Partida Rol por web

Poppy acababa de terminar la comida que le habían enviado directamente desde las cocinas. Al dejar los cubiertos sobre el plato, todo desapareció, dejando su mesa vacía.

Habían tenido un día ajetreado y sabiendo que después de la hora de la comida empezaría duelo para las dos clases de primero que no la habían tenido por la mañana, prefería estar preparada.

Oyó a alguien tocar a la puerta. Era raro, normalmente los alumnos entraban directamente. Un enfermo no estaba para seguir protocolos...

Vaya, ¿qué haces tú por aquí? Juraría que no hay clases a estas horas, se extrañó revisando los horarios. No, no había. Miró en la lista de alumnos y vio que el nombre de Neil Barreiro se iluminaba.

Uy, ¿qué te pasa pequeño?, preguntó acercándose al chico y ayudándole a llegar hasta una camilla.

Por los síntomas creía saber de lo que se trataba y si era eso que ella pensaba... No había cura mágica.

Neil se sintio un poco violentado ante la imagen de la enfermera, aunque amable tenia cara de estricta.

Creo que estoy resfriado dijo con voz nasal algo avergonzado. Creo que incluso tengo algo de fiebre. Pero no quiero faltar a la clase de por la tarde, me preguntaba si podria darme algo que me quitase esta horrible moquera.

A medida que hablaba y se acercaba a una camilla junto a la enfermera Pomfrey, Neil se acercaba una servilleta ya muy usada que traia del comedor para que los mocos no le arrastrasen por la cara.

Odio estar enfermo pensaba mientras aguardaba los cuidados de la bruja.

¿Resfriado, eh?, preguntó al ver que sus temores se hacían realidad.

Posó su mano sobre la frente del chico y la temperatura que le devolvió fue de unas décimas.

Es una de las cosas a las que los magos no hemos encontrado remedio mágico, pensó Poppy al ir hacia una de las estanterías con puertas de cristal que guardaba todo tipo de frascos, probetas y jarras.

Cogió unas pastillas muggles y después se acercó a la tetera que siempre tenía llena con agua caliente. Hizo un té con unas cuantas hierbas bien seleccionadas y echó un chorro de miel para quitarle la amargura.

No estás tan mal como para que tengas que guardar cama. Tómate esto, le dijo ofreciéndole la taza de té, que había templado lo justo para que pudiera beberlo sin quemarse.

Y éstas, son pastillas anti-resfriados, le dijo escondiendo el hecho que el medicamento era de origen muggle: paracetamol. Tómate una en el desayuno, otra en la comida y otra en la cena. Tómate una ahora con el té, dijo ofreciéndole una bolsita con tres pastillas. Mañana si sigues mal, vuelves y te daré otras tres, ¿de acuerdo? También tienes que beber mucho agua.

Genial, muchas gracias, señora dijo metiéndose una pastilla y dando un tragó al té.

La bebida estaba no estaba demasiado caliente, pero como a Neil no le gustaba demasiado el té que no estaba hirviendo, tuvo que esforzarse por no poner una mueca.

La magia es genial, ¿Verdad? Es estupendo que haya curas para todo. No sé como los muggles pueden arreglarse sin conjuros, pociones y sortilegios meditó en voz alta Neil.

Ya empezaba a notar los efectos de aquella pastillita y sonrío a la Enfermera. Le dio las gracias de nuevo y se alejó camino a su clase algo apurado.

¡Adiós!

La enfermería en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería está dirigida por Madame Poppy Pomfrey. Los estudiantes (y, presumiblemente, el personal) que sufren accidentes y lesiones durante el año escolar son enviados o llevados a la enfermería para ser curados. La enfermería está bien equipada para hacer frente a todo tipo de lesiones mágicas o mundanas, desde fracturas hasta renovación de huesos. Sólo en casos más graves los pacientes son enviados al Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas para tratamiento adicional.

Desde que habían empezado las horas de la tarde, solo un pensamiento permanecía inalterable en la cabeza de Poppy: duelo. ¿Cuantos vendrían directamente de la clase de duelo? ¿Se atrevería Karl a traerles él mismo para así volver a enfrentarse con le ceño fruncido de Poppy? ¿Le tocaría llamar esta vez a San Mungo...?

Estaba atendiendo a una Ravenclaw de los cursos mayores por un ataque de nervios mágicos, cuando los pequeños entraron.

Al salir de clase hacia la enfermería, Ithan miró a Gabriela, preocupado. Se quitó la capa, echandosela por encima con intención de resguardarla. ¿Cómo estas? Le preguntó, sin su habitual sonrisa. Ya llegamos a la enfermería y ya verás como no es nada. ¿Vale? Caminó junto a ella, mirando hacia atrás, frunciendo el ceño.

Esperaba que sus compañeros de casa se preocuparan por como estaba Gabriela, pero se dio cuenta que fue el único en acompañarla. ¿No viene nadie más? Que gente... Torció el gesto de la boca, en una mueca de preocupación y desagrado. Bueno... yo... lo siento. No quería congelarte. Le sonrió, forzando el gesto para animarla. Finalmente, giró la esquina y entró en la enfermería.

Llevaba a Albo, el huron, al hombro. Con la varita aun en la mano, y con la mochila colgando del hombro. Nunca había estado en aquel sitio. Buenos días, Enfermera. Carraspeó, y tras unos segundos de silencio, señalo con la cabeza hacia Gabriela.

Estabamos en duelo, y... bueno... Se pasó la mano por la nuca, sin saber como seguir. ...congelé sin querer a Gabby. ¿Podría ayudarnos?

Cuando Poppy escuchó el carraspeo y el saludo, se volvió con gesto amable, algo habitual en ella. Pero al ver el hurón sobre el hombro del chico, su cara sufrió una transformación: ¿Donde te crees que estás? ¡No puedes traer animales aquí! Esto es una enfermería.

Arrugó la nariz, como si desde allí fuera capaz de oler todas las enfermedades que el animal podía transmitir a sus pacientes expuestos a cualquier parásito animal. Tienes suerte que es la primera vez que te veo, sino te quitaría 50 puntos. Suavizó el gesto tras aquella breve amonestación. No le gustaba enfadarse y menos aún gritar a los alumnos. Y aunque realmente le gustaban los animales, ese "afecto" se veía convertido en rechazo siempre que pisaba la enfermería, el comedor o cualquier aula de clase.  Sácalo ahora mismo de aquí y no vuelvas a traerlo. ¿De acuerdo? Yo me quedo con la pequeña, dijo acercándose y sujetando a Gabriela para así acercarla a una camilla.

Primero la ayudó a sentarse y después se acerco a su mesa donde revisó unos listados. Al ver un nombre iluminado volvió a donde estaba la chica. Gabriela, ¿donde te ha dado el Crystallus?

En la enfermería. Contestó automáticamente ante la pregunta de la enfermera. Miró a su alrededor, para confirmar que no se había equivocado de sitio. No, no se había equivocado. ¿No pueden entrar animales? Preguntó, alzando una ceja, sin entender el motivo. Pues vaya... Pensó, mirando de reojo al huron. Tendrás que esperar fuera. Fuuuueeera. Repitió en un susurro, señalando hacia la salida.

El animal pareció hasta entender que pasaba, pues se bajó del hombro del chaval, correteando raudo y veloz hasta la salida, permaneciendo fuera de la enfermería. Cuando lo amenazó con quitarle puntos, alzo ambas cejas. Él no sabía de esas normas, nadie las había dicho, y la mujer se puso a amenazarlo después de haber hecho que el animal abandonara el lugar. Su opinión sobre la enfermera cambió de neutral a negativa después de lo sucedido. Él había sido un alumno modelo estos días, y si llevó al animal es porque nadie le dijo que no podía hacerlo.

Me gustaría quedarmé con ella, por favor. Dijo amable, después de haber sacado al huron de allí, y decidió no añadir nada más. Encima que me ofrezco a acompañarla, me echan la bronca. Podría haber puesto un cartel en la puerta y ya esta, no es para ponerse así.  Se quedó cerca, observando a la enfermera trabajar, preocupado por el estado de su compañera.

La enfermería en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería está dirigida por Madame Poppy Pomfrey. Los estudiantes (y, presumiblemente, el personal) que sufren accidentes y lesiones durante el año escolar son enviados o llevados a la enfermería para ser curados. La enfermería está bien equipada para hacer frente a todo tipo de lesiones mágicas o mundanas, desde fracturas hasta renovación de huesos. Sólo en casos más graves los pacientes son enviados al Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas para tratamiento adicional.

Arnold llego corriendo a la enfermeria porque estaba muy preocupado por el estado de Gabi.

-¡Hola Ithan!,¿como esta Gabi?.

Acercandose a la camilla donde estaba su amiga volvio a decir:-¡Gabi como estas!,¡pobrecita ponte pronto bien porfa!.

-Ithan muchas gracias por acompañarla todo este tiempo,pero ya me quedo yo con ella.

Gabi caminaba silenciosa junto a un Ithan que se mostraba bastante preocupado. Se sentía un poco incómoda estando ahora a solas con él, ya que por alguna razón pensaba que había un gran malentendido.

Era cierto que él le había hecho daño con su hechizo, pero ella también tuvo parte de la culpa por atemorizarse, aunque fuera su primer duelo y la primera "pelea" que había tenido en su corta vida. Además, el rubio no se había tomado bien el hecho de que no hubiese querido seguir practicando con él.

Entonces sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando el chico puso su capa sobre ella, tratando de abrigarla un poco. La niña suspiró, aliviada y le respondió:

-Gracias. Bueno, me siento un poco rara, espero que en la enfermería puedan arreglarlo como por arte de magia.- Dijo con una sonrisita, recordando los momentos de su infancia en que se caía y su madre hacía cicatrizar las heridas mientras la niña contaba hasta tres.

Notó cómo el rubio volteaba, esperando que alguien más viniera. Gabi también pensó que quizás Kelly o Selena la acompañarían, pero no fue así.

-No pasa nada.- Le dijo a Ithan, descartando de su mente lo de sus compañeras, ya vendrían a verla luego.

-Yo tuve en parte la culpa, es que la clase de duelo me da... me daba miedo.- Reconoció bajando la mirada al tiempo que seguían caminando.

Antes de que el otro niño pudiera responder llegaron a la enfermería y pronto apareció la señora que se encargaba de curar a los demás niños del colegio. Pero apenas vio a Ithan alzó la voz reclamándole que hubiese traído al hurón.

Gabi se sorprendió, abriendo mucho los ojos y mirando a Ithan asustada, no quería seguir perdiendo más puntos para su casa, suplicó mentalmente que Ithan no se pusiera a discutir con la señora y esperó a que pusiera a su amada mascota afuera por un momento.

Gabriela se dejó dirigir sin decir palabra a la camilla y se propuso hablar con esa señora unicamente para responder a sus preguntas, parecía una mujer muy ocupada y no quería llenarla de más cosas en las que pensar:

-En el costado derecho.- Aseguró con una voz más infantil de lo que había pretendido, pero se sentía tan pequeña e indefensa ante esa mujer que no le extrañaba haber hablado así.

Entonces escuchó unos pasos apresurados en el corredor y, acto seguido, una cabellera roja entró veloz, haciéndola pensar por un segundo que se trataba de Selena. Pero al darse cuenta de que no era ella, su sonrisa se ensanchó y su gesto se relajó visiblemente.

-¡Arnold!- Exclamo casi sin darse cuenta. -Claro que sí, ya vas a ver cómo me pongo bien y voy a practicar con ustedes los hechizos que tenemos que recuperar.- Respondió animada. El pelirojo era tan agradable y no quería preocuparlo más de lo debido, aunque ciertamente no sabía si esa sensación rara que tenía en el cuerpo tardaría en desaparecer.

Cuando Arnold le dijo a Ithan que se podía ir la niña volvió a sorprenderse, pero entonces se acordó: -La chica de cabello largo de Slytherin... habían quedado en verse luego- Pensó.

-Es cierto Ithan, tu tienes otras cosas que hacer, no te preocupes ahora, ya me acompañaste hasta aquí y estoy muy agradecida por eso.- Le dijo mirándole fijamente a los ojos, como había aprendido que se hace cuando se quiere ser honesto.

No tienes porque echarte la culpa, no la tienes. Negó con la cabeza, con una media sonrisa ante las invitaciones de ella por restar importancia al ataque de él. Se quedó con ella, en silencio, esperando las atenciones de la enfermera cuando Arnold llegó.

Ey, tio. Le saludó, sonriendole amable y dandole una palmadita en el costado, a modo de saludo. Ya esta mejor, la enfermera esta encargandose de ella. Se hizo a un lado, para que Arnold pudiera ver a Gabbi. Miró hacia la puerta, con los brazos cruzados, sin decir ni hacer nada, hasta que la chiquilla le llamó la atención hablando de practicar conjuros.

Había sido ella quien no había querido seguir practicar, ni asistió a las clases en la sala común. No contestó, tomandose su tiempo para dar la respuesta, cuando Arnold le dijo que podia irse, y Gabbi subrayó sus palabras. Sí, será mejor que me vaya a la sala común. Miró a la pareja, encogiendose de hombros.

Hasta luego. Comentó, sin decir nada mas y se dirigió a la enfermera. Muchas gracias por asistir a Gabriela, señora. Agradeció, educado, antes de marcharse. Una vez fuera, recogió al hurón, y se marchó en dirección a la sala común.

La enfermera arrugó la nariz cuando el chico ordenó al bicho permanecer fuera. Tendría que hablar con los profesores. Hacía tantos años que se dependía del sentido común que a veces éste faltaba y si no había reglas para contrarrestarlo, las costumbres cambiaban. Y Hogwarts era un sitio de costumbres. Viendo que el chico era capaz de entrar a la enfermería con un animal, entendía que debía llevarlo a todas partes; y aunque no era ella quien imponía normas fuera de su feudo, no veía bien que se llevaran animales ni a clase ni al comedor.

Veamos qué tienes aquí, dijo ayudando a Gabriela a levantar el lateral del jersey y la camisa para dejar a la vista el costado.

No te preocupes, que esto tiene fácil arreglo, expuso ya con el ceño relajado, volviendo a ser la Poppy animada y amable de siempre.

Poppy se acercó a una de las estanterías con puertecitas de cristal que contenían frascos con potingues de todos los colores.

De fondo se oía algún lamento de uno de los alumnos que parecía estar pasando muy mal momento. Con la enfermera Wainscott a los pies de la cama, mirando con gesto agrio a una chica que debía ser de cuarto o quinto curso, estaba claro de donde provenían los quejidos.

Poppy volvió a los chicos de primero con una taza llena de líquido azul viscoso. Depositó el recipiente en la mesilla y mientras volvía a levantarle la ropa a Gabriela para dejar expuesta la congeladura.

Con tiento y mimo, masajeó la zona afectada con dos dedos hasta que las quemadura de escarcha desapareció. La sensación del potingue en la piel fue al principio como si una babosa se acabara de pegar a la piel, después desprendiendo un poco de calor, abarcó toda la zona herida e hizo que desapareciera.

Ya ves que no ha sido nada, comentó la enfermera sonriendo a la pequeña. Esta mañana hemos tenido a dos chicos de la clase de la mañana también heridos y por ahí les tendrás armando alboroto.

Arnold se sonrojo bastante cuando Gabi le hablo.Aquella chica le caia bastante bien....

-Me alegro muchisimo de que estes mejor Gabi,¿sabes?,nos has dado un susto de muerte,en clase todos comentan lo que ha pasado.

-¡Hasta luego Ithan y gracias por cuidar de ella!,luego nos vemos en el come.......,pero el rubio ya habia desaparecido.

-Señora Pomfrey ¿me puedo quedar aqui con Gabi hasta que se ponga bien?,esque la pobrecita lo ha pasado muy mal.

Gabi le sonrió al Arnold con cariño y luego observó al rubio salir sin añadir otra cosa. Entonces se volvió hacia la señora Pomfrey, aguantando las cosquillas o las leves punzadas de dolor que sentía cuando ella la tocaba.

Alzó las cejas cuando aquella mujer le dijo que tenía fácil arreglo y miró entusiasmada a Arnold. - ¿Ya ves? Voy a estar como nueva en poco tiempo.- Le aseguró. Los quejidos de la otra chica la distrajeron por un momento, prestando poca atención a lo que hacía la señora Pomfrey, razón por la cual dió un respingo al sentir algo muy babosos recorriendo su piel.

Miró alarmada cómo la mujer le untaba una sustancia azul, pero al sentir el calor que desprendía se sintió agradecida. -¡Qué alivio!- Pensó. -Esa sensación de frío polar está desapareciendo.-

-Este unguento es magnífico ¿Puedo saber de qué está hecho?- Preguntó curiosa a la enfermera.

-Muchas gracias.- Añadió cuando la mujer hubo terminado. Gabi se dio cuenta de que era una de esas personas que tenían -¿Cómo se decía? Ah si, vocación de servicio.- Recordó la palabra que su madre mencionaba repetidas veces sobre el trabajo de algunas personas.

-¡Ah estupendo!.¡Me alegro mucho!.

-Pense que te ibas a quedar malherida o algo por el estilo,bueno pues en ese caso me voy llendo para la sala comun.¿O quieres que te espere y vamos juntos?.

Esto es mejor que me vaya a la sala Comun mientras que tu recuperas Gabi.

-Alli nos vemos.

Pero igualmente, esos temblores con los que has llegado no son normales y el ungüento solo te cura la herida superficial, se preocupó Poppy. Tendrás que quedarte aquí para que vaya viendo tu progreso hasta la noche. Con suerte podrás ir a dormir a tu cama. Y no te preocupes por la cena, no te irás a la cama con el estómago vacío.

De vuelta en su mesa, que estaba justo en medio del pasillo principal que formaba las dos columnas de camillas, Poppy se sentó y escribió un par de líneas en una hoja.

Volvió donde Gabriela, y llevó consigo lo que había quedado de la pomada que había usado. ¿Sabes algo de remedios mágicos?, preguntó a la pequeña. Quizás tú sepas decirme qué lleva. Si lo adivinas, te doy un poco para que puedas usarlo si volvéis a practicar el Crystallus.