Partida Rol por web

La muchacha no articulo palabra cuando el viejo le contó todo aquello... sabía tantas cosas... En su locura residia su sabiduría, y no sabía porque pero aceptaría lo que le dijó, le permitiría quedarse en Satu Mare el tiempo que fuese necesario, aunque... ¿Qué otra cosa podría hacer...?

Derrepente entró Valdis preguntandole como estaba... hacia tantos días que nadie le preguntaba eso... por un momento pensó en dejarse llevar por sus sentimientos y echarse a llorar en sus brazos... pero algo la detuvo, le miró fijamente a los ojos y se acercó hasta el cogiéndole de las manos...

- ¿Y cómo podría estarlo? Satu Mare jamás volverá a ser la misma... ya no queda nada de lo que era... Espero que se pueda quedar aquí un par de noches más, después, podrá partir a su tierra si así lo desea... mirando hacia el suelo mientras le suelta las manos y se va girando poco a poco... deja escapar casi susurrando... aquí ya está todo perdido...

No sabía muy porque, pero Valdis le hacía sentirse protegida, como hacía tiempo que no se sentía...

Valdis suponía que Vladana estaría algo afectada por las palabras del viejo, pero desde luego no de esa forma. La muchacha parecía a punto de derrumbarse en sollozos, y sus palabras no parecen alejar ese impulso.
-Mi señora. Hice un trato con su difunto hermano, así que no me marcharé. Además volver con las manos vacías a la Oradea no cambiaría nada...-comenta todo lo formal que puede, pero...¿era eso?, ¿un simple pacto con un difunto era lo que lo mantenía en Satu Mare a pesar del oscuro futuro? ¿cuestión de honor y orgullo?, ¿deseos de grandeza?...¿o eran los labios de Vladana?, sus ojos, su piel suave, su cabello, las posibles lágrimas...¿O que ante la expresión de desesperación y desdicha de la mujer era totalmente incapaz de abandonarla a su suerte?...¿Quién sabe?. Ni siquiera él lo sabía, pero aún así estaba dispuesto a quedarse en Satu Mare. Algo podría hacer...
-Verá mi señora, la invitada está ahora en sus aposentos. Sólo ha dado un paseo por la muralla y nada más. No ha intentado obtener más información de ningún tipo.-comenta informándole sobre su última y, para que negarlo, agradable "misión".-Estoy aqui para saber si la misión de buscar a Vladimir sigue en pie. No le voy a engañar, viendo como están las cosas no me gustaría dejarla sin...protección, pero si esos son sus deseos partiré de inmediato.-.

- Os agradezco deberas vuestras palabras, un pequeño brillo se hacia paso en los ojos de Vladana, aunque era difícil distinguir entre las lágrimas y la esperanza, el llanto de una hermana que amaba a su hermano retenido desde que conoció la terrible noticia, o un poco de esperanza...

- Entonces si no tenéis inconveniente, no veo problema en que os quedeis, además... a decir verdad... sin mi hermano, ni mis primos... - su tono de voz fue bajando y dejó la frase al aire... sin añadir nada más, pues aunque necesitara un hombre como Valdis a su lado, jamás se lo pediría abiertamente...

- En cuanto a la invitada, lo mejor será que mañana mismo se marche del castillo, no podemos tener a nadie husmeando en nuestros asuntos, además, su mirada no me transmite nada bueno, no creo que venga buscando ningún guerrero como dice, sino tierras que atacar... y ahora mismo no disponemos de demasiados... "soldados" como ya ha podido comprobar. cambiandole de tema radicalmente le preguntó algo que seguía teniéndo en mente... - Por cierto... aún no se nada de vos, ¿Dónde habéis aprendido a pelear así, ni a mi difunto hermano le vi empuñar un arma con tanta... soltura?.

Le costó un poco encontrar la palabra adecuada para catalogar la pelea, pues lo que vió en el patio, aunque breve había sido muy intenso, como un duelo entre titanes... y eso le hacía pensar que no era la única que ocultaba cosas...

Valdis, a pesar de que externamente no parece dar muestras de desasosiego, en el fondo se altera ante las palabras de Vladana.
No debería afectarme la idea de que Deliznieta se marche, porque todo lo que supone mi señora parece cierto, pero...aún así...
Aunque no quisiera admitirlo todavía se estaba planteando el sutil ofrecimiento de la invitada. Pero cuando está cerca de Vladana, parece que no tiene tanta fuerza. Como si la atracción de las dos mujers dependiera de su proximidad. Carraspea volviendo al hilo de la conversación.
-Claro mi señora. Lo importante será terminar los barracones cuanto antes, pues estamos prácticamente indefensos ante un ataque, ya sea magiar o de otro estilo. Si es necesario yo mismo podría entrenar a la milicia.-comenta con confianza de consumado estratega, aunque no dice nada del otro mund.
La pregunta "personal" lo pilla por sorpresa. Estaba tan acostumbrado a ser guerrero, y a que los demás lo consideraran como tal que ni él mismo se la había planteado.
-Bueno...podría decirse que nací con una espada bajo el brazo, mi señora. Desde siempre he vivido para el combate, aunque nunca aprendí técnicas ni posiciones fijas. He aprendido a base de luchar supongo...-

Con una sonrisa de agradecimiento en el rostro, la mujer se dirige a Valdis:

- Confío en vos para el pronto levantamiento de los barracones y el entrenamiento de la milicia ahora que Ruschesku está en reposo.

Yo también descansaré durante el día que está por llegar, ya que la noche se ha hecho especialmente larga...

Mañana antes de caer la noche, la invitada habrá abandonado el castillo,y yo misma me reuniré contigo en el patio de armas para seleccionar a todo aquél hombre capaz de empuñar un arma y ponerlo bajo tu mando durante el entrenamiento de la milicia.

Ahora he de ir a mis aposentos, aunque este castillo se ha convertido en un sitio inseguro en estos tiempos de tragedia, agradecería vuestra compañía.

Acto seguido y sin dar tiempo al guerrero para responder, Vladana comienza a caminar en dirección a la salida del salón, sabe que un caballero jamás desatendería las peticiones de una dama, por ello camina con la seguridad de quien se siente protegida y arropada por el frío acero de cien mil escudos.

Valdis escucha sin decir nada a Vladana. Cuando esta termina simplemente añade un escueto "Si mi señora" y a pesar de que ella ya no se encontraba delante suya hace una ligera y rápida reverencia para después seguirla como le ha pedido. Cualquier ser podría sentirse afortunado de tal honor, y Valdis no es una excepción.
Su estado de ánimo acababa de mejorar. Las nuevas tareas asignadas lo mantendrían distraído, de modo que su particular "lucha interior" quedaría resuelta sin darse cuenta, y sin tener que tomar él una decisión directa. Era una actitud algo cobarde, pero se trataba de un tema sobre el que ni él mismo podría decidir con seguridad.
Seguía a su señora desde muy cerca y en silencio, algo cansado por el ajetreado día, pero atento, como si de un guardia real se tratase.

Recorrieron los fríos y silenciosos pasillos de piedra hasta llegar a los aposentos de Vladana. Una vez allí, la mujer sacó una pequeña llave de entre sus ropajes, la introdujo en la cerradura, giró y la puerta se abrió, mostrando su interior.

Era una estancia humilde, a parte de una cama, los únicos muebles que había eran una mesilla junto a un tocador, una mesa con una silla al lado de un ventanuco y una estantería repleta de libros.

Sólo unas rosas en un jarrón sobre la mesa daban color a la habitación, las cortinas, del mismo color que las flores, permanecían cerradas, impidiendo que la luz del sol penetrase dentro, por lo que la única iluminación la proporcionaba una antorcha que filtraba su luz desde el pasillo a través de la puerta entreabierta.

- Aguarda aquí.

Dicho esto, Vladana se introdujo en el semioscuro cuarto, volviendo a reaparecer a los pocos segundos con una de las rosas en su mano izquierda.

- Esto es en agradecimiento por los servicios prestados a Satu Mare.

Acto seguido, la mujer engancha la rosa entre las tiras de cuero que sujetan las hombreras del guerrero, sus ojos se fijan en los suyos, sonríe, se acerca y su mano se desliza por su rostro, un beso en la mejilla es su forma de despedirse antes de desaparecer en su cuarto con paso lento, cerrando la puerta con llave tras de sí.

Valdis se queda de piedra, sin mover un sólo músculo, aún cuando la puerta de Vladana lleva tiempo cerrada. Sus sentidos se fuerzan en sentir el beso que ya no está. Al rato vuelve en si,. Lanza una mirada a la rosa que ahora "adorna" su armadura y sonríe irónicamente.
Un adorno poco adecuado para el que se hace llamar Valdis el portador del miedo...o el protector. Tal vez dentro de poco empiecen a llamarme Valdis, el guerrero de la rosa...
Metido en sus pensamientos niega dos veces y finalmente gira sobre sus talones para regresar a su posición. El día estaba a punto de empezar, y después de esa noche prometía ser muy largo...La rosa sigue en su sitio.

Pasa lo que queda de noche y amanece de nuevo sobre Satu Mare.
Durante el día Vladana se ha quedado en sus habitaciones y ha dado ordenes de no ser molestada, la noche anterior fué muy larga para ella y necesitará mucho descanso.
Una de las criadas de Vladana visita a Deliznieta por la mañana disculpando la ausencia de su señora durante el día y le entrega una carta: ha de abandonar Satu Mare antes de la noche, todos los sucesos acaecidos ultimamente no les permiten alargar su hospitalidad con ella durante más tiempo.
Durante el día el castillo parece tranquilo y no hay rastro de los visitantes que irrumpieron anoche.

Sonrio al tener la nota en mis manos pero no lo hago para que me vean. Miro a la criada mientras sigo manteniendo las misma belleza sobrenatural de la noche anterior con ojo gelidos mientras no aparto la mirada.

Le vais a llevar mensaje a vuestra señora para que lo lea esta noche cuando se despierte, la vas a decir que se que...mejor sera que lo lea, por que sino va a ser muy divertida vuestra cara de plebeya.  Me gustaria saber si aun esta el guerrero que paso la noche delante de mi puerta, me gustaria volver a verle antes de irme, si voy a partir espero que al menos alguien me acompañe.

Tambien quiero saber si el mayordomo se encuentra mejor del extraño acceso de cansancio que tubo anoche me preocupo mucho que un señor tan mayor lo tuviera.

El sol se filtra por la ventana del aposento del mayordomo inundando a la joven doncella que vela junto a su cama. El viejo Ruschesku empieza a agitarse como si un mal espíritu saliera de su cuerpo. Los ojos del loco aparecen en su mente cuando repentinamente despierta.

-¿Ivana? -Pregunta con voz perdida a la muchacha que tiene a sus pies.

La doncella se pone en pie y se acerca a la cabecera con una dulce sonrisa.

-¿Estáis bien?

Por un segundo el mayordomo tiembla mientras los recuerdos de toda una noche de tormentos llegan a su cabeza. Monstruos, pesadillas, sangre y un mundo que puede que nunca vuelva a ser el mismo. Y tras todo ello la imagen asustada de todos a su alrededor, de la gente, de su gente.

-Eso no importa -contesta con tono solemne. -¿Mika, los guardias, la señora, estáis bien?

-Mika esta durmiendo, fue una noche larga para él. Solo vos sufristeis las consecuencias de la criatura que parece que es ahora invitada de nuestra señora.

La idea de que seres de las tinieblas puedan estar allí hace que el mayordomo tiemble. ¿Tendrá que volver a enfrentarse a las garras de ese ser de aspecto mortecino? ¿Qué ha hecho a su señora aceptar a tal individuo?

-En cuanto a nuestra señora se encontraba bien- continua, Ivana. -Supongo que estará descansando como es su nueva costumbre.

Tras meditar un poco el mayordomo se incorpora y agradece a la muchacha.

-Eres una buena niña, Ivana -dice tiernamente. -Nunca olvidare lo que has hecho esta noche por este viejo sirviente.

Después de esto lanza su camisa empapada en sangre y busca ropa limpia. Hay un barracon que visitar y un castillo que organizar. Esta noche supondrá más trabajo.

Y así sigue el día del mayordomo Ruschesku que sobreponiéndose a la pesadilla de la noche de terror intenta labrar un futuro mejor para Satu Mare y servir a su señora.

El día llega rápidamente. Valdis se había pasado toda la noche de un lado para otro, y realmente estaba algo cansado. Aún así tiene que preparar ciertos asuntos antes de que Vladana despierte. Le había encargado la supervisión de los barracones mientras el mayordomo descansaba y por la noche habría que empezar a preparar a la milicia ciudadana, por lo que no estaría de más inspeccionar las armas de las que disponen así como algunos aparatos de entrenamiento.
Prometía ser un día muy largo...

El mayordomo sale al fin de su habitación y ve como Valdis pasea por el castillo andando de un lado para otro. Con nuevo vigor y fuerza anda cojeando hacia el establo donde Valdis se encuentra.

-Me han dicho que vas hacia los barracones- dice, desde la puerta mientras ve como el guerrero ensilla el caballo que el mismo le presto. -¿Te importaría usar otro caballo y que marchemos despacio hacia la construcción? Quiero hablarte de algo.

Con gesto serio el viejo sirviente mira al guerrero mientras uno de los mozos prepara otro de los pocos caballos que hay en el castillo casi de forma automatica.

La llegada del mayordomo le pilla por sorpresa. ¿Quién en su sano juicio no guardaría reposo tras semejante noche?. Valdis detiene un momento sus movimientos para fijarse en el mayordomo.
-Pensé que estaría guardando reposo, Ruschesku.-dice sin mucha preocupación en su grave voz. Aunque no era demasiado justo decir que fué por su culpa lo que ocurrió por la noche, era inevitable tener algún que otro prejuicio, aunque posiblemente los dos extraños visitantes habrían pasado de todas formas.-Desde luego.-accede terminando de ensillar el caballo que ahora iba a montar el mayordomo.-Aparta. Ya lo hago yo mismo.-le dice al mozo para hacer él mismo el trabajo.
Cuando termina se sube agilmente sobre el animal y abre la marcha.-Cuando quiera.-le indica para que comience a contarle lo que sea que tenga que decirle.

El mayordomo parece casi una sombra montado sobre su corcel mientras sigue despacio al guerrero. El aire de la montaña hace que su canoso pelo se meza y el sol reconforta su espíritu, parece que el viejo quisiera bañarse en él.

-Hace años en todo el mundo se adoraba al Sol -dice serio casi para si. -En aquellos oscuros tiempos las gentes pensaban que era su única protección de los peligros de la noche. En ausencia de la luz, la oscuridad impera.

De pronto el mayordomo se da cuenta de la extraña cara que esta poniendo su joven acompañante. Y sonríe intentando dispersar en su mente esa corriente de pensamiento.

-La noche de ayer me hizo darme cuenta de cuanto ha cambiado este lugar -comienza al fin. -Creo que la muerte de nuestro antiguo señor tiene que ver con hechos que no podríamos comprender y por tanto quiero pedirte que olvides la tarea que te encomendé. Hay cosas que sinceramente es mejor no saber -dice con expresión cínica. -En cuanto a los primos de nuestra señora, desconozco si comparten su "estado" o tan sin quiera lo conocen. Me gustaría pues pediros que olvidéis la petición que os hice de ir a buscarlos, no creo que los necesite en su actual situación. A fin de cuentas ya no es una niña plañidera -aprecia, con tristeza.

"Tan siquiera se que es ahora" se dice a si mismo entristecido.

-Quiero además decirte que es un momento para ser fuertes. El padre de la actual señora fue un hombre cruel y despiadado que solo conocía el mal y la destrucción- las palabras del mayordomo enardecen su rostro. -Es difícil explicar como se sirve a intereses que son tan extraños, pero quiero pensar que somos siervos de nuestros señores y de su pueblo. Y si este es el lugar donde nos ha puesto el destino debemos jugar nuestras cartas del mejor modo posible. De forma que nuestras vidas cambien el mundo a mejor. Quizás pienses que estos momentos no tienen nada que ver con tu lucha por las aldeas pero te equivocas. Es precisamente estos momentos en los que se diferencia un hombre que actúa en su propio interés de un hombre del pueblo.

El caballo se agita un poco haciendo que el viejo Ruschesku vuelva a la realidad.

-Disculpa, por soltarte esta perorata. Los viejos no paramos de justificar nuestra vida mientras los jóvenes vivís. Es el orden natural de las cosas. Ahora cuéntame lo que opinas de todo lo ocurrido anoche.

Como todos los viejos, el Mayordomo había estado dándo le vueltas a las cosas una y otra vez, para después deshacerse en historias y reflexiones profundas. Pero había mucha razón en estas.
Valdis simplemente escucha en silencio todo lo que el mayordomo le cuenta. Al parecer todos lo tenían como un caballero, un guerrero salvador de pueblos. Pero le gustase o no, esa visión no era cierta. Y desde luego Valdis lo sabía.
-Yo no soy un caballero salvador. Sólo soy un guerrero, un combatiente. Algo más cercano a un mercenario que a otra cosa. No he sido y no creo que sea nunca un señor u hombre de pueblo.-dice con seriedad militar.-Simplemente me he comprometido en ayudar a estas tierras-Pero...¿por qué?-Y soy un hombre de palabra.-termina sentenciando.
El paso lento del caballo lo desespera un poco. Tenía en mente hacer demasiadas cosas durante el día, y ese paseito sólo le daba la sensación de estar perdiendo el tiempo inútilmente.
-Le contaré la verdad. Esos dos visitantes son muy extraños, aunque no dudo que cumplan su palabra. Estoy seguro de que sería incapaz de vencerlos, al menos a uno de ellos, en combate. Tienen algo de sobrenatural, algo superior. Después de eso la invitada Deliznieta me dijo que Satu Mare estaba condenada. Que la oscuridad se cernía sobre nosotros y no podríamos evitarlo.-También te ofreció irte con ella...pero eso no lo contarás ¿verdad?-Sinceramente no se muy bien que pensar. Demasiadas coincidencias. Tal vez deberíamos plantearle a la señora la idea de abandonar estas tierras.-su ánimo va descendiendo poco a poco a medida que avanza la conversación.-Pero en su estado no creo que sea lo correcto. Ahora mismo la señora lo único que necesita es algo de reposo. De todas formas soy un hombre de palabra como ya he dicho y defenderé estas tierras contra lo que sea.-termina firmemente, aunque en el fondo no muy convencido de sus propias palabras

-Me parece que se aproxima una tormenta en la que los simples mortales seremos como mosquitos enfrentándose al granizo-- dice tras las serias reflexiones de su compañero de viaje. Solo podemos escondernos bajo una rama y esperar que ninguna piedra se estampe sobre nosotros. En lo de sacar de aqui a nuestra señora, aunque nuestra pobre dama nocturna tenga el Apocalipsis en sus puertas. -Ruschesku mira a los ojos a su compañero de viaje y sonríe. -¿Qué importara estar a uno o dos días de viaje del mismo?

Curiosamente la idea le parece tan divertida que empieza a reír de una forma extraña, como si hace tiempo que hubiese olvidado como hacerlo.

-¿Sabes que la hospedería del pueblo es de mi propiedad? ¿Qué te parece si tras visitar las obras os invito a unas buenas gachas? Supongo que esta noche volverá a ser dura y es mejor que nos pille con el estoma lleno.

Tras esto el mayordomo azuza su caballo en dirección a las obras del barracon.