Partida Rol por web

El alba la encontró despierta. No era la primera vez, en realidad se estaba convirtiendo en un hábito, más que en una costumbre, pues ocurría al margen de su voluntad. No, Khadesa casi no dormía pero estaba extenuada.

Las sombras de su oscura aura la rondaban, y no le permitían descansar. La muerte, en forma de imágenes súbitas que aparecían en su mente como cuchilladas atroces. El miedo, flotando difuso a su alrededor. La soledad, profunda y negra. Echaba de menos a aquellos que habían partido. Y, sin embargo, los había dejado marchar. Primero creyó que era ella, que necesitaba alejarse. Mentira. Hubo quien creyó que estaba asustada. Mentira. Sólo Portaestandarte seguramente había visto algo de lo que había. Pero no había dicho nada, se había quedado mirándola en silencio, y la corriente de comprensión fluyó entre ambos de nuevo, muda, cortante, áspera.

Era la Quinta, era parte de ellos. Y ellos eran los suyos, su familia. No sólo su hermano, Matagatos, al que necesitaba ahora como nunca poder abrazar. O a Ponzoña, de quien, a pesar de no haber entre ellos más que tensión electrizante que no había estallado, sentía tal hambre que el dolor la atravesaba. No, eran todos y cada uno de ellos. La firme Dedos, el ingenuo gigante de Campaña. Todos, hasta el siempre sinuoso Serpiente, o incluso, y eso la abofeteaba con una fuerza que la asqueaba, incluso a su némesis, el rastrero Rastrojo.

Sonrió.

Por primera vez en muchos días, y se admiró. Sonreía...?

Con el sol en el horizonte brotó su decisión. Ambos de la mano, ambos creciendo y apabullando al hacerlo, mostrando lo que realmente significaba ese rayo primerizo, el fuego que venía después. Y se abrasó con el rojo disco sobre el azul celeste y el ocre de la arena, y se abrasó su alma con su propia convicción, y con la entereza y la magnitud que contenía.

Se había terminado.

No pasaría ya ni un día más, si podía evitarlo, en la llana y triste comodidad de la cárcel de piedra, ni un día más en la indecisión abotargada.

Sí, se había decidido. Estaba... ¿Preparada....? Nunca había dejado de estarlo, comprendió. Les amaba. Eso era lo que había visto Portaestandarte en su mirada. Pero había necesitado tiempo para asumir su propia condición:

Era la Quinta, de los Hostigadores. Volvería a su lado, y si eso quería decir volver a la lucha, a la muerte, al sufrimiento y al horror... lo haría por ellos. Con ellos.

Khadesa se dirigió con paso firme a hablar con Gulg. Necesitaba decirle al sargento que había tomado una decisión, y que se iba con los suyos. Con los Hostigadores. Si podían acompañarla, sería un alivio, estaría mucho más segura. Pero si necesitaba a cada uno de sus hombres, lo comprendería. Tomaría su carro, y se adentraría en las tierras que acababan de atravesar las tropas.

Llegaría, estaba segura...

PALACIO DE LA DISCORDIA: JARDINES TRASEROS.

El Sargento Gulg está supervisando el entrenamiento de una decena de Reclutas del Pelotón de Reservas, el Séptimo Pelotón. Es la cuarta escuadra, la quinta está de guardia o descansando. Las otras tres escuadras de ese Pelotón están en el frente, listas para luchar contra las tropas del reino Pastel.

La Cabo Rompehuesos está hablando con Yumma la Medio Calva y con Kamaria, cuando ve llegar también a Khadesa.

- "¿Es que os habéis puesto todas de acuerdo? El Sargento está ocupado dirigiendo los entrenamientos y las actividades en este campamento. Si queréis algo podéis tratar conmigo." -

No lo diría delante de las otras dos. Aunque lo sabrían, sería más tarde, cuando no tuviera remedio. Ahora no quería interferencias ni comentarios.

Saludó con un gesto frío, comedido, y miró a Rompehuesos con los párpados entrecerrados.

-Quiero hablar contigo cuando puedas dedicarme unos segundos a solas, si es que el Sargento Gulg está ocupado. Esperaré a que mis colegas acaben con lo que tengan que decirte, he llegado la última, seré la última.

Y se hizo unos pasos atrás, lo bastante para no agobiar con su presencia, pero no lo suficiente como para no oír la respuesta de la Cabo, o lo que tuvieran que decir las dos pitonisas.

- "Tú siempre serás la última de nosotras, querida. Está en tu misma naturaleza." -

- "Es mi deseo incorporarme al nuevo campamento principal que va a establecerse al Sur. ¿Podría el Sargeto Gulg asignarme una escolta?" -

- "Las dos primeras Pitonisas ya van con el grueso de los seguidores de campamento y casi todas las tropas hacia el nuevo campamento. También van con ellas todos los magos. ¿No pensáis dejar aquí ningún apoyo mágico? La Compañía necesita mantener esta posición, aunque ahora pase de ser el campamento principal a una posición completamente en la retaguardia. Esta es la capital de nuestros patrones y sigue siendo una posición importante." -

- "Bah, que se quede Kadesa en la retaguardia. Las Pitonisas de verdad seremos más necesarias con los Soldados. Necesitan mis pinturas de guerra, y las... maldiciones de Yumma, para nuestros enemigos, claro está." -

Ante las peticiones de las dos pitonisas, Khadesa se adelantó.

-No sé qué van a hacer ellas, ni quién va a decidirlo. Pero yo sí sé qué voy a hacer. Me marcho, con mi carro y mis pertenencias, con los Hostigadores. Tengo la venia de Portaestandarte, y no sólo eso, sino la petición explícita del Analista. He venido a solicitar una escolta, pero la suerte está echada. Si queréis dármela, mejor. Si no, no cambiará mi sino, mi destino y mi lugar van en pos de los míos.

Habló con una decisión inquebrantable, no era una pregunta, ni pedía permiso. Khadesa ya tenía ese permiso, y había tomado una decisión. Sola o con la ayuda de la soldadía, pero iría con ellos. Con su familia, como realmente el propio Analista le había pedido. Como Portaestandarte ya sabía que haría.

- "Apenas tenemos tropas suficientes para proteger este lugar en condiciones, por lo que no puedo poneros una escolta.

De todos modos el camino hacia el frente debería de ser seguro, pues dudo que los Exploradores hayan dejado que se les escape ningún enemigo. Además, los espías del Triplete que había en la ciudad ya han sido capturados, interrogados y purgados.

No voy a impediros que os vayáis, si ese es vuestro deseo, pero me gustaría pediros que al menos una de vosotras se quedara en el Palacio." -

- "No puedo dejar que la Quinta vaya sola, es mi deber como Pitonisa más veterana el acompañarla y protegerla." -

- "Bien, entonces yo me quedaré en el Palacio. No sé si seré de mucha ayuda, pero entiendo los motivos por los que soy necesaria aquí." -

- "De acuerdo. Voy a preparar mi carromato. Quinta, no te quedes rezagada, preferiría no tener que esperarte todo el día en el patio." -

Khadesa asintió primero y negó después.

-Sí, me iré en cuanto tenga el carro preparado. Y si vas a ir, Kamaria, puedes marcharte ya y hacerlo por tus medios. Has estado malhablando de mí, y perjudicándome a mis espaldas. -No bajó la voz al decirlo, y alzó la barbilla, Khadesa había dejado de ser pusilánime. La miró fríamente, directa a los ojos. -No deseo compartir nada contigo. Tampoco este viaje. No soy tu enemiga, pero no olvido. Nunca olvido.

- "Muy bien, sea pues." -

Kamaria mira una vez más a Khadesa con desprecio y después se va en busca de su carromato.

El desprecio de la cuarta no la afectó. Dejó que se fuera sin más, y ella se dedicó a preparar sus cosas. Tenía bastante que colocar en el carro, y además debía ver si podía conseguir algo de comida en las cocinas, y grano para las mulas.

Empacó todas sus pertenencias, y luego se dirigió a Intendencia. La gente de Cho'n Delor era rica, y cuidaba bien de sus aliados. Era más que posible que la ayudaran sin cobrarle los pertrechos.

Cuando ya lo tuvo todo dispuesto, dedicó unos minutos a la oración. Era raro, sí, pero no sabía de qué otra manera llamarlo. Habló en su interior con su abuelo, Añoranza. Y le pidió entereza, fuerza...

KHADESA:

- Los esclavos te ayudan a cargar dos barriles de agua (un total de 100 raciones de agua).

- Dos sacos de raciones de carne seca (un total de 20 raciones).

- Tres sacos de harina para gachas (un total de 30 raciones).

- También consigues una lona gruesa de 4 x 4 metros y cuatro postes de madera de dos metros de largo.

KHADESA:

- Cuando terminan de cargarlo todo en el carro, descubres que Kamaria ya ha salido.

- Tan sólo te espera para despedirse de ti Yumma la Medio Calva. Te explica lo que ella cree es la mejor ruta para llegar hasta las fuerzas centrales principales de la Compañía Negra.

- No estás segura de si te está indicando bien o mal.

Atiendo a las indicaciones de Yumma con interés, concentrada en sus palabras y sus ojos. Cuando termina la abrazo, cálidamente.

-Gracias, hermana. Espero que nos encontremos igual de bien que cuando parto, en el momento en que volvamos a vernos.

La estrecho, el contacto de su piel y la mía es amplio.

KHADESA:

- Uso de Magia. Dificultad 15.

- Si la consigues: Averiguar Intenciones, con un bono de +1, dificultad 12.