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Jornada 2 (Narayana)

La segunda jornada del torneo tiene lugar en un recinto distinto. Esta vez la comitiva de luchadores, organización y público se desplaza hasta las orientales montañas nubladas para celebrar el encuentro en Narayana. Se trata de un espectacular emplazamiento natural donde un largo linaje de monjes ascetas ha decidido recluirse para alcanzar la perfección y el equilibrio entre la mente y el espíritu.

Cuando el juez de la arena os invita a subir al tatami, la grada enloquece enfervorizada con la perspectiva de un nuevo y apasionante combate.

Tardax es un joven alto y fuerte, de gran musculatura que porta a su espalda el gran espadón, junto con un camisote de mallas. Su larga melena rubia, casi blanca le cae en cascada sobre sus hombros. Lo que más puede desconcertar, es su piel blanquecina, como la leche.

Tungur todavía estaba enfadado con el resultado del combate anterior. No fue el hecho de perder, sino el cómo perdió. Una cosa era durante la lucha, en el fragor de la batalla. Pero el salir huyendo, como si fuera un cobarde, le sacaba de sus casillas.

Cuando le llamaron para el segundo combate y vio que era un guerrero su humor mejoró un poco. Al menos caería en combate. En caso de que perdiera claro.

Al subir al ring de combate con la lanza en la mano, Tungur espera lo justo para que su adversario esté en su lugar.

Entonces ruge fuertemente y sale corriendo hacia su contrincante con intención de empalarlo en su arma.

Raaaarrrrggghhhh

La mirada de Tungur no dejaba lugar a dudas. No pensaba perder el combate. Cuando llegó a la altura de poder golpear lo hizo con tanta fuerza que la lanza salió por la espalda de Tardax. Estaba claro que nada humano podría sobrevivir a eso.

La impresionante punzada de Tungur hace que alguno de los presentes en las gradas se ponga en pie para aplaudir al bárbaro de cabello oscuro. Está claro que la rabia acumulada a lo largo de la semana por el resultado del combate anterior ha tenido mucho que ver con el desenlace de éste.

Mientras los sanadores se llevan al maltrecho Tardax, el vencedor puede por fin disfrutar durante unos breves segundos de la gloria en el torneo.

-¿Tú sabes lo que nos va a costar curarlo para que se recupere antes de la tercera ronda?--se escucha comentar a uno de los clérigos que portan la camilla con el humano albino--El muy bestia lo ha atravesado por completo. 

-¡Ah, Rodericus! Siempre quejándote. Que si esto no sé qué, que si aquello... Precisamente esto es lo que quiere la gente: ver sangre en la arena.