Partida Rol por web

De camino hacia el lugar donde se desarrollaría la siguiente clase, Morpho se anudó la bufanda. Soplaba bastante viento y no quería que días más tarde estuviese enfermo. Era precavido, así se lo había enseñado su madre. 

Saludó al llegar educadamente, aunque no pudo reprimirse un pensamiento:

Qué fea es esta profe.

Eso de escribir no le gustaba demasiado, pero era lo que les habían encomendado y así lo haría. Tal vez en la biblioteca hubiese un libro apropiado para poder extender lo que tenía en mente, aunque de momento relataría una breve introducción.

Cuando comenzó a escribir, tuvo que hacerlo despacio para no torcerse demasiado. Hacerlo sobre barcas flotando no era lo mejor.

Los kappas son espíritus anfibios de las aguas japonesas, que arrastran al agua a sus víctimas (humanas y animales), las ahogan y las mutilan. Habitan en los ríos, lagos y estanques, pero no tienen reparos en salir a la orilla en busca de presas - comenzó a poner. 

Después, recordó que en su casa había algún cuento sobre ellos y siguió la redacción:

Los cuentos ofrecen una descripción tradicional del kappa como un ser tremendamente malicioso, siempre dispuesto a devorar las entrañas de sus víctimas y a beberse su sangre.

Para calmar a un kappa de mal humor hay que darle de comer pepinos, ya que se trata de su alimento favorito.

De momento no se le ocurría más. Así que le entregó eso y también dejó sobre la barca el trabajo sobre los centauros.

Salí a los terrenos, poniéndome la bufanda bien arriba, de tal manera que sólo se me veían los ojos formando una rendija entre el puente de la nariz y mi flequillo. Hacía frío, y me hubiera encantado tener una clase en el interior del castillo. Pociones, por ejemplo, para poder tener las manos calientes, cerca del pequeño fuego que hacía burbujear el interior del caldero.

Sin embargo, aquella mañana teníamos que salir, pasar frío, y desear que la clase terminara cuanto antes para volver a la agradable temperatura de los muros de Hogwarts.

Tirité de frío, al notar una corriente traspasar las capas de ropa, y noté cómo se ponía la piel de gallina. Saqué de la mochila los guantes y me los puse bien calados, aunque ya notaba las manos entumecidas.

—Claro, cerca del lago, donde la humedad no nos matará de frío— murmuré con cierto sarcasmo, saliéndome de la boca un vaho que se evaporó en cuanto apareció—. Qué frío, jo— me lamenté, bufando.

Me dejé caer como un fardo en uno de los botes, y saqué el libro por hacer algo con las manos y sacarlas de aquel estado helado en que se encontraban.

—“Fuefos fías”— mascullé frunciendo el ceño, mientras mi cuerpo se congelaba.

Atendía a la explicación de la profesora como una distracción a mi mente con el fin de que se olvidara del frío que hacía. Pensé repetidas veces que aquello no era normal, que se debía de dar una clase así en el interior o en algún sitio donde no sufriéramos por el frío, pero dejé de vaguear, y me centré en serio en lo que explicaba. 

—La gente del agua, genial— dije, queriendo ser algo desdeñosa, pero, realmente, el tema me parecía interesante, y, de manera inconsciente, me incliné hacia delante para atender aún mejor.

Saqué papel, tinta y pluma, y me acomodé en la barca para tomar mejor nota. Comencé a escribir en cuanto la profesora empezó a hablar. Notaba la pluma deslizarse con dificultad por el pergamino debido a la tinta casi congelada. Gruñí, y apreté un poco más, sacando un poco la punta de la lengua.

Alcé la mirada cuando la profesora nos encargó los deberes, y puse los ojos en blanco, suspirando. Quería haber aprovechado aquella tarde para ir a explorar por ahí con Perry y Ryan, y, sin embargo, ya me veía metida en la biblioteca toda la tarde buscando información sobre pescados.

Para hacer la redacción, decidí ir a un tema que había dado en el colegio muggle: los mitos griegos.

Cogí pergamino nuevo, y comencé a escribir.

Las Sirenas en los mitos griegos por Rain Ross.

En un principio, los antiguos griegos describían a las sirenas con cuerpo de pájaro y cabeza de mujer cuya voz es hipnótica, atrayente y foco de catástrofes marítimas.

La mitología nos cuenta también que las sirenas podían ser las criaturas que separaban el mundo de los muertos del de los vivos ya que serían como las transportadoras de las almas de los caídos hacia el reino del Hades. Su hogar lo ponían cerca de la costa de Italia, aunque algunos autores difieren de esto.

Su aspecto, a lo largo de los ciclos mitológicos, fue cambiando, y pasaron de ser hermosas doncellas y mujeres, a pseudo-pájaros y criaturas despojadas de toda belleza por castigos impuestos por diferentes diosas. Afrodita y Deméter fueron dos de las cuales castigaron a las sirenas quitándoles su belleza, y dejándolas sólo con su melodiosa voz.

Ladeé la cabeza, y entorné a mirada. Releí la redacción, y me encogí de hombros. No era un tema en el que estuviera ducha, y no quería tampoco poner más cosas por si me las inventaba o estaban mal, por lo que decidí dejar la redacción como estaba.

Me levanté y le entregué la pequeña redacción a la profesora con una sonrisa, junto con el trabajo de los centauros*. Deseé que no la leyera hasta que terminara la clase, porque me ponía realmente nerviosa que un profesor leyera un trabajo que acababa de entregar delante de mí. Me hacía sentir como si estuviera en el patíbulo o frente a las astas de un toro.

—Tome, profesora— dije, sonriendo.

Volví a mi sitio, dando pequeños saltos, esperando que la redacción estuviera bien, y me dejé caer de nuevo en el bote, tratando de no pensar en el frío que nos envolvía a todos. 

Aunque me había llevado ropa de abrigo, parecía que no era lo suficiente como para aguantar excesivo tiempo en aquella barca, cada vez estaba más congelado aunque intentaba atender todo lo posible a la profesora, por lo viendo lo abrigada que iba Eire, decidí colocarme lo más cerca de ella para intentar entrar algo en calor.

Eire, si me congelo, por favor, aunque sea, quema la barca.

Cuando acabó la lección y nos pidió comenzar la redacción, una sensación de alegría y tristeza me invadió, alegría porque por fin podía entretener su mente con algo más que el frío que sentía y tristeza al saber que aún le quedaba un rato allí hasta acabar.

Será mejor empezar cuanto antes.

Tras coger mi libro y buscar información y recordar todo aquello que le habían enseñado sobre la gente del agua, comienzo a escribir con la mejor letra que mi mano congelada me permite:

Las sirenas y los tritones son descritos como criaturas de piel cetrina y cabello color verde alga. Su canto es hermoso bajo el agua, pero fuera de esta, son chirridos que producen un terrible ruido.  Su complexión es parecida a la de los seres humanos, con mismo el peso y altura. Sin embargo, son más longevas que los humanos ya que suelen vivir unos 150 años. Su alimentación se basa en algas, plancton y peces pequeños. Para respirar bajo el mar usan las escamas de su parte de pez, que les permiten estar varios días bajo el agua sin necesidad de salir a la superficie. Los machos son conocidos como sirenos o tritones. La sociedad de estos seres es fuertemente patriarcal. Sus poblados están instalados en acantilados y arrecifes. Están construidos con corales y conchas marinas. Les gusta habitar en paz y armonía con su entorno.

Cuando considero que por el momento la redacción es consistente, me levanto y se lo entrego a la profesora, con la esperanza de que fuese de su agrado.

Li llega a la calse, realmente tenia bastante frio y no   estaba nada comoda con tanta ropa, los calentadores de manos y piernas no eran muy comodos, pero tenia bastante frio, tambien se habia puesto un gorro de lana para protegerse las orejas y la cabeza del frio, mientras escucha las palabras de la profesora piensa:

- Que frio hace en este pais, no se como pueden vivir con este frio tan grande y con tantisima lluvia y humedad.

Con algo de dificultad principalmente por el frio y porque le costaba escribir en ingles escribe:

Las sirenas aparecen tambien en cuentos antiguos de mi pais, aunque siempre se han relacionado con historias y leyendas de occidente es cierto que en China tambien tenemos cuentos populares basados en seres como las sirenas. De todos es sabido que las Sirenas son las que crean las perlas preciosas ya que sus ojos al llorar convierten sus lagrimas en perlas preciosas. Esto hacia que los pescadores quisieran atraparlas para poder tener siempre una gran cantida de perlas preciosas.

Las sirenas son los unicos seres capaces de tejer un material muy valioso que no solo es muy ligero, sino que tambien es transparente y hermoso. Estas dos caracteristicas hacian que fueran muy tentadoras para los pescadores que siempre querian encontrar alguna y atraparla, sin embargo, el canto de las sirenas hacia que fuera muy dificil hacer esto

En otras zonas de China las leyendas hablan mas bien sobre que estos maravillosos y polivalentes seres eran criaturas muy sabias y agiles, que ademas es muy complicado de atraparlas, pero que sobretodo estaba muy mal visto ya que se consideran seres similarees a los humanos y por lo tanto daba mucha mala suerte atrapar una de ellas

Pisínoe se fue acercando a vosotros mientras completabais vuestro trabajo. Iba recogiendo los ejercicios de la clase anterior, y aunque esta vez habían sido mandados por otro profesor, sería ella quien los corrigiese.

Mientras los alumnos se morían de frío y hacían todo lo posible por calentarse las manos, ella iba leyendo los trabajos entregados.

Para cuando la clase terminó, y en vista de que no había habido ninguna pregunta, Psíone hizo un gesto con su varita de coral para crear una gran catarata. Inmediatamente después unos rayos de luz salieron de su varita, en el que se proyectaron una serie de resultados en función de los trabajos entregados.

Tras aquel pequeño espectáculo de luz y agua, la profesora se despidió de vosotros. El día de los exámenes finales tendréis que entregarle el trabajo de esta clase a Sarth-Melem, el otro profesor de Conocimiento de Criaturas Mágicas. Durante todas estas semanas tendréis algo de tiempo para investigar un poco más sobre ello y hacer un trabajo con mejores resultados que los que me habéis dado. Sinceramente, esperaba algo más, puesto que son trabajos bastante justitos.

¡Muchas gracias! Concluyó metiéndose dentro del agua y despidiéndose de vosotros.

Morpho se extrañó el no haber visto a Sam ni a James.

Ya les diré lo que tienen que buscar - se dijo mientras salía de ese lugar.

Iré a la biblioteca.

Me sentía como un pingüino, tapando los huecos que había entre nosotros para evitar que la corriente de aire nos llegara hasta el tuétano de los huesos. Miré Ryan, y me arrimé más a él para evitar el frío. Con un gesto de la mano, le dije a Perry que viniera también, y así, evitar entre todos el frío.

—Yo le pego fuego a lo que quieras— le dije, casi tiritando—. Esto no es normal.

Me llevé las manos hacia las piernas y me senté sobre ellas, para darles calor con mi trasero. No sirvió de nada, pues la madera del bote estaba igual de fría, pero me entretenía haciendo el imbécil.

Aguardé la nota con gran expectación. Cierto era que no se me habían ocurrido muchas cosas sobre la gente del agua, y fui a lo básico, y a lo más elemental, pero hacía frío. Mi cerebro se atrofiaba con frío, no funcionaba bien. Se atascaba y sus engranajes no funcionaban. Yo lo sabía. La profesora lo sabía. Todos lo sabíamos.  

Contemplé fascinada aquella muestra de magia, mirando a tanto a Perry como a Ryan, sonriente, olvidándome un poco del frío, y miré mi nota. Alcé las cejas y exhalé el aire que contenía mis pulmones haciendo una pequeña voluta de vaho.

—Bueno, no está mal— dije, encogiéndome de hombros, sonriente, cuando la profesora se había marchado saltando hacia el agua.

Miré a mis compañeros, levantándome de la barca y dando pequeños saltos para calentar el cuerpo.

—¿Qué?—pregunté, entre salto y salto—. ¿Vamos a la Biblioteca ya o lo dejamos para después?— y seguí dando saltos. 

Li observa los resultados y no puede evitar una leve sonrisa, habia sacado algo de nota, pero lo cierto era que era muy poco, tenia que sacar mas, pero esque tenia demaiasdo frio, y aquel lugar no hacia mas que helarla entera, asi que cuando una de las chicas dice de marcharse ella asiente mientras dice:

- Si.. yo voy...pero antes...algo frio

Realmente estaba muerta de frio, si para un chico ingles hacia mucho frio para ella proveniente de una zona mucho mas calidad era insoportable y estaba helandose, hasta el punto de costarle hablar.

Li comienza a caminar hacia el castillo dispuesta a ir al comedor a por algo caliente, realmente lo necesitaba si no queria caer resfriada o como ella misma pensaba congelada en el suelo, ademas se pasaria por el dormitorio a coger algo mas de abrigo ya que se le habia metido el frio en el cuerpo.

Al ver la nota que le había dado la profesora, sintió un poco de tristeza ya que esperaba un poco más.

Bueno, supongo que será exigente y tendré que esforzarme mucho más.

Directamente me giro hacia la enérgica Eire:

Eire, mientras vayamos a un sitio donde haya una chimenea, te seré un hombre eternamente agradecido pero por favor vayámonos ya.

- Vamos chicos.-Dijo Perry castañeándole los dientes. Cuanto antes se quitara de vista a las serpientes y entrara en calor mucho mejor.- Vamos a la biblioteca y así ya dejamos esto encarrilado.- Perry también esperaba más. Se había esforzado mucho con la redacción de los centauros pero ya no se decepcionaba en esta clase. Le parecía una soberana pérdida de tiempo.

Seguí con la mirada a la muchacha, y pensé que tenía razón. Que lo mejor que podíamos hacer en ese momento era salir de allí lo antes posible si no queríamos morir por congelación.

Continué dando pequeños saltos para calentarme, aunque sólo conseguía sentir mis dedos de los pies totalmente entumecidos, cuando escuché las palabras de Ryan.

—Sí, sí— asentí, mientras seguía dando saltos—. Vámonos, sí.

Sorbí por la nariz, notándomela algo congestionada, y miré a Perry, pensando en si él también tenía frío. O, al menos, si tenía el mismo que yo, porque me hacía gracia pensar que, para él, el frío no era más que una ilusión que teníamos los demás, y que poseía un poder desconocido que le evitaba sentir las corrientes de aire.

Ah, pues no, pensé, al notar que también tenía frío cuando noté su castañeteo. Estamos todos igual.

—¿A la biblioteca?— repetí, sin poder creerme lo que mis oídos acababan de escuchar—. ¿Tan pronto?— me lamenté.

Miré a Ryan, suplicándole que dijera que no, que fuéramos a calentarnos al Gran Comedor o a la Sala Común, cualquier sitio, pero sin trabajar. Sin embargo, suspiré, mirando mis botas, y cedí.

—De acuerdo— dije, encogiéndome de hombros—. Vamos. Venga, Ryan. Necesito a los dos que sois listos para que me ayudéis— indiqué apesadumbrada, pensando en lo bien que se estaría frente a la chimenea de la Sala Común, notando el calor de las llamas en la cara, mientras comía una rana de chocolate detrás de otra.

Comencé a caminar tras Perry, dando pequeños saltos mientras avanzaba. 

Allí, en la orilla del Lago Negro se encontraba la que sería vuestra otra profesora de Conocimiento de Criaturas Mágicas.

Pisínoe, para quien no lo conociera, era una sirena del Lago y ahora profesora de Hogwarts. Aunque jamás se la había visto por el comedor, ni dentro del colegio, pues era evidente dada su condición, se iba a dedicar en cuerpo y alma al desarrollo de la materia sobre criaturas mágicas.

La sirena llevaba lo que parecía ser una burbuja de agua pegada a su cara, mientras tanto os estaba esperando allí, muy cerca del embarcadero y con una sonrisa os fue indicando dónde debíais sentaros. Había unas cuantas barcas donde os podríais sentar y apoyar también para desarrollar la clase teórica.

Estaba claro, que vuestra profesora no era consciente del frío que hacía ya, así que sería mejor que os hubiérais abrigado bien.

Buenos días, queridos míos. Dijo la supuesta profesora. Estoy encantada de pertenecer al claustro de profesores este año y espero que vosotros lo estéis también. Creo que es importante que hoy estudiemos una criatura mágica, como lo es el basilisco. Después de lo que pasó el Lunes Sangriento, y tras los pocos resultados obtenidos hasta el momento, es importante que hablemos de esta criatura, porque sospechamos que seguramente haya sido la causante de todos los males de vuestras mascotas. Aunque sigue escapándoseme el hecho de que no muriera ningún felino.

Bien, acomodaos en las barcas y empezad a escribir. Dijo con un tono que simbolizaba que, para quien no le interesase, aquella clase podría suponer un auténtico aburrimiento.

Y zambulléndose en el agua, para segundos después volver a salir, comenzó a relatar como si fuera de memoria, el contenido de aquella clase.

"El basilisco es una serpiente verde brillante que puede alcanzar más de quince metros de largo. El macho luce una pluma escarlata sobre la cabeza. Tiene colmillos excepcionalmente venenosos, pero su arma más mortífera es la mirada. Cualquiera que mire directamente a sus grandes ojos amarillos morirá al instante. Sin embargo, si se lo observa a través de algún objeto o reflejado la víctima solo quedara petrificada. Los fantasmas pueden verlo directo pero de igual forma solo resultan petrificados. Esto es debido a que los fantasmas ya se encuentran muertos y no pueden volver a fallecer. Pero los fénix son inmunes a esto. Las acromántulas y los basiliscos son enemigos a muerte, son enemigos naturales.

Los colmillos del Basilisco poseen un mortífero veneno, capaz de matar un humano en minutos; el único antídoto contra esta mordedura son las lágrimas de fénix, también es capaz de destruir objetos que luego son imposibles de reparar incluso con magia. El veneno de este es muy potente incluso después de muerto. La piel del basilisco es de características similares a la de un dragón, capaz de repeler hechizos. Muda de piel a intervalos regulares, al igual que el resto de las serpientes, cuando crece.

El Basilisco tiene ojos amarillos

Si la cantidad de comida es suficiente (el basilisco se alimenta de todos los mamíferos y pájaros y de la mayoría de los reptiles), puede llegar a vivir muchísimos años. Se cree que el basilisco de Herpo el Loco vivió cerca de novecientos años y el de Salazar Slytherin aproximadamente mil años. El canto del gallo es su debilidad mortal. El macho se diferencia de la hembra por una pluma escarlata en su cabeza.

La cría de basiliscos es ilegal desde la Edad Media, aunque la práctica se puede ocultar fácilmente sacando el huevo que estaba debajo el sapo cuando aparecen los empleados del Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas. Sin embargo, puesto que nadie puede controlarlos excepto los hablantes de pársel, los basiliscos resultan tan peligrosos para los magos tenebrosos como para cualquier otro".

Estaba claro que sabía de lo que hablaba. Y no necesitaba libro alguno para recitar aquellas palabras.

Bien, pues como deberes quiero que hagais una breve redacción sobre lo que sabéis y conocéis sobre los basiliscos. Aceptaré una primera parte del trabajo, quiero que me la entreguéis ahora. Y para los exámenes de diciembre quiero que hayais ampliado vuestro conocimiento y me hagais entrega de una segunda parte.

Ahora, sentaos comodamente y escribid en silencio todo lo que sepais.

¡Ah! ¡Y no me olvido! Dejadme junto a la barca vuestro trabajo de los ciempiés. Iré pasándome a recogerlos y los corregiré yo. ¡Muchas gracias!

Anunció su llegada al Lago Negro con un sonoro trompeteo al sonarse los mocos. Tenía los ojos llorosos y la nariz roja de la congestión. Y ahora que había salido al frío, los síntomas empeoraban. Esperaba encontrar alguna hoguera para acercarse al calor, pero no había nada.

No los recibió el centauro que les dio clase la semana pasada. En su lugar, apareció una sirena. No tenía un aspecto tan atractivo como Sarth-Melem, pero sin duda era igualmente grandiosa. Subió a la barca, como les pidió, y buscó un lugar cómodo en ella para tomar apuntes.

Algo sorprendió a la pequeña. ¿Iban a estudiar el basilisco? ¿No era una criatura demasiado peligrosa y difícil para unos alumnos de primero? Pisínoe dio la explicación, la cual dejó a Asterope helada (metafóricamente hablando, pues ya estaba helada literalmente desde hacía un buen rato). No había nada que ella pudiera hacer. Ni los mejores y más experimentados magos tenían oportunidad. Solo unos pocos habían sobrevivido a él: Los escasos hablantes de pársel y otros con una suerte que no se la creían ni ellos, como aquellos que “solo” fueron petrificados hace 40 años.

Le sorprendía la poca seguridad de ese colegio. Ya hubo una serpiente gigante hacía años y nadie la había descubierto salvo tres críos de segundo curso. ¿Vuelve a haber otra y, de nuevo, no tienen ni idea de dónde está ni de quién la controla? Hogwarts era un lugar difícil de comprender a veces.

Tomó nota de todo lo que Pisínoe contaba, mientras imaginaba a uno de esos monstruos atacando a su pobre búho sin que tuviera una mínima posibilidad de defenderse. Pero no era solo culpa del basilisco. Alguien estaba detrás. ¿Es que no lo veían los profesores? Que dejaran de buscar a la serpiente gigante que mata con la mirada y que buscaran a la persona que había detrás de ella que, por muy loca que estuviera y malvada que fuera, no era tan letal como su mascota viperina.

- Perdone, profesora. Creo que el hecho de que ningún gato muriera deja claro que hay una mente inteligente. Una criatura como el basilisco, que busca sangre y víctimas sin más, no se para a comprobar si ataca a tal o cual especie ni va eligiendo. ¿No creen los profesores que hay un mago oscuro que la controla y que, por alguna razón, quería a los gatos vivos? –Su mente le devolvió la imagen de Bastet. ¿Habría sido realmente uno de los docentes del colegio? ¿Con qué clase de gente vivían esos niños? Lo que no sabía era por qué no habían atacado a ninguna persona. ¿Alguien con un odio acérrimo a los animales excepto a los gatos? ¿O simplemente había sido el ensayo de un futuro plan mayor en el que se atacará a los alumnos, como años atrás?

Fuera lo que fuera, era terrible pensar en ello. Intentó no hacerlo centrándose en lo que les había mandado la profesora. Fue la primera en levantarse a dejar el trabajo sobre el ciempiés. En cuanto se sentó, se puso manos a la obra con la redacción sobre el basilisco aunque, inevitablemente, no podía dejar de pensar en el Lunes Sangriento y en Hefesto.

El chico negro llegó dando pequeño saltos hasta las proximidades del lago. El frío no le desagradaba, porque siempre se podía abrigar más y más... No como el verano, en el que le era imposible sentirse fresco.

Se sentó cerca de la profesora, sin dejar de impresionarse por la sirena. Sabía que no debía, pero le encantaría alzar la mano y tocar con su dedo su piel pegajosa... Pero la voz de su madre apareció en su cabeza, y le amenazó seriamente.

Así que, con cara de tristeza, dejó el trabajo de los ciempiés y empezó a tomar notas del basilisco. Escuchó a la muchacha de Slytherin y negó con la cabeza.

Perdona que te moleste dijo, interrumpiendo la conversación de Asterope con la sirena. Pero ¿y si la criatura teme a los gatos? al fin y al cabo, si esta serpiente es tan grande y teme el canto del gallo... ¿No podría pasar lo mismo con los gatos?

Llegue a clase de Criaturas Mágicas con cierta prisa y, nada más tomar asiento se me revolvio el estomago con el tema en cuestion. Expresiones como "Lunes Sangriento" y aquella facilidad para dar ahora informacion que se nos habia negado hasta entonces me dejo claro que todo aquello era una estupidez.

Un basilisco que mata mascotas de forma selectiva y que no ataca a las personas. No tenia sentido ninguno. Ademas, dudaba mucho que un Basilisco pudiera hacer caer lechuzas muertas desde el cielo. Alli habia algo mas, la mano de alguien orquestando todo aquello. Alguien que amara a los gatos lo suficiente como para salvarlos de aquella masacre.

Y asi, a voz de pronto, por mi cabeza ya circulaban un par de nombres que se ajustaran a la descripicion.

En cualquier caso, me acerque a la dichosa barca para dejar mi trabajo sobre el ciempies monstruoso y anote un par de cosas sobre el basilisco, claramente contrariada con todo lo que habia estado escuchando.

Y esboce una media sonrisa al darme cuenta de que, curiosamente, no era yo la unica que no parecia convencida con aquella explicacion que nos habian dado.

En el momento en el que Asterope preguntaba a la profesora, Christopher la interrumpió. En su vida había hablado con ese niño, así que le sorprendió bastante su atrevimiento. No obstante, escuchó con atención su hipótesis-. Hmmm... Es una teoría interesante. Pero nunca había oído eso. Sé que la última vez que atacó un basilisco, alguien mató a todos los gallos. Pero porque su canto es letal para ellos. Y nadie hizo nada a los gatos. ¿Qué opina usted, profesora? –preguntó a Pisínoe. No podían descartar la aparición de una nueva raza de basiliscos que murieran con el maullido en lugar de con el canto del gallo. Aun así, era raro, raro, raro. Y había otra cosa...

- De todas formas, alguien nos... –Tragó saliva y respiró antes de continuar-...nos lanzó a los animales del techo del comedor. Tal vez ese bicho tenga miedo a los gatos, no sé. Pero que hay una persona detrás está claro. ¿Quién sino un mago con mucho poder habría conseguido eso? –O bruja con mucho poder, pensó aún con la profesora Bastet en mente.

Hablaba a sabiendas de que los profesores lo sabían seguro. Eran adultos inteligentes. Y si ella, una niña de 11 años, había podido llegar a esa conclusión, ellos seguro que también. 

Byron llegó a clase algo hambriento. No había pasado por el comedor. Y ahora tenía bastante hambre. Intentando ignorar el hecho de que no había desayunado, se centro en la clase.
Una sirena era la profesora de una asignatura que ya de por sí era bastante mágica. Criaturas mágicas. Byron sabía que en Hgwarts todo lo que aprendían era magia, pero habían cosas que se podían hacer con la tecnología que no eran mágicas. Un conuro para atontar no era más efectivo que una pistola táser. Incluso era más sencillo de ejecutar y como ese, muchos otras aplicaciones similares. Pero las criaturas mágicas eran, para Byron, la misma esencia de la magia, un unicornio, un dragón y sus habilidades y propiedades mágicas era algo que no se podía hacer con ciencia y tecnología.
Cuando se enteró que iban a hablar del basilisco, un escalofrío recorrió su cuerpo. Había leído lo típico que si mataba con la mirada, que si convertía en piedra con la mirada que si era mitad gallo mitad lagarto, pero muchas de esas informaciones que tení provenía parte de los mitos y leyendas muggles. Como mínimo, y no es que fuese algo agradable para Byron, sabía que existían, y que habían algunas mentiras y otras verdades en el mundo muggle sobre ello.
Escuchó atentamente a las anotaciones de la profesora. Al menos, lo intentó todo lo que pudo, con ese agujero insondable en su estómago y los intentos inútiles de tomar apuntes, la explicación de la profesora se hizo más corto de lo que él deseaba. Sin embargo, había aprendido bastante de los basiliscos y, aunque eran unos seres peligrosos, pensó que aquellos bífidos y mortales reptiles no tenían nada que envidiar a los hermosos y señoriales unicornios o a los peligrosos y poderosos dragones. Eran criaturas muy peligrosas, pero no por ello menos interesantes.
Sobre el tema de los gatos, era algo muy extraño, y Byron mismo pensaba que sería difícil que un basilisco matase todos los animales excepto los gatos de un castillo tan grande como Hogwarts en una sola noche. Sería algo realmente difícil. No, eso no podía ser la respuesta.

- Y, profesora, que muriesen todos los animales del castillo en una sola noche? Eso no es extraño? Quizá usted sepá de algun conjuro que lo permita. Controlar a un grupo de basiliscos podría ser posible? Sería posible que nos lo explicase? Quizá en la hora de repaso?

Cuando llegó a clase, miró sorprendida y con cierta fascinación a la nueva profesora, aquella burbuja que rodeaba su boca le había parecido de lo más curiosa, y aunque creía recordar haber leído algo de pasada en algún momento de su corta vida, verlo en persona era sin duda muchísimo más fascinante.

Tomó asiento y comenzó a copiar lo que la profesora dictaba sobre los basiliscos. Eran sin lugar a dudas unas criaturas terroríficas, tal como su aspecto hacía creer, pero a la vez, tenían su no se qué, algo que llamaba la atención de la pequeña. Claro que realmente cualquier criatura sería interesante para Willow.

- Creo que Asterope está en lo cierto. -Sonrió a la Slytherin. No habían vuelto a hablar desde lo ocurrido aquel día, pero aún así, se sentía muy unida a ella.- No creo que un basilisco le tenga miedo a los gatos. Si no recuerdo mal, en Historia de Hogwarts hablaban sobre el caso que hubo cuando Harry Potter estaba en el colegio, y mencionaban que una gata había sido petrificada.

Y no solo era eso. También estaba lo de que las lechuzas lloviesen del cielo y que parecía que todas las criaturas habían muerto a la vez. ¿Cómo podría hacer eso un basilisco o cualquier otra criatura? Tenía que haber alguien detrás. Aunque esa idea no le gustaba lo más mínimo, y no la diría en alto. Era una acusación demasiado seria.

Cuando terminó de hablar -y de pensar sobre ello-, sacó un pañuelo del bolsillo de la túnica y se sonó la nariz, ya bastante roja debido al uso continuo de pañuelos. Se lo volvió a guardar y entonces se levantó para dejar su trabajo sobre los Ciempiés Monstruosos donde había indicado la profesora.

Nada más volver a sentarse, se puso con la redacción del día.

Ludmila llegó algo apresurada. Una sirena se presentó como su nueva profesora. Se acomodó en una barca cerca de sus compañeros de Casa mientras que continuaba escudriñando los detalles del cuerpo de la docente. -Esas escamas parecen bastantes resistentes y la grasa de su piel es muy valiosa para el uso de ciertas pociones...y tendría que tener unas branquias ahí detrás, supongo que...Sus conjeturas se vieron interrumpidas cuando mencionó el Basilisco. 

Tomó su libro y comenzó a tomar notas de lo que decía la profesora. Sabía la mayoría de las cosas, aunque ciertos detalles le parecieron de lo más interesante. Pensaba en la grandiosidad de aquella criatura y lo poderosa que resultaba. Ese trabajo, resultaría interesante. 

Escuchó las elucubraciones de su amiga y del resto de los compañeros de Ravenclaw. Cuando se dio cuenta de algo...Alguien estaba tratando de inculpar a la profesora Bastet. 

Mientras los alumnos de aquella clase no paraban de hacer preguntas sobre lo que sucedió aquel fatídico día, la profesora iba recogiendo los trabajos que iban realizando y los que ya habían realizado. Se dedicó a corregirlos a gran velocidad, sin responder a nada de lo que allí se mencionaba. No sabía como responder, ni que respuesta darles para que fuera suficientemente satisfactoria.

Así que, tras meter toda aquella cantidad de pergaminos dentro de una burbuja, alzó la mano y abrió la boca, como tratando de hacer un gesto para responder, y entonces, sin más, se desvaneció.

La profesora parecía haber desaparecido, pero unas ondas a lo lejos del lago aclararon que simplemente la profesora se había marchado de allí dejándoles con la palabra en la boca. ¡Que desconsiderada!

A pesar de ello, algunas algas flotaron y se iluminaron casi como florescentes, a cada lado de la barca de cada alumno, apareció una anotación con los puntos que se habían llevado por todos aquellos trabajos tan bien hechos.