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LA COMPAÑÍA NEGRA: PELOTÓN DE CAMPAMENTEROS:

- La promoción de Aspirantes del Año 200 de Khatovar fue clasificada al final de ese año por el Sargento de Instrucción Gulg con la ayuda de la Cabo Rompehuesos entre los Reclutas más prometedores y los menos.

- Los menos fueron destinados al nuevo Pelotón de Campamenteros, un Pelotón pensado para tareas auxiliares y de apoyo, en especial montar guardia y vigilar el Campamento Principal de la Compañía.

- Durante la Reconquista del Territorio de Cho'n Delor los Mandos de la Compañía consideraron que era necesario que los Campamenteros (al principio comandados por el carismático Cochinillo, con Piojillo de Segundo y primero Escarabajo y después Lombriz como tercero) se endurecieran y fueran capaces de apoyar directamente en combate a su exitoso Pelotón hermano, el de los Hostigadores. Participaron con resultados muy desiguales en diversas operaciones militares contra grupos operativos de los temidos Fantasmas Irredentos, la elite del Cuerpo de Exploradores del Triplete. También en la batalla final de Fuerte Chuda.

En esos combates sufrieron tremendas bajas, incluyendo la muerte de su líder Cochinillo contra un Noble del Triplete. También cayeron: Codorniz, Pulga, Avestruz, Meera, Pesadilla, Michou, Malamente, Mongowa, Misteriosa, Buscasol, y Mogimba. Sacorroto y Vieja Gloria, que empezaron su carrera militar como Campamenteros, fueron trasladados a los Hostigadores, pero también murieron en combate. También falleció Escarabajo, miembro originario de los Hostigadores que estuvo tiempo de baja debido a una fractura de hueso en una pierna cuando campaña le atropelló con un carro de suministros. Escarabajo había sido temporalmente líder de la Tercera Escuadra.

Tras la muerte de Cochinillo, los Mandos nombraron a Lengua Negra, hasta entonces miembro de los Hostigadores, nuevo líder de los Campamenteros. Lengua Negra es el único hijo del Capitán y según los rumores su mando de los Hostigadores no estuvo exento de polémica, con la ejecución por traidor de Sacorroto y otros graves problemas. Algunos creen que fue un nombramiento fruto del nepotismo de los Oscuros, otros piensan que es una suerte para los desmoralizados Campamenteros tenerle como líder. Tras su nombramiento, Lengua Negra no contó con los subjefes anteriores Piojillo (Segunda Escuadra) ni Lombriz (Tercera Escuadra).

Supervivientes de los Campamenteros tras la Batalla de Fuerte Chuda: Lengua Negra, Manta, Piojillo, Lombriz, Sabandija, Plumilla, Derviche, Niña de Oro, Chamán Rojo, Odio, Reyezuelo, Keropis, Belleza, Asesina, Perdida, León Anciano y Tarado.

AÑO: 201

Estación: Verano

Mes: Séptimo (Primero del Verano) Mes de la Arena

Día: 12

Ubicación: Barracón de los Campamenteros

POR LA MAÑANA (Unos minutos previos el toque de diana)

Llegó con una leve cojera, ya se había acostumbrado a cojear un poco por las mañana y sabía que tras unos minutos se le habría pasado, tanteando para encontrar el barracón de los campamenteros. La puerta estaba abriendose cuando llegó y busco un catre disponible donde acomodase, desgraciadamente había demasiados huecos libres para su gusto. Muchos de los hombres con los que se instruyó ahora solo persistían en la memoria. Acomodó sus pertenencias en un catre al fondo del barracón, sus compañeros empezaban a despertar. Se sentó para estirar levemente las piernas y se volvió a incorporar, el toque de diana sonaba fuera y todos saltaban de sus catres a la carrera.

Una vez, durante la instrucción, le toco vigilar desde una atalaya en la ultima guardia. El toque de diana hace despertar al campamento de forma frenética, parece un hormiguero que se mueve con una extraña y caótica sincronía. Cada soldado, recluta o seguidor sabía donde ir y donde situarse para formar. Una marabunta de hombres y mujeres que corría, tropezaba y blasfemaba con frenética cadencia... Añoraba ese momento, no era agradable, era mejor que la tienda de los heridos. Le habían ordenado no forzar, no hacer grandes esfuerzos y que fuese a la tienda para limpiar la herida y cambiar el vendaje cada día. Quedaba exento, temporalmente, de trabajos pesados y patrullas. Podría montar guardias y entrenar con suavidad, debía volver a recuperarle el tacto a su lanza a dos manos. Había planeado que podría colocar trampas para pajaros en algunos puntos, sería un añadido sabroso a la olla del pelotón. Se levantó mientras avanzaba, acariciandose de forma compulsiva la cicatriz del pecho.

Un nuevo día había nacido, se movía de forma espontanea buscando su sitio en la formación. Allí se repartirían guardias y se asginarían labores, estaba ansioso por volver al trabajo y abandonar la insoportable inactividad de la tienda de los heridos con su olor a pus, humanidad y sudor. Cuando quiso darse cuenta, formaba como cada mañana hasta el fin de sus días.

CORRESPONDIENTE A LA ANTERIOR PARTIDA

EN ALGÚN MOMENTO INDETERMINADO DEL FUTURO CERCANO

Lengua Negra había convocado a los Campamenteros. Algunos aún lucían vendajes. Otros mostraban las cicatrices que iban secándose con el paso del tiempo. El chico cuervo se sentía orgulloso de ellos.

-Una vez más, todos reunidos, con excepción de aquellos que cayeron en la batalla. Michou, Misteriosa y Avestruz. Dieron su sangre y sus vidas por nosotros y los recordaremos. Especialmente a Michou, quien con arrojo ofreció su cuerpo al enemigo para que otros pudiéramos sobrevivir y pelear, atrayendo hacia él la atención de los fantasmas que defendían nuestra actual fortificación -dijo con seriedad-. Pero os he reunido por otra razón. Nuestro primer botín. Sé que la Compañía tiene sus propias costumbres, arraigadas, fruto de la costumbre. En ocasiones, cambiar la tradición puede ser positivo. Es por ello que os diré cómo quiero que funcione este pelotón. Como un solo cuerpo y una sola cabeza, donde todos sean y se sientan en igualdad de condiciones con el resto. Todos habéis conocido la precariedad, la desgracia de carecer de lo más mínimo para enfrentar desde la enfermedad, al sueño pasando por la batalla. Y ello por una razón. La ausencia de platas. Como K´Hlatas, muchos de vosotros habéis ignorado el valor de la moneda, y habéis pagado por ello, pues como reclutas hasta hace poco, muchos no habéis tenido siquiera la oportunidad de comprar lo más básico. Quiero que eso cambie. Y para ello, os diré qué se va a hacer. En nuestro pelotón no existirá la propiedad. Me explico. Todos y cada uno de vosotros, dispondréis del derecho de uso de una serie de cosas. Lo que ya poseíais antes de ser mi pelotón seguirá siendo vuestro. Lo que adquiráis por vuestra cuenta, será vuestro. Pero este pelotón contará con una serie de bienes comunes que podrán ser disfrutados por todos, sin pertenecer a nadie en concreto y cuya distribución se hará en función de las necesidades y de las particulares habilidades de cada uno -explicó calmadamente, dejando tiempo para que las palabras fueran permeando-. Antes de esta batalla, muchos de vosotros carecíais siquiera de armadura, algo que fue solucionado en cierta medida y que creo ha garantizado que los hoy presentes seamos más de los que hubiéramos sido de no gozar de esa pequeña ventaja.

Guardó silencio para que cada uno recapacitara sobre ello.

-Pero costó dinero. Más del que disponía y contraje una deuda que debe ser satisfecha. Asesina ayudó con 18 platas y su dinero debe ser reembolsado. Mi parte, se verá. Ciento ocho platas y veinte cobres es lo que aún queda por pagar. Es por ello que os pedí que aceptárais el dinero ofrecido por Ansia de Domino -dijo sin ocultar cierto desprecio en su voz hacia aquella figura-. Algunos cumplisteis con lo pedido. Otros, no. La deuda debe ser satisfecha y el dinero obtenido de Ansia de Dominio irá a pagar esa deuda. Todos os beneficiasteis en cierta medida. Es hora de cumplir con la parte de cada uno. Piojillo ya me ha entregado sus diez platas, a las que se suman las mías -comentó dejando dos sacos de monedas sobre un tocón cercano-. Además, debemos devolver a los Hostigadores lo que nos prestaron y eso saldrá de nuestro botín, que no es escaso.

No mencionó lo ganado en el botín. Deseaba que los presentes se involucraran y aceptaran su responsabilidad, ignorantes de lo ganado.

-Crearé un fondo común, del cual conoceréis la cantidad exacta y se destinará a nuestras necesidades. Además, dispondréis de plata si hay un excedente. Y quiero añadir una cosa. Conozco vuestros usos. Sé que al morir, deseáis ser enterrados con vuestras posesiones. No me negaré a ello, pero cuanto pertenece al pelotón, quedará en el pelotón. Por mi parte debe quedar claro que de morir en batalla, cuanto poseo pasará al pelotón pues no deseo que mi cuerpo sin vida lleve consigo más de lo que traía cuando nací. Vine desnudo y así partiré.

Volvió a callar.

-¿Alguien quiere decir algo o se opone a esta medida? Sois libres para hablar.

En la Reunión con Lengua Negra:

Escuchó al Cabo hablar, no le preocupaba entregar dinero aún no tenía muy claro para que usarlo. Rebuscó en su bolsa de moneda, nunca le encontró finalidad a las monedas porque la Sabana proveía. Sacó las diez monedas y las entregó al oscuro.

-Yo no necesito nada que la naturaleza no pueda darme. dijo seriamente -Asi que aquí entrego esto

Dicho esto volvió a su sitio y permaneció en silencio durante el resto de la reunión. Esperando que los demás tomasen ejemplo.

AÑO: 201

Estación: Verano

Mes: Séptimo (Primero del Verano) Mes de la Arena

Día: 12

Ubicación: Barracón de los Campamenteros

ALREDEDOR DEL MEDIODÍA

Con unos pasos, que ni de lejos pretendían ser ligeros, aún embotados por esporádicos tirones de dolor, Reyezuelo se acercó al cabo Lengua Negra para saldar una pequeña cuenta que, por azares del destino, había quedado pendiente. Una vez lo encontró se dirigió a él con la cortesía que se le debía a los superiores, con cierta desgana muy sutil.

Señor, no seré menos que el resto de los campamenteros, si no me fue posible poner mi parte del botín entonces, lo es ahora -. Señaló al tiempo que tendía, en un pequeño saquito de piel, las diez monedas de plata -. También quería decir que ya no tengo que permanecer tendido en la tienda de los heridos, me es posible estar de pie y despierto, podría hacer guardia si a usted le parece bien -. Resultaba obvio por su aspecto que no estaba en condiciones aún de entrenar ni de realizar esfuerzos serios, pero el orgulloso k'hlata debía haber pensado que dos ojos vigilantes podían ser necesarios y le repugnaba la idea de pasar por inútil.

Chamán Rojo escuchaba respetuosamente al Cabo Lengua Negra. Eso no quería decir que estuviese de acuerdo con sus palabras, algunas de las cuales a ojos de un chamán podrían parecer incluso un sacrilegio. Sin embargo, ¿qué podía hacer él? Aún nada, dada la imagen de farsante que tenían de él los miembros de la Compañía, incluso entre su propio pelotón. De todas formas él no era un chamán al uso por lo que no pondría objeción alguna. Se levantó con un movimiento pausado pero sin dejar de hacer sonar los múltiples amuletos que portaba, entrechocando los huesecillos y las cuentas de bonitas piedras, aunque poco valiosas. Los negros ojos del guerrero de vestimentas carmesís se clavaban en los del oscuro, tratando de averiguar sus intenciones.

Comenzó a hablar con solemnidad, con un tono usado por Chamán Rojo cuando hablaba en público o realizaba algún ritual específico.- Muchas de las costumbres de la Compañía han hecho de ella lo que hoy es.- Dijo reflexivo sabiendo que los K´Hlata eran celosos con sus tradiciones y temerosos de romperlas. Todos los chamanes se aprovechaban de las supersticiones y sabía de la intranquilidad que podían provocar en sus Hermanos los métodos poco ortodoxos de Lengua Negra.- Aquellos que a lo largo de la historia de esta Compañía han muerto por ella se merecen un respeto. Se merecen descansar en paz, pues en su estado, están vigilantes y son rencorosos y vengativos si no se les complace.- Ambas frases de Chamán Rojo parecían contradecir u oponerse a lo dicho por Lengua Negra.- Sin embargo, quedarse anquilosados, aferrados a un pasado inmóvil puede ser contraproducente. ¿Acaso no muda la piel la serpiente y, a pesar de dejar atrás la piel reseca, vieja e inservible, sigue siendo la misma?- La serpiente era uno de los animales totémicos preferidos de Chamán Rojo.- Pediré a los espíritus por ti Lengua Negra, para que te guíen a la hora de tomar las decisiones. Aplacaré sus enfados y reticencias al los cambios si hiciera falta con sacrificios y rituales. Honraremos a nuestros Hermanos caídos como mandan las tradiciones y a los que caigan en un futuro, yo mismo me ocuparé de que crucen al otro lado con todo aquello que sea necesario para protegerse de los iracundos espíritus.- Después de toda aquella palabrería, alargó la mano y tendió su bolsa con las diez monedas a Lengua Negra.- Aquí está mi parte.- Así daba su visto bueno a las intenciones de Lengua Negra. Después de todo, a él le venía bien un cambio pues, si dejaba las cosas como estaban, jamás llegaría a ser respetado como chamán dentro de la Compañía.

- Se restan 10 platas de la ficha de Tarado. En el caso de Chamán Rojo no puede poner 10 platas, puesto que sólo le quedan 3.

- El Fondo Común de los Campamenteros (anotado en la ficha de Lengua Negra) aumenta en +10.

- De momento hablo sólo de fichas que sólo existen en formato Word en mi disco duro.

- El total del Fondo ascenderá a 99 platas.

Uno a uno, sus compañeros campamenteros se fueron levantando y ofreciento sus platas a Lengua Negra. Todo ello para dotar al Pelotón de Campamenteros de un fondo común del que poder abastecerse. Y todos, cómo si lo hiciesen de forma metódica, dieron diez de sus monedas al cabo. Algunos pagaban en bolsas, que el propio Lengua Negra vaciaba en la que conformaría el fondo común. Otros, directamente entregaban las monedas en mano al Hijo del Capitán, aunque estas sufrían el mismo destino que las anteriores.

León Anciano se sentía en deuda con Lengua Negra, con los campamenteros y con toda la compañía. Había llegado a la compañía sin ningún tipo de protección. Nunca pudo permitirselo, pues siempre había sido asquerosamente pobre. Y sin embargo, gracias al sobrehumano esfuerzo de Lengua Negra, había llevado una armadura de cuero a la batalla de Fuerte Chuda. Era una bonita armadura de cuero endurecido. Artesanía Oscura, sin duda. Y es cierto que en ningún momento entró en combate directo, ni aquella armadura le protegió de una flecha descarriada o de la jabalina de un fantasma irredento. Sin embargo, León Anciano confiaba en ella, y de una forma u otra, le mantuvo completamente protegido.

Llevó la mano al carcaj, donde normalmente guardaba sus monedas. Estaba seguro de que no tendría diez monedas con las que contribuir, pero al menos esperaba poder aportar una cantidad medianamente sustanciosa. Algo que sirviese a Lengua Negra para pagar sus deudas. Sin embargo, antes de lograr alcanzar el fondo, vio el relucir de dos círculos brillantes que saludaban desde la oscuridad. Dos platas. Eso era todo lo que tenía.. Y sintió que no era suficiente. 

-Lo siento, Lengua Negra...- Murmuró el hombre, acercándose a su superior con las moneditas en la mano -No puedo aportar más.

Había sido una buena idea dar las monedas en una bolsa de cuero así, sin proponérselo, disimulaba que no daba tanto como los demás. Esperaba que Lengua Negra comprendiera. Era un chamán y como tal no podía ir por ahí pasando penurias o acabaría siendo menos respetado de lo que ya era.

Una sombra se apartó de la oscuridad más allá de la claridad que rodeaba la fogata, acompañada por el crujir de una armadura oxidada y polvorienta. Keropis entró en el oscilante círculo de luz que emanaba de las llamas, sin llegar a acercarse lo suficiente como para sentir el calor del fuego.

- No hay nada que quierrra parrra mí, ni nada que pueda darrr... -dijo con su habitual tono de hastío- No guarrrdo moneda alguna, perrro...

Sus últimas palabras, que habían sido apenas un susurro, se vieron interrumpidas por una súbita inspiración que ensanchó

el pecho del eremita, haciendo rechinar el metálico peto que cubría su tórax.

- Perrro puedesss quedarrrte mi sssoldada hasssta que cubrrrasss la deuda...

Había esperado para hablar a ser de las últimas. Vi como los demás aportaban lo que podían, unos más, otros menos... 

Cuando León Anciano hubo entregado su parte, me levanté para hacer lo mismo. La Compañía era mi hogar, y como tal debía cuidarlo como se merecía. Había decidido ahorrar el dinero para poder comprar algo en Cho'n Delor, pero hasta ahora no había visto la oportunidad de ir a la ciudad con nadie, así que ese dinero estaba en su bolsa de cuero, sin uso... prácticamente como si no existiese. 

¿De qué servía tenerlo entonces? Sabía que en el fondo común sería de más utilidad, había una deuda que pagar... por lo que me acerqué a Lengua Negra despacio, sintiendo el tacto frío de las monedas en mi mano, que poco a poco iban cogiendo calor... ahora sí iban a existir, para un beneficio mejor que el propio.

- Aquí te entrego mi parte, Lengua Negra. Pido perdón por no haberme pronunciado antes - digo humildemente intentado disculparme por no haber aportado cuando me correspondía - espero que sean suficientes - dije mientras le daba las monedas en su mano para que él mismo las echase al fondo común.

Tras esto me volví a mi sitio, esperando que alguien más se pronunciase al respecto, al igual que acabábamos de hacer los demás.

Derviche acudió renqueante al encuentro de sus compañeros, citados por el cabo Lengua Negra. Se agarraba las costillas, casi soldadas después de que se hubieran quebrado tras combate del fuerte Chuda, pero que aún le dolían a rabiar, quitándole a veces el aire de los pulmones.

Su respiración era cuanto menos, débil y a veces entrecortada. Su piel oscura adoptó un tinte pálido, pareciendo convertir el tono marrón en algún tipo de gris, y sus ojos no mejoraban la estampa, hundidos en las propias cuencas, vidriosos y enrojecidos, sus labios cuarteados denotaban falta de una buena hidratación o alimentación, pero era difícil en su estado.

No sentía hambre, no sentía sed, no sentía su típica rabia y desprecio, solo dolor.

y este era infernal.

Avanzó un par de titubeantes pasos, pues no tenía demasiadas fuerzas para  hablar alto.

-Se...ñor..-  Comenzó diciendo, de manera leve, los que se encontraban cerca de ella pudieron escuchar un silbido proveniente de su pecho cuando respiraba.

-No...tengo nada-

-Ni tienda....ni mantas...nada...solo el frio suelo...-

Un nuevo latigazo de dolor azotó su rostro, y tuvo que hacer una mueca para no gemir

-Yo...pagué mi parte...y aún así...se me concedió la armadura....-

-Sin bienes básicos....no podré aguantar...mucho tiempo...-

Las penurias parecían haber ablandado, al menos en ese momento, su carácter imposible, como un borracho en uno de esos pocos momentos de lucidez

-De todas maneras.....si me pides....daré lo que tengo....no se contar...-

Sacó como pudo su saquito de monedas y se las tendió a Lengua Negra

-Tu mandas nuestros destinos....tu decide....si aceptar o no....-

las fuerzas le fallaron, y tuvo que sentarse, incapaz de seguir hablando

La mujer escuchó atentamente la exposición de Lengua Negra, espero a que todos hayan hablado y vuelto a sus tareas, para acercarse al cabo. 

- Señor, tengo algo para ayudar con el fondo común. - Dijo mientras sacaba de entre sus ropas un puñado de collares y pulseras tribales, confeccionados con cuentas y mostacillas. - Son trivialidades que me han quedado de mi otra vida, ya no tienen ningún significado. Pero creo que podría conseguir algo de plata por ellas. -

- Me gustaría saber si podría recibir algo de plata para reparar mi machete, su hoja se ha partido en la batalla del fuerte y necesita ser vuelta a forjar. Querría saber si podría disponer de un arco, he quedado en ayudar a Belleza a practicar su puntería. Tengo conmigo ocho platas, no creo poder pagar las dos cosas. - Dijo y guardo silencio esperando la respuesta de su superior. 

-Derviche, el fondo común ha sido creado precisamente para cubrir las necesidades de todos los Campamenteros, para que no dependamos solo de lo que uno puede ganar o saquear -sacó un pergamino y lo repasó-. Careces de tienda, manta y estera. Mientras reposes en la tienda de heridos, no los necesitarás pero sí después. El grupo te proporcionará tales bienes para su uso.

Escuchó a Asesina y asintió con la cabeza.

-Deberías haberlo dicho con todos presentes, Asesina. Son precisamente las cuestiones para las que se ha creado el fondo común. Ve a hablar con Herrero y pregunta cuánto costaría reparar tu machete. Pero salvo que sea un machete excepcional, no debes preocuparte por él. En el botín que nos ha correspondido disponemos de machetes y uno podría ser tuyo. En cuanto al arco, ¿eres arquera acaso? Si la respuesta es afirmativa, ¿cuánto costaría un arco nuevo? Porque si solo se trata de ayudar a Belleza, quizás podríamos pedir prestado uno.