Partida Rol por web

Cualquiera que me conociera profundamente y me viera en esos momentos se echaría a reír al verme compartir exploración de la casa y charla con un noble como Cael di Venture. La verdad es que tenía su lado cómico y era a él al que me aferraba para no perder la calma.

Adalo, que también nos acompañaba, debía haber salido muy enfadado de la reunión ya que se mantuvo en silencio todo el tiempo, quizás intentando tranquilizarse para no decir algo de lo cual se pudiera arrepentir después. Por supuesto respeté su decisión de no querer hablar y me centré en explorar esa zona de la casa en la que nos encontrábamos en esos momentos. Vacía y sin nada de interés para nosotros.

—Sí, en la siguiente planta hay más habitaciones —dije completamente convencido, a pesar de que apenas había mirado nada de la casa—. Ayer por la noche vi bajar a uno de los reclutas —remarqué con intención la última palabra— de esta planta y vine a buscar una habitación vacía donde dejar mis cosas. La verdad es que no recuerdo muy bien cual cogí ya que entré en la primera que encontré sin dueño… Tenía cosas más urgentes que hacer y no perdí el tiempo en buscar —dije, sonriendo de medio lado al recordar la placentera noche anterior.

Pero la sonrisa quedó congelada ante el desplante de Cael ya que me daba la impresión de que quería deshacerse de nosotros. Está bien, te daré lo que quieres niño malcriado.

—Me parece bien. Iré a explorar la tercera planta y si Adalo quiere acompañarme será bienvenido y sino… —me encogí de hombros dando a entender que me importaba poco ir solo o acompañado—. Después ya iré a echarle un vistazo a la sala de los espejos que aún no conozco.

Sin esperar ninguna respuesta a mi comentario y sin mirar si Adalo quería seguirme o no, enfoqué las escaleras que subían a la tercera planta y comencé a ascender por ellas.

Observó a Peara abandonar la estancia sin decir nada. Sabía que más tarde tendría que hablar con ella, pero en ese momento su principal preocupación seguía siendo Gavilano.

-Señor Gavilano, le he escuchado, pero le recuerdo que la última palabra es mía. Escuchar es algo muy diferente a compartir, aceptar… o acatar – aquello lo dijo más cansada de que enfadada - Mi decisión es firme, nos acompañará. No estoy dispuesta a seguir discutiéndolo – rechazó una vez más la petición de Gavilano, y confiaba en que el capitán fuese capaz de pasar página – Tengo pocas dudas acerca de lo que puede aportar en la reunión. En esta y en muchas futuras. 

Reconoció el esfuerzo de Gavilano por suavizar el tono y ella trató de hacer lo propio. No tenía intención de ceder, pero tampoco volver a caldear la situación.

Apenas llevaban unos minutos trabajando juntos y ya sentía que había envejecido varios años.

-No son quienes hicieron desaparecer a todo el mundo los deberían preocuparle ahora mismo, sino el resto de Duriel. Hay muchos que se beneficiarían de que esta casa desapareciese definitivamente, y otros que se colgarían la medalla con gusto – negó un momento con la cabeza – Hasta esta reunión ni siquiera tengo claro que nadie sepa demasiado de nosotros. Todo empieza ahora. Si fuera yo, y quisiera aniquilarnos, no lo habría hecho aún. No antes de que nos presentemos en sociedad. Si nadie nos conoce solo están matando a unos dones nadie... bueno, y a algunos nobles. Después de presentarnos está acabando con las Rarezas, con una casa legendaria. La diferencia es sustancial.

-Me sorprendería mucho que acabásemos la primera semana sin sufrir un puñado de intentos de asesinato, en especial tu y yo – dijo aquello con mucha naturalidad, como si no lo considerase nada fuera de lo común – No cuestiono la dirección de su preocupación, pero tengo muy pocas dudas de que marcar la diferencia agitando la espada podría ser una cuestión de vida a muy corto plazo.   

Miró hacia la puerta. Comenzaba a impacientarse de que nadie hubiera respondido a su petición de convocar al resto de miembros de la casa.

Hiparchia asintió ante la petición, o la orden, de la nueva comandante. Seguía teniendo sus dudas acerca de la ideonidad de la noble para el cargo, pero decidió dejar esas preocupaciones de lado. Al fin y al cabo, tenía tarea que hacer. 

- Si no conseguís encontrar a la prostituta para esta tarde, puedo preguntar por ahí. Si está ahí fuera alguien la tiene que haber visto... -de nuevo le interrumpió Gavilano con sus falsas lagrimas de poeta. Hiparchia tuvo que hacer un esfuerzo mayúsculo para no lanzarle lo que le quedaba de desayuno a la cara. Pero ante la aparente dificultad del joven para controlar su enfado no pudo sino soltar una carcajada cristalina. Mi señor Gavilano, lloráis como un crío pequeño. Como muestra de mi afecto, os ofrezco mi hombro como consuelo, siempre que lo necesitéis. 

Pero la ofrenda, sincera o no, nunca pudo consumarse. No por ahora al menos. Hiparchia reaccionó ante la marcha de Peara y salió en pos de ella sin dudarlo un segundo. Antes de cruzar el umbral, se dirigió a Esla. Investigar las desapariciones. Lo haré. Miró hacia la salida. Lo haremos. 

Una mano rozó la de Peara a la salida de la Casa. Era Hiparchia. 

Tenemos que hablar. -Le dijo y sin pedirle permiso la llevó a un lado, apartándola de la puerta. Preguntó en un susurro. Peara, sé sincera. ¿A qué has venido a la Casa?

 Peara se había retirado del salón sin muchas más palabras. Una vez fuera de la mirada de sus compañeros la maga mostró una expresión menos confiada y tranquila. Estaba preocupada por las elecciones... o por algo más. Era imposible saberlo. Pero lo que necesitaba en ese momento era respirar un poco; alejarse de todo ese clima de decisiones y choques.

 Más cuando se dirigió a la salida, fue rápidamente seguida por Hiparchia; la cual la llevó a un lado de la puerta para hacerle una pregunta mucho menos que discreta. Pregunta la cual sorprendió a Peara; tanto que la maga respondió con un desvío de ojos y soltándose del agarre de su "nueva compañera de investigación".

- E-e-eh... yo... yo no sé... de lo que estás hablando. S-ser parte de la Casa de las Rarezas y-ya de por sí es algo suficiente para estar aquí...

Que estaba mintiendo era obvio. 

Ahhh, Peara, Peara, sigues siendo la mosquita muerta de siempre. Incapaz de improvisar, incapaz si no está escrito de antes en un libro. 

Hiparchia pensó que quizá su tono había sido demasiado intimidatorio, así que continuó con más suavidad. Solo un poco. 

- Sería algo para la mayoría de la gente, para esos... -la erudita miró hacia adentro, casi escupiendo sus palabras. -heroecillos de medio palo. Pero tú y yo... en fin somos diferentes. -Se recogió el pelo en una coleta. Volvió con el tono duro. ¿Comandante? ¿En serio? ¿En qué estabas pensando? No es tu sitio, no es nuestro sitio. Negó con la cabeza. Sé que buscas otra cosa, que tienes otros motivos para haber venido a la casa. Lo sé, porque probablemente sean los mismos que los míos. 

Entonces, me voy con Eikon a buscar a Fantinna, ¿dónde la visteis por última vez? - el punto de partida será rastrear desde el último lugar conocido o del que se tuvo noticia - ¿alguien sabe si tiene parientes en la ciudad o alguien conocido? - saber por dónde se había movido la noche antes era importante, pero no lo era menos saber si tenía gente a la que poder acudir en caso de tener problemas.

Mientras tanto, vosotros - señalo a Esla y Gavilano - procurad, en nuestra ausencia, que la casa siga siendo un remanso de paz y amistad - no pude más que soltar ese comentario jocoso, a tenor de la diferencias notables entre el hombre y la mujer - que no os matéis.

Según voy saliendo camino de la puerta - Ah, y no os olvidéis de contratar al servicio, salvo que prefiráis poner a Eridian de mayordomo o a barrer, o en la cocina... - abro la puerta, pero sigo hablando - ...tu hermana o cualquiera de esos hombres que presumen de ser tan habilidosos con las manos - portazo.

 Parecía que la humanista tenía un ojo especial para esa clase de asuntos, porque pudo ver a través de las negaciones de Peara cual papel de calcar. La maga al darse cuenta de esto, no se mostró mucho menos que nerviosa, mirando con ansiedad a Hiparchia mientras se abrazaba a si misma con sus manos.

- Y-yo... yo... ¡Oh, por la Coherencia! ¡Necesitaba ese puesto! O tener algo más de peso aquí. Siento que no tengo nada de injerencia en este lugar. Por lo que cuando Gavilano me puso la idea sobre la mesa, la idea de presentarme como candidata... no lo pensé demasiado. El liderazgo determinará cuales son los asuntos a los cuales la Casa se dedicará... y m-mi... mi asunto...

 Las palabras se le trababan en la boca, dejando de mirar a los ojos a Hiparchia una vez que ella dio a entender que tenía sus propios objetivos. Pero parecía que no podía decirlo tan fácilmente.

- No podrías estar aquí por lo mismo que yo... no se lo desearía a nadie... el asunto por el que estoy aquí... no p-puede esperar mucho...

 Sus palabras estaban llenas de angustia. Peara se dignó a mirar a aquella compañera académica. Que era tan distante pero al mismo tiempo tan cercana de ella. Ese pensamiento le hacía reflexionar sobre que tantas cosas podía confiarle a aquella mujer. En tiempos de incertidumbre, lo mejor sería confiar poco.

- Pero no es algo... no es algo de lo que te tengas que preocupar. Ahora, si me permites...

La discusión entre ambos prosigue, y tras un intercambio largo de reproches, quejas y continuos ataques personales, observáis de pronto que el salón ha quedado vacío. Corlas y Eikon se fueron hace un rato, Inara decidió largarse a buscar a Fantina, Peara e Hiparchia se tomaron muy a pecho investigar las desapariciones y se retiraron también y... Al final, solo Arden espera sentada observando con muy probable diversión la escena. Ella e Yria, que avanza hacia el interior de la sala donde se encuentran los bollos y coge un par.

- Vais tener qu'esforzaos pa c'os hagan caso, sus superintendencias - dice la mujer con una divertida sonrisa-. Reuní al grupo, ¿era eso non? ¿Queréis que vaya yo tamien u quereisme aquí ya reunía?

La mujer parece disfrutar del caos y la falta de estructura más que ninguno.

Dejáis atrás a Cael di Venture, que se pone a observar las salas de la primera planta, y llegáis al segundo piso. Allí en un momento os basta para ir cada uno por una de las alas de la casa, y dar la vuelta. La mayoría están abiertas y vacías, las pocas que están cerradas tienen echada la llave y por lo que sabéis, no tenéis aún llaves de los cuartos así que lo más seguro es que estuvieran cerradas así desde antes de vuestra llegada.

Cuanto más recorréis la mansión, llamando y buscando, más patente os queda que Fantina no debe haber vuelto de noche a esta. Aún os queda la planta superior, con las habitaciones de los oficiales, aunque sabéis por lo que dijeron el resto que es posible que haya alguna trampa de los Lectores del éter en estas. Fantina sabía que esto ocurría... ¿Quizás pese a todo intentase entrar en una de estas habitaciones y resultase herida? Pocas posibilidades más se os ocurren, es eso, o que no esté en la mansión...

No es tu primera vez en una sala de comunicaciones. La mansión de los Venture tiene una, y has estado allí alguna vez curioseando. Esta no se encuentra en un estado precisamente similar. Y obviamente, Fantina no está en ella.

Nada más entrar notas que no hay mucho que discurrir sobre lo que ha pasado. A diferencia del resto de la casa, donde no es fácil discernir que ha podido tener lugar para causar la desaparición de tanta gente, en la sala de comunicaciones alguien se ha dedicado a romper todos los espejos con saña y esmero. La sala cuenta con un espejo central para comunicarse y pequeños espejos de enlace con los distintos miembros de la casa… Pero no hay ni uno solo que no esté en menos que pequeños añicos. Y todos los cristales están tirados y mezclados por el suelo de la habitación.

Cuando entras, pisas unos de los pocos cristales, y tratas de recordar lo que tus maestros te enseñaron en su día sobre la tecnología de comunicación por espejos.

Los espejos de éter solo conectan uno a uno. Es una de las viejas reglas que los eteristas no han seguido mutar: un espejo muestra lo que reflejaría el otro, y viceversa. Por tanto, los espejos de éter siempre vienen en parejas. Lo que se hace en las salas de comunicaciones es enlazar dos espejos distintos y ponerlos en frente, para transmitir la imagen a un tercero no enlazado. A veces se enlaza directamente, otras veces se enlaza entre distintas operadoras. Un ejemplo es el siguiente.

En la mansión, por lo que parece, todos los reclutas de la Casa tenían un espejo y dejaban la pareja de este en la sala de comunicaciones, pudiendo enlazarse a todos los miembros de la Casa independientemente de donde estén. Al romper los espejos, han cortado las comunicaciones por completo con los miembros que se encontrasen fuera de la casa durante el incidente. Bien es cierto que si alguien de fuera intentase comunicarse, notaría de inmediato que ha perdido la comunicación, así que podría encontrar alternativas para ponerse en contacto, pero hasta que esa persona no intentase comunicar con la mansión... Será muy difícil que se de cuenta de lo que ha pasado.

Actualmente, el único miembro de la casa del que tienes constancia que se encontraba fuera es Andon Dubio, como han declarado varios de tus compañeros: Dubio iba camino de Calendia, capital de Darguia. 

El destrozo... Es difícil rastrear como ha podido ocurrir, más allá de especulaciones. Lo que está claro es que quien fuera ha sido muy meticuloso. Los cristales están totalmente mezclados y triturados en piezas diminutas. Reconstruir un espejo parece un trabajo realmente complicado. 

Y sin embargo...

Quizás tu don pueda permitirte enlazarlos y recuperar los trozos de un solo espejo. Una de las primeras cosas que te enseñaron sobre los hilos del destino es que pertenecen a las estructuras globales. Una casa tiene un hilo, pero algo independiente dentro de dicha casa, por ejemplo, un sofá, tiene otro. Y sin embargo, los hilos se entrelazan, pues el sofá está en la casa y su destino está enlazado al de este. 

De la misma forma, cuando algo se rompe, su hilo se deshilacha y se divide en cada trozo distinto, pero pese a todo... Todos esos nuevos hilos vienen de una hebra común. 

¿Podrías ver el pasado de dicho objeto? Sabes que, contra lo que todos creen, el pasado es difícil de rastrear. Los hilos siempre miran a los infinitos caminos que les esperan, y rara vez miran atrás. Ver el rastro de algo que ha ocurrido se vuelve más y más difuso cuanto más tiempo pase, pero quizás estés a tiempo...

Peara e Hiparquia están hablando en voz baja, todavía junto a las escaleras de la casa y al lado de la puerta del salón, cuando Inara sale de este y se cruza con ellas. Habéis visto que Corlas se ha cruzado con vosotras y ha subido por las escaleras, mientras que Eikon ha salido a la calle, suponéis que siguiendo las ordenes de la nueva Comandante y el nuevo Capitán de reunir a todos los miembros de la casa en el salón.

Intentas convencer al resto, pero más que arreglarlo lo estropeas. Es patente en tus gestos y palabras el nerviosismo por la situación, que sabes perfectamente que puede ser de vida o muerte. Y esos hombres lo palpan. Y cuando mencionas a Andon Dubio... Percibes que es posible que hayas cometido un error. Si esta gente tiene un mínimo de información sobre lo que está pasando, sabrán que Dubio no está en Duriel, y si lo saben... Saben que te estás tirando un farol.

Especialmente, la mujer sonríe cuando le miras. Su sonrisa es fría, desagradable, y extraña. Quizás no deberías haber enfocado en ella tu discurso, bien pensado... Pero no sabes si hay opción para hablar mucho más.

- Pobre Perdido... Lo siento, mierdecilla, pero venimos a traer un mensaje para las Nuevas Rarezas - dice el tipo del parche, y su sonrisa se ensancha-. ¡Vosotros sois el mensaje!

Dicen que quien da el primer golpe tiene media batalla ganada y no se equivocan... Sabes que podrían atacar, pero ellos llevan pistolas, y son más rápidos que tú en desenfundar. Antes de que te de tiempo a prepararte ves que la mujer te apunta y el joven más asustado también ... Edirian intenta colocarse entre tu y ellos pero no parece que vaya a darle tiempo a anticiparse...

La mujer levanta la pistola hacia ti, apunta sin mediar palabra y dispara. Por suerte te lanzas a un lado, aunque hay poco espacio donde cubrirse, y quedas desguarnecido ante el siguiente ataque... Pero has conseguido evitar que te alcance el primer tiro.

- Porca mierda, Darao - gruñe el muchacho, que tiene muy pocas ganas de mezclarse en lo que se ha mezclado... Pero sabe que es demasiado tarde para hacer cualquier otra cosa, así que desenfunda como un rayo y dispara hacia ti. 

Esta vez te alcanza, causando un gemido mientras la bala se hunde en tu hombro. No sabes si es que no quería herirte de gravedad, pero sea como sea el tiro te empuja hacia atrás, haciéndote tambalearte...

- ¡Quédate detrás! - dice Edirian al ver que te alcanzan y se pone entre tú y la pistola del hombre tuerto, moviéndose rápidamente y alzando los brazos para cubrir más espacio.