Partida Rol por web

Al escuchar a Desastre, lo primero que hizo Derviche, fue enarcar los ojos, para que despues volvieran a su posición natural, mientras lanzaba un bufido despreciativo. No se sentó, a decir verdad, ni siquiera se movió de su sitio, ni varió su postura de brazos cruzados.

- PFFF ¿En serio?- Preguntó la mujer

-¿No hay más jaguares asesinos en la compañía, para tener que venir a preguntármelo a mi?-

-Búscate a otro, no tengo tiempo de responder sandeces-  Al igual que el bufido, sus palabras iban cargadas de desprecio, porque era verdad, ahora solo quería ir a su cuarto, a golpear algo hasta quedarse mas relajada. Tenía que relajar un poco su espíritu, si no, las cosas podían ir a peor.

- ¿Estarás demasiado ocupada golpeando tu camastro? - preguntó Desastre con una sonrisa irónica. ¿Realmente podía ser tan inconsciente? - Eras tú o Asesina, Derviche. Y pueden decir muchas cosas de ti pero está claro que tienes valor y eso es algo que respeto. - dijo el soldado borrando la sonrisa de su cara y tornándose serio. 

- Siéntate y hablemos, alejar los pensamientos del problema apaga la rabia y te vendrá bien. - pidió el soldado sabiamente recuperando el gesto amable. - Peregrino siempre decía eso, y creo que Peregrino era sabio. - añadió el soldado mirando a los ojos de derviche con bondad. No quería que pensase que él era un sabio ni llevarse el mérito de algo que había hecho otro.

Contemplé como uno a uno pedían sus dádivas antes de animarme a mí misma a acercarme a pedir lo que más deseaba.

Con una leve inclinación de cabeza, me dispuse a hablar.

- Mi señor... desearía poder tener una armadura, una que fuese liviana pero resistente, una armadura para un explorador...- imaginaba que la calidad no seria excelente, pero deseaba que sus esfuerzos por y para la Compañía fuesen reconocidos de algún modo, y si no era así, al menos que con su regalo pudiera conseguirlo tarde o temprano.

Aquello era demasiado. En un principio no sabía si Desastre realmente no la conocía o si era demasiado temerario.

No, lo que le pareció a Derviche es que aquel tipo no tenía juicio alguno. No solo por su actitud, la cual irritaba a la mujer, si no por mencionar a Peregrino ¿Que sabía él de la relación entre ellos dos?. No, no le daría permiso para hablar usando el nombre de aquel que la había apadrinado, e intentado enseñar.

No deberías de haberte ido, Peregrino, a pesar de que no tenías razón en lo que decías.

-Que sabrás tú de mis problemas- Comenzó a decir con un tono ácido, el cual le venía del estómago, ascendiendo por su garganta e incrustándose en sus palabras

-Que sabras tu de nada-

-¡DE NADA!- terminó por gritarle de mala manera.

-¿Que es lo que esperabas? ¿Buenas palabras, una amiga nueva, o quizás una puta para divertirte de vez en cuando?- Derviche continuaba gritando, haciendo aspavientos con los brazos, casi parecía querer pegarle a Desastre, aunque en realidad no quería mas problemas. Lo que pasaba es que aquello la superaba

-¿Por que mencionas a Peregrino? el está muerto, MUERTO, no tiene nada que ver en esta conversación, ¿QUE COÑO TE DA DERECHO A ELLO?- Estaba descargando toda su rabia contra el pobre de Desastre.

-No soy tu amiga, ni quiero serlo, solo quiero que me dejen en paz, que me dejes en paz, no es tan difícil, ¿Es que nadie puede entenderlo?-

Se dio media vuelta, tras descargar verbalmente una buena dosis de rabia

-Vuelve adentro, aquí no está la fiesta- Finalizó con un tono más calmado, dándose la vuelta para retirarse a su habitación.

No, aquí solo hay ganas de derramar la sangre de Guepardo, y bañarme en ella.

El rostro de Desastre no se amilanó cuando la mujer comenzó a chillar pero sí que cambió su gesto cuando la mujer se mostró enfadada por su mención a Peregrino. Un gesto de incomprensión se adueño de su rostro desconocedor del motivo por el que la mujer reaccionaba así a un comentario sin malicia del soldado. ¿Conocería Derviche a Peregrino? 

Vio como la mujer se alejaba, sabía que si volvía a acercarse a ella era muy probable que acabase siendo el blanco de su ira de una forma mucho más física. Pero también sabía que el que quiere peces se tiene que mojar los huevos así que se levantó de donde estaba y se acercó de nuevo a ella. - No quiero una puta, no quiero buenas palabras. - dijo el soldado con seriedad volviendo a llamar la atención de Derviche. - Necesito tu ayuda. - le dijo completamente serio, no había ningún tipo de broma en eso. -  Y tu necesitas soltar lo que tienes dentro. Si quieres hablar o gritar te escucharé y si prefieres golpear algo, sea. La compañía está llena de gente que cuando más lo necesitamos nos dejan solos. No tiene porqué ser así. - dijo el soldado antes de apartarse del camino de Derviche dejandole libre opción sobre si prefería quedarse o quería marcharse.

Sé que Peregrino murió, fui su hermano de capa. - dijo secamente y con tristeza Desastre. - Cuando todos se limitaban a reírse de mi por ser un desastre él vino y me mostró su confianza. Sacaba lo mejor de mí. ¿Lo conocías? - preguntó el soldado mirando a la mujer que tenía delante. 

El Chambelán se levanta y se acerca a Belleza con pasos firmes pero lentos.

Alarga una arrugada mano y la posa sobre el mentón de la K'Hlata. Lo gira con suavidad un poco a un lado y luego al otro, para finalmente examinar de arriba a abajo a la soldado.

- "Tenemos algo para ti." - Admite. Se gira hacia unos esclavos y aplaude con las manos conminándoles a darse prisa.

Los esclavos corren hacia otro de los arcones y regresan al cabo de medio minuto portando una armadura de cuero de estilo chondeloriano pero adaptada para ser llevada por una mujer.

- "Con esto estarás mejor protegida y no te estorbará en tus labores como exploradora." - Indica el Chambelán.

Puede que otros tuvieran mejores dádivas, pero Sabandija recibió la suya como una bendición de sus patrocinadores. Tener un arco, aunque fuera corto, iba a permitirle cambiar de estrategia de combate, algo que necesitaba como atestiguaban las enormes heridas que había sufrido su pequeño y joven cuerpo. Sacó el brazo nuevo bajo la capa negra para tomar el carcaj  con las flechas y se echó a la espalda el arco. Se retiró  hacia atrás con torpes reverencias y volvió a mezclarse con la multitud.

Cuando lo vea Ojopocho se va a quedar muerto.-  Era una pena que su Hermano de Capa no hubiera podido venir y pedir una dádiva para él. Esperaba que, como había dicho el Chambelán para con los Campamenteros ausentes, pudieran dársela más adelante. No había ya excusa alguna para que Sabandija aprendiera el tiro con arco del mejor, su mentor. Con una sonrisa de oreja a oreja se acercó a Plumilla y la instó a pedir la suya con una palmadita en la espalda.

- Vamos o te quedarás sin nada.

La mujer se quedó en silencio durante unos minutos, dándole la espalda a Desastre.

¿Cuantas personas habían recibido el envite de Derviche, al pedirle ayuda, y habían resistido? Buena pregunta, y que recordase ella, tan solo Desastre, despues de Peregrino. Quizás, y solo quizás, fuese merecedor de su ayuda. Se dio la vuelta, seria, fria y dura como la piedra.

-Fue mi hermano de capa- Eso era lo único que iba a comentarle sobre su relación con Peregrino. Por supuesto que había más, los entrenamientos, las enseñanzas...pero no era de la incumbencia de Desastre.

-No se en que puedo ayudarte, ni el interés que tienes en ello, así que pide ahora, y a lo mejor me lo pienso-  Cortante como el filo de una navaja

-Si es una payasada vete olvidando, incluso de que has hablado conmigo, no quiero perder más el tiempo aquí en el pasillo, y darle la oportunidad a Lengua Negra para que me humille más aun-

-Lo siento. - dijo el K'halta con sinceridad. Debería haberse dado cuenta que eran hermanos de capa y haberse ahorrado el comentario. Ya había hablado de su dádiva en público y quería ganarse la ayuda de Derviche así que no había necesidad de mentiras. - Voy a formar una manada de felinos al servicio de la compañía. He oído las historias de los de tu tribu y me gustaría que me contases todo lo que sepas al respecto. Voy a hacerlo tanto si me ayudas como si no, pero me vendría bien saber algo más sobre domar felinos. - dijo con sinceridad y determinación. Si la mujer decidía reírse de él era cosa suya pero el tenía la tranquilidad de haber hecho cuanto estaba en su mano.

La celebración estaba siendo impresionante. La gente comía, bailaba y disfrutaba del evento. Pudo observar como surgió algunas rencillas entre compañeros campamenteros, pero no le prestó mucha importancia, ya que no quería verse involucrado en situaciones de conflicto. Su nueva vida había empezado y cerraría el círculo obteniendo la dádiva que le estaba permitido solicitar.  

Tarado se encontraba solo en un rincón. Había charlado brevemente con algunos de sus compañeros, pero no había celebrado aquel festín como hubiera querido. Todavía tenía una cuenta pendiente con su cabo Lengua Negra.

En su esquina, observó como muchos de sus Hermanos Juramentados fueron realizando la petición de la dádiva. Puso especial atención a las demandas de los campamenteros. La mayoría de ellos solicitaron armas y armaduras para la batalla que estaba por venir. Durante un segundo, pensó que quizás él también debería de reclamar un arma, pero el pensamiento se le disipó rápidamente de la cabeza, al escuchar como Pipo, su hermano de capa, tocaba aquella armoniosa melodía con su nueva flauta. Aquel utensilio lo era todo para él, una extremidad más de su cuerpo. Cuando la hacía sonar, su cara se iluminaba y parecía que sus preocupaciones quedaban en un segundo plano. Solo existía la música que brotaba del instrumento.

Se llenó de valentía y se dirigió firmemente al Chambelán, con rostro serio y seguro.

-Señor, desearía la más bella funda para flautas de la que dispongas. Que sea robusta y ligera a su vez, que permita transportarse sin causar molestias a su portador-reclamó Tarado, con voz imponente, mientras miraba fijamente a los ojos del Chambelán, esperando su respuesta.

Si ya se me veía nerviosa, cuando Matagatos parece detectar algún problema y se aleja de mí, aún me enervo más.

Por qué, por qué no puede ser esta noche una noche tranquila. Nuestra noche. Llevo esperándola mucho tiempo...

Para intentar distraerme, miro a mi alrededor, y me topo con la escenita de Serpiente, Loor, y demás. No puedo más que negar con la cabeza por la desaprobación. 

Más líos.

Enrabietada, agarrando con fuerza mi dádiva y a punto de hacer alguna tontería, busco un lugar en el que sentarme, algo apartada del resto, para intentar calmarme.

Po su parte, Lombriz reaccionó al jaleo pasando como de la mierda y cebándose en la batata, el momio, la carne y el vino y los pequeños dulces de pastel de banano y palma. Mientras lo se levantasen las manos no tenía por qué meterse, y lo único que hizo fue aprovechar aquella celebración en su honor como en el de todos y mirar de vez en cuando las peticiones o lamerse las manos antes de meterlas en este o aquel aguamanil que los esclavos traían. Parecía haber habido un pequeño problema con Derviche y Guepardo, pero no iba a meterse porque... bueno... Derviche era su hermana pero mientras no hubiese que defenderla como campamentera le podían dar bien por culo y Guepardo era un despojo inflamante que escupía sobre el honor de sus hermanos y hacía de toda su compañía menos por no callarle.

"Mal día"

Pronto sería su turno de pedir la dádiva, también. La mayoría de sus compañeros pedían armas o armaduras... él no tenía tal ambición. ¿Para qué un arco, para que le llamaran hijo de camella, que remendaba sus flechas con los pelos de las pollas que se comía enroscadas, o una armadura, si cuando tenía una no veía el momento de perderla? No: tenía un buen escudo, y el único arma que un hombre de verdad necesita. Y-

-...boku n´dolla

Susurró, con la comida aún en la boca, cuando vio a Serpiente tocando y susurrando en el oído de su cabo, al que debía lealtad. Un MALDITO BRUJO.

Lombriz maldijo para sí mismo y se levantó del asiento, moviéndose con calma hasta la zona, para ponerse cerca de Lengua Negra: no en actitud protectora porque no era necesario, pero dejando claro al mago que había alguien más allí por si decidía usar sus malas artes. Había evitado entremezclarse con aquel... hombre... durante todo el tiempo, y ahora no le quedaba más remedio, por su honor y orgullo. En cualquier momento podía tocarle con su saliva y transmitirle la fiebre, o mirarle directamente y amargar todo lo que bebiera aquella noche, o pisar su sombra y no poder ejercer como un hombre hasta que pasaran largas noches con sus lunas.

No era un buen prospecto. Se mantuvo allí, tratando de no llamar la atención del brujo, pero en una posición en la que era difícil no hacerlo, si él quería.

BELLEZA:

- La armadura de cuero que te han entregado parece ordinaria a primera visto.

- Entonces tocas el cuero... Tiene un tacto increíblemente suave, y no produce el menor sonido al rozarlo. No cruje, como suele hacer el cuero hervido. El proceso de curtido ha sido especialmente cuidadoso, y laborioso. Dando como resultado una armadura de cuero más silenciosa de los normal.

- "Perdida. Ven aquí." -

El Chambelán mira a su alrededor y hacia los arcones que tiene detrás.

- "No sé si tenemos fundas para flautas, pero le diré a un criado que busque." - Después hace un gesto con la mano, como indicando que pase el siguiente.

-Recuerdo -dijo en un susurro mirando a Serpiente directamente-. Plantéamelo mañana y te daré mi respuesta.

- Gracias hermano respondí a Escudo. Pero prefiero el agua de mi cantimplora y la comida de los cazadores K'hlata. Con ello no quiero ofender a nadie pero estamos perdiendo nuestras costumbres. Y quizás va siendo hora hermano de que nos afiancemos en lo que somos, si perdemos nuestra cultura y costumbres y nuestra forma personal de festejar nuestras victorias entonces... Guardé un prolongado silencio.

- ¿Acaso perderemos lo que no nos han quitado mediante la lucha? De repente me sobresalté al escuchar a la bruja Sesvolea pronunciar mi nombre. Ahora vengo hermano susurré para después mirar a Sesvolea, y viendo algo en ella que caracterizaba a todos aquellos que eran allegados al Señor del Dolor. Fui con paso decidido y me acerqué sin osar mirarla a la cara, ya que sentía una poderosa fuerza que emanaba igual que la que salía de su poderosa voz.  

"Fundas para flautas." Pipo levantó la cabeza, interesado.

Cielo estaba contento con sus nuevas pinturas de guerra. Pronto las probaría en el campo de batalla.

Llenó una escudilla con arroz , verduras y algo de pollo y se fue a acuclillar a un rincón a comer tranquilamente. No le gustaban las mesas ni los tenedores, eran cosa de extranjeros a su parecer. Para qué voy a usar mesa y tenedor si los espíritus me dieron una mano para sujetar mi escudilla y otra para coger la comida. El León no usa tenedor, no le hace falta.

Bebió agua de su propia cantimplora a pesar de que le ofrecían grog y vino. Que nada nuble tu juicio, debes mantener el control.- Se dijo a sí mismo, y observó desde su esquina la conversación entre Derviche y Guepardo, alegrándose de que fueran campamenteros y no estuvieran en su compañía. Negó en silencio con la cabeza, aquello era mala cosa para entrar en combate.

- "Toma." - La poderosa bruja le tiende a Perdida algo que parece un montón de pieles de color gris.

- "Es una capa de piel de lobo gris, este regalo corre de mi cuenta." -