Partida Rol por web

Asiento a sus palabras, parece que ha entendido lo que pasa, o al menos una parte, y mi corazón me da un pinchazo en el pecho -Ya está, ya no es un secreto. Ahora vendrán las miradas distintas-.

-Sí, que alguien se quede con él. -digo conforme con su propuesta -No hay tiempo que perder.

Y me dirijo al quicio de la puerta, donde los goznes de ésta aparecen retorcidos por la fuerza ejercida sobre ellos, y hacia el pasillo para buscar ayuda... y responder a varias preguntas inevitables. Recuerdo que padre me ha dicho que tenía una reunión con el director, espero que me de tiempo de encontrar una buena excusa para lo sucedido antes de que esto se haga de dominio público.

No esperaba que el hechizo me saliera tan bien, en principio solo tendría que haber tirado la puerta abajo, pero todo había salido perfecto. Saqué a Alphard de debajo de aquellos escombros con un fuerte tirón mientras compartía con mi hermana una mirada significativa. El pobre parecía bastante confuso a juzgar por las tonterías que decía. Y entonces me dí cuenta de que hablaba totalmente en serio. 

¡Te acabamos de salvar, pedazo de...! Estaba a punto de soltarle un par de cosas en su desagradecida jeta cuando Alice me miró, tratando de transmitirme algo. Solo me tomo un segundo entender lo que quería, aunque no sus motivos. ¿Para que fingir todo esto? Aquel tipo... bueno, el padre de Alphard, estaba evidentemente inconsciente. Nadie podía fingir tan bien y aunque pudiera solo nos tomaría un momento averiguarlo. De momento les seguí el juego, pero esperaba una explicación más tarde.

-Perfecto, no tardéis en volver. 

Miré al hombre en cuanto se fueron. Conque de verdad era su padre... la verdad, no sentía la menor lástima hacía él. Se merecía todo lo que le estuviese pasando. Por quién se sentía lástima era por Alpard. No era de extrañar que fuera tan reservado y desconfiado con los demás. Vivir en la misma casa que este ser no tenía que ser nada agradable...

Cuando Charlotte accede a quedarse, atravieso la abertura y ando varios pasos mirando disimuladamente hacia todos lados para cerciorarme que no hay nadie a la vista. Después de estar seguro que estamos solos me acerco a una ventana sacudiendo el uniforme, e intento limpiar la sangre y los restos de serrín de mi rostro usando el cristal a modo de espejo improvisado. Me arde la herida en la cara, me duele el brazo al levantarlo y siento la espalda entumecida pero a pesar del dolor no dejo que ningún sonido salga de mi boca, mi mandíbula está muy apretada, y mis ojos secos miran mi reflejo con odio.

No quiero ir a buscar a nadie para que lo cure, preferiría que se quedase así para siempre, pero sé que no puedo -Es mi padre-. Debo seguir intentando ser el hijo perfecto que quiere, aunque nunca lo consigo, siempre hago algo mal y luego he de pagar las consecuencias. Si se enterase de lo que ya he hecho, no solo hablar si no confraternizar con 'sangres sucia' y muggles, no estoy seguro de que volviese a ver la luz del sol.

Seguí a Alphard hacia el pasillo y una vez allí suspiré, sintiendo los músculos de los hombros tensos. Lo contemplé en silencio mientras se acercaba al cristal y se examinaba. No tenía muy buen aspecto y me preguntaba qué parte de ello se debía al hombre que habíamos dejado atrás inconsciente y qué parte tendría que ver con el hechizo de Charlotte. Aunque en cierta forma si nos habíamos visto obligadas a romper así la puerta había sido también culpa de aquel tipo, por cerrarla mágicamente. 

Cambié el peso de una pierna a la otra y me acerqué un paso más, sin estar segura de qué pensar al respecto. Sin embargo, sí sentía que no podíamos perder el tiempo pues no sabíamos cuánto tardaría el hombre en despertar. Así que aunque me daba la sensación de que Alphard necesitaba tomarse un momento, finalmente me decidí a ser yo quien rompiese el silencio.

-¿Qué ha pasado ahí dentro? -pregunté indecisa-. ¿Por qué te atacó de esa manera y cerró la puerta? Pensamos... Bueno, creímos que tal vez era alguien haciéndose pasar por tu padre. - Me llevé una mano a la frente y me la froté con suavidad. -Deberíamos ir a buscar a Dumbledore, sea lo que sea. Él podrá arreglarlo seguro.

Enfrascado en mi reflejo no me percato de que Alice se acerca hasta que oigo su voz, sus preguntas hacen que heridas ya borradas de mi piel me vuelvan a doler. Sé que les debo una explicación, a ella y su hermana, pero no estoy preparado para hacerlo. No todavía. 

- Cometí un error, todo lo que mi padre hace es por el bien de la familia, las trampas no son una buena carta de presentación. -me giro mientras hablo, el odio va dejando paso a la tristeza -Vayamos a ver a Dumbledore.

Con un gesto le cedo el primer paso y me dispongo a seguirla hacia el despacho del profesor, la versión completa tendrá que esperar.

Busqué los ojos de Alphard a través del reflejo del cristal y contemplé con rostro sereno cómo cambiaba su expresión hasta volverse triste. Pasé a mirarle a él directamente cuando se giró. Querría haberle dicho algo que lo consolase, pero no se me ocurría qué o cómo. También me habría gustado preguntar más, saber a qué se refería con eso de las trampas, pero... 

- Sí, vamos. - Asentí con la cabeza y me puse en marcha hacia el despacho de Dumbledore. Él sabría arreglarlo, estaba segura de eso. 

Lo único que os recibe cuando llegáis es una puerta cerrada. Dumbledore no se encuentra aquí, ¿tal vez en esté en alguna de sus clases? 

-¿Intentando forzar el despacho de un profesor? 

Aquella voz rasposa y de avanzada edad del celador os sobresalta, una cualidad que incluso después de sufrirla mil veces sigue teniendo el mismo efecto en vosotros, como si siguierais siendo los inocentes alumnos de primero de hace cuatro años. Sabiendo exactamente lo que vais a encontrar al giraros, no os sorprende la presencia de Agnus y su fiel gato Mittens, que os miran como si acabasen de encontrar un filón.

Arrugué la nariz con un leve fastidio al encontrar la puerta del despacho cerrada, empecé a mirar a Alphard, sin estar segura todavía de a quién podríamos acudir en lugar de Dumbledore, pero antes de que dijese nada esa horrible voz detrás de nosotros me hizo envarar la espalda de inmediato, como un resorte. 

-Por las barbas de Merlín, qué mala suerte -pensé mientras giraba sobre mis talones para encarar al celador y a su gato. Y por cierto que me gustaban los animales, pero aquel bicho con su gorro de Papá Noel me parecía cargado de una perpetua malignidad que me ponía los pelos de punta, casi tanto como su dueño. 

-No. Claro que no -respondí con mirada clara y voz serena, cruzando las manos por delante de mí-. Estamos buscando al profesor Dumbledore, pero parece que no está aquí. 

Miré de reojo al señor Black y me lancé a decir algo más, con una remota esperanza de que no terminásemos metidos en líos por culpa de ese tipo. -¿Sabe usted dónde podríamos encontrarlo, Agnus?

Al llegar al despacho Alice intenta entrar pero la puerta se encuentra cerrada -Y ahora qué, el director...- una voz a nuestras espaldas interrumpe mis pensamientos, una voz que siempre he intentado evitar. Los profesores son estrictos en sus clases pero en los pasillos es Agus quien toma el control, y para desgracia de los alumnos le gusta hacerse notar. Me giro lentamente -Lo que nos faltaba, problemas con el viejo y su ridículo gato- pienso mientras exteriormente pongo mi mejor cara de neutralidad.

Dejo que sea mi acompañante quien se encargue del tema hablando por los dos, al fin y al cabo yo no tengo demasiada relación con el profesor pero ella sí,  y de todos es sabido. 

Su nariz tiembla un instante mientras sorbe. Siempre está ansioso por castigar, casi se puede oler en él ansias de escuchar un par de súplicas acompañadas con el sonido del látigo. Otros estudiantes ya estarían en su despacho, pero todo el mundo sabe la relación de Alice con el profesor Dumbledore y lo que pasaría si su alumna fuera castigada sin motivo. Soltando un gruñido, responde a la pregunta.

-Se encuentra reunido. Y ahora dejad de merodear por los pasillos u os pondré a limpiar los baños.

Se retira de allí con paso lento, seguido uno segundos después por su gato, que os enseña los dientes antes de partir con su amo. 

Contuve un suspiro de alivio hasta que Agnus empezó a alejarse con su paso renqueante. Sin embargo, la tranquilidad por haber salido de ese encuentro sin más que esa amenaza de limpiar los baños, se vio sustituida de inmediato por la inquietud de no saber dónde estaba el profesor Dumbledore. 

Me quedé pensativa un instante y después me giré para mirar a Alphard. -¿Y qué hacemos entonces? El director Dippet es mucho más severo que el profesor Dumbledore... Y no tengo ni idea de dónde puede estar reunido para que vayamos a buscarlo. 

Miré la espalda de Agnus alejándose. Tal vez podríamos intentar sacarle más información y averiguar dónde estaba el profesor... Arriesgándonos a terminar frotando el suelo de los baños con un cepillo de dientes o algo similar. Fruncí la nariz asqueada con esa idea, pero dudando en serio si intentar alcanzar al celador. 

-¿Y si... -comencé, volviendo a mirar a Alphard. Al fin y al cabo era su padre, así que me parecía que tenía derecho a decidir él el siguiente paso-. ¿Y si buscamos a algún otro profesor? Dicen que la señorita Farewell es muy comprensiva, aunque yo no tengo mucho trato con ella.

Y es que precisamente Vuelo no era una de mis asignaturas preferidas. Vaya, que se me daba fatal. Todavía recordaba que en primero me había mareado tanto que me había caído de la escoba. Había sido terrible y si había vuelto a montarme en la escoba fue sólo porque era necesario para aprobar el curso. Aunque podría asegurar que aquella había sido de lejos la peor calificación de todo mi expediente. Casi me daban náuseas de recordarlo.

La respuesta del celador es descorazonadora, ir directamente al director es la única opción que veo pero antes deberíamos hablar de lo que vamos a decir. Estoy pensando en ello cuando Alice me mira y después de varios pensamientos en voz alta propone otro profesor, profesora más bien, niego con la cabeza mientras le contesto.

-No creo que sea una buena opción, -es una mujer- pienso sabiendo las ideas de padre, pero no lo digo y en cambio añado una razón mía, siempre cubriendo a la familia -después del partido no quedó muy contenta con mi actuación.

-Ni otros... Debí haberme lanzado de la escoba, hubiese sido mejor- niego de nuevo con la cabeza para alejar esos pensamientos que ahora mismo no me ayudan y se me ocurre otro nombre. A ver si el insigne apellido, que tanto me pesa llevar, me puede ayudar en esta ocasión.

-Quizás antes de 'molestar' al director deberíamos ir a hablar con el señor Slughorn, es el jefe de mi casa. -acabo la frase como si esa información, que es de dominio público, fuese crucial -Yo... gracias por lo de antes. -mi mirada esquiva la suya mientras empiezo a andar hacia nuestro nuevo destino, de nada me va a valer intentar negar lo que han visto ella y su hermana -Deberíamos decir que os he dicho que tropecé al ir a entrar en la sala, y lo de la puerta cerrada... padre quería decirme algo sobre un asunto familiar y no quería que nos interrumpiesen.

Conforme avanzo voy mirando atentamente a nuestro alrededor, cualquier indicio de gente hará que calle y que mi gesto cambie a uno de urgencia y gravedad.

Fruncí un poco el ceño cuando mencionó el incidente del partido. -Vaya, no había pensado en eso... Pero es verdad que no debe estar muy contenta con él. 

Empecé a rastrear mi mente, buscando alguna otra opción cuando él mencionó al profesor Slughorn y asentí, abandonando esa tarea. No iba a ser como encontrar al profesor Dumbledore, a él no tendríamos que mentirle y seguro que nos ayudaba con el asunto más peliagudo... Que no era socorrer al hombre inconsciente, sino evitar que le pegase al señor Black. Pero dentro de lo malo, siendo el jefe de su casa y con esa debilidad que tenía por las familias importantes, seguramente fuese nuestra mejor opción. 

Empecé a caminar a su lado y negué con la cabeza a su agradecimiento. -No hay nada que agradecer. Nos asustamos y pensamos que a lo mejor te habían descubierto espiando y era alguien disfrazado... Hicimos lo que habría hecho cualquiera. -Suspiré entre dientes y me quedé pensativa por un momento. -Pero si decimos eso... No explica por qué rompimos la puerta, ¿no?

Hice una pausa y añadí algo más, con voz suave y sin mirarlo para que no se sintiera avergonzado. -¿Tú estás bien? ¿Es siempre así?

La explicación de Alice hace que apriete la mandíbula, "hicimos lo que habría hecho cualquiera" es una frase con la que no coincido, pocas de las personas que conozco harían eso por mí. Alejo ese pensamiento de mi mente cuando expone sus dudas y me dispongo a aclarárselas, aunque antes de poder hablar añade unas últimas palabras que me duelen. Trago saliba para bajar el nudo que se me ha formado en la garganta y contesto con la voz todo lo neutral que puedo.

-Vosotras me visteis atravesando la puerta de malos modos -sin darme cuenta he pasado a tutearla, no siempre se pueden ocultar los sentimientos -y a un hombre que no era un profesor entrando precipitadamente detrás. No sabíais quién era. Cuando tratasteis de entrar estaba cerrada y pensasteis... bueno pensasteis que algo iba muy mal.

No quiero hablar del otro asunto, sé que lo hace de buena fe pero no puedo airear los asuntos familiares, no es lo que me han enseñado que se debe hacer. Claro que hace un tiempo que he empezado a dudar de todo lo que me han enseñado que es lo correcto. Miro de reojo en su dirección y veo su perfil delicado, preocupado -¿Por mí? De verdad merezco su preocupación...- 

-No siempre es así. Sólo cuando... cuando no se cumplen sus expectativas, y éstas suelen ser altas. -al final lo he dicho, algo en mi interior se abre al compartir mis pensamientos íntimos y, en cierta forma, me libera.

Asentí con la cabeza a su propuesta de explicación de lo sucedido. Sonaba bastante bien. Al menos plausible y bien mirado era muy cercano a lo que había sucedido en realidad. Aunque esperaba que nos diese tiempo de avisar a Charlotte antes de que tuviera que dar su versión. Confiaba en las capacidades de mi hermana para improvisar, pero lo que dijese tendría que encajar con lo que dijéramos nosotros. 

Sin embargo, las últimas palabras de Alphard me sacaron de esas reflexiones y a pesar de que no quería mirarlo para no incomodarlo, lo hice. Ni siquiera era capaz de imaginar cómo debía ser estar en su lugar, en una familia de renombre y todo eso. Mi ceño se frunció con molestia ante la idea de que alguien pudiese tratar así a un chico como él, pero cuando hablé lo hice con un tono sereno. Me negaba a compadecerlo por algo que no era culpa suya. Bastante tenía ya con lo que cargaba encima.

-No imagino qué expectativas no podrías cumplir tú, por altas que sean -dije con sinceridad, tuteándolo de nuevo sin querer, tal vez por la cercanía del momento. Era un chico guapo, educado, inteligente, gentil, buen estudiante y hasta estaba en el equipo de quidditch-. No es que seas un pendenciero precisamente, ni nada por el estilo -añadí, resumiendo mis pensamientos en esa frase que realmente se quedaba corta.

Volví a mirar hacia delante sin dejar de caminar, pero todavía añadí algo más. -Lamento que sea así. No se me ocurre qué podría hacer pero si puedo ayudarte en algo... Cuenta conmigo, ¿vale? -Ladeé la cabeza para mirarlo y le dediqué una pequeña sonrisa de ánimo mientras mis mejillas se sonrojaban con suavidad. -Para eso estamos los amigos.

A pesar de que hacía unas semanas apenas lo conocía, me di cuenta en ese momento. Era cierto que estaba empezando a considerarlo un amigo.

Hechos = Pollux se levanta tras haber sido atacado. Reconoce la voz de su agresor. Coge a Charlotte, que no se puede resistir. Furioso, va directo a la reunión, llevando a Charlotte con él, donde se encuentran los jefes de las Casas (Kettleburn, Galatea, Morrowind Bella, Slughorn y Dumbledore por haber encontrado a Alex). ¿Como reacciona Charlotte? El primer impulso será decir que estaba atacando a Black, pero este lo justificará con que estaba hablando con su hijo y negará lo ocurrido, dirá que solo lo estaba castigando, se limitaba a disciplinarlo. Indignados, van en busca de los responsables.

Versión definitiva: Se encuentra con Alice y Alphard mientras van a avisar a Slughorn, de modo que los lleva al despacho del director y allí explica su versión y les pide a los demás que cuenten la misma. Como se habían reunido por el tema del ataque, alguno puede incluso insinuar que pueden ser ellas las responsables. Eso crea gran alboroto.

Me tome ciertas libertades que quizás debiera haber pensado mejor. Pido perdón por ello, pero no es esa la cuestión que estamos debatiendo, sino el castigo que merece el comportamiento de estas damiselas. Estarán de acuerdo conmigo, damas y caballeros, que atacar sin provocación.

El sonido del reloj reverbera en el aire, recordándoos que el tiempo para desayunar ha finalizado. Bajando las escaleras veis como la marea de estudiantes abandona el Gran Comedor, dispersándose para acudir a sus correspondientes aulas. Contentos, relajados, sin ninguna preocupación en su cabeza más allá de centrarse en la próxima clase o completar el último trabajo atrasado. 

Dado que la mayor parte de las clases se imparten en las plantas superiores, encontráis difícil avanzar entre la multitud en vuestro camino hacia las mazmorras, donde se encuentra el despacho de Slughorn. El actual, al menos, pues corre el rumor de que ha conseguido uno en la torre este, alegando que las mazmorras son demasiado frías y húmedas para sentirse cómodo.

Para vuestra sorpresa, no sois los únicos que han ido a ver la profesor. Un buen puñado de gente se apelotona ante su puerta; algunos expresan claro desagrado ante lo que están viendo, contrastando con otros que parecen haber recibido el regalo de Navidades por adelantado. El origen queda aclarado cuando al apartarse una pareja dejan ver un pergamino colgando de la puerta, que reza lo siguiente:

"Estimados alumnos, se suspenden las dos primeras horas de clases por reunión urgente con el consejo escolar."

Las comisuras de mis labios se elevan ligeramente al oír a Alice mientras mis manos se entrelazan a mi espalda, tal pareciera que estamos hablando de la última partida de ajedrez, y no puedo evitar volver a mirarla de reojo. Esta vez me encuentro con su mirada y su sonrisa, y asiento levemente.

-No soy el mejor en nada, eso no es suficiente para un Black. Eso es ser mediocre.

Explico en pocas palabras la situación, el que yo sienta impotencia por no poder destacar en nada y acabe cometiendo errores es la gota que colma el vaso. De repente suena el reloj y las escaleras se llenan de alumnos que hacen que tengamos que dejar de hablar y dedicar todos nuestros esfuerzos a avanzar hacia las mazmorras. Después de luchar contra marea durante un rato por fin nos dejamos llevar hasta la puerta del despacho del profesor de pociones, un grupo se aglutina delante y cuando por fin puedo ver la puerta el contenido de la nota que cuelga de ella hace que apriete los dientes para evitar un bufido de exasperación.

Ya sabemos donde puede estar el profesor Dumbledore y donde posiblemente debería estar mi padre, me temo que no tenemos otra opción o irrumpimos en el despacio del director, o vamos a la enfermería. -Aunque...- Toco ligeramente el codo de mi acompañante para indicarle que nos alejemos de la gente y cuando me sigue le susurro unas palabras. 

-Los espejos, ¿"D" tiene alguno?

Me quedé pensativa con la respuesta de Alphard. Podía ser que no fuese el mejor en nada, pero era bueno en muchas cosas... Tal vez destacar en alguna de ellas tan sólo fuese una cuestión de trabajo enfocado. Empezaba a hilar una idea cuando las campanadas del reloj la apartaron de golpe y me hicieron dar un respingo. 

A partir de ahí me dediqué a atravesar la marea humana que se movía en dirección contraria. Y cuando pensé que podía respirar aliviada me fijé en el grupo de gente que se agolpaba delante de la puerta del despacho de Slughorn. Fruncí la nariz y me puse de puntillas para atisbar la nota que habían clavado en la madera. 

Negué con la cabeza cuando ya algo apartados el señor Black me preguntó. 

-No tiene -reconocí, arrugando el ceño a juego con la nariz. Eso había sido un fallo de previsión por mi parte y no me gustaba nada fallar. Deberíamos haber hecho uno para él también-. ¿Qué hacemos entonces? -pregunté cambiando el peso de una pierna a la otra ciertamente incómoda con la situación-. Seguramente el director esté también allí, es parte del consejo escolar, ¿no? A lo mejor podríamos llamar a la puerta y pedir que salga el profesor Dumbledore un momento, pero... Puede que eso nos haga dar más explicaciones todavía. ¿Y si vamos a la enfermería y pedimos ayuda allí? -propuse, indecisa. 

La respuesta de Alice, a pesar de ser la esperada, hace que tenga que aguantar un suspiro de frustración -Nada puede ser fácil...- y asiento a sus suposiciones, pues son iguales a las mías.

-Vayamos a la enfermería -susurro con urgencia mientras le cedo el paso con el brazo.

En mi mente la impaciencia ya hace que vea a padre despertándose y teniendo algún altercado con su hermana, si le pasase algo será por mi causa y no es algo que me guste. Ya me da igual no tener el respaldo del profesor, lo importante es exonerar a las hermanas de cualquier culpa.