Partida Rol por web

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTE DEL MES.

HORA: AL MEDIODÍA.

Reyezuelo hizo ademán de irse, todo estaba claro, todo menos una cosa, algo que preocupaba al K'hlata. Se detuvo pensativo, se giró y se acercó al cabo mientras Piojillo hablaba con él, cuando terminó de hacer su generoso ofrecimiento habló él:

Yo tengo una pregunta, señor, en vuestra ausencia y la de Manta ¿quién dará las órdenes?

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTE DEL MES.

HORA: AL MEDIODÍA.

Las zalameras palabras de Piojillo hicieron brillar los grandes ojos negros de Sabandija.¡Qué generosidad!¡Qué altruismo! No como el descarado de Chamán Rojo. ¿Estro era en lo que pretendía Lengua Negra para con los Campamenteros? Era un sentimiento extraño para el K´Hlata, pero le gustaba. Lo que no sabía es si él lograría ser así de desprendido. Después de todo, cuanto más tuviese menos peligro correría, lo que suponía menos probabilidades de sufrir dolor.

- Un arco...- Se le escapó a Sabandija de entre los labios resecos. Se llevó la mano sana a la boca sorprendido por su impertinencia y hasta se ruborizó un poco.- ¡Ay!- Gimió de nuevo no tanto por el dolor sino por la costumbre. Desde antes de la batalla en el fuerte había sopesado la idea de tener un arco como Ojopocho, su mentor. Sin embargo Lengua Negra le había obsequiado con una armadura y un engorroso escudo. Estaba muy agradecido por ello, no quería ni pensar qué hubiera sido de él sin esa armadura, ahora ya inservible, pero desde luego daría ambas cosas por un arco.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTE DEL MES.

HORA: AL MEDIODÍA.

¡Un arco! Con todo lo que había que pedir, ¿y quería un arco? ¿Una de esas cosas con las tiras de camella reseca que te acaban secando y pudriendo las manos? Lo entendería si quisiera una buena espada, de hierros fuertes, pero teniendo venablos quién quería aquello. Pocas armas menos K´Hlata se le ocurrían. Estaba por irse como los demás cuando

Yo tengo una pregunta, señor, en vuestra ausencia y la de Manta ¿quién dará las órdenes?

una pregunta importante surgió, así que no lo hizo. Siempre podría ser que fuera él quien las diera: lo había hecho en el pasado, y no había sido mal papel. Tenían que saberlo.

En cuanto a qué pedir, si fuera por el campamento, un par de esclavos como cualquier grupo importante para no tener que molerse mandiocas o que pudieran preparar los trabajos más fatigosos les daría prestigio; también lo harían buenas calabazas de vino de banana, pero ese prestigio duraría proporcionalmente a lo que duraran las calabazas... y no creía que mucho más que el grog.

"...¿una capa?"

Una capa.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTE DEL MES.

HORA: AL MEDIODÍA.

-¿Dar las órdenes? -la pregunta le hizo sonreir. La ambición siempre adoptaba formas extrañas-. Seréis tres campamenteros en colaboración con otros tres exploradores y tres hostigadores. Y todos estaréis bajo las órdenes de Guardaespaldas. ¿Aclarada la cuestión? ¿Algo más?

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTE DEL MES.

HORA: AL MEDIODÍA.

Piojillo notó como Lengua Negra hizo caso omiso de su ofrecimiento. El cabo tendría sus propios motivos. El campamentero estaba seguro de que el cabo le había oído, así se retiró a seguir con sus tareas, a la espera de que sus servicios fueran requeridos por su superior. El guerrero K´hlata intuía que tendría más tiempo de entablar conversación con su superior, en los días que llegarían, previos al momento de la jura. Sería allí, quizás en privado, donde Lengua Negra le comentaría algo, pensó Piojillo. Al rato, dejó sus pensamientos, pues no le llevaban a nada. Escuchó algunos comentarios de sus hermanos campamenteros, algunos de ellos pidiendo, de alguna forma, que "el regalo" fuera para ellos. Dejó de escuchar las conversaciones, para no pensar en lo egoístas que podían resultar algunas palabras, y fue a ocuparse de sus quehaceres diarios, sin más dilación.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTE DEL MES.

HORA: AL MEDIODÍA.

La cuestión está aclarada -. Admitió el k'hlata respondiendo la pregunta, probablemente retórica, del futuro cabo que, si no se equivocaba Reyezuelo en su percepción, parecía divertido con ella lo cual, a sus ojos, le denigraba. Si bien la tentación de replicar se manifestó fue capaz de controlarse en la certidumbre de que, si seguía con vida, habría siempre oportunidades mejores que la que se había presentado para demostrar su capacidad de liderazgo. Creyendo su orgullo intacto fijó la mirada en Lengua Negra y contestó pausadamente también a su segunda cuestión -: Nada más, señor.

AÑO: 201

MES: DE LA CEBRA (OCTAVO - SEGUNDO DEL VERANO)

DIA: 20

Cuando todos hubieron hablado, y tras aguardar todavía largos instantes a que el silencio se extendiera entre los reunidos, por si algún otro de sus compañeros tenía algo más que decir, el grave y gutural vozarrón de ODIO volvió a irrumpir la apasible calma.

- Los "regalos"... - dijo por fin con desprecio, casi escupiendo sus palabras - ...de nuestros patrones... puedes quedártelos, cabo. ODIO no quiere nada de ellos.

Una mirada fría e inescrutable había ensombrecido el fiero rostro del k´hlata, como si de repente un ominoso nubarrón cargado de malos presagios se hubiera cernido sobre el campamento.

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MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTE DEL MES

HORA: POR LA MADRUGADA

Derviche salió de la tienda de los heridos, estaba harta y hastiada de estar allí, y había cosas urgentes que discutir con su 'jefe', el cabo Lengua Negra.

Con todo el sigilo que pudo reunir, a pesar de sus aún frescas heridas, se acercó a la tienda de este, estaba dudando de si desenvainar su cimitarra o no. No supo discernir el verdadero motivo de ese pensamiento, así que finalmente optó por escupir al suelo y mantener su arma envainada.

Situada delante de la tienda del superior de los campamenteros, lo llamó:

-Jefe, soy Derviche, tenemos que hablar-

Sus palabras sonaban con menos dolor que la última vez, cuando el cabo de los campamenteros les recordó el tema de la deuda a pagar. Aún así, sonaba con ciertas reticencias. Los prejuicios con los oscuros, o en el caso de Derviche, con todo el mundo en general, no desaparecían rápido

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MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTE DEL MES.

HORA: AL MEDIODÍA.

Derviche miró agriamente a todos los presentes, hasta que los dolores la hicieron tener que sentarse en el caluroso suelo.

Esbozó una sonrisa malvada, aquello de los regalos le parecía una idiotez, pero algo había aprendido al estar con la compañía. Insultar a según que ciertas personas, te costaba la vida.

-Insultar equivale a morir como un perro, que es lo que nos consideran-

Escupió al suelo en señal de desagrado

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MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTE DEL MES

HORA: POR LA MADRUGADA

La mitigada voz de Derviche no despertó a Lengua Negra que, ante la imposibilidad de conciliar el sueño, se dedicaba a estudiar textos de antiguas batallas. Se levantó de su silla y corrió la tela de su tienda. 

-Entra y cuenta cuanto hayas de decir -la hora, unida a cierta urgencia en el tono indicaba que algo importante había conducido a Derviche hasta su puerta. No sería él quien pusiera obstáculos a su llegada. 

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTE DEL MES

HORA: POR LA MADRUGADA

Derviche prefirió quedarse fuera de la tienda de 'su jefe', dio un par de pisotones al suelo y bufó un poco, como un caballo al borde de la histeria, esa era su manera de negarse. Solo a veces

-Hay cosas que tengo que saber, y solo pueden ser resueltas por ti-

Tan solo una vez entró en la tienda de alguien, y fue en la de su hermano de capa, Peregrino.

-¿Que ocurrirá cuando volvamos de los dominios del Dios del dolor?-

Parecía una pregunta sencilla, pero en el fondo había algo más, oscuro y siniestro.

-Demostramos algunos que valíamos para acabar con los enemigos de la compañia, a pesar del mal trato de muchos, sangramos y reclamamos la sangre enemiga, te hemos devuelto la deuda que contrajiste por nosotros-

Pateo el suelo otra vez al recordar el momento en el cual, Lengua Negra, le entregó su actual armadura.

-Y nos preparamos de nuevo, para una batalla mayor, despues de la cual, seguramente venga otra más grande aún-

-Peregrino me habló sobre los valores de la hermandad y todas esas cosas que a la Diosa no le importan, y conseguí verlo-

Parecía estar llegando a su desenlace final

-Entonces, ¿seguiremos recogiendo la mierda de los demás? ¿cavando letrinas y zanjas sin fin, para llegar exhaustos al combate, y que nuestros enemigos se rian de nosotros? Derviche no nació para eso, Derviche nació para matar, consagrada a la Diosa de la sangre, solo se matar y mutilar, o morir en el intento-

Se tomó una pequeña pausa, pues Peregrino le había hablado del respeto a los superiores, y ella, en cierta medida extraña, respetaba a Lengua Negra

-Comienzo a entender la ley de la compañia, pero no quiere decir que esté de acuerdo en todo, de todas maneras...-

Se detuvo, buscando las palabras apropiadas, había estado pensando en ellas durante meses de convalecencia

-...Derviche obedece, solo es una cuestión, creo que hay hostigadores que merecerían más recoger la mierda de los demás, que algunos de nuestro pelotón-

Soltó sus últimas palabras bastante tensa, pero pareció relajarse al final, todo había sido como un gran peso que se quitaba de encima

¿No pedía sinceridad Lengua Negra? Derviche nunca mentia, para bien o para mal.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTE DEL MES

HORA: POR LA MADRUGADA

La escuchó en silencio. Y cuando acabó siguió en silencio, meditando la respuesta a un apregunta que no era fácil.

-Si sigues pateando el suelo así, acabarás por cavar una zanja tú sola, Derviche. ¿Quieres que paseemos? Posiblemente ello te relaje -comentó a la guerrera cuyo salvajismo en la pelea conocía muy bien-. Trataré de responder a tu pregunta. Los Campamenteros siempre fueron seguidores sin demasiado papel en la Compañía. Eso es algo que está cambiando. Ahora somos una unidad de lucha pero los viejos prejuicios son difíciles de eliminar. Tú misma podrás reconocer que algunos de entre los nuestros no gozan de las habilidades y capacidades de las cuales tú si gozas. No pretendo halagarte con ello. Es un simple hecho. ¿Hostigadores merecedores de recoger mierda? Sin duda. Y también lo hacen. Pero entiendo de lo que hablas. Pero no solo entre los hostigadores hallarás merecedores de tal privilegio. Si miras hacia arriba hasta en la tienda de mando podrías hallarlos. Es por eso, Derviche, que debemos trabajar más que los demás, demostrarles de lo que somos capaces. Hacer ver que los Campamenteros son uno más. Ni mejores ni peores. Iguales. Pero empezamos tarde y esa demora es ahora una rémora.

Alzó las manos y se recogió el pelo en una coleta. Suspiró quedamente antes de seguir hablando.

-Tengo planes y soy ambicioso, Derviche. No una ambición personal, sino para con vosotros. Convertiros en la elite, pero aún falta mucho para ellos. Quiero organizar nuestro grupo de tal modo que funcione como una maquinaria perfecta. Jinetes, arqueros y lanzadores de jabalina, guerreros de cuerpo a cuerpo... Entrenamiento sin cuartel, individual y colectivamente, equipos, armas y armaduras en perfecto estado, monturas perfectamente cuidadas, pertrechos y tiendas para todos, medios de transporte para todo el utillaje... No será fácil y aún deberemos recoger mucha mierda y cavar zanjas y letrinas. Pero piensa que los mejores frutos son los que se obtienen de entre la mierda.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: OCHO (MES DE LA CEBRA, SEGUNDO DEL VERANO).

DIA: VEINTE DEL MES

HORA: POR LA MADRUGADA

Derviche atendió las palabras del jefe del pelotón con el rostro agriado, como era habitual en ella, sobre todo, cuando había cosas que no entendía, se las tomaba como si al usar esas palabras bonitas, se estuviesen burlando de su desconocimiento. Dejó de patear el suelo, pero seguía bufando a ratos. Comenzó a caminar, tal y como había indicado Lengua Negra, quizá el aire nocturno aclarase la mente de su jefe.

-Hay cosas que no entiendo, mi idioma es la espada, la sangre y el crujir de huesos, no las palabras bonitas-

-No entiendo de planes, no entiendo de ambiciones, y mucho menos de maquinaria-

Miraba a Lengua Negra con cada palabra que emitía, otra cosa significaría temor, vacilación o cobardía

-Pero yo, Derviche, no soy estúpida y si se varias cosas-

Se sintió en cierta manera orgullosa de esto último

-Sé que los frutos se cogen del árbol, o de los cadáveres de los enemigos, de sus aldeas arrasadas, antes de salar sus campos, de sus mercados vacíos, antes de quemarlos, de las chozas familiares, antes de acabar con todo lo que queda vivo dentro, así que no entiendo porqué hay que recoger los frutos de la mierda, eso es trabajo de los cerdos-

Su cabeza volvió a las enseñanzas de Peregrino, que aunque pocas, fueron útiles para empezar a asimilar todo lo relativo a las normas y el honor de la compañia

-Se que los oscuros admirais el honor y la valía, que muchos de los jefes de arriba son bravos guerreros, pero entre nosotros los K'hlata, y en especial en mi, hemos aprendido también eso, que se gana de manera difícil y se pierde muy rápido, pero, la sangre es otra cosa-

Hizo una pausa, se paró, y miró fíjamente a los ojos de Lengua Negra

-La sangre no entiende de nada de eso, la sangre solo entiende de lucha, de hierro, de cadáveres, muerte, desolación y el llanto de tus enemigos pidiendo el perdón que jamás obtendrán-

-Ya dije que Derviche obedece, pero también ten en cuenta que, lo que mejor sabe hacer Derviche, es recolectar sangre, no frutos-

Con el gesto un poco menos agrio, cosa bastante inusual en ella, terminó su diatriba

-Sea como sea, siempre respeto a aquel que es fuerte y valioso dándole de comer a mi Diosa, la insaciable comedora de almas, no me importa nada las diferencias entres oscuros y K'hlatas, todos somos instrumentos de muerte por igual, así que, en la parte relativa a tí, jefe, no me disgusta que nos comandes hacia la muerte una y otra vez-

¿Halago? volvió a patear el suelo y a escupir, quizás para no parecer débil en aquel momento.

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Octavo (segundo del verano). Mes de la cebra.

Día: 23

POR LA MAÑANA. 

Un grupo de seguidores de campamento poco numeroso llega al área de descanso de los Campamenteros. Traen pertrechos sobre un pequeño carromato de dos ruedas, arrastrado por ellos mismos.

Depositan el carro en el suelo hasta que éste se equilibra y uno acude a buscar a Lengua Negra.

Al cabo de unos pocos segundos el líder del Pelotón encamina sus pasos hasta el lugar y revisa que esté todo. Cuatro tiendas, dos mantas, dos esteras y tres odres. Asiente satisfecho y los sirvientes de Tendero reculan unos pasos dejando que Lengua Negra sea el centro de atención de todo el Pelotón.

Acudí a la llegada de los seguidores de campamento... traían provisiones o eso parecía ya que transportaban un carromato de dos ruedas, observé más de cerca todo lo que podía sin llegar a entrar en conflicto con algunos de mis compañeros. Quiero decir sin ser brusca en la forma de abrirme paso ni hacerlo por mi fuerza bruta. Guardé silencio y esperé mientras llamaban al cabo Lengua Negra. Nuestro líder de pelotón que al empezar a contar lo transportado pude distinguir mantas, esteras, tiendas y odres. A varios les iba a alegrar su estancia en el campamento. Una sonrisa y una mirada de sorpresa se dejaba ver en mi rostro, los que allí estábamos no eramos pocos y las provisiones tampoco eran muchas, así que creí que no llegaría a saciar las necesidades de todo el pelotón.

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Octavo (segundo del verano). Mes de la cebra.

Día: 23

POR LA MAÑANA. 

-Acercaos, por favor. Tengo algo que comentaros. De un lado, las deudas que habíamos contraido han sido ya saldadas, principalmente gracias a vuestras aportaciones. De otro lado, me he encargado de comprar para aquellos que carecían de tienda y otros utensilios, los enseres básicos que pueden asegurar ciertas comodidades durante nuestros viajes. Para ello he echado mano de parte del botín que nos ha sido adjudicado tras la batalla de Fuerte Chuda. Mi prioridad es que seamos un grupo, un pelotón que cuente con la logística adecuada. Aún hay un largo camino por recorrer pero lo iremos cubriendo paso a paso. Aquellos que carecéis de tienda, dad un paso al frente.

Escuchando las palabras del Cabo Lengua Negra, tuve que abrirme hueco entre los hermanos para ponerme en primera fila diciendo:perdón. Mientras iba empujando... no de forma brusca para hacerme un sitio en la primera fila, después di un paso al frente al carecer de tienda. 

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Octavo (segundo del verano). Mes de la cebra.

Día: 23

Sin llamar la atención, tampoco es que la necesitase ahora, dió un paso al frente pero sin mucha decisión. No quería llamar la atención sobre si mismo. Simplemente, no tenia tienda pero ahora con el calor no le parecía importante. Se quedó en su nuevo sitio esperando ordenes. A fin de cuentas, solo era un simple recluta que no tiene voz alguna.

AÑO: 201.

Estación: Verano.

Mes: Octavo (segundo del verano). Mes de la cebra.

Día: 23

De nuevo se requería la presencia del pelotón al completo, esta vez para ofrecer buenas nuevas. Parecía, por lo dicho por su mando, que habían logrado solventar sus dificultades en lo tocante a lo económico. No todos los miembros tenían la suerte de poseer ni siquiera lo esencial para llevar una vida normal en la compañía, al menos, todo lo normal que podía ser la siempre incierta existencia cuando tu destino estaba unido al de una estirpe de guerreros mercenarios.

Reyezuelo encontraba aquello interesante, aprendía mucho del curioso proceder de Lengua Negra. Lo de pensar en los miembros del pelotón como en unidades que, debidamente provistas, ejercerían un mayor impacto en el campo de batalla, le parecía de lo más cabal, pues, a la larga, el dinero invertido tendría por fuerza que acrecentarse en forma de mayores botines. Además, daba la impresión de que motivaba a los más desfavorecidos y propiciaba, con la entrega de una simple tienda, o de una modesta arpillera sobre la que tenderse, que la moral subiese ostensiblemente.

Recordaba como al principio había encontrado absurdo el empeño que mostraba por preocuparse por cosas tan nimias, sin embargo, ahora, debía rendirse a la evidencia, advertía las ventajas que antes no había vislumbrado y su respeto por el líder de los campamenteros ganaba varios enteros.