Partida Rol por web

- Por supuesto. - respondo a Plumilla mientras me acerco a Odio para comprobar como se encuentra. Luego seguiremos con las clases aunque para seguir me gustaría salir del campamento para enseñarte mejor como localizar las plantas sobre el terreno. - añado. La Práctica siempre es mejor que la Teoría.

- ¿Como estás? - pregunto a Odio cuando abre los ojos.

No añadió mucho mas a las palabras de Michou: neutras en su mayoría, pero acertadas.

Hay razón en lo que dices- dice- en esta batalla hemos tenido habilidad y algo de suerte. Pero no todas serán así, tenlo por seguro- ya con Recio bien alimentado, acaricia la cabeza del animal- bueno, es hora de que pruebes mi montura. ¿Estás listo?

Odio estaba tendido, incapaz de hacer mucho más que articular un par de palabras.. cuando Plumilla se acercó y habló. En ese momento los ojos del hiena se abrieron todo lo que podían... esa era la voz que lo había acompañado todo ese tiempo, en sueños.. y que le había mantenido conectado con el mundo de los vivos. No podía ser otra, seguramente le hubiese cuidado, eso era lo que Plumilla hacía... Pero Odio, en aquél momento, tumbado y desfallecido, acababa de contraer una promesa consigo mismo.. y con la joven. Intentó estirar un brazo y agarrarla, para que no se marchara, quería hablarle.. contarle lo que pensaba, pero apenas podía sacar fuerzas para hablar.. cómo para mover un brazo.

Ella se fue y quedó allí Ojopocho, que se dirigió a él.. Odio tenía la mirada tranquila, mucho menos cargada de ira  que de costumbre, apenas tenía energía para ello.. y en esos momentos se sentía sereno. Intentó contestar, pero no pudo... así que movió la cabeza en un leve asentimiento..

El movimiento de cabeza de Odio es suficiente para mi en estos momentos pues significa que poco a poco va volviendo en si.

- Tranquilo. Quédate quieto y sobre todo no hagas movimientos bruscos. - le digo. Voy a ver como están esas heridas.

Dicho esto le tumbo y empiezo a observar el trabajo que Plumilla ha hecho con Odio.

Zina sonríe a Loor.

- "Ve con tu alumno, de lo contrario al final tendré que cobrarte la consulta." -

- Ojopocho revisa los vendajes de Odio y los coloca bien, pues se los había soltado un poco en sueños.

Tras la revisión Loor mira a la segunda pitonisa y asiente. Que la mujer no quiera hablar entra dentro de lo normal, y lo cierto es que desea acercarse a Odio y ver que está bien. 

- Gracias Plumilla. Y gracias también Zina, segunda pitonisa - dijo sin dar importancia a que la pitonisa no hubiera si quiera querido saber lo que le preocupaba 

Con paso firme, seria, abandona la tienda, y mira como Plumilla se aleja.

- Plumilla voy a ver a Odio. ¿Por qué no vienes conmigo? Si está despertando es bueno que sepa y pueda agradecer a quien ha salvado su vida. Ven conmigo, recluta. Has actuado bien  

Dicho esto, y ya sin esperar que Plumilla le haga caso o no, camina hasta donde se encuentra Odio

- Buenas futuro hermano - dice mirando a Odio con una sonrisa- Me alegra que la muerte no haya logrado arrebatarte de nuestro lado - con cierta dificultad toma asiento a su lado

La visión de Loor y sus palabras.. Futuro hermano.. dibujaron una mueca en el rostro cansado y desgastado del hiena, que parecía mucho menos allí caído e inmóvil. Casi pretendía ser una sonrisa, de esas que hacía mucho que no dibujaba. Sin embargo, pronto sintió un sentimiento de vergüenza y culpa... y apartó la mirada de su mentora. Había luchado, pero no había conseguido el objetivo y sus heridas lo deshonraban, al menos eso pensaba el hombre... 

Hubiese deseado poder levantarse, hizo un amago tratando de sacar toda la energía que le quedaba, que apenas era nada. Pretendía parecer más fuerte... pero no lo logró, y el desasosiego se apoderó de su mirada... pérdida en algún lugar de la tienda.

Loor le reconfortaba con su presencia, pero al mismo tiempo le recordaba su miseria. 

Al ver que Loor entra en la tienda le hago un sitio junto a Odio.

- Parece que mejora de sus heridas pero todavía está débil. No creo que pueda hablar mucho. Aunque sin duda le alegrará volver a verte. - le digo a Loor. Por cierto, ¿como estás tú?

Campaña asintió ante las palabras de su padre, que parecía conocer perfectamente en qué dirección se movían los pasos de la Compañía Negra.

- Y esa puerta... ¿Está muy lejos, Padre? - preguntó Campaña con curiosidad, dejando de trabajar por un instante.

El sol se ocultaba bañando la tierra del color de oro fundido que poco a poco iba dejando paso a las sombras. Plumilla había rechazado silenciosamente la oferta de Loor cuando ésta fue a ver a su pupilo, tres ya eran multitud, no quería ni imaginarse lo que debían ser cuatro.

Ojopocho y ella deberían posponer la búsqueda y reconocimiento de plantas  para cuando el sol estuviera no en lo alto, no escondiéndose en el óbito del ocaso. Regresó silenciosa al campamento tirando lejos de ella el fino palo que había usado para hendir el aire (consiguiendo sólo hacer un leve ruidito del palo al moverse). Asomó la cabeza por la tienda de heridos haciendo que las rastas crearan una cortina oscura cayendo sobre un hombro y suspendiéndose en el vacío.

-Llega la noche-dijo a título informativo-¿he de traer algo para los heridos, Ojopocho?-preguntó sin alzar la voz para no perturbar el descanso de los yacentes.

- "¿La Puerta de Galdan? Creo que a unos tres días de viaje de aquí, pero no estoy seguro, hijo." -

A Sabandija le acosaban las pesadillas. Los fantasmas de su familia campaban a sus anchas en el reino entre la consciencia y la inconsciencia donde se encontraba.  El dolor era terrible pero apenas tenía fuerza para mover ni un solo músculo.  Pero eso no era lo peor. El fantasma de su mentor lo atormentaba ahora también. Oía su voz, veía su ojo rojo mirándole, implorándole ayuda. Pero él lo había intentado…¿por qué  le atormentaba entonces?. Entre delirios logra decir:

- ¿Por qué?...Ojopocho…
 

Michou miró a Sicofante y asintió, trago saliva mientras se acerco a ambos sin decir nada, estaba nervioso, podía salir volando si y acabar mal parado si a aquél caballo le apetecía.

- Trae algo de comer para los que están conscientes. - le respondo a Plumilla.

Justo en ese momento Sabandija empieza a hablar en sueños así que me acerco a él y apoyo mi mano en su frente.

- Tranquilo Sabandija. Estoy a tu lado. - le susurro. Te pondrás bien y serás un gran hermano juramentado.

- Todo bien, Ojopocho, no te preocupes- dijo Loor con una medio sonrisa, y luego miró a Odio, pensativa- No debes esforzarte en levantarte. Has peleado, y estás vivo. No hay bajas en la compañía, y hemos vencido. A veces unos somos heridos, a veces otros. Eres un soldado, no sólo un guerrero, y tienes motivos para estar contento. Este es un mundo cruel... a mi la certeza de estar trabajando para un mundo mejor, me da fuerzas. Mi diosa me permite combatir, y pelear, y matar. Y hago todo eso, y más haría, porque el mundo en el que vivo es así. Pero habrá otro lugar, mejor que este. Y por ello, como por la Compañía, estoy dispuesta a hacer cualquier cosa

Tras el alegato Loor se queda mirándolo, pensativa

- Hasta el mejor guerrero del mundo es limitado. Hasta él rodeado por enemigos, caerá, y será destruido. Por eso la fe, por eso nuestros hermanos. Yo soy afortunada. Tengo a la compañía, y tengo mi Diosa. Ahora debes descansar, Odio. ¿Acaso yo era peor guerrera por ser herida luchando por mi gente y cumpliendo mis obligaciones? Son los traidores, los mentirosos, los cobardes, los malos guerreros... ellos son los que deben sentir vergüenza- dice mientras mira al guerrero tendido, interpretando su silencio y malestar de forma bastante acertada

Móntalo con firmeza y sin miedo- aconseja- si te pones nervioso Recio lo notará y la cosa te irá peor, créeme. Yo guiaré al caballo desde aquí, así que no te preocupes por nada. 

Rastrojo había estado haciendo tiempo, escuchando las enseñanzas de Ojopocho a Plumilla, y aprendiendo alguna que otra cosa sobre plantas que aún no sabía. Pero no podía posponerlo eternamente...

Se untó las manos de la pomada de la Segunda y empezó a masajear los pies de Enmascarado para que la sustancia se extendiese.

Desearía estar muerto...

Sí, Rastrojo lo desearía antes que seguir con esto. Enmascarado también lo desearía después de todo el dolor sufrido en la hoguera.

Las manos del chamán fueron acariciando las piernas del herido, subiendo poco a poco. Hasta los muslos. Los atléticos muslos de un guerrero ágil y entrenado.

Sacadme de aquí... Espíritus, por lo que más queráis, llevadme bien lejos.

La yema de sus dedos chocaron con la tela del taparrabos de Enmascarado. Rastrojo se preguntaba hasta qué punto se extendían las quemaduras. Después vino un escalofrío de repelús que le advertía de que su imaginación estaba llegando demasiado lejos. Daba igual. Rastrojo tendría que hacer la comprobación visual de las heridas.

Lo que hay que hacer para que llegue vivo a la ceremonia un padrino para mi juramento... Y justo cuando se empiezan a juntar más espectadores.

Cogió el taparrabos a cada lado de las caderas de Enmascarado, tiró hacia abajo y vió... Algo horrible. Rastrojo estaría traumatizado de por vida.

- Ahm... Campaña entiende - respondió una vez que había comprendido a dónde se dirigían.

Después de eso se entregó al trabajo durante un buen rato, sin decir nada, solamente dando martillazos para enderezar las herraduras dobladas por el largo viaje. Cuando casi había terminado, se limpió el sudor de la frente con el antebrazo y se acordó de algo en lo que había pensado.

- Padre, Campaña ha pensado una cosa - dijo Campaña.- Campaña cree que la Compañía tiene muchas lanzas del enemigo, pero hacer falta armas mejores, espadas o hachas... y también armaduras. Campaña cree que habría que fundir las lanzas y fabricar espadas... Campaña podría ayudar.

Asintiendo, Michou tomó aire y se subió a los lomos de Recio, completamente preparado para su entrenamiento, miró a su mentor con determinación, iba a demostrar que no era un cualquiera y que era merecedor de pertenecer a la compañía.

-Listo