Partida Rol por web

- "Sí, Capitán." -

El Primero y el Segundo Magos de la Compañía avanzan hacia donde aguardan los Campamenteros, que serán los últimos en salir del Campamento.

- La Segunda Escuadra de la Infantería, encabezada por el Cabo Barril, acarrea su escala y sale por las puertas del Campamento Principal.

Parecía que se había adelantado, puede que debido a las ganas de terminar con esto cuanto antes mejor. Agradeció con un gesto las palabras del resto de mandos, tras dar el alto. Debían esperar pacientemente su turno. Aprovechó aquel momento para echar mano de los tres arpeos de escalada con los que contaban, por si las escalas fallaban. Cosa que realmente esperaba que no sucediera. 

-Bien, escuchadme. Ponzoña y Campaña, cada uno llevaréis un arpeo por si acaso, y yo llevaré el otro-informó, teniendo a los nombrados uno de aquellos artilugios. No pudo evitar escuchar las palabras que el Capitán y Escupeculebras intercambiaron, y un gesto sombrío apareció en su rostro. El maldito Último Inmortal. Claro, como se iba a cansar de ir a por ellos. Y, además, más fuerte cada vez. Iba a ser la muerte de todos ellos, pero poco se podía hacer ya. 

El Sargento Virote alza el dedo pulgar hacia Matagatos en señal de victoria al tiempo que sonríe.

- "Muy bien chicos. Listos para deslomaros con esas catapultas que el Teniente quiere que empujemos por todo Galdan. Adelante, Mostaza, sigue a la Sargento Vientos y la Escuadra Lemur y encárgate de cubrirles." -

- "¡A la orden, mi Sargento!" -

El Cabo saluda militarmente y él y los suyos corren a empujar una catapulta de tamaño más bien pequeño.

Después de unas cuantas maniobras, entre todos empujan el trasto fuera del Campamento Principal.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL PIE (INICIO DE LA PRIMAVERA, MES CUATRO).

DÍA: PRIMER DÍA DEL MES. Al alba. Antes de que Analista diese orden de abrir las puertas.

La hora había llegado. Todo para cuanto se habían preparado.

-¡Campamenteros, en formación! -gritó a sus fuerzas-. Listos para partir tras los Hostigadores a mi orden.

Campaña recogió la cuerda y el arpeo que le tendía su primo Matagatos. Se aseguró de que la cuerda estaba bien enrollada y después se la echó al hombro, cruzándola sobre el pecho para que no estorbase sus movimientos. Esperaba no tener que llegar a utilizar aquellas herramientas, pues eso significaría que algo había fallado en el plan de las escalas. Se veía capaz de trepar medianamente rápido por aquella escalera, pero si tenía que hacerlo por una cuerda no estaba seguro de ser capaz de superar la muralla.

- Primo, Campaña quiere saber en qué orden se lleva la escala - dijo Campaña, pensando en como debía colocarse.- Campaña puede ir delante.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL PIE (INICIO DE LA PRIMAVERA, MES CUATRO).

DÍA: PRIMER DÍA DEL MES. Al alba. Antes de que Analista diese orden de abrir las puertas.

Había llegado la hora, la batalla de las puertas de la muerte se cernía sobre todos, como la hoja ejecutora del verdugo sobre un reo. Derviche estaba seria en extremo, tanto que ni siquiera parecía aquella chica furiosa y rabiosa de antaño. Estaba concentrada. Necesitaba guardar todas sus emociones durante la marcha, tenía que mantener la cabeza fría para lograr escalar aquellas murallas mortales.

Ese era su objetivo, escalar la torre, y aniquilar a todos cuantos enemigos allí se encontrasen. Miraba aquella torre fíjamente. Su objetivo, quizás su última visión antes de morir.

Sacó un frasco lleno de sangre de cordero, cortesía de Gordo Wem, y comenzó a verterlo sobre su cabeza, para que cayese como un torrente sobre su rostro y hombros, luego, con las últimas gotas, manchó el escudo.

-Dios del jaguar, estoy lista, mira a tu hija y regocíjate-

Fueron sus últimas palabras antes de entrar a formación.

Una vez ha salido el último de los Soldados de Mostaza y están maniobrando la catapulta hacia el Este, el Sargento Virote da las órdenes a los restantes Arqueros.

- "¡Diana, todos fuera! ¡Ahora!" -

La escuadra Diana, la segunda de los Arqueros, se apresura a empujar la segunda catapulta hacia las puertas, y, con notorio esfuerzo, la hacen salir y la maniobran hacia la derecha, hacia el Oeste.

Tras eso, Virote se vuelve hacia Matagatos y Lengua Negra y les saluda con la mano, y más formalmente saluda con un saludo militar de la Compañía, golpe de puño en el pecho, al Capitán, antes de salir corriendo hacia la posición de la Escuadra Mostaza, hacia la izquierda, al Este.

Desde lo alto de la torre de vigilancia justo al Este de las puertas del Sur del Campamento Principal, el Capitán-Analista le hace señal con la mano a Matagatos para avanzar.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL PIE (INICIO DE LA PRIMAVERA, MES CUATRO).

DÍA: PRIMER DÍA DEL MES.

El momento de la verdad había llegado, finalmente marcharían contra la puerta a la batalla de sus vidas. Caracabra, uno de los guerreros más leales a la compañía se encontraba vestido ceremoniosamente, su capa negra hondeaba por el viento, su armadura de cuero brillaba de lo limpia, tres lanzas se asomaban en su espalda y una más adornada estaba sostenida en su mano derecha, en la izquierda bien en alto sostenía un gran escudo negro con la calavera blanca de la compañía pintada en él. Así el jorobado parecía lucir un uniforme de batalla. 

Matagatos dio la orden y los hostigadores comenzaron a marchar. Su amigo Ponzoña estaría al frente llevando el ariete, eso le preocupaba pues no quería ver a su hermano caer por tener que desempeñar esa tarea. Lo miró y espero a que la mirada del hiena se cruce con la de él, cuando eso pasó Caracabra se golpeó el pecho en señal de apoyo a su hermano. 

El jorobado se colocó junto a Manta cuando el Capitán dio la orden al cabo para que los hostigadores avancen. Esperó la orden del cabo y gritó.-¡POR LA COMPAÑÍA NEGRA!

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL PIE (INICIO DE LA PRIMAVERA, MES CUATRO).

DÍA: PRIMER DÍA DEL MES.

El día había llegado. Matar o morir. Uro resoplaba, acariciando el mango de su enorme hacha de batalla, con la mirada perdida en el horizonte. Más allá, lejos hacia el sur, la muralla de las Puertas de Galdan aguardaba el embate de la Compañía Negra y las fuerzas de Cho'n Delor, como un acantilado observando impávido el avance de las olas.

El Capitán iba nombrando a cada uno de los pelotones, marcando así el orden en que las fuerzas de la Duodécima abandonaban el campamento y se lanzaban al Llano de Galdan. Ese petimetre no era nada más que el rostro de la Compañía. Una cara pálida y fofa que reflejaba la falta de espíritu del antiguo Analista. Pero la potencia de la compañía de mercenarios no nacía de su improvisado Capitán, sino de los musculosos brazos de sus soldados y del fuego que ardía en las entrañas de los cientos de k'hlatas que habían abrazado la calavera plateada como su nuevo hogar. El Ungido era uno de ellos, y bien sabía la Diosa que su guerrero se bañaría en sangre del Triplete en las horas que estaban por llegar.

Cuando la mano del Capitán señaló hacia los Hostigadores, la emoción de la cacería enardeció al Cazador de Cabezas, que con un aullante bramido clamó a los cielos por la bendición de su Diosa. La batalla había comenzado.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL PIE (INICIO DE LA PRIMAVERA, MES CUATRO).

DÍA: PRIMER DÍA DEL MES.

El Guardián de los Muertos se adentró en la formación de los Camamenteros, seguido de cerca por su gimoteante esclava. Un escudo colgaba a su espalda, anudado a una cuerda que cruzaba la pechera de su armadura. Tras plantarse en silencio en primera línea del pelotón, alzó la mirada al cielo, casi como si olisqueara el viento. Nada bueno traía la escasa brisa que peinaba los matojos del Llano de Galdan. Un aroma rancio y oscuro que traía malos recuerdos a la mente del eremita. El hedor del pasado.

La llameante mirada verde del ermitaño volvió a centrarse en aquellos que le rodeaban. El Pelotón de los Campamenteros se concentraba para entrar en batalla, ceñudos algunos y nerviosos otros. La pesada escalera reforzada descansaba todavía a sus pies, indolente como un gato recién alimentado. Entre sus compañeros, Keropis alcanzó a divisar a Derviche, la fanática Jaguar que portaba el rostro y parte de los hombros manchados de sangre fresca. La mirada de los dos soldados se cruzó durante un instante, momento en que el Guardián de los Muertos alzó uno de sus puños acorazados y lo posó durante un segundo sobre el pecho. Si ese gesto tenía algún significado oculto, nadie podría decirlo, puesto que muchos ni siquiera llegaron a percibir tan fugaz contacto.

- Los minutos pasan y las respectivas escuadras de Hostigadores y Campamenteros permanecen junto a sus enormes escalas, montadas sobre unos armatostes improvisados por Carpintero, tomando de base algunos carros con una techumbre de mimbre, telas, cuero y pieles. Dentro se ven algunos cántaros con agua también, para añadir más peso y estorbo.

- Matagatos parece ensimismado y al parecer no se ha dado cuenta del gesto del Capitán-Analista para avanzar.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL PIE (INICIO DE LA PRIMAVERA, MES CUATRO).

DÍA: PRIMER DÍA DEL MES.

-Empujaremos todos, Campaña. Aunque tú y Uro podéis ir delante-replicó Matagatos, antes de que la orden de avanzar fuera dada. Por un momento se quedó mirando el artilugio que había surgido de la cabeza de Lengua Negra y las manos de Carpintero. No pudo evitar pensar si aquello les facilitaría en algo la labor o si, peor aún, sería contraproducente. Mucho hablaban los k'hlatas de maldiciones... Aquel asalto sí que estaba maldito. Pero las opciones eran morir, o morir lográndolo. Y él ya había tomado su decisión.

-Hostigadores, en marcha-dijo lacónicamente, sin asomo alguno de ansia por lo que estaba por venir, justo antes de empezar a empujar aquel armatoste con sus hombres. 

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL PIE (INICIO DE LA PRIMAVERA, MES CUATRO).

DÍA: PRIMER DÍA DEL MES.

Manta vio partir a los infantes y a los arqueros con el corazón encogido. Todos eran familia. Todos peleaban juntos y morían juntos, como correspondía a la familia. Quizá en la Compañía hubiesen divisiones internas, pero en tiempos de guerra, era la unidad lo que les había mantenido vivos a través de doscientos años de historia. 

«Qué gracioso es pensar que durante todas las guerras de la Compañía, justo antes de cada batalla, los soldados se deben imaginado que estaban frente a la última batalla de la Duodécima. Justo lo que nos imaginamos todos ahora. Pero aquí estamos, doscientos años después... El plan es una mierda, pero no será la última batalla de la Duodécima. Podemos hacerlo». El grito de Caracabra lo devolvió a la realidad. La capa negra, abrochada sobre los hombros del Hostigador, lucía magnífica, pues el muchacho se había esmerado en limpiarla para la batalla, al igual que limpió su armadura; estaba reluciente. Se colocó el yelmo sobre la calva y le dio un golpe en el hombro a Caracabra, para luego golpearse el pecho con la misma mano en un gesto de camaradería. Se fue al otro lado del carro, a esperar la orden del avance.

- Hostigadores, en marcha

Manta se dispuso a empujar el carro junto a sus compañeros de pelotón. Ocupaba la posición de la mitad del carromato, a la misma altura que su compañero jorobado le tocaba posicionarse al otro lado del artilugio. 

- El Cabo Matagatos, líder de los Hostigadores que ocuparán la vanguardia centro del asalto, da la orden de avanzar y sus valientes empujan el armatoste compuesto por dos carros arrejuntados (algo chapuceramente), que transportan la enorme escala de recia madera. Hace falta la ayuda de unas diez personas para mover el conjunto sin demasiado problema, y eso que aquí el terreno está listo y aplastado.

Segundo Guardaespaldas está detrás del Teniente, junto al Cabo Lengua Negra. Desenvaina su cimitarra, comprueba su filo y parece satisfecho, la vuelve a envainar.

El Primero y el Segundo Magos, detrás de Segundo Guardaespaldas, parecen muy concentrados al tiempo que sus siluetas parecen lentamente desdibujarse y volverse grisáceas. Seguramente ya han empezado a preparar su magia para cubrir el campo de batalla de nieblas. Aunque está claro que necesitan acercarse mucho más a la Puerta de Galdan para desencadenar su magia y que ésta resulte efectiva.

El Teniente palmea el hombro del Cabo Lengua Negra y asiente. Después se pone su pesado yelmo y prepara su escudo.