Partida Rol por web

EL REFUGIO DE SOÑADORES:

INVIERNO, AÑO DESCONOCIDO.

DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

MEDIODÍA (ENTRA LUZ DEL SOL POR LAS CLARABOYAS DEL TECHO).

ESTANCIA TRAS LA PUERTA DE LZ IZQUIERDA DEL FINAL DEL PASILLO.

Enterrador escuchó la pregunta de Tormento y chasqueó la lengua.

- Míranos. Estamos todos gravemente heridos. ¿Quieres arriesgarte acercándote a combatir ese monstruo y que termine de rematarnos pudiendo abatirlo en la distancia? - preguntó -. Malo sea que seamos tan nefastos en acertar a ese pobre desgraciado que está a unos metros del monstruo - argumentó encogiéndose de hombros.

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Anciano Sabio se quedó en el pasillo sin saber bien que hacer, mientras sus compañeros iban entrando en la otra habitación. Ver que se iba quedando solo, le hizo recapacitar y moverse hacia la nueva sala, entrando en ella tan deprisa como el ruinoso suelo y sus desgastadas piernes le permitían.

Al entrar miró a los encadenados y, mientras todos se centraban en aquella criatura de la oscuridad, Anciano Sabio centró su mirada en el otro hombre encadenado y vivo. Quizás tenga respuestas a nuestras pregunras.

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No entendía nada, pero tenía que moverse y eso hizo. Estaba herido y temía que el ser poco precavido pudiera costarle caro en un próximo combate, por eso optó por guardar la linterna y sacar su escudo, con él en su brazo se sentía más seguro. Entró en la estancia siguiendo al resto de sus nuevos, o antiguos, compañeros y su estupor aumentó de forma considerable. Estaba perdido totalmente en aquel lugar y no entendía nada de lo que estaba sucediendo, empezaba a desear que apareciera algún enemigo al que combatir, en el combate las cosas siempre eran más obvias y sencillas.

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Tormento fue más rápido que él pues renunció en su carrera al sigilo en el que Buscador se seguía refugiando. No obstante, rápido o no, dejó claro lo que opinaba de matar apedreando al monstruo tan pronto se adentró en la sala daga en mano. La opción de la lapidación no le atraía, y no por las connotaciones que podía tener, sino por el peligro que podía correr el hombre que aun seguía vivo no muy lejos del engendro encadenado que podía buscar una forma de liberar su frustración e ira por ser apedreado en aquel que tenía más cerca de él.

Sí, se estaba poniendo en peligro por alguien que no tenía por qué ser inocente, ni siquiera humano (aun cuando su apariencia podía decir lo contrario), pero antes que dejar la suerte de ese hombre en manos del azar (y algo de puntería) que dictaría cuántas piedras alcanzarían su objetivo y cuántas de ellas serían suficientes para matarlo, prefería confiárselo a sí mismo. Una vez acabaran con la amenaza del no muerto ya tendrían tiempo para saber si habían hecho lo correcto ayudando a un humano que no parecía especialmente cuerdo. ¿Pero quién lo estaba en aquel lugar si quienes creían estarlo no recordaban ni un instante de su pasado?

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¿Pero qué carajos...?, se preguntó con sorpresa al ver a Tormento y Buscador lanzarse contra el monstruo encadenado. Su mirada incrédula al ver que se jugaban la vida por algo que se podría abordar, a su ver, de forma segura, hizo que el hombre detuviera su intención de apedrear al no muerto y resignado trató de unirse al combate con los dos primeros.

El lugar resultaba estar lleno de cascotes y el acceso al ser reanimado, extremadamente difícil ya que sus compañeros y el cadáver taponaban el rincón donde se hallaba, resultó casi imposible para Enterrador. Para cuando quiso darse cuenta, ambos combatientes lo habían despachado. El vigilante suspiró negando con la cabeza en un primer momento, dando a entender, sin palabras, lo que pensaba de aquella temeridad innecesaria. Finalmente volvió a mirar a sus compañeros y asintió en reconocimiento por su labor.

Caminó con mayor tranquilidad hacia el cadáver del no muerto, pero sin bajar la guardia ante un eventual "despertar", y lo estudió detenidamente.

- ¿Como demonios juntaron a dos personas con uno de estos monstruos? - se preguntó en voz alta mirando el cuerpo del reanimado -. ¿Y a los tres les dieron el mismo tratamiento, encadenándolos de similar manera? - cuestionó escéptico, mirando esta vez a los tres encadenados -. Tal vez... tal vez en un principio los tres eran iguales - dijo emitiendo sus sospechas. Y su mirada se centró en el cuerpo mordisqueado y en el cautivo delirante.

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Caminar por los escombros se le hace muy pesado y costoso al viejo clérigo, pero logra llegar a su meta instantes antes de que sus compañeros acaben con aquella criatura encadenada. Pero la vista del anciano se centra en la que aún permanece con vida y encadenada en la misma pared. El humano grita algo. Fue como si le diese una orden a alguien. 

No podía estar seguro si aquel hombre era un loco, un cambia-formas o quizás un nigromante llamando a su siervo, pero si estaba seguro de una cosa. Aquel hombre era un peligro para todos y, de no ser porque estaban todos con él, le apretaría del cuello hasta que dejase de respirar y su corazón de latir. Fuese quien fuese, pasase lo que le pasase, lo mejor que podía pasarle era morir allí mismo.

- No me gusta esto. No os confiéis hijos míos. - Dijo al fin sin apartar la vista de aquellos encadenados, vivos y muertos.- El mal nos acecha desde cada rincón de este lugar y no sería de extrañar que esto fuese una nueva trampa.

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Enterrador asintió ensimismado a las palabras del Anciano Sabio, principalmente de acuerdo en no confiar en lo que veían, a pesar de estar encadenados. Y la idea de tomar ciertas medidas de seguridad no le parecieron baladís.

- Observad. El ghoul tiene pedazos de lo que parece... una casaca de conserje o algo parecido - logró discernir -. Así que no hace mucho se trataba de una persona - dedujo, obviando que resultaba muchísimo más fácil y seguro encadenar a un humano que a un ghoul rabioso -. Me pregunto si el resto estará en proceso de convertirse en algo similar - dijo dirigiendo su mirada al cadáver del brazo raído y al loco que decía cosas inconexas.

- Tal vez deberíamos tomar medidas con respecto a los cadáveres. No creo que les importe - sugirió al resto del grupo dejando al aire las opciones que podían elegir ante una posible reanimación -. Y con el vivo... No sé, tal vez sí podamos hacer algo por él - comentó mientras observó su estado de salud y escuchaba lo que decía, sin interrumpirle, analizando con ojo clínico su comportamiento.

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El brillo azulado de la daga mágica regresó a su filo tan pronto la extrajo del cuerpo putrefacto del cadáver al que le habían devuelto su descanso. No obstante Buscador no estuvo contento hasta acabar con el último rastro de sangre negruzca y reseca que cubría la hoja del objeto que le había sido prestado. Para ello se valió de los girones de ropa del cuerpo del desgraciado que había servido de alimento al necrófago.

- Pues los responsables de las trampas deberían plantearse la utilidad de hacerlo poniendo tantas y tan de seguido porque haciéndolo premian la desconfianza, más cuando cubren tan poco terreno- respondió con una media sonrisa- No se preocupe, anciano, tendremos cuidado como lo hemos tenido hasta ahora.- Colocó su mano sobre el hombro del anciano intentando con ello transmitirle algo de seguridad.- Más aun si cabe.

No obstante Enterrador había sido el que había verbalizado la verdadera preocupación del detective ahora que el demente estaba relativamente a salvo. Era precisamente esa “relatividad” la que debían estudiar.

- ¿Hay alguna forma de asegurarse de que él no está afectado? Una forma no definitiva, al menos para él- señaló con un ademán de su cabeza al que seguía chillando.

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Anciano Sabio observó desde lejos lo que Enterrador les estaba señalando. Si lo que decía era cierto, debían averiguar como lo estaban haciendo. Pero las palabras del detective le hicieron guardar silencio.

- Bien cierto es, que eso nos hace estar más alerta, hijo mío. - respondió a Buscador de la Verdad. - Pero a su vez estamos cada vez más débiles y heridos, pues no encontramos paz ni lugar para descansar. Así pues la finalidad de las trampas, si es dejarnos exhaustos, está funcionando.

Cuando Buscador llegó a la altura de Anciano y le puso la mano en el hombro, este le miró a los ojos y sus huesudos dedos se posaron sobre la mano del hombre. - Y yo seguiré rezando a Pharasma para que no nos abandone. -Le dijo con amabilidad.

- Si están haciendo que hombres se conviertan en bestias, deben usar una magia muy poderosa. - indicó el viejo alzando la voz para que le escuchasen todos. - A pesar del calzado, me cuesta caminar sobre estos escombros. Si alguien pudiese acercarme al prisionero lo justo para que pueda intentar comprobar si existe magia en torno a él...

No estaba realmente seguro de poder hacer tal cosa. Su memoria seguía siendo un pequeño pedazo de cristal dentro del mar, que se acunaba con el movimiento de las olas y se perdía en la inmensidad del océano. Pero por lógica, si podía usar la magia, debería poder detectarla.

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El detective se acercó al anciano y le tendió el brazo para que pudiera usarlo como apoyo.

- Yo mismo, por supuesto.

Una vez llegaron al pobre desdichado que seguía soltando su retahíla de incongruencias, solicitó recuperar su brazo con una leve inclinación de cabeza y tras hacerlo se alejó interesado por la puerta que les cortaba el paso y por lo que podía haber al otro lado. Desde allí se giró interesado por los hallazgos del sacerdote sin esperar al hacerlo que él mismo descubriría algo.

Frunció el ceño y apartó la vista de lo que creía haber visto dirigiéndola hacia la sencilla cerradura de la puerta. Tan solo la dejó allí un instante, lo justo para ordenar sus ideas, antes de volver a mirar al cadáver del centro para cerciorarse de que lo que había visto era cierto.

- ¿Algo interesante, Anciano Sabio?- preguntó tras un carraspeo.- ¿El pobre hombre es un hombre y seguirá siéndolo el suficiente tiempo?

Mientras hablaba no permaneció quieto. Daga en mano desanduvo el camino andado hasta encontrarse cara a cara con el cadáver del centro. Allí a su lado esperó un momento hasta captar de nuevo aquel movimiento en el bolsillo del muerto. Tan pronto se produjo de nuevo extendió con agilidad su mano libre esperando aprisionar lo que fuera que había allí dentro.

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Nigromante aprovecha ese momento para salir de su mutismo, y se acerca junto a Anciano Sabio y Buscador de la Verdad al lugar en donde el sacerdote de Pharasma pretende tratar de detectar una actividad mágica.

- Es una buena idea, Anciano Sabio- dijo en tono respetuoso, pero sin dejar de mirar al ghoul, al preso semidevorado y al preso que habían salvado con obvia preocupación- Doppleganger primero, ahora ghoules... sin duda algo malo, muy malo, acecha en este lugar. ¿Y de qué manera, me pregunto, está conectado con nosotros?

Nigromante lanza uno de sus trucos: detectar magia, concentrándose para de ese modo tratar de obtener una mayor información sobre lo que está pasando.

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Fue el mismo detective quien le ofreció el apoyo que necesitaba para poder alcanzar al pobre perturbado que no cesaba de decir palabras sin sentido, sin acabar en el suelo debido a la inestabilidad de los escombros y la flaqueza de sus piernas. - Gracias, hijo. - dijo a Buscador con tono amable. - Aquí esta bien, no deseo acercarme tanto como para que llegue a agarrarme.- indicó con un tono un tanto humorístico para la situación donde estaban. - Además que no creo que necesite tocarle...

Apoyó su mano izquierda en el libro de conjuros mientras que con la derecha sostenía el Símbolo de Plata de Pharasma, el cual agarró con firmeza y extendió el brazo, como si le estuviese mostrando el símbolo al demente. Después de asegurarse de que a esa distancia difícilmente podría agarrarle, Anciano Sabio cerró los ojos y comenzó a murmurar una oración a su Diosa.

Realmente no recordaba si era capaz de detectar la magia o no, pero supuso que podría y que Pharasma le ayudaría a ello. Al ver que no daba resultados y que Nigromante lo estaba intentado desde el otro lado, Anciano Sabio se intentó concentrar más, dejando a un lado cualquier sonido que no fuesen sus propias palabras y sus rezos a su Diosa.

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Enterrador no respondió de inmediato a la pregunta de Buscador con respecto a la posibilidad, o no, de contagio del único reo vivo. Lo examinó en silencio, de cuclillas, a escasa distancia de él. Frunció el ceño y los labios antes de reincorporarse, volver a lanzar una mirada al cadáver parcialmente devorado y por último al cuerpo del ghoul. Posteriormente se giró a sus compañeros y tomó la palabra.

- No estoy seguro que el último superviviente delire por demencia o por fiebres. No sé si sufre algún tipo de infección que degenere en... eso - dijo haciendo con un ademán de barbilla, señalando al ghoul -. Sería necesaria una observación durante más tiempo. Tiempo que no sé si disponemos y riesgo que no sé si podemos permitirnos - añadió dejando la idea en el aire para que el resto opinara al respecto.

- Tampoco sé cómo el empleado llegó a transformarse en ghoul, exactamente. Cómo adquirió la enfermedad o la maldición que lo transformó en monstruo. Como bien dice Nigromante, aquí hay algo... oscuro - terminó por definir elevando levemente la vista a ningún punto en concreto y abriendo levemente los brazos para dar a entender que se refería a todo el entorno del complejo -. Lo noto. Una sensación extraña, sobrenatural y lúgubre - asintió con la cabeza conforme las palabras llegaban a su boca.

- Lo que sí sé, es que el monstruo fue mordiendo el brazo del paciente del medio, cuando este aun estaba vivo - afirmó mientras caminó hacia dicho cadáver y volvió a acuclillarse cerca de él, señalando la axila parcialmente raída -. Creo que le provocó una hemorragia mortal al seccionarle la arteria braquial. Sin duda fue una muerte lenta, agónica y horrible, mientras la criatura le seguía arrancando más y más pedazos de carne del brazo - señaló el brazo con solo huesos y tendones, aportando precisiones y comentarios anatómicos, como si estuviera impartiendo una especie de clase, algo que no recordaba pero parecía acostumbrado a hacer -. A ese ritmo hubiera devorado el cadáver en 48 horas, tras lo cual no me extrañaría que hubiera comenzado con el segundo plato - miró al interno que farfullaba palabras inconexas -. Por tanto, creo que es deducible que el empleado, de ser el caso, terminó por convertirse en no muerto recientemente, no habiendo devorado más que el brazo cuando nosotros llegamos. Al igual que es deducible que si la transformación es de tipo vírico, el pobre desdichado devorado no debería alzarse ya que su repentina muerte detuvo el ciclo de transformación, de haberlo tenido - conjeturó el vigilante. Finalmente se levantó y retornó hacia el interno vivo.

Y con numerosas hipótesis en el aire, busquemos certezas, pensó mirando al superviviente.

- Bien, solo quedas tú, amiguito - dijo mientras lo miraba detenidamente y observaba su estado agitado -. ¿Quien debe ser alabado? ¿Qué palabras no funcionan? - le preguntó, siguiendo los argumentos del demente para llamar su atención y así tratar de entenderle, si es que eso era posible.

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El hombre parece aterrorizado por completo y agita débilmente sus cadenas. A saber cuántas horas lleva así escadenado, sin comida ni agua.

Dice:

- "¡Zandalus ve!" -

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No recordaba una situación en su vida en la que se hubiera sentido tan perdido en su vida, no entendía casi nada en escasos minutos había pasado de estar rastreando los últimos pasos de Lorrimor junto a sus amigos a estar en un lugar indeterminado junto a un antiguo grupo de compañeros que hacia muchos años que no veía. Todo era demasiado para él y además había sucedido demasiado rápido. Viéndose incapaz de adaptarse a la situación al menos en aquel momento y falto de datos como estaba, prefirió centrarse en lo que le rodeaba y no centrarse en teorizar. Miró a todos lados con atención por si algún tipo peligroso aparecía y debía de preocuparse, sin embargo su observación fue interrumpida por el grito de un hombre que llamaba a un tal Zandalus. La forma de hablar y pronunciarse alertó los sentidos del matacambiantes con rapidez e hizo que se mantuviera alerta.

—¿Cuál es el siguiente paso?

Preguntó en alto al grupo para ver hacia que lugar pensaban dirigirse, él todavía no era muy capaz de establecer un rumbo concreto en aquel lugar.

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Enterrador frunció el ceño al escuchar lo único que contestó el demente.

¿Zandalus? ¿Y ese quien es?

Preguntándose su significado se giró hacia sus compañeros, encogiéndose de hombros, por si alguno había oído ese nombre antes. Y se encontró con la pregunta de Velkan.

- Deberíamos continuar... o descansar aquí. Si elegimos lo primero sugeriría no hacerlo antes de intentar sonsacar algo más a ese pobre desdichado. Y respecto a él... creo que no podemos dejarlo ni ahí ni así. A pesar del riesgo que ello comporta - opinó el forense. Tras dar su parecer, Enterrador paseó su mirada, uno a uno, entre sus compañeros, esperando una pronunciación de cada uno. Fue entonces cuando su mirada se detuvo en Buscador, recién incorporado tras rebuscar en el cadáver del paciente semidevorado. Y al parecer observaba algo, tras desenvolverlo de un pañuelo sucio.

- ¿Algo interesante, Buscador? - preguntó.

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SECADERO.

No supo muy bien cómo pudo controlar el asco y la repulsión que de forma instintiva le pedía a gritos arrojar aquella cosa al suelo y aplastarla bajo la suela de sus zapatos. Tampoco supo cómo pudo controlar el instinto que nació en el mismo instante que el otro y que le invitaba a recrearse observando lo extraño, descubriendo los secretos de lo que fuera que tenía entre manos.

- Eh...- balbuceó aún confuso, sorprendido, intentando ordenar ideas y palabras que habían huido de una cabeza que buscaba la razón tras la sinrazón que con su única y extraña pupila le observaba.- ¡Oh, dioses! Joder, joder, joder, joder...- Y al oírse, lo que le tomó varias maldiciones más, se giró hacia el anciano disculpándose.- Lo siento, pero... joder. Puff... Dioses. ¡Ugh!

Quizá la única razón por la que pudo controlarse fue esa confusión, los sentimientos diametralmente opuestos. Cursos de acción enfrentados que le llevaron a decidirse por una solución intermedia que no era sino una demora a la solución definitiva, porque lo que el detective hizo fue volver a ocultar el ojo y sus inquietantes miradas bajo el pañuelo sucio en el que se removía inquieto.

- Joder- repitió de nuevo.- Si no lo sintiera moviéndose en la mano me preguntaría si aun estamos soñando- añadió torciendo el gesto asqueado para desenvolverlo de nuevo, un instante antes de volver a taparlo.- ¿Lo habéis visto? ¿Alguno sabe qué diablos es esto?

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SECADERO.

El Símbolo de Plata de Pharasma brilla levemente, instante en el cual Anciano Sabio abre los ojos. - Nada. - dijo con decepción en la voz, respondiendo a Buscador a su pregunta.- No hay magia alguna, tan solo el hombre loco que vemos y que no deja de llamar a Zandalus. Pobre diablo... -susurró al final. - Aunque todos los pecadores acabaréis igual.- murmuró para sí mientras se giraba para ver que habían encontrado los demás.

Asiente ante las explicaciones de Enterrador. Demostraba que realmente sabía lo que decía, no solo con la seguridad de su forma de hablar, sino que además conocía bien el uso aquellas palabras.

Anciano Sabio frunció el ceño al escuchar semejantes palabras salir por la boca de Buscador de la Verdad. Jamás había escuchado tantas maldiciones juntas y de una misma persona. Sonrió ante las disculpas del detective. - Estás disculpado, hijo. Son momentos difíciles y cada uno los afronta como puede. Pero procura controlarlo un poco más la próxima vez. - Dijo sin alterarse mientras caminaba hacia él observando que tenía el hombre en su mano.

Anciano Sabio se llevó la mano a la barba y la acarició mientras miraba como aquello se movía y miraba... - Un ojo. - respondió el anciano a la pregunta de Buscador, utilizando para ello su infinita sabiduría. - Creo que es evidente... - dibujó una sonrisa en su rostro. - Muéstraselo al loco, quizás se conozcan de antes. - Sugirió el anciano.

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SECADERO.

Una carcajada siguió a las palabras del viejo y con ella los miedos y las desconfianzas pasaron a un segundo plano. La curiosidad había ganado la batalla y como botín obtuvo abrir el trapo para encontrarse de nuevo cara a cara, ojo a ojo, con lo que dentro se ocultaba.

- No, si ya. Un ojo parece, anciano. Hasta ahí llegan mis escasas entendederas perjudicadas como están por la falta de memoria. ¿Pero un ojo de qué?- preguntó examinando el ojo, intentando recordar (aun cuando en su estado era un recurso escaso) qué criatura poseía tan peculiar pupila.- Es más, ¿qué ojo continúa vivo, si es que esto está vivo, y moviéndose sin un cuerpo que le dé sustento?- y en un susurro para sí mismo añadió:- ¿Quizá el ojo es el cuerpo en sí mismo? Quizá el ojo no es la parte sino el todo.

Tras volver a taparlo por temor a que mientras lo miraban el ojo viera más de lo necesario, se giró hacia los demás. Tenía especial interés en lo que el Nigromante pudiera decir al respecto, si es que algo sabía sobre lo que parecía no saber el resto.

- ¿Alguna idea? Quizá solo sea un producto más de la locura que ha hecho de este lugar su reino.

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SECADERO.

- ¿Alguna idea, preguntas? - tomó la palabra Enterrador ante la pregunta de Buscador de la Verdad -. Creo que la idea del Anciano es buena: enséñasela al superviviente. Tal vez sepa algo o reaccione de alguna manera. Él mismo ha dicho algo sobre que un tal Zandalus puede ver. Tal vez se refiera a ese ojo - conjeturó el vigilante.

- A simple vista parece un ojo animado de manera sobrenatural, cumpliendo una misión: ver - adujo con cierta naturalidad, como quien está acostumbrado a ver órganos fuera de lugar o reanimados -. Sobre si lo que capta es emitido a otro lugar... eso no sabría decirlo. Y, siendo ese el caso, si nos conviene que ese orbe ocular vea o no, tampoco sé decirlo - sentenció encongiéndose de hombros. Tras ello volvió a hacer un amago con la barbilla señalando al reo encadenado, invitando a Buscador a intentar hallar respuestas en él.