Partida Rol por web

Kraner consiguió quitarme las cadenas de mis piernas hábilmente. Era increíble que hubieran tardado tanto en aquella apestosa caverna con lo poco que había tardado ahora. De todas formas  no tenía la cabeza mucho para pensar y menos aún para comparar cosas absurdas. Solo quería entrar dentro y abrazar a mis padres y hermanos. Cuando noté que las cadenas desaparecían de mis piernas, me levanté e intenté llegar a la taberna. Pero el andar durante tanto rato por el Gran Camino del Este, con esas cadenas, y la desnutrición sufrida en la caverna, hicieron que mis fuerzas fallasen y caí al suelo rendido. No podía dar un paso más y mis ojos se me cerraban. Quería ir a ver a mis padres.

- Papa... mamá.

Llegamos por fin. Me dirijo junto al pozo y por el camino agarra un buen puñado de hierbas secas que estruja haciendo una bola. Rothrim se quita la ropa y empieza a sacar cubos de agua junto con Kamghrat y van turnándose para echárselos por encima. Se frota fuerte hasta que las hierbas secas se desmenuzan y parece que ha conseguido quitarse toda la mierda de encima. Cuando Kamghrat da por terminado su baño y se da la vuelta, Rothrim con el cubo de agua lleno en sus manos le dice:

- ¡Kramghrat, aún hueles! - y le echa el cubo de agua por encima enmedio de risas. El ambiente por fin se ha vuelto relajado y ya sólo les queda hacer la entrada triumfal a la Posada. ¡Y cobrarse su heroica gesta con un buen tiberio!

Creo que esta noche beberán y reirán todos juntos como hace tiempo que no hacen.

Salgo de la taberna tan rápido como puedo, perseguido por mi mujer y mis hijos. Por el camino, me escurro, pero apenas toco el suelo, me vuelvo a levantar. ¿Que es eso que ven mis ojos? ¡Por los Valar! ¡Es mi hijo!

- ¡Hijo! ¡Hijo!

Llego hasta él y me arrodillo en el suelo. Las lágrimas corren por mis mejillas, y noto el abrazo de mi mujer y mis hijos. Todos juntos abrazamos a Leddon que apenas es capaz de sostener la cabeza sobre mis rodillas. 

- ¡Hijo! ¡Hijo!

La voz se me quiebra y las lágrimas se mezclan con los mocos que me salen. Es tan grande mi alegría que no puedo contener mi llanto.

- ¡Hijo! ¡Hijo!

Una vez dentro de la taberna, al ver a la familia reunida, se permitió relajarse un poco.

Lo primero que pensó fue en adquirir un equipo adecuado;fue un error lamentable encontrarse sin uno, y casi les había costado la vida a sus compañeros y a los humanos.

Busca a Matholuich, y comienza a hablarle.

- Humano, tienes mis respetos y mi agradecimiento.Si no fuera por ti, nada de esto hubiera sido posible. Me preguntaba si podrías ayudarme a adquirir un equipamiento útil a, digamos, mis habilidades, si sabes a lo que me refiero, y tal vez algo de armamento. ¿Sabes de algún sitio o alguien que pueda ayudarme?

Mi gesto no pude evitarlo. El olor que desprendía Kraner se podía oler hasta en la planta de arriba, en la posada. 

- ¡Por los Valar! ¡Sal a fuera y lávate como tus hermanos! ¡Va as llenar este lugar de ese olor! - encojo el gesto con asco. - ¡Ese olor tan asqueroso!

Cogió el jabón al vuelo y lo partió en cuatro para lanzarselo a sus compañeros y a Leddon, cuando Rothrim le lanzó otro cubo de agua.-Ahhh!Maldito enano traidor, mójate tú propia barba si tanta agua te sobra cabeza de esponja embarrada.-remugó de mala gana con una ligera sonrisa mientras se enjabonaba de pies a cabeza, dedicando a su barba un especial cuidado.

Pudo observar el tierno momento que vivía la familia Grumm con cierta indiferencia por su parte, al fin y al cabo ellos no habían tenido el tiento de cuidar de su hijo como correspondía, de todos modos él y sus compañeros había hecho un buen trabajo amparados en un contrato legítimo. Tan solo les quedaba cobrar por los servicios prestados, tras el feliz reencuentro pero no era un tema que corriese prisa, ya habría tiempo para todo después de una buena celebración.

Una vez limpio y seco entró con la toalla enroscada en la posada para dirigirse a su habitación, donde abrió el pesado arcón con una magnifica cerradura de manufactura enana para sacar su ropa, vistiéndose cómodo para la ocasión. No tardó mucho en bajar al comedor, dándole  privacidad y tiempo a los Grumm para disfrutar de su hijo antes de encargarles una opípara cena.

Estuvo a punto de entrar en furia, pero de inmediato se dio cuenta de que él mismo tenía que esforzarse ante las arcadas que le entraban por su propio olor corporal.

Subió con sus compañeros a lavarse y desembarazarse de aquel infernal tufo. Tras lavarse, se preparó y bajó al comedor.

Al igual que mis hermanos enanos me aseo lo mejor que puedo ya que aquel olor que desprendiamos era nauseabundo. Me enjabono bien enjabonado y me atuso mi pelo y mi barba para bajar despues al comedor de la posada a reponer fuerzas.

A ver esas cervezas, venimos sedientos - digo una vez abajo esperando nos sirvan unas buenas jarras para poder brindar con mis compañeros por el exito de rescate del pequeño.

Cuando pasan unos minutos de llantos, lamentos y alavaciones a los Valar, los Grumm poco a poco, y todos unidos, se levantan del suelo. Laddon, ayudado por su hermano y hermana Minna, comienza a lavarse con muchos quejidos y lamentos por el cansancio y el dolor de sus articulaciones. Mientras, Rubb, Bura, Brannie y Gleefa, se disponen a entrar en la taberna, cada uno a su puesto de trabajo, no sin antes, volver a mirar a Laddon, y volver a abrazarse todos juntos. La pesadilla había terminado. 

Cuando entráis a la taberna, después de asearos, podéis ver que Turín no está, y que posiblemente haya llegado a Cameth Brin. Falen y Goldang están sentados en el mismo sitio donde los habéis dejado la última vez. El borracho de Greep y la panda de Batabueyes no están. En una de las mesas, con mirada inquisitoria y un olor a cabra, se encuentra un hombre, que observa como vais entrando poco a poco, para poco después, agachar la cabeza en su bebida, perdiendo el interés en vosotros. Mathlouich está en una mesa sentado sólo.

Cuando entro detrás de la barra, con las lágrimas y una sonrisa tonta en mi rostro, me doy cuenta de que al abrazar a mi hijo, el olor que desprendía, se me ha pegado. Pienso en cambiarme de ropa y lavarme, pero que importaba eso ahora. Tenía que atender a ese grupo de enanos y el cazador como se debía. Habían traído a su hijo de vuelta sano y salvo. Ni los más optimistas habían pensado que eso sucedería. Me limpio un poco con uno de los trapos para limpiar la barra y lo tiro a la basura. Me sacudo un poco, me froto las lágrimas y me dirijo a su mesa.

- ¡Gracias! ¡Muchas gracias! ¡Habéis traído de vuelta a mi hijo! ¡Y habéis sobrevivido todos! Si llega a morir alguien no me lo hubiera perdonado nunca. ¡Gracias a los Valar! ¿Que queréis tomar mis queridos enanos?

Me siento en el reservado que habíamos ocupado aquella misma mañana, haciéndole un gesto a Mathlouich para que se una a nosotros. Cuando llega el posadero ya estoy pensando en la buena cena que me voy a dar, ciertamente todo ha salido bien pero el cansancio puede incluso con el más fornido de los naugrim, por hoy no hacía falta forzar más los músculos. Se habían ganado un merecido descanso.- Todo ha ido bien, como ya te dije Rubb si una enano se propone una causa la persigue con toda su tenacidad y eso hemos hecho. De todos modos la guía de Mathlouich nos ha sido muy útil, sin él hubiéramos estado dando vueltas por el bosque durante horas y no lo hubiéramos encontrado tan rápido. Así que el también se une a la celebración.

¡Qué corra la cerveza!Hoy es noche de jolgorio, festejemos que has recuperado a tú hijo y ya arreglaremos cuentas mañana ¡Por los Grumm una familia unida! de nuevo jajajaja.¿Qué hay de ese famosos pollo asado que prepara tú mujer? Pero por todos los valar traemos una pinta larga cuanto antes, me quiero quitar de una maldita vez el mal sabor a troll jajajaja, entre jarra y jarra seguro que se nos una tú muchacho. Tendrá toda una historia que contarle a tus nietos, un día te traeré la cabeza de piedra de ese pedazo de idiota para que la cuelgues sobre la chimenea, seguro que todos los clientes te pedirán que les cuentes la como la conseguiste jajajajaja.-el buen humor del enano era más que patente, se alegraba por aquella humilde familiar pero más aún por que ninguno de los suyos había sido herido. Al final todos habían salido ganando, pues Kramghrat comprendía mejor que nadie que la vida de tus seres queridos no tiene precio, ni oro, ni estancia gratuita de por vida; los Grumm habían ganado algo que tal vez solo los Valar podían otorgar y él se sentía orgulloso de habérselo podido ofrecer con el honrado sudor de su frente.

Mientras Rubb les tomaba el pedido y marchaba para la cocina aprovechó para tenderle la mano a Mathlouich.- Buen trabajo muchacho, nos has ahorrado muchos dolores de cabeza, me interesa conocer algo más esta región y creo que tú puedes sernos de ayuda. Celebrémoslo hoy por todo lo alto y mañana hablaremos¿donde vives?por si acaso te marchases sin despedirte, al muy típico entre los tuyos jajajaja.¿Qué opina ahora de estos Airund-Shegan? jajaja os vamos a quitar el trabajo a todos jajajaja.-luego bajó un poco la voz y señalando con gesto disimulado hacia el cabrero le preguntó a Mathlouich.-¿Conoces a ese tipejo, el del olor a cabra?No me fío de nadie que nos mire mal.Grgrgrg-gruñó algo por los bajo frunciendo el ceño con fuerza. Aquellos humanos le parecían tan estúpidos, acababan de salvarle la vida al cachorro de los Grumm y todavía les miraban mal.

Sonrío y levanto la mano cuando Kramghrat dice que me siente con ellos. De forma pesada, me levanto de la silla de madera y cáñamo y me dirijo a donde están los cuatro enanos. Mis sorprendentes compañeros durante las últimas horas. Con una sonrisa me siento en una silla que cojo de otra mesa. Cuando se arrima Rubb, encojo mi nariz y recojo mis pies como acto reflejo. Ese hombre olía como la cueva de los Trolls. ¿Que narices había pasado?

- Hemos hecho un buen trabajo entre todos. Hemos sido rápidos y eficaces. Aunque no voy a negaros que temí por vuestra vida en numerosas ocasiones. Jajaja. Sois cabezotas como todos cuentan de vuestra raza. - Miro hacia el hombre con olor a cabra y me encojo de hombros. - No tengo ni idea de quien es.

Rápido como un rayo, Rubb nos pone varias jarras de cerveza en la mesa y unos trozos de panes alargados de distintas semillas, algunos con tomate, otros con aceitunas, pero todos bien tostados al fuego de la leña. El olor que desprenden me abre el apetito. Junto a los panes, deja una salsa espesa y de color blanco amarillento, y otra de color rojo intenso y más líquida. No puedo permitirme el lujo de desaprovechar la situación y cojo un trozo de pan y mojo un poco en la salsa espesa. Era hora de que mi nariz oliese algo distinto a heces y orín humana y trolls. Los olores de la taberna eran dulces para mi olfato. No podía creer que fuese tan feliz de estar aquí.

Esperando a que sus compañeros se nos unieran tras asearme convenientemente voy charlando con Matholuich distendidamente, bebiendo y riendo mientras damos buena cuenta de los deliciosos panes recién tostados que ha traído Rubb. Sabedor de que aunque me lo acabe todo yo solo traerán más.- ¿De qué son estas salsas Rubb?están para chuparse los dedos. No les des tanta importancia a esos cabezas de piedra Dunedain, los enanos teníamos la situación controlada jojojo, ya lo viste. Me pregunto es que habrá sido de aquel hombre¿cómo demonios se llamaba?se lo oi gritar a Kraner. Así, Gaoftro o algo así, pobre necio huir para volver a ser atrapado o algo peor. En fin, los Edain nunca dejarán de sorprenderme. -como con buen apetito empujando con un buen trago de cerveza un trozo de pan que acabo de engullir empapado en salsa casi sin masticar.-Y dime¿qué harás ahora hombre del norte?¿Vuelves a casa a pasar el invierno?Tengo algo en mente¿qué suele cobrar un guía al día por estas tierras?-ya que Matholuich no se mostraba muy hablador el enano sacaba sus temas de conversación favoritos, el trabajo, los negocios y el oro por ese orden.

Dejo al Dunedai solo en la mesa dándole un tiempo para comer y pensar. Kramghrat se acercó a la chimenea para calentarse, perdiendo su mirada en las llamas durante unos instantes, recordando a su gente mesándose la barba levemente húmeda al sonreírse a si mismo por lo bajo. No había estado mal del todo, pero no le gustaban las cosas a medias, sonrió de nuevo recordando a su abuela tras secarse la barba un poco mejor.

De vuelta a la mesa saludó a Goldang y Falen.-Si mañana no partís demasiado pronto me gustaría hacer negocios con vosotros mercaderes. Busco picos, palas, cuerdas, cubos, ruedas de carretilla, sacos, algunas herramientas sencillas, clavos, argamasa y algo de azufre, barras de acero si tenéis; sino algo de carbón y metal en crudo ya las forjaré yo mismo.

Hoy celebramos que hemos rescatado al hijo de los Grumm de las garras de unos sarnosos trolls. Si no acabo muy borracho, cosa que dudo mañana será un placer conocerte, he oído que eres toda un personalidad por estos lares.- le dijo a Falen tendiéndole la mano.-En fin, ya sabéis a quien acudir si algún troll viene a increparos jajaja, por cierto ¿os dice algo el nombre de Gaoftro?- Kramghrat hablaba en voz alta alardeando de sus logros delante de los parroquianos, esperando a que así el buen nombre de los naugrim corriera como el viento. Tal vez incluso si más tarde estaba de humor pudiera ser que les invitará a una cerveza, pero eso solo un planteamiento lejano en la huraña mente del enano.

Tras haber disfrutado de una buena cena, ahora Kraner cargaba su pipa y se disponía a fumarla, en compañía de sus compañeros y su nuevo amigo humano. La satisfacción de haber rescatado a los humanos acrecentó la sensación de un trabajo bien hecho.

Cuando Kramgrhat pronunció el nombre de Gaoftro, decidió prestar atención a la conversación. Por una parte, quería obtener herramientas para que no le volviera a pasar lo que sucedió en la cueva de los trolls, y por otro quería saber si alguien conocía dónde podía estar aquel humano que habían rescatado.
 

Me siento agradecido por las palabras de Kramghrat, y  mi alegría se desborda más aún. 

- Esas salsas son la especialidad de mi mujer. Tiene unas manos espléndidas para mezclar hierbas aromáticas y conseguir unos sabores intensos y delicados. - Sonrío. - Ahora os traeré el pollo.

Se pierde unos minutos, y tras traer la bebida, trae un par de pollos asados, acompañados de patatas, pimientos, limones e hierbas que desprende un olor que hace que salive el paladar.

- Aquí tenéis. Espero que esté a vuestro gusto. Seguiré trayendo platos hasta que vuestras cansados cuerpos no puedan tolerar más comida. 

Y me vuelvo a perder para seguir sirviendo a mis clientes. Esta noche, todo lo servido correría a cuenta de la Última Posada. Era un día feliz, un día para no pensar en el oro.

Me muestro serio ante el atrevimiento del enano al levantar la voz en la taberna. Miro hacia la puerta de la taberna. Si el ruido que estaba haciendo, con sus risas, brindis y gritos, llegase al Gran Camino del Este y penetrase en el oscuro bosque, podrían oírlo las patrullas de Angmar. Me muestro nervioso y froto mis manos en mi pantalón, mientras mi mirada se pasea inquieta entre todos los que estamos en la posada, los enanos, el cazador y la puerta de la taberna. Cualquier de ellos podía ser un espía y este enano no para de armar jaleo.

- ¡Le pido por favor que no levante la vez!

Mi voz sonó fuerte y alta. No me levanté de mi asiento, ni tan siquiera miré a Kramghrat. Mis manos se posaron sobre mi cerveza con fuerza y mi cuerpo temblaba de miedo.

- Solo soy un humilde comerciante de hierbas y pociones, que aspira a ser curandero. - Miro nervioso a todos. - Sólo tengo azufre de lo que pides.

Recupero fuerzas con la comida y bebida que nos brindan en la posada. Será una noche festiva pero bien merecida. Al amanecer partiremos de nuevo. Ya discutiremos donde, ahora era momento de disfrutar.
Más jarras de cerveza por aquí, por favor

La situación parecía ponerse tensa tras el arrebato de Goldang. Decido interrumpir su paranoia y me levanto. Doy varios pasos con la cabeza agachada y mi mano derecha sobre la barbilla. Pensando... pensando. 

- Podré conseguir todo lo que quieres. - Digo al final poniendo mi mano sobre el hombro de Kramgraht y una amplia sonrisa. - Dame tiempo y te prometo que te traeré todo lo que has pedido. ¡Y al mejor precio!. - Digo mientras con el dedo índice de la otra mano, golpeo el pecho del enano. - Déjalo en mis manos. - Termino abriendo mis brazos al aire.

Le doy la mano a Falen en señal de que haré negocios con él, mirando extrañado al paranoico de Goldang. Me retiro hacia la mesa con Falen invitándole a una cerveza, suponiendo que con la alegría de esta noche Rubb no me la cobraría. No llego a sentarme con él sino que intercambio un par de palabras rápidas antes de volver a la mesa con los míos, tampoco quería hacerles esperar.-Eso es bueno, pero no nos precipitemos, primero quiero saber que me ofreces ahora, cuando tardarás para el resto y por cuanto me lo ofreces Falen. De todos modos no tengo prisa, mañana hablamos de todo con calma, hoy disfruta de la cerveza a mi salud.-dicho esto se pasó por la barra, suponía que Grenn tendría poco trabajo a esas horas y ciertamente el no conocía estas tierra, tal vez el temor de Goldang fuera fundado. No había nada de malo en mantenerse alerta, se dirigió por lo bajo a una de la muchachas que ayudaban en la cocina.-Muchacha dile a Grenn que limpie el martillo y el escudo que hay en el establo de pony, con un paño húmedo y luego algo de aceite. La armadura basta que la meta en un barril lleno de arena limpia, si es verdad lo de esas patrullas estaremos preparados jajaja.- le sonrió despreocupadamente sin darle mayor importancia antes de coger un cerveza de la barra brindando con Thorin mientras le palmeaba la espalda, para luego cogerle desde atrás por el hombro para ir juntos hacia la mesa.-Jajajaja menudo guerrero enano, podrás contar que te enfrentaste tu solo a tres trolls y sobreviviste jajajaja, los tienes bien puestos hermanos jajajaja, bien puestos.-le estrechó la mano, dandole la enhorabuena por su actuación y ofreciéndole a probar aquellas deliciosas salsas, en un noche marcada por la alegría y camaradería.

Vuelvo a llenar las jarras de cerveza de los enanos y sigo trayendo comida. El suceso de Goldang no le doy la más mínima importancia. De vez en cuando entra en psicosis y ya estoy acostumbrado. Además, nada podía arruinarme el día. Mi hijo estaba de nuevo con su familia. Con nosotros.

Entre la comida, traigo unos trozos de pan bien tostados, con aceites macerados, quesos añejos e hierbas aromáticas. El olor que desprende es agradable y intenso. Sobretodo el queso fundido y el pan. Era lo mejor de la cocina de mi mujer y esta noche, estos enanos probarían todo. Podían estar seguros. 

De repente, la puerta de la posada se abrió y entro mi hijo. El corazón se me paró de golpe y temí lo peor. Miré a Goldang, quizás el condenado loco tenía razón. Pero el rostro de mi hijo cambió a una sonrisa. "Las buenas nuevas nunca vienen solas", dijo y anunció que unos carruajes habían llegado y que sus ocupantes se disponían a entrar. Más clientes, más dinero, mas prosperidad para mi familia. Era un gran día.