Partida Rol por web

Me cuesta seguir el recorrido sin apartar la imagen del reloj con la hora cambiada por un rato, pero finalmente lo consigo al distraerme viendo que nuestra precipitación por escoger una habitación cuanto antes nos ha hecho caer en una mala elección. Pues nada, al menos espero que mejore un poco el tiempo y podamos airear bien nuestra esquina durante un par de días. A ver si nos podíamos hacer con el incienso que habían comentado... Ese tipo de recursos no suelen ser mis aromas favoritos, mi cabeza se emperra en seguir teniendo presente el olor que se trata de ocultar con ellos, hasta prefería cosas más artificiales y rápidas aún dejando un pestazo químico más antinatural, pero nos apañaríamos con lo que fuera.

Al ver la casa de la profesora me llama la atención su amplitud y buen estado, menos mal que tiene responsabilidades con nosotros o seguro que podría desaparecer en aquella conejera durante días... Casi pienso lo mismo del cuarto de Niu y Lyssa, tanto preocuparme porque terminarán en el peor lugar tras la escenita del autobús y ya ves. Dejo imaginar la imaginación sobre esas dos y su nidito una vez más pero prefiero reservarme esas pequeñas dosis de fantasmagoría erótico festiva para otro momento.

Al ver el cuarto de Ryota y Alexei también se me va la vista al peculiar jarrón, casi como si fuese un primo hermano del reloj en deshora. Algunas estancias del tejado que tenemos sobre nuestras cabezas parecen contener peculiares naturalezas muertas o decoraciones que me parecerían propias del primo japonés de Magritte. Cuando comentan el tema de vaciar aquel jarrón soy el primero en dar un paso al frente por si realmente necesitan ayuda para manipularlo. Yo no sería capaz de dormir allí con aquel elefante en la habitación...

- Ahora habéis despertado mi curiosidad, a ver si puedo añadir algo a mi nueva colección de fetiches.- Comento haciendo referencia al trozo de corteza que extraigo de mi bolsillo cada X tiempo para manipular entre los dedos, sin mirarlo, como quien lleva una pelota anti estrés en el bolsillo o algún fruto o concha que ha encontrado en un paseo.

Niū miró de reojo a Viktor. La verdad es que había sonado como una respuesta demasiado... contundente. Aunque ella no era quién para hablar... tampoco es que hubiese comenzado ella con buen pie aquel día, así que no le juzgaría. Tal vez era algo cultural, o no se encontraba bien.

-Allí. -respondió Niū a Lyssa a su pregunta, mientras señalaba la habitación de al lado de la 9.

El grupo decidió avanzar hacia su habitación y al llegar, Lyssa se adelantó y recogió sus cosas. Niū la miró sorprendida pero no le dijo nada, aunque estaba agradecida por la ayuda también le sabía mal que cargase con todo ella... pero no quiso quitar valor a sus acciones poniéndole pegas, por lo que no dijo nada.

Entraron en su habitación.... o mejor dicho, cabañita, y Niū abrió mucho los ojos. Realmente era un lugar encantador. Lyssa aprovechó para hacer notar que ya lo había avisado, lo que dibujó una sonrisa de lado a lado en la cara de Niū.

-Realmente es perfecta. -le dijo con un tono emocionado. No podía esperar a limpiarla para hacerla realmente acogedora.

Pero luego vio que en la otra habitación tenían hasta televisión.

-¿En serio? -preguntó, sin creerse la suerte que habían tenido. Sintió el impulso de comprobar si funcionaba, pero se reprimió por no hacer un feo a los demás.

Ryota bromeó con haberse quedado con ellas de saberlo, y Lyssa le invitó a pasarse para las fiestas. Niū le sonrió y asintió.

-Cuando pongamos la máquina expendedora de turno como en la carnicería, tú tendrás el primer tique para venir de visita. -le dijo en broma.

Lyssa había dejado sus cosas y todo el mundo se dispuso a salir, pero Niū detuvo a su compañera de habitación por el brazo.

-Gracias por ayudarme con las maletas. -le dijo en voz baja, con una suave sonrisa- Pero para la próxima déjame algo, que sino me siento mal. -agregó en el mismo tono- Y ahora cuando terminemos el tour, te vienes a cambiar, es una órden. -aprovechó para decirle poniéndose seria.

Luego salió junto al grupo y vieron la habitación que a partir de ahora iba a ser la de la profesora. Parecía una buena elección, la situación era privilegiada.

Y finalmente... la única habitación que ya había visto ella anteriormente, la de Ryota y Alexei.

-La verdad es que ya huele a fiesta... ¿no será que os habéis adelantado? -bromeó mirando de reojo y con una sonrisa a los "dueños" de la habitación.

Y por supuesto, ella moría tanto como otros por saber qué había en aquel jarrón. Si era necesario, ella misma ayudaría, aunque inicialmente se mantuvo al margen.

Me quedo pensativo ante el comentario sobre lo del incienso y que no sabe si habrá suficiente. Supongo, Momoko-sensei, que entonces debemos reservar el incienso que tengan para las habitaciones que huelan mal y no puedan ser fácilmente ventiladas, especialmente si alguien dormirá en ellas, ¿no?

Puedo sentir algunas miradas ante mi respuesta al rrrruso, aunque cuando me mira él le devuelvo la mirada, fijamente. Joder, tenía que recorrer medio mundo para ir a toparme con un ruso, pura suerte la mía.

Intento relajarme y solo ignorarle, aunque no es fácil. Seguimos el recorrido, dirigiéndonos a la habitación de enfermos. La verdad es que está genial, lástima que la usaran enfermos. No sé si yo me atrevería a dormir aquí. De hecho, prefiero mirar un poco el césped que la rodea, antes que estar mucho dentro.

Pasamos a la habitación 11,que la profesora dice querer quedarse. Me sonrío pensando que la preferiría a ella antes que al profesor, pero no digo nada.

Y, por fin, llegamos a la última habitación. Por ahora. La miro, otra que huele mal. Pero, ante lo del jarrón, eso sí me da curiosidad.

En un momento en que las dos se quedaron solas en la habitación, justo antes de volver a salir junto a los demás, Lyssa la miró a los ojos. 

-No te preocupes, déjame a mi las maletas, que ya haremos otras cosas juntas - la miró sonriendo. Entonces la tomó de las manos, con suavidad, y la acercó a ella hasta juntar sus cuerpos - ¿Vas a seguir dándome ordenes cuando estemos solas en la habitación? - susurró con gesto sugerente desde tan cerca que Niu notaba su aliento en los labios, se mordió el labio inferior y sonrió de nuevo - Podría gustarme...

- Vendré a cambiarme, lo prometo. - dijo mientras se separaba de ella para volver junto al grupo. 

Niū se puso de todos los colores y visiblemente nerviosa e incómoda. Cuando Lyssa se acercó tantos a sus labios, momento en que solo podía olerla a ella, dio un paso atrás y negó con la cabeza.

-No, no, no. -se quedó un momento muda, encontrando las palabras en inglés- A-así no... mme-e siento incómoda... -agregó desviando la mirada- Más lentamente.

Fue a dar media vuelta para irse, pero se lo pensó en el último momento y se giró otra vez.

-Y aún me debes una cita... -le dijo muy seria- Ya han pasado días desde el karaoke y no me has dicho nada. Pero si tantas prisas tienes, hoy aceptaré tener ésa cita. Pero solo hoy. Mañana ya no querré nada. -afirmó intentando poner una cara severa, sin mucho éxito- Y que me guste. Así que ya tienes trabajo. -agregó asintiendo con la cabeza para reafirmarse, pues en realidad no tenía ni idea de lo que estaba diciendo, para luego ésta vez sí, salir de la habitación hecha un manojo de nervios y la cabeza llena de confusión e ideas raras.

- Parece que habéis tenido algo más de suerte que el resto. - Musité con algo de alivio al ver la habitación que mi hermana y Lyssa iban a compartir, contento de que al menos ella no fuera a pasarlo tan mal. El comentario de Ryota consiguió que se me escapara una breve risa nasal - Seguro que no eres el único que piensa así ahora mismo.

El tren turístico no tenía frenos, y nuestros pasos siguieron guíandonos por las distintas habitaciones. La siguiente por la que pasamos fue la 11, y la verdad es que la opción de cambiarla por la nuestra tentadora resultaba, pero además de que no quería volver a mover las cosas, el que tuviera papel en vez de una pared de verdad me echaba bastante para atrás. Aunque tampoco podía decirse que nuestro cuarto ofreciera mucha intimidad, con esa puerta conectando directamente con otro.

La 12, que habían ocupado Ryota y Alexei, ya me recordaba más a la nuestra, aunque tenía la pecularidad de ese jarrón en medio de la nada. Y no sólo eso: Parecía que además había algo dentro. La curiosidad me picaba, y no iba a perder nada por echar una mano.

- Dejad que yo también os eche una mano. - Asentí a Alexei, acercándome junto con Baddi para ver si había manera de sacar el objeto de ahí.

El jarrón, fue el centro de atención de casi todos. Era curioso como un objeto como aquel seguía en una casa supuestamente vacía desde hacía ya su tiempo. De hecho, era aun mas curioso que algunas cosas parecieran tan viejas, y otras tan nuevas. 

Entre unos pocos intentasteis darle la vuelta con mucho cuidado, con la mala suerte de que se resbaló cuando estaba a la mitad y cayó al suelo con un estruendo tremendo, rompiéndose en decenas de pedazos. La cerámica, desperdigada por el suelo, se había topado con la pierna de Ryota, que sangraba profusamente a la altura del tobillo, estando aun el material incado en la propia piel. 

Tuan reaccionó de inmediado, y junto con Momoko, se lo llevaron hacia fuera, mientras comentaban muy rápido que el lo llevaría a un médico cercano, apenas a diez minutos en el coche. Apenas os dio tiempo a reaccionar cuando Inoue ya estaba saliendo también.

Pero, ¿qué era lo que os desconcertaba tanto? ¿Por que no habíais reaccionado a tiempo? ¿Que os había obnubilado tanto la mente que solo escuchásteis los murmullos de Ryota lejanos, cuando eran casi gritos? Lo que había en el interior del jarrón. Un lingote de oro que estaba enrollado en unas telas rasgadas, de color rojizo amarronado, densas, tiesas por el tiempo. Ahora medio desnudo, brillaba con un fulgor blanquecino debido a los contrastes de la luz, tiñiendo las paredes con puntos entre irisados y dorados. 

Deditos de mantequilla, jo-der... Bueno, esto había sido un gran trabajo de equipo, no creo que se pudiese culpar a una sola persona por el desaguisado. Realmente no sé qué me había pasado, simplemente estaba tratando de elevar el jarrón y lo siguiente que recordé fueron los quejidos de Ryota alejándose y el estar mirando aquel nuevo misterio.

Solo había visto algo así en las películas, claro, un lingote de oro tan perfecto que bien podría ser una réplica de un western o de la típica película sobre el oro de los nazis. ¿Qué carajo?

Volví en mi sin especial interés por tocar aquello, preguntándome más bien qué respuesta podrían tener nuestros tutores al respecto, esto no era la petaca de tabaco y la taza sucia de la cocina, precisamente, pero estos habían salido con el japonés herido. Mi vista se fue al jarrón, o más bien lo que quedaba de él. Los puzles siempre me habían puesto muy nervioso en el momento en que su caja era vaciada sobre la mesa a emplear en su elaboración, y en eso era en lo que se había convertido el jarrón, en un puto puzle que nadie tendría interés por resolver. Mi cara tomó una curiosa expresión de desagrado mientras decidí salir hacia la cocina en busca de algún tipo de cepillo y recogedor con los que deshacerme de aquella caótica metáfora.

Para bien o para mal iba disculpándome, pensando en que si realmente aquel jarrón tenía algún valor no lo habrían dejado allí tirado... ¿Pero qué carajo hacía hablando de valor? ¿Un puto lingote de oro?

Lyssa había suspirado con hastío cuando todos empezaron a manosear el jarrón. Estaba ya cansada de aquella visita y esperaba que se acabase lo antes posible. No era una cría, necesitaba que le enseñasen todo habitación a habitación.

-Ahora nos vamos a quedar aquí por un estúpido jarrón... - la realidad es que si ella estuviese allí sola seguramente estaría haciendo lo mismo. Era el hecho de no poder seguir a su ritmo lo que la frustraba. 

Esperaba de brazos cruzados a que acabasen cuando el jarrón cayó e hirió a Ryota. Aquello hizo que se volviese hacia ellos de nuevo. Observó la escena con expresión preocupada, aunque al ver que lo atendían tan rápido se abstuvo de intervenir. De todos modos, no habría sabido que hacer.

-Puto jarrón… - murmuró cuando ya habían sacado a Ryota.

En aquel momento aun ni se había dado cuenta de lo que había quedado en el suelo. Un lingote de oro. Al verlo levantó una ceja y se acercó con rapidez.

-Puto jarrón… - murmuró con un tono bastante diferente, ahora sorprendida.

Nadie parecía haber reaccionado aun cuando se agachó al lado del jarrón. Antes de pensar en cogerlo lo primero que hizo fue buscar entre su ropa por su teléfono móvil y sacarle una foto al jarrón en el sitio en que había caído.  Se quedó mirándolo fascinada. Alargó la mano y tocó las telas que lo cubrían con la yema de los dedos.

-¿Qué coño hacemos ahora con esto? – miró entonces hacia el resto de sus compañeros mientras tomaba el lingote entre sus manos y se levantaba.

Miro la escena esperando... no sé, una momia de ratón o algo así. Lo que no imaginé es que el jarrón fuese a caerse y yo al lado. Instintivamente salté, evitando los trozos, aunque hubo quien no tuvo tanta suerte.

Me quedo mirando la puerta por la que se aleja Ryota, preocupado, hasta que la voz de Lyssa me hace girarme. Entonces abro desmesuradamente los ojos.

Miro alrededor. Fue encontrado aquí. ¿Deberíamos usarlo para reparar la casa? Es una pregunta, más que una afirmación. Sé que sería lo justo pero, joder, ¿cuánto conseguiríamos cada uno di lo vendiéramos?

Freedom fue quizás la única que gritó de sorpresa al escuchar aquel jarrón romperse, dando un salto hacia atrás aunque no estaba lo suficientemente cerca del jarrón para salir herida. Lamentablemente, Ryota no había tenido tanta suerte. -Ay, no.- Dijo muy bajito, viendo como los profesores sacaban al chico rápidamente de la habitación. Inue y el pelirrojo también salieron tras ellos, quedando solo algunos.

-Espero no se le infecte.- Dijo la morena, antes que su atención recayera al igual que el resto en lo que había dentro del jarrón. Vio como la chica gótica se acercaba a tocarlo. -¿Es real?- Preguntó, curiosa. Aquello era demadiado extraño, ¿cómo podría haber llegado allí? Soltó una risita nerviosa ante la practicidad de Viktor. -Es sorprendente, como una pelicula de misterio y aventuras, como... hum, ¿Los Goonies?- Preguntó, era una pelicula vieja que sin embargo había visto por primera vez hacia pocos años. -O cómo La Momia... pero la de Brendan, no la de Cruise.- Dijo. Miró de nuevo a Lyssa. -¿Ves si tiene escrito algo, una nota?- Preguntó con interés.

El jarron resbalo en el peor momento, cayo al suelo y se rompio mientras yo intentaba recuperar parte del equilibrio perdido. Fui consciente del dolor de Ryota y cuando quise moverme para hacer algo, ambos profesores habian sido de lejos mucho mas rapidos. Apenas pude darme cuenta de como mi compañero desaparecia por la puerta, pues mis ojos estaban fijos en el brillo de ese rectangulo que brillaba levemente.

Oro. Quien narices guardaba oro en el fondo de un jarron, en una casa abandonada? No tenia ningun maldita logica. 

Frunci el ceño porque aquello no me gustaba. El oro no se iba dejando sin mas por ahi, es mas aun en caso de hacerlo, no era en forma de lingotes, eso lo hacia todo aun mas raro. Joyas, baratijas, cosas de esa indole, tenian mas sentido, pero ese trozo de dorado metal, no.

Observe como Lyssa lo cogia. Por experiencia sabia que un lingote de oro pesaba por lo que esperaba que fuera con cuidado, aun asi la canadiense, estaba fuerte, como bien sabia.

Mire en direccion a Viktor, sorprendido, para luego negar y acercarme a Lyssa. Claro como no. Vamos a vender un lingote de oro... sin mas, por que no es sospechoso... y ademas es nuestro. - Hasta donde se, ha sido encontrado en esta propiedad y por lo tanto, pertenece a los propietarios de la misma, y sino, en todo caso habria que informar a la Universidad para que se pusieran en contacto con quien corresponda. No soy un ladron, y vender algo que no es de nuestra propiedad, podria ser visto como un delito. - No me apetecia lo mas minimo, que la Universidad en lugar de redactar aquella carta que podia ser un impulso en mi carrera, escribiera una donde se me expulsaba del pais, por ladron.

Mire en la direccion en la que se habian ido los profesores con Ryota. - No creo que sea necesario que ambos le acompañen al hospital, asi que uno de los profesores no tardara en volver. Veamos que dice.

En la cocina, la mas nueva, cogiste un recogedor un poco escueto, que no serviría para todo aquel desastre pero se llevaría los trozos mas pequeños. 

No fue hasta que te giraste para salir, cuando te diste cuenta de que había una nota sobre la mesa, escrita en Kanjis muy simples que podías entender

La jardinera vendrá esta tarde a las 17:00 para ayudaros. Estará fuera, abridle la puerta. No está acostumbrada a los extranjeros, sed educados. 

Apenas faltaban un par de horas para eso.  

Las telas estaban rígidas, pero lo curioso es que parecían escritas por dentro con antiguos kanjis descoloridos de un color negro, no era demasiado legible ahora mismo. 

Baddi se había marchado a por el recogedor, no debería de tardar demasiado. 

Volví a la habitación, pertrechado con un pequeño recogedor, cepillo y bolsa, agachándome para limpiar aquel puzle cerámico sin prestar mucha atención a mis compañeros, pero les comente...

- Había una nota en el mesado de la cocina. Una jardinera vendrá a las 17:00. Tendremos que estar atentos para abrirle la puerta, aparentemente no está acostumbrada a tratar con extrangeros...- Fue en ese momento cuando me fijé en que en las vendas había kanjis. - Qué movida más rara ¿No? Esto empieza a parecer una partida de Cluedo. Esperemos no toparnos con un cadáver.- Comenté bromeando, pero aún así noté un ligero escalofrío.

Escuchar a Baddi me saco de mi ensoñacion al quedarme mirando la escritura que habia en las telas que envolvian el lingote de oro. Ademas solo parecian estar por la parte interior. Que cosa mas rara. Parecia algun rollo tipico de maldiciones de las peliculas... ya casi podia verlo. "El Oro Maldito" Nos faltaba un Indiana Jones, pero en su lugar teniamos a un saqueador ucraniano barato. Bueno quizas daria para una pelicula de serie B.

Lyssa, puedes aguantarlo un momento. Voy a intentar usar el movil y la camara para ver si se distingue algo. - Me asegure de que estaba el flash conectado y le di tras asegurarme una buena foto. Mire a la canadiense y asenti con una amplia sonrisa. - A ver... - Busque la galeria y mire de ver si entendia algo... o si era mas facil distinguir los kanjis.

Yo habia pensado mas en una pelicula de aventuras, con tesoro maldito incluido... - Mire de reojo a Baddi y le guiñe un ojo a Freedom, porque era similar a sus palabras de antes, antes de seguir jugando con el movil para pillar que ponia en el texto.

La morena se rió entre divertida y nerviosa a las palabras de Alexei, la verdad con oscuro y extraño de aquella casa en ese estado no eran difícil imaginar maldiciones. Si a eso le sumaban todo el misterio de los objetos de la cocina y la paranoia extraña que había mostrado Ryota y algunos otros al respecto, pues realmente uno podía llegar a sentirse algo asustado en aquel lugar.

-Creo que lo mejor será dejar en algún lugar y esperar a que alguno de los profesores vuelva para saber que hacer con él.- Sugirió. Decir que lo dejaran en aquella habitación fuera lo correcto, pero tampoco se le ocurría donde podrían ponerlo mientras tanto.

La mirada que Lyssa le dedicó a Viktor cuando sugirió venderlo fue de todo menos amistosa. Pasó rápidamente de la incredulidad a apretar los dientes, como si estuviese haciendo grandes esfuerzos por no insultar a alguien. Solo la intervención de Alexei, diciendo lo que ella pensaba decir, pero ahorrándose los insultos, evitó que su relación con Viktor empezase con peor pie.

Siguiendo la sugerencia de Freedom, observó la tela y reparó entonces en los Kanjis.

-No tenéis ni pajolera idea, esto es el inicio de una película de terror – contestó a Baddi y Alexei mientras trataba de leer los Kanjis – La lluvia, la casa abandonada con historia trágica, un herido, textos misteriosos… Si quieres un cadaver, tengo todas las papeletas para palmar la primera...  - le guiñó un ojo a Baddi

Sacó varias fotos a la vez que Alexei, aunque ella no trató de leerlo en el móvil. Las fotos eran para más tarde. Ella siguió intentando leer los kanjis directamente sobre el lingote.

Me inclino de hombros ante la respuesta de algunos a mis palabras. Bueno, si creéis que no debe usarse para arreglar la casa, ya me diréis que queréis hacer con él. Quizá usarlo de pisapapeles, o no entiendo. Por supuesto que los profesores deben saberlo, pero.... bueno, pues que decidan ellos.

Observo los kanjis, pero ni lo intento. No creo que me dejen ni acercarme. Pues anda, que si hubiera dicho lo que pensaba... Me crucifican.

Cuando cayó el jarrón, Niū se apartó ligeramente hacia atrás mientras se llevaba las manos a la boca para ahogar un gritito. Miró como petrificada y con los ojos muy abiertos la profunda herida de la pierna de Ryota y cómo los profesores, reaccionando de inmediato como auténticos profesionales, se lo llevaban de la habitación. Ella les siguió con la mirada, y no volvió a girarse hasta que los demás comenzaron a comentar sobre el hallazgo que se encontraba en el interior del jarrón roto.

Niū miró a Lyssa levantar aquel lingote dorado, y Viktor propuso usarlo para pagar las reparaciones de la casa. Los demás no parecían estar de acuerdo, pasando desde las posiciones más moderadas como la de Freedom de consultar a los profesores, hasta expresión que se le dibujó a Lyssa en el rostro. Afortunadamente Alexei habló por ella y ésta pareció calmarse, e incluso bromear con que aquello parecía una película de terror.

Finalmente, Niū reaccionó y también negó con la cabeza.

-A mí tampoco me parece buena idea vender el oro... -comentó, notándose aún nerviosa en su voz por lo ocurrido- Éste lingote no nos pertenece, y el dueño ha estado aquí ésta misma mañana... quizá lo estaba buscando. Lo correcto sería devolvérselo. Como mínimo deberíamos esperar a los profesores para consultarlo.