Partida Rol por web

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL PIE (INICIO DE LA PRIMAVERA, MES CUATRO).

DÍA: PRIMER DÍA DEL MES.

Todos los soldados comienzan a formar en sus respectivos pelotones.

La expectación ante la próxima batalla es grande. Se nota la tensión en el ambiente, e incluso los más veteranos, como Garzung, no pueden ocultar sus nervios.

En un despiste deja caer al suelo su hacha a dos manos, pero se recupera rápidamente y la recoge aferrándola con firmeza, como si su vida fuera en ello.

El silencio entre los soldados es sepulcral. Sólo las voces de los mandos se escuchan, y parecen amplificadas a lo largo de todo el Campamento sólo por el mero hecho de que nadie más pronuncia el más leve susurro.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL PIE (INICIO DE LA PRIMAVERA, MES CUATRO).

DÍA: PRIMER DÍA DEL MES.

Las puertas abiertas, el silencio solemne de quienes van a la batalla.

El sonido de la marcha y algunas ordenes para colocarse en formación.

Mientras espera que Barril de la orden procede al ritual que lleva haciendo desde su época de gladiador antes de combatir.

Había empezado.

Cogió su cimitarra y se cortó un mechón de la cresta. Soltó el mechón al aire viendo hacia donde se lo llevaba el viento y pronunció las palabras habituales.

Que este mechón sea todo lo que pierda en esta batalla por venir.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.
MES: DEL PIE (INICIO DE LA PRIMAVERA, MES CUATRO).
DÍA: PRIMER DÍA DEL MES.

Llegó el momento. El pilar clave que sostenía el futuro devenir de la guerra. Y ellos iban a dar su sangre para que se tambaleara, para que la destrucción cayese y se desmoronase sobre sus enemigos. No habría piedad. No habría gloria. Todo iba a ser sucio y doloroso. Solo los necios no estarían alerta ante lo que les esperaba.

Es cierto lo que dice el Capitán: no es dado a discursos. No por lo menos a los buenos discursos.

Rastrojo bostezó somnoliento. Estaba cansado. Al contrario de lo que en él era habitual, hoy tuvo que madrugar mucho más de lo acostumbrado. ¿Por qué no podían haber atacado al anochecer? Se habrían ahorrado la necesidad de tener a los magos creando niebla si se hubiesen abrigado con el manto de la noche, y Rastrojo ahora estaría durmiendo.

Miró de soslayo a sus compañeros de pelotón. Le quedaba el consuelo de no ser uno de los pobres porteadores que tenían que acarrear con el peso de semejante escalera. A destiempo, se dió cuenta de la orden, y salió con el paso trastabillado tratando de mantener el ritmo de sus camaradas, mejor entrenados y en mayor forma física.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL PIE (INICIO DE LA PRIMAVERA, MES CUATRO).

DÍA: PRIMER DÍA DEL MES.

Escuchó a su primo marcar el avance de su pelotón y se dispuso para hacer lo propio. Pelagatos elevó aún más su mentón, y se dispuso a marchar junto a sus compañeros, intentando disimular su cojera y sus problemas al andar. Se mantuvo todo lo erguido y recto que podía. Quizás fuera su última marcha en vida y no estaba dispuesto a hacerla sin demostrar su orgullo, orgullo de su raza y pelotón.

Iba pertrechado con sus armas, bien engrasadas y bruñidas, igual que su armadura. Marchaban a la batalla, una batalla que sin duda figuraría en los Anales de la compañía, no recordaba haber escuchado hablar de ninguna de esas dimensiones aunque seguro que las había habido. Pero lo importante es que él iba a participar en ella. El plan le disgustaba y no se adaptaba bien a él, pero no había dicho nada en ese sentido. era un soldado y desde pequeño lo habían educado como tal y los soldados aceptaban órdenes.

Los cuatro magos refunfuñan, algo apartados antes de que dos de ellos salgan a la batalla en compañía del Teniente y de los Campamenteros de Lengua Negra.

- "¿Habéis visto eso?" - Les dice el Segundo a sus colegas Magos.

- "Si no fuera porque es imposible, diría que su poder superaba la Tercera Magnitud." -

- "Tiene que haberse partido las piernas al saltar de la empalizada de esa manera..." - Cuchichea, nervioso el Tercero.

- "Ojalá, pero no. Siento los gusanos de la tierra morir a su paso. Está caminando hacia el Sur a paso decidido." -

- "Mi aprendiz es poderoso, pero no, ese poder no es sólo suyo. Tan sólo una fracción. Lo que sentís es el poder canalizado a través de Serpiente del Señor del Dolor. Eso y el poder del Templo del Dolor y de meses de un ritual tan terrible como no se viera en este mundo al menos desde la época del Profanador de Mentes." -

- "Esto apesta igual de mal que aquella brujería nigromántica que destruía los destinos y los pasados de los hombres, aniquilando pasado, presente y futuro de todas las mentes que tocaba..." -

- "Así es, pero no debemos luchar contra ello. Tampoco podemos. Y ahora callad, Hermanos. Debemos concentrar las migajas de nuestro poder para la batalla que se avecina." -

El Cabo Lemur detiene con la palma de la mano al Cabo Matagatos.

- "Alto, alto, primo. No tanta prisa. Los Hostigadores tendréis el honor de ocupar el centro del campo de batalla, el lugar de mayor gloria, pero nuestro Sargento ha salido ya del Campamento, y nos corresponde ahora a nosotros seguirla.

¡Infantería! ¡Arriba las escalas! ¡Paso ligero! ¡Ya sabéis lo que tenéis que hacer!" -

El Sargento Virote abandona su posición en la formación de arqueros y se acerca a su pariente, el líder de los Hostigadores.

- "Paciencia, paciencia. Sé que tú y tus muchachos estáis ansiosos por luchar, pero por tradición, los Pelotones siempre se despliegan por orden. Excepto los Dolorosos, que el Capitán ha querido que siempre vayan primero a todas partes.

Infantería y Arqueros nos desplegaremos en ambos flancos, y entonces, sobrino, podrás ocupar el centro, seguido por el Teniente y tu primo Lengua Negra.

Suerte ahí fuera." - El Sargento le da una palmada en el hombro a Matagatos.

Después mira hacia el Cabo Barril y le dice:

- "Ahora vosotros, muchachos. Al salid, ocupad la posición a vuestra derecha y avanzad un poco para que Diana pueda colocarse a vuestras espaldas." -

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL PIE (INICIO DE LA PRIMAVERA, MES CUATRO).

DÍA: PRIMER DÍA DEL MES. Al alba. Antes de que Analista diese orden de abrir las puertas.

Las energías que contenía mi cuerpo empezaron a bullir con una violencia que no había experimentado desde el día en el que me fueron entregadas como préstamo, el mismo día que tuve que aprender a contenerlas, a apaciguar su naturaleza destructora para no verme reducido a una amalgama sanguinolenta de carne y hueso. Una lucha que en mayor o menor medida había permanecido activa en mi cuerpo hasta aquel mismo día. Pero en esta ocasión la fuerza era diferente, la naturaleza de los embates había cambiado, y solo podía haber una razón para ello.

- "Despierta..."

Abrí los ojos de par en par. Dos ojos vibrantes en los que no se reflejaba cansancio alguno, tan solo vibrante excitación. Por fin había llegado el momento, el final para aquellos seis meses de trabajo en el Templo del Dolor. El resultado sería presenciado por todos, aliados y enemigos, dentro de muy poco. Y yo estaría allí, en el centro. Sería el ojo del huracán alrededor del cual se desataría todo el poder que contenía.

Salí de mi tienda a la carrera. Una silueta negra de brillantes ojos amarillos que pronunciaba palabras blasfemas y a la que a la zaga seguía un Serpiente que se deshilachaba, que se deshacía en volutas como un sueño en la mañana. Pero poco importaba ya mantener las apariencias. Poco importaba quién me viera.

- "Ha llegado el momento..."

Entusiasmado escalé como un animal la empalizada para desaparecer con un salto por el otro lado.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL PIE (INICIO DE LA PRIMAVERA, MES CUATRO).

DÍA: PRIMER DÍA DEL MES.

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Barril pasa ruidosamente ante la formada Escuadra, repasando los aperos que cada soldado ha elegido para la Batalla, en orden de poder disponer las órdenes necesarias según la evolución de la misma. Se detiene un momento frente a Grito, comprobando que el recio Infante tiene en su poder la cuerda y el arpeo, método auxiliar en caso de que la escala sufriera algún percance. Revista así mismo a Desastre y a Preocupado, que visten sus nuevas armaduras de cuero. No es una gran protección, pero pueden evitar la penetración de tiros indirectos o a largo alcance. Posa su vista durante unos segundos en Cielo, que exhibe un terrorífico dibujo corporal que impresionaría a un demonio. El Infante decidió que la armadura no era para él, esperemos que nadie tenga que pagar esa decisión. La mirada admonitoria que ha recibido le hace saber que está a prueba. La revista acaba con un cabeceo de satisfacción tras examinar a Indómito, Lagrimita, Matador y Romo, los cuales parecen preparados para lo que sea. Tsaro y Msoro parecen expectantes al lado de Desastre, como si presintieran el derramamiento de sangre que está por venir.

La Escuadra Lémur se moviliza y Barril observa la pesada escala de madera que está en el suelo frente a la Escuadra. Un cabeceo metálico es la respuesta a las palabras del Sargento Virote, mientras el ancho pecho de Barril se hincha, haciendo crujir las juntas de su tremenda armadura de placas.

- !INFANTES! ¡AGARRAD ESE PALITROQUE Y LOS COJONES, DE FRENTE! ¡MAR! - el propio Barril es quien primero agacha el lomo, y con una fuerza desproporcionada se echa al hombro la parte delantera de la escala, mientras los recios Infantes le auxilian sin demora. Trasponen la puerta mientras Barril da unas órdenes - No se canta ni se corre, de momento. Desastre, leones al flanco derecho, colócate en la mitad de la escala. - con un característico sonido metálico la Escuadra Barril comienza a salir, dispuestos a ocupar la posición asignada.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL PIE (INICIO DE LA PRIMAVERA, MES CUATRO).

DÍA: PRIMER DÍA DEL MES.

Por fin había llegado el momento. Preocupado se encontraba formado y preparado con todo su equipo: sus lanzas y su escudo, al que había añadido la armadura de cuero que el Cabo Barril les había obligado a ponerse para aquella batalla, parecía que aquel día le molestaba menos tras llevarla puesta durante todo el día anterior.
Miró al frente y escuchó las palabras de su superior mientras seguía serio y concentrado. Hoy volverían a jugarse la vida y esperaba que los espíritus les fueran propicios a pesar de todo. Ya había hecho todos los preparativos necesarios con Caratótem por si no volvía pero en su espíritu sentía las ganas por la batalla, por sobrevivir y por seguir luchando en otras, aún quedaban muchas cosas por hacer y para eso debía regresar vivo.

-¡A sus órdenes Cabo!

Preocupado ocupó su posición en la escala y alzó su sección como habían estado ensayando, pero esta vez lo harían en silencio, intentando que el enemigo no detectara su presencia hasta que fuera demasiado tarde.

El Capitán se vuelve hacia Escupeculebras.

- "Primer Mago, ¿se sabe algo de la Caballería? Portaestandarte... ¿está muy lejos?" -

Asiente, preocupado.

- "No quería alteraros en este momento crucial, mi señor, pero sí, hay noticias. Anoche se enfrentaron al Último Inmortal a unos dos días de marcha hacia el Norte de aquí, tras investigar el último ataque a una caravana de víveres destinada a Fuerte Escoria.

El Último Inmortal pudo ser expulsado, pero el Cabo Kallmall y varios Soldados resultaron heridos. La Caballería se recupera y descansa en una vieja granja abandonada.

¿Queréis que les haga volver?" -

El Capitán baja la cabeza y después asiente despacio.

- "No, que se queden donde están. Si puedes, felicítales. Han hecho un buen trabajo. ¿Alguna cosa más?" -

- "Bueno... al parecer ahora puede controlar monigotes de barro que siguen sus órdenes, y también enredaderas estranguladoras." -

- "Maldito engendro... Cada vez es más fuerte." - El Capitán suspira resignado.

- "En fin, no te molesto más, desde ahora le preguntaré las nuevas a Sedoso. Ve junto con Tragasapos a la vera del Teniente y los chicos de Lengua Negra. Tenéis que prepararos." -