Partida Rol por web

Por mí perfecto, y ya nos dices qué planeas Cassius.

No le gustaba la forma que tenía la escuela de funcionar como si fuera una meritocracia, dándole más puntos a los alumnos más destacados. No se tenía en cuenta el esfuerzo, la habilidad ni la capacidad de sorprender de un alumno. Aunque en el fondo le gustaba destacar por los puntos conseguidos, pensándolo fríamente se daba cuenta que la recompensa de una copa o incluso las ranas de chocolate de la clase de transformaciones estaban dentro del refuerzo positivo que lamentablemente funcionaba con chavales de 12 y 13 años. El verdadero orgullo estaba en ser capaz de conseguir algo sin esperar ninguna recompensa a cambio.

Por eso se quitó el sombrero y metió las dos ranas de chocolate antes de que la luz volviese. No le gustaba el chocolate, pero usaría las golosinas como refuerzo positivo para sus hermanas... Mirando con una ligera sonrisa el sombrero, lo sacudió y después se lo volvió a poner.

Tengo algo que hacer y no puedo retrasarlo más tiempo. Nos vemos luego, se despidió de sus amigos.

Antes de salir por la puerta, se acordó de algo. Daphne, ¿tu no querías ir también al despacho de Lupin?

Daphne suspiró, al menos transformaciones no lo tenía atravesado vilmente como esa estúpida asignatura de duelo que tan injustamente tenía tres horas a la semana.

-Eh.. ¡ostras!¡Espérame!- salió corriendo detrás de Mircea, extendiendo la manita hasta sujetarle la manga de la túnica, como si quisiera evitar que se alejase demasiado. No era ningún secreto que las escaleras iban cambiando porque sí y la chica capaz era de quedarse en la escalera cambiante mientras Mircea ya había conseguido salir de allí.

Sam cogió su caja de chocolate y se la guardó en su manga, lo mismo que su varita. Se acercó a sus compañeros.

Yo también voy a clase de duelo, me apetece practicar... desvió su mirada a Cassius y sonrió. Evitaré atacarte dijo pasando por delante de él y saliendo de la clase.

Sara se lanzó a por Ardeen y la cogió de las manos y empezó a saltar.

¡Bien Ardeen! ¡Nos ha vuelto a salir! Empezó a reir entusiasmada. ¿Qué quieres que hagamos? ¿Vamos a dar una vuelta? ¿Quieres hacer conjuros?

Oliver miró cómo sus compañeros salían escopeteados de allí, sin darle opción a seguirles. Estaba más que satisfecho con su resultado. Dos de dos, no había mejor forma de empezar el curso.

Por eso, en cuanto Amon le ofreció la oportunidad de ir con ellos a lanzar conjuros asintió, animado con la idea- ¡Claro que me apunto! No tengo nada que hacer ahora... Y así puedo ayudar a quien lo necesite, si hace falta... ¿Vosotras venis? -preguntó entonces a Ardeen y a Sara, mirándolas, esperando a salir de allí con los Slytherin.

¡Vale! dijo Sara, aunque realmente los de Slytherin la daban un poquito de miedo. Todos menos Cassius... Aunque él había empezado a hacer caso a otras chicas.

Vamos Ardeen dijo la niña tirando de su compañera para que empezara a moverse.

Vamos Sara, ahora te alcanzo.-dijo Ardeen acordándose de que tenía que lavarse las manos por los arañazos para que no se infectaran.

La Clase de Transformaciones es una de las clases de primer año que se encuentra en la planta baja junto al gran comedor, la asignatura la imparte la profesora Bastet, una extraña mujer-gata.

Transformaciones consiste en cambiar las propiedades de alguna criatura, cosa o condición.

Este tipo de conjuros son muy útiles en situaciones de necesidad y muchas veces se usan en momentos de la vida cotidiana.

Christopher, tras atragantarse un par de veces por el camino, consiguió llegar a clase, pero se quedó extrañado de que ninguno de sus compañeros hubiera llegado.

Encogiéndose de hombros entró, sin percatarse de dónde estaba la profesora.

¿No era aquí la cla...? No terminó la pregunta cuando vio a la profesora tirada en el suelo. ¡Profesora! ¿Se encuentra bien...? Tampoco terminó la frase, pues la profesora se estaba poniendo en pie, momento en el que vio que era una especie de gato.

Uala... djio. Le habían hablado de todo tipo de criaturas, pero ¿qué sería ella? ¿o simplemente se había transformado en eso? ¿Y si le había salido mal un conjuro y se quedó así?

Con muchas preguntas en la cabeza, se fue a sentar en primera fila, para no perder ojo a la profesora-gata.

Cuando le dio la caja, la sacudió con fuerza para ver qué podía tener en su interior. Al no adivinarlo, sacó la varita y apuntó al objeto con ella.

Alohomora caja dijo. Tras un leve chasquido, la caja se abrió. ¡Bien, lo he conseguido! gritó mientras metía la mano para ver qué había ganado.

Nada más entrar en el aula Willow respiró tranquila. No se respiraba el mismo ambiente que en clase de la gnoma en absoluto.
Tomó asiento en uno de los lechos de paja, lo cual le pareció super cómodo y divertido y escuchó con atención la explicación.
El hechizo sin duda alguna tenía que salirle a la primera, y lo más perfecto posible. Sabía que con un gran dominio de ese hechizo podría hacer un montón de cosas y aunque no había explorado aún nada del castillo este conjuro le abriría muchísimas puertas, además de verdad.

Cuando el cofre apareció delante de ella sonrió aún más ampliamente si cabía, pensando en todas las posibilidades que se abrían delante de ella con tal hechizo.

- Alohomora caja. -Agitó la varita, y pronunció el hechizo de forma clara y concisa.

Cuando el cofre se abrió frente a ella metió la mano cogiendo lo que había en su interior.

Entró en clase aun con la comida en la boca del estomago, una vez más, estuvo apunto de llegar tarde, y venía con la lengua fuera, entrando en el aula. Lo primero que vió, lo primero en lo que su vista se centro, fue en la profesora. Lo tenía clarisimo. Luego, debería hablar con ella.

Se sentó en el suelo, observando con fascinación a la profesora, en silencio, mientras explicaba. Le llamó la atención no ver más de sus compañeros allí, pensando que habría sido el último. Cuando acabó su explicacion, se dispuso a hacer el conjuro que la profesora había explicado. Había pensado que la clase de transformaciones darían otras cosas, pero sin duda, aquello tambien le pareció útil.

Alohomora caja Un leve brillo ilumino la cerradura de la cajita que habia seleccionado, con un pequeño chasqido, señalizando que el conjuro había funcionado. Genial.

Gabi llegó tras Ithan y, después de saludar tímidamente a los Huffies que allí se encontraban, se sentó junto al niño rubio. Intentaba ocultar su fascinación por el aspecto de la profesora cuando observó la forma en la que Ithan la veía y reprimió un risita.

-No soy la única sorprendida, por lo que veo.-Pensó mientras buscaba su varita y el libro de transformaciones. Intentaba no mirar a la mujer-gata con mucha intensidad, no quería parecer maleducada.

Entonces la profesora se presentó como Bastet. -Sin apellido.- Reconoció la niña mientras terminaba de escuchar las instrucciones.

-Manos a la obra.- Dijo para sí misma. -¿Qué regalito tendrá esta caja? Ay qué emoción, así provoca la clase.-

-¡Alohomora!- Exclamó, mientras movía la varita como lo había hecho la profesora en dirección al candado de la cajita. Sonó un pequeño 'Clic' al mismo tiempo que el candado de su cajita se abría de golpe.

-¡Bien!- Celebró en voz baja y quitó el candado para ver qué regalo guardaba la cajita.

Arnold llegó corriendo a la clase, la profe de Transformaciones era muy rara pero el conjuro que les estaba enseñando estaba chulo y hasta recordaba habérselo visto hacer a su abuela Hermione.

- Alohomora-dijo apuntando a una caja que cogió del duelo-Alohomora...venga abrete, vaya un rollo-dijo desilusionado arrugando el ceño y poniéndose las manos en los mofletes con cara de fastidio.

Enya llegó a clase y parecía que aun estaba a tiempo de aprender el conjuro. Al llegar se sentó en una silla libre mientras escuchaba a la profesora explicar el hechizo.

Que decepción, yo creía que aprenderíamos a cambiar de forma, no a abrir candados. Pensó mientras se preparaba para el conjuro.

Con la caja justo delante suyo, Enya cogió firmemente la varita y dijo - Alohomora caja - El conjuro funcionó, la caja se abrió y Enya se asomó para ver que había dentro.

Entro en la sala casi a la carrera acompañando a Ed y a Will y veo a la profesora tumbada. Parece tener mas de animal que de persona. ¿Por que no? Al menos es más amable que la profesora que tuvimos antes.

Saludo a mi hermana con la mano sin decir palabra y me vuelvo hacia la caja escuchando las instrucciones de la profesora.

-Parece fácil.-Pienso levantando la varita.

-Alohomora caja.-Digo repitiendo los pases que he visto hacer a la profesora con su varita y al resto de compañeros.

Con satisfaccion veo como se abre y alargo la mano para coger mi premio.

Por suerte la clase de Transformaciones se encontraba bastante cerca del comedor, por lo que aunque salimos tarde de comer, no necesitamos demasiado tiempo para llegar.

Aun así es evidente que no estoy en buen estado, luzco cansado y con la comida aún en el buche.

— Hola, buenas tardes — Saludo a todos los presentes mientras entro al lado de William.

Avanzo directo a los "lechos de paja", y antes de llegar me detengo frente al chico rubio de Griffindor, Ithan.

— Al final estaba el despacho cerrado — Le comento mientras me encojo de hombros levemente.

Me siento en él cerca de Helios esperando que mi amigo se ponga también ahí, aunque al hacerlo me tiemblan un poco las piernas por la reducida musculatura que tengo. Necesito hacer algo de ejercicio para recuperarme pronto.

Al sentarme en la paja siento como esta se mete por todas partes y me empieza a picar todo el cuerpo, intento rascarme la piel por todas partes, me ahueco la parte baja de los pantalones a la altura de los tobillos para quitarme paja de ahí, también me levanto la túnica para acceder a la espalda moviéndome del improvisado asiento, lo que provoca que se me vea unos pocos centímetros de la parte inferior de la espalda y una cicatriz considerablemente grande en esa zona que se eleva por el resto de la espalda aunque la ropa lo oculta.

— Menuda diferencia entre la anterior clase y seta — Le digo en voz baja a William mientras se me dibuja una sonrisa en la cara, la verdad es que con clases así da gusto, aunque preferiría que fuese un poco más serio.

— Bueno, a ello — Digo mirando la caja y tomando la varita con la mano, miro la cerradura interesado en lo que habrá en el interior, aunque supongo que se tratará de alguna golosina o algo así, y no creo que teniendo que seguir una dieta tan específica, me vengan bien, aunque seguro que le puedo dar la mía a Will y a él le gustan.

— Alohomora caja — Conjuro siguiendo las indicaciones de la profesora Bastet. Durante un instante creo que la cerradura no se va a abrir, pero después un click implica que el sortilegio sí ha surtido efecto, lo que hace que sonría un poco más, la verdad es que no haber conseguido el conjuro hubiese sido un golpe muy duro para mi autoestima.

Kelly entro junto a sus compañeros Ithan y Gaby y se sentó cerca de ellos. Le sorprendió la decoración del aula, a la par que agradó, así como la profesora que enseguida le cayó simpática pues le recordaba en cierta manera a su gata Blackie.

Escucho con atención las explicaciones sobre la ejecución del hechizo y tomó su varita.

-Veamos… –dijo con concentración, el hechizo parecía fácil- ¡Alohomora caja! –la cajita chasqueó, lo que indicaba que se había abierto, la niña quito el candado y abrio la caja para ver que contenia en su interior.

Byron se quedó impactado al entrar en la clase y ver a la profesora, poco después, buscó a Christopher, y se acercó a él para sentarse a su lado. Se podría decir que ya lo había considerado como su copañero de pupitre.

Atento, intentó aprenderse la clase de la profesora Bastet. Era una clase nueva para él, no había dedicado ningún tiempo a las transformaciones, y aunque si le había sorprendido la profesora con su aspecto, no le inspiraba demasiado esa clase. Sin embargo, mientras la clase avanzaba e imaginaba el repertorio de hechizos de la clase de transformaciones, le hizo pensar que quizá se hubiese equivocado de opinión respecto a la clase de Transformaciones.

Objservó primero a Christopher realizar el hechizo. No las tenía todas consigo, era la primera vez que realizaría ese conjuro, y no había practicado los movimientos. Se concentró, de nuevo y como hacía con cada hechizo.

-Alohomora!... caja.- titubeó al hacer un mal gesto de muñeca. La caja empezó a temblar débilmente y tras unos segundos de inquietud, se escuchó un ligero clic. La caja se había abierto!