Partida Rol por web

-Deberíamos hablar con él acerca de nuestra unión -le dijo. No necesitaba su aprobación, le bastaba la de Khadesa, pero sería bueno contar con ella-. Y deseo un tatuaje tuyo sobre mi cuerpo. Hecho con tu lengua y dedos -el aliento abrasador quemaba.

Gusanito entra en la sala acompañando a Lombriz.

- "¡Guau, guau!" -

Cuando por fin Sierra deja libre al explorador de los Campamenteros, éste se escabulle entre la gente como sólo una sabandija sabe hacer.

Ya libre del contacto físico con Sierra la idea de salir huyendo se le pasó por la cabeza a Sabandija. Parecía que la mujer le había impuesto una responsabilidad, como varón, que no sabía si iba a poder satisfacer. Un hecho que podría traerle problemas, indudablemente, con su "Hermano" Campaña. Sin embargo, si no acudía a la cita, podría provocar la cólera de la temible líder de los mercenarios. ¿Qué hacer? Se encontraba entre la espada y la pared y eso nunca le había gustado. Sabandija era tan miedoso que no encontraba valor ni para hacer una cosa ni la contraria. Angustiado, se dejó llevar como arrastrado por una fuerte corriente. No veía la manera de alcanzar la orilla así que se limitó a respirar hondo y nadar a favor de la fuerza del agua.

Tratando de evitar las miradas de sus compañeros de la Compañía se escurrió entre la gente y fue siguiendo a la enorme Sierra desde una distancia prudencial. No era difícil seguir a la mercenaria, tan alta que era. Tragó con dificultad pensando qué podría hacer él si ella se empeñaba en...ni siquiera podía imaginárselo. Le parecía mezclar dos especímenes de dos especies totalmente diferentes. No comprendía qué podía tener él que llamara tanto la atención de ella. ¿Por qué no se había ido con Campaña, los dos tan parejos, y hacían lo que fuera que hiciesen dos monstruos de semejante tamaño?

Mientras caminaba entre la gente su corazón latía con fuerza presa de un miedo irracional. La verdad es que Sabandija jamás había estado con ninguna mujer. Era patético. Cuando muchos celebraban las victorias fornicando con esclavas, compañeras, pitonisas o las mujeres de los enemigos, Sabandija había pasado todo su tiempo entre heridas supurantes y sucios vendajes. Desde luego que había explorado su cuerpo, llegando a eyacular, frotando su miembro con su propia mano. Incluso había tenido sueños húmedos que creía señales de los espíritus, pero jamás había tenido más contacto con una mujer que el que podía haber tenido con su Hermana de Capa. No sabía ni siquiera qué había que hacer. ¿Y si no quedaba satisfecha? Se imaginaba muerto entre los brazos de la furiosa mercenaria, con el cuerpo descoyuntado, los ojos fuera de las cuencas oculares, y la lengua fuera de la boca, morada e hinchada, fruto de un abrazo mortal de frustración mal contenida.

Por qué a mí...- Mientras seguía a Sierra lanzaba miradas fugaces al taparrabos que cubría su entrepierna. ¿Se levantaría aquello? Había bebido algo de vino pero no sentía el cosquilleo previo a una erección.

SABANDIJA:

- Te deslizas casi inconscientemente bajo una mesita auxiliar cubierta con un denso mantel bordado. Sobre la mesita te ha parecido ver una bandeja con licores olvidados.

- Atisbas algo después levantando un poquito el mantel y ves que nadie ha reparado en tu desaparición, aunque ves a Sierra, confusa, buscándote sin encontrarte.

Las palabras de Niño Guerrero solo confirman lo que imaginaba. Me saco la capa de encima y me la pongo sobre los hombros. Sabía que los señores de Cho'n Delor se cagarían con el regalo, pero bueno, supongo que aún así será de alguna utilidad. Por lo menos es gruesa y me cubrirá del frío.

Asiento a Niño Guerrero, agradeciéndole por su sinceridad, antes de beberme un vaso de vino de golpe. La fiesta está entretenida pero en verdad no tengo muchas ganas de celebración. Como un poco de lo que encuentre cerca y luego me retiro en silencio.

Salgo del lugar en dirección a mis aposentos. Tengo ganas de dormir pues solo acá se puede dormir bien. Cuando se es un Explorador, se acostumbra a dormir con un ojo alerta y acá puedo finalmente descansar como debo.

La fiesta decaía, las esclavas se acababan y todo parecía apagarse un poco, algunos parecían contrariados por las dádivas de sus contratadores ¿Qué esperaban? Tras un breve sorbo de la que decidió que sería su última jarra, tomó algunos bocados y miró hacía donde estaba el resto de la infantería.

¡Eh! ¿Sabéis qué es lo que le queda mejor a una mujer en las orejas? dijo con una sonrisa felina, pícara y abiertamente ebria ¡Sus rodillas!

Vació la copa de un golpe, palmeó amistosamente alguna espaldas al azar como gesto de unión y fraternidad, y se marchó hacía el Palacio de la Discordia. Tenía sueño y sabía que mañana tendría que combatir el dolor de cabeza con cebada fermentada, lúpulo y malta, cien por cien infalible. Ahora si, se marchaba y si alguien le dirijía la palabra le respondía con un amistoso saludo y buenos gestos de celebración.

- Pssst, pssst.- Chistó a Sierra que parecía perdida y tentaba a Sabandija con escabullirse definitivamente. Cuando logró llamar su atención le hizo gestos para que continuase, que él la seguía. Estaba sudando como un pollo asado a fuego lento. Alargó la mano y cogió uno de esos licores olvidados para darse fuerzas en caso necesario.

Sonrió levemente ante la última broma de Grito y decidió que también para él era el momento de descansar.
No le gustaba mucho el aspecto siniestro y la magia negra de sus patrones, ni ver a buenos K'Hlata sometidos a esclavitud.
Pero era un hermano, y el patrón merecía respeto.
Cielo se retira hermanos, el sol traerá enemigos que matar, quizá no el de mañana, pero algún sol los traerá. Reponed fuerzas.
Sin más salió tras los pasos de Grito.

- "Gracias." - Responde el Capitán aunque parece algo cansado. - Tampoco a mí me ha gustado lo que ha ocurrido... o más bien cómo. - Reconoce. 

Mira un momento alrededor y luego baja la voz para continuar conversando con Lengua Negra. - "Yo no valgo para esto chico. No soy tu padre... pero la Compañía necesita un líder que se deje ver... y que no sea un insensato como Portaestandarte. Ojalá tu padre se recupere pronto. Le echo de menos." - Admite bajando la mirada. Quizá sea por el alcohol o por su estado casi deprimido, pero parece que Analista está sincerándose con cuidado.

- "Estoy cansado aunque no enfermo... Pero no puedo permitirme lujos, tenemos mucho trabajo por delante." - Dice finalmente. - "Disfruta de la fiesta. A partir de mañana habrá mucho que hacer." - Invita a Lengua Negra.

Casi parece hablar con su antiguo pupilo, el hijo de su amigo el Capitán, y no con un soldado o subordinado más.

Tarado acabó agotado tras demostrar sus deficiencias como bailarín. La noche había sido mejor de lo que esperaba ya que su castigo había sido levantado, permitiéndole disfrutar de la comida y la celebración.

Observó como algunos de sus compañeros fueron marchándose, entre ellos Pipo. Por un momento pensó en seguirlo y acompañarle, pero decidió no hacerlo. Tras haber animado de tal manera la fiesta, merecía un descanso.

Tarado aun estaba pendiente de recibir su dádiva. Supuso que cuando estuviera lista, sería avisado para recogerla. Era hora de retirarse a sus aposentos, así que comenzó a caminar lentamente hacía la salida, a la vez que se iba despidiendo amistosamente de los hermanos que se encontraba a su paso. 

Camino a su alcoba, intentó no pensar demasiado en el día de mañana...

Cabo Ridvan se había retirado. No es que fuera necesario, pero Escudo prefería retirarse después de que lo hubiera hecho su superior.

No había ya nada en la fiesta que le interesase y había bebido más vino del recomendable. Se despidió de Niño Guerrero y abandonó la bacanal para buscar un sitio tranquilo donde dormir, todo un lujo que pocas veces podía permitirse.

La joven esclava que había desaparecido tras un cortinaje con el viejo Leñador apareció al cabo de un rato. Sonriente. No había sido un rato largo, pero al parecer había sido suficiente. Poco después salió también Ikharus, ajustándose a la cintura la funda donde su nueva hacha oscura destacaba con un leve brillo mate.

Miró a su alrededor, por encima. Vio que Escudo se retiraba, después de despedirse de Niño Guerrero. Se acercó a este último también, para hacer lo mismo.

-Estos huesos necesitan descanso, amigo mío. -Su mirada, sin embargo, lo desmentía, era la de un hombre satisfecho y jovial.- Mañana búscame, quisiera decirte algo, pero quiero que sea lejos de todos estos vapores alcohólicos que nublan las mentes, cuando el sol y el aire de la mañana los haya despejado.

Se dirigió a la puerta entonces. Dio un último vistazo a la sala, quizá buscando a alguien. Lo encontrara, o no, salió hacia su tienda.

- Por suerte para ti no eres pitonisa ni chaman y por suerte para nosotros no eres mago tampoco. Pero por qué ese afán por claridad cuando la vida es tan poco clara. Está llena de incertidumbres que nosotros nos vemos obligados a desentrañar. Secretos que alcanzar, lugares que descubrir... Es un rompecabezas al que no puedes decir que sea más claro. Estás obligado a jugar según sus reglas y en la mayoría de ocasiones son reglas que desconocemos.

Sostuve unos instantes su mirada antes de cruzarme de brazos mientras la observaba con detenimiento. No paré hasta que parecí dar con aquello que buscaba. Entonces sonreí.

- Astuta...- me detuve.- Pero equivocada. Si estamos aquí es para que me digas lo que no sé tal cual es para conseguir más piezas. Sin tretas. La marca, Dedos. Tu marca- recalqué.- Estamos aquí para que me hables de ella.

Las palabras estaban destinadas a reconfortarle, pero la evidencia era la que era. Ofrecía mal aspecto pero debía mantenerse en pie. Hablaría con Matagatos para que se reuniera con Capitán y confirmara lo que él no podía por ausencia de conocimientos.

-También quería darle las gracias por su petición de dádiva. Pero vuelva o no mi padre, ahora le necesitamos, Capitán. Y para ello debe estar entero. Descanse, hágame ese favor y deje que Matagatos lo visite -dudó un segundo-. Te lo pido ya no como un cabo a su Capitán, sino como tu antiguo pupilo, como tu alumno a su profesor. ¿De acuerdo? Te aprecio enormemente y te tengo afecto. He perdido un padre. No quiero perder a otro.
 

Era el momento de las despedidas, al parecer. Primero se despidió del Cabo Ridvan. Al ver la buena reacción de su superior ante su respuesta, respiró más tranquilo. Asintió correspondiendo a la despedida de este y observó como se marchaba de la sala.

Tras eso se volvió para hablar con Escudo, pero la conversación no llegó a durar mucho ya que su compañero de pelotón se marchó. Se despidió de él también y cuando el corpulento explorador se marchó se quedó prácticamente solo. En aquel momento se sintió algo incómodo y sin saber como encarar lo que quedaba de noche. Por fortuna el anciano leñador apareció para salvarle la papeleta, o eso creía.

- Oh claro, descansa Ikharus, mañana u otro día Niño Guerrero seguirá escuchando las historias de Ikharus. - Dijo mientras asentía a las palabras de su amigo. Finalmente y ya casi de forma irremediable se había quedado solo en aquella sala. Dudó entre irse o quedarse, pero aún tenía un asunto pendiente, algo que debía resolver pese a las dudas y el temor, por la inexperiencia, que le planteaba.

Pensó en su experiencia como cazador, debía fijar el objetivo, rastrearlo, buscarlo y encararlo. Mediante esos patrones se puso manos a la obra. La esclava tenía el pelo oscuro, largo y rizado, unas curvas voluptuosas en las zonas indicadas. Parecía atenta a las tareas que estaba desarrollando y aún no había pasado por las manos de ningún otro miembro de la Compañía Negra. Era el momento del disparo, en toda cacería había un momento justo para disparar, si no lo aprovechabas perdías las pieza. Cargado de valor aguantó la respiración como hacía cuando disparaba su arco y fue en busca de la chica.

El valor le acompañó hasta estar frente a ella, pero en ese momento su compañero le dejó de lado. Allí frente a la muchacha, las dudas comenzaron a asaltarle y bajó la mirada, con voz algo dubitativa dijo - Saludos... soy Niño Guerrero. - Removió con el pie una invisible arena que no había en la estancia y en voz algo más baja añadió -¿acompañas a Niño Guerreo a dar un paseo? -

La chica no hizo señales de mostrarse contraria a la proposición del explorador y se marcharon ambos juntos.

Poco a poco la gente iba abandonando la fiesta y ya eran pocos los que todavía permanecían dentro del salón. Parecía que todo había salido bien y que ninguno de sus compañeros había cometido ninguna imprudencia que sus superiores pudieran reclamarles. Se quedó un momento sumido en sus preocupaciones mientras paseaba la vista por los que quedaban allí. Vio como niño guerrero se acercaba a una de las esclavas y recordó la primera vez que lo había visto al llegar a la Compañía Negra.

Ahora ya no es un ningún niño.

Vació una última copa y después se dirigió despacio a la salida, sosteniendo con cuidado el pergamino que daría la victoria a la Compañía.

-Buenas noches, nos vemos mañana. -Se despedía con todo el que se le cruzaba.- Disfruta de la fiesta.

- "Matagatos ya me ha examinado… pero volveré a pedirle que venga si te preocupa." – Admite mostrando una sonrisa. – "Prometo tratar de cuidarme pero este trabajo no deja un respiro. Al menos hoy te aseguro que intentaré dormir por lo menos cinco o seis horas de seguido." – Comenta casi divertido por el hecho de poder dormir tantas horas por una vez.

- "Además, pienso seguir aquí gritando órdenes y obligándoos a tener paciencia por mucho tiempo." – Añade.

Eleva su copa y da un nuevo sorbo. Parece contento a pesar del cansancio, y no parece que haya bebido demasiado, debe ser su segunda – y casi probablemente última- copa de la noche.

Acabada oficialmente la ceremonia de las dádivas y comenzando la fiesta sin protocolos ni ataduras, muchos miembros de la Compañía se dedican al desenfreno y a divertirse. Saben en su mayoría que no se presentará una oportunidad así en mucho tiempo.

Casi todos beben vino o grog a raudales, y muchos no tienen pudor alguno en imitar a Grito a la hora de disfrutar con algunas de las esclavas. Al cabo de unos minutos la estancia se ha convertido en una multitudinaria orgía.

Además, algunos esclavos comienzan a pasearse por la zona portando bandejas con toda clase de narcóticos: de los que se esnifan, se beben, se fuman y hasta de los que se inyectan. Algunos miembros de la Caballería, como Korvald, Rasaldo o Ronco, prueban alguno de dichos narcóticos. Varios del Pelotón de Arqueros también se unen a la celebración probando los narcóticos.

A ambos lados del salón hay corredores que conducen a dormitorios con jofainas con agua y mullidos cojines y cortinajes decorativos. Se espera que la Compañía pase la noche en el Bastión y realmente pocos estaréis en condiciones de regresar al Palacio de la Discordia. Eso lo haréis todos juntos en formación a mediodía del día siguiente - según las órdenes del Capitán, cuando la mayor parte de los soldados de la duodécima pueda volver a tenerse en pie.