Partida Rol por web

Derviche recogió su poca pertenencia y esperó, distraída, la marcha del pelotón. Miró como una hormiga cargó una enorme miga que se les cayó de la cena.

No prestó mucha atención a lo que se habló a su alrededor. Solo levantó la cabeza cuando se oyeron voces extrañas a su alrededor. Lo que vio la sorprendió en gran manera.

Todo pasó tan rápido que tardo en darse cuenta de que era una broma. Apretó los dientes agarro firme su cimitarra y justo cuando la tenía que levantar se dio cuenta de que eran compañeros conocidos.

No le pareció nada divertida la broma, lo único que apreció fue el sigilo descomunal de los exploradores. Era una muestra de su gran talento.

Inclinó la cabeza y asintió ante las nuevas ordenes de permanecer en el lugar.

Aprovechó el momento para acercarse a Manta. No se le daba nada bien dar las gracias o comunicarse con sus compañeros, pero el gesto de su vago compañero exigía un digno comportamiento de la fanática.

-Me siento mejor, gracias. Fue lo único que dijo. Bajó su cabeza en señal de respeto y esperó a que su compañero recogiera la manta.

Luego se dio la vuelta y buscó a su amiga por el suelo.

Malamente siguió evitando la compañía en general y en particular la de R'Gaa. Cada vez que esta aparecía en su campo de visión, él hacía lo imposible por escabullirse. Las guardias eran otra cosa, aunque R'Gaa no parecía muy dispuesta a hablar por las noches, cosa que agradecía al Viento.

La emboscada pudo haber acabado en tragedia. Se quedó con ganas de agarrar por el cuello a alguno de los exploradores y hacerles entender con su cuchillo personal lo peligroso e imprudente que era jugar en mitad de aquel lugar, pero pudo contenerse. -No creo que lo mejor para esta ocasión sea una pelea.

La orden de acampar lo decepcionó muchísimo. La única ventaja era que podía envolverse continuamente con su manta para así no coger frío...

Lejana se queda mirando al tendido con expresión ausente.

Marcado abre un saco y muestra su contenido.

- "He encontrado árboles frutales. Deberíamos de comernos toda esta fruta antes de que madure demasiado o se eche a perder." -

- "Yo he encontrado babosas. Están sorprendemente sabrosas, si las queréis probar." -

- "Vivo miente, están asquerosas. Yo tengo tasajo de buey." -

Si bien estos últimos días estuve algo callada, por no decir bastante ausente, el ver como de la nada inmovilizaban a casi la mitad del pelotón me sacó de mis pensamientos errantes.

No fue hasta que hablaron que me di cuenta de que no eran enemigos y me permití respirar. -Ni siquiera llegué a poner una mano en mi daga.- Pensé con nerviosismo.

Por otro lado, ver a Pelagatos ser desmontado por sorpresa era algo que valía la pena. Me acerqué a él luego de que montó a Orgullo. -¿Te caíste?- Le pregunté con una pequeña sonrisa en mis labios.

Todo había ocurrido como en un sueño, como a cámara lenta.

Estaba sentado en el suelo, masajeándome el hinchado tobillo y apretando los dientes por el dolor de espalda. Y una sombra por el rabillo del ojo me hice girar la cabeza, algunas figuras se movían por detrás de las tiendas agazapadas. Llevaban armas en las manos y parecían listas para atacar. Intento advertir a los demás con un grito, que muere ahogado en mi reseca garganta. Intento levantarme y sacar un arma pero un fuerte calambre me hace caer a plomo habiendo apenas levantado un palmo el culo del suelo. Vuelvo a caer pesadamente con una mueca de dolor y un agónico calambre en la espalda que me impide siquiera moverme. Las figuras saltan sobre mis compañeros, les reducen o inmovilizan a punta de lanza. Son K´hlatas, eso no tiene sentido, estamos muy lejos de la llanura.

Mi mente abotargada por el dolor tarda en reconocerles como miembros de la compañía, no entiendo nada. Y después sus rostros amenazantes se relajan, sonríen y saludan. Su broma me va a costar unos buenos dolores.

Ahora tenemos instrucciones de hacer campamento aquí, el enemigo esta cerca y necesitamos prepararnos. Espero que mis dolores disminuyan en ese periodo, aunque es una esperanza muy débil.

El clima se volvía cada vez más crudo y los días se hacían más breves. La marcha empezaba a hacer mella en los heridos y en los enfermos. Miraba a su alrededor y los rostros de aquellos no le inspiraban mucha tranquilidad.

De repente, unos pasos a la espalda de guerrero y en un instante se encontraban emboscados. El orgullo y la paranoia del hombreton no se perdonaban aquel descuido. La pericia de aquellos exploradores era notable, si no fueran aliados ya se encontrarían todos muertos. Maldita sea.

Se incorporó lentamente y esperó a que se organizara el acampado. Le realizó una seña a su pupila para que se preparara para la practica.

Miré con enfado a Codorniz.

-¿Quieres dormir en la intemperie cada día, graciosa? - le susurré en Oscuro. - Y debes saber que si no hubiesen sido los exploradores, estarías muerta. ¿Has acaso reaccionado de manera instintiva para sacar tus armas? Armas de las que por cierto aun no me has hablado. - añadí al recordar que le había preguntado por su estilo de lucha sin recibir respuesta - No todo es tan divertido. Ahora ve y pídele, con respeto, al soldado Marcado si te puede dar dos piezas de fruta. Una para ti y una para mí.

Quería ver cómo esta recluta trataba a sus superiores, aunque conmigo ya estaba siendo insolente, pues el resto de su grupo parecía ser insubordinado por completo.

"No debería haber dicho el "con respeto". Así ya va avisada."

Dejé de hacer bromas cuando Pelagatos amenazó con sacarme de la tienda, pero aún así no saqué mi sonrisa de mi rostro.

-Era solo una broma. No hay necesidad de enojarse.- Le dije en un tono más calmado. Luego agregué. -Y no me trates como tu sirvienta. Que seas soldado no te da derecho a darme ordenes, sinó a tener más privilegios que yo. Conseguiré tu comida esta vez, pero el trato era que yo arme la tienda, cosa que estuve haciendo.- Acto seguido, me di vuelta para conseguir la comida que me pedía, ya que tampoco convenía hacerle enojar demasiado.

Me acerqué a Marcado.

-Mi soldado.- Le llamé, usando la forma de hablar con la que uno se refiere a un superior. -¿Podría darme un par de frutas para mí y el soldado Pelagatos?- Pregunté señalando a mi compañero de tienda, a lomos de su caballo.

CARACABRA:

- Los Exploradores te tomaron por sorpresa al igual que al resto de tus compañeros.

- Al menos, te encuentras razonablemente bien de salud.

TRANSCURREN DOS DIAS.

- Han transcurrido dos días más, mientras permanecíais acampados con total tranquilidad.

- Gracias a los Exploradores, tampoco ha faltado comida ni agua.

A lo largo de aquellos días no hablé con nadie, me mantuve en silencio tratando de observar las nubes y poner mi mentalidad en posición de defensa. Debía empezar a hacerme a la idea, más tarde o más temprano estaría luchando.

Fue entonces cuando mi nuevo tutor me dirigió un leve gesto para acercarme, me acerqué a Jabalí y mantuve mi mirada fría y serena. Iba a obedecer sus órdenes, si mi mentor quería comenzar mi práctica y ver lo realmente desastrosa que era en todo, no podía decir otra cosa que "adelante".

Me mantuve a su lado, esperando ir a algún lugar más abierto o con menos personas para practicar decentemente.

A pesar de que todos estén más nerviosos, Manta agradece la llegada de los exploradores. Es verdad que el susto que les dieron fue enorme, pero desde el primer momento Manta pensó que lo mejor era tomarlo como algo que mejorar, no como una humillación. Era una suerte que ellos les hubieran pillado desprevenidos. Ahora todos tendrían más cuidado, él incluido.

Además, la llegada de los exploradores implicaba dejar de caminar, poder descansar prácticamente todo el día y tener fruta para comer. Y si el motivo para acampar era que el enemigo estaba cerca, mucho mejor para todos. Al menos así estaban prevenidos también por eso.

Desde la llegada de los exploradores, Manta había notado distinto a Caracabra. A veces pensaba en preguntarle qué le pasaba, pero Manta no era de los que se meten en la vida de la gente. Además, no es así como se trata a alguien con un puesto más elevado, y que puede tener poder de decisión sobre ti.

Tras ser sorprendidos por los exploradores, todo volvió a la normalidad. Guepardo no tuvo que salir muy lejos a explorar, pues se quedarían acampados. No dudó en hacer varias rondas de reconocimiento por los alrededores por si se acercaba el enemigo. Incluso dejó algunas pequeñas trampas, como ramas secas en un sendero de hierba o arena trazada en un par de caminos de arena. Con ello podría saber si alguien había pasado por allí. Le hubiera gustado enseñarle esas cosas a Chamán Rojo, pero éste estaba demasiado delicado de salud como para estar deambulando por el bosque. También pensó que era momento de utilizar las hierbas, pero no quería pedirle ayuda a su discípulo estando en tales circunstancias. Decidió esperar.

Cierto día se acercó a Malamente y le preguntó: —¿Quieres entrenar? —Supuso que al guerrero le haría, como a él, poca gracia entrenar con una hembra, por mucho que fuera discípulo de R'gaa.

Derviche pasó los días descansando y haciendo pequeñas tareas en el campamento improvisado. A la hora de la comida cogió su ración y trajo a su tutor la suya, al acabar se encargó de tirar los restos. Recogió leña para el fuego, limpio su espacio y el de su tutor de desperdicios, entrenó, oró a su Diosa y meditó.

Empezó a ponerse tensa con el paso del tiempo, esperar un ataque no garantizaba la victoria. Pensó que descansados tenían alguna oportunidad de no morir todos y los heridos mejorarían con el reposo.

Se sentó en el suelo a comer y no hablo con nadie. El suelo fue su amigo los últimos días. Recogió ramas y las cubrió con hojas para fabricar un jergón a malas maneras, pero era mejor que nada. Por las noches se acurrucó en su hueco y durmió a la intemperie.

- "Ah, estoy realmente aburrido. Espero que Sedoso les haya sacado ya la información a esos espías." -