Partida Rol por web

El elfo doméstico chasqueó los dedos a la vez que afirmaba con la cabeza. Exacto, me alegro que lo entiendas. Muchos elfos se siguen considerando domésticos aunque no estén en una casa. Levantó sus huesudos hombros y sacó el labio inferior, ilustrando así visualmente que no entendía a los otros elfos; cuando en realidad él era el único que hacia distinción, como si el "doméstico" fuera un apellido que debiera irse cambiando.
 

No lo sé, dijo Booky. ¿Tu que crees que eres? Si el niño le dijera que era un dragón noruego o un pogrebin de dos cabezas, le creería a pies juntillas. Cada uno era lo que quería ser.

Maxwell se dio cuenta de que se trataba de una de esas preguntas cuya respuesta era mejor no pensar demasiado.

—Yo soy yo  —contestó.

Pasaría el resto de su vida, y no sería suficiente tiempo para explorar todos los entresijos de esa tautología.

—¿Tengo que hacerme una tarjeta o algo —preguntó para cambiar de tema— para sacar los libros?

Mircea se levantó de la mesa de Asterope y se dirigió a la salida. Allí vio a Maxwell hablando con Booky. Era difícil sacarle conversación al elfo doméstico y parecía que Maxwell lo estaba logrando. ¡Maxwell! Al que no le había escuchado más de 4 o 5 palabras seguidas cuando un gruñido no le servía como contestación.

Saludó al chico de primero con una inclinación de cabeza y volvió a repetir el gesto con el bibliotecario.

Se caló el sombrero y salió de la biblioteca rumiando donde ir a practicar el hechizo que aún tenía pendiente.

Buena contestación, dijo sincero el elfo, mirándole por encima de sus anteojos.

No, no hace falta, ya se quien eres, Maxwell, se había pasado todo el primer día de biblioteca aprendiéndose los nombres y las caras de cada estudiante de la escuela.  Trabajando en las cocinas no le había hecho falta, pero estando en semejante puesto se había impuesto conocer cada alma del castillo.

Puedes coger libros de cualquier estantería, salvo las que hay detrás del cordón rojo, se vio obligado a decir. No le gustaba que hubiera cosas prohibidas. Si hubiera hecho caso de las prohibiciones, seguiría en Durmstrang, iletrado y seguramente muerto.

Si quieres sacar algún libro de la biblioteca, te pasas por aquí y te lo sello, finalizó con una sonrisa.

Sí, Asterope había supuesto quién era el "Albus" escrito en la lista. Asintió con la cabeza cuando Mircea recitó su nombre completo. Claro, conozco a Dumbledore y todos sus logros. He leído muchísimo sobre él, un mago sobresaliente. Y también he oído muchas historias de su época como director de Hogwarts. Mi abuelo estudió aquí hasta hace 40 años. Aunque decidió no pensar, ni mucho menos contarle a Mircea, lo que sabía del ilustrado hombre por boca de Miles Bletchley... El antiguo miembro de la casa Slytherin no lo alababa precisamente y los adjetivos que usó para calificarlo avergonzaban tanto a su nieta, que esta prefería olvidarlos.

Mil libros ocultos... La sola idea maravillaba a la pequeña. Tenía una sonrisa en la cara, algo poco usual que solo le pasaba en momentos concretos de felicidad. Ahora 7 años en Hogwarts me parecen demasiado pocos para todo lo que hay por descubrir. Y por supuesto que los buscaré yo sola. Ahora que sé que existen haré todo lo posible por encontrarlos. Sobre todo si la calidad de información que prestan es semejante al de este ejemplar.

El consejo de Mircea divirtió a Asterope. Que lo esconda bien... Eso será difícil, es por todos sabido que los Hufflepuffs sois buenos buscando. Cuando se despidió de ella, la niña le correspondió con un gesto con la cabeza. Desde luego, pensó la chiquilla, nada que ver con los tejones de clase. Este chico no parecía odiarla por ser Slytherin, como ocurría con los de primero. Y se había comportado con mucha más educación que el tal Neil o Maxwell, que en aquel momento estaba conversando con el elfo. No le había visto ni oído entrar. Pero si le había costado fijarse en alguien sentado en frente de ella, como para darse cuenta del que estaba en el mostrador.

Miró la hora. Esperaba que Linc no tardara mucho en llegar, así que se levantó y volvió al pasillo donde había encontrado el libro. Miró a los lados, para asegurarse de que no había nadie. Se colocó delante de la estantería de enfrente a la que había encontrado el valioso ejemplar. Se agachó y metió el libro en la balda inferior, detrás de los volúmenes "Viruela de dragón: el caso concreto de Wendelina Freisward" y "Las enfermedades mágicas infecciosas más comunes en Gran Bretaña e Irlanda".

El chico taciturno y amable de segundo  —¿Mark? ¿Michael? No, era un nombre extranjero, ¿Mir... Mir...? ¡Ah, como sea!— salió en ese momento de la biblioteca. Maxwell lo despidió con un movimiento de cabeza análogo, antes de devolver la atención al elfo libréstico.

¿Cómo coño sabes mi nombre? estuvo a punto de espetar, pero por esta vez, gracias probablemente a la interrupción del otro chico, contuvo la lengua. Hogwarts no era un instituto como los que conocía, donde atendían muchos cientos de estudiantes. Solo eran veinte o treinta los niños que habían entrado ese año, con él, en el primer curso. El elfo se habría aprendido los nombres de alguna forma, aunque Maxwell no tenía la menor idea de cómo, si no le habían hecho ninguna fotografía que enviar para la inscripción.

—Y tu nombre es... —se sorprendió preguntando.

El elfo despidió con una sonrisa al alumno que acababa de marcharse.

Soy el bibliotecario Booky, dijo sin perder la sonrisa, y obviando indicar el letrero que había delante suya que en letras mayúsculas anunciaba: Bibiliotecario Booky.

El pequeño ser no estaba hecho para mantener un diálogo tan largo, así que no supo como mantener viva la conversación. Por lo tanto, se decidió a contar uno de sus mejores chistes.

¿Sabes que diferencia hay entre un niño muggle y un niño mago?, preguntó con aire misterioso.

Tras dejar pasar un rato corto, se decidió a contestar: Que el niño muggle no sabe hacer magia, dijo riéndose con un sonido lo suficientemente bajo como para no molestar a los alumnos más cercanos.

Asterope salió de entre las estanterías y volvió a la mesa. Empezó a sacar sus libros y apuntes de clase, aunque no tocó nada. Estaba ensimismada. La información que Mircea le había dado era tan interesante que casi no podía pensar en otra cosa.

Tras unos minutos, se dio cuenta de que debía de parecer una loca, mirando al infinito sin hacer nada. Y se acordó de que Linc podría llegar de un momento a otro. Ojalá venga... Hoy apenas hemos tenido tiempo para hablar. ¡Y tiene que practicar su hechizo! Se decidió a levantarse del asiento y a buscar algo de lectura relacionada con las clases del día mientras lo esperaba.

Antes de sumergirse en las montañas de libros, vio que Maxwell y el bibliotecario seguían con su conversación. Tienen que estar hablando de algo interesantísimo para que estén tanto rato. Eso o Maxwell está molestando al elfo con su lenguaje lleno de palabras malsonantes.

Se olvidó de esos dos y se puso en marcha. Le sonaba haber visto libros sobre Transformaciones y Encantamientos de camino a la sección de magia curativa. Le costó un par de minutos, pero, finalmente, los encontró. Leyó unos cuantos títulos, hojeó los volúmenes que más interesantes le parecían y acabó eligiendo uno sobre cada asignatura.

Cuando Maxwell empezó a preguntarse si era el mago quien hacía la magia, o la magia quien hacía al mago, decidió que era el momento de apagar la mente y explorar el bosque de estanterías.

—Gracias, Booky —un nombre que sería sencillo recordar, incluso para él. ¿Se llamaba Dusty cuando trabajaba en una casa, o Potty cuando trabaja en las cocinas?—. Voy a echar un vistazo.

Al darse media vuelta, su mirada se encontró con una niña de aspecto familiar. Era de primero, y acababa de dar clase con ella, era una de las que habían hablado con los dos chicos que habían entrado al trapo de las provocaciones. Y por supuesto, si había escuchado su nombre alguna vez, no lo recordaba. En cualquier caso, pasó de largo y se perdió entre las estanterías.

Maxwell se despidió con un cabeceo de Booky, y se dirigió a uno de los pasillos. Uno cualquiera, no buscaba nada en concreto, simplemente dejarse llevar por los títulos, las encuadernaciones, y el olor a polvo y papel.

Llorando de la risa, pues ese lo consideraba uno de sus mejores chistes, el elfo despidió a Maxwell.

Cuando al fin pudo controlarse, volvió a colocarse las gafas y se enfrascó en el maravilloso mundo de un libro nuevo.

Lincoln entró por la puerta corriendo, cuando se dio cuenta del silencio que había allí se paró de golpe "Genial... he llegado a la Biblioteca, que bien" Buscó con la mirada a Asterope, chicos de muchos cursos estaban por ahí estudiando y no querían problemas, así que Linc prefirió mantener la boca bien cerrada, una vez la encontró acercó tranquilamente y se puso justo en frente de ella.

Una vez llegó a la mesa de su compañera Lincoln puso cara de pena y le pidió perdón con las dos manos como en posición de rezo, se sentó frente a ella y le habló susurrando -Perdona, enserio, Anthony quería hablarme de una cosa y se me ha ido el tiempo, pero te juro que desde el principio quería venir aquí contigo... "Bueno aquí exactamente no, pero se lo prometí", ¿Que has hecho en todo este rato? Mira que como alguno te haya molestado...- Miró hacia los lados hasta que dio con Maxwell -Ese chico me suena de nuestra última clase... jaja inútiles- Volvió a mirar a Asterope, quien con la mirada lo decía todo y se calló -Bueno ¿Cuál es el plan? Va te compensaré este rato haciendo que sonrías jaja- Lincoln puso una sonrisa de oreja a oreja y esperó la contestación de su amiga.

Booky levantó su rostro con una radiante sonrisa de bienvenida. Daba igual que el recién llegado ni se hubiera fijado en él, entendía que los libros merecían una atención mayor. Así pues, volvió a sus quehaceres.

Al poco de sentarse, vio a Linc. En la mesa estaban "Encantamientos Básicos para Mentes Complejas" y "La Transformación: Cambios de Estado Particulares", que aún no había abierto. Perfecto, justo en el momento oportuno. Lo recibió con una sonrisa en la cara. El chico se disculpó por no haberla acompañado desde el principio. Tranquilo, lo importante es que has venido, le dijo en voz baja. Pues he aprovechado el rato bastante, buscando lectura interesante, le contestó señalando los tomos que había traído. Cuando empezó a hablar de Maxwell, le lanzó su mirada de "No te metas en líos, anda", aunque no había reproche en ella, solo consejo. No, nadie me ha molestado. Un chico de otro curso me ha estado hablando sobre libros un rato, pero se fue enseguida.

Bueno, el plan es practicar el hechizo. Ya verás cómo lo sacas rápido. Cuando te salga, tendré motivos suficientes para sonreír. Y luego podremos hacer lo que te apetezca. Abrió su mochila y sacó su agenda escolar, que tenía un pequeño candado. Trabajaremos con esta cerradura, ¿vale? Mira, el movimiento es bien sencillo. Lo realizó con su varita lentamente para que su amigo lo pillara bien. Y, ahora, solo es pronunciar la palabra. Apuntó a su objetivo. Alohomora. El candado se abrió, así como la agenda, que mostró la página de ese mismo día, en el que la niña había escrito con su caligrafía descuidada, aunque perfectamente legible:

Transformaciones y Encantamientos – Repasar lecciones sobre "Alohomora" y "Agotattem".

Lago con las chicas, tema de la fiesta.

¡Biblioteca! – Ayudar a Linc con su hechizo. Buscar lectura complementaria para las clases.

Cumpleaños del tío Kenneth.

 La pequeña lo cerró todo de nuevo. Venga, ahora tú.

Lincoln sonrió "joder, va a lo que va" se sorprendio cuando al abrirse su agenda tenía remarcado por encima del cumpleaños de su tío, ayudarle a él... su sonrisa se amplió un poco, se sacó la túnica dejándola sobre la mesa y sacó su varita de ésta -Vale va, lo haré rápido y a ver si es verdad que sonríes- Le guiñó el ojo y con voz baja dijo con su varita señalando al candado de su agenda -Alohomora- en cuestión de milésimas de segundo el candado se abrió dejando ver de nuevo la pàgina de su amiga, Lincoln levantó la cabeza sonriendo y esperando ver una respuesta en su rostro, pero como era propio de él, tuvo que decir algo -Voilá, chupao jaja-

Asterope miró cómo su compañero realizaba perfectamente el movimiento de varita y abría el candado. Con una gran sonrisa y la cara iluminada, le dio la enhorabuena. Fantástico. Sabía que lo conseguirías rápido. Cerró su agenda y la guardó en su mochila. Bueno, dime. ¿Qué quieres que hagamos? No esperó a que respondiera y le dijo, bromeando: Creo que te haré un tour por la biblioteca, que sé que te encantará. Lo miró y, antes de que el chico pusiera una cara rara o se negara en el acto, siguió hablando. No, tranquilo, no te haría pasar por eso. Y menos después de haber logrado el conjuro. No es un castigo lo que te mereces jaja. Obviamente, para ella caminar por entre las estanterías no era un castigo, ni mucho menos. Pero pensó que era probable que para Linc fuera una gran tortura.

Lo miró fijamente y recordó el mal día que había tenido su amigo. Espero que ahora que le ha salido el hechizo esté de mejor humor. Aunque no había nadie alrededor y no podían escucharlos, se acercó a él todo lo que le permitía la mesa para hablar con un tono más confidencial. Oye, ¿qué te pasaba esta mañana, que me dijiste que habías tenido un mal día? ¿Estabas enfadado conmigo? ¿Con alguno de los chicos? Llevaba así desde el desayuno y, por diversos motivos, no habían podido estar a solas hasta entonces, así que Asterope no tenía ni idea qué le había ocurrido. ¿Ahora qué tal con Anthony? Espero que no te haya hecho nada y solo hayáis hablado... Aunque sabía que Kendra lo tenía bastante bien controlado, la chica no había estado con ellos, así que no se fiaba de él. Podía haber saltado sobre Linc sin que nadie se lo impidiera.

Lincoln sonrió al escuchar a Asterope bromear -¿Bromas? esto sí que es nuevo en ti jaja, pero me gusta y mucho...- Se sorprendió de que ella se acercara para hablar con él de manera mas íntima, pero le gustó y no podía disimularlo, aunque el problema iba a venir con la pregunta de que le había ocurrido ésta mañana "Y yo como le digo ahora que estaba así por la noche anterior... por ella", hizo un movimiento rápido de cabeza de derecha a izquierda y viceversa, se reincorporó y dijo -Nada, enserio mejor no pensar en ello, ya estoy bien jajaja y si, con Anthony genial, digamos que hemos hecho las paces para centrarnos en algo mas grande, algo común, vencer a las otras casas- le acarició el hombro de arriba abajo instintivamente y le dijo que no se preocupara.

Pensó durante unos segundillos y sonrió mirando a su amiga -¿Sabes que? Vamos a hacer ese tour va, te lo debo, me has ayudado, mas o menos jajajaja yo solito me valgo- Dijo bromeando, se levantó y la cogió de la mano para que se levantara con él, dejó las cosas en la mesa, menos su varita que se la guardó en el bolsillo del pantalón y se dispuso a empezar el Tour.