Partida Rol por web

La carga de Krane culminó en un fracaso, el mutante esquivándole en el último segundo. Por un segundo pareció como si el tecnosacerdote fuera a salir volando, empujado por la inercia de su propio ataque pero, sorprendentemente, consiguió frenar a tiempo y transformar el momento de su embestida en una nueva acometida. El chasquido de su servo-brazo resonó por encima del de las armas que se disparaban cuando intentó doblegar a su enemigo con él.

Las explosiones la dejaron aturdida, no sabía por qué no esperaba que tuvieran granadas, un pensamiento inocente que hizo que se distrajera y ahora estuviera como estaba. Tenía que dar gracias al casco de la servoarmadura para no haberse quedado ciega por completo, ahora veía alguna silueta oscura en un fondo blanco por completo y tras parpadear varias veces consiguió distinguir dos siluetas atrincheradas y una mucho más grande. No se veía capaz de dar a la grande sin dañar a posibles aliados, así que optó por apuntar hacia los objetivos aislados y hacer un disparo de su cañón de fusión.

- ¿Que demonios hacía el tecno sacerdote en primera linea de combate? - Pensó Ceres justo antes de ver como lo escamochaban.
Asiendo con fuerza su bolter lo oriento hacia el cabrón que tenía Krane al lado y abrió fuego nuevamente, pero la distracción fue lo suficiente como para que el cabrón se moviera y la tanda de balas se perdiera hacia el fondo del lugar. 

Aquellas cosas enormes parecían tener cierto aguante, aunque tenían suficientes hombres encima como para acabar derribándolas. Sin embargo, parte de las trincheras seguía en pie por muchas llamas que hubiera, y aquello no se podía permitir. No después del "regalo" que les habían hecho.

-¡Adelante, no cedáis! ¡Es la hora de derramar la sangre del xeno!-intentó animar a los suyos, mientras él mismo disparaba desde su nueva posición hacia uno de los cultistas.

Las dos mujeres se fundieron con el suelo y la pared entremedias de los ascensores, desapareciendo de la vista de todos gracias a su habilidad, y sobretodo, al equipamiento que llevaban. 

- Un grado derecha, un grado arriba...perfecto. Fuego. - susurró Silje, la menuda mujer que hacia las veces de binomio de Nilsa. Calculó sus disparos con precisión milimétrica, ayudando, como siempre, a la francotiradora a centrar el disparo. 

La rubia aguantó la respiración y apretó el gatillo tal cual había hecho cientos de veces anteriormente. La visión de esa inhumana criatura no le producía ningún tipo de emoción, sólo veía un objetivo a ser abatido.

Un enorme estampido inundó toda la sala, y parte del pecho de la aberrante criatura que estaba doblegando al tecnosacerdote amenazando con destruirlo voló por los aires, manchando de restos sanguinolentos la pared del fondo, donde apareció un agujero allí donde la bala impactó, tras atravesar al ser. 

El retroceso del disparo hizo que la capa camaleonina de las dos mujeres revoloteara a sus espaldas, descubriendo su posición. - Mierda. No había contado con la cercancía de la pared y el rebufo. - dijo Nilsa. - No importa, están muertos. En unos segundos podremos movernos y ser invisibles de nuevo. - contestó la pequeña Silje. - ¿No importa? Un fallo así en otro momento y lugar nos costaría la vida. - la amonestó Nilsa. 

La pequeña subordinada se calló, sabedora que en estos asuntos era inútil discutir con su compañera. 

Tocaba encargarse del segundo monstruo gigantesco. 

-¡¡Su valentía es encomiable, tecnosacerdote, pero retroceda!! Deje que las armas pesadas hagan su trabajo con estos brutos- al ver la dureza de los enemigos y la saturación de combatientes en cuerpo a cuerpo que los comenzaba a rodear, Varinia abrió fuego de nuevo con su pistola de plasma contra el enorme xeno que acababa de derribar al miembro del Mechanicus.

Adler maldijo cuando se quedó momentáneamente cegado con el destello, intentó calibrar de nuevo su retícula de apuntado del sistema MIU, intentando acertar al repugnante mutante que había enfrente del ascensor.

Esperaba que en aquella ocasión si sirviese para impactarle.

   - ¿Que demonios está haciendo Krane?- Maldijo viendo como el Tecnosacerdote caía ante uno de esos mutantes mas grandes.- ¿Es que acaso se cree un jodido Catachan?-

Sabía que el Visioingeniero era fuerte gracias a sus innumerables mejoras mecánicas, pero eso no lo convertía en un guerrero en combate cuerpo a cuerpo como para poder arriesgarse de esa forma. Sorprendentemente se había dejado llevar por un impulso en vez de mantener su personalidad analítica.

Tan solo esperaba poder terminar con la escoria mutante que le retenía para poder ir cuanto antes al rescate del sacerdote.

Los párpados automatizados de Bender se cerraron justo a tiempo para evitar el destello del campo de refracción del teniente, por lo que pudo consultar su auspex, que no le reveló nada nuevo. No detectaba formas de vida más allá del pasillo junto al asecensor. Al menos eso significaba que no había peligro de una emboscada por el túnel del aparato. O al menos, eso creía.

Guardó el aparato siguiendo las recomendaciones de seguridad y el protocolo de velocidad establecido y levantó su laser largo. Apuntó más allá de la línea de ataque, a la criatura grande que se erguía sobre el visioingeniero.

Si las granadas no habían sido suficientes, un fuerte destello de luz, inundó el montacargas obligándonos a todos a girar la vista o por lo menos a cerrar los ojos. Ya fuese de una manera o de otra, no tuve la suficiente pericia para hacerlo a tiempo y fuertes lanzas de luz, se clavaron en mi retina dejándome ciega e indispuesta por un tiempo indeterminado. 

La luz se fue disipando de mis ojos y aunque aun veía más sombras que cuerpos reales, era momento de moverse si quería seguir dando guerra a los mutantes. - Vamos por ellos, esta claro que no podemos darles todos los honores al resto de regimientos. Y mientras digo esto, salgo del ascensor a ver que puedo encontrar, delante de la retícula del rifle láser. 

Viendo la granada, Hains y su pardillo toman aire rápidamente para cobrar valor, y conteniendo brevemente la respiración se lanzan rápidamente, saliendo del ascensor de la izquierda para correr a la posición de cobertura justo junto a Varinia.

Desde allí preparan el C.Aut.M34 para comenzar con el bombardeo necesario contra los gigantes que atormentan en el campo de batalla a los fieles al emperador.

Teniente, estos de aquí ya están bastante tostados. ¿Le gustan muy hechos? - Echó un vistazo al ascensor tras ellos. El resto permanecían detrás de la barricada donde se oían quejidos y lamentos heridos mientras disparos tímidos y poco certeros, maldiciones y amenazas salían contra los mutantes. Red no podía permitirse que el Pater no la viera combatir. No le habían traído desde Kiruta para estar a cubierto, le habían traído hasta este pozo de sangre para verle explotar en un momento u otro. 

No iba a permitirlo, y menos aún sin luchar frente a todos. Corrió entre los disparos e improperios hasta clavar una rodilla donde creía que tenía mejor tiro. Sus brazos se hincharon fuerte al levantar y accionar el depósito que daba combustible al disparador y otro chorro de lágrimas salió en dirección a los cultistas para barrer la zona.

Parecía este un buen momento para llevar el combate a los enemigos de la humanidad -Parasitas bastardos sujos-

El permanecer dentro del hueco del ascensor le proporcionaba cierta cobertura, pero le negaba visión, y sobretodo ángulo de disparo. Tenía orden de acabar con las aberraciones y no tenía ninguna a la que disparar.

Saltó la barricada con gran habilidad teniendo en cuenta que cargaba con todo su equipo y con Sintra.

-*Márcia, vá em frente! Me siga.

En cuanto consigo visión de la zona y angulo de disparo, separo las piernas para conseguir una posición estable desde la que disparar a Sintra desde la cadera.

Love se acercó al hombro del doctor para recordarle que había heridos que atender y sin perder tiempo ambos se acercaron hasta el penal Bender que acababa de salir del ascensor. - No se preocupe, ya estamos aquí. - dijo Robert cuando llegó a su lado. - ¿Como se llama? Bien, bien, seguro que esto le duele de la ostia, no se preocupe tengo algo para eso. - comenzó a hablar mientras trabajaba y le pinchaba algo ligero para el dolor, no lo quería atontado. - Voy a necesitar que colabore un poco y se esté quieto. Así, muy bien soldado. - siguió con la cháchara incesante pero sin alterar ni un ápice su voz, totalmente tranquilo para mantener a los pacientes tranquilos, nunca callado para mantenerlos entretenidos. 

El mundo comenzó a recobrar el sonido alrededor de Fred, mientras se sacudía el aturdimiento del golpe. Sus disparos habían fallado, y la salva de Hermann ni siquiera había llegado al salir del cañón. Se volvió hacia su compañero, y las tripas se le convirtieron el hielo al ver media docena de esquirlas de metralla atravesando su blindaje por todo el costado izquierdo. 

-Joder, Hermann, ¡Levanta, no te quedes ahí! 

Como volvieran a tirar una granada dentro del ascensor estaban muertos, eso si el ascensor aguantaba siquiera y no se precipitaba al vacío. Ya estaba oyendo unos preocupantes quejidos de sus cables tensores. 

Muchos de sus compañeros, incluyendo el teniente, habían salido del ascensor, y Fred no tenía intención de deshonrar la imagen de Iloeter aquel día. Renqueando, salió del ascensor, al infierno de disparos, golpes, láser y prometio en el que se había convertido aquella sala. Toda la zona de las aberraciones estaba llena de compañeros trabados en cuerpo a cuerpo, así que desestimó disparar en esa dirección. Se echó al suelo para tratar de reducir el blanco que ofrecía, pero uno de los fragmentos que aún tenía clavados se le movió y le arrancó un gruñido, desviando su disparo hacia la pared. 

Krane, confiado en que la fuerza de su mecadendrita era superior a la de aquellas criaturas gigantescas, se dio de bruces con la realidad de que la carne fue más fuerte que la máquina; se impuso tanto, que el que acabó derribado fue Krane. El tremendo "trabucazo" de Nilsa con un arma diseñada por y para enemigos de ese calibre, abrió un buen boquete en el pecho del monstruo, el cual, sorprendido por el, miró a Nilsa fijamente, terriblemente herido. Aurestia se movió con agilidad para trabarse con todos ellos, hiriendo al aberrante cegado por ella instantes antes. Bender, que no veía a nadie más que los cultistas que estaban en llamas, se los quedó mirando con el arma preparada para dispararles.

Novalee salió del ascensor en el lado opuesto de Robert y apuntó. Chollos, cegado como estaba, erró el disparo sin que pudiera hacer mucho más por evitarlo. Fred abandonó el ascensor, pero falló el disparo tras tirarse cuerpo a tierra. Tania, recuperada de la ceguera, salió del ascensor tras levantarse, buscando apoyar el combate contra los enemigos más poderosos que tenían allí los cultistas. Vaniria, que "abroncó" de buenas maneras a Krane, acribilló al muy malherido aberrante, acabando con la vida de este, seguramente habría salvado la vida de Nilsa o Krane, nunca se sabrá, pero, uno menos. Andiara salió del ascensor con sus abultados biceps cargando su pesada arma, que la llevaba como si fuera una carabina. Sabre siguió demostrando lo aguerrida y buena duelista de Sakto que era, logrando lo que parecía un buen sablazo, aprovechando que la criatura estaba aturdida y cegada, mordió carne, hiriéndolo en el rostro, los enemigos del Imperio no eran merecedores de los edictos del Sakto, el Aberrante devolvió el ataque a pesar de estar cegado, poniendo en peligro a la Maestra.

Alfonso, siguiendo las maniobras y ejecuciones de Sabre Rose, hizo lo propio y acabó con la vida del Aberrante tras un formidable espadazo que le atravesó el corazón, aprovechando la apertura de la torpe guardia del monstruo. El cultista, que vio como Aurestia se destrababa con tremenda agilidad, disparó contra ella a quemarropa, acribillándola, pero sin darse cuenta de que sus armas eran prácticamente ineficaces. Uno de ellos sucumbió a las llamas y los otros tres seguían gritando y dando vueltas, dos corriendo en círculos y uno en el suelo. Robert se internó de nuevo en el ascensor y practicó primeros auxilios a Bender, restallando sus heridas con habilidad, descubriendo que aquel criminal convicto tenía un autosanguine, por lo que las curas fueron más rápidas y fáciles. Mathis, alentando las capacidades mortales de todos, dio muerte a uno de los que estaban en llamas, acallando sus molestos gritos.

El Pater cargó contra uno de los cultistas en llamas y lo mismo que había logrado Mathis, lo mató al atravesar su torso con el hacha sierra santificada que portaba. Hains salió del ascensor descubriendo que ya poco quedaba en esa sala, y Lidio, cuyo análisis de auspex no arrojó nada nuevo, los muros parecían estar blindados e impedían que el aparato los atravesara, erró el disparo contra el cultista al que disparó. DR avanzó unos metros lateralmente y volvió a rociar de llamas la zona exterminando al que quedaba en su radio de acción. Ceres erró su disparó contra el cultista que quedaba, mientras que Judith si lo logró matándolo de un certero disparo.

Ahora esa sala parecía limpia de enemigos.

Krane se levantó del suelo y se sacudió las túnicas de polvo. Aquello no había salido como él esperaba, desde luego. Estudió la aberración del suelo unos segundos, preguntándose qué estaría haciendo Robert que todavía no había empezado a diseccionarlos, y se giró para agradecer con una tenue inclinación de la cabeza a las dos guardias que le habían salvado de acabar convertido en un servocráneo. 

Para cuando Fred puso recobrar el aliento y prepararse para disparar de nuevo, las llamas de la penal y los ataques de sus compañeros habían limpiado ya la zona. Sin más enemigos a la vista Fred se levantó trabajosamente e inspeccionó el bolter, que al parecer seguía en buenas condiciones pese a todo. 

-Aguanta, Hermann-le dijo a su compañero-Ahora viene el medicae. 

Fred no puso el seguro al arma, sino que se mantuvo en guardia. Nada les decía que no pudieran salir más de aquellas cosas por cualquier acceso y en cualquier momento. 

Los disparos cesaron con la caída del ultimo grandullón, el humo de los disparos y el olor a pólvora flotaban ene l ambiente. Ceres inspiró para calmar los nervios del combate.
- Recuento de heridos!!! - Dijo por el general y se encaminaría hacia los que solicitaran ayuda. Y mientras se encaminaba al primero de los heridos añadiría para la escuadra de Soritas.
- Recordad que esas cosas se mueven por los respiraderos. - 

El combate se le hizo insultantemente breve para lo mucho que había tenido que esperar a que llegara. Ante la acometida de los imperiales, ni siquiera las aberraciones mutantes habían aguantado más que unos golpes, y de no ser por las certeras granadas del enemigo, dudaba de que hubieran tenido que lamentar heridos siquiera. Pero dado que era así, Ceres se dispuso a llevar a cabo su hospitalaria tarea, mientras que ella acudía al lado de la Palatina Vaniria colocando un cargador nuevo, el último que le quedaba entero, en su pistola de plasma. Dudaba que aquella fuera toda la fuerza que le quedaba a los cultistas, y estaba ansiosa por proseguir adelante para darles muerte a todos los que quedaran.