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FASE IV Asalto 09

Odio parecía haber fijado su avance hacia una de las malévolas criaturas con las que Reyezuelo se había enfrentado hacía bien poco, y no tenía ganas de repetirlo. Pasó bastante cerca de los chamanes, y tentado estuvo de instarles a combatir, pues llevaban largo rato concentrados en sus propios asuntos sin importarles al parecer lo que ocurría a su alrededor. Sin embargo, decidió que saltarse la cadena de mando no era una buena idea si no quería acabar vareado. Lo cual le llevó a pensar en su líder, Lengua Negra, seguro que si le asistía en combate podría ganarse su favor.

Con esa idea en mente avanzó hacia el sur, había rodeado toda la escala y parecía mantenerse intacta, sin duda el Pelotón de Campamenteros lo estaba haciendo bien, pese a ser infravalorado por otros miembros de la Compañía.

FASE IV Asalto 09

Miró hacia el Oeste, y pudo ver a Keropis y Derviche, luchando mano a mano con una figura oscura que repartía golpes a diestro y siniestro.

Allí estaba, un engendro casi del mismo tamaño, pero con un aspecto mucho más temible, ese, ese debía ser suyo. Pero como, cómo Loor había acabado tan rápidamente con el enemigo, él también le había golpeado en la cabeza....Mientras avanzaba cayó en la cuenta, había visto a Loor manejar su bastón durante largas y dolorosas horas de entrenamiento, lo empuñaba con ambas manos, máxima fuerza.

Pues bien, que no se diga que a Odio le faltan las fuerzas.

Se guardó el escudo con el símbolo de los Hiena a la espalda, deteniéndose un momento mientras contemplaba el signo, en dar un breve repaso a todo lo que había pasado a su lado.

FASE IV Asalto 10

Al avanzar en dirección Sur pronto descubrió el cuerpo de Lombriz, el K'Hlata no parecía muerto aún, pero la cosa que estaba a su lado, pugnando por morderle, desde luego no lo estaba.

A todas luces el no muerto estaba destrozado en el suelo y parecía incapaz de herir a nadie, pero no le gustó la proximidad que tenía con el cuerpo más inerte aún de Lombriz, se acercó a su compañero y, con un rápido lanzazo, acabó con los agónicos movimientos de la criatura que le acompañaba.

Pobre Lombriz, sin su guía táctica había sucumbido al enemigo, aunque la cantidad de cadáveres a su alrededor indicaban que se había defendido bien.

FASE IV Asalto 10

Había llegado el momento, Derviche se recuperaba a duras penas de un tajo que hubiera abierto en canal a una mujer cualquiera, pero la cabrona tenía agallas, eso o estaba loca de remate, que también. Pero algo tenía que atenuaba el odio del K'Hlata.

Por un momento pensó que la Jaguar le recriminaría, como él recriminaba a Loor, que le hubiera quitado la presa, pero entonces vió como Segundo Guardaespaldas, que había sido incapaz de hacer honor a su nombre, trataba de redimirse en su futura presa.

Que se pongan a la cola.

Agarrando la lanza con ambas manos y la punta hacia abajo, cargó a través del cieno contra la inmunda criatura, en ese golpe se lo jugaba todo, podía sentir como ardía la herida en su pecho, sabía que si la criatura llegaba a contestarle estaría acabado, pero todo daba igual, sentía el acero en su mano y tenía a un gran enemigo delante. 

Alzó los brazos por encima de la cabeza, preparado para descargar toda su fuerza contra el cráneo de la criatura, sus pies se hundían en el barro, en su pecho sentía la calidez de la sangre rebrotando en su herida, pero eso no importaba, sólo la lanza clavada en el cráneo de su enemigo estaba en su mente.

A un metro y medio de la criatura dió un pequeño salto, lo suficiente para que al bajar los brazos, hinchados por el sobreesfuerzo, la lanza atravesara limpiamente la calavera que el enemigo tenía por cabeza, astillándola en mil pedazos por la brutalidad del impacto.

Como por arte de magia, el resto del cuerpo se detuvo, y comenzó a descomponerse a pasos acelerados.

¡¡SÍ JODER!! pensó Odio mientras lanzaba un esputo al amasijo de huesos en el que se había convertido su enemigo.

FASE DE BATALLA V: ASALTO 01 DE 10

Keropis avanzaba entre el barro a duras penas, hundiéndose en el apestoso limo debido al gran peso de su armadura completa. Por lo que podía ver, el único enemigo en pie era esa criatura que repartía muerte rodeada de Campamenteros. Nadie parecía ser capaz de tumbarla. El ermitaño echo la vista atrás, dispuesto a llamar a Derviche y a Odio; si alguien podía derrotar a ese engendro, eran esos dos.

El Guardián de los Muertos quedó congelado en el sitio. Más allá de los dos soldados, se acercaba una nueva oleada de cadáveres tambaleándose entre la niebla. Keropis se detuvo indeciso. Los dos magos de la Compañía, Tragasapos y Escupeculebras, seguían a la cola del carromato, concentrados en mantener la niebla mágica que resguardaba el avance de todo el ejército. No podía dejarles solos. Si ese manto de nubes blanquecinas desaparecía, las fuerzas del Triplete masacrarían a placer a la Duodécima y sus refuerzos de Cho'n Delor. La ofensiva entera se vendría abajo y la batalla por las Puertas de Galdan habría sido un fracaso.

—¡Derrrviche! ¡Odio! —aulló con fuerza—¡Rrreplegaosss! ¡Debemosss prrrotegerrr a losss magosss!

FASE DE BATALLA V: ASALTO 01 DE 10

Al oír las voces de sus compañeros, giró la cabeza, pero hubiese preferido no hacerlo. La visión de aquellos caminantes, acercándose hacía ellos, a lo lejos, no presagiaba nada bueno.

- ¿Es que esto no tiene fin? - Preguntaba a la nada el campamentero, sabedor que lo que estaba viviendo era real y no cuentos de viejas y leyendas de las que no se debía hablar.

No solo los muertos se habían levantado del suelo, sino que algunos de los compañeros caídas a manos de aquellas bestias, se estaban levantando, ignorando a la muerte, aunque con las mismas ansias de atacarles que esos no muertos que tantos estragos estaban haciendo entre los Campamenteros.

FASE DE BATALLA V: ASALTO 03 DE 10
 

El alfanje de Segundo Guardaespaldas silbó junto a su oído para impactar en la cabeza de aquel monstruo que había acabado con la vida de León Anciano y casi con la de Loor y Niña de Oro además de herir a otros muchos. Su propia herida ardía como si un hierro al rojo estuviera bajo su armadura. Alrededor, sus guerreros, maltrechos pero orgullosos, no preparados para enfrentarse a enemigos de aquel calibre, miraban la posible llegada de nuevos muertos. ¿Qué había ocurrido? ¿Qué terrible error había cometido Serpiente? ¿A qué trampa los había conducido el Señor del Dolor? ¿Qué papel jugaba Analista en medio de todo aquello? Eran preguntas que hallarían respuesta en otro momento. Su preocupación ahora eran sus guerreros, hombres y mujeres valientes, mermados por sus heridas y por la confusión y por la muerte de algunos compañeros. Muerte que ni siquiera hallaba reposo pues se alzaban para luchar contra los que antes fueron familia. Era el momento de reorganizarse. 

-Rápido, subid a los carros a los más heridos, Loor, Lombriz y Niña de Oro -ordenó tras un breve vistazo alrededor-. Plumilla, haz cuanto puedas por ellos. Los demás, recoged armas de repuesto, aquello que necesitéis y hayáis perdido -en la mano del embrujado aún estaba empuñada su mortífera arma. Lengua Negra se agachó para recogerla-. Pero nada de alejarse. Debemos reagruparnos. Y avanzar. Aquí somos presa fácil. Y no podríamos soportar el embate de una nueva oleada de estos monstruos. Nuestra sangre los atraerá como a leones hambrientos. Que los mejores oteadores observen alrededores informen. ¡REAGRUPARSEEEE! -gritó.  

FASE IV. Asalto del 6 al 10.

Sencillamente, eran seres demasiado poderosos. Había tardado unos instantes en darse cuenta y los golpes, demoledores, de aquel ser, hubieran supuesto la muerte de cualquiera de sus hermanos campamenteros. No había presunción alguna en Loor al hablar así, había combatido con ellos: lo sabía. Se había respuesto como le había sido posible, y tras cercionarse de su punto débil, había gritado el mismo con todas sus fuerzas. Y había intentado coordinar a sus hombres. Sin embargo ya no había tiempo de nada más que de matar enemigos. A su alrededor sus hombres, sus hermanos, morían.

Loor no perdió tiempo en lamentar que el teniente y los guardaespaldas no hubieran actuado como había gritado y no hubieran centrado sus ataques en la cabeza de los seres. Una ligera satisfacción le llenó cuando el resto de los campamenteros empezó a actuar (tarde, pero lo hicieron) conforme a su percepción. Conforme a sus órdenes.

Pero no podía detenerse. Si ella no actuaba, si no eliminaba a las amenazas más peligrosas, toda la unidad estaba perdida. Había eliminado a la primera de aquellas moles. Pero quedaban otras tres.

Así que corrió. Afortunadamente el flanco este, en el que ella se encontraba, era con mucho el más peligroso, con esas moles no muertas acercándose. Loor sabía que no era una guerrera fina, sabía que lo suyo no era esquivar, no era defenderse. Tenía que derribar a esas moles antes que pudieran eliminar a sus hermanos. Cada segundo que se retrasara, era una posibilidad que alguno de ellos, Niña de Oro, Odio, Derviche, Lengua Negra, Plumilla... quien fuera, muriera.

Corrió, terminando cada carrera en un golpe. Fue herida, en ocasiones, de forma terrible. Notaba como sus entrañas y sus huesos parecían a punto de partirse. Podía morir. En realidad, desde los primeros golpes, había notado la posibilidad de ese final. 

Diosa, ayuda a tu sierva, pensó en una muda oración, mientras eliminaba, una tras otra, cada amenaza. No podía parar. No podía detenerse. A su alrededor iban cayendo. El segundo tosco, el extraño ser que parecía uno de los lideres de aquella masa de muertos, el tercer tosco, y el cuarto tosco. Todos caían, pero varios lograban golpearle. Era... difícil. Doloroso. Escupió sangre. Ni siquiera hizo caso a los gruñidos de Odio. Ya hablaría con él si seguían vivos. Corrió, nuevamente. Y se encontró con el último de aquellos especie de jefes no muertos. Y vio como casi todos sus hermanos retrocedían, y como el ser le golpeaba con dureza. Algo se rompió en ella.

Y cayó.

FASE DE BATALLA V: ASALTO 02 y 03 DE 10

Plumilla. Su sangre sobre su cara. Había sido golpeada. El dolor era... enloquecedor. Pero no podía dejar que se notara. Estaba sangrando por ella.

- Gracias Plumilla- musitó entre dientes como buenamente pudo y con lentitud rota se puso en pie- Estoy bien, ayuda a otro. 

Escuchó entonces las órdenes de Lengua Negra.

- Puedo andar... aunque no correr, ni luchar- dijo andando con lentitud.

FASE DE BATALLA V: ASALTO 03 DE 10

Astado por fin llegó hasta las inmediaciones del Cabo Lengua Negra. Había oído sus órdenes y estaba preparado para ayudar a subir al carro a sus compañeros heridos.

Observó con pesadumbre que nuevos no-muertos se aproximaban. El combate no poría seguir mucho tiempo.

- A sus órdenes, Cabo.

FASE DE BATALLA V: ASALTO 04 DE 10:

- Que los espíritus me perdonen.- Dijo Sabandija junto al cadáver de León Anciano.

FASE DE BATALLA V: ASALTO 03 DE 10

Habían sido demasiado lentos. O tal vez estos nuevos cadáveres fueran más rápidos que los anteriores. Antes de que llegaran a la altura de los dos magos de la Compañía, que seguían concentrados para que la niebla de batalla no se esfumara y les dejara a merced de las armas pesadas del Triplete, una horda de no muertos se les había venido encima. Entre los cadáveres putrefactos, resaltaba el del Teniente Rompelomos con su bruñida armadura de placas y el rostro aún reconocible bajo el yelmo. Un rostro ceniciento y de mirada perdida, los ojos vidriados y la mandíbula caída.

—¡Enemigo al norrrte! —gritó el eremita con toda la fuerza de sus pulmones.

Entre húmedos chapoteos en el lodo, Keropis consiguió acercarse a la posición de Derviche, preparándose para volver a entablar combate hombro con hombro con la Jaguar. Ante él, el que fuera Teniente de la Duodécima de Khatovar unos minutos atrás, enarbolaba su espada contra sus hermanos, con un hambre desapasionada pintada en la vacua mirada.

—¡Rrrefuerrrzosss! ¡Prrroteged a losss magosss!

FASE DE BATALLA V: ASALTO 03 DE 10

- Piojillo, Tarado, Perdida, proteged a los magos encargándoos de los caminantes que vienen por la derecha- ladró Loor apoyándose contra el armatoste y mirando los enemigos que se acercaban- El resto de los no incapacitados, deben ocuparse de ayudar a Keropis, Derviche y Odio. Si son superados, estamos todos muertos.

FASE DE BATALLA V: ASALTO 03 DE 10

Al fin alguien daba órdenes que no eran una estupidez, no podrían irse, si no mataban a aquella marabunta de muertos. Se quedó mirando a Rompelomos, levantado en forma de cadáver, una auténtica aberración para sus creencias.

Mientras los muertos se le echaban encima a Odio, Keropis y ella misma, reunió toda la potencia habida en sus pulmones y gritó.

-¡MATADLOS A TODOS!-

FASE DE BATALLA V: ASALTO 04 DE 10:

Cuando ve a su compañero campamentero recoger el arco de León Anciano, Piojillo se dirige a él viendo que quizás pueda aprovechar las armas a distancia y poner tierra de por medio con aquellos no muertos.

- ¡Sabandija! Si vas a usar el arco de León Anciano, deja que use tus flechas y tu arco para ayudarte con los no muertos. Mis lanzas no son lo suficientemente efectivas contra esas criaturas del demonio.

FASE DE BATALLA V: ASALTO 05 DE 10:

- Plumilla, Perdida, llevad a Niña de Oro y Lombriz al carro. Luego, hacerlo propio con los cadáveres de León Anciano y del Teniente pero este último, cuando esa zona esté despejada. Tarado, apoya al Segundo Guardaespaldas. Está solo y es el único que protege a los magos. Reyezuelo, Astado, id también hacia la posición del Segundo Guardaespaldas lo más rápido posible. No podemos dejar que sea superado. Sabandija, usa tu arco lo mejor que puedas, si puedes sin arriesgarte a darle, contra los que atacan a Segundo Guardaespaldas. Si no, contra los que no están aun en combate. El resto que refuerce a los que están luchando. Tenemos que parar a esta oleada y seguir avanzando.

FASE DE BATALLA V: ASALTO 05 DE 10:

- ¡Sígueme!- Dijo asintiendo algo molesto a Piojillo quien se había dirigido a él en medio del combate. Sin mediar más palabra Sabandija se escurrió por el campo de batalla rodeando el carromato por el este.

FASE DE BATALLA V: ASALTO 05 DE 10:

Los muertos se les echaban encima, pronto serían una marea que los arrastraría al inframundo, sintió la mirada vacía del caído Rompelomos, el hedor de los caminantes que los cercaban, su rabia e impotencia, ya que por mucho que matase, seguían saliendo muertos por doquier.

La situación era ridículamente peligrosa y mortal, pero no quedaba otra que blandir sus cimitarras hasta que la muerte se la llevase al seno del Dios Jaguar.

Entonces se dio cuenta. La solución pasaba por rezar con más fuerza aún a su Dios, y la mejor manera para ello era verter sangre, o devolver a aquellas abominaciones al suelo fangoso de donde se habían levantado.

Que así sea. Resolvió en su cabeza la fanática.

Dio un pequeño paso a la izquierda, encarando a su antiguo Teniente, el cual había caido por obra y gracia de uno de aquellos engendros mágicos. Toda la gracia y manejo de la espada que pudiera tener Rompelomos, se había evaporado al levantarse como un no-muerto, Derviche apuntó con precisión y calma, y atravesó la frente del resucitado teniente, acabando con su sufrimiento para siempre

Ahora descansas, ve y caza por las llanuras de sangre del Dios Jaguar.

Acabar con la agonía del alma de Rompelomos no salió en balde, ya que una de aquellas otras criaturas, consiguió darle un zarpazo terrible en el brazo del escudo, tras superar su guardia. La fanática apretó los dientes con rabia y encaró a su nuevo adversario, mientras que con el rabillo del ojo, veia como Odio daba buena cuenta de aquellos engendros. Tan solo un pensamiento afloró a través de su boca

-¡EMPUJAD EL CARRO!- Gritó mientras encaraba a aquella nueva monstruosidad.

Asalto 4

Intentando no mirar la cabeza destrozada por mí misma de aquel al que yo había considerado como mi padre, le doy la vuelta para recoger sus armas.

Qué despiste, pues tenía las manos ocupadas y por un momento aquello me bloqueó y no supe qué hacer. Por suerte Sabandija y Piojillo se acercan al cuerpo con la misma intención que yo, y eso me hace pensar.

Decido entonces sólo coger la lanza, y dejarle a Piojillo el arco y las flechas.