el vientre, sí, pero también sentir que el corazón te va a estallar en el pecho y que te quedas sin aire cada vez que la miras a los ojos, es construir un mundo y un futuro en conjunto, dejar de pensar en ti mismo y pensar en ambos al tomar una decisión, es saber que tu felicidad no depende de ella pero que el simple hecho de estar a su lado te haga sentir feliz. Es querer hacer feliz a la otra persona. Es crecer junto a alguien, apoyarse frente la adversidad, complementarse en el día a día, es tener a alguien en quien puedes confiar plenamente. Es todo eso y mucho más. No es algo que ocurra de un día para otro, o de una semana para otra. - bien, eso era buena introducción y buena forma de comprar tiempo - Y sí, llegada cierta edad tocarse partes está muy bien, pero lo que dos personas hagan o dejen de hacer cuando están juntos en la intimidad no es asunto de nadie, porque hablar de ello en detalle con alguien más es faltarle el respeto a la persona con quien compartiste ese momento. Así que no te voy a responder ninguna pregunta sobre lo que hemos hecho o no con Morgana, porque le tengo mucho respeto y cariño - y esperaba haberle dado a Lincoln razón suficiente para no inmiscuirse más particularmente en eso - Si quieren, si cualquiera de los dos tiene dudas sobre esas cosas de adultos, podemos hablar del tema. - después de todo, suponía que para Lincoln especialmente algunas cosas serían más fáciles de hablar con un hombre que con Morgana - Aunque preferiría que Morgana estuviera presente, o al menos hablarlo con ella antes para saber que está de acuerdo.
El discurso de Axel tuvo un efecto muy diferente en Lincoln y en Shamira. Mientras que la muchachita lo escuchó con cierto arrobamiento y mirada brillante, el niño no tardó en poner cara de aburrimiento y rodar los ojos. Incluso forzó un bostezo cuando el hombre ya llevaba un rato hablando.
Pero cuando terminó, lo miró con ojos de sabiondo y alzó un dedo para señalarlo.
—Así que sí que le has tocado las tetas —aseguró, convencido, haciéndose el listillo—. Porque si no lo hubieras hecho lo dirías y ya está.
Lo miró con la misma cara que pondría si le hubiese ganado a cualquier juego, victorioso y satisfecho por lo que a todas luces consideraba una grandísima deducción.
A Shamira se le quitó la cara de ensoñamiento en cuanto Lincoln insistió con aquello. Lo miró con el ceño fruncido y cuando habló lo hizo con cierto enfado.
—Te ha dicho que no quiere hablar de eso, deja de ser un imbécil. No es problema tuyo.
Miró después a Axel y negó con la cabeza.
—Lo que le falta es que le cuentes más cosas —dijo, con un suspiro—. Se pone súper pesado a veces, pero eso que has dicho ha sido precioso. —Las mejillas de la muchachita empezaron a sonrojarse mientras recordaba todo el discurso del violinista—. ¿Pero cómo sabes que a la otra persona también le gustas?
La conclusión de Lincoln le sacó un suspiro cansado. Que bien había hecho al no tener hijos, porque de seguro habrían sido igual de tocapelotas que Lincoln, o peor, que él cuando era pequeño. No, peor aún, la verdadera pesadilla hubiera sido si hubiesen salido a Alexia. Definitivamente había hecho bien, muy bien. No estaba para esos trotes ya.
Por otro lado, si sus hijos hubieran resultado como Shamira, aunque no sabía a quien podrían haber salido en ese caso, no sería tan terrible. La niña era amable, inteligente y buena, de seguro sería un gusto tenerla de hija, incluso si a veces era traviesa. Sería jugar a la paternidad en modo fácil.
Gracias. Es la verdad. - contestó a la morena con una sonrisa sincera por el cumplido a sus palabras - Bufff...eso es complicado - contestó luego, frunciendo un poco los labios al pensar - En realidad es difícil de saber. La gente no siempre es sincera, así que tienes que fijarte mucho más en sus acciones que en sus palabras. Hay gente que te dice que te quiere pero te demuestra que no, y gente que no te lo dice pero te demuestra un amor y lealtad innegables. - se encogió de hombros - Tampoco es que no tengas que escuchar lo que dicen, porque tienes que respetar lo que la otra persona quiera y decida. No sé si hay algún método muy certero. - en realidad, pocas veces él había tenido que preocuparse de amor. Solo se había enamorado locamente una vez, y había sido de una bocazas intensa que se lo decía y lo demostraba con creces.
Tras una breve pausa, e intentando recordar que estaba hablando con niños, continuó.
Si le gustas a alguien, va a ser bueno contigo. No te hará daño por nada en el mundo, te va a tratar bien porque querrá que estés bien y que seas feliz, y te va a mirar como si fueras la única persona en el mundo. Vas a notar que sonríe mucho más cuando tú estás cerca, y que sin importar lo extrovertido y valiente que sea, lo pondrás nervioso. Pero de un buen tipo de nervios, del tipo que sientes en el estómago y te da un subidón. - miró hacia abajo un momento con una sonrisa de bobo enamorado. Alexia. Aún se le aceleraba el corazón y la respiración le faltaba al pensar en ella. Entonces volvió a mirar a Shamira - Y bueno, si tienes suerte, quizás te lo dice antes de que necesites averiguarlo. Eso facilita mucho las cosas. - bromeó, riendo un poco.
El crío se enfurruñó cuando Shamira lo reprendió y más aún al darse cuenta de que los dos se habían puesto a hablar de cosas románticas y nadie le hacía caso. Resopló entre dientes y no tardó en ponerse en pie.
—Me aburro —sentenció, sacudiendo la cabeza—. Voy a comprobar la empalizada.
Parecía muy orgulloso de anunciar que iba a realizar esa tarea, como si en realidad fuese más complicada que caminar bordeando el perímetro del refugio.
Antes de salir de la habitación se puso el abrigo y se subió la cremallera hasta arriba. Luego hizo un gesto con la mano hacia Shamira y Axel y los miró con malicia.
—¡Ahí os quedáis, pringaos!
Y salió corriendo entre risas.
Shamira inspiró profundo, como si necesitase armarse de paciencia para aguantar las chiquilladas de Lincoln y luego negó con la cabeza al mirar a Axel.
—Está un poco idiota porque Morgana no ha querido que la acompañásemos —explicó—. No le hagas ni caso. —Se encogió de hombros y se inclinó un poco hacia delante, para continuar con el tema que le interesaba a ella—. Todo eso que dices suena guay, pero no sé si es tan fácil. Hay gente que no habla mucho como para decirte que le gustas... y si a veces te parece que sí y a veces que no... Porque te trata siempre bien y a veces te parece que se pone nervioso, pero otras veces parece tan normal... Y, claro... —Frunció la naricilla—. ¿Qué haces entonces? ¿Qué harías tú?
La determinación del chico a ir a hacer de vigilante le hizo alzar una ceja, pues no estaba seguro de que tareas estaban autorizadas para ellos. Él no dejaría a un niño irse solo por ahí, aunque fuera por solo el perimetro, pero también era cierto que él seguía pensando en los niños como los trataban en el mundo preapocaliptico. Lo que sí le traía cierta satisfacción era ver que se abrigaba. Eso lo dejaba semi tranquilo.
No pasa nada, todos tenemos nuestros días. Pero... ¿Puede salir solo, o tengo que correr tras él? - le preguntó a la chica, pues confiaba bastante en que fuera responsable y le dijera la verdad. De todas maneras, por su falta de sorpresa o reacción, suponía que no habría problema en que Lincoln se fuera.
Cuando el tema volvió al tema de romanticismo y consejos amorosos, Axel sonrió divertido - Entonces hay un chico, ¿eh? - cejeó - Me alegro. El amor es algo bueno, y todos necesitamos cosas buenas en nuestra vida. - añadió enseguida para asegurarse de que la chica no se sintiera en obligación de responderle.
Yo en realidad no me lo plantearía mucho. - se encogió de hombros - Si me gusta se lo diría, a ver que me responde. - respondió con sencillez - Se que suena a locura, pero mira, es una buena filosofía. Tiene su estrategia. Primero, la otra persona sabe que te gusta, así que si le interesa, puede hacer algo al respecto. Dos, puedes enterarte de una vez si le gustas o no, a menos que sea muy tímido y se bloquee. Y tres, si te rechaza, te lo sacaste del pecho y ya puedes empezar a superarlo desde ya para concentrarte en otras cosas o buscarte alguien nuevo. Y ya está.
Shamira se encogió de hombros y miró hacia la puerta por la que había salido Lincoln.
—Puede, sí. Mientras no salga él solo del refugio, claro. Normalmente es muy responsable —aseguró, tal vez sintiendo el deber de justificarlo—. Es obediente y eso.
Pero en cuanto el hombre empezó a responder a su pregunta, la chiquilla dejó estar el tema de Lincoln para escucharlo con atención. Se le subieron los colores cuando Axel adivinó que tenía alguien concreto en mente y bajó la mirada con una pizca de timidez. Sin embargo, a medida que él siguió hablando, volvió a subir los ojos para no perderse ninguno de sus consejos. Para cuando acabó, tenía los ojos brillantes.
—A lo mejor te hago caso y se lo digo —dijo. Se mordió el labio y volvió a mirar hacia la puerta—. Voy a asegurarme de que Lincoln no hace tonterías, ¿vale?
Se puso en pie y rebuscó en el armario para sacar también su abrigo. Se abrochó y luego le hizo un gesto de despedida mientras iba ya hacia la puerta.
—¡Hasta luego! Gracias por las historias y los consejos.