Partida Rol por web

Los muros crujían, la embestida de los bichos estaba en su apogeo, el fuerte helado estaba siendo asediado por todos los frentes. Sobre los muros los infantes luchaban desesperadamente por replegar a los bichos sin gran éxito, la situación ahora era desesperada…, el muro era fuerte, pero los bichos eran demasiados.
Los bichos ya no salían mas por entre los muros, sin embargo la situación era desalentadora, y ya no parecía importar tanto que salieran o no unos cuantos mas de esos malditos agujeros.
El cielo se estaba llenando de bichos también. Estos ya habían hecho sus primeros ataques, aunque sin mucho éxito. Sin embargo los infantes sabían que no debían confiarse, ante un fuerte impacto de estos, seria muy fácil perder la cabeza.
En el Sureste el tanque que asolaba el muro había caído, victima de la certeza del sargento Focker y su fiel Morita; lamentablemente la ayuda había llegado tarde, dos infantes yacían malheridos y con quemaduras, mientras que en la fría nieve que alfombraba el muro se observaba el inerte y humeante cadáver de Leon Ivanovish.
Aquellos que estuvieron cerca pudieron presenciar con claridad sus últimos instantes mientras desesperadamente saltaba del tejado donde se encontraba para irremediablemente ser abrazado por la flama cáustica del tanque mientras aun se precipitaba a tierra. Su cuerpo destrozado por el acido incinerante era una imagen irreconocible de lo que antes había sido aquel infante.

En el muro sur los bichos se aglutinaban cada vez mas rápido y al momento ya deberían ser mas de 20 los que se encontraban en torno al muro. El daño que este sufría era considerable, aunque los infantes bien sabían que resistiría mucho mas. Sin embargo la puerta es lo que les preocupaba, sobre todo a Sonny y Wallace que entendían la vulnerabilidad del fuerte en este respecto. Y eso se acrecentaba debido a que tras los recientes ataques, la misma había empezado a emitir chirridos y crujidos, señal de que estaba empezando a ceder.
Si bien el sargento Focker se había hecho cargo de uno de los tanques, un segundo tanque se aproximaba ahora desde el flanco opuesto. Los infantes ya sabían del poder que este tenia y que dejarlo vivo podría salirles muy caro. Para colmo de males los bichos aéreos estaban también por caerles encima, complicando así, una situación que de por si ya era en extremo complicada.

El tanque disparó antes de que yo pudiese abatirlo y vi claramente como el soldado del escuadrón del Sargento Rendor cayó muerto bajo la terrible andanada de fluidos cáusticos, lo que derrite la piel, la carne y el hueso con una potencia despiadada. Es una de las peores muertes que he podido ver. Los ojos del infante, intentando escapar desesperado mientras el tejado sobre el que se apoyaba cedía es una de esas visiones que se le repiten a los hombres durante toda su vida, presentes en nocturnas pesadillas que te persiguen aun años después del retiro. Ahora tengo una más, como tantas otras que he ido acumulando en mis años de servicio.

"Maldita sea, ahí va el primero. ¿El segundo será de los míos?"

Grito al ver que Mkoll también fue dañado y que parece obnubilado por la terrible escena y que el otro el tanque se acerca, amenazando de la misma forma al resto del escuadrón:

 - "¡TODOS TENGAN CUIDADO, NO QUIERO MÁS MUERTOS! ¡ACABEN CON ESTOS BICHOS DE MIERDA QUE ESTÁN EN EL MURO, ESPECIALMENTE A LOS DE LAS PUERTAS! ¡Raynor, acaba con esos voladores! Acabamos de ver a un compañero morir por culpa de estás mierdas de criaturas, no permitiré que otro de mis soldados perezca bajo as fauces de estos seres. ¡PORQUE ME LLAMO FOCKER QUE ESE TANQUE CAERÁ NADIE DE MIS MUCHACHOS!"

Avanzo rápidamente hacía él con la mira fija en su cabeza y disparo con rabia, intentando acabar con aquella criatura. No conforme con ello, me esfuerzo y lanzo una segunda ráfaga contenida para intentar acabarlo de una vez.

A pesar de mis manos temblorosas había conseguido disparar y abatir a uno de los bichos, más por suerte que por que hubiera sido un buen disparo. Los nervios seguían traicionándolo. El campo de batalla era un auténtico caos y cada vez era peor. En la Fox intentábamos mantener a ralla nuestra zona pero la situación se estaba volviendo desesperada. Una sonrisa cruzó por su cara durante un instante cuando vio caer el tanque.

Bien Sargento.

El coste había sido grande, había oído los gritos de algunos compañeros bajo el fuego del bicho, no podían dejar que siguieran machacándolos y ahora se les venía encima otro problema: los bichos voladores.
El Sargento le ordenó que se encargara de ellos.

-A sus órdenes Sargento!!

Cambió la posición de disparo y buscó en el cielo el bicho volador más cercano. Las manos seguían temblándole pero intentó mantener fija su morita para abatir al bicho.

Quizás fuera por el hecho de que los bichos habían alcanzado el muro, quizás porque había caído un compañero de la Fox, a lo mejor fue por el discurso del capitán o simplemente por su deber soldado. El caso fue que Dereck se respuso y recogió su arma.

¡¡HIJOS DE PUTA!!- dispara una potente ráfaga hacia los bichos voladores- Sonny, Cabo, vosotros disparad como cabrones a los del muro. Sonia, tu dale duro al puto tanque. ¡¡QUE ESAS PUTAS CUCARACHAS NO PASEN DE AQUÍ!!

Mkoll quedó aturdido, de rodillas tal cual había caído después de evitar lo peor de la llamarada. El rifle estaba a su lado en el suelo, pero miraba fijamente, boquiabierto, las cenizas que flotaban en el aire de lo que había sido un soldado de la Infantería Móvil. Un compañero, aunque hubiera sido de otro escuadrón, y aunque Mkoll no fuera muy sociable...

Un trozo del cuerpo, parte de una mano quizá, cayó carbonizado encima de su mano, deshaciéndose en polvo y cenizas con el impacto. El infante observó aquello, frotando con los dedos las cenizas, como queriendo notar la textura a través del guante. 

Él mismo estaba quemado, y los médicos tendrían trabajo con él, pero ahora mismo no sabía si sobreviviría. De hecho, no sabía siquiera si estaba vivo, y le costaba un poco acordarse de que hacía allí. 

Con las brazos caídos estaba mirandohacia los bichos voladores. El cuerpo temblando y las manos quietas sin atreverme a apretar el gatillo del arma. De repente una llamarada gigante surgió del tanque izquierdo haciéndome reaccionar. Vi como mis compañeros comenzaban a prenderse y a sufrir heridas muy gordas. Incluso habría jurado que uno de ellos no se movía. Volví mi cara al frente, mirando a los ojos del bicho volador. Mi cuerpo comenzó a moverse solo, alejándose lo máximo posible de esa amenaza. En mi mente sólo podía ver los cuerpos de mis compañeros tirados en el suelo muertos e imaginarme a mi junto a ellos sin cabeza. 

- ¡ VAMOS A MORIR!!!!- Grito mientras intento alejarme.

Desesperación. Esa palabra definía perfectamente el cómo estaban empezando a sentirse los infantes del fuerte. Desesperados. La cantidad de bichos no hacía más que crecer y crecer, estaban atacándoles por todos lados y los muros comenzaban a notar sus ataques. No iban a aguantar mucho más si no empezaban a reaccionar de veras. Un tanque había caído pero el otro por fin seguía su avance, para desgracia de los que estaban allí. La latina profirió un insulto:

- Joder, no le mantengo a raya...

Pero el sargento seguía en pie. Él no se rendía, disponiéndose a dar órdenes a diestro y siniestro. Parecía que, aunque la Parca le miraba a los ojos, le importaba un huevo. Uno había muerto, más él no iba a dejar que cayera otro. Le daba esperanza. Eso, y las palabras de Dereck, la encendieron:

- ¡Mackeyn, usad las granadas si hace falta, o nos tiran el muro! ¡Usadlas ya! - le respondió con energía, en lo que se centraba ahora en disparar sólo al tanque que se aproximaba...

Y los nervios la traicionaron por completo. Por alguna razón, a pesar de que le estaba disparando a una cosa tan enorme, algo hizo que fallara.

- ¡MIERDAAAAAAA! - gritó de rabia, pues sabía lo que eso significaba: Casi estaba encima. Si alguien no lo abatía en ese momento, podían darse por muertos.

Y también... que les había fallado a los demás.

Todo seguía pasando igual de lento para el Cabo. Las palabras del sargento no habían echo mas que empeorarle la situación. Alguien ya había caído y el resto seríamos los siguientes. No había salvación posible.-Vamos a morir?.-Se preguntó para sí mismo sin darse cuenta de que lo decía en voz alta. 

CONOCIMIENTO TACTICO:

- Resultado: 24.

- Aplicado un -2 a la tirada por estar agitado.

- El objetivo de la tirada es obtener alguna pista o consejo del Director para la presente situación.

Mi disparo había sido todo un éxito, friendo hasta a un bicho de paso, pero la batalla no está como para pararse a dar saltos de alegría por ello, y mucho menos cuando puedo ver por el rabillo del ojo cómo alguna clase de proyectil pasa a una distancia condenadamente escasa de mi persona. Y el fuerte empieza a quejarse muy mucho de tanto bicho estampándose contra él, ya no decir de la puerta. Y por supuesto, no puedo pasar por alto la enorme figura que se me acerca lentamente por un costado, el segundo de los tanques que mis compañeros no consiguen terminar de abatir. Pero qué demonios. Debería haber muerto en la colina, y no lo hice. Debería haber muerto en el accidente, y no lo hice. Si los espíritus de la fortuna me han mantenido hasta ahora, lo único que puedo hacer es pedirles su favor un poco más con el bicho gigante para impedir que nos arrasen en el interior de este sitio. Y con eso en mente, hago un movimiento rápido para enfundar la Tinderbox y recuperando el control del rifle con ambas manos me asomo a la muralla y abro fuego contra la ristra de bichos que tratan de colarse, tratando a la vez de estimar cuánto va a durar el fuerte y la puerta antes de que la situación sea desastre total. Y mientras tanto, inicio mi informe ignorando los gritos de terror de alguno de mis compañeros.

-Señor, parece que esos nuevos bichos alados tienen alguna clase de mecanismo de proyectiles con aspecto contundente. El fuerte está sufriendo una cantidad grande de daños, pero parece que la puerta es la más perjudicada, aunque desde aquí no logro a verla bien. Si me da un instante amplío el informe. La barrera arde que da gusto. Y señor, creo que tengo un tanque casi encima, señor. -La última frase la digo con un poco más de congoja. Al fin y al cabo, yo también he visto qué pueden hacer esos bichos gigantes con un infante, pero hay que tener confianza en que mis compañeros le abrirán un buen boquete en un costado, como ha pasado al otro lado.

-Vamos, abatan a ese maldito tanque y a los bichos voladores, el muro no caerá tan fácilmente. Yo me hago cargo de la puerta- Grito el sargento Hammer al tiempo que disparaba una ráfaga de fuego sobre los bichos que atacaban el muro con su Morita.

Mi primer impulso es huir, estoy aterrado por la situación y por la cantidad de bichos horrorosos que no había visto en mi vida, especialmente esos extraños monstruos voladores.

Sin embargo, de algún modo consigo pensar en mis padres en la lejana Tierra, en lo avergonzados que se sentirían de mí si actuara con cobardía.

Suspiro, respiro hondo, recojo mi Morita e intento apuntar con él a los bichos más cercanos, aunque me siento estremecido.

Mkoll miró a su rifle, colgando de la correa... Sabía que aquello servía para matar bichos, y que debía hacerlo. Pero no se acordaba muy bien de como se hacía aquello, y no se veía ni capaz ni motivado para hacerlo. Aquello le recordaba a su planeta, sólo que allí se había mantenido firme... Pero allí tenía terreno donde replegarse, se movía mejor que los bichos, y apenas había algo más que bichos guerrero. En cambio aquí no era más que otro maldito soldado, en un planeta de bichos y que no podía moverse del fuerte. 

Se miró sus manos, aún chamuscadas, con algunos puntos con piel o carne expuesta por las llamas del bicho tanque. Aquello no tenía ningún sentido. 

Se dirigió andando hacia las escaleras del descenso del muro, en silencio. Quizá allí abajo pudiera descansar, estaba tan cansado...