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Jornada 8 (Vamana)

La octava entrega del torneo se disputa en el decadente barrio de Vamana. Cuna del más taimado gremio de ladrones y contrabandistas de la ciudad de los dos ríos, este lugar rebosa peligro incluso en el desagradable olor que caracteriza a sus calles.

Por fortuna para los luchadores, la organización ha tenido a bien supervisar personalmente la seguridad de la comitiva y ha registrado el tatami de sangre palmo a palmo, incluso hay quien dice que tanto los arcanistas como los sacerdotes han aprovechado el momento para aportar su granito de arena a la jornada.

Olaf es moreno y con el pelo largo y liso, parece un hombre bastante musculoso y alto. Su rostro deja ver una cicatriz que parece provocada por la garra de algun animal, aunque lo que mas destaca es su cara de pocos amigos. Sus ojos son negros y su piel bastante palida, sus brazos estan llenos de tatuajes de bestias salvajes y en su pecho se puede ver tatuado la cabeza de un leon rugiedo con furia.

Viste una armadura de cuero tachonado y sobre su espalda descansan un escudo y un gran hacha, en la parte izquerda de su cintura se puede ver como la empuñadura de una espada asoma de su vaina, y en su mano derecha porta una lanza larga, parece que esta preparado para cualquier tipo de combate.

Semiorco de aspecto salvaje y fiero. Viste una armadura de cuero tachonado y empuña una guja, a la que acompañan en su espalda. Un escudo pesado de madera y una cimitarra. También tiene una ballesta ligera colgada a la espalda y una pequeña bolsa de cuero colgando de su cinturón.

Nada más escuchar la señal de que se podía empezar, salió cargando contra su enemigo como si la vida le fuese en ello, cosa que probablemente era simplemente cierto. La magia se activó por un momento, pero si hizo algún efecto sobre le semiorco, este no pareció notarlo.

Olaf acababa de recibir un fuerte golpe, asi que entro en furia sin pensarlo, de repente un hechizo procedente del suelo afecto al barbaro haciendo que rocobrara sus fuerzas, eso le dio mas ganas para atacar a su contrincante.

El ver como las heridas se cerraban en su contrincante dejó sorprendido a Petrofski. Para cuando quiso contraatacar, su contrincante ya había cerrado bien la guardia.

Olaf volvio a intentar ganar a su enemigo de un lanzazo certero, esta vez la suerte le estaba sonriendo y consiguio acabar con su adversario.

El más feo de los bárbaros cayó al suelo mortalmente herido.

La segunda punzada del bárbaro con el tatuaje del león rugiente acabó con la poderosa presencia del luchador semiorco. Defraudado por la caprichosa suerte del arcano tatami, Petrofski sucumbió peleando con fiereza. Había sido un combate rápido, pero honroso al mismo tiempo.