Partida Rol por web

ENJAULADOS:

- Os encierran en una jaula en el campamento enemigo.

- Lombriz está malherido, pero aún así trata de esconderse entre los muertos. Es descubierto y puesto con el resto.

- Todos sois concienzudamente desarmados. A Peregrino, Jabalí y Caracabra además les atan las manos a la espalda con cuerdas mojadas.

- Asesina, Lombriz y Codorniz se debaten durante horas entre la vida y la muerte. Nadie recibe atención médica de ninguna clase por parte de los captores, ni siquiera os dan comida o agua.

- Durante las dos primeras horas, Asesina y Lombriz logran estabilizarse por sí mismos. Lombriz incluso parece consciente buena parte del tiempo. Codorniz se debate entre estertores, tosiendo sangre hasta que finalmente la pobre niña expira. Ni siquiera acuden a retirar su cadáver.

- Los enemigos entretanto parecen muy ocupados atendiendo a sus heridos, enterrando a sus muertos y quemando a los muertos de la Compañía en una gran pira junto al arroyo.

TIRADA OCULTA:

- De Escuchar. - Dificultad 10.

Los captores me desarman, me atan con cuerdas mojadas y me meten dentro de una jaula de madera que parece ser lo suficientemente firme, aunque quizás si Campaña estuviese aquí la pondría en problemas. De todas maneras, no hay caso. Nada de lo que pueda intentar tendría buen fruto pues huir de ella es ser asesinado por todos los soldados con los que no pude acabar.

Veo a Codorniz morir frente a mis ojos y nada puedo hacer. Lamentablemente no murió como una Hermana Juramentada, pero  lo intentó y, aunque fuese suya, derramó sangre por La Compañía antes de caer y sucumbir.

En ningún momento separo mis ojos de mi espada: Quiero saber donde está, si la recogieron, si la dejaron tirada, quien la tiene, todo es relevante para mí, pues su katana es el alma del guerrero y si no muero antes de salir de aquí, no descansaré hasta recuperarla. Mis oídos se mantienen atentos mientras me mantengo en silencio, con los ojos clavados en el camino de mi arma, a la espera de obtener algo que me sirva para informarme de nuestra situación actual.

Escucháis claramente a una campamentera gritar cuando es arrastrada por el suelo de los pelos, luego varios bandidos abusan de ella y finalmente la golpean con palos y las cantoneras de las lanzas, dejándola inerte, tal vez muerta.

Delante de su tienda de campaña (más lujosa que el resto), el Comandante del Triplete juguetea con su nuevo botín, ignorando la violación de la campamentera y los actos criminales de los hombres bajo su mando.

El jueguete con el que juguetea, fascinado por su factura impecable y calidad de forjado asombrosa, no es otro que la espada curvada de Peregrino.

El grito alertando de nuestra posición a los enemigos vuelve a resonar en mis oídos. De nuevo estoy completamente rodeada, luchando nuevamente contra casi una decena de enemigos. El filo de una espada casi me rebana una mano pero inclino lévemente el cuerpo hacia la derecha y la esquivo. Ya sabía su trayectoria de antemano. Me agacho con rapidez ante una lanza que amenaza con clavarse en mi pecho y, con un movimiento previamente comprobado, golpeo la mano de mi enemigo con mi codo, desarmándolo y provocándole una lesión. Sin pararme a mirar, pues ya conozco de sobra la situación, lanzo contra el enemigo que tengo delante mi machete, logrando que este se clave en su ojo y darle muerte. Justo cuando cae el cuerpo un nuevo enemigo ocupa su lugar y se lanza contra mí, cargando con su espada. Se perfectamente donde está la lanza de mi anterior enemigo así que la sujeto y la clavo en el pecho del hombre. Esta vez no voy a intentar sacar la lanza sino que, como una vil carroñera, cojo la espada del hombre que acaba de morir y, tras dar un giro de 180 grados, rebano el cuello a otro de mis enemigos. Nadie ocupa el lugar del hombre del Triplete. Perfecto, la situación va a mejor. En ese momento dos enemigos cargan furiosos contra mí, lanzando ambas hojas contra mi pecho. Mis reflejos felinos me salvan por poco y consigo agacharme lo suficiente como para esquivar la carga y poder clavar mi espada en el estómago del atacante. El arma se clava lévemente en su estómago, no lo suficiente como para darle muerte. Mi instinto me dice que tenga cuidado pero no puedo dejarle vivir. Le clavo aún más el arma en las entrañas, matándolo finalmente. Sin embargo la victoria es amarga pues alguien me golpea en la espalda, provocándome un dolor increíble y haciéndome caer. Los demás aprovechan ese momento para acabar con mi vida. Vuelvo a escuchar el grito de nuestros enemigos alertando de nuestra posición. Nuevamente estoy rodeada pero ya se algo más de lo que debo hacer. Poco a poco, paso a paso, tajo a tajo, muerte a muerte. Al final conseguiré vencerlos a todos y vivir.

PEREGRINO:

- No habéis recibido ninguna clase de atención médica, ni tan siquiera el mínimo humanitario. Ni tampoco un poco de agua o alimento en todo un día completo.

- Pese a ello, logras recuperar 4 puntos de golpe, por lo que ahora tienes en total 17 (sobre 28).

JABALI:

- Pese a las paupérrimas condiciones (no habéis recibido ninguna clase de cuidados médicos, ni tan siquiera alimento o un poco de agua en todo un día), recuperas 3 puntos de golpe. Ahora tienes 5 (de un total de 31).

Los gritos me despiertan. Miro a mi alrededor y lo único que veo son los barrotes de una jaula. Sigo muy débil y soy incapaz de hacer nada, reconozco esa voz que no cesa de gritar. Con algunas de las pocas fuerzas que me quedan apenas puedo mencionar unas palabras a duras penas perceptibles pues más bien son un leve susurro -Cabrones, atreveros conmigo si sois hombres- Vuelvo a desmayarme.

Mantengo mi vista fija en el líder de los enemigos, que está admirando mi espada. No se equivoca en hacerlo pues es un arma con una manufactura perfecta, hecha a mano durante mucho más tiempo del que se demora una de las burdas armas que se ocupan en esta parte del mundo. Su calidad y sus materiales de primera la hacen una gran obra de artesanía.

Escucho a la campamentera gritar mientras le toman como trofeo y luego la golpean hasta matarla. Ni siquiera miro cuando sucede pues es algo que toda mujer debería saber como posible cuando decide que su camino será el de una guerrera. Incluso a los hombres les puede ocurrir con enemigos especialmente degenerados, y se debe estar dispuesto al momento de rendirse pues al hacerlo, uno se somete a los deseos de su captor. Es por eso que no me rendí y si no fuese por esa maldita maniobra, aun estaría luchando o habría muerto con la gloria que merece un guerrero sin miedo.

Solo giro la vista cuando Lombriz parece despertar, grita unos desafíos y vuelve a caer inconsciente. Pensaba que estaba muerto, pero parece haber sobrevivido. Se demorará mucho en reponerse y dudo que sea de alguna utilidad, pero es mejor mantenerlo vivo. Miro a mis dos compañeros despiertos: Caracabra y Jabalí. Les hago un gesto afirmativo con la cabeza, pues fueron guerreros feroces y lucharon con valor. Su rendición no es una vergüenza pues realmente estaban acabados y no retrocedieron nunca a pesar del peligro.

Debemos hacer algo, debemos forjar un plan para salir de aquí. Lamentablemente mientras el sol esté alto en el cielo, nada de lo que hagamos será disimulable. Debemos esperar a la noche, debemos esperar al amparo de las sombras y que estas amarras se sequen para poder intentar recuperar nuestra libertad.