Partida Rol por web

La Compañía Negra 2: La Puerta de Galdan.

Chon Delor: El Bastión del Dolor.

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08/04/2016, 01:01
Dedos.

¿Crees que podremos escaparnos pronto?

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08/04/2016, 09:04
Cho'n Delor: Mercenarios Independientes: Sierra.

La mirada de Sabandija gira un momento en torno a la sala y casi cuando está a punto de dar una vuelta completa se topa con algo que oscurece su visión.

La enorme mercenaria Sierra se encuentra junto a él mostrando una sonrisa y mirando hacia abajo desde toda su envergadura.

- "¿Bailas?" – Pregunta al "hombrecillo" en comparación con ella. Sin darle tiempo a responder con una mano rodea la cintura de Sabandija y le acerca hasta su cuerpo para comenzar a moverse al ritmo de la música.

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08/04/2016, 09:22
Mago Serpiente.

Al escuchar la respuesta de Lengua Negra me encogí de hombros.

- Lo que es posible hoy puede no serlo mañana, Lengua Negra. La serpiente cambia de piel con rapidez; la que conoces hoy no es la de ayer.

Dicho aquello me alejé del líder de los Campamenteros en busca de Dedos, aquella mujer a cuyo lado había acudido Matagatos sin perder el tiempo.

De fondo se escuchaban las peticiones de los Campamenteros que ya prácticamente habían terminando. Era todo un alivio, no porque el festival de los deseos estuviera finalizando sino por el grado de patetismo al que habían llegado. Salvo escasas excepciones las peticiones del último pelotón de la Compañía se podían resumir en un "Soy inútil y quiero que mi dádiva sea que me ayudes a dejar de serlo". Es más, muchos de ellos habían utilizado esa misma fórmula engalanándola de eufemismos y personalizándola con las áreas de su incompetencia.

Pero allí no había acabado todo y tan pronto empezó a sonar la música de la flauta y a hacer su efecto en la gente, enarqué las cejas. Los bailes de muchos de los presentes parecían escenas premonitorias de su futuro pues se movían como si les hubieran alcanzado los estertores de la muerte. Lo único que faltaba era la sangre y el olor de las tripas desparramándose, y viendo lo que ocurría no era consuelo alguno que no lo hubiera...

Moviéndome entre los cuerpos que se retorcían como si les estuvieran cosiendo a puñaladas alcancé finalmente a Dedos, acompañada siempre de su inseparable caballero. Tieso como una estaca la miré fijamente a los ojos siempre que sus requiebros me lo permitieron.

- Dedos, ¿bailas conmigo?- No le tendí la mano, no hice movimiento alguno que pudiera llevarla a error y que creyera que realmente quería empezar a dar piruetas con ella como un pollo sin cabeza más.- Un baile cuyo compás solo conocemos tú y yo, aunque quizá alguien más. Una música que nadie más puede escuchar, si bien hay oídos que se prestan a ello. No te preocupes, Matagatos, te la devolveré entera aunque no intacta.- Sonreí.

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08/04/2016, 09:49
Compañía: Reservas: Cabo Cortaplumas.

Consiguiendo mantenerse firme a pesar de la música y la algarabía de la fiesta, el Cabo Cortaplumas se acerca hasta el Chambelán para solicitar su dádiva, aunque sólo los más cercanos atinan a escucharle.

- "Solicito un arco mejor, con más alcance." – Pide con respeto.

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08/04/2016, 09:50
Cho'n Delor: El Chambelán de las Cuchillas.

- "Concedido." – Replica el Chambelán con un gesto de aburrimiento. Un esclavo se acerca corriendo para entregar un nuevo y flamante arco largo compuesto a Cortaplumas.

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08/04/2016, 09:50
[PJ] Compañía: Reservas: Ballestero.

El Cabo se retira y ocupa su lugar Ballestero, que agacha la cabeza en un mudo saludo y hace su petición.

- "Querría unos virotes explosivos."

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08/04/2016, 09:50
Cho'n Delor: El Chambelán de las Cuchillas.

El Chambelán mueve la mano con el mismo gesto de aburrimiento ante lo que considera una petición rutinaria, y el Ministro Potestad se acerca hasta Ballestero con una caja de madera. La abre y le muestra cinco virotes con las plumas rojas.

Ballestero recoge la caja, la cierra y se la guarda como si fuera un tesoro.

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08/04/2016, 09:51
Compañía: Reservas: Reserva.

Finalmente los soldados reservas se acercan al unísono, y uno de ellos da un paso al frente mientras todos se inclinan ante el Chambelán.

- "Señor, solicitamos unas mejores armaduras de cuero."

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08/04/2016, 09:51
Cho'n Delor: El Chambelán de las Cuchillas.

El Chambelán sonríe complacido ante la muestra de respeto y con un gesto indica a unos esclavos que traigan armaduras de cuero tachonado para todos los reservas.

Una vez repartidas las dádivas el Chambelán presta atención a la celebración en sí y fija sus ojos en Pipo y su música. Da un par de palmadas y más esclavos llegan con bandejas repletas de comida y bebida de diversa índole. Carne, frutas variadas y tanto vino como cerveza.

También comienzan a entrar muchas atractivas esclavas, y algún que otro esclavo, dispuestos a complacer a todos los soldados de la Compañía.

- "Disfrutad de esta fiesta en vuestro honor." – Dice el Chambelán.

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08/04/2016, 10:19
Dedos.

Va a ser que no.

Con aquel pensamiento contesté a mi propia pregunta, aquella que le había hecho a Matagatos. Sólo una mirada me había bastado para acordarme con un escalofrío de mi conversación pendiente y para parar el baile en seco, agachando la cabeza y cerrando los ojos en un gesto de resignación.

Al volver a levantar la mirada pongo mis ojos en los de Serpiente, queriendo éstos estar cargados de orgullo pero sólo consiguiendo que fuese evidente que sabía que no podía negarme.

Miro después a Matagatos de nuevo, mientras me separo de él.

- Tranquilo, estaré bien. No creo que tarde demasiado. Cuida de mi armadura, por favor. Después te busco. Contigo también tengo una conversación pendiente.

Una ligera sonrisa, un beso rápido y fugaz, y me dispongo a seguir al mago, pues imagino que no quiere hablar en presencia de otros.

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08/04/2016, 10:50
Lombriz.

Una vez difuminada la situación (todo lo que podía ser con un brujo) por el medio de que encontrara entretenimiento en otra persona, Lombriz se marchó a por su dádiva, antes de que los reclutas, reserva y demás tris-tris de ejército lo hicieran; además así evitaba que Serpiente le mirase, aunque tenía la horrible sensación de que se había fijado en él, lo que había sido el objetivo pero no en ese sentido.

-Lombriz el guerrero.

Se presentó ante el Chambelán, mostrando su respeto. No le gustaban los cuentahabas pero aquel tipo era el Chambelán de las Cuchillas, con lo que merecía al menos eso... y además era rico y poderoso, que siempre conmueve mucho a un habitante de la sabana a respetar a alguien, no importa lo inmundo de su condición.

-Lombriz desea ser posedoor de esclavos. No como él, no de su raza. Que le hagan la comida y le atiendan cuando cansado, como los hijos de los nobles. Así Lombriz podrá dedicar todo su tiempo a la gloria de entrenarse y matar. Todo el tiempo para la lanza y el fuerte brazo de Lombriz.

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08/04/2016, 11:21
Khadesa la Quinta.

Mi mente se ha mantenido lejos de mi cuerpo, envuelta en una negra nube de tormenta. Sólo ver a Ponzoña avanzar y presentar su petición me saca momentáneamente de mi ensimismamiento. Mis ojos no pierden de vista su porte y su voz profunda me toca en un punto que me hace estremecer. Cuando escucho la respuesta del Chambelán, me tenso como la cuerda de un arco a punto de dispararse. Instintivamente rechazo la idea, y mi hombre también. Libero entonces el aire que apenas era consciente estar reteniendo. Cuando regresa, me coloco a su lado pero no intervengo en la conversación, sólo cuando me halaga dejo que mi mano resbale lentamente por su espalda. Me deleito en el movimiento de sus músculos y, con su potente faro al lado, rememoro mi última visión. 

Tiene que ser este lugar maldito. Me oprime...

Las dádivas prosiguen, oleaje de gente que va y viene en la infinitud de la marea humana y el tiempo. Observo en silencio a los que están a mi alrededor, pero apenas como y bebo. Me sorprende la actitud de Sierra para con Campaña y Sabandija. Tal vez, pienso ocultando una sonrisa aviesa en el hombro de Ponzoña, a Sierra gusta de hombrecitos débiles y ser ella el macho alfa de la relación... Sí, y Sabandija puede bien ser su elemento femenino.

Por fin me decido a tomar algo de comida y en ello estoy cuando escucho el sonido de la flauta de Pipo. Su ritmo es contagioso y no puedo sino acceder a la demanda de mi amante, mi guerrero personal. Dejo que mi cuerpo fluya junto al suyo, consciente de que son muchos los ojos que nos verán. Alejados de nuestra discreción habitual, nos buscamos con la mirada, sabiendo que tras conectar nuestras almas, nuestros cuerpos seguirán la danza con la naturalidad en la que se reconocen y funden. Me acerco a su oído y le susurro...

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08/04/2016, 11:38
Khadesa la Quinta.

Hay algo muy primitivo en la danza que bailan nuestros cuerpos. Es vital, potente. La melodía de la flauta parece acompasar al ritmo que bombean nuestros corazones. Y viendo en la profundidad de sus ojos negros, al fin, alcanzo a tomar una decisión que había postergado innecesariamente. Asustarse por lo que Khadi me muestra no tiene sentido, pues lo que me muestra ha de ser tal como lo veo y no es más que la meta. Y para alcanzar la meta, hay que recorrer el camino. Y yo voy a hacerlo junto a mi ESPOSO:

- Hay algo muy importante... que debo decirte. Eres mi guerrero, mi amante, mi hombre- mi cuerpo se pega al suyo sin ningún resquicio, anticipando simbólicamente lo que voy a revelarle. Mis labios atrapan momentáneamente su lóbulo-. Y también mi esposo... ya no tengo dudas, amor mío, no tiene sentido postergar nuestra unión por mis temores a lo que Khadi me muestra. Quiero que todos sepan, más allá de toda duda, que te pertenezco y tú a mí. Sólo pido estar fuera de aquí, nuestra ceremonia debe ser limpia, alejada de esta corrupción.

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08/04/2016, 13:32
Keropis, el Guardián de los Muertos.

Un leve asentimiento fue la única respuesta que el Chambelán recibió de la estatua de acero que era Keropis. El ermitaño dio media vuelta y se perdió entre la multitud de cuerpos que se agolpaban en el Gran Salón del Palacio del Dolor. Las copas pasaban de mano en mano, con un sinfín de tintineos metálicos, acompañados del sonido húmedo de los cientos de soldados masticando la carne asada y los demás manjares que poblaban las enormes mesas. El eremita cruzaba entre la muchedumbre sin prestar atención a los festejos, buscando entre los presentes a su objetivo. Con un seco chirriar de su oxidada armadura, el Guardían de los Muertos se detuvo.

Allí essstásss...

El fuego verde de sus ojos no perdía detalle de los ademanes de quién había estado rastreando, que seguía charlando y disfrutando de la fiesta sin percibir la intensa atención que le dedicaba el silencioso ermitaño.

Una música intrigante llegó hasta sus oídos y fue empapando todo el Gran Salón con su suave melodía. El ritmo pasó a un crescendo vertiginoso que parecía hechizar a todo aquel que lo escuchaba. Pronto buena parte de la Compañía marcaba el paso con un fuerte batir de palmas; los pies aporreaban el suelo alfombrado de paja con una pasión que rayaba el desenfreno. Las notas de la canción fueron adentrándose en el alma del eremita, colándose por los resquicios de su herrumbrosa coraza, pero ahí donde a otros les despertaba la alegría, en Keropis solo consiguió desvelar neblinosos recuerdos.

Nubes de incienso en el Templo Sagrado de Kemshacha. Una penumbra salpicada de la danzante luz de las antorchas. Cuerpos virginales cabrioleando en una danza ritual, sensual y a la vez desapasionada. Figuras encapuchadas, siniestras y oscuras, murmurando salmos en un tono monocorde, acompañados por el grave tañido del arpa ceremonial. Las bailarinas avanzan en su alocada coreografía hacia el enorme altar en forma de cuenco que preside la estancia: el altar del Príncipe, construido a partir de un gigantesco bloque de obsidiana y erigido en el centro de la sala. El coro de voces de ultratumba aumenta el ritmo y el volumen de sus cánticos hasta un nivel frenético, mientras los sacerdotes rodean a las muchachas abrazándolas como torpes amantes. Un grito comunal de éxtasis culmina la ceremonia, seguido por el gorgoteo que nace de las gargantas cercenadas de las doncellas sacrificadas. Su sangre chorrea en el negro cuenco de piedra, hasta casi colmarlo; los cuerpos exangües son lanzados a un lado como odres vacíos, cayendo al suelo con un golpe sordo. ¡LARGA VIDA AL PRÍNCIPE!

Keropis meneó la cabeza con fuerza, intentando desembarazarse de las tenebrosas visiones que asaltaban su mente. Demasiada sangre derramada. ¿Con qué fin? ¿Era su camino el de la redención? ¿O era demasiado tarde para él?

¿Ssserrré carrrcelerrro o liberrrtadorrr...?

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08/04/2016, 15:11
Cabo Ponzoña.

La escuchó y bebió sus palabras como un sediento en el desierto que halla un oasis de verdor y agua. Los ojos brillaron, y los labios se distendieron en una sonrisa abierta como jamás Khadesa había visto. Era la sonrisa de su boca, de su corazón y de su alma hechos uno.

-Eres mi mujer, soy tu hombre. Porque lo quieren las estrellas, los dioses, porque lo queremos tú y yo -el brazo que estrechaba la cintura de Khadesa la acercó aún más-. Nos uniremos a ojos de los demás en medio de la naturaleza abierta, lejos de muros de piedra, letrinas y suciedad. Y lo haremos saber a los demás fuera de este recinto de corrupción y oscuridad. No necesito regalos de nuestros anfitriones ante tal declaración. Solo te necesito a ti para vivir, aliento de mi ser.

Y mientras sus cuerpos se mecían, la besó, dulce y cálidamente, como el amante confeso que era, como su hombre, el hombre que no necesitaba demostrar nada a nadie de cuantos les rodeaban.

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08/04/2016, 15:18
Cabo Ponzoña.

Baile, susurros, una sonrisa.

Ponzoña la atrajo hacia sí y la besó ante todos, dulce y cálidamente, como el amante confeso que era, como su hombre, el hombre que no necesitaba demostrar nada a nadie de cuantos les rodeaban. Y la música siguió sonando.

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08/04/2016, 16:13
Capitán Matagatos.

Aquel baile había acabado pronto, por desgracia, sin que Matagatos tuviera siquiera tiempo de responder a Dedos. Serpiente apareció, oportuno como siempre, para tener la charla que parecía que ambos tenían pendiente, aunque el cabo desconocía de qué se trataba todo aquello. Asintió ante la petición de cuidar la armadura de la muchacha, y correspondió al fugaz beso, antes de volver con Pelagatos. 

-Parece que finalmente te acompañaré mientras examinas las hojas-dijo, con un tono neutro, a la espera de que su primo desenvainara una de ellas y le echara un vistazo. 

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08/04/2016, 16:54
Sabandija.

Como un ratoncillo de campo paralizado por el miedo instantes antes de ser engullido por la serpiente, Sabandija se dejó hacer sabedor de que no tenía ya escapatoria. Abrió la boca pero de ella no salieron más que torpes balbuceos. Quizá para la enorme mercenaria  fuera un gesto delicado pero el explorador se vio violentamente apretado contra su musculoso cuerpo. La diferencia de tamaños hacía que su cabeza quedase indecorosamente próxima a sus enormes pechos. Su cráneo era casi del mismo tamaño que sus mamas.

- Cuidado con mi brazo.- Tras un par de copas de vino aquello fue todo lo que se le ocurrió decir. Estaba indefenso y no quería que la mujer le hiciera daño alguno pero tenía que decirlo. No sabía si era el vino, la vergüenza o el éxtasis por poseer su tan ansiado arco, pero el contacto con el cuerpo de la mujer le pareció sorprendentemente cálido. Hacía mucho que nadie le tocaba de aquella manera, acostumbrado a los asépticos cuidados médicos de Plumilla y otros sanadores. Sonrió.

Notas de juego

Elijo 10 para bailar.

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08/04/2016, 19:02
[RIP] Loor.

Loor siente el deseo de bailar, el impulso de hacer que sus pies se muevan y, antes que pueda evitarlo, da pequeños golpecitos en el suelo con su pie derecho, y acompaña a la música dando palmas en los momentos oportunos. No baila, sin embargo, aunque mira con clara admiración a Pipo, quien es capaz de hacer que el propio mundo sienta deseos de bailar a su alrededor.

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08/04/2016, 22:13
[RIP] Niño Guerrero, Pelotón de Exploradores.

Se sorprendió cuando Ikharus detuvo su narración, la música brotaba y contagiaba a todos a bailar con intensidad. Sentía las ganas en su cuerpo y deseaba bailar, no obstante no recordaba haberlo hecho nunca. Por ello dudó sobre que hacer o como proceder, durante unos instantes se limitó a observar a todos los allí presentes para ver como se movían, la mayoría no parecían muy duchos en aquel arte y salvo Belleza y Plumilla, ninguno destacaba por encima de los otros. Aquello hizo que el joven explorador perdiera cualquier atisbo de posible vergüenza y comenzara a bailar como el resto, disfrutando de la música de la flauta.