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London by Night: Crimson Nights

[Prólogo] Closed Eyes (Constance Gallagher)

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22/08/2019, 16:27
Narrador

Aunque la conversación te parece interesante, empiezas a notar el efecto de las pastillas. Empiezas, poco a poco a perder el hilo de la conversación, las extremidades te pesan y se te abre la boca, en un bostezo mudo, que hace que todo tu cuerpo sólo desee descansar en esas camas tan poco cómodas.

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22/08/2019, 16:29
Narrador

Aunque la conversación te parece interesante, empiezas a notar el efecto de las pastillas. Quizá sea el dolor de la herida, o que el gas aún está presente en tu torrente sanguíneo. Empiezas, poco a poco a perder el hilo de la conversación, las extremidades te pesan y se te abre la boca, en un bostezo mudo, que hace que todo tu cuerpo sólo desee descansar en esas camas tan poco cómodas.

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24/08/2019, 10:11
Jackson Moore

Me hubiera encantado responder al doctor, pero antes si quiera de que pudiera articular palabra, un gran sopor se apoderó de mí.

Abrí la boca para contestar, primero por educación y segundo por mi evidente interés acerca de lo ocurrido, pero en vez de palabras lo que brotó fue un ostentoso bostezo mudo que apenas pude llegar a tapar con la palma de mi mano. No fue porque no lo intentara, sino porque el brazo no me respondió a la velocidad que acostumbraba.

Los ojos comenzaron a entornarse, y desconozco en qué momento se cerraron por completo, aunque sí llegué a despedirme de mis compañeros de habitación, y también de infortunios. 

- Estoy muy cans... Que... seis...

En realidad las palabras se las había llevado el viento, pero para mi mente adormilada por la anestesia y los fármacos había sido una despedida en toda regla.  

Notas de juego

La leche, 19 muertes en poco más de un mes... Casi pueden competir con el balconing de Magalouf... xD

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24/08/2019, 16:33
Constance Gallagher

Miró a los hombres. Los dos se esforzaban en aparentar que estaban mejor de lo que se percibía a simple vista. Constance se preguntaba, si de no estar ella presente, se sentirían más libres para no ocultar su dolor. Tenían heridas de gravedad, pero confiaba en que ambos se recuperarían, aunque ello les llevase tiempo.

-Ah... -exhaló apoyando su mano en el pecho, aliviada al saber que Evie estaba bien- gracias a Dios.

El doctor Vane siguió hablando sobre algo muy interesante. ¿Un pasadizo secreto? ¿Un mecanismo? La curiosidad de Constance crecía por momentos. Abrió los ojos, tan sorprendida como interesada, pero poco después su mirada se perdía en un punto cada vez menos nítido. Por contagio o no, sobrevino un bostezo mudo y un darse cuenta, que en algún momento había perdido el hilo de la conversación.

Seguía de pie junto a la puerta, pero ahora tenía apoyada la espalda y la cabeza en la pared. Ni un solo rizo quedaba ya sujeto en el peinado de la mañana y en igual descenso, sus hombros y todo su cuerpo cedían a un cansancio imposible de ignorar. Inconscientemente miró su cama. Necesitaba tanto descansar... y llegado tal punto de agotamiento, ¿qué importaba perder el hilo de la historia? Escuchar la grave voz del señor Vane era un dulce placer que invitaba a quedarse dormido.

¡Uf! ¡Cuánto hubiese deseado no resistirse! Y desde luego así habría sido de haber estado acostada, pero seguía en pie y tenía varias cosas que hacer antes de caer dormida. Decidida a no darse por vencida, se dio la vuelta y apoyó la frente en la pared. Tenía los ojos cerrados y hacía acopio de todas sus fuerzas. Ya no escuchaba al señor Moore, pero se refirió a él de todos modos.

-Dis-cúl-pen-me... -rogó arrastrando cada sílaba.

Se sujetó en el marco de la puerta y salió al exterior, aunque con esfuerzo. Parecía que en lugar de cruzar el umbral, salía a través de un agujero.

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24/08/2019, 21:23
Mortimer Vane

Al ver que el agente parecía estar quedándose dormido Mortimer sintió cierta envidia. Un calmante fuerte era justo lo que necesitaba para que el dolor de las quemaduras dejase de atormentarle. Llevó su mirada hacia Constance, con la intención de preguntarle qué le había llevado a ella allí, pues si se mantenía en pie no debía haber sido demasiado grave, pero al ver que la joven abandonaba el cuarto abandonó esa idea por una que tal vez le sería más provechosa.

—Señorita Gallagher, si ve al doctor pídale un calmante para mí, por favor.

Tras esa petición recostó la cabeza en la almohada y se pinzó la nariz con dos dedos. 

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25/08/2019, 03:47
Constance Gallagher
Sólo para el director

Una vez cruzado el umbral, se apoyó en la pared al otro lado de la puerta. Observó desde allí al doctor y al inspector, que gracias a la enfermera no habían vuelto a discutir, en un tono tan alto, al menos. La distancia se le hacía tremenda, pero no pensaba darse por vencida. Solo debo resistir unos minutos más y luego el efecto de la pastilla irá disminuyendo -se dijo.

Con el ánimo alto y el cansancio más acusado que antes, comenzó a caminar. Se movía con esfuerzo y lentitud, ayudándose de la pared, la cual reseguía apoyando su mano para mantener el equilibrio. Cuando la distancia se hubo acortado significativamente, se apoyó completamente y permaneció quieta, mirándoles durante unos segundos. Resopló. Ahora tendría que caminar sin ayuda. Se despegó de la pared y se dirigió hacia ellos. Sus pasos eran torpes e inestables, desacompasados cual individuo saliendo a deshora de una taberna. Algún que otro traspiés y al fin, consiguió llegar frente a los hombres.

-Caballeros -dijo mirando a ambos, queriendo aparentar normalidad. Había pensado decirle al inspector que el señor Moore estaba despierto, con la idea de que fuese a verlo y aprovechar para preguntar al doctor por el mayordomo sin que el primero insistiese en interrogarle, pero no creía despierto ya al agente y su teoría del momento álgido de la pastilla estaba durando demasiado. Constance era consciente de que se hallaba en una cuenta atrás.

-Doctor... -le miró con el mentón elevado, no por altivez sino porque apenas tenía fuerzas para levantar unos párpados demasiado obstinados en cerrarse. -¿Qué me ha dado? -le observó confusa, conservando a duras penas el equilibrio. De puro cansancio, una lágrima resbaló de su ojo izquierdo y al querer limpiarla con la mano, su mejilla se apoyó en ésta, acomodándose en busca del reposo que le era negado. Tenía los ojos cerrados y por un instante bien pareció que se había quedado dormida ahí mismo, hasta que al retirar la mano y perder el contacto, volvió a abrirlos. -Es... demoledor...

Recordó en ese momento algo que dijo el alienista mientras ella salía de la habitación. -El señor Vane... necesita un calmante -cerró los ojos mientras seguía hablando- y yo... quisiera ver... a mi madre -bostezó cubriéndose la boca con la mano- ¿saben dónde está? -preguntó decidida a ir a su encuentro. Se giró entonces hacia el inspector de policía, pensando que tal vez él habría compartido sala con su familia durante el tiempo en que el señor Gull operaba al agente. Abrió un ojo y luego el otro. Tenía la mirada entornada y no tardó en cerrar de nuevo los ojos, pues los párpados pesaban demasiado. -¿La ha visto usted, señor Reid? ¿Sabe... si se encuentra... bien? -permaneció en pie, tambaleándose somnolienta mientras aguardaba una respuesta, que deseaba, no tardase en llegar.

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29/08/2019, 19:00
Edmund Reid

El inspector se gira al oírte, ves cómo te mira extrañado. Tu presencia ha hecho que los dos hombres dejaran de hablar en ese mismo momento. Se miran un segundo antes de volver a mirarte ambos, con cara de profunda sorpresa. Es cuando das un traspiés que el inspector avanza para recogerte, haciendo que pases tu brazo por su cuello mientras el te agarra de la cintura. 

-Discúlpeme... yo... -Se traba al hablar. -¿Se puede saber qué hace levantada, señorita Gallagher? -Te reprende casi a la misma vez que el doctor, que termina negando con la cabeza y marchándose de allí, algo enfadado. -Su madre está en la sala de espera, con su padre. No pueden pasar, de momento. Están decididos a quedarse aquí, esperando por usted... ¡Haga el favor de ir a acostarse para no hacerles esperar más de la cuenta. -Dice con voz nada convencida. 

Comienza a caminar hacia el cuarto por el que has venido. 

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29/08/2019, 19:10
Vadoma

El día es soleado, algo difícil de encontrar en Londres. El dolor de tu pierna es insufrible, y estando parado empeora, sólo andando, pese a estar cojeando, sientes algo de calma. Pero es insuficiente. Tus paseos por la ciudad son cada día más largos, y cada día más extraños, pero ninguno de ellos se puede comparar a la extrañeza siniestra del barrio de Whitechapel. Es como si un aura negra hubiera oscurecido todo alrededor, sin remedio, sin que nadie pudiera hacer nada por evitarlo. Sin que nadie quiera hacer nada por evitarlo. Pero ahí donde está la oscuridad, siempre hay una luz. Te había costado encontrarla, pero ahí estaba. Era una persona peculiar, fuera de cualquier tipo de estereotipo. Vadoma, la gitana.

Tus pasos te llevan hasta su pequeño puesto ambulante. Un carruaje modificado para albergar todas las cosas con las que sacar el dinero a los curiosos londinenses, lo suficientemente sugestionables como para acercarse a ella. Y ella era toda una experta. Se jactaba de haberte robado aquello que no puede devolverte. El corazón.

-¡Aquí viene ya el chaval! -Dice desde la distancia, usando tu llegada para quitarse de encima a un cliente que no ha quedado satisfecho. Que al no marcharse, lo mira como si fuera a arrancarle la cabeza de un bofetón. -Mira... mira... parece que no lo diquelas, ¿Eh guapo? Si no te gusta el curro... ahí te las campanees y vete con tus ducas a otro lado... a ver si te voy a meter un tortazo que te dejo la cabeza... fetén. -Levanta la mano y la barbilla, haciendo que el hombre recule y se aleja lanzándole improperios. -Malparido. -Le termina soltando.

Pero al mirarte, vuelve a lanzarte una de esas sonrisas demoledoras. Da un par de pasos y te abraza, colocando los brazos por encima de tus hombros y te da un beso tierno, acariciando tus labios con los suyos, sin darte tiempo, apenas, a hacer nada por evitarlo. 

-Lo bueno de tenerte entre mis brazos es que puedo dejar toda la caracterización... -Sonríe, pero pronto esa sonrisa desaparece por una mueca de desagrado. Desabotona tu camisa y observa la herida en tu pecho. -¡Oh vaya! No me hiciste caso. ¿Por qué nunca me haces caso, Jackson? -Niega con la cabeza y se aparta de tu lado. -En casa del pobre no hay festín de ricos. Fui muy clara al decirte estas palabras. Pero tú tenías que seguir ¿Verdad? Adelante, paso firme, como el soldadito que fuiste. ¡Sí, mi capitán! -Te vuelve a mirar, enfadada. -¡Vamos dilo! ¡Sí, estás deseándolo decir! ¡Sí, mi capitán!

Entra en su carro y cierra la puerta.

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29/08/2019, 19:32
Mycroft Blackwood

Tu hermano sonríe, no porque le haga gracia, si no porque se esperaba este tipo de recibimiento. Se mantiene en el sitio, con las manos en la espalda y con ese porte, y esa... mirada... esa clarividencia que parece tener frente a todo y esa seguridad propia de alguien que sabe mucho más de lo que cuenta. Siempre ha sido igual, siempre va a ser igual. Te mira a los ojos, manteniendo un gesto divertido en su rostro. 

-Creo que es costumbre, cuando un familiar está convaleciente, otro vaya a preocuparse por su estado. -Sonríe. -Por si toca heredar, imagino. -Este vez lleva las manos al frente. -Así que he hecho lo propio. -Recoge la carpeta de identificación. -Maggie. -Dice con solvencia. -Smith. -Vuelve a mirarte a los ojos. -Tan típico que me sorprende, viniendo de ti, hermanita. -Vuelve a sonreír. -O me sorprendería si no fuera por el resto, claro. -Vuelve a dejar la carpeta en su lugar, luego se mira los dedos y se limpia algo en ellos. -Me he tomado la libertad de darles una vida... -Se para un segundo. -Digamos que real. No queremos que salten todas las alarmas cuando toque hacer el papeleo y vean que la única Maggie Smith que hay en Londres lleva muerta más de quince años. -Vuelve a mirarte. -Habiendo muerto a los once. No puedo gastar recursos en búsquedas absurdas. La corona se ha visto obligada a pedir capital a nobles y burgueses para costear las guerras en el extranjero. Estos juegos tuyos no son importantes. Así que considéralo un regalo de cumpleaños. 

Se acerca a las ventanas y comienza a abrirlas, haciendo que entre el sol de la mañana en el cuarto. La luz, que se refleja en el azulejo de la pared, te daña la vista durante unos segundos, haciendo que cierres los ojos. Sólo puedes escuchar a tu hermano moverse por todo el cuarto, de manera calmada, pero siguiendo un patrón distinguible. Camina, se para unos segundos, siegue caminando, se vuelve parar... así un total de siete veces. Para cuando puedes volver a fijar la mirada en él, este se encuentra frente a ti, observándote. 

-No voy a tomar más de tu preciado tiempo, hermanita. -Dice volviéndose a poner serio. -Cuando llegamos a aquella casa la sala que habías descubierto estaba derruida y anegada. -Te mira, tratando de leer algo en tus gestos. -Necesito saber qué había allí abajo. Por favor. 

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29/08/2019, 23:15
Jackson Moore

Vadoma había significado, y seguía significando, mucho para mí. Era esa persona que conocías en un momento complicado de tu vida y todo se transformaba gracias a ella en un antes y un después. Era ese salvavidas que pedías a base de gritos que por desgracias nadie escuchaba.

Nuestro distanciamiento fue debido, en gran medida, a mi estancia durante años en África, y a que una vez regresé mi cabeza, además de mi cuerpo físicamente tocado, necesitaba descansar. Tardé un tiempo en volver a ser yo mismo, y no quería convertirla también en parte de ese tormento de pesadillas y recuerdos no deseados.

No podía trabajar, y los paseos eran lo único que impedía que me volviera diera por pensar, pero llegar hasta su carruaje fue algo inesperado, o quizá fuera el destino. En cualquier caso, hacía un tiempo que no lo había visto, y no puedo asegurar que fuera el mismo de siempre. Aunque sin duda tenía su toque. 

Apenas pude reaccionar cuando noté sus labios. Los ojos se me cerraron casi de forma instantánea, agradado por la sensación, pero tan rápido como se cerraron se abrieron ante el desplante de la gitana. 

Tentado estuve de responder, pero me contuve. Sólo cuando la gitana cerró de un portazo la puerta de su carromato, pude soltar con tranquilidad un suspiro acompañado de una frase: 

- Sí, mi capitán...

Algo molesto por la situación, me acerqué a su carruaje. Mi intención era la de explicar lo ocurrido, aunque no tenía muy claro el motivo. En cualquier caso, golpeé la puerta del carromato con el pequeño pomo de marfil de mi bastón, y aguardé unos segundos a que abriera o dijera algo, pero si lo hizo no me enteré. Suspiré de nuevo, quitándome el oscuro sombrero, y volví a golpear. 

- Vadoma, déjame entrar...  

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01/09/2019, 23:08
Maggie Smith
Sólo para el director

Esa sonrisa. La sonrisa de autosuficiencia de su hermano siempre la había molestado y ahora, sumada a su actitud petulante de quien se cree el más listo de la sala, amenazaba con provocar una nueva oleada de arcadas en Enola.

Tuvo que reprimir una sarcástica risotada, que sustituyo por un sonoro soplido de nariz, ante semejante explicación de su presencia en el hospital. Ya sabía que su vida estaba sentenciada si el había sabido que había sido ingresada bajo otro nombre pero lo que no esperaba era que él hubiera contribuido a solidificar su falsa, o falsas identidades. Había sido muy cuidadosa, había tenido en cuenta todas las variables, había evitado llamar la atención de la prensa innecesariamente sobre su “persona” y evitado que su imagen se viera expuesta junto a su nombre. El doctor Ragostin permanecía en el mayor anonimato posible, al igual que la viuda Ivy Meshle y la propia Maggie Smith. Entonces ¿por que? ¿por que había dado con ella con tanta facilidad? Sí al menos hubiera sido Balwdin quien la hubiera descubierto se habría alegrado de su presencia, pero no, tenía que ser Mycroft futuro Lord Blackwood.

Guardó silencio, escuchando cada una de las palabras de Mycroft sin tan siquiera pestañear, disimulando el malestar que le sobrevenía al ser consciente del dolor que comenzaba a despertar en su pierna y el temor de ver bajo las sabanas, que se materializaba en forma de sudor frió en su rostro.

¿búsquedas absurdas? Repitió en su cabeza apretando los dientes y aferrando con fuerza el paño húmedo entre sus dedos hasta que sus nudillos palidecieron. No comprendía porque se empeñaba en despreciar así la desaparición de su madre, consideraba a su hermano un ser sin corazón pero aquello era demasiado. Y encima pretendía que le estuviera agradecida por ese gesto condescendiente.

Mantener la compostura se estaba convirtiendo en todo un reto para la joven, con su hermano caminando de un lado a otro, como si su presencia no fuera suficiente molestia. Pero Enola mantuvo la dignidad, por mas que quisiera lanzar el paño cubierto de sus vómitos y acertarle en la cara. Y no lo hizo porque había algo en su manera de moverse, en la manera que la observaba que le decía que había algo que no estaba compartiendo con ella. Sí había sabido todo este tiempo donde estaba ¿por que mostrarse ahora? Ahí estaba su respuesta. Ella sonrió con deferencia a su hermano mayor, no sin cierta satisfacción y curiosidad.

-¿y por que le interesa a un respetado miembro de la cámara de los lores lo que había en el domicilio de una meretriz asesinada? - pregunto con un afilado tono. Ambos se midieron durante los siguientes minutos y sabía que el no contestaría a su pregunta si una respuesta clara por su parte, siempre había sido así y lo cierto es que la curiosidad la animo a darle su respuesta – una biblioteca...ahora consumida – añadió con cierto resquemor por no haber sido capaz de salvar ninguno de aquellos documentos – cuando alcanzamos la sala esta ya estaba en llamas, tratamos de recuperar alguno de los documentos que allí había pero nos fue imposible, no sin arriesgar mas nuestras vidas de lo que ya habíamos hechos ¿por que te interesa este caso, hermano?

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02/09/2019, 13:36
Constance Gallagher
Sólo para el director

Normalmente, hubiese agradecido el gesto con amabilidad y se habría retirado después, pero no fue así. Se quedó inmóvil, sin habla, con los ojos inmersos en los del inspector. No podía apartar la mirada y por alguna razón que no adivinaba, se notaba el pulso acelerado. Parecía que el mundo había dejado de existir alrededor, hasta que él y el doctor la reprendieron. 

Tardó un poco en reaccionar. Al segundo le había escuchado lejano como un eco, pero por el tono empleado no había duda. -Al fin se ponen de acuerdo en algo -pensó, aunque por desgracia era debido a su comportamiento inapropiado. Primero con sorpresa, luego con tristeza, observó alejarse al doctor. De veras no deseaba disgustarle, era un buen hombre que velaba por sus pacientes. Pero, ¿acaso no lo comprendía? ¿Cómo estaría cualquiera de ellos de saber que pudieron perder un hijo y teniéndolo a escasos metros, no poder verle? La fotógrafa de buen grado se habría abandonado al sueño, pero merecía la pena resistir por atenuar la angustia de su madre. -Mañana me disculparé con el doctor Gull -decidió. 

¿Sus padres se quedaban a pasar la noche? Miró en dirección a la sala, conmovida. Estaba orgullosa de su familia y sabía que era afortunada por tenerlos. Entonces, la última frase del inspector hizo que se sonrojara. ¿La estaba tratando como una niña? ¿Pensaba eso de ella? ¿Y por qué le importaba que pudiera pensarlo? Pestañeó un par de veces. De algún modo el policía esperaba convencerla, pero a estas alturas probablemente intuiría que la joven no iba a conformarse sin más. 

-Si tuviese usted la bondad… -rogó, deseando que accediera a acompañarla a la sala de espera. -Será solo un minuto -prometió. Se esforzaba en parecer más despierta de lo que estaba y sus ojos transmitían el brillo de quien no pierde la esperanza por lejana que parezca.

Aguardaría unos segundos, no demasiados, pues cada vez el cansancio se apoderaba más de ella y fingir lo contrario la agotaba todavía más. Se mareaba, pero acompañada o sola caminaría hacia la sala de espera con el propósito de tranquilizar a sus padres y regresar pronto a la habitación, lo cual, en su estado, iba a ser todo un logro.

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04/09/2019, 03:37
Edmund Reid

El inspector aguanta tu mirada, comprendiendo que de alguna forma, está asistiendo a los delirios de una persona medicada. Con la seriedad marcada en su rostro, acaba por levantar una ceja.

-Debo de estar volviéndome loco. El agotamiento me está pasando factura. -Mira hacia el frente. - Camine, señorita Gallagher. Camine por favor. -Dice tratando de convencerse a sí mismo, en dirección a la sala de espera, mientras mantiene tu cuerpo erguido. -Esto es tan inapropiado... Se está comportando con el capricho propio de los niños. -Titubea algo azorado.

Te ayuda a caminar el corto espacio que te separa de la sala de espera, que no es otro lugar que la recepción, en la que dejan a los familiares esperar a que el doctor les permita el paso a las habitaciones en las que descansan. Trastabillas un par de veces, pero gracias al inspector Reid no caes al suelo. Aunque a ti te parece que caminas de forma normal, el esfuerzo que está haciendo el señor Reid te indica que algo tienes que estar haciendo mal. Aunque eso es algo que da igual en el momento en el que descubres a tus padres justo delante de ti. Es tu madre la que empieza a recriminarte, de forma maternal, que hayas aparecido por ahí en esas condiciones. 

-Pero hija... ¿Estás bien? ¿Qué haces levantada? -Te agarra la cara con las dos manos. -¿Qué ha pasado? ¿Quieres un poco de agudda? -Se gira para hablar con una enfermera. -Señorita, por favor ¿Podría traer un poco de agua y acompañar a mi hija a su cuarto? ¡Es que está que no se tiene! -Vuelve a mirarte, dándote un beso en la mejilla. -¡Qué alegría verte, hija! ¡Qué alegría ver que estás bien! -Se separa de ti, cambiando el semblante a uno más serio. -¡Pero vete a la cama, que te va a dar algo como sigas así!

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04/09/2019, 11:26
Vadoma

Una mujer enfadada es un problema de difícil solución. La experiencia te dicta que has de esperar hasta que sea ella misma la que haga como que nada ha pasado y se pueda volver a la normalidad. Pero toda lógica queda invalidada cuando la mujer está enamorada. A veces es mejor hablar, otras veces es la peor decisión, y ni el más sabio de todos podría discernir correctamente cuál es la mejor decisión. Golpeas la puerta por la que ha entrado, llamándola, pero no contesta, tratas de abrirla, pero está cerrada. Aún así, la conoces bien, y conoces sus pequeños trucos de gitana, su forma de abrir la puerta si se ha dejado las llaves en el interior y no tardas en abrirla, para descubrirla con los brazos cruzados por debajo del pecho, haciendo que abulten más de lo habitual, sentada, mirando hacia puerta. Una postura que suele adoptar para evitar que la atención de sus clientes esté centrada en sus manos. 

-Veo que eres capaz de usar la cabeza para abrir las puertas. -Comenta ofendida. -No como en la casa de la puta asesinada. -Escupe estas últimas palabras como si estuviera echándote algo en cara. -¿No te llamó la atención lo limpio, pulcro y espacioso que era todo, para estar en el edificio en el que estaba? -Enarca una ceja, enumerando suficientes fallos para hacerte sentir culpable. -¿Quizá no ha venido el soldadito de la guerra? ¿Quizá el soldadito vio cosas que quiere olvidar tirándose a pecho descubierto al peligro? -Niega con la cabeza, chistando con la boca. -Así no, Jackson. Así no hay forma de conquistar a una mujer. Nosotras... queremos seguridad, poder apoyar nuestra cabeza en un pecho, preferiblemente no agujereado y sangrante. -Sonríe con desgana y se levanta, descruzando los brazos, llevando en su mano derecha una bola de cristal, grande pero ligera, a juzgar por cómo la maneja delante de ti. -El destino se desteje, se resquebraja, y ahí dónde pisas rompes la línea del tiempo. Carcasa vacía, hueco. Una pesadilla oscura de tormento, y amenaza constante. Una sentencia injusta para el señalado. -Cuando la miras te das cuenta de que sus ojos son dos esferas completamente blancas. -No tienes futuro, sólo tienes tiempo. Y como en un reloj de arena, lo estás perdiendo sin remedio. Da la vuelta antes de perder el último grano.

Da dos pasos hacia ti, llevando la bola de cristal hacia atrás, para coger impulso y golpearte con ella en la cabeza. Apenas puedes reaccionar, estás completamente paralizado. Tu cuerpo no reacciona, la bola golpea tu frente, justo en medio y notas una sacudida en tu espalda que hace que te arquees. De repente, varias sonrisas tétricas, que sólo puedes ser producidas por una mente enferma. Son diferentes, hay de mujeres y de hombres, no eres capaz de precisar cuantas diferentes... ¿Cinco? ¿Seis? ¿Siete?

-Tierra, carbón, sangre, fuego y ceniza. -Vadoma aparta la Bola de cristal de tu cabeza, lanzándola al suelo, rompiéndola en añicos. -El antiguo cederá si ve que tiene el control.

Despiertas, sudado y emitiendo un grito descarnado. Aún escuchas el barullo de las risotadas enfermizas en tu mente. La habitación está iluminada, pero al parecer está atardeciendo. Un fuerte dolor de cabeza te da las buenas tardes. En el suelo, a la izquierda, un vaso de cristal roto está en suelo, tirado. Su liquido se ha derramado. Frente a ti se encuentra en su camilla el doctor Vane, a tu lado, en la otra cama, la señorita Gallagher sigue dormida. El doctor te mira sin entender qué ha pasado.

Notas de juego

En el post no marques ni a Maggie ni a Constance de momento.

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04/09/2019, 14:51
Dr. William Whitney Gull

El doctor entra en la habitación, cariacontecido y algo cabizbajo. Su porte actual contrasta con el hombre divertido que ha mostrado hasta ahora, y ciertamente se le nota algo cansado. Al entrar te busca con la mirada y se acerca a ti. Se queda callado, durante unos segundos, observándote. No cambia el gesto de la cara, ni siquiera cuando se inclina un poco hacia ti y olfatea, sin ocultar lo que está haciendo. Estira de las comisuras de sus labios, arqueando una ceja, volviendo a su posición natural. Llevando las manos a la espada termina asintiendo.

-La ropa adquiere un olor muy característico. -Comienza a decir. -Cuando frecuentamos ciertos hábitos. Y por más que lo intentemos... no se  -Mueve el morro hacia un lado para seguir hablando. -¿Cuánto ha fumado, señor Vane? -Pregunta sin tapujos. 

Te observa, con las manos en la espalda. Esperando que te sinceres.

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04/09/2019, 15:26
Mycroft Blackwood

Microft levanta las cejas tras tus preguntas. Aunque se fuerza a sonreír, no es el típico hombre que está acostumbrado a dar explicaciones, más bien es al revés, que está acostumbrado a recibir respuestas. Su rostro empieza a parecerse al del hombre que se aburre con facilidad de las triviales conversaciones que no van a ninguna parte, son sólo rodeos y una pérdida de tiempo que podría ser invertida en cualquier otra cosa.

-¿Una casa de una prostituta, en un hospedaje, con esa calidad de vida y una sala secreta que lleva desde un tercer piso hasta las mismas cloacas de la ciudad? -Levanta los ojos, poniéndose serio. -En ocasiones te veo tan vulgar como al resto de mortales, hermanita.

Escucha con atención el breve relato de lo que encontraste en aquella sala. Y por primera vez en la conversación, le notas completamente concentrado en lo que estás diciendo. Es curioso cómo se le cambia el gesto de un desinterés enfermizo, al de alguien que, de verdad, está disfrutando de la conversación. Pese a que sea una narración en la que su hermana ha quedado tan malherida.

-¿Y no se os ocurrió, a tu amigo o a ti, después de que al alguacil le lloviera un estacazo sin venir a cuento, que tras descubrir los claros indicios de que hay una sala secreta, pueda estar protegida por algún mecanismo? -Comenta cargado de sarcasmo. -La cantidad de información que podríamos haber encontrado ahí... destruída por dos irresponsables, incapaces de sumar dos más dos. -Se lleva la mano a la frente, contrariado. -Habéis interferido en una investigación de alto secreto... y hasta soy encuentro dificultad en valorar el daño que habéis hecho. -Deja salir el aire por la nariz. -En fin, recupérate pronto, Enola. Y ven a verme, cuando puedas.

Se gira para coger sus cosas y para salir de la habitación y dejarte descansando. 

-Aunque bueno... me pasaré por aquí, a ver cómo te recuperas. Ha sido una herida muy grave. -Te mira antes de salir. -Hasta pronto. Hermanita.

Tarda un segundo antes de salir, esperando, a su manera, por si tienes alguna pregunta.

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04/09/2019, 22:19
Maggie Smith
Sólo para el director

El duelo de mirada decía más que cualquier palabra que pudiera devolverle a su hermano en aquella situación. Su segundo asalto fue recibido con un largo suspiró de la mujer, alzando la mirada al cielo exasperada. Ni tan siquiera iba a molestarse en dar una sola explicación a lo que acababa de decir.

-lamento comunicarte, hermano – recalco el “título” casi con veneno, pues al igual que él lamentaba la perdida de valiosa información que podían haber contenido aquellos preciados documentos, pero no iba a permitir que sus asuntos interfirieran en los suyos – que ha sido tú investigación de alto secreto la que ha interferido en mi investigación de asesinato – sentenció cuando él ya se dirigía con su porte altivo hacía la salida – así que te sugiero que si tienes algo que decir lo digas ahora y me ahorres nuevas visitas

Sus ganas de levantarse de la cama y aporrearlo aumentaban, solo Mycroft era capaz de despertar tales impulsos por romper con el decoro y las buenas maneras que le habían inculcado como dama que era, pero de verdad que no aguantaba al pedante de su hermano mayor. Aunque también tenía que admitir que, en esos instantes, la curiosidad por saber más acerca de esa investigación y del cuarto oculto la hacían querer retenerlo, pese a todo.

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06/09/2019, 00:41
Mortimer Vane

Mortimer elevó un poco la cabeza al escuchar la puerta, para contemplar al hombre que entraba en la habitación. Por la ropa y porte debía ser el doctor, aunque con el mareo de su llegada no estaba seguro de si estaba allí cuando entró o sólo estaba la enfermera. 

Lo siguió con la mirada y se envaró, tumbado y todo, cuando el hombre empezó a olfatearlo. Cuando se enderezó pudo encontrarse con la mirada flemática del Doctor Vane, que lo contemplaba preguntándose dónde debía haberse dejado ese hombre los modales. Observó su rostro mientras empezaba a hablar. Le sonaba de algo, aunque no estaba seguro de qué. Tal vez se hubieran cruzado en algún momento en el pasado, o quizás lo había visto ese mismo día sin darse cuenta. 

Con la pregunta, alzó un poquito una ceja y la comisura de sus labios se crispó, casi imperceptiblemente. 

¿Es esa pregunta relevante para el estado de mis piernas, doctor? —preguntó, estirado como era—. ¿O es simple curiosidad profesional?

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05/09/2019, 13:23
Constance Gallagher
Sólo para el director

Apretó los labios tratando de disimular una pequeña sonrisa triunfal cuando el inspector accedió, aunque la dicha duró poco. -¡Ay, Dios! -cerró los ojos en un gesto de dolor- ¡Lo ha dicho!

Si tenía alguna duda, había quedado resuelta y dar voz a esa comparación hizo que se sonrojara todavía más. ¡No podía creerlo! ¡Verdaderamente lo pensaba! En ese momento hubiese deseado desaparecer. Se sentía avergonzada, incomprendida y descolocada. ¿Cómo se atrevía a decírselo? Resistió el impulso de mirarle y no dijo una palabra hasta llegar a recepción.

-Gracias, inspector -agradeció seria, aunque sincera, al llegar frente a sus padres.

Miró con dulzura a su madre, que la recibió tal como esperaba. -Estoy bien, madre, solo necesito descansar y por la mañana podré ir a casa -explicó haciendo un esfuerzo considerable por acabar la frase entera sin pausas.

Cuando le preguntó si quería agua, Constance miró al techo un instante y luego a su madre de nuevo. ¿Agua? La cena es lo que esperaba, pero ni siquiera obtuvo un mendrugo de pan para acompañar las pastillas. Suspiró, relajando los hombros. Comprendía perfectamente que se hubiesen olvidado de ella. Era lógico, ya que habían llegado pacientes que requerían mayor atención.

Sonrió al escuchar que se alegraba de verla. Sabía que se preocuparía viéndola tan cansada, pero que a la vez sentiría un gran alivio por comprobar que estaba bien. Se lamentó de haber tomado la pastilla de dormir antes de tiempo, aunque fuese por despiste, pero poco podía hacer ya. A continuación miró cómplice a su padre y supo que no le había contado todavía lo del reloj. Era mejor así. Seguramente él esperaría a que estuviesen los tres juntos para explicarlo.

-No... no es necesario -respondió de inmediato cuando pidió a la enfermera que la acompañase. Levantó las manos con lentitud, mostrando las palmas hacia ellos- puedo ir perfectamente sola -aseguró, sintiéndose capaz.

De no estar el señor Reid hubiese esperado la respuesta de la enfermera. Pero, a pesar de que verdaderamente agradecía que la hubiese ayudado, lo cierto es que estaba un tanto molesta por la comparación que había hecho. Por eso, aún convencida de que el inspector no diría nada, no pensaba arriesgarse a dejar un solo segundo de margen en que él, por cortesía hacia una u otra, se ofreciese a acompañarla de nuevo, algo que podía ocurrir si la enfermera decía que estaba ocupada.

-Ustedes... vayan a descansar -besó la mejilla de su madre, sonrió a su padre y miró un segundo al inspector, incluyéndolo en la despedida-. Que pasen buena noche -deseó a todos, y tras un leve gesto de cabeza se marchó.

Achinó los ojos buscando la silueta recortada de su puerta. El pasillo se hacía interminable, como si alguien lo hubiese estirado desde el otro extremo. Llegó a la pared que la guiaría a su habitación y una vez frente a ella, apoyó las manos a la altura de los hombros. Las movía como si caminase con ellas, ayudándose para desplazarse de un modo bastante más rápido de lo previsto, al menos al principio.

Un poco más allá de la mitad del trayecto, se detuvo. Miró de soslayo si había algún sillón cerca porque no le habría importado pasar la noche en él con tal de no seguir luchando contra el cansancio atroz que sentía. Luego apoyó el brazo, doblado, en la pared y sobre él apoyó su frente. Con el objetivo de ver a su madre ya cumplido, el sueño, que había retrocedido concediéndole unos instantes, volvió a apoderarse de ella. Le pesaban los brazos, le pesaban las piernas, le pesaban incluso los pensamientos.

Bostezó, exhaló sonriendo por lo inusual de la situación y poco después se dio cuenta de que se había dormido durante algunos segundos. Ya no podía más. Consciente de que si volvía a detenerse no llegaría, se forzó a continuar, mucho más lenta, pero sin hacer ninguna otra pausa hasta que llegase a su habitación. Allí, al fin, podría estirarse sobre la cama y descansar.

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06/09/2019, 15:16
Jackson Moore

Entré en la casa una vez entendí que no iba a abrirme, y sonreí ligeramente al ver su postura. Pronto esa sonrisa pícara se transformó en un gesto de seriedad al ver que las formas toscas con las que Vadoma me hablaba seguían siendo las mismas que en el exterior. No lo entendía, pero me resignaba a ello. 

No obstante, hubo algo en sus palabras que me sacó una pregunta que no dude en poner sobre la mesa. 

- ¿Y cómo sabes lo de la mujer asesinada? -Respondo, negándome a llamarla puta pese a sus amigas y compañeras, dadas todas las pistas que tenemos entre manos y que cada vez me dan la impresión de ser otra cosa totalmente distinta.

Del resto de la conversación entiendo las palabras pero no su conjunto. Quiero creer que es parte del papel de gitana, más, cuando la veo coger la bola de cristal, esta idea toma peso. 

Sin embargo, algo ocurre. Todo pasa demasiado deprisa. Para cuando me doy cuenta, estoy en el suelo, conmocionado por los golpes que recibo de la bola de cristal. Apenas me da a soltar un par de palabras antes de que vuelva a golpearme. 

- ¿Por... ¿Por qué? 

Es inútil. La bola me golpea de nuevo, una y otra vez. Mientras siento, sin duda debido a la conmoción, que numerosas caras emergen de la oscuridad riéndose de mi. 

Las últimas frases de la gitana golpean mi mente igual que lo hacía la bola hecha añicos, pero sigo sin entender nada. 

Finalmente despierto. Era solo un sueño, pero ha sido una pesadilla tan vívida que no puedo salvo despertarme gritando. El gesto innato que hago al despertarme hace que un fuerte tirón me recuerde el dolor del pecho agujereado.  

Me recuesto de nuevo sobre la cama. Tomo aire, tratando de tranquilizar mi agitado corazón, y después giro la cabeza para mirar al doctor con una postura rara pero que no me produce dolor. 

- Estoy bien. Una pesadilla...