Partida Rol por web

Empecé a caminar hacia la enfermería a buen paso, aceptando el gesto de su brazo. Estábamos perdiendo un montón de tiempo subiendo y bajando y no habíamos llegado a conseguir nada todavía. Esperé hasta estar lejos del despacho para hablar de nuevo.

—Oye, estaba pensando... —comencé entonces, sin detener mis pasos—. En realidad ser el mejor en algo puede ser sólo cuestión de entrenarlo adecuadamente. A mí se me da bien enseñar cosas, ¿sabes? —me sonrojé ligeramente al reconocer aquello en voz alta—. Si quieres... Bueno, no sé. A lo mejor podría echarte una mano con alguna asignatura en concreto para que destaques más.

La voz de Alice hace que me acerque un poco para escucharla mejor, al principio no se que decir pues nadie ha hecho nunca algo semejante por mí, pero me doy cuenta que mi silencio puede ser malinterpretado. Carraspeo ligeramente para pasar el nudo que se ha formado en mi garganta y le contesto intentando que mi voz suene normal.

-Eso es... una muy buena idea. La asignatura que mejor se me da es DCAO, quizás cuando todo esto se calme un poco podríamos practicar.

-Aunque mejor que padre no se entere- no lo llego a decir en voz alta pero no creo que después de lo que ha pasado tenga en buena estima a las hermanas Battletower.

Al ver que tardaba en responder lo primero que pensé fue que me había metido donde no me llamaban y que tal vez lo había ofendido. Así que me quedé en silencio yo también y bajé la mirada, esperando que dijese algo para disculparme. Pero cuando escuché su respuesta, levanté los ojos y le sonreí para después asentir con la cabeza.

-Trato hecho -dije, decidida-. No es de las que mejor se me dan, pero mejor. Así me vendrá bien también a mí. Cuando quieras empezamos. 

Me llamó la atención que esa fuese su asignatura preferida. O tal vez era sencillamente en la que más fácil le resultaría destacar. Pero en todo caso, sonreí de medio lado para mí misma, mientras le daba vueltas a aquello.

Continué caminando junto a él hacia la enfermería. Y tras algunos segundos añadí algo más, en un tono más bajo. 

-Espero que tu padre no te culpe a ti por lo que ha pasado -empecé, con el mayor tacto que pude-. Pero si lo hace, Charlotte y yo podemos explicarle que fue culpa nuestra, ¿vale? 

Le devuelvo la sonrisa y en mi cara se dibuja la duda cuando comienzo a pensar en cuándo empezar.

-Primero lo primero, -digo refiriéndome a la misión encomendada por Dumbledore -cuando resolvamos el asunto del intercambio comprobamos horarios.

Sus siguientes palabras hacen que ironice interiormente, no se como me las arreglo pero siempre acabo teniendo la culpa de lo que sale mal a mi alrededor, a pesar de mis pensamientos la contestación que le doy a la ravenclaw es optimista.

-Sí, claro...

Sin más contratiempos llegáis a la enfermería, situada en el cuarto piso. Como siempre, flota en ella un ligero olor a flores silvestres, un toque personal de la enfermera, y observáis como las dos de las camas del fondo tienen las cortinas corridas, indicando la presencia de heridos. La enfermera Yellow acude rauda, con las manos ocupadas en machacar el contenido de un mortero.

Explicado el problema, ella os acompaña hasta el lugar de los hechos sin hacer ninguna pregunta, como es su costumbre. Charlotte sonríe al veros, aliviada de no tener que estar vigilando más tiempo al señor Black. Con un conjuro de levitación la señora Yellow lo alza en volandas y os conmina a marcharos a clase ahora que todavía tenéis tiempo.

Cada uno os dirigís a realizar la asignatura correspondiente, teniendo que separaros. Tan solo llegáis cinco minutos tarde, de modo que aunque con caras largas, los profesores os dejan entrar y prosiguen la lección como si nada hubiera pasado. A medida que el tiempo transcurre, parece que el día va a ser totalmente cotidiano, una clase tras otra sin ninguna sorpresa interesante. 

Hasta que al finalizar la hora os encontráis conque afuera os esperan los respectivos jefes de vuestra Casa.

Mortalmente serios, os indican que los acompañéis, sin añadir ninguna otra explicación al respecto. Pronto os dais cuenta de que os llevan al despacho del director y vuestros temores se confirman cuando llegáis a veros. Slughorn pronuncia un par de palabras en un idioma desconocido y la gárgola que tenéis al frente se aparta, así como la pared que hay detrás.

Unos segundos después os halláis sentados en el despacho, ante un grupo de adultos que os miran con evidente mal humor, entre los cuales se encuentran los Jefes de las Casas restantes, el directo Dippet y varios miembros destacados de la comunidad mágica. Dumbledore también se encuentra allí, aunque con su perenne sonrisa, destacando tanto como una oveja entre un grupo de leones. Y como no, el señor Black. Su aspecto es tan elegante como antes del "ataque", sin el menor rastro de sus heridas.

Se mantienen en silencio unos dos minutos, lo cual os da tiempo para examinarla estancia. Se trata de una sala circular muy amplia, al menos el doble de envergadura que la de cualquier otro profesor. Varias columnas con bellos capiteles se unen formando una bóveda donde se representan eventos mágicos históricos. Las paredes están repletas de cuadros con los predecesores del cargo, que suman sus miradas a las del Consejo, aunque en su caso no todas son de desaprobación. Hay armarios repletos de extraños artilugios y un pequeño laboratorio al fondo. Sobre un estante también podéis ver el Sombrero Seleccionador, inerte.

-¿Sabéis por qué estáis aquí? -pregunta de improviso el director, con su característica voz rasposa.

Al llegar a la enfermería explico la versión resumida y maquillada de lo que ha ocurrido mientras mis ojos recorren la estancia, veo que hay camas ocupadas y no puedo evitar pensar que ahí podría estar yo de haber transcurrido las cosas de forma diferente. Sin preguntas de ningún tipo, esas ya vendrán luego, vamos en busca de mi padre y cuando queda en manos de la enfermera y ésta nos insta a ir a clase dudo por un instante. Espero yendo a paso lento a que se aleje y me giro hacia las gemelas.

-Gracias de nuevo, -digo mirando a ambas y con una ligera sonrisa de disculpa hacia Charlotte por mi anterior comportamiento, luego miro a Alice y acabo la frase -recuerda la versión para adultos.

Intento bromear un poco, no quiero que se preocupen por mí y asuman las culpas, quien en su afán de ganar hizo algo mal fui yo, y al fin y al cabo ya estoy acostumbrado a represalias. Me inclino ligeramente a modo de despedida y marcho con pasos largos hacia clase, lo último que me falta es llegar tarde.

Llego a clase y paso sin nada más que una cara larga por parte del profesor, intento camuflarme entre mis compañeros y no destacar para nada durante el resto del día, parece que funciona aunque en el fondo sé que el momento llegará. Así es, al salir de un aula el rostro de Slughorn destaca entre el resto. Su tono no admite réplica, tampoco podría darla, lo acompañó andando un paso por detrás y cuando llegamos frente a la gárgola tomo aire y lo suelto lentamente -Hora de la función-.

El comité que nos espera en el despacho es de lo más selecto, entro con mi mejor cara de 'chico bueno' y ni siquiera me giro cuando noto que las gemelas entran también. Mis ojos recorren a los presentes y la sala, espero que en ellos se pueda observar admiración y humildad, en realidad no son unos sentimientos tan alejados de los que siento. La voz del director hace que centre mi mirada en su persona y medio asienta antes de hablar.

-El incidente de primera hora, señor. -respondo escuetamente para luego añadir información -Ya les dije a las señoritas Battletower que cometieron un error de apreciación, que tropecé al entrar en el aula que padre me indicó de entrar para que hablásemos en privado.

Lo dicho no dista en demasía de la realidad, espero con mirada apesadumbrada la respuesta a mis palabras.

Cuando nos separamos asentí con la cabeza a las palabras que Alphard nos dedicó como despedida y le devolví una sonrisa de ánimo antes de marcharme con Charlotte corriendo hacia nuestra siguiente clase. Por el camino y entre cuchicheos le resumí lo que había hablado con Alphard y le conté la versión que daríamos, que no era mentira del todo, pero estaba un poco suavizada. Y la verdad es que agradecía que así fuera, porque mentir se me daba fatal. Se me ponía toda la cara roja y hasta tartamudeaba a veces. 

Me pasé toda la clase mentalizándome y repitiéndome a mí misma la historia hasta impregnarme bien en ella, con la esperanza de poder decirlo después con naturalidad. Y tan ocupada estaba con eso que ni siquiera fui la primera en levantar la mano cuando el profesor nos preguntó algo. 

Cuando salimos al pasillo y vi allí a la profesora Bella, mi estómago se encogió y tomé aire despacio, repitiendo en mi mente una vez más la versión que tenía que contar, sin darme cuenta siquiera de que había memorizado casi las palabras exactas que el chico había pronunciado. —Vimos a Alphard atravesando la puerta de malos modos. Y un hombre que no era un profesor entrando precipitadamente detrás...

Me concentré en mantener la serenidad, a pesar de que sentía un cosquilleo nervioso en las tripas. En realidad no habíamos hecho nada tan malo, ¿no? Como mucho había sido un error de percepción y un poco de fuerza desmedida en el hechizo. Estiré la mano para enredar mis dedos en los de Charlotte y tomar fuerza de ella al mismo tiempo que se la daba. 

Al ver el panorama palidecí un poco más de lo habitual. Mis ojos se cruzaron con los de Alphard y los míos estaban teñidos de preocupación. Sin embargo, ver allí al profesor Dumbledore era como un pequeño soplo de esperanza que ni siquiera la presencia del hombre horrible que había resultado ser el padre de mi amigo empañaba.

Cuando el director preguntó, asentí a las palabras de Alphard, sin necesidad de fingir que estaba compungida, porque lo estaba de verdad. Y un poquito asustada también. Pero cuando él terminó, enderecé mi espalda y tomé la palabra para repetir lo que había memorizado, tratando de que pareciese creíble.

—Vimos a Alphard atravesando la puerta de malos modos. Y un hombre que no era un profesor entrando precipitadamente detrás. No sabíamos quién era. Cuando tratamos de entrar estaba cerrada y pensamos que algo iba muy mal. Y luego... se nos fue de las manos. —Miré a Charlotte y luego al padre de Alphard y saqué fuerzas de ni sé dónde para dirigirme a él directamente. —Mi hermana y yo lamentamos muchísimo lo sucedido, señor Black. No queríamos romper todo, ni hacerle daño, de verdad. Sólo queríamos entrar para asegurarnos de que todo iba bien.

Tomé aire despacio y busqué la mirada de mi mentor, esperando que al menos él entendiese a partir de nuestras explicaciones qué había pasado en realidad. 

Varios miembros del Consejo asienten levemente mientras relatáis vuestra versión; alguno incluso muestra una sonrisa fugaz. Desde su asiento el profesor Slughorn parece aliviado de que haya una explicación razonable a este enredo, igual que la profesora Bella. Solos dos de los presentes permanecen igual de serios que cuando entrasteis. El director y el señor Black. El primero parece más bien cansado de este asunto, mientras que el segundo hace notar su indignación en sus cejas notablemente fruncidas. Dippet se inclina hacia adelante, apoyando sus envejecidas manos sobre los reposabrazos de su asiento.

-Si, si, una explicación muy razonable, señorita Battletower. Sin embargo sigo sin comprender porque creyeron que sería necesario entrar volando la puerta ni porque no hicieron participe a un profesor de sus temores al ver lo ocurrido. Los hechos son claros; han atacado a un miembro del Consejo y padre de un alumno hiriéndolo severamente, una acción que no puede quedar sin el apropiado castigo. Espero que los Jefes de sus Casas traten este asunto con la severidad que se merece. Ahora pedirán disculpas al señor Black y después pueden retirarse.

Dumbledore inmediatamente deja de sonreír para mirar con severidad, casi indignación, a su superior. Horace y Morrowind parecen también inconformes con la medida tomada, pero ninguno de ellos lo comenta en voz alta. Dippet no se percata de ello. Parece confiar en que lo que ha dicho es lo más sensato y que sus indicaciones se cumpliran a rajatabla. Por su parte, Charlotte parece a punto de saltar de la silla y empezar a gritar ante semejante injusticia. La vena marcada en su cuello y el modo en que aprieta los puños indican lo mucho que le está costando controlarse, para regocijo del señor Black.

Por las caras de la mayoría de los presentes parece que podemos respirar tranquilos, pero cuando mis ojos se deslizan por dos de esos rostros me doy cuenta que no será así. Debí habérmelo imaginado, padre no permitirá que esto se salde solo con una reprimenda, a él le gusta el olor del dolor. Las palabras del director confirman mis sospechas, estoy por abrir la boca y replicar que no tuvieron tiempo, que no había ningún profesor en su despacho, que no atacaron a nadie si no que el hechizo salió demasiado fuerte y la puerta golpeó a padre de casualidad. Pero no lo hago, sé que no servirá de nada pues el castigo ya había sido impuesto antes de que llegásemos, antes de toda esta pantomima, un acuerdo entre el señor Black y el director para no levantar más polvo.

Al menos me queda el consuelo que el castigo lo impondrán los jefes de casa, espero que el castigo que les imponga a las gemelas la profesora Morrowind sea acorde con su parecer y solo sea para contentar al director. Yo estoy seguro que a pesar de su rostro el profesor Slughorn querrá quedar bien con padre, por lo que no soy muy optimista respecto al mío. Elevo ligeramente la vista, con mirada compungida miro a ambos hombres y verbalizo la disculpa pedida.

-Lamento el incidente padre, ha sido por mi torpeza por lo que ha ocurrido el 'ataque'. No se volverá a repetir.

Me gustaría poder decir algo para exculpar a las chicas pero no puedo hacerlo abiertamente, padre lo vería como una debilidad, o como una amistad indebida, solo conseguiría ponerlas más en su punto de mira. Con la disculpa dicha, me quedo a la espera de la señal para retirarme. 

Estaba tan nerviosa que me temblaban las manos. Así que me sujeté una con la otra mientras escuchaba al director Dippet comunicarnos su decisión. Miré de reojo a Alphard y luego a Charlotte, aunque no necesitaba mirarla para saber que debía estar a punto de estallar. Tomé aire despacio, una de las dos tenía que obedecer al director y aunque ya me había disculpado hacía un momento en nombre de ambas, lo hice de nuevo, esforzándome en que el temblor se quedase en mis manos y no llegase hasta mi voz.

—De verdad lo sentimos, señor Black. No pretendíamos hacerle daño, nos asustamos y el hechizo se nos fue de las manos... Pero lo hicimos, así que por favor, acepte nuestras disculpas. 

No le dije que me alegraba de que estuviera bien, porque no lo hacía. Era un hombre horrible, pero horrible de verdad, no sólo un poco. Después eché un rápido vistazo hacia mi mentor y la jefa de nuestra casa. Esperaba que su reticencia hacia esa sentencia implicase que al menos el castigo no sería demasiado severo. Estiré la mano para coger la de Charlotte y apretarla con suavidad en un intento de apaciguarla al menos hasta que pudiéramos salir de ese despacho.

Agarré fuertemente los pliegues de la túnica. Todos mis instintos me gritaban, me pedían levantarme, dar un golpe a la mesa y aclarar aquella injusticia. Alphard podría estar a estas horas en la enfermería si no lo hubiésemos ayudado, pero eramos nosotras las que tenían que disculparse. Era de locos. Me pregunté que pasaría si me levantaba de la silla, saltaba por encima de la mesa y le propinaba un puñetazo al padre de Alphard en su petulante boca. Ya estaban castigadas, ¿qué podían perder?

Mi cuerpo temblaba mientras mi pecho subía y bajaba más rápido de lo normal. Estaba a punto de hacerlo cuando la voz de Alphard me detuvo en seco. La verdad se plantó ante mí. No solo no conseguirían nada, sino que muy probablemente él sufriría las consecuencias. Agache la cabeza a modo de disculpa. Sabía que si decía una sola palabra no sería capaz de mantener la calma. Agradecí que mi hermana tomara las riendas mientras yo me mordía la lengua.

-Muy bien, vuelvan a sus clases.

Con esa escueta frase os acompañan hasta la puerta. Podéis atisbar una mirada de comprensión del profesor Dumbledore antes de que esta se cierre, dejándoos solos. A través de la gruesa madera todavía podéis oír algún que otro susurro expresando disconformidad, pero estos se silencian rápidamente y la reunión retoma su curso.

Suspiré con alivio en cuanto la puerta se cerró tras nuestras espaldas. Mis ojos buscaron a Charlotte primero, agradeciéndole en silencio que se hubiera contenido. Después miré a Alphard y mis labios se fruncieron en una pequeña mueca.

—Espero que el castigo no sea muy severo. Al menos ninguno de los profesores parecían estar de acuerdo... Y podemos hablar con el profesor Dumbledore para explicarle lo que pasó. —Asentí con esa idea. —Él se ha dado cuenta de que había algo más. Seguro que intenta rebajarnos el castigo. 

Mi voz suena un poco más temblorosa de lo normal después de la impresión pasada en el despacho con todos esos profesores mirándonos y el señor Black que parecía estar deseándonos los peores males. Miré de nuevo a Alphard y me negué de nuevo a compadecerlo por algo que no era culpa suya. En lugar de eso prefería ayudarlo en la medida de mis posiblidades. Así que me esforcé por dedicarle una pequeña sonrisa.

—Si quieres podemos empezar mañana a estudiar juntos como hablamos —ofrecí, retomando aquello.

Oigo a Alice volver a disculparse y por dentro se me retuercen las tripas, desearía poder decir la verdad y tener el poder de borrar la sonrisa de la cara a padre, pero nada de eso es posible. Un miembro tan respetado de la comunidad no va a caer por las 'infundadas' acusaciones de unos muchachos resentidos. Asiento a la orden del director y me despido de los presentes inclinando levemente la cabeza, luego me doy la vuelta y aprieto los puños hasta que la puerta se cierra detrás nuestro. 

-El profesor Slughorn querrá quedar bien con padre. -contesto a la ravenclaw con media sonrisa amarga que no llega hasta mis ojos, conforme lo digo me doy cuenta de lo descortés que he quedado ante su intento de darme ánimos y enseguida rectifico mi semblante y añado algo más dulce -Pero seguro que si el profesor Dumbledore habla con él, algo mejora. 

La mirada limpia y sincera de la pelirroja me recuerda otra mirada, siento un pinchazo en el pecho y me fuerzo a enterrar esos sentimientos bien profundos -Que nadie lo sepa nunca- me digo mientras asiento a su proposición.

-Nos vemos en la biblioteca después de clases, también hemos de buscar algún método para combatir la Legeremancia.

Bueno, podía haber sido peor.

Eso es lo que te repites mientras frotas a fondo los calderos, llenos de restos de pociones incrustadas. Para ti sigue siendo un misterio como has podido meterte en este embrollo. Resulta indignante que el profesor haya tomado tus intentos como algo más... bueno, "íntimo". Al menos Slughorn prometió no revelar nada de esto siempre que te comportases. Solo de imaginar a tu padre recibiendo la noticia empiezas a sudar...

No sé qué ha pasado estábamos hablando tranquilamente y de repente me ha mirado raro y se ha levantado -Como me ha podido pasar... si solo me he interesado cortésmente por su vida y familia.- al menos ha dicho que no dirá nada a nadie -especialmente a padre- si mi comportamiento es correcto. Como que no voy a hablar con nadie en lo que queda de curso -¡Oh no!, soy el capitán del equipo... y tengo que acercarme a Lestrange- el sudor recorre mi espalda mientras busco la forma de que quede lo más masculino posible.

Vale, ¿has pensado en algún acercamiento en concreto? Es decir, un lugar, una situación, algo que te ayude a manejar el asunto...