Partida Rol por web

CAMPAMENTO DE LOS APÓSTOLES DE OROPIMENTE, "CLÍNICA":

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

QUINTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 8 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

- "Sí, sí que es posible." - El hombre parece avergonzado cuando saca de entre sus ropas una varita de curar heridas leves. Seguramente por no haberla mostrado antes. - "No estaba muy seguro de que fuerais a conseguirlo, honestamente. Tomad esta varita, sin duda os será útil. Habéis demostrado que si alguien puede vencer a Zandalus sin duda sois vosotros." -

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INVIERNO, AÑO 4711 RA.

QUINTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 8 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

Gheorghe llegó al campamento con el resto de sus compañeros, para encontrar a un hombre asustado y casi más allá del límite, pero que parece no mostrarse hostil al reconocerles y que, por el contexto, debe ser el citado doctor. El hombre esboza una leve mueca ante la mención de que seguían vivos, sabiendo que aquello no era del todo cierto. Gabriel Alarico, su amigo, había pasado a mejor vida sin que pudiera hacer nada para impedirlo. En cierto modo, además, por su culpa. 

Pero no debía seguir torturándose.

-¿Doctor Elbourne, supongo? Mi nombre es Gheorghe Mykas, paladín de Iomedae, y el joven acorazado es mi escudero, Janos Dimitriev, adorador de Sarenrae. ¿Qué nos puede contar de lo que nos aguarda? ¿Hay algo que debamos saber?

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PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

Elbourne parece sorprendido al ver caras nuevas... aunque son pocas respecto al grupo al completo. Mira de arriba a abajo a George y a Janos. Luego responde al paladín agachando un poco la mirada... casi como si tuviera vergüenza.

- "Yo... lo siento." - Empieza a disculparse. Luego sus ojos se posan en el resto del grupo... en todos los que ya había conocido antes. - "No debería haberos enviado a una misión tan peligrosa... Pero creía que era la única manera. Si hubierais subido antes a matar al Oneirogen los cultistas habrían acabado con vosotros entre las densas nieblas sin que pudierais hacer nada para defenderos." - Se excusa.

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PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

Sebastián Moro tomó la varita que el Elbourne les ofrecía al tiempo que se dirigió a él. - No necesitas disculparte, has hecho lo que debías. Ahora que hemos acabado con el onirogen, debemos avanzar sin dilación y completar la tarea, lo que significa acabar con Zandalus. Los cultistas y el propio Zandalus no tardarán en darse cuenta de la pérdida del onirogen. Elbourne, para usar la magia contenida en la varita, necesito que me digas la palabra de mando.

Una vez con la varita en la mano examinó las heridas de sus acompañantes para ver quien tenía una mayor necesidad de ser curado. Tormento solo tenía contusiones superficiales y la fortaleza del salvaje Velkan era asombrosa. Los más heridos eran Gheorghe, Janos, Enterrador y por supuesto el propio Sebastián Moro. Anciano Sabio usó la varita con ellos y consigo mismo antes de volver a dirigirse a Wren.

-¿Cómo piensas que deberíamos proceder a partir de ahora?¿Habrá más onirogenes?¿Podemos dirigirnos directamente hacia Zandalus?

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PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

- "Creo que debéis apresuráos. Zandalus y sus esbirros no tardarán mucho en darse cuenta de que las nieblas serán algo menos densas.

Si había una criatura que vomitaba nieblas amarillas, seguramente habrá más. El Asilo sigue completamente rodeado de nieblas.

Podéis sanar vuestras heridas con esta Varita. Está casi sin usar y su palabra de mando es Casmir. Si alguien puede lograrlo sois vosotros, de lo contrario creo que todos moriremos en este lugar. O tal vez nos transformemos en esas cosas..." -

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PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

La varita estaba rebosante de energía mágica sanadora, Sebastián Moro pudo sentirlo nada más tenerla entre sus manos y dejó aflorar una sonrisa de satisfacción. -Los Dioses misericordiosos nos tienden su mano. Gracias Wren. -

El desafío ya no resultaba inalcanzable aunque tampoco podían despilfarrar aquel presente inesperado. Los indicios dejaban claro que Zandalus era alguien de gran poder y que probablemente había dejado su humanidad atrás lo cual lo convertía en alguien, o mejor dicho algo, sumamente peligroso.

Siguiendo la conversación del doctor Elbourne, Sebastián Moro añadió - Tienes razón, hay cosas peores que la muerte. Y aunque cayésemos todos menos uno, si ese uno es capaz de destruir a Zandalus y acabar con la influencia del Hombre Andrajoso en nuestro plano, todos estaríamos salvados porque solo estaríamos muertos. Estaríamos ante a Farasma, para que nuestros actos fuesen evaluados, como corresponde. Es por eso que si tú o alguno de los refugiados queréis acompañarnos y enfrentaros a los sectarios y quién sabe qué otras amenazas que nos esperan en el piso superior, aceptaríamos su ayuda, su esfuerzo y llegado el caso su sacrificio. Estamos todos juntos en esto. Aunque si preferís quedaros aquí también lo comprenderé porque sé que no sois guerreros.

En cualquier caso os doy mi bendición. Y ahora, muéstranos como acceder al piso superior. El tiempo apremia.

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-Gracias por la varita, doctor-replicó Gheorghe, mientras escuchaba la conversación. No parecía que tuvieran muchas opciones o información, siendo sinceros. Probablemente tendrían que avanzar, esperando lo mejor y preparados para lo peor. Lo que llevaban haciendo ya unos cuantos días, en resumen.

-No deberíamos darles demasiado tiempo para prepararse entonces. Terminemos de prepararnos para partir. 

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PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

Llegamos lo que parece ser una suerte de clínica para tratamientos. Un pobre hombre, asustado y desesperado, nos recibe primero con miedo pero luego con alegría. Gheorghe lo llama el Doctor Elbourne y nos presenta. Le hago una pequeña reverencia cuando mi nombre suena, como el protocolo manda.

 - "Es un placer conocerle, Doctor."

El hombre entrega al grupo una varita de curar heridas y Anciano Sabio comienza a sanar nuestros dolores de inmediato, devolviendo la salud que hemos perdido. Ahora estamos en condiciones de luchar nuevamente y, aunque son muy pocos los recursos que me quedan, he guardado un par para ese tal Zandalus y su gente.

"Sentirán la ira divina de Sarenrae, quien ve toda esta atrocidad y su voz clama por justicia. Yo, su fiel servidor, acabaré con estos horrores y purificaré este infierno."

La información que recibimos es útil pues sé que Zandalus no está solo y probablemente hayan más de esas criaturas que vomitan niebla. Será una batalla muy dura y probablemente varios no veamos otro amanecer, pero es justamente en la oscuridad de la noche que se debe luchar en nombre de la luz. Anciano Sabio indica que aceptaría voluntarios para el ataque pero no estoy convencido. Somos nosotros los escudos de los desvalidos y sus muertes no aportarán nada, nuestra lucha es por su supervivencia.

El Doctor se dispone a mostrarnos el camino para continuar, por lo que espero al grupo y avanzo, entendiendo que si la intención del grupo es realizar un ataque más sigiloso, debo mantenerme alejado. Entraré por tanto de los últimos.

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PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

- "Me temo que ahí arriba sólo sería un estorbo. No soy un hombre valiente, y apenas sé cómo usar un arma. En cuanto a los refugiados de este campamento de supervivientes, dudo que ninguno esté en condiciones de luchar. Llevan días sufriendo los abusos de los cultistas fanáticos, sin apenas comida ni agua, y sin poder casi dormir, pues en sueños es cuando llega el Hombre Andrajoso y ataca. Y ya han visto lo que les pasa a los que sucumben finalmente a las pesadillas... Así que esa gente hace todo lo posible para no dormirse, como por ejemplo clavarse agujas en el cuerpo para que el dolor les impida conciliar el sueño." -

El Doctor suspira agotado.

- "Espero que esa Varita suponga la diferencia y puedan derrotar a Ulver Zandalus y a sus secuaces fanáticos. Cuidado con la "Dama de la Bolsa", parece una anciana, pero es una peligrosa psicópata. Aparte de esos dos, según mis cálculos ahí arriba hay otros seis cultistas, aunque puede que varios de ellos ahora sean esas criaturas que vomitan nieblas amarillas.

Les deseo lo mejor, que Shelyn les bendiga. Rezaré por ustedes hasta su regreso." -

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PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

Dentro del campamento encontraron al asustado Dr. Elbourne y al resto de los habitantes del lugar, una amalgama de ex-pacientes y antiguos trabajadores del lugar, que se unieron voluntaria o forzosamente a la secta y ahora se arrepentían con creces, aterrados por lo que aquel demencial culto hacía y por los sucesos sobrenaturales y horribles en torno a ellos. Agotados por no poder dormir, bajo riesgo de convertirse en monstruos, y desnutridos por falta de alimentos. Estaban al límite y solo acabando con Zandalus, sus secuaces y el Hombre Andrajoso devolvería algo de cordura y normalidad a todo aquello. Vamos, tirado.

- Gracias por el obsequio, doctor - agradeció escuetamente el enterrador cuando Elbourne entregó a Anciano la varita mágica. Asintió con la cabeza en conformidad y gratitud cuando el viejo sacerdote lo sanó casi completamente y acto seguido tornó de nuevo su atención hacia el médico ya que este explicaba lo que podrían encontrarse allá arriba.

- Mas niebla... Estamos apañados - maldijo entre dientes sabiendo lo que los amarillos vapores provocaban -. Deberíamos planear una manera de evitarlos... o de anular cuanto antes a los "escupehumos". A ser posible sin necesidad de acercarse a ellos - opinó, sabiendo que aquella niebla era letal. Miró a los lados, como mirando o buscando algo que usar desde rango contra aquellas chimeneas humanas. Realmente no sabía que buscaba, sino que se dejaba llevar por cierta ansiedad y nerviosismo ante la idea de volver a respirar aquel humo y volver a caer en un terrible sueño, a merced del Andrajoso.

Inconscientemente su mano se deslizó por los bolsillos de su chaqueta y tocó algo. Una bolsa con varios frascos. Y se acordó. Sonrió aviesamente y extrajo uno de ellos.

- Bueno. Siempre podemos hacerlos arder - admitió mientras miraba al fuego alquímico. Con ese recurso en mente siguió al doctor hacia el lugar que les indicaba. Tocaba vérselas con Zandalus y su pandilla.

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PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

De todo lo que se habló en la sala, lo que más interesó a Velkan fue la cantidad de enemigos a los que se iban a tener que enfrentar. No era un número pequeño, sin duda aunque los cultistas habían demostrado estar pobremente armados y no ser expertos combatientes, pero muchos torpes combatientes podían llegar a ser un problema. Además estaba Zandalus y la psicópata esa, ambos debían ser duros de derrotar, era lo más posible.

El bárbaro carraspeó pensativo, fue el único sonido que produjo además del de su respiración. Contempló a sus compañeros en su habitual estado de silencio evaluando las posibilidades del conjunto. Él estaba confiado en que ganarían pero la gran pregunta era ¿a qué coste? ¿Saldrían todos vivos del enfrentamiento decisivo? No estaba seguro y en aquel momento de calma no podía parar de pensar en sus compañeros del otro lado. Temía que Sascha y Gruñido cayeran sin que él pudiera hacer nada. Además estaba la última visión que había sufrido, era una imagen que perforaba su cabeza de forma recurrente desde que inhaló las nieblas amarillas.

—Tiene razón el doctor, no podemos darle más tiempo a Zandalus. No estamos en las mejores condiciones pero no podemos esperar.

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QUINTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 8 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

El Doctor declina la invitación para sumarse a la batalla pero no es algo que me sorprenda. De hecho, prefiero que sea así pues un no combatiente sería más un estorbo que un aporte para una situación tan letal. Lo mejor es que intente prestar apoyo a los heridos y enfermos, tal como sabe hacerlo. Nosotros nos encargamos del resto.

Le respondo por la varita:

 - "Muchas gracias, Doctor Elbourne. Si esa varita no es capaz de hacer la diferencia, nada lo hará."

Anciano Sabio nos brindó sanaciones, por lo que le agradezco también:

 - "Ahora me siento bien, completamente sanado. Le agradezco, Sebastián. Aunque no podamos descansar y no cuente con todo mi arsenal por ello, he guardado un par de cartas bajo la manga para Zandalus y sus amigos."

Entonces recuerdo el asunto de las condiciones en las que están aquí y que puedo volver al otro lado en cualquier momento. Me saco la mochila y saco todas las provisiones para entregárselas a Anciano Sabio:

 - "¡Tome! En cualquier momento puedo ser enviado al otro lado y quiero que tengan estos alimentos pues les necesitan con desesperación. Por favor, denles un buen uso."

Luego pongo mi mochila nuevamente en mis hombros y equipo mis armas, listo para continuar a esta batalla letal y que puede ser la última que este lugar necesita para ser arrancado de las garras de las tinieblas.

CAMPAMENTO DE LOS APÓSTOLES DE OROPIMENTE, "CLÍNICA" - CAMINO A LAS SALAS EN RUINAS:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

QUINTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 8 DE ABADIO.

PRIMERAS HORAS DE LA TARDE.

Tras recibir del Doctor Elbourne una varita mágica curativa y despedirse de él, los tres ex-pacientes en estado de fuga y los tres herederos del Profesor Lorrimor emprendieron el camino hacia lo que probablemente serían, para bien o para mal, los enfrentamientos finales en el manicomio.

Janos le dejó algunas provisiones al Doctor Wren Elbourne, por si acaso las nieblas se lo llevaban. Varios probaron una aproximación silenciosa por las escaleras ascendentes hacia el piso de arriba, las únicas que no habían quedado bloqueadas por completo en los sucesivos temblores de tierra que habían sacudido la isla. Tan sólo Tormento de Tinieblas logró avanzar en perfecto sigilo, los otros le siguieron como pudieron, directos a la vorágine de la batalla.

ALA NORTE DEL ASILO DE BRIARSTONE:

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AVANZADA LA TARDE.

El grupo de antiguos pacientes más el Paladín desterrado por las nieblas descienden las escaleras, llegando hasta el desvencijado campamento de los Apóstoles de Oropimente, donde los espera un muy nervioso y desesperado por la espera Doctor Wren Elbourne, quien casi derrama lágrimas de alegría al verles aparecer.

ALA NORTE DEL ASILO DE BRIARSTONE:

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AVANZADA LA TARDE.

Sebastián Moro abrazó al Dr Elbourne pero no de forma afectuosa sino de forma solemne como demandaba su oficio de sacerdote.

- Zandalus ha muerto igual que los oneirogenes que le acompañaban y el Hombre Andrajoso ha sido destruido. Somos libres de marchar de este lugar maldito.

Luego se separó de él, miró a los supervivientes tratando de evaluar la situación y añadió.

- Sé que todos estamos agotados, con una gran necesidad de dormir al fin sin pesadillas y sin peligro de despertar convertidos en ghouls, pero aún no podemos hacerlo. En primer lugar los supervivientes aún son un peligro para sí mismos y podrían suponer una amenaza si nos permitirmos dormir ahora, en segundo lugar tenemos que conseguir alimentos. Puede que lo mejor sea dirigirnos a algún pueblo cercano. Dr Elbourne ¿a qué distancia nos encontramos de la villa o la granja más cercana, del primer lugar en el que nos puedan prestar algo de ayuda?

Para empezar deberíamos reunirnos con Winter y emprender la marcha todos juntos.

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AVANZADA LA TARDE

Alexei Mykephoros seguía el paso de Sebastián Moro para llegar a la zona inferior, descendiendo unas escaleras para reunirse con el Doctor Wren Elbourne en el campamento de los Apóstoles de Oropimente.

El bardo pudo ver la felicidad en el rostro del doctor, no lo conocía, toda aquella zona era desconocida para el dramaturgo pero podía ver que era la parte en la que él mismo se introdujo disfrazado para recaudar información, antes de perecer contra la criatura alada y ser intercambiado por el valeroso guerrero Velkan.

Alexei escuchó las palabras de Sebastián Moro, el grupo seguía con la amnesia y Réquiem tampoco recordaba nada, todo era una incógnita. Miró a todos los supervivientes y esperó que todos hicieran caso a las palabras de Anciano Sabio, uno de los supervivientes ante el encuentro y batalla contra el Hombre Andrajoso.

Réquiem afirmó a todo lo que decía Sebastián Moro, luego confirmó sus palabras – "Así es, debemos reunirnos con Winter para salir de este lugar y dirigirnos a  la villa o pueblo más cercano. Debemos de resistir un poco más, el final a toda esta pesadilla ya ha tocado final y ahora solo queda el último esfuerzo para lograr volver a la normalidad" -

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AVANZADA LA TARDE.

El hombre parece repentinamente inquieto y nervioso.

- "Eh... La verdad es que no conozco la isla, aunque tal vez podamos salir a explorarla..." -

ALA NORTE DEL ASILO DE BRIARSTONE:

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AVANZADA LA TARDE.

Alexei escuchó la respuesta del Doctor Wren Elbourne y meditó un instante sus palabras para dirigirse al inquieto hombre. No le culpaba por su estado, todos estaban nerviosos hasta él mismo sentía un cosquilleo dentro de su ser, algo que le hacía sentir perturbado como si todo aquella pesadilla no hubiera terminado y así era, hasta que no estuvieran a salvo no lograría superar toda aquella inquietud que sentía.

- "No se preocupe Doctor, encontraremos una solución… logramos terminar con esa pesadilla, podremos salir de este lugar y ver la luz del sol" – intentaba que sus palabras fueran confortables para animar el estado del nervioso hombre, desconocido para el joven noble de la familia Mykephoros.

En el fondo del dramaturgo todo era desconocimiento e incerteza, no había seguridad en él aunque se esforzaba para transmitirla y mantener con un estado de ánimo positivo al grupo que iban guiando por el asilo. Las dudas de Alexei venían por el desconocimiento de su pasado, el motivo de su amnesia. Con todo lo que ha sucedido en el asilo ¿Volverá a ser la misma persona que era? ¿Querría de verdad el noble volver a ser como era? Todas esas preguntas eran imposibles de responder con una seguridad absoluta, no sabía que elegir, era un mar de dudas

ALA NORTE DEL ASILO DE BRIARSTONE:

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QUINTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 8 DE ABADIO.

AVANZADA LA TARDE.

-No es necesario precipitarse. Reunámonos con Winter y descansemos esta noche. Ya no habrán pesadillas y con el alba, con las primeras luces, podremos salir al exterior y hallar la forma de salir de esta isla -dijo Tormento-. Anciano Sabio, si lo deseas, puedes guardar ese libro en mi mochila. Es particular y por muchas pertenencias que lleve, su peso es liviano. Y no creo conveniente que cualquiera de los aquí presentes se vea tentado a hacerse con él.

ALA NORTE DEL ASILO DE BRIARSTONE:

INVIERNO, AÑO 4711 RA.

QUINTO DÍA SIGUIENTE AL DESPERTAR. FECHA PROBABLE: 8 DE ABADIO.

AVANZADA LA TARDE.

Gheorghe observó con el resto la situación, con un aliviado doctor. Parecía que por fin todo se encarrilaba. Sin embargo, la reacción del hombre cuando le sugirieron salir al exterior le resultó algo extraña.

-¿No trabajaba usted aquí?-preguntó el paladín, extrañado-¿cómo es que no conoce la isla?