Partida Rol por web

Cassius entró al patio cuando la luna comenzaba a asomar en el cielo. Pasó la mirada por los presentes, arrugando el gesto del labio superior, al ver que aun quedaba gente allí. Sin más... Espero que no molesten mas de lo... necesario. Cassius no iba vestido con la tunica del colegio. Cualquier veterano estaría acostumbrado a verlo con la indumentaria que llevaba.

Un traje negro, liso, acompañado de su americana, y una camisa blanca perla inmaculada. Rematando todo esto, una corbata verde, de un color identico a los ojos de la persona que estaba esperando. Un detalle que noreconoceria, pero que sabia que ella, sabria apreciar.

Se arreglo los puños de la camisa, carraspeando, sin hacer mucho caso a los presentes, y apretando el nudo de la corbata. Acabó por sonreir, caminando por el lugar hacia el banco de siempre, en la parte mas occidental del patio.

Árpád miró a Neil. 

Pues yo vuelvo a tener un hambre terrible. ¡Vamos al comedor!

Los tonos marrones del patio se fueron tiñendo con los grises del atardecer, y las primeras estrellas asomaron entre las nubes en el apagado cielo británico. Niños y no tan niños, tanto sus compañeros como otros que simplemente merodeaban por allí, a quienes no conocía, fueron abandonando el lugar paulatinamente para dirigirse al comedor, o a sus cuartos, o adonde fuera.

El primer día se acercaba a su final, y Maxwell reposaba en silencio en uno de los bancos, tumbado en silencio, la coronilla sobre el libro de Artes Quiméricas, los dedos entrelazados sobre el abdomen.

Llevaba así un buen rato, rodeado por el sonido del tráfico de Londres.

No le gustaba permanecer mucho rato en casa. Solía pasarse toda la tarde, después de las clases, dando vueltas. A veces iba a la biblioteca, a leer, o a alguna librería antigua, llena de libros más viejos que él, más que sus padres, de páginas amarillas que crujían al pasarlas, y olían a polvo y humedad. Alguien había mencionado que Hogwarts tenía una biblioteca, y la visitaría pronto, al día siguiente, quizás.

Otras veces jugaba al fútbol con los chicos del vecindario, o simplemente se sentaban a conversar sobre un poco de todo. Y otras, simplemente deambulaba. Seguía una calle hasta que terminaba en otra, y entonces decidía una nueva dirección al azar. En ocasiones se le hacía de noche, pero a los viejos no parecía importarles.

En ese colegio solo podía deambular por los pasillos, o bajar hasta el lago. Pero gracias al nuevo conjuro, podía traerse Londres, sin tener que moverse. Primero reprodujo los sonidos de su calle; niños gritando, algún coche pasando de vez en cuando, los columpios del parque chirriando, un balón golpeando un portón de metal. Dentro de su cabeza, fue caminando más allá, recorriendo poco el camino que lo llevaba al centro. Un nuevo conjuro reprodujo los sonidos del parque, deportivas golpeando el suelo, pájaros volando, el viento agitando las ramas. Un tercero representó el ambiente de un cruce, pitidos, acelerones, muchos vehículos y mucha gente charlando en un montón de de idiomas.

Pero Max seguía siendo un niño de once años, y no podía estar mucho tiempo tumbdo. El cuerpo le pedía movimiento. Recogió su varita, su libro y el estuche, dejó que el viento lo acariciará un instante más, y regresó al interior del edificio, camino del comedor.

Gwendolin entró en el patio con paso lento y elegante, llevaba el pelo suelto, un ligero brillo de labios y un toque de perfume en su delicado cuello de cisne.

Sus gestos parecían serenos y tranquilos, pero sus ojos recorrían el lugar con rapidez, buscando y esperando ser encontrada.

Antes de que la muchacha acabará de recorrer el patio con la mirada, Cassius se posicionó junto a ella, a su lado derecho, con una pequeña sonrisa, y manteniendo el silencio mientras paso su mirada desde la cabeza hasta la punta de los pies. Cuando la vista de ella y la de él se cruzaron, la sonrisa del chaval se amplió, negando con la cabeza, al cabo de unos segundos.

He estado esperandote, Gwen. Agradeció que los chavales de primero se marcharan de allí. Que pudiera hablar con claridad y tranquilidad. Dejo una pausa entre su primera frase, y la segunda, de varios segundos. Pero ha merecido la pena. Se giró, posicionandose junto a ella, y comenzando a caminar, despacio, junto a ella por el patio.

¿Como estas? Le preguntó, en primer lugar, educado. Había mantenido correspondencia con ella durante el verano, pero nada podía sustituir estar con ella.

Gwen era sigilosa y normalmente era ella quien solía sorprender a sus compañeros, pero estaba claro que a Cassius no lo llamaban Classius por nada. Las pupilas de la chica se dilataron cuando fue sorprendida por el chico de Slytering y cuando se descubrió reflejada en los ojos del chico. Un ligero rubor coloreó las pálidas mejillas de la pelirroja, pero con su habitual orgullo se colocó de nuevo su máscara y actuó con su fingido desdén tan característico.

- Bien... supongo...- era mentira, la señorita Dacey lo estaba pasando mal, pero tampoco estaba dispuesta a echarse a llorar y menos por culpa del cuatrojos insoportable que antes había sido su mejor amigo- en realidad, últimamente me estoy preguntado por qué fue seleccionada para Ravenclaf... pero creo que deberíamos ir caminando hacia el castillo, está empezando a hacer frío aquí- la pelirroja se enganchó del brazo de Cassius con total naturalidad, y comenzó a andar hacia el interior del colegio sin dejar de hablar- Perry... desde que se ha puesto gafas se ha vuelto un idiota, a Selena... bueno a ella no la trago desde que la conocí, Colin... va a su aire pero no tengo nada en contra de él y el resto de novatos... no se si me temen o han decidido nombrar jefe a Perry...- mientras decía esto ya se encontraban en los pasillos del castillo- de manera que hay algo que no encaja, es posible que sea yo... pero lo cierto es que creo que mi casa no debería de ser la de las aguilas... ojala estuviera en Slytering...

Aquel ligero rubor en las mejillas de la chiquilla hizo sonreir con un deje de orgullo y alegría a Cassius. Apartó la vista de ella, en el mismo momento que ella lo hizo de él. Fue a añadir algo mas, cuando ella dijo que estaba bien. Algo se activo automaticamente en Cassius, por que la miró de reojo, borrando la sonrisa. Conocía a Gwen, quizas, él, fuera una de las personas que mejor la conocían en el colegio, y aquel tono, aquel lenguaje corporal, sabia que no estba bien.

Supones... Hizo una pausa, ahora mas serio, escuchando las palabras de Gwen. Cuando le dijo que hacia frio, se quitó la americana, echandola por encima de los hombros a la muchacha. Ya me la devolverás. Le dijo, dejandola que le agrarrara del brazo. Vamos. Ambos comenzaron a caminar por el interior del castillo. Cassius se encaminó hacia la torre de Ravenclaw, a paso lento, y dando un pequeño rodeo. Puramente, por el placer de pasar mas tiempo con Gwen. 

Escuchó a la muchacha, en silencio, mirandola de reojo de vez en cuando, y finalmente, cuando dijo que ojala estuviera en Slytherin, Cassius le apreto ligeramente la mano. Ojalá estuvieras en Slytherin. Sentenció, dibujando una pequeña sonrisa. Ignoralos. Es lo mejor que puedes hacer. Tu te mereces más. Lo ultimo lo dijo con un ligero apretón de manos, asintiendo con la cabeza. Quizás podrias empezar por mañana... ¿Por que no vienes a desayunar conmigo, a la mesa de Slytherin? Le propone, llegando a la puerta de la Sala Comun de Ravenclaw, mirando la puerta de reojo.

Se paró un segundo, mirando a Gwen nuevamente, y se acercó a ella dejandole un beso en la mejilla. Te eche de menos este verano. Nos vemos mañana en la mesa de Slytherin. Apretó la mano de la Ravenclaw, dejandole un beso en el dorso de la mano como despedida.

La chaqueta... Quedatela. Le sonrió, y se dió la vuelta, marchandose por el pasillo hacia la sala comun de Slytherin.

Gwendolin se arrebujó en la chaqueta de Cassius, dejándose envolver por el perfume del chico, un perfume tan sofisticado y embaucador como él... de manera que aceptó el obsequio hasta que terminó por acompañarla a la sala común de Ravenclaf.

- ¿Mañana...? creo que es una gran idea... Buenas noches Cassiuss- se despidió del chico con la chaqueta sobre los hombros pronunciando las eses del nombre del chico con el silbido de una serpiente. 

Aquella pequeña cita había estado bien, Gwen había vuelto a sonreir.

Tras haber hecho un paso veloz por su dormitorio -donde no consiguieron encontrar a las siamesas, seguro que estaban investigando-, darse una ducha rápida, dejar toda la ropa sucia en un montón y ponerse el uniforme del colegio de recambio, las crías habían acabado en los patios de Hogwarts.

Era una especie de claustro interior, con los pasillos laterales hechos por arcadas de piedra que cubrían los accesos en los días de lluvia, dejando así el centro con una apertura al cielo de forma cuadrada.

El sol aún se encontraba en un ángulo de incidencia que calentaba la brisa fresca que pasaba a través de los arcos.

Las niñas se sentaron en los bancos de piedra y se dedicaron a trenzar sus cabellos, aún húmedos tras la atropellada ducha. Sus estómagos rugían pero sabían que aún quedaba al menos media hora hasta que se sirviera la comida.

Se tumbaron, agradeciendo el calor de los rayos del sol, como si de plantas se trataran y estuvieran haciendo la fotosíntesis.

¿Viste la cara de Kendra y Ludmila?, preguntó Orsolya a su hermana, usando los nombres completos de las dos chicas de Slytherin.

No parecía que les gustara la idea de una recepción privada. Verás como tratarán de boicotear nuestra fiesta, contestó Erzsébet suspirando. Lo iban a tener difícil en esa escuela. La gente no se iba a dejar guiar, eran independientes, irresponsables y fracasarían. Ellas eran la solución a todo, ¿acaso no se daban cuenta?

Pues lo llevan claro. Si quieren andar jugando a los papas y las mamas con los de los cursos mayores, que lo hagan. Somos niñas y nos toca divertirnos sin adultos de por medio, Orsolya se quedó un momento callada, antes de preguntar: ¿Te imaginas como cambiaría toda la idea de la fiesta si se encargara Mirče?

Me lo imagino en el comedor, con toda la mesa puesta de forma minimalista y con sus invitados sentados con la espalda recta y sorbiendo té a las cinco de la tarde. Quizás para que sea algo divertido, hubiera alguna que otra pasta de mantequilla y música clásica en un gramófono, rió Erzsébet.

Te olvidas de algo, tendrían libros abiertos y la conversación sería algo así como: Perdóneme señorita, ¿me podría pasar el azucarero, por favor?, dijo Orsolya poniendo un acento de Sir Inglés.

Jajajaja, rieron ambas niñas a la vez, sujetándose las tripas que las empezaba a doler por la falta de comida.

El patio de Hogwarts era una especie de claustro interior, con los pasillos laterales hechos por arcadas de piedra que cubrían los accesos en los días de lluvia, dejando así el centro con una apertura al cielo de forma cuadrada.

Kendra llegó sola al patio, cargada con su mochila y con cierto semblante decepcionado. No le parecia justo lo que acababa de ocurrir en clase: si bien la profesora habia otorgado a Ludmila muchos más puntos que el resto de profesores, eso no era culpa de ellos. Habian sido los Hufflepuff quienes habian desoido las indicaciones de la profesora Green y encima los acusaban a ellos de deshonor.

Negó, con un suspiro, observando aquel lugar que visitaba por primera vez. Le parecio un sitio tranquilo y acogedor en el que poder escribir una carta sin demasiadas interrupciones.

Así pues, buscó un lugar bajo uno de los árboles, a la sombra, y se sentó en la balaustrada que decoraba aquella especie de claustro que componía el jardín. Y, una vez dejó sus cosas junto a ella, sacó un pergamino y su pluma, dispuesta a escribir a sus padres y a su abuelo. Tenia mucho que contarles y si de algo estaba segura era de una cosa: estarían orgullosos de ella.

Ithan entró en el patio, dando una vuelta sobre si mismo, buscando a Selena. Dio una vuela sobre si mismo, mirando a ambos lados, y cuando no la vio, se cruzo de brazos, pensando donde podría estar la muchacha. Había conseguido preocupar a todos los leones, y a su propio hermano.

Se acercó a uno de los bancos, dejando caer la mochila en uno de ellos, y rebuscando en esta un enorme trozo de pergamino, con un trozo del mapa del colegio. Fue entonces cuando su hurón dokeó, y el chaval miró a su propio hombro, intentando entender que quería el animal. Lo cogió con cuidado, y lo dejo en el suelo, dejando que comenzara a corretear por el patio, mientras Ithan volvió su atención hacia el mapa. Es enorme... quizás deberiamos esperar a la hora de cenar, y esperarla en el Gran comedor. Si no aparece, iré al despacho del Profesor Neville y le diré que Selena no está. Plegó el mapa, guardandolo, y tomo asiento en el banco.

Sacó la varita, y tras mirar hacia la puerta, y creyendose solo, observó la varita de cerca, frunciendo el ceño, y jugando con ella sin conjurar. Hasta que finalmente, guardo silencio, pensando en quien sabe que, cuando miró nuevamente su mochila, y de esta sacó unas hebras de lana, moviendo la varita, mientras abria el puño que contenia las hebras, haciendolas desaparecer. ¡Agotattem!

La varita se iluminó durante unos segundos, e Ithan asintió con la cabeza, contento y orgulloso al ver que el conjuro había funcionado.

Sócrates asomo su cabecita blanca mientras Kendra terminaba de escribir la carta a sus padres, sacando medio cuerpo de la bolsa de Kendra, olisqueando el ambiente con aire astuto.

Aquel gesto bastó para que Kendra comprendiera que el animal tenia ganas de estirar las patas- Vale, Sócrates, puedes ir, pero ten cuidado. - le dijo entonces, sacandolo de la bolsa y dejando que correteara en el suelo.

El huron blanco salio corriendo inmediatamente hacia el centro del patio, entre extraños soniditos de alegria. Kendra sonrio. Una sonrisa sincera. Le gustaba ver a Sócrates contento. Quizás por eso incluso se incorporó para verlo corre, relajada por primera vez en dias.

Fue entonces cuando vio cómo Sócrates corria directamente hacia... ¿Una copia de si mismo? Kendra miró, extrañada. ¿Habia dos hurones blancos o Sócrates acababa de ser hechizado y duplicado? No, eso ultimo no era factible.

Acabo por ponerse en pie, caminando en direccion hacia el centro del patio, mientras guardaba el pergamino en su bolsa.

Sin embargo, lo que no esperaba era lo que se encontró alli, en medio del patio, varita en ristre. Era aquel chico al que habia visto en el callejon Diagon, y luego en el tren. Lo recordaba perfectamente.

Decidió no revelar su presencia hasta que no terminó de conjurar aquel agotattem que le salio a la perfeccion. Fue sólo entonces cuando se dirigio a el, con aire pausado y una delgada sonrisa en los labios- Bien lanzado... Acabamos de aprender ese conjuro hace un rato... - dijo entonces, señalando hacia su espalda, ladeando aquella sonrisa en sus labios.

Y, acto seguido, le tendio la mano, en un gesto que rara vez se solia ver en ella, que era más de evitar el contacto fisico en la mayoria de los casos- Por cierto, soy Kendra. Kendra Lestrange.Te vi en el callejón Diagon, y en el tren... No sé si te acuerdas de mi. - se presentó, con total sinceridad. manteniendo aquella sonrisa ladeada en sus labios. -Es un placer.

Y asi se quedo, con su mano extendida y esa encantadora sonrisa, mirando a Ithan con sus grandes y astutos ojos color avellana.

La voz de la muchacha captó toda la atención de Ithan, bajando la varia, mirandola y mirando alrededor, sin saber de donde había salido. A pesar de que se formularon varias preguntas en su cabeza, guardó unos segundos de silencio, mientras ordenaba sus ideas, buscando como abrir la conversación.

En realidad, como contestar. Esos segundos en silencio, hizo que el nervio se apoderara de él, y acabara por dibujar una amplia sonrisa, riendo, directamente, por el ridiculo que estaba haciendo. Gracias. Acabó por decir, entre risas, llevando una mano a la cadera. Nosotros lo hemos aprendido por la mañana... Y seguramente, habeis aprendio esta mañana Alohomora ¿No?

Cuando le tendió la mano, el estiro la izquierda, estrechandola con la de ella. Ithan Trace-Rosier. Encantado de conocerte. Acabó por sonreir abiertamente, más distendido según pasaban los segundos. ¿En el callejón Diagon? Le preguntó, para confirmar la información, e hizo una mueca caracteristica del chaval, frunciendo el ceño y torciendo el gesto de la boca, mientras pensaba. ¿Cuando estaban arrastrandome mis hermanos? Ibas con una falda ¿No? Señaló su cintura, desvergonzado, e hizo el gesto con la varita como si llevara algo de largo.

Y el día del tren... Creo que no te ví. Ahí si negó con la cabeza, encogiendose de hombros con una amplia y amable sonrisa. No hemos coincidido en ninguna clase... así que tu eres.... Slytherin. No acabó la frase, señalandola con el dedo indice, y tardó unos segundos en acabar la frase. Slytherin. Remató, dejando escpar el aire de sus pulmones con aquella palabra. También estabas el día de la sirena, ibas con una chica rubia. Y acabo sonriendo, tocandose la sien con la varita.

Kendra asintió, dedicando al chico una delgada sonrisa, cuando le pregunto por el conjuro que habian aprendido aquel dia- Exacto. He sido la que mas puntos ha ganado de la clase. - dijo, dandose cuenta de que era la primera persona a la que hablaba de aquello. No habia querido decirlo ante el resto para que no la tomaran por una fanfarrona. Sin embargo, por alguna razón, sabia que él entenderia que no lo habia dicho con intencion de alardear. En realidad, solo estaba compartiendo algo que la habia hecho feliz y que no habia compartido con nadie, pero... ¿por qué con el? Ni siquiera ella tenia respuesta a eso.

Despues asintio, cuando confirmó que ella era la chica de la falda- Si.. estaba con mi padre... Y tus hermanos te iban arrastrando.. Y en el tren... Bueno, ahora que lo pienso, creo que te vi de lejos, mientras me estaba despidiendo de mis padres. -hizo memoria, entornando la mirada con aire avispado. - Oh, si, y es cierto... Estaba en el lago el dia de la sirena, con mi amiga Ludmilla.

Entonces cayo en la cuenta de algo. Chico rubio, habia estado en el lago el dia de la sirena y era... Gryffindor. Si, tenia que serlo. Aun no habia coincidido en clase con él y aquel uniforme era fácilmente reconocible- Espera... Tu no serás el primo de Diana, ¿no?- le preguntó, con cierta curiosidad, observándolo con más detenimiento.

Y lo ultimo que hizo fue asentir, cuando lo escuchó nombrar la casa a la que pertenecia- Así es... Y tu eres... Gryffindor, ¿verdad?

En realidad, aquello era como ver conversar a un nazi con un judio. Por una parte, aquel chico le habia causado una buena primera impresion, pero por otro... Eran como un perro y un gato conviviendo en armonia. Extrañamente antinatura y, al mismo tiempo, extrañamente reconfortante.

De repente, Kendra penso en su abuelo, en que diria si la viera hablando alli, con aquel chico. Seguramente no lo aprobaria, la sacaria de alli e insultaria al chico. Sin embargo, su abuelo no estaba alli ahora, asi que era a ella a quien correspondia comportarse como debia.

Asi pues, hizo lo unico que podia haber hecho en aquel momento: ignorar la voz de su abuelo.

¿Con... Alohomora? Confirmó, con la pregunta, que se refería a con que clase había ganado los puntos. Eso esta muy bien, felicidades. Mola que te cagas cuando te dan puntos de más. Transformaciones es mi... Tercera o cuarta asignatura favorita. Afirmó con la cabeza, son borrar la sonrisa, y giró parcialmenta el cuerpo, pivotando en su posición hasta quedar mirando en la misma dirección en la que estaba mirando la chica. ¿Andamos? Preguntó, señalando el suelo delante de ellos. Él, simplemente, no podía evitarlo. Estar quieto lo mataba, es como si le quemara estar con los dos pies en el suelo.

Así que aquel era... tu padre. Apretó los dientes, abriendo ligeramente los labios, en una mueca de apuro, al seguir hablando. No te lo tomes a mal, pero tiene un ligero punto... siniestro ¿No? La miró de reojo, sin saber como se tomaría su sinceridad desmedida, alzando una ceja, en un divertido gesto, esperando su respuesta.

Y... si, aquel día los capullos de mis hermanos pequeños les tocaba llevarme a comprar las cosas para el colegio. Después llegó mi madre... y bueno, ya sabes, compras para el colegio. Que si túnica, que si ingredientes, que si libros, la varita... Alzó la varita, mostrandola y acabó por guardarla en el bolsillo.

Caminando, fue a añadir algo más, cuando nombró a Diana. Alzó ambas cejas, en un claro gesto de sorpres, incluso haciendo una "O" con la boca. ¿Conoces a Diana? Le preguntó, extrañado. Pues... ¡si! Diana es mi prima. Diana Salcedo, en realidad. Somos primos segundos, pero desde que se mudaron aquí nos vemos mucho más.

Se paró en el paseo, sacando la corbata de debajo de la túnica, peleandose ligeramente con la ropa para lograrlo. Finalmente le mostro la corbata con los colores de la casa. Y un evidente nudo mal hecho.

Oye... ¿Y que hacias en el patio? Acabó por preguntar, mientras se metía la corbata bajo la tunica, y arreglandose como era debido. Y en vez de mirarla a ella, buscó a su hurón, cuando vio que había dos. Volvió a quedarse parado, siguiendo a los dos animales con la vista, en silencio.... leggando a inclinar la cabeza ligeramente, en un gesto de sorpresa.

-Si, con Alohomora... Lo cierto es que, no sé tu, pero de momento no nos han enseñado ningun conjuro que haya sido muy muy dificil... Todos han sido bastante sencillos, ¿no crees? -le dijo, con una media sonrisa, mientras asentia, a su propuesta de caminar, comenzando a andar con él- Y a mi también me gusta transformaciones... Aunque la mejor, sin duda, tiene que ser duelo. Estoy deseando aprender a duelar con la varita... Tiene que ser... genial. - cuando hablo de la idea de duelar, se le ilumino la cara, y aquellos grandes ojos suyos, brillaron durante un instante, con su habitual vivacidad y expresividad.

Fue entonces cuando hablo de su padre. Y, ante la descripcion que hizo de él acabo por dejar escapar una carcajada, asintiendo. - La gente suele pensar eso de él, si... Es muy alto y tiene los brazos muy largos. Creo que como siempre parece que está enfadado y además tiene ese porte tan elegante, a la mayoria de gente le asusta... Pero conmigo es el mejor padre del mundo, creéme. - dijo, con cierto orgullo. Estaba claro que idolatraba a aquel hombre a quien resultaba dificil imaginar sintiendo cariño alguno por nadie.

Y fue cuando Ithan le hablo de "sus hermanos pequeños" cuando Kendra entorno ligeramente la mirada, mirándolo con una mueca de curiosidad- ¿Tus hermanos pequeños? ¿Es que tienes más? Yo soy hija unica... - le dijo, encogiéndose de hombros, con una media sonrisa. Y es que, para ella, dos hermanos ya eran toda una proeza. Algo que, aunque jamas fuera a reconocerlo, envidiaba, sin duda. Siempre se habia preguntado como seria eso de tener un hermano.

Entonces rio, asintiendo, cuando vio la expresion de sorpresa en el rostro del chico al habla de Diana- Si, la conoci ayer. Es amiga de Cassius, creo, un chico de segundo de mi casa que es bastante majo. Estuve hablando con ella porque querian ver una sirena, y la invité a la fiesta del domingo....

Eso la hizo caer en una cosa, y esta vez, la que dibujo aquella sorpresa en el rostro fue ella, señalando a Ithan y todo, con una sonrisa radiante y encantadora- Eso me recuerda que no te he invitado aún... - dijo, con total naturalidad, como buena anfitriona- Las chicas y yo habiamos pensado que seria buena idea hacer una fiesta todos juntos, en la que poder conocernos un poco mejor y eso... Asi que hemos organizado una fiesta el domingo por la tarde en el lago, con todos los que quieran venir de primero y segundo...Cada uno podria llevar algo de comer o beber y podriamos usar el Sonitus para poner algo de musica... Seria genial que vinieras. Y que se lo dijeras al resto de los de tu casa, por si quieres venir con ellos. ¿Que me dices?

Se notaba que Kendra estaba ilusionada con la idea de la fiesta, a juzgar por las ganas con las que le explico de que iba todo.Y fue entonces cuando se percató del detalle de que Ithan llevaba la corbata hecha un asco. Kendra, sonrio, señalando la corbata- ¿Puedo? - preguntó y, acto seguido, desarmo el nudo para hacer uno totalmente distinto, que Ithan pudiera aflojar sin desarmarlo para ponerselo- Veras como con este se te desarma menos la corbata... Solo tienes que aflojarlo y sacar la corbata por la cabeza, sin desarmarlo... -acabo, por decirle, ladeando la sonrisa.

Entonces vio a Sócrates de nuevo, junto al otro hurón, volvio a fruncir el ceño- ¡Socrates! ¿Por qué estás... repetido? - preguntó al hurón, como si fuera a darle una respuesta logica a aquella pregunta.

¿De donde habia salido aquel huron?