Partida Rol por web

Lincoln entró junto a sus compañeros mirando a los demás y riéndose de Asterope -Jajaja ¿Tu le lanzas agotattems a todo bicho viviente no?- Acabó de hablar cuando empezaban a llegar el resto, casi todos disfrazados, menos un par que daban el cante por ir normal y Lincoln, claro, que aún no se había cambiado e hizo bien porque al ver como acababan disfrazados Ithan y Kendra solo pudo hacer una cosa -Jajajajajajajajajajajaja mortífagos hechos y derechos jajajajaja sí, sí... pero que pena dáiss jajaja- Notó como le cogía por detrás Asterope cuando se giró diciendo -Mira Aste que bien les queda a...- No pudo acabar la frase y empezó a llorar de risa -Jajajajajajaja ¡¿Pero que te ha pasadooo?!- No había acabado de reír cuando vio a Kendra lanzarse contra un chico de sexto, que por lo visto había hecho ésta a Asterope y ahora también a Kendra, su risa iba parando para no dejar en ridículo a sus compañeros pero no podía evitarlo, al fin y al cabo, sus disfraces provocaban éso y a diferencia de Ithan que estaba aguantándose, Linc no pudo.

Finalmente cogió la máscara que Ithan tenía y se colocó su disfraz el cual le quedaba perfecto, la máscara un poco grande, pero por lo demás todo perfecto, se colocó la capucha y dijo -Bueno, ¿No está tan mal, no?- Dijo con una sonrisa bajo ésa máscara, la cual se quitaría dentro de poco, ya que molestaba al ser tan grande, aunque la alegría tardó poco, ya que a Ithan se le cayó al suelo una de éstas y se rompió, se le veía alterado, demasiado para ser él, así que Linc intentó reconfortarlo -Tranquilo, podría ser peor... podrías haberla roto llevando un buen vestido de mortifago... jaja va no estés así, si se ha roto es que es falsa, tu te crees que las máscaras del señor tenebroso se romperían así como así? No te preocupes yo te acompaño a ver a Ian la próxima vez anda, y de paso saludaré a Noah jaja nos reiremos un rato- Se calló y espero a ver que hacían sus compañeros.

Neil llegó al poco rato al Gran Comedor, quería haber hablado con Sara, pero se le había escapado por un pelo y al final había decidido ir sólo al baile. Cuando cruzó las grandes puertas dobles de roble soltó una exclamación de asombro.

Woow! Esta mucho más tétrico que en el almuerzo iba diciendo al ir acercándose al pequeño grupo de alumnos que se habían congregado.

Algunos iban disfrazados, pero otros muchos no. Ni Mircea ni Daphne estaban disfrazados, al revés, ambos estaban espectacularmente guapos con aquellas ropas. Había unos cuantos encapuchados. No tenía claro si aquellos eran los disfraces que querían, o si tal vez era alguna clase de broma que el no cogía. Vio a las gemelas y no pudo evitar reírse al verlas vestidas de Época. Entonces pensó que tal vez era algún tipo de traje festivo tradicional de su país y se sintió mal por si las ofendía.

Vaya chicas... Estáis un poco... Diferentes optó por decir a las gemelas. Había unos cuantos chicos de segundo que sólo conocía de vista así que no se atrevió a decirles nada, pero a sus coetáneos de otras casas lo saludó también alegremente. Vaya, Enya ¿ de que vas disfrazada? Hola chicas, saludó también a las Slytherin vuestros disfraces me suenan a algo familiar les dijo sin poder olvidar los cientos que hasta no hace muchos años su madre le leía antes de irse a dormir.

Neil echó un vistazo al rededor algo incómodo, buscando más gente en solitario como efectivamente encontró. Las palabras del director le pillaron de sorpresa, no sabía que los de primero abríamos el baile se dijo de ser así me habría esforzado más en encontrar pareja.

Aún inmerso en esos pensamientos preguntó:
Y bueno, ¿faltan muchos por venir?

Kelly llegó por fin al baile, contenta y algo nerviosa. Comenzó a caminar por la gran estancia tan diferente a como estaba acostumbrada a ver mientras buscaba a las gemelas con la mirada, en especial a Erzsébet, su pareja de baile.

Tras el incidente de aquella mañana con la varita, no habían podido quedar finalmente para ultimar los detalles de su vestido, y eso había tenido consecuencias directas en su disfraz, ya que no habían podido ayudar a Kelly, que era un poco torpe, a terminarlo.

El complejo tocado de plumas que iba a llevar a modo de cuervo y las alas habían quedado hecho un churro y Kelly había tenido que conformarse con una sencilla diadema de plumas, al igual que el vestido negro, que al final había tenido que ser mucho más sencillo de lo que esperaba.

Pero estaba allí en el baile y eso la hacía feliz igualmente. Le daba igual que la gente se diese cuenta o no de que iba disfrazada de Morrigan, la diosa celta de la muerte.

No tardó mucho en encontrar a las gemelas. En cuanto las vio, Kelly fue hacia ellas. No había hablado con las hermanas desde aquella mañana y tampoco quería sacar el tema de la varita, era una noche para festejar.

-¡Buenas noches! –Saludó- estáis muy guapas las dos.

Joey llegó al salón del baile disfrazado. Sin embargo las prisas son malas consejeras y queriendo darse prisa para que Diana no tuviese que esperarle se disfrazó rápido, lo cual hizo que muchas de las vendas que rodeaban su cuerpo estuviesen más cerca del suelo que de la posición que le correspondía. 

Bajó presuroso y nervioso por si llegaba tarde. Cuando bajó y vio que Diana aún no estaba se tranquilizó un poco más. Intentó recolocarse algunas vendas pero estaba más cerca de destrozar el disfraz que de arreglarlo.

Finalmente decidió que era mejor dejarlo como estaba. Bastante nervioso estaba por ir con Diana al baile para encima preocuparse por el disfraz.

Saludó a los que conocía con la cabeza. No quería entretenerse con nadie y perderse ver bajar a Diana. A ver si luego no se iban a ver y verías tú la que se armaba. Era dificil diferenciar a la gente bajo los disfraces.

Sudoroso y nervioso estaba más pendiente de las escaleras que de otra cosa.

Diana entró en el comedor emocionada por haber conseguido hacerse un disfraz medio decente, no quedó del todo al que tenía en mente pero el pego lo daba. A media que el resto de los alumnos iban llegando se dió cuenta de que iba a ser una fiesta de los más entretenida. Buscó a Joey con la mirada y rió divertida al ver una momia a medio vendar, tenía que ser él, de manera que se acercó por detrás dándole una palmada en la espalda.

- ¡¡EY JOEY!!- lo sorpendió- te ha quedado muy bien- le sonrió abiertamente, una momia en condiciones era una momia a medio vendar de eso no cabía duda.

Oliver llegó a la carrera al Gran Comedor, esperando encontrarse alli con Gabi y, sobre todo, esperando no haber llegado tarde, como de costumbre. A ultima hora se le ocurrio que quizás pintarse algunos detalles de negro podria ser una buena idea, asi que habia corrido a la sala comun a por ellos.

Y ahora alli estaba, buscando a la chica, a su alrededor, completamente desorientado- ¿Como iba a reconocerla entre toda aquella gente?

Gwendoline se dirigió al comedor disfrazada de novia cadáver se trataba de una historia muggle que hasta tenía su película animada y todo, de hace algunos años... sólo tenía que buscar un vestido blanco y hacerse unos adornos además de tintarse el pelo azul o encontrar una peluca. Se decantó por la segunda opción pues estaba más que encantada con su melena cobriza, y hacerse una peluca con ropa vieja no le resultó demasiado complicado. Sí... podía haberle quedado mejor, pero con el tiempo que tuvo para hacerlo fue lo mejor que pudo hacer.

La pelirroja camuflada de azulona se encaminó con porte digno, sujetando su ramo de flores y todo y aguardo a la entrada del salón mientras observaba divertida al resto de monstruitos.

Al final Willow no había dado con ningún disfraz, así que optó por coger el vestido muggle más bonito que tenía en el baúl y acompañarlo con algo poco habitual.

El vestido era corto y veraniego, de color azul claro y con un estampado de margaritas, la parte de los hombros sin embargo era lisa, de color crema. En su cabeza llevaba a modo de diadema un patito de goma sujeto con un lazo también de color azul claro.

Al ver que ni William ni Edward habían llegado aún esperó en la puerta, aunque no pudo evitar echar un vistazo al interior de la sala, asomando la cabeza de forma nada disimulada.

Cuando Arnold entró en el gran comedor, ya preparado para el baile, vio que muchos alumnos ya habían llegado, vio a Ithan con una especie de túnica extraña, a kendra…con una caperuza roja, le quedaba bien, pero no pillaba del todo el disfraz, siguió mirando, hasta dar con Enya, que iba…en bañador? Al menos, la cara daba el pego. Se acercó hasta ella.  –ei! Hola! Vaya, te ha quedado…bien- dijo, mirándola de arriba abajo, viendo como la chica tiritaba de vez en cuando. Se quitó la americana, que aunque hecha polvo, algo podía abrigar, y se la tendió a la chica. –Ten, ponte esto, pareces estar helada.- y le sonrió, quedándose el con la camisa blanca y la corbata a rallas rojas y negras. La ropa había sido de su padre, ropa vieja, que ya no usaba porque estaba algo desgastada, pero que rompiéndola un poco le sirvió a Arnold de disfraz.

Se quedó junto a Enya y lanzó una mirada a su alrededor. –ha venido bastante gente, estará divertido, no te parece?- le preguntó, sonriente, antes de añadir. –vamos con Ithan y los demás?- dijo, mientras cogia un par de copas, de algún tipo de bebida con gas, (sin alcohol, claro esta, xD) y le tendía una a Enya.

Lo cierto era que se sentía un poco raro.

Los pasillos que conducían al gran salón estaban llenos de alumnos, tanto niños y adolescentes. Era como si alguien hubiese descorchado la botella de Hogwarts y la hubiese derramado entera alrededor de la entrada. Ni siquiera aquel día en el que un gracioso se coló en la cocina y echó una poción lazante en la olla del estofado hubo semejantes aglomeraciones. Aunque al menos esta vez olía mejor.

Y parecía que todo el mundo iba vestido ya. Algunos simplemente con sus túnicas y vestidos de gala, los menos afortunados luciendo prendas apolilladas que habían pasado por los bailes de varias generaciones. Otros con ropa de gente normal, como trajes, esmóquines y vestidos elegantes. Y finalmente, un heterogéneo grupo de alumnos disfrazados, desde el atuendo digno de un concurso de cosplay hasta lo más cutre jamás pergeñado por manos humanas.

Con sus vaqueros desgastados y su sudadera de rugby, parecía tan fuera de lugar allí como una cría al que vio de espaldas, en una imitación de traje de neopreno, hubiera estado en un día normal.

Durante los siguientes minutos acontecieron dos problemas que pusieron de manifiesto la escasa previsión del joven Maxwell.

El primero, que mentalmente formuló como: ¿De qué cojones van disfrazadas esas dos? Efectivamente, encontrar a dos niñas disfrazadas de quién sabe qué, entre cientos de alumnos, no era tarea fácil. Podía considerarse afortunado de que, a pesar de estar en primer año, superaba en altura a la mayoría de los alumnos de su curso y los dos superiores, y a unos cuantos, y sobre todo cuantas, de los siguientes. Si hubiera sido un niño bajito, posiblemente no hubiera localizado nunca a las gemelas, y hubiera seguido deambulando entre la multitud por toda la eternidad.

Una vez localizadas las gemelas, una de ellas vestida de Maxwell no tenía ni puta idea de qué, y la otra estaba casi seguro de que menos, pero ambas con disfraces muy conseguidos, se encontró con el segundo problema. uno más complejo: ¿Con quién coño se supone que iba yo, Orsolya o Erszébet?

Tras deliberar unos instantes, decidió que la solución más razonable era dejar que ellas decidieran. Así que se acercó a la pareja, o trío, pues allí estaba Kelly, disfrazada de... ¿gallina negra?, que acompañaba a la gemela que no iba a ir con Maxwell, fuera cual fuere.

—Hey —saludó a las niñas.

Joey miraba y examinaba a la gente según iba bajando y les seguían con los ojos hasta que llegaban a la puerta del comedor. Por eso algunos alumnos se escapaban de su escrutinio y entre ellos Diana.

Cuando la chica le dio una palmada en la espalda se giró sorprendido para ver el rostro de su compañera tras ese montón de pintura.

-¡Diiii!, ¡estás horrorosamente preciosa! Dijo jugando con las palabras. ¡Madre mía!, la chica más guapa y mejor disfrazada de todas. Entonces se metió en el papel de sus disfraces y dijo.

-La maldición del dios Rá ha levantado. Que tiemblen los humanos. Mi faraona... Dijo haciendo una reverencia y acercando la mano para que la tomase y entrar juntos al salón...si le concede su favor a este humilde siervo...

Joey sonreía de satisfacción. Estaba encantado con la compañía y el momento.

Había algo clarísimo, aquello más que baile de Halloween parecía una fiesta de desconjuntados, descombinados o cualquier otra sinónimo que se pudiera usar en esa situación. Se habían reído de ello a la hora de la comida, pero viendo ahora la poca habilidad de sus compañeros de curso para disfrazarse, quedaba claro que las raras debían ser ellas. Alrededor de uno que parecía ir de sarcófago o de doncella de hierro, estaban Ithan, Kendra y Asterope, a cual más ridículo. Estaba claro quienes no tenían habilidad en el manejo de la aguja, ni eran capaces de confeccionar buenos disfraces; seguramente no supieran ni lo que era un patrón, un ojal o un pespunte. En ese mismo grupo de compañeros con poca habilidad se encontraba la chica de pelo guay, que al igual que los otros tres, parecía sacada de un baúl de ropa ridícula.

Entre los que no iban haciendo el ridículo, reconocieron a Perry más por la voz que otra cosa. El chaval era muy raro para ser un Ravenclaw, así que no les extrañaba que le cayera bien a su hermano. También de esa misma casa estaba la novia de Orgullo Baldío, no iba demasiado mal, aunque usar un traje de boda para destrozarlo como había hecho era un atentado al buen gusto. El baboso de Gryffindor no había acertado mucho con el papel higiénico, sin embargo Oliver sí había hecho un buen trabajo. De primero y segundo de Gryffindor solo reconocieron al pelirrojo, quizás la idea no fuera muy original pero ellas le habrían recomendado ir de zanahoria carnívora en vez de muerto revivido, y a Diana, la chica que iba a cada baile siempre con un chico distinto que tampoco había hecho mal trabajo con su disfraz. De cursos superiores había bastante variedad en habilidad de confección e imaginación, pero a partir de quinto parecía que muchos alumnos dejaban de lado los disfraces para tratar de ir lo más guapos posibles, algunos no tenían solución por mucho maquillaje que usaran...

Entre los no disfrazados de cursos inferiores, sonrieron encandiladas al ver la pareja formada por Mircea y Daphne, ella con un vestido precioso y al igual que su hermano, luciendo con orgullo los colores de la casa.

Se acercaron a Willow a quien alabaron su buen gusto. E: Ese vestido es precioso. Aunque parecía más primaveral que otra cosa, tenían la esperanza que no fuera comprado y que se lo hubiera confeccionado ella misma. Vas muy guapa, certificó Orsolya. Tras lo cual ambas siguieron moviéndose buscando a sus parejas.

Cuando Neil se acercó a ellas, le miraron de arriba abajo y decidieron que no iba demasiado mal. Erzsébet hizo una mueca, bastante lograda, consiguiendo emular una pose aristocrático, levantando un poquito los labios dejando ver unos caninos quizás algo más largos de lo normal. Un español de remolacha, sabroso, susurró en voz rota, tras lo que se rio. ¿Conseguiste pedírselo a Sara?, fue sin embargo lo que preguntó Orsolya. Los disfraces de las pequeñas recreaban fácilmente la forma de ser de ambas, una más oscura y la otra más luminosa.

Finalmente Kelly llegó, no se habían fijado en quien era, hasta que se dirigió a ellas. ¡Gracias!, exclamaron al unísono. Pero Kelly, ¿qué ha pasado con la idea que teníamos?, dijo Erzsébet haciendo referencia a los dibujos y todo lo que habían trabajado las tres durante la semana. E, se supone que ibamos a ayudarla a que lo acabara esta mañana..., indicó Orsolya. Vaya, es verdad..., empezó Erzsébet. Bueno, no importa, ¡vas muy bien! Puedes ir de sacrificio vudú o algo así, decidió. Sí, estás tú también muy guapa, le dijo Orsolya.

Finalmente llegó Maxwell. ¿De qué iba? Se les ocurría tantas ideas, ¿era posible que aquel chico fuera un genio de la moda mágica? No tenían ni idea de qué estilo intentaba representar o si había llegado a ello él solo. Puede que simplemente sacara cosas al azar del baúl... Nah, imposible. Debía haber tenido alguna gran idea para ir vestido de calle. ¡Ya estás aquí!, le saludó Orsolya, te estábamos esperando, ¡vamos! Cogió a Maxwell de la mano y tiró de él, a la vez que Erzsébet con una sonrisa ofrecía su brazo para que Kelly se enhebrara. ¿Vienes conmigo, mi pequeño sacrificio humano?, rio maquiavélicamente.

Al pasar por delante de Mircea y Daphne, Erzsébet dijo: ¡vas muy guay Daph! Orsolya por su parte: ¡muy guapa, hacéis una pareja genial! Y sonriendo, entraron con sus parejas al baile.

Por tercera vez, la falta de previsión de Maxwell hizo acto de presencia.

Ojos verdes...

Debajo del maquillaje y la capucha, y dentro de ese amplio vestido estaba Orsolya. Erszébet, en el vestido de época, iba con Kelly. Dilema solucionado.

No obstante, faltaba todavía un detalle.

—Espera un momento —dijo a la niña, señalándose las ropas. No hacía falta decir nada más. Iba vestido con ropa de calle, o de pasillo y lago, porque a la calle, lo que es la calle, no salían nunca. La razón de ello era que no había calles por allí cerca. Los alumnos mayores podían salir al pueblo de al lado, pero a los pequeños no les daban permiso. Que Maxwell llevara años paseando por Londres por su cuenta no contaba.

Es decir, que le faltaba el disfraz.

Maxwell se apuntó con la varita y pronunció el conjuro que acababa de aprender del hermano mayo de las gemelas:

—Artifficus.

Vaqueros, sudadera, calcetines y deportivas desaparecieron, y Maxwell se quedó allí, en medio de la multitud, en calzoncillos y camiseta. El disfraz seguía en su arcón, plegado tal y como había llegado en el paquete.

—Puta mierda...

Menos mal que me he cambiado la ropa interior...

Christopher se paró a las puertas del Gran Comedor y se ajustó la túnica. Las mangas largas impedían que sus manos se vieran, y lo mismo le pasaba a sus pies. Si supiera algún tipo de conjuro de movimiento para la túnica, sería un toque fantástico, pero se conformaría con eso. Se colocó la capucha y entró en la fiesta.

Si no fuera porque tenía el rostro oculto, se hubiera visto su cara de asombro. ¡Qué cantidad de cosas! ¡Y de disfraces! ¡Cómo mola!

Miró a su alrededor, intentando encontrar a sus compañeros de casa. No estaba Byron, ni los demás... ¡Pero estaba Willow!

Dando zancadas, llegó hasta su compañera.

¡Hola Willow!

La muchacha entró sonrojada al gran comedor, haciendo juego con su vestido. Había visto a muchos de sus compañeros disfrazados, y a muy pocos con un traje de gala. Y ella estaba allí, vestida de rosa, en la puerta.

Respiró hondo, mirando a su alrededor. No se podía quedar allí, así que se decidió a entrar. Nada más dar su primer paso, tropezó, pero consiguió mantener el equilibrio. Algunos chicos de cursos superiores se la quedaron mirando y, por primera vez, no fue para reírse de ella.

Agobiada por ser un poco el centro de atención, se alejó del centro del comedor, y se acercó para disfrutar un poco de la bebida.

La muchacha de la casa de las serpientes entró sin detenerse ni un segundo. Miró a su alrededor y su rostro marcó una mueca de desagrado. Allí no estaba ni Ludmila, que le caía bien, ni Morpho, que le toleraba. Podría acercarse al resto de los de primero, pero no le apetecía.

Caminó lentamente hacia el centro de la sala, luciendo su vestido. Cada golpe de luz se reflejaba en su vestido como si fuera una escama de serpiente. No iba disfrazada, pero vestía los colores de su casa con todos los honores.

Fue difícil no fijarse en sus hermanas, que entre los que se iban amontonando en el vestíbulo, destacaban por ser de las mejores disfrazadas y por mucho. Estaba convencido que las dos habían conseguido hacer lo que él mismo llevaba y lo que ellas habían decidido vestir en solo una semana. Quisiera decir lo que quisiera de ellas, la verdad que aunque a veces su sentido de la moda era algo ecléctico, eran magníficas creando y trabajando con cualquier tipo de tela. Bathory, murmuró. La mujer era antepasada por parte de la familia de madre y aunque los muggles contaban muchas historias terribles sobre ella, la realidad era bien distinta. Aún así, Erzsébet había logrado ser un calco de los cuadros que tenían de ella. Y una Ielele, la verdad que Orsolya había conseguido captar bien el misticismo de aquellas criaturas de la mitología rumana, aunque le faltaba algo más de altura y desarrollo físico para conseguir respirar la magia de una criatura como aquella.

Tiró de las mangas, no acababa de sentirse del todo cómodo con aquello. La seda por muy suave al tacto le hacía sentir que iba desnudo, desprotegido. Se olvidó de sus propias molestias cuando vio llegar a Daphne. Una sonrisa se dibujó lentamente en sus labios. ¿Dorado y negro? Agradeció con una inclinación las palabras de su amiga, Gracias, Daphne, la verdad que tienen muy buena mano con estas cosas. Al final se han salido con la suya, rio. Al girar la niña, vio que las flores negras también decoraban su espalda y se quedó pensando qué palabra describía mejor a Daphne en aquel momento. Estás inefable, decidió decir. Lo usan mucho mis hermanas, ¿sabes? Significa algo que no puede ser explicado con palabras. Estás muy guapa esta noche, señorita Relish, dijo mirándola a los ojos y perdiéndose en aquellos iris del color de la mar revuelta. Tenía suerte de tener una amiga como ella tras todas las cosas que habían pasado entre ellos.

Gracias Perry, saludó a su amigo cuando se acercó. ¿Eso es lana?, indicó lo que parecía hacer de barba y pelo. Has hecho un buen trabajo. No sé como será el personaje de la serie, pero seguro que tú estás mejor, le dijo.

Vio a Neil entrar con un traje morado, bastante llamativo. ¿Habría conseguido pedírselo al final a Sara? Ehh, no, decidió cuando vio que la chica pasaba por delante de sus narices, pensando en sus cosas y se metió en el Gran Comedor.

No reconoció a Oliver, pues no sabía de qué iba a disfrazarse, así que siguió buscando a su amigo.

Sonrió a sus hermanas cuando pasaron con sus parejas. Vaya, la verdad que no se hubiera imaginado que las crías elegirían a esos dos. Seguro que lo habían hecho por alguna razón... Gracias por esto, indicó lo que llevaba puesto. Pareces una Bathory de verdad Erzsébet y tú Orsolya podrías unirte a la marcha blanca de los bosques sin que las ielele supieran que tienen una infiltrada, sonrió a sus hermanas. Divertiros, dijo abarcando a Kelly, que había elegido un traje oscuro bastante discreto que resaltaba la timidez de la pequeña y a Max, que estaba convencido iba en ropa interior adrede. Cualquiera entendía a ese chico.

¿Cuantas sonrisas llevaba ya? Más que en todo el curso...

Fue Daphne quien le cogió del brazo y le urgió a entrar. Claro, dijo posando su mano libre sobre la de la chica. Si nos perdonas, dijo a Perry. Entraron al Gran Comedor.

Gabi puso el último trozo de cinta adhesiva de papel y sonrió satisfecha frente al espejo. -Lista.- Pensó, saliendo del servicio para buscar a Oliver, quien seguramente ya estaba en la entrada del comedor esperando, a juzgar por la cantidad de gente que había allí.

Con una sonrisa de oreja a oreja, se dedicó a revisar cuál de las personas que iban de momia tenía esos característicos ojos azules de Oliver. Una vez lo consiguió, se acercó a él sigilosamente y, cuando estuvo a pocos centímetros de distancia, emitió un sonido gutural para llamar su atención.

-Gouuuuh.- Dijo, reprimiendo una risita. Esto de disfrazarse le hacía mucha gracia. Cuando Oliver volteó, frente a él estaba Gabi, con un disfraz aceptable aunque no infundía ningún temor, y su larga melena oscura oculta entre largas tiras de vendas blancas que rodeaban su rostro.

-Estamos listos.- Aseguró la niña con una sonrisa, tomando al chico por el brazo y mirándolo para decirle: -Por cierto, hiciste un buen disfraz, si no fuera por tus ojos me habría presentado ante ti como quien conoce a una momia de verdad por primera vez.- Comentó divertida, imaginando cómo sería si hubiesen invitado alguna al baile.

Una vez estuvieron listos atravesaron la puerta hacia el Gran Comedor.

-¡Uooooh!- Exclamó la gryffindor cuando entraron, jamás en su vida había estado en una fiesta de Halloween y mucho menos había visto semejante decoración en su vida. -¿Ese es Harry Potter?- Preguntó asombrada a su pareja, señalando una de las calabazas que habían tallado con la cara de quien derrotó a Voldemort.

El desastre de la pequeña no era el único de la noche. Una serie de catastróficas desdichas, desde otro conjuro del payaso de sexto hasta una máscara rota, convirtió al terrorífico grupo en un cuarteto heterogéneo y ridículo: El uno con una túnica marrón que le recordaba a unos personajes muggles que salían en un libro sobre la Inquisición; la otra de blanco y rojo que parecía que iba de excursión al campo; y luego estaba ella, una especie helado de fresa. El único que había quedado como planeaban era Linc, que poco más y acababa en el suelo de la risa-. Oye, que bastante mal lo estoy pasando ya...

Después de ver a una chica con la cara putrefacta y con traje rosa ajustado, a la que Asterope no reconoció (ni mucho menos comprendió el sentido del disfraz), Neil, siempre tan hablador y amable, se acercó sin reírse ni nada de ellos- Ahm... pues... -¿Familiar? ¿A qué va a sonarle estos trapos?- A mí no, la verdad. Ahora mismo, no tengo ni idea de qué voy –Quizás a Neil, que se había criado en un ambiente muggle, sí podía resultarle conocido. Desde luego lo único que veía Asterope eran un montón de túnicas espantosas-. Tú vas muy elegante. Debería haber hecho lo mismo y traer algo sencillo. Así al menos si me cambiaban el color de mi vestido, habría seguido siendo un vestido.

Por suerte para ella, justo en ese momento vio cómo Max se lanzaba sobre sí mismo un Artifficus con resultados bastante catastróficos. Perfecto, ya hay alguien más que llamará la atención. Sintió envidia entonces de las gemelas, que estaban con él, y que llevaban unos disfraces estupendos. No sabía de qué iban, pero estaban muy guapas. 

- Bueno, yo creo que si nos mezclamos un poco, podremos pasar desapercibidos –Se despidió de Neil , cogió a Linc de la mano y se adentró en la multitud, buscando a gente conocida... a la que evitar-. ¿Vamos a comer algo, chicos? –Les dijo a Kendra e Ithan mientras caminaba esquivando alumnos mayores, murciélagos encantados y calabazas flotantes, hacia una de las múltiples mesas donde estaba la comida.

Daphne casi no reconocía a Mircea, de tantos cumplidos que tenía para todo el mundo. Era muy educado, pero solía hablar bastante poco y era más práctico en su conversación. No se perdía en trivialidades como esas. Claro que la sorpresa fue muy grata para ella. Sonrío arrugando la nariz cuando le dijo lo guapa que estaba.

- Guau, Perry, eres el hombre lobo más raro del mundo. ¿Cómo has dicho que se llama? ¿Teen Wolf? –Daphne desconocía esas historias. Le hacía gracia la concepción que tenían los muggles de ciertas criaturas mágicas-. Estás genial.

Los acompañantes Erzsébet y Orsolya le sorprendieron bastante. O, más bien, sus disfraces. No sabía a qué venía el atuendo y las plumas negras de la niña rubia, Kelly. Ni tampoco por qué Maxwell había aparecido en ropa interior... una imagen desconcertante. Pero, desde luego, pegaban con las gemelas-. Muchas gracias. Vosotras también vais estupendas –Y, echando otro vistazo a Kelly y a Maxwell, les dijo con total sinceridad:- Hacéis un cuarteto perfecto.

Un rayo rosa pasó a su lado y acabó tropezándose en medio de la multitud. Por suerte, Sara pudo levantarse y recomponerse rápidamente. ¿Pero por qué la niña se alejaba de todo el mundo? Ni siquiera había saludado a nadie. Se acercó a Mircea para hablarle en voz baja:- Para mí que quiere evitar al pobre Neil –Vio al Hufflepuff con traje morado, socializándose con la gente de primero. ¿Habría traído al final su cámara? Estaba muy ilusionado con sacar fotos de la fiesta.

Cuando entraron, buscó a Oliver con la mirada. Sabía que iba disfrazado, pero no sabía de qué. Y parecía que le había salido bastante bien, porque no lo reconocía por ninguna parte. Ya los encontraría él a ellos, que se les distinguía perfectamente. Tenía sed y no tardó en localizar las mesas de los refrescos -. ¿Te apetece tomar algo, Mir? Yo quiero una cerveza de mantequilla –Y tomó camino hacia la mesa donde se encontraba Sara sola.