Partida Rol por web

- Todo se puede arreglar... -, digo cada vez más misterioso. - Si tu pregunta es si tengo algún interes en Slobozia, la respuesta es no. Mis intereses son mucho más... digamos tracendentales. Aunque si prefieres no explicarme que haces aquí, puedo retirarme ahora mismo. Hacerme perder el tiempo es hacerle perder el tiempo al Voivoda.-

- Ya te lo he dicho, he venido a entrevistarme con el Voivoda. Visto lo bien informado que estás sobre nosotros es probable que incluso sepas el motivo, pero si te apetece regalarte los oídos con el tema no tengo inconveniente en charlar de ello - suspira Durius - Deseo solicitar del Voivoda que me transfiera los derechos que mi tío tenía sobre Slobozia.

La afirmación de Dumitru respecto a su carencia de interés por Slobozia la desestima como una probable mentira. No se tiene en tan alta estima como para suponer que alguien pudiera saber sobre él si no fuese por el vacío de poder que se ha producido en la comarca. Por desgracia carece de aliados en esta ciudad, y no está en condiciones de desaprovechar una posible palanca que le permita acercarse a su objetivo.

- Hum... ya veo... -, te dice pensativo. - ¿Y por qué crees que el Voivoda debe darte esas tierras a ti y no ha otra persona? Convénceme a mí, y convencerás en parte al Voivoda. -

- ¿Aceptarías la palabra de alguien de Slobozia? Antes me has llamado criado y, aunque no me ha ofendido, no es cierto. Sirvo al señor Durius porque así lo quiero, no por tener una relación de vasallaje con él. Y es por eso que creo poder darte razones acerca de la conveniencia de que él sea nuestro siguiente señor y no otro. Aunque claro, a esos niveles debería saber si considerabas al señor Sidor como la mejor elección para mi tierra. Y eso también da igual, pues el Voivoda así lo creyó. Con el señor Sidor, por primera vez, llegó la esperanza a una tierra que había vivido bajo el temor y el miedo. Él albergaba un proyecto de futuro, un deseo de prosperidad que nos beneficiara a todos y no solo a su persona, que era a lo que podíamos estar acostumbrados por nuestro anterior señor. Puso en marcha diferentes medidas y, lamentablemente, la muerte se lo llevó - digo y siento que me emociono al recordar su terrible muerte -. Cuando se dio el vacío de poder, todos y digo todos, cerramos filas alrededor del señor Durius, el único capaz de continuar con lo que su tío empezó. Es generoso pero justo, sabio pero no intransigente, amable pero sabe mandar. Así opinamos quienes lo conocemos y así lo diré ante el Voivoda si se digna a oír a un simple campesino trovador de posadas y tabernas.

- Hum... es interesante lo que me cuentas, músico. -, le digo al cantor realmente interesado. - ¿Cómo murio tu señor Sidor? -

- Preguntas por su muerte. ¿Es acaso importante cómo muere un  hombre? Creo que no. Lo importante es cómo vive su vida. Pero dado que tu presunta ayuda depende de ello, te lo diré. Murió defendiendo a los débiles, a las víctimas del terror y el miedo, murió porque era generoso y porque estaba convencido que el mal debe ser erradicado, incluso a costa de la propia vida. Murió en batalla en las, para siempre sean malditas, tierras de Calarasi.

- Interesante. -, digo pensativo y realmente interesado por el cauce que toma la conversación. - Interesante. Creo que tenemos que hablar de muchas cosas, así que, por favor, quedaos en la ciudad todo el tiempo que sea necesario. Tendréis noticias mias pronto. -

- Esperaremos ese momento con ansiedad - responde Durius con el rostro muy serio - Si deseas hablar con nosotros sin duda podrás encontrarnos en esta posada.

Sus dedos tamborilean sobre la mesa durante la despedida, en un gesto inconsciente que delata su impaciencia por ver marcharse a su interlocutor para poder hablar libremente.

El Mercenario Misterioso sale de la posada.

Tan pronto como el hombre sale de la posada Durius hace un gesto a Lisander para que le acompañe a la habitación que tienen alquilada.

- No estoy seguro de que ese hombre pueda saludar siquiera sin soltar una mentira - comenta sentándose sobre la cama - Tengo la impresión de que ha estado jugando con nosotros para quién sabe qué fines. ¿Cómo es posible que alguien nos conozca y sin embargo no sepa el propósito que nos trae o sobre la muerte de Sidor? Desearía haber podido mandarle al diablo, pero sin estar seguro de su identidad...

Dirige un gesto de impotencia a Lisander. Qué distinto sería todo si su maestro estuviese aquí.

- Yo tampoco confío en él pero, ¿a qué otra carta podíamos jugar? - comento dubitativo -. Y tampoco sabemos cuánto sabía o dejaba de saber. Quizá fuera algún tipo de prueba para comprobar si íbamos de frente o tratábamos de esconder algo. Lo único que sabemos es que es alguien importante en la ciudad si nos fiamos del posadero. Lo que es cierto es que su llegada a Bucarest era esperada. ¿Cómo sabían de ello? Ni idea. Nuestra salida de Slobozia fue rápida y por el camino no hemos tenido contratiempos y hemos logrado llegar bastante rápido gracias a nuestras mulas así que no sé a través de que extraños medios han tenido conocimiento de que usted iba a llegar y, además, acompañado por mí. Ese extraño personaje me llamó por mi nombre. En ningún momento me presenté ante el público, ni después cuando anduve a la búsqueda de información. Y respecto a la muerte de su señor tío, ninguno de nosotros hizo pública su forma de morir allí en Slobozia. La única fuente posible sería Calarasi y dudo que allí se hayan molestado en chismorrear sobre ello. Bastante tienen con sobrevivir a la oscuridad. Yo al menos preferí no mencionar nada sobre el vampyr y me gustaría pensar que no le he puesto en un compromiso con mis palabras.

- No te preocupes, es cierto que no podíamos arriesgarnos a callar. Ese hombre sabía demasiadas cosas - una idea cruza su mente y le hace bajar inconscientemente la voz - ¿Crees que alguien de Slobozia pueda haber mandado aviso de nuestro viaje? No veo otra forma de que ese Dumitru supiese de nosotros. Tal vez alguien tenga en mente alguna otra candidatura para el puesto de Sidor.

- Tal vez pero, ¿quién? - digo meditando sobre la situación -. Nadie del entorno familiar lo haría. Usted sabe que confiamos en usted y que deseamos que logre suceder a su tío. ¿Tal vez alguien del consejo de ancianos que quiere aumentar su influencia y presidir el mismo? No sé, se me hace extraño.

Me estrujo el cerebro pensando en la vía abierta por el señor Durius y de repente siento que me quedo sin aire y que la sangre huye de mi rostro.

- ¡Dimitri! - jadeo -. Señor, no sé pero, ¿es posible que al haber sido mordido por el vampyr, este sepa a través de él nuestras intenciones y objetivos? No, seguro que no. Dioses, estoy paranoico.

Durius se mordisquea el pulgar mientras estudia la idea.

- No se... - responde al final - Creo que si ese ser supiera de nuestro viaje y nos desease mal podría haberse limitado a atacarnos cuando cruzamos cerca de Calarasi. Podría incluso haberse limitado a mandar a los aldeanos a capturarnos. Me parece más probable un motivo político, pero siendo desconocedores de esta corte mal podremos hacer conjeturas.

No parece que esto vaya a llevarles a nada, así que se levanta y se arregla la ropa lo mejor posible.

- Creo que por el momento lo único que vamos a lograr van a ser conjeturas sin prueba posible. Sigamos adelante con nuestro plan inicial y tratemos de acceder a la corte por nuestros medios - propone - Si ese hombre se presenta de nuevo con una invitación a hablar con el Voivoda, mejor que mejor, pero por el momento contemos sólo con nuestro propio esfuerzo. ¿Te parece?

- Creo que es lo mejor, señor Durius - aliviado ante la sensatez de sus últimas palabras, aunque algo avergonzado por haberme comportado como un patán y supersticioso pueblerino -. Durmamos y descansemos que los problemas ya llegarán sin necesidad de que vayamos a buscarlos. Y mañana podríamos acercarnos donde el sastre para que usted pueda hacerse algo de ropa y después, intentar averiguar cómo conseguir una audiencia.

- Esta vez no pienso dejar que tú te lleves toda la gloria sacando información a esta gente. Pienso averiguar algo por mi mismo, aunque me lleve todo el día - bromea Durius, mientras se prepara para acostarse.

Una incómoda idea le hace enderezarse.

- Um... toda esta conversación sobre conspiraciones debe haberme afectado un poco, pero... ¿crees que deberíamos intentar bloquear la puerta por si acaso? - pregunta ligeramente avergonzado ante semejantes inquietudes.

- ¿Perdemos algo por hacerlo? No creo. Así que pequemos de precavidos - respondo mientras cojo una silla y la apuntalo contra la puerta -. Dormiremos más tranquilos en esta ciudad en la que el peligro parece venir de puntillas. Y mañana será otro día.

Me acuesto con un suspiro, cansado y con ganas de soñar con mi mujer y mi hijo. Durantes unos segundos pienso en que tengo que encontrar un lugar donde seguir con mi entrenamiento. Tal vez los establos sean un buen lugar. Poco a poco voy cayendo en el sueño.

- Señor Durius - comento con voz adormilada - eso de que usted conseguirá más información, ha sonado a apuesta. Veremos quién paga mañana una cerveza a quién.

Ha pasado la noche tranquila y otro nuevo día comienza.

Os despertáis en vuestra habitación, y no tenéis idea de como habéis dormido tanto. El sol está a punto de ocultarse, y podéis ver el resplandor rojizo del atardecer.

Durius se incorpora en la cama y echa un vistazo adormilado a la ventana. Hay algo que falla, pero su embotado cerebro tarda un rato en activarse lo suficiente como para sacar conclusiones. Cuando al fin lo hace salta de la cama para sacar casi medio cuerpo por el ventanuco y verificar horrorizado que realmente es la hora que parece ser.

- ¡Lisander, despierta! - exclama acercándose a sacudir su hombro - ¡El sol está a punto de ponerse!

Es cierto que estaban cansados por el viaje, pero esto resulta ridículo.