Partida Rol por web

La alumna que jugaba con Riddle mire con incredulidad el tablero, como si no pudiera creer la jugada que tenía ante sus ojos y ni parece escuchar como Riddle se despide de ella. No os habéis dado cuenta, pero en realidad, no han jugado solo una, sino dos partidas. Y parece claro quien ha salido ganador de ambas.

-¿Dispuesta a demostrarme su talento, señorita Battletower? -se acerca al comprobar que efectivamente, vuestra partida ha concluido- Siempre y cuando el señor Black tenga la amabilidad de cederme su puesto, claro.

Mira a Alphard como si esperase que con esas sencillas palabras el Slytherin se desvaneciese en el aire.

Cuando me da la razón, a pesar de no tenerla, asiento con condescendencia con un asomo de sonrisa que podría verse de superioridad aunque la realidad es bastante distinta. Sus palabras de la partida jugada hace dos días me pillan descolocado y elevo la vista, que tenía fija en el tablero esperando su movimiento, para encontrarme con sus ojos inquisitivos.

- Claro.

Comento a la vez que repaso mentalmente la frase buscando algo que me he debido perder, anteayer no jugamos... , pienso antes de ver su movimiento de salida; ante su movimiento típico adelanto mi peon para parar su avance en una respuesta agresiva, ¡anteayer fué la reunión! seguro que quiere decirme que vuelve a haber una, mismo sitio y supongo que misma hora, pero ¿cuándo? ¿¡hoy!? Me quedo mirando fijamente uno de los peones que se está rascando la oreja mientras espera mis órdenes, da igual, de todas formas no voy a ir. El que se haya presentado Riddle hace que mis resquemores de hace dos días, con respecto a reunirnos demasiado a menudo, se incrementen exponencialmente, no voy a ir cada vez que alguno tenga ganas, deberá ser muy importante para arriesgarme, los que no me conocen podrían llamarme paranoico pero yo ya sé lo que es vivir sin saber de dónde puede venir el siguiente ataque.

Battletower adelanta otro peón y comienza la batalla, me centro en el tablero, en la destrucción de las piezas menores y en retirar los fragmentos. Un nuevo movimiento y mi caballo, con un floreo muy vistoso, le clava la lanza a su torre; tengo a su reina muy presionada y al rey a punto de rana de chocolate. Con su comentario ladeo ligeramente la cabeza en señal de que lo he oído, mis ojos fijos en el casillero; cuando manda a su alfil interponerse aprieto los dientes pero decido seguir con la estrategia agresiva y hago que mi reina intervenga. Mi pestañeo cuando ésta queda destruida y guardo sus pedazos en la caja, me he llevado por delante a la suya y cada vez tiene menos opciones; entonces se enroca y cuando veo moverse la torre protegiendo al rey me pregunto si su apellido tendrá algún significado especial.

Mi mirada se ha quedado prendada de la ficha almenada durante unos instantes, por fin parpadeo y reanudo el combate; no sé cuanto tiempo pasa mientras las piezas se deslizan y se destrozan mutuamente, no tengo claro en qué momento mi ventaja se acabó pero el movimiento de su torre acercándose a mi rey y sus siguientes palabras me dicen que la partida ha llegado a su fin. Con la torre... pienso repasando las últimas jugadas, a ver cuándo tengo ocasión de preguntarle.

Elevo los ojos y me agrada la expresión de su rostro, me trae a la memoria otro momento, tan feliz... y tan lejano, acabo bruscamente recordando que mi vida no me pertenece, que siempre he de hacer lo que se espera de mi; las palabras de Riddle a pocos pasos de nosotros son otro amargo recordatorio de las obligaciones, me levanto sin prisa y me despido de ambos.

- Señorita Battletower, como siempre un placer - inclino la cabeza en su dirección - cuando tenga algún momento libre me gustaría que me explicase en qué momento me ha tendido la trampa. - en mi tono burlón no se puede apreciar nada inusual pero mis ojos se fijan en los suyos con una advertencia muda - Señor Riddle, no se fíe de su hermosa cara.

Apenas una mirada a su rostro y me aparto de la silla, obviamente mis últimas palabras son de cortesía pues sin esperar respuesta por su parte me alejo despacio. Mi mirada vaga por las cabezas inclinadas y al final me siento en una mesa vacía, saco pergamino y pluma, y comienzo a anotar los últimos movimientos.

Observé cómo el señor Riddle se acercaba a nuestra mesa dejando a la pobre muchacha desazonada tras de sí y sentí mis mejillas enrojecer de nuevo. - ¡Por Merlín! No puedes sonrojarte cada vez que un muchacho te mire, Alice Battletower. - Me recriminé a mí misma, asintiendo con la cabeza a sus palabras mientras una sonrisa asomaba a mis labios. 

Capté la mirada de Alphard cuando se dirigió a mí e incline la cabeza a modo de despedida, plenamente consciente de la advertencia que había en sus palabras. De ambas. - Cuando lo desee, señor Black. - Dije mientras él se alejaba. Tomé aire lentamente. Iba a ser realmente difícil compartir mesa de juego con el señor Riddle y permanecer tan cerca de él con normalidad. 

Las piezas ya estaban listas para ser usadas de nuevo* y alcé la mirada, esperando que tomase asiento frente a mí. - ¿Tiene alguna preferencia sobre el color, señor Riddle? - Pregunté con voz suave, haciendo un esfuerzo por mantener la serenidad y dejar de comportarme como una niña tonta.

-Negro. Siempre uso el negro cuando juego. Me recuerda los misterios que aún no he descubierto, los secretos que me quedan por explorar. ¿A usted le gustan los misterios, señorita Battletower?

Sus manos, varoniles y sin embargo delicadas, se deslizan sobre las piezas antes de asirlas y empezar a rellenar el campo de batalla. Por su modo de hacerlo, parece estar cumpliendo un pequeño ritual. Primero el rey. Luego las torres, cubriendo los flancos. Los alfiles, dispuestos a deslizarse por donde menos se lo espera. Los caballos, piezas inestables, les siguen. A continuación los peones, las piezas sacrificables. Y por ultimo, casi con desdén, posa la reina en su posición, como si fuera una pieza más incómoda que poderosa.

Los movimientos de sus manos me resultaban casi hipnóticos mientras colocaba las piezas y tardé un par de segundos en empezar a poner cada figura blanca en su lugar. Sus palabras me hicieron alzar la mirada, buscando algún doble sentido en su rostro, pues por un breve instante se me pasó por la cabeza que fuese una forma de hacerme saber que era consciente de que estaba metiéndome donde no debía.

- Lo cierto es que sí. Me gustan los misterios y los acertijos. - Reconocí en voz baja mientras devolvía mi mirada al tablero y terminaba de colocar mis piezas. Lo mejor sería tratar de mantener una conversación normal. - Peón de rey a E4. - Susurré hacia el tablero, contemplando por un segundo al pequeño peón empezando a avanzar antes de volver a levantar la mirada. - La curiosidad es probablemente mi mayor defecto. - Añadí, esbozando una pequeña sonrisa y haciendo una pequeña pausa antes de hablar de nuevo.

- ¿Por qué el negro le sugiere eso, señor Riddle? - Pregunté entonces, frunciendo levemente mi ceño con curiosidad. - ¿Acaso son oscuros esos secretos que desea explorar? - La sonrisa continuaba en mis labios, quitándole peso a mis palabras, pero bajé tímidamente la mirada hacia el tablero al darme cuenta de que quizá mis ojos estaban posados sobre él con demasiada intensidad.

Si, pienso en el futuro constantemente. Unas veces para recordarme porque me esfuerzo aquí, y otras, para intentar imaginar lo que será el día de mañana sin los compañeros y rivales que tengo hoy día.

Pero no pienses que no disfruto de vivir esta experiencia, eso sería una verdadera tortura. Me gustan mis amigos, y me gustan las clases, unas más que otras, por supuesto. Me gusta la escuela, y la sana competitividad que hay la mayoría de las veces.

Yo disfruto mucho de este club, por ejemplo.

En ese momento la última de sus torres había caído, dejando indefenso a su rey, a merced del caballo de su contrincante. Aquella partida había resultado algo caótica, para ambos jugadores.

No habían definido una buena estrategia desde el principio, y le acababa de costar la partida.

Pero si te soy sincero, prefiero tener un objetivo, uno claro, uno por el que merezca la pena el esfuerzo, uno que de sentido a lo que hago. Es igual para todos, todos tienen objetivos, unos aprobar, otros conseguir destacar en deporte o duelo, otros conseguir una plaza en el ministerio de Magia, quien sabe cuántos mas.

Pero todos tenemos un objetivo, yo lo único es que tengo claro que ese objetivo es mi futuro, y que he de llegar  a él lo suficientemente preparado.

No dijo nada sobre la carga familiar que era ser un Ravenclaw, y tener que demostrar que estaba a la altura del apellido familiar. Porque tampoco quería hacerse ver como si estuviera maltratado por la historia y por las tradiciones, pero en cierto modo, su obsesión por destacar como alguien eficiente estaba supeditada a ese sentimiento que todos los Ravenclaw tenían desde niños.  

Bueno, Lady Nicks, creo que esta mano se la lleva usted. Ha sido un verdadero placer jugar, y no dude, que la charla ha sido igual de placentera.

Luego la vista de Alister se giro para contemplar con cierto horror como Riddle ahora el contrincante de Alice, pero a los pocos segundos se sonrió. Esa chica era mucho más dura de lo que la gente quería creer, quizás fuera quien pillara desprevenido al joven perfecto.

Sus ojos buscaron también a Black, quien anotaba las jugadas, como antes hiciera él mismo. No era el momento de ponerse a hablar con él, aunque le hubiera gustando saber que pensaba de aquel extraño día que estaban viviendo.

-Me alegra ver que ambos tenemos algo en común. -responde, empleando el mismo tono de voz que has usado, aunque el tuyo denota cierto nerviosismo mientras que el solo transmite tranquilidad. Examina unos instantes el tablero antes de desplazar el peón de la torre derecha dos casillas al frente. -pero no creo que su curiosidad sea un defecto, mas bien al contrario. Hace mucho más interesantes a las personas. Aunque algunas no lo necesitan en absoluto.

Esas palabras resuenan de tal manera que claramente van dirigidas hacia a ti, pero Tom continua hablando antes de que puedas pensar mucho en ellas.- El negro es el color de la oscuridad, de lo oculto a los ojos de los demás, de las posibilidades que encierra aquello en lo que poca gente posa la vista. Los mejores secretos se encuentran en lugares oscuros y prohibidos, ¿no cree? La Sección Prohibida es un claro ejemplo de ello. Hay muchos misterios encerrados en ese rincón, algunos más oscuros que otros, pero sin duda fascinantes.

Calla unos breves instantes, como si temiera haber hablado demasiado de sus pasiones. Porque es evidente que ese tema lo emociona. Sus ojos brillan, claramente entusiasmados, y un leve atisbo de emoción se cuela en su inmutable rostro. Y sin embargo, por primera vez, te resulta algo siniestro. 

-¿Puedo pediros un favor?

Una sonrisa tímida asomó a mis labios al darme cuenta de que hablaba de mí, sin embargo, enseguida mi mente lo apartó, centrándose en sus siguientes palabras, mucho más interesantes y reveladoras.

Escuchaba con expresión fascinada su pequeño discurso, cada vez más lleno de emoción y contemplé el brillo de sus ojos en aquellos segundos de silencio, mientras no podía evitar pensar en que el señor Riddle resultaba tan atrayente como peligroso. Sentía el aguijón de la curiosidad instándome a preguntar más, a seguir llevándolo por ese camino en el que parecía abrirse ante mí. Durante un instante creí comprender la sensación de los faquires muggles que jugaban con peligrosas serpientes tratando de encantarlas. Era una metáfora apropiada sin duda al aplicarla a la Casa a la que pertenecía el joven. ¿Pero hasta qué punto no eran precisamente los faquires los que estaban siendo encantados por ellas?

Su pregunta me sacó de mis pensamientos y me di cuenta de que me había quedado ensimismada mirándolo. Parpadeé, avergonzada, y asentí con la cabeza. - Por supuesto, señor Riddle. Si es algo que está en mi mano puede contar con ello. - Respondí con la naturalidad de quien disfruta ayudando a los demás y dedicándole una sonrisa nerviosa antes de posar los ojos en el tablero durante un instante. Me llamó la atención que empezase con el peón de torre, pero lo cierto es que demasiadas cosas en él avivaban mi curiosidad como para resolverlas todas. - Peón de reina a D4. - Susurré hacia las piezas antes de volver a levantar la mirada, intrigada por la naturaleza del favor que querría pedirme.

-Espero que no resultar impertinente, pero me gustaría...si os parece bien...¿puedo llamaros Alice a partir de ahora?

Su petición es tan propia de él. Tom Riddle, el perfecto caballero, siempre tan cuidadoso y atento en sus modales. Otros habrían empezado a tutearte mucho antes, pero no él. Nunca da un paso en falso en lo que se refiere a educación y etiqueta. Y el detalle de mostrarse ligeramente avergonzado por sus palabras solo consigue aumentar su atractivo personal. No es de extrañar que casi nadie en Hogwarts desconozca el nombre de Tom Sorvolo Riddle.

-Caballo a C6.

Su petición me resultó tan sorprendente como apropiada. Encajaba por completo con el señor Riddle y al mismo tiempo era totalmente diferente a lo que solía hacer la mayoría de mis compañeros poco dados a conservar unos modales adecuados dentro de Hogwarts.

Tuve que contenerme para no suspirar arrobada al pensar en lo caballeroso de su comportamiento, y su gesto avergonzado me resultó sencillamente encantador. El brillo de curiosidad de mis ojos aumentó mientras mis dudas aparecían una vez más. Si realmente todo esto era una fachada, era una realmente buena. Si no hubiera sido el profesor Dumbledore quien hubiera acusado al señor Riddle, jamás me lo habría creído. Y aún así, me costaba imaginar por qué un joven tan... perfecto podría querer hacer algo así.

- Por supuesto, señor Riddle. - Respondí, mirándolo embelesada durante un instante. - ¿Y significa eso que yo podría llamarlo Thomas? - Pregunté entonces esbozando una sonrisa tímida antes de bajar los ojos hacia el tablero. Ciertamente estaba muy poco concentrada en la partida. Acabábamos de empezar y ya tenía que defender mi posición. Sin pensar demasiado susurré en dirección a las piezas. - Alfil a F4. 

Algunos compañeros que ya han terminado de jugar se acercan un poco a mirar la partida, siempre manteniendo una distancia respetuosa para no molestar, una manía profundamente arraigada en todos los miembros del club. No es un hecho extraño, pero tu partida de hoy parece despertar más expectativas que de costumbre.

-En realidad, solamente es Tom, únicamente Tom. Pero si quieres llamarme así, por mi está bien. Suena muy distinguido, aunque no tanto como Alice.

La partida avanza durante unos cuantos intercambios más sin que volváis a hablar, pero puedes notar que Tom tiene algo en la lengua. Cuando una de tus torres asesina violentamente a su alfil, su susurro te sorprende.

-Tenía pensado...no soy muy aficionado, pero el próximo partido de Quidditch promete, tenemos nuevo capitán. Si no tienes otros planes, podríamos vernos allí.

Noté cómo mi enfrentamiento sobre el tablero contra el señor Riddle atraía más miradas curiosas de lo habitual y durante un instante me distraje, mirando a nuestro alrededor. Suponía que era la presencia del muchacho la causante y que no tenía nada que ver conmigo, pero aún así tuve que hacer un esfuerzo extra para concentrarme en la partida que continuaba en silencio. - De acuerdo, Tom. - Susurré devolviendo mis ojos al tablero.

Las piezas se movían por los escaques llenándolos de pequeños escombros y polvo mientras nos manteníamos en un silencio concentrado, roto tan sólo por los susurros que daban órdenes a las pequeñas figuras sobre los movimientos. Mi mirada se escapaba en ocasiones del tablero para posarse durante breves segundos en mi contrincante, quien suscitaba en mi pecho curiosidad y temor a partes iguales. 

Y mientras los restos de su alfil terminaban de caer su susurró me sorprendió haciendo que una vez más mis ojos se posaran en su rostro y mis mejillas se sonrojasen. Lo extraño de la petición me hizo sospechar de nuevo durante un instante que tal vez era consciente de lo que nos traíamos entre manos. Quizá le había llegado algo sobre nuestra reunión en el despacho del profesor, prevista para el mismo día del partido. Sin embargo, no parecía tener intenciones más allá de sus palabras y la reunión debería terminar antes del partido. Alan, Helene, Ingo y Alphard no podrían asistir de otro modo.

- Oh, yo... - Empecé, titubeando y mirando de nuevo a nuestro alrededor, avergonzada de que tanta gente estuviera pendiente de nuestras palabras. - Lo cierto es que no tenía pensado asistir... - Continué en un susurro tan tenue como el suyo mientras volvía a mirarlo a él. - Pero siendo así será un placer verte allí. - Terminé, sin llegar a explicar qué era lo que me había hecho cambiar de opinión. Un cosquilleo de nerviosismo empezó a recorrer mis brazos y traté de añadir algo más para relajar un poco la tensión que me apretaba el estómago. - Aunque tal vez anime al equipo contrario. - Bromeé entonces esbozando una pequeña sonrisa, antes de bajar de nuevo la mirada hacia el tablero, esperando su siguiente movimiento.

A pesar de estar anotando algo en el pergamino que he sacado, mi atención se centra realmente en la partida que comienza a desarrollarse en la mesa que acabo de dejar; tengo dos motivos importantes, primero saber hasta qué punto es bueno Riddle en ajedrez y observar sus movimientos y jugadas - Tengo que asegurarme de que si nos enfrentamos le gano, como me ganase él, recibiría una carta no muy alentadora y no tengo ganas... ¿habrá algo que no haga bien? el quidditch y seguro que si se pone a ello también destaca. -, y segundo estar atento por si hablan de algo que no sea parte del juego.

La primera respuesta es de esperar - Está claro que yo soy su preferencia*-, pienso con mi habitual humor ácido que reservo solo para mí mismo. Veo su ritual a la hora de posicionar las fichas, algo totalmente normal en un jugador habitual, y me parece curioso que deje la reina para el final, la deja con cierta desidia, y es un dato que guardo mentalmente - ¿Será indicativo de lo que piensa de las mujeres poderosas, del poder, o del aparente poder? -. Y pienso aparente porque a pesar de hacer todo el trabajo en el tablero, la pieza realmente importante y por la que se decide el ganador es el rey; que habitualmente no hace nada - Sólo dictar los movimientos en la sombra -, el último pensamiento me provoca un escalofrío en la espalda pero lo alejo rápidamente para no perderme el resto de lo que sucede.

El tema de conversación elegido es muy revelador. - Misterios y secretos casan muy bien con la imagen de alguien que tiene un nivel de magia como el que dañó a Dracons - pienso mientras aguzo el oído para no perderme detalle, la pregunta de la ravenclaw hace que sonría interiormente ante su audacia pero la última frase de la respuesta de mi compañero de casa me parece de un descaro exagerado. La mención de la biblioteca hace que recuerde que les dije que debían investigar qué volúmenes habían pedido Riddle y los suyos - Me pregunto si me harán caso u obviarán mi sugerencia por no participar mas activamente. Espero que al menos lo intenten aunque no creo que averigüen nada, me temo que es demasiado cuidadoso con sus acciones; aunque ahora sería un buen momento para preguntarle si él ha entrado en ese lugar que tanto le fascina -.

Lamentablemente la pregunta que ansío no llega, por contra escuchar que el "perfecto" Tom Riddle pide un favor hace que sin darme cuenta me humedezca los labios, las siguientes frases me parecen totalmente carentes de relevancia y con la clara intención de ganarse la confianza de la chica pero sigo en mi papel de 'ajeno' expectador. Al menos me mantengo así hasta que los que han acabado sus respectivas partidas se acercan un poco y forman un corro a su alrededor; antes de que alguien se ponga delante mío y sea demasiado evidente mi movimiento, recojo los útiles de escritura y me levanto apoyándome ligeramente en el pupitre de cara a los contendientes. Así me aseguro que nadie se interponga en mi línea de visión pero no hago ningún acercamiento.

Cuando después de varios movimientos por fin Riddle vuelve a hablar, tengo que hacer uso de todo mi talento en disimular emociones - ¿La está invitando al partido de quidditch? ¿será una cita romántica? - no lo creo pero no encuentro ningún otro motivo, al menos hasta que el recuerdo de un pensamiento que he alejado rápidamente momentos antes vuelve a mi mente - a no ser que quiera que sea su reina...-. Estoy por hacer alguna estupidez para llamar su atención y que no acepte pero el estupor ha hecho que pierda unos segundos preciosos y llegue tarde, Alice acepta; ya está decidido, cualquier retroceso en su decisión sería peor que haberse negado en un principio.

Una media sonrisa aparece en su rostro como muestra de satisfacción y extiende su mano hacia la tuya...solo para mover una de las piezas más alejadas. Estáis tan cerca que el más mínimo movimiento de uno u otro resultaría en un roce. Tom se da cuenta y sonríe, pero por las miradas de alrededor puedes ver que no es el único que se ha dado cuenta. Si antes las miradas eran simple curiosidad, ahora se han tornado en ávido interés.

-Espero que no te moleste que nos veamos allí. Con gusto te acompañaría, más tengo una conversación que no admite demora en modo alguno. Pero tened por seguro que allí estaré.

Y su afirmación parece remarcarse cuando un violento caballo aplasta con sus pezuñas una de tus torres, originando un pequeño estruendo que parece resonar unos instantes antes de volver al silencio habitual de la sala.

El nerviosismo apretó mi estómago cuando su mano se extendió hacia la mía y mis dedos temblaban ligeramente. - ¿Va a tocarme? - Pensé, conteniendo la respiración durante un instante. Sin embargo, su mano tomó una de las piezas y me sentí aliviada en mayor parte. Aunque también apareció una sombra de decepción en mi pecho a la que intenté no prestar atención en ese momento.

Podía sentir las miradas curiosas de mis compañeros atentos no sólo a la partida, sino también a nuestras palabras y gestos, haciendo que necesitase un esfuerzo extra para continuar mostrándome serena y concentrada en la partida. Al escuchar de nuevo la voz de Tom levanté la mirada y le devolví una sonrisa más inquieta que la suya. Tenía una conversación ineludible antes del partido... ¿Tendría algo que ver con nuestra reunión? Si sabía de ella podría estar tratando de sonsacarme o averiguar si yo asistiría. O tal vez se le había escapado esa pequeña pieza de información. Aunque ciertamente no me parecía que Tom Riddle fuese alguien que dejaba que nada se le escapase. 

- Por supuesto que no es ninguna molestia. - Respondí, tratando de relajar mi sonrisa y hablar con naturalidad. - Iré con Charlotte y podremos vernos allí. - Pensar en mi hermana me  hizo contener un suspiro. No le iba a gustar en absoluto saber que había estado jugando con el señor Riddle. Mucho menos enterarse de que vería el partido con él. 

Bajé la mirada al tablero y lo contemplé en silencio durante algunos segundos. La pérdida de esa torre había sido un golpe para la estrategia que estaba siguiendo. Pero el movimiento de su caballo me había abierto un camino nuevo, que no tenía intención de desaprovechar. - Alfil a D7. - Susurré. Y tras contemplar cómo la pieza obedecía y repasar el tablero una vez más por si acaso estaba pasando algo por alto, añadí dos palabras más. - Jaque Mate. 

Levanté mis ojos de nuevo buscando los suyos con una cierta fascinación. Había sido una partida difícil, pero más que por las jugadas que habían tenido lugar sobre el tablero, por la tensión que había conllevado lo que sucedía fuera de él. Suponía que al terminar la partida también lo haría nuestra conversación, así que incliné la cabeza en un pequeño gesto cortés. - Gracias por la partida, Tom. 

Tus palabras hacen que Tom Riddle se quede pasmado mirando el tablero, con los ojos bastante abiertos, como si de algún modo esperase algún tipo de broma o un intento de distracción. Pero cuando se percata de que es cierto, hace una pequeña reverencia y coge los pedazos del pobre rey masacrado, haciéndolos girar entre sus dedos, mientras vuelve a sonreír, aunque esta vez de manera algo forzada.

-Vaya...parece que me he distraído demasiado hablando. Será mejor que la próxima vez no uses una voz tan dulce o mucho me temo que no seré un buen rival de ajedrez.

Los alumnos que os rodean están a punto de aplaudir por el excelente espectáculo, pero la fría mirada del profesor Chat, que no se había percatado hasta este momento de toda esta atención, les disuade en su mayor parte y solo se oyen unas palmaditas ahogadas de algún que otro. Por su parte, Riddle recoge su mochila y se levanta de la silla, ofreciéndote su mano para ayudarte a hacer lo propio.

-Ha sido divertido, pero ya he de marcharme. Recuerda que tenemos un compromiso, nos vemos. -dice, casi susurrando.

Mis mejillas se sonrojaron con la referencia que hizo a mi voz, pero su sonrisa forzada me hacía sentir insegura. No parecía que el señor Riddle estuviese acostumbrado a perder. Ni que le gustase que hubiera sucedido. - Has sido un rival magnífico. - Respondí cortésmente mientras le devolvía la sonrisa.

Mi estómago cosquilleó al aceptar su mano para levantarme y asentí con la cabeza a sus palabras. - No podría olvidarlo. Allí nos veremos. - Respondí a su susurro en el mismo tono y después contemplé cómo se marchaba. 

Empecé a recoger los restos de las piezas y meterlos en la caja, con la esperanza de que las miradas lo siguieran a él y no se detuviesen en mí y cuando terminé busqué disimuladamente a Alister y Alphard con la mirada, tratando de averiguar por sus expresiones si se habían enterado de mi conversación con el señor Riddle y qué pensaban de ello.

La siguiente frase deja acordado el encuentro, el detalle de que Riddle también tiene una conversación ineludible hace que me pregunte con quién será, y que me apunte mentalmente intentar averiguarlo. Después de un corto pero denso silencio, ella susurra su nuevo movimiento y segundos después anuncia el final de la partida; a pesar de mi semblante sereno de siempre por dentro una sonrisita acude a mi mente, sobretodo al ver la cara de incredulidad de Riddle.

Aunque al verlo sonreir despues y el tono de sus palabras hace que el escalofrío vuelva a recorrer mi columna, puede que esté condicionado por lo que nos contó Alice hace unos días, pero eso me ha sonado a una amenaza de dejarla sin voz o algo por el estilo.

Cuando se levantan me quedo un momento mas en mi sitio, todavía con el vello de punta y frío en el cuerpo; al ver salir de clase a mi compañero de casa, me relajo un poco y mi mirada se cruza durante un instante con la de la ravenclaw. Una ceja se eleva en mi rostro y niego una sola vez con la cabeza antes de recoger mis utensilios, el gesto puede ser interpretado por los observadores ajenos como de decepción porque Riddle haya perdido también contra ella; pero espero que Alice vea mas allá de esa postura de 'piña con la gente de la casa' y se lo tome como una advertencia para que vaya con mucho cuidado.